TRIUNFA EN HACER LA VOLUNTAD DE DIOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

TRIUNFA EN HACER LA VOLUNTAD DE DIOS

INTRODUCCIÓN

Leemos en 1ª de Reyes 12:25 al 33: “Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel. Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví. Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso”.

Me ha tocado aconsejar a varias damas que lograron casarse con quien ellas querían, pero han vuelto después de años, decepcionadas porque su matrimonio fue un fracaso. En su momento algún pastor, sus padres o amistades les advirtieron que no les convenía ese casamiento; pero ellas perseveraron en aquello que querían lograr y triunfaron; pero en lo que no lograron triunfar fue en hacer la voluntad de Dios. Lo importante no es que tú triunfes en la vida sino que Dios triunfe en ti; es decir que la voluntad de Dios sea hecha en tu vida aunque te cueste a ti la vida. El creyente tiene que entender que ha nacido en Cristo para ser hijo de Dios y para que la voluntad del Padre sea hecha en su vida. Si de alguna manera siendo cristiano tú logras una linda casita, un lindo autito, y una linda familia: y todo lo que haces te aleja del Señor y de la iglesia, estás construyendo un terrible fracaso.  

JEROBOAM: EL REY QUE NO TRIUNFÓ EN LO CORRECTO

Jeroboam se constituyó él mismo como rey. Después que hubo muerto el rey Salomón, le sucedió su hijo Roboam. El reino de Israel estaba conformado por doce tribus; doce pueblos descendientes de Jacob. Muerto Salomón se originaron algunos inconvenientes, y Jeroboam, que era un general de su ejército, y que bregaba por las diez tribus del norte de Israel, (la tribu de Judá estaba en el sur).

Armó unos tejes y manejes con la intención de ser rey de las diez tribus del norte, y la tribu de Judá junto con la Benjamín quedó bajo el reinado de Roboam. Pero en el reino de David y de Salomón había un solo altar para toda la nación; un solo lugar de adoración, un solo templo. La ordenanza que había dado Dios era que todos tenían que ir varias veces al año a ese lugar a celebrar las fiestas convocadas por el Señor, en el templo de Jerusalén. La gente estaba habituada a viajar a Jerusalén para llevar sus ofrendas.

En el relato bíblico vemos el temor de Jeroboam, cuyo pensamiento era: “Si la gente que yo estoy liderando sigue yendo a Jerusalén, van a dejar de seguirme como rey y finalmente se van a quedar cono Roboam. Por lo tanto, yo voy a construir otro altar, voy a hacer un lugar de adoración; y voy a obligar a las diez tribus del norte a adorar en el lugar que yo voy a edificar”.

Este es el tema del cual habló la mujer samaritana con Jesús cuando le dijo: Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Juan 4:20). Desde Jeroboam hasta Jesús pasaron varios siglos; no obstante el problema continuaba. ¿Dónde es el lugar de adoración, acá o en Jerusalén? Entonces, dice la Biblia que este Jeroboam no tuvo mejor idea que construir un altar. En una oportunidad, por algo que hizo Jeroboam tuvo que huir a Egipto. Allá había un dios que era un becerro; por eso, cuando el pueblo hebreo salió de Egipto,  y creyeron que Moisés había muerto en el Monte Sinaí; le pidieron a Aarón que les hiciera un becerro, y este les hizo un becerro de oro. Este becerro de oro que era una divinidad en Egipto, parece que tenía ciertas atribuciones y una de ellas era la fertilidad entre otros poderes, según las creencias. Ahora que Jeroboam era rey hizo dos becerros de oro y le dijo al pueblo: “Estos son los dioses que los sacaron de Egipto”; entonces, puso uno en una ciudad y el otro en otra ciudad, y decidió que ese sería el lugar de adoración. Y aparentemente le fue bien a Jeroboam porque triunfó, pero en realidad no triunfó en lo que era correcto. Te deseo que nunca triunfes en aquello que no sirve, por tu bien te lo deseo. Hay triunfos que parecen tal cosa pero no son triunfos. El triunfo es para aquel que hace la voluntad de Dios. El que hace la voluntad de Dios agrada a Dios. Y en realidad no es esa persona que triunfa sino que es Dios quien triunfa en ella.

