TU VICTORIA, LA SANGRE DE CRISTO - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

TU VICTORIA, LA SANGRE DE CRISTO

Leemos en Apocalipsis 12:10 y 11: 11Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 12Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.

Cuando expresa “ellos le han vencido”, se refiere a nosotros los creyentes, los hijos de Dios, quienes dieron sus vidas por su testimonio y vencieron con la demostración de lo que produce la sangre de Jesús sobre los creyentes. Y como satanás fue vencido, ya nunca más pudo acusar, y fue echado fuera porque “ellos” es decir, nosotros, le hemos vencido por medio de la sangre de Jesucristo.

¡No has vencido porque llevas muchos años en la iglesia o porque conoces muy bien la palabra de Dios! ¡No has vencido porque eres sabio o porque tienes muchos músculos y tienes la fuerza de Popeye! ¡No has vencido por ninguna de tus virtudes ni por tu inteligencia! ¡Eres un vencedor por medio de la sangre del Cordero! ¡El poder no está en ti sino en la sangre de Jesús!

Quiero hablarte acerca de la debilidad que envuelve a los creyentes como a los no creyentes que están bajo la autoridad del pecado. El pecado es un poder espiritual que esclaviza a las personas y las debilita a tal punto que les quita toda visión, todo discernimiento o entendimiento espiritual y esos creyentes o no creyentes que están bajo la autoridad del pecado, pelean pero lo hacen como ciegos sin saber a qué pegarle. Pelean pero con sus fuerzas naturales y dicela Bibliaque nuestra lucha no es contra sangre ni carne sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes y nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios para destruir las fortalezas del enemigo.

            EL PECADO TE DEBILITA

Existe un mal común y se trata de que hay una gran cantidad de cristianos que buscan consejo porque están mal, por ejemplo en su matrimonio, entonces el esposo dice: “Mi esposa no me hace caso, me grita, no me hace la comida”. O la mujer dice: “Mi marido no me tiene en cuenta, anda con otra…” ¡No tiene arreglo el matrimonio! Probaron hablar suave, gritar, insultar, han probado orar, ayunar, etc, ¡pero nada ha servido! Y es que los que vienen a hablar comigo han hecho así, un poco ayunan, otro poco insultan, por un lado perdonan y por el otro deciden irse y abandonar a su cónyuge. Andan buscando que más hacer, me cuentan todo lo que hicieron pero les ha resultado un fracaso. “Le he dicho a mi marido que cambie pero no cambia, aunque le dije que no insultara lo sigue haciendo, la verdad es que me tiene podrida…”

Yo le pregunto si lo quiere y me responde: “Yo lo quería, pero ahora no se…” Buscan que el pastor les diga qué pueden hacer para arreglar su matrimonio y cuando vienen los dos juntos se acusan mutuamente, pero si quieres arreglar tu matrimonio tienes que ganar la guerra en el mundo espiritual. ¡Tu lucha no es contra tu esposo o tu esposa, es contra poderes espirituales de maldad! Lo que sucede es que tú no ves bien el asunto desde el punto de vista espiritual, ¿y por qué no lo puedes ver? Porque en algo has quedado ciego, no ves y no entiendes; y no se trata de qué puedes hacer tú sino dónde está la fuente de poder. Normalmente hay algún pecado que está estorbando la relación, y pueden ser celos, resentimiento, rechazo, etc.

Una hermana me preguntó: “¿Qué puedo hacer pastor? ¡Mi marido no cambia!” Al mismo tiempo me dice que siente rechazo por su marido y tenemos que comenzar por ver qué se hace con eso que la mujer tiene.

La Bibliaseñala que quien hace pecado es esclavo del pecado. Querer solucionar las cosas de la manera en que tú pretendes hacerlo es como ir a la guerra con un tenedor. Entre tú y tu cónyuge está operando un poder demoníaco, o entre tú y algún otro familiar u otras personas, y tú tienes que poder ver en el mundo espiritual pero no puedes porque estás debilitado espiritualmente, no hay luz en tu interior, no sabes cómo enfrentar las vicisitudes o las circunstancias que se te presentan. Tú señalas que has probado una y otra vez, que asistes a la iglesia, que has ofrendado, pero, el problema más grave, cuando no hay victoria es que el Espíritu Santo no está obrando con poder y con libertad en la vida del creyente. Y cuando Él no puede obrar en una vida es porque la persona tiene algún estorbo adentro.

