TIEMBLA A SU PALABRA Y SERÁS PROSPERADO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

TIEMBLA A SU PALABRA Y SERÁS PROSPERADO

INTRODUCCIÓN

En la antigüedad, los profetas que comunicaban la palabra de Dios, declaraban: “Así dice el Señor”. Ellos no daban ningún mensaje sin hacer referencia al origen de ese mensaje. Por ahí el rey David mandaba a fulano a que le dijera a mengano, entonces iba éste y expresaba: “Dice el rey David”. Pero no es lo mismo que lo diga David o Samuel a que lo diga Dios. Lo que Dios habla tiene una importancia fundamental y lo que Él dice tiene su valor fundamentado en el origen de lo hablado, y el origen es Dios.

Cuando usamos una frase de algún gran poeta o escritor lo correcto es que mencionemos al autor porque de no hacerlo te pueden acusar de plagio; esa frase es importante por quien la dijo. Cuando escribí mi libro cité varias frases de diferentes autores como referencia, para que se entendiera que lo que escribí tenía un origen cierto y estaba fundamentado, así que puse como referencia el libro de determinado autor y la página que yo citaba de dicho libro, para que lo que escribí, tuviera más peso. Si yo te hablo por mi cuenta lo que digo no es tan importante pero si te hablo palabra de Dios, el Señor espera que aquellos que la escuchan, tiemblen a su palabra. Si tú tienes conciencia de que vas a escuchar palabra de Dios dispondrás tu corazón para recibirla, de lo contrario serán palabras que resuenen. Si lo que escuchamos son palabras de hombres, esas palabras son ideas de hombres y esas ideas son discutibles pero si Dios habla, eso que el Señor dice no debe ser discutido; lo que Dios dice tiene que ser creído.

Muchos asisten a la iglesia, escuchan palabra de Dios pero no le prestan atención porque están acostumbrados a la iglesia, están acostumbrados a cantar y a escuchar un mensaje entonces les suena como algo repetitivo porque lo ven como algo de hombre, por lo que no le prestan atención y se van a sus casas así como vinieron. Entraron a la iglesia con debilidad y se fueron igual, llegaron inseguros y así se volvieron a sus casas; entraron sin paz y se fueron sin paz. Pero cuando uno tiene conciencia de que lo que oye es palabra de Dios está más permeable a ser penetrado por la espada de doble filo que es la palabra de Dios y que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. ¡La palabra de Dios tiene poder para producir terribles transformaciones en tu mente, en tu corazón, en tus circunstancias!

Yo no te hablo lo que pienso ni lo que opino porque mi deber es hablarte palabra de Dios y tú tienes el deber de escucharla. La palabra de Dios no se compara a la de algún filósofo, teólogo, historiador o científico; la palabra de Dios es la palabra del Todopoderoso. Él sustenta todo el universo con su palabra de poder. Es tan importante que quienes la manifestaban en los tiempos bíblicos decían: “Oigan palabra de Jehová” o “Así dice el Señor”. El pueblo podía escuchar muchas voces pero cuando el profeta declaraba: “Así dice el Señor”, quien realmente era sensible a Dios, paraba la oreja.

EL EJEMPLO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Durante la revolución francesa se introdujeron nuevas ideas en el pensamiento humano; se separó la iglesia del estado y se creó una nueva forma de gobierno. Hasta le revolución francesa el pensamiento era: Dios es soberano, y desde ese episodio se dice: El pueblo es soberano. Antes no se hacía la voluntad de Dios pero al menos se decía “Dios es soberano”. En cambio ahora se dice: “Dios no tiene nada que ver con el gobierno humano. No permitiremos que Dios se meta en el gobierno humano”. En la democracia el gobierno es de los hombres; del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, entonces el soberano es el pueblo. Y se comenzó a discutir, entonces a la enseñanza laica se le introdujo la moral laica. Hubieron pensadores como Durkheim, quien introdujo la idea de que el hombre no necesita a Dios para dar enseñanzas morales buenas y aceptables y expresaron: “Nosotros podemos poner normas y enseñanzas morales”. Llamaron moral laica a lo que es esencialmente bueno, prescindiendo de lo que Dios dice, por lo que la enseñanza laica es netamente humana. Si una norma o enseñanza moral es totalmente laica como sugieren algunos y Dios no tiene nada que ver con eso, cualquier norma es discutible porque no hay una fuente de autoridad. Si la fuente de la cual viene la norma es Dios, Él es la fuente de poder y autoridad de esa norma. No es lo mismo enseñar que no se debe mentir y obviar que esa enseñanza viene de Dios, a decir: “No mentirás, así dice el Señor”. ¡Hay una gran diferencia! Si Dios dice: “No mentirás” ¡Pará la oreja! En cambio si el hombre dice: “No mentirás” es una idea humana y discutible.