Me llama muchísimo la atención lo que dice la Biblia en 1ª de Reyes 12:32: “Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado”. El templo y el altar de Jerusalén se habían construido por orden de Dios; y las celebraciones que se hacían allí fueron instituidas por Dios. En Israel se celebran tres fiestas muy importantes y son proféticas. En el capítulo 23 del libro de Levítico podemos apreciar que el Señor ha establecido siete fiestas o convocatorias, y les llama fiestas solemnes.

Jeroboam también le llamó solemne a la fiesta que él estableció. Las fiestas que Dios estableció son muy importantes y forman parte del calendario de Dios. Los hechos de Dios suceden en el calendario de Dios; y el calendario de Dios no se rige por el calendario solar que tenemos nosotros sino por un calendario lunar establecido por Él. Cuando salió de Egipto el pueblo de Israel, Dios estableció fiesta solemne para el primer mes y para el séptimo mes; y las tres fiestas que hago mención tienen lugar en el séptimo mes del calendario de Dios. Nosotros, con el calendario gregoriano, celebramos el veinticinco de diciembre como el nacimiento de Jesús, pero esa no es una fiesta solemne sino que fue inventada por nosotros. Y hay otra fiesta, la fiesta de Pascua, que fue ordenada por Dios cuando los hebreos salieron de Egipto. Las tres fiestas que se celebran en el séptimo mes son proféticas y hablan de la segunda venida de Cristo. Y nosotros estudiamos acerca de esto porque pronto viene Cristo. Una de estas fiestas de Dios en el séptimo mes se llama Yom Teruah o fiesta de las trompetas, que se celebra el primer día y se refiere a la segunda venida de Cristo. Cuando el sol se oscurecerá,  la luna no dará más su resplandor y las estrellas caerán del firmamento. A los diez días de ese mes se celebra otra fiesta, que es la fiesta solemne de expiación y se llama Yom Kippur, o, lo que sería el día el perdón. Luego, cinco días después de esta fiesta, el día quince, hay otra fiesta solemne establecida por Dios y es la de Sukkot o fiesta de los tabernáculos. Estas fiestas son sumamente importantes en el calendario de Dios, y nosotros vamos a estar observando esas celebraciones porque estas nos van a guiar al tiempo de la venida de Jesucristo. La Fiesta de Yom Teruah cae el 19 de setiembre del 2020 y nosotros la vamos a celebrar en nuestra iglesia Misión Vida.

Jeroboam pensó que si las personas iban a Jerusalén a celebrar esas fiestas, el corazón el pueblo se inclinaría a Roboam y ya no lo iban a querer a él. Así que se inventó una fiesta y un altar; y en vez de sacrificar en Jerusalén decidió celebrar también la fiesta solemne en el lugar que él estableció. Esa fue la fiesta solemne de Jeroboam; no era la fiesta solemne de Jehová. Hago aquí una diferencia entre la voluntad de Dios y la voluntad del hombre.

JESUS TRIUNFÓ EN LA LEY DE DIOS, NO EN LA RELIGIÓN

Jesús tuvo ciertas controversias con los judíos porque estos respetaban lo que se llamaba las normas de los ancianos. Entonces, los fariseos, los saduceos, los escribas y doctores de la ley establecían las normas que debían ser respetadas para que la ley sea respetada. Estaba la norma del lavamiento de las manos, y entonces una vez lo enfrentaron a Jesús y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan” (Mateo 15.2). Con esto, Jesús estableció algo que nos tiene que quedar bien claro cuando les responde: “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” (Mateo 15:3). El Señor estableció una división entre las normas de los ancianos y las normas de Dios. Jesús no respetó las normas de los ancianos  pero sí las normas de Dios. Quien conoce la Biblia, y te desafío que si todavía no la has leído, que la leas; y si descubres que algo que yo estoy predicando no está fundamentado en la palabra de Dios, tienes toda la autoridad de retarme públicamente. Porque yo no estoy para predicar algo que a mí me parece. Yo estoy para predicar la palabra de Dios. Mi deber es educarte en la obediencia a la voluntad de Dios y en lo que Él ha ordenado. Los cristianos hacemos solamente la voluntad de Dios.

Los primeros cristianos fueron los que le dijeron a las autoridades: “…Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;  porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19 y 20). Aunque caigas preso o te maltraten; y que hagan lo que se les dé la gana, pero tú serás libre porque Cristo gobierna tu vida. Cristo que está en tu corazón te dará libertad. Hay libertades que no son tal cosa; y hay esclavitudes que no son tal cosa. El conocimiento de la verdad es libertad. Por eso el apóstol Pablo dijo: “…sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa” (2ª Timoteo 2:9).