He recibido una carta de una persona que me escribió desde México en la que me decía: “Apóstol, ayúdeme, no sé qué hacer, he probado de todo y estoy decepcionado; mi mujer me ha dejado y se ha ido con otro”. Entre las cosas que me cuenta he notado que se ha llenado de odio contra su esposa. ¡La odia con toda su alma y desea que la parta un rayo! Pero con todo el odio que siente no tiene paz, él quiere que se arregle el asunto de alguna manera y me cuenta lo que su esposa le ha hecho, entonces, habla de su dolor, de su resentimiento y su odio contra ella, pero resulta que en el único que está pensando es en él. No me ha contado si tiene hijos o no. ¡Todo lo que tiene en su horizonte es su dolor! Ni siquiera cuenta si la mujer se ha ido sufriendo, pero él no está para ver el dolor de ella sino el suyo propio. Me pregunta qué hacer, entonces le hablo acerca de su pecado, de su odio, y le digo que me ha demostrado que es un terrible egoísta. Le hice ver que el odio no vino cuando su mujer lo dejó sino que ya estaba alojado en su corazón y que la circunstancia que estaba viviendo ha provocado que ese odio se libere. También le señalé que si lo que estaba dentro suyo era el poder del Espíritu Santo, si Él era quien gobernaba su vida, cuando su esposa lo abandonó, lo que debió liberarse de él, es el poder del Espíritu Santo, de modo que se pondría a llorar por su esposa, comenzaría a bendecirla y clamaría a Dios para que la libre, la salve, la perdone y la quebrante. Pero como él está lleno de odio, queda evidenciado que no está lleno del Espíritu Santo, y por lo tanto no está actuando en Él. Había un odio chiquitito que de pronto creció como Hulk; estaba lo más bien, pero la señora le hizo algo y se enfureció. ¡Se ofendió con Dios! Él no veía que su pecado le estaba consumiendo todas sus fuerzas gastando misiles inútilmente, disparando para cualquier lado pero nada conducente a resolver el tema de su matrimonio.

¡El problema es tu pecado! El pecado es un poder que debilita a la persona y le baja las defensas; ésta cree que está bien en sus razones pero no tiene el respaldo de Dios porque el pecado domina en su vida.

Otro matrimonio me escribió en Facebook comentándome que el retiro de matrimonios no les satisfizo sus expectativas y que estaban peores que antes, contando las moneditas porque no tenían dinero. Me reúno con ellos para conversar y me cuentan lo triste que es su situación económica, que a veces no tienen para comer y tienen cinco hijos. Continuamos hablando y me dicen que nosotros debíamos haber hecho algo para tratar el tema de la economía familiar y prosperidad en el matrimonio. Les dije que lo primero que habría que hacer es arreglar el matrimonio y después ver el tema de la prosperidad. Estaban un poco resentidos con Dios, pero en la medida en que el Espíritu Santo iba actuando, les pregunté si se llevaban bien entre ellos a lo que me respondieron que gracias a Dios se llevaban bien pero en un momento les dije: “¿Ustedes diezman?” Y comenzaron a tartamudear los dos. “No podemos, no tenemos para diezmar”, me responden. “¿Por qué no tienen para diezmar?” agrego, y la mujer se pone a llorar. “Lo que sucede es que nos hemos metido en préstamos y tenemos muchas deudas”. ¡Enseguida descubrí que no era Dios el culpable! Pregunto: “¿Dios les mando a endeudarse?” “No, Dios no nos mandó, nos hemos metido solitos, lo que pasa es que pensábamos que…” Así fuimos descubriendo el pecado que los tiene económicamente atados.

Fíjate que te metes en una deuda cuando en realidad, Dios no te mandó y después por culpa de esa deuda le dices al Señor: “Sabes muy bien las deudas que tengo, por eso no puedo diezmar porque si lo hago me quedo sin comer, sin esto, sin lo otro y voy a fracasar”. Les hice ver que ellos estaban fracasando al no dar el diezmo. Me cuenta la esposa que ha llegado a tomar pastillas para suicidarse. ¡Un matrimonio precioso con cinco hijos! ¡Es tristísimo! ¡Conocedores del evangelio por años! Les animé a que confesaran su pecado a Dios y Él les ayudaría salir adelante, porque estoy seguro de que el Señor nos quiere sacar adelante a todos. Pero resulta que a veces no entendemos, le preguntamos a Dios, ¿por qué este problema económico? Muchas veces ayunamos o le consultamos al pastor pero hay cosas que no salen con ayuno ni con oración sino solamente con la sangre preciosa de Jesús. ¡Se trata de la limpieza de nuestros pecados!

Jesús dijo: 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Nadie que tiene pecado puede tener una vida espiritual fuerte; nadie puede ser victorioso si el pecado domina en su vida, si es así, el Espíritu Santo no tiene libertad para actuar con gloria y poder en ti y en tu entorno. No tiene nada que ver con que tú hayas asistido a la iglesia por veinte años o que te sepasla Biblia de memoria, nada tiene que ver que ores o que diezmes, si sigues en pecado. Cuentas las cosas que están a tu favor, pero las que están en tu contra son las que ponen división entre tú y Dios para que tengas victoria. Y si Dios no está alumbrando tu vida, estás atacando tus problemas con tus propias fuerzas y con tu propia visión pero no tienes la luz de Dios. Quieres salir y les preguntas al pastor y a los hermanos qué hacer; pero muchas veces el pecado está arreciando y queremos solucionarlo no con los métodos de Dios sino con los nuestros.

Una persona que tiene veinte años de creyente y roba (porque hay creyentes que roban) dice: “¡Tengo que dejar de robar! ¡Esto está mal delante de Dios!” Hace fuerza para dejar de hacerlo pero aunque dejara de robar, ¿qué hay de todos los hurtos anteriores? ¡Necesita ser perdonado por ello! Si no es perdonado, el pecado todavía está adentro, éste domina a la persona. No es uno quien quita el pecado o decide dejar de pecar. Alguno dice: “Voy a dejar de fumar. El día que deje de hacerlo, voy a estar bien con Dios”. Pero aunque dejes de fumar no estarás bien con Dios porque lo que necesitas no es demostrarle a Dios que tienes fuerza de voluntad sino que debes humillarte, decirle al Señor que eres débil y pedirle perdón por tu pecado, por tu vicio.

Hay muchas cosas que queremos arreglar con ayuno, en Haití hay unos cuantos carnales que al descubrir su carnalidad deciden ayunar y lo hacen, pero el ayuno no limpia los pecados. ¡El pecado es una mancha que tiene que ser limpiada con la sangre preciosa de Jesús! No se trata de que te cuelgues de un árbol y te laceres para que tu pecado salga, ¡no hay método humano! ¡Sólo la sangre poderosa de Jesús!

¡Satanás ha sido vencido y no por tu inteligencia, tu sabiduría o tu fuerza! Uno me dijo: “Hace un mes que no fumo”. Lo encuentro a los cuarenta días y me dice que fumó un poquito. ¡Todavía eres esclavo! Cuando el pecado se apodera de ti no te suelta más, lo único que puede liberarte es el perdón de Dios y la limpieza de ese pecado a través de la sangre preciosa de Jesús. ¡Esto es muy importante y te lo estoy reiterando porque te tiene que entrar no sólo en la cabeza sino también en el corazón!

Cuántas mujeres han pretendido limpiar una mancha con el producto equivocado. Pregunté en una reunión anterior: ¿Con qué se limpia una camisa que tiene una mancha de tinta? Algunas mujeres me respondieron que se limpia con limón, otra con sal y limón. Cada mujer tenía sus métodos pero de seguro que la mayoría de ellos no sirven para nada. Alguna dijo que si la camisa se manchaba con tinta, ya no servía así que habría que dársela a algún necesitado. ¡Perdimos la camisa!