¿Qué hizo Jeroboam? Estableció una fiesta solemne el día quince del mes octavo. Recordemos que las fiestas solemnes de Dios son el primero, el diez y el quince del mes séptimo. Y Jeroboam como no tenía temor de Dios no entendió para nada por qué se debía celebrar las fiestas solemnes ordenadas por Jehová y le dio lo mismo; inventó una fecha para hacer fiesta solemne y el dios a quien ofreció sacrificio es un dios egipcio llamado Apis. Él no tenía ningún interés en que la gente adore a Dios; su interés era que la gente no lo abandonara. Dice la Biblia en 1ª de Reyes 12:33: “Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso”.

¿Tú quieres agradar en tu corazón a Dios? Si no está Cristo gobernando tu corazón jamás podrás agradar a Dios. No inventes nada. Ya está todo escrito. Solo le tienes que preguntar a Dios: “Señor, ¿qué quieres que haga? Fortaléceme para que yo no tenga miedo; pero yo voy a hacer tu voluntad. Fortaléceme para que no esté débil, pero voy a hacer lo que tú quieres. Y si estoy débil y tú dices que grite que soy fuerte, yo gritaré: ¡Fuerte soy! Y tu poder se perfecciona en mi debilidad”.

EL PROFETA QUE NO TRIUNFÓ: NO FUE OBEDIENTE COMPLETAMENTE A DIOS

¿Qué ocurrió a continuación? Vino desde el sur, desde Judá, un profeta que trajo palabra de Jehová. Y ahí estaba el mismísimo Jeroboam, en el altar, ofreciendo sacrificios al dios que él se había inventado, en la fecha que había inventado de su propio corazón; y los hijos de Israel habían subido a quemar incienso en ese altar. Pero Dios envió un profeta, entonces leemos en 1ª de Reyes 13:2: “…aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres”.

Quemar huesos de hombres o sacrificar seres humanos sobre un altar era algo horrendo y abominable. Y el profeta les da una señal, así dice 1ª de Reyes 13:3 al 5: “Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará. Cuando el rey Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Mas la mano que había extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar. Y el altar se rompió, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová”.

Dios le dijo a este profeta que no comiera pan ni bebiera agua, ni regresara por el camino que fue. Jeroboam le pidió al profeta que orara por él a Jehová para que su mano sea restaurada y la mano se sanó. A continuación leemos en 1ª de Reyes 13:7 al 10: “Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente. Pero el varón de Dios dijo al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me está ordenado por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el camino que fueres. Regresó, pues, por otro camino, y no volvió por el camino por donde había venido a Bet-el”.

Hasta ahí fue obediente el profeta, pero sucedió que otro profeta se enteró de lo que había hecho éste y se maravilló que la palabra se cumplió. Entonces lo mandó a buscar y cuando lo encontró lo invitó a su casa a comer, y dice la palabra de Dios en 1ª de Reyes 13: 16 en adelante: “No podré volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar. Porque por palabra de Dios me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el camino por donde fueres. Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua. Entonces volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua”.

El profeta viejo lo hizo desobedecer, entonces le fue dicho de parte de Dios: “Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres. Cuando había comido pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno. Y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno junto a él, y el león también junto al cuerpo” (1ª de Reyes 13:21 al 24).

¡Por no haber obedecido la voz de Jehová! Tenemos que tener temor de Dios cuando nos acercamos a Él, y este es un tiempo en que sí o sí tenemos que acercarnos a Dios. En este tiempo, los tibios se van a congelar y quedarán petrificados; oirán lo que no tienen que oír, y harán cosas que no tienen que hacer. Mas los que se acercan a Dios, van a resplandecer, como dice la Biblia en Daniel 12:3: Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.

CONCLUSIÓN

Los tiempos que se aproximan no son para tibios; los tiempos que se aproximan determinarán quiénes quedarán afuera y quiénes adentro. En el relato de las diez vírgenes que esperaban al novio, y nosotros estamos esperando al novio que viene, la Biblia nos habla esencialmente de un Padre que trae al mundo un Hijo que se va a casar con su novia y va a establecer un reino eterno y su novia va a gobernar juntamente con Él.