Cada mancha tiene un quitamanchas y por usar el producto equivocado la prenda se estropea y podemos llegar a sacar la mancha pero también el color de la camisa, o aún hacerle un agujero. Mi esposa sabe mucho de eso porque yo soy un especialista en manchar camisas, así que ella tiene un lugar en Internet donde consulta con qué tratar cada mancha. Recuerdo una oportunidad en que me regalaron una camisa preciosa. ¡Yo estaba feliz! El día que la estrené me puse una birome en el bolsillo, se rompió y quedó un manchón grandote. Era la única camisa que tenía en ese momento, así que fuimos a una cocina, mi esposa entibió un poco de leche y sin sacarme la camisa, frotó un paño embebido en leche, enjuagó un poco, ¡y la mancha se fue como si nada!

Hay otras manchas que salen con otros productos. ¡Tienes que usar el quitamanchas adecuado! ¡Y el único quitamanchas que quita el pecado es la sangre preciosa de Jesús! ¡La victoria del creyente contra satanás es saber recurrir a la sangre poderosa de Jesús! ¡Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero!

Satanás, el que engaña al mundo entero fue arrojado de la tierra, ya no hubo lugar para él porque no tenía más de que acusar, ¿y por qué no podía acusar? Porque los creyentes fueron lavados de sus pecados, ya no tenían faltas y cuando satanás los iba a acusar le dijeron que ya fueron limpiados. ¡Esos pecados ya no están más! ¡Vencieron porque creyeron que la sangre de Cristo les limpia de todo pecado!

            EL PERDÓN DE PECADOS TRAE LUZ

Leemos en 1ª Juan 1:7: 7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.

¡De todo pecado! Lo reitero porque el diablo les dice a algunos que Dios les perdona todo pero hay ciertos pecados que no los perdona. He hablado con más de uno que me ha dicho: “Yo creo que Dios me ha perdonado todo pero hay algo…” “¿Qué no te ha perdonado?” le pregunto, “No se lo puedo decir, es muy grave”. Entonces, el diablo le dice que no se lo cuente al pastor porque él se va a burlar y lo va a echar de la iglesia. Le susurra: “No se lo digas, guárdatelo. Consuélate con que Dios te perdona el noventa y nueve por ciento de los pecados, pero ese no”. ¡Y si tú no crees que ese no te lo perdona, con ese uno por ciento de pecado te vas de patitas al infierno!

Lo que necesitamos es que Jesús nos limpie de todos nuestros pecados. Cuando éstos son limpiados hay luz, porque antes de que sean perdonados hay oscuridad. ¿Qué significa? Que lo que veo, lo veo mal, entiendo mal y hago las cosas mal, pero cuando Dios alumbra, entonces hay luz y veo bien qué es lo que pasa. Cuando Dios alumbra, se ve con claridad el demonio que está operado en tu matrimonio, entonces peleas con las armas de Dios. Y cuando te enteras que tu resentimiento hace que haya discordia en tu matrimonio, que tus sospechas provocan peleas y te enteras que realmente tus celos rompen la relación, tú te humillas delante de Dios y le pides perdón por tus celos, por tus sospechas, y liberas a tu cónyuge. Cuando pides perdón, Dios te perdona y te limpia, entonces hay luz y viene la comunión.

Dice la palabra de Dios que si andamos en luz tenemos comunión unos con otros. ¡Cuando hay luz se produce la comunión! Cuando los pecados son perdonados ya no miras a nadie con mala cara. Ya no dices: “¡Esa malvada, esa bruja de mi mujer que se fue con el otro!” ¡No! Ahora dices: “¡Pobre mi mujer, está en pecado y necesita ayuda! “Yo la amo y voy a interceder por ella, me planto de rodillas, oro por ella y la bendigo” ¡Ya ves desde otro ángulo la cosa! Ves a los hermanos desde otra perspectiva. Hay algunos que, porque se sabenla Bibliay asisten a la iglesia, creen que están bien con Dios, ¡pero están equivocados!