Todo el plan de Dios se resume en formar una familia y casar a su Hijo con una novia. Nosotros estamos esperando al novio. En el libro de Mateo encontramos el relato de diez vírgenes, cinco de ellas eran prudentes y las otras cinco eran insensatas; no había ninguna que fuera semi prudente o semi insensata. Y así será en este tiempo; llegará un momento en que se oirá la trompeta y la voz que dice: “¡Ahí viene el novio!” Estamos esperando la venida del Rey, y para esto debemos estar unidos a Él, palpitando con su palpitar. Nosotros que esperamos al Rey que ya viene, tenemos que tener los oídos agudizados para oír lo que Él dice. Y si el Padre dice que la fiesta se hace en el séptimo mes, iremos a las fiestas solemnes del séptimo mes. Algunos irán a comprar aceite en ese tiempo cuando lo que tienen que hacer es entrar a las bodas.

Si Dios te manda a algún lado ve, no discutas con Él, no pienses, no razones, no tengas miedo. ¡Es tiempo de obedecer a Jehová de los Ejércitos! ¡Es tiempo de afirmarse en la palabra de Dios! No seas como Jeroboam, no inventes algo que crees que le va a agradar a Dios porque el Señor ya ha manifestado qué es lo que le agrada. Aquel que agrada a Dios es quien tiene a Cristo reinando en su corazón. Dios dijo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Tú tienes que menguar para que Cristo crezca en ti; al estar lleno de Cristo tú desapareces. El apóstol pablo declaró: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Con Cristo estoy juntamente crucificado; no estoy para hacer lo que yo quiero. Yo estoy muerto para el mundo pero vivo para Dios. Si viene la tentación a golpear las puertas de tu vida, no tienes que salir tú sino Cristo; y cuando sale el Señor, huyen la tentación y todo poder del infierno. El que obra en mí es Cristo.

Entiende que tienes que orar menos para que se haga tu voluntad y orar más para se haga la voluntad del Padre en tu vida. Entiende que tienes que estar consagrado o consagrada a Dios y a lo que Él ha demandado. No sólo tienes que estar limpio o limpia de pecado sino que además tienes que tener la vida de Jesucristo en ti para responder a lo que Dios quiere. Tú dices que Dios ha perdonado tus pecados pero eres débil y vuelves a pecar de nuevo. Si Cristo vive en ti, ya no eres débil para pecar porque Él te hace fuerte. El Señor dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Entiende que tienes que negarte a ti mismo, que ya no existes para que se haga tu voluntad sino para que se haga la voluntad de Dios en tu vida. Tú no vas a producir las obras de Dios; Cristo las producirá en ti. No se hará lo que quieres, donde quieres, cuando quieres; tú serás el creyente que Dios quiere y harás lo que Él quiere.

¡Este es un tiempo de decisiones! No sólo tienes que creer en Dios sino que también tienes que rendirte a Él. Deja que Dios te libre de tu corazón rebelde, engreído y soberbio. No seas como Jeroboam ni como ese profeta que fue enviado con un mensaje de Jehová pero después lo desobedeció. Me preocupan algunos cristianos que han sido fieles por un tiempo pero ya no lo son; en el camino se han herido y no están respondiendo al llamado de Dios sino que responden al dolor de sus heridas. Me preocupa esos creyentes que son creyentes a su modo. Yo predico para que todos participen en el reino de Dios; atiende a su llamado hoy que aún es tiempo.

Te invito a hacer una oración, dile al Señor: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Confieso que tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Me deleitaré en tu voluntad. Líbrame de hacer mi propia voluntad. Líbrame de los deseos de mi carne, quiero aprender, a entender y hacer eso de negarme a mí mismo. Que tú tengas victoria sobre mí Padre, te lo pido en el nombre de Jesús. Hoy soy desafiada por tu palabra. Líbrame de mi mismo, sopla tu Espíritu Santo sobre mí. ¡Lléname de ti! Hoy me despojo de mí mismo y lo hago por la fe en ti Señor. Decido que así como tu moriste en la cruz del calvario yo muero a mí mismo juntamente contigo; y juntamente contigo resucito para vivir una nueva vida, en la que haré tu voluntad y no la mía. ¡Nunca más Señor quiero hacer mi voluntad! Te doy gracias porque tú me guiarás a hacer tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén”.

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