Hace poco tuve una conversación con un hermano que me sacaba argumentos y textos bíblicos. ¡Parecía una ametralladora! Le dije que se callara y no me hablara más porque era un carnal. Me respondió: “¿Por qué me habla así si usted no me conoce bien?” Le señalo: “No eres para nada espiritual sino un carnal”. Insistía en que yo no lo conocía por lo tanto de dónde sacaba yo que él no es espiritual. Lo miro fijo y le digo: “¡Con mirarte a la cara me alcanza!” Yo puedo, con sólo mirar a la cara a alguien deducir si tiene odio, si está amargado o triste, porque el odio se puede ver reflejado en el rostro de las personas, también la tristeza y cualquier otro estado de ánimo. ¡También se ve si el Espíritu Santo brilla! ¡El rostro de un creyente es muy especial!

El hermano se sintió ofendido cuando le dije que era un carnal pero yo lo veo entrar a la iglesia y noto que está serio, cuando todos aplauden, él no lo hace, todos sonríen y él no, la gente levanta las manos y el hermano se queda tieso. Entra solo a la iglesia y se va solo y después me expone versículos bíblicos para decirme que yo lo estoy juzgando que no es espiritual. Le dije que cuando a él le cambie la cara, ahí veré que realmente es espiritual. Me responde que él es así pero yo le señalé que Dios no lo había hecho así, Él le ha dado un rostro para que brille, para que en sus ojos haya luz y para que en su cara se manifieste la gracia, la misericordia y el gozo de Dios. ¡Me vas a decir que tienes el gozo escondido adentro! ¡Se tiene que ver!

Si no se ve la vida espiritual, entonces no hay tal vida. Ahora, cuando andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros. ¡Nos gozamos de ver a los hermanos, los saludamos, los abrazamos, los bendecimos! ¡Somos una familia que esparce bendición!

Así que el creyente que tiene pecados escondidos, que no ve, o que ve pero tapa, esa es una persona totalmente debilitada en su esencia espiritual. Su vida espiritual es lánguida, flaca, es moribunda y el pecado sigue trabajando para llevar esa vida espiritual a la muerte, porque el aguijón del pecado es la muerte. Es decir, si se clava adentro y si continúa adentro te llevará a la muerte. ¡Te vas a morir diciendo soy cristiano y cuando cierres los ojos acá y los abras allá te encontrarás con un espécimen con cuernos y un tridente!

Se entiende que no se trata de lo que tengo que hacer, no es mi sabiduría, mi fuerza o mi voluntad sino el humillarme delante de Dios y decirle: “Señor, por favor perdona mis pecados y límpiame”. ¡Te estoy hablando del poder de la sangre de Jesús! Cuando su sangre cubre tu vida, muere el poder del pecado, no se debilita sino que muere. Se rompen las ataduras del creyente y éste goza de libertad, comienza a ver lo que no veía y entender lo que no entendía, deja de porfiar en sus propios razonamientos porque comienza a darse cuenta que son basura.

Hay una gran diferencia entre odiar a tu esposa e interceder por ella. ¡Es grande la diferencia en esta lucha! Pero tú puedes luchar en la carne o en el espíritu, y lo notarás porque el Espíritu Santo te estará diciendo: “Este es tu pecado, deja de esconderlo. Deja de hacer de cuenta que no está y humíllate delante de mí”.

Jesús dejó establecido en el cristianismo una ceremonia donde hay dos elementos que hablan de la obra que Él hizo a favor de nosotros: Uno de ellos es el pan que habla de su cuerpo lacerado, escupido, azotado, quebrantado. El dijo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es entregado”. El otro de ellos es el vino. “Y tomando la copa de vino la bendijo y dijo: Tomad y bebed de ella todos”. El que no la bebe no es limpio porque el Señor señaló que su sangre era verdadera bebida y su cuerpo era verdadera comida. “Bebed de ella todos”, es decir, sean todos cubiertos con la sangre de Jesús. ¡Sangre preciosa y poderosa!

En la sangre está la vida, dice la Biblia en Levítico 17.11, y de muchas maneras la palabra de Dios nos enseña que la vida está en la sangre. Ésta lleva los nutrientes a cada rincón del cuerpo como la piel, los pelos, las uñas, el hígado, etc. ¡Cuando falla la sangre, falla la vida! La sangre lleva oxígeno para el metabolismo a cada célula del cuerpo. Cuando existe algún problema en la sangre, falta el oxígeno y la vida se hace pesada, te falta aire en el cuerpo, puedes respirar profundo y llenar los pulmones pero no importa, el oxígeno no llega porque faltan glóbulos rojos en la sangre. Entonces, lo que antes para ti era liviano ahora se vuelve pesado. Antes no era nada caminar un kilómetro, hoy es una fatiga caminar una cuadra; subir una escalera es fatigoso y es porque las defensas están bajas. Del mismo modo nos sucede en la vida espiritual: Antes orabas con fervor y querías vivir haciéndolo, pero ahora te pesa mucho orar. ¡Cuando hay pecado, las defensas están bajas!

Hay un ejército dentro de nuestra sangre y son los glóbulos blancos, los que pelean contra los enemigos del cuerpo que entran y se diseminan por todos lados. Cuando uno tiene las defensas altas el cuerpo no se enferma porque está bien, soporta todo, pero cuando las defensas están bajas se puede agarrar una infección en cualquier lado.

Para una persona que tiene muy bajas las defensas, es un peligro estar rodeado de gente respirándole encima, y el pecado hace eso en la vida del creyente, lo debilita hasta la muerte, a tal punto de que quiere ayunar y orar pero no tiene fuerzas, quiere asistir a la iglesia pero no tiene fuerzas, quiere perdonar o estar gozoso pero no tiene fuerzas, anhela adorar pero no tiene fuerzas, quiere hacer el bien y alejarse del mal pero no tiene fuerzas. ¡El pecado le baja las defensas!

Siempre el pecado va a apuntar a ganar espacio en tu vida y siempre buscará muerte. ¡Tú eres un estorbo para satanás! Él quiere deshacerse de los seres humanos porque ve en cada uno de nosotros la imagen y semejanza de Dios. ¡Nos odia! ¡Odia a Dios y nos odia a nosotros! Por eso es que satanás se propuso enseñar en las universidades, en la escuela primaria y secundaria que descendemos del mono. Él mismo nos dice: “Ustedes no vienen de Dios, vienen del mono, miren cómo se parecen a los primates” ¡Tu abuela! ¡Yo me parezco a Dios!

            CONCLUSIÓN

Te expongo este mensaje a causa de una experiencia que viví, la cual me hizo reflexionar y por consiguiente Dios me dijo que la compartiera contigo. Un pastor amigo mío recibió el diagnóstico de una enfermedad a la sangre, su médula dejó de producir glóbulos rojos y su vida comenzó a debilitarse… un hombre de cincuenta años. Le comenzaron a practicar quimioterapia y sabemos que los químicos no sólo atacan las células cancerígenas sino también los órganos vitales y el sistema inmunológico. Las defensas bajan al mínimo y cuando sucede eso, las personas no pueden salir a la calle, tienen que andar con barbijo, deben cuidarse de tomar frío, también deben cuidar mucho la higiene porque están tan débiles que cualquier virus que ande por ahí dando vueltas, lo enferman de muerte. El cuerpo no está en condiciones de resistir porque las defensas están bajas. Eso le pasa al creyente que no está lleno del Espíritu Santo, que se ha debilitado en su vida espiritual y lo que debilita la vida espiritual es el pecado. ¡Alejarse de Dios es pecado, desobedecerlo también es pecado! Encapricharme en hacer mi voluntad es pecado, también lo es ofenderme con la gente. ¡Y del pecado no se sale haciendo fuerza, se sale humillándose y pidiéndole al Señor que nos cubra con su sangre! “Bebed de ella todos…”

Ese pastor amigo mío fue a San Juan y allí se encontró con uno de mis hermanos que es médico, quien le recriminó diciéndole: “¿Los médicos te dejaron venir? Y él le respondió que sí, pero mi hermano insistió en preguntarle: “¿Les dijiste que vendrías a una reunión donde habrían cuatrocientas personas que te iban a abrazar y a besar?” “No, responde él, no les dije eso”. Mi hermano le reprochó que hizo muy mal ya que era muy peligroso por su estado de salud. Se quedó el día lunes, el martes comenzó a sentirse mal y lo llevaron de urgencia a la ciudad de Córdoba donde el miércoles murió. Yo exclamé: “¡Señor, lo qué son las bajas defensas!” Es tan serio el tema de las defensas que si estás débil en un sanatorio, te puedes agarrar un virus hospitalario; claro, todos los enfermos van a atenderse al hospital y si en ese lugar no hay condiciones de higiene o si las personas por los tratamientos se debilitan y pierden el nivel de defensa del organismo, en el mismo hospital a donde van para sanarse, terminan enfermándose. ¡Son muchos los casos de personas que van por una cosa tonta a hacerse cirugía y se agarraron un virus, pero no salen más! Recuerdo un hermano que no salió más, estuvo meses internado y finalmente esos virus hospitalarios lo mataron. Así es la vida espiritual, hay creyentes que no saben que están en caminos de muerte. Yo he escuchado a cristianos decir: “La verdad es que no me quiero comprometer con Dios, no quiero consagrarme porque soy débil y tengo miedo de fallarle”. ¡Y como tienen miedo de fallarle a Dios, le fallan al cien por ciento! ¡No saben lo que dicen! ¡Están pecando! Utilizan la vida fuera de la voluntad de Dios, pero tú has nacido para vivir en tu voluntad, has nacido para agradar a Dios. ¡Has nacido para mostrar su gloria, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable!

Tengo un familiar que tiene una enfermedad similar a la del pastor amigo que falleció. No tiene glóbulos rojos, no puede levantarse ni comer, le cuesta hablar, lo tienen que higienizar…. Pero le hacen una transfusión de sangre y después de eso, puede hablar, levantarse, comer, etc. Es porque entró sangre sana y limpia a su organismo, y puede hacer las cosas.

¡Convéncete que tu sangre no sirve para nada! Lo que necesitas es una transfusión, tú necesitas la sangre poderosa y preciosa de Jesús circulando en tus arterias. ¡La necesitas! Así que no hagas tanto esfuerzo por cambiar tu vida, Dios te la va a cambiar, Él solito, no te necesita a ti. ¡Lo que tú necesitas es pedirle perdón! ¡Cuántas veces le has negado, lo has esquivado, cuántas veces has tapado tu pecado! ¡Cuántas veces has ignorado y has creído que tu pecado no es nada!

El matrimonio del que comenté anteriormente, que se metió en deudas cuando Dios no los mandó, hoy están totalmente desorientados, la mujer tomando pastillas porque no sabe qué hacer con su estado económico arruinado. El pecado siempre va a buscar tu muerte, siempre tratará de llevarte a la muerte. Va a tratar de inutilizarte argumentándote que no sirves para Dios, pero hoy Jesús te dice: “Yo he derramado mi sangre sobre ti. Mi sangre es el verdadero quitamanchas que quitará todo tu pecado”.

Cuando una vida es limpiada, entonces surge la posibilidad de que el Espíritu Santo la llene. Si tú hoy eres limpio en la sangre de Jesús, no hay ningún impedimento para que la unción del Espíritu Santo te llene. Sucederán dos cosas; tú recibes perdón de pecados por la sangre de Jesús, yla Bibliadice: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. Entonces no hay ningún motivo por el cual no debiera llenarte hoy si la sangre de Cristo te limpia, antes de esto no, pero una vez que eres limpio por su sangre, sí.

Haz una oración audiblemente. ¡Esa oración tiene que avergonzar a Satanás! ¡Debe ser oída en el cielo y en el infierno! Satanás debe ser espantado al saber que tú te acercas al trono de la gracia para recibir perdón. La única manera en que te puede mantener atado el diablo es por tu pecado, pero si Dios hoy lo perdona, tú eres libre y el Espíritu Santo también tiene libertad para llenarte.

Dile a Dios: “Señor amado, yo conozco mi pecado. Por ese pecado estoy delante de ti, límpiame, te lo suplico, cúbreme Señor, con la sangre de Jesús. Extiende tu mano sobre mí, rompe mis ataduras y hazme libre, te lo pido en el nombre de Jesús. Yo creo en ti, creo en tu poder, creo en el poder de la sangre de Jesús, creo en tu misericordia, por lo tanto recibo el perdón de mis pecados y el poder del Espíritu Santo. Gracias Señor, amén”.

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