Alguno dirá que hay momentos en que hace falta mentir y decimos que eso es una mentira piadosa. Si Dios dice que no debes mentir no cabe inventar ni siquiera la mentira piadosa. ¡No te vas a levantar contra Dios! Pero si la idea es humana, es discutible; le preguntaron a Durkheim: “¿Qué hacemos con los diez mandamientos que son de Dios?” El declaró: “Los diez mandamientos son enseñanzas morales buenas y aceptables y las podemos enseñar pero sin decir que vienen de Dios, ya que de todos modos es una enseñanza buena”. Pero resulta que cuando una norma divina quedó en manos de hombres, se transformó en una norma humana discutible. En aquel tiempo no se discutía si el adulterio era bueno o malo: ¡Era malo! Pero hoy día si dices que no estás de acuerdo con el adulterio se te ríen en la cara y te dicen que no sabes lo que te estás perdiendo y que el adulterio es un invento de la religión. Como no hay Dios y la autoridad es el hombre, todo es discutible. Pero si habla Dios y como creyente tomas en serio al Señor no vas a discutir estas cosas sino que temblarás a su palabra y Él te enseñará el camino para que tengas una vida de victoria y de poder.

Hay ciertas cosas que tomamos relativamente como si no provinieran de Dios, por ejemplo, una chica de la iglesia se enamora de un joven que no es creyente pero es muy bueno moralmente hablando, aunque no cree en Dios ni tiene temor de Él. Le decimos a ella lo que señala la Biblia que no debe hacer yugo desigual porque no puede haber comunión entre la luz y las tinieblas. ¡No lo hagan de ninguna manera porque esa es palabra de Dios! Si yo sé que es de Dios y tengo temor del Señor, tengo miedo de enamorarme de un hombre o de una mujer que no sea de Dios porque haré yugo desigual. Sin embargo, la joven no ha entendido que se debe casar con un hombre de Dios y que ese joven tan bueno es carne pura que no tiene nada de espíritu; sus ideas no son de espíritu sino de la carne, sus normas morales podrán ser buenas pero nunca van a producir algo bueno porque lo que es nacido de la carne es carne y lo que es nacido del Espíritu es espíritu. La chica se pone de espiritual y dice: “Pero yo voy a orar y ayunar por él y Dios lo va a transformar”. La piba tiene fe que Dios va a cambiar su palabra. ¡No tengas fe contra la palabra de Dios! ¡Toma la palabra de Dios y tiembla ante ella!

El Señor dice en Malaquías 3:10: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Luego viene la gente y me pide oración porque están endeudados, no les alcanza el dinero, y quieren que Dios haga un milagro en su economía. Así me dijo una hermana, entonces yo estaba pronto para orar por ella, pero Dios interrumpe y me dice: “Preguntale si diezma”. En versículos anteriores, el Señor dice: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado”. Así que yo estaba dispuesto para bendecir a una mujer maldita. Cuando le pregunté si diezmaba, me dijo que no lo hacía por causa de la deuda que tenía que pagar. Yo le dije que así Dios no la iba a poder ayudar porque estaba desobedeciendo a su palabra y ella agregó: “Pero Dios sabe que estoy endeudada”. A lo que le pregunto: “Mujer, ¿Dios te mandó a endeudarte?” El Señor señala en su palabra que el que pide prestado es esclavo del que presta. ¿Te das cuenta en lo líos que hacemos por no entender que la palabra de Dios es muy importante? ¿Quién te mando a endeudarte? La mujer me dice: “Es que tenía una deuda y saqué otro préstamo para poder pagarla pero esta deuda es más grande”. Si la palabra de Dios no encuentra cabida en tu vida, seguirás viviendo igual, en fracaso.

Estos son sólo dos ejemplos, pero quiero enfatizar en el hecho de que hoy tenemos que convencernos que no podemos tomar livianamente la palabra de Dios. Cuando la palabra de Dios es dada, tiene que penetrar en tu corazón y éste tiene que estar abierto y sensible a Dios y a su palabra. Primero, debo considerar que Dios es importante, tengo que amarlo con todo el corazón entonces cuando tengas conciencia de cuánto vale Dios en tu vida, tendrás conciencia también de cuánto vale su palabra para ti. ¡Sabe que no puedes tomar livianamente la palabra de Dios! Tienes que ser permeable a su palabra y dejar que ésta penetre hasta la médula de tus huesos.

Muchos creyentes son como los patos, todo les resbala. Los patos tienen una glándula que segrega un aceite con el que se acicalan y que les permite impermeabilizar sus plumas, por lo que al entrar en contacto con el agua, ésta es repelida y resbala, no llegando a empaparlas. Por eso puedes ver un pato tranquilo, nadando debajo de la lluvia y ésta no le toca porque el agua le resbala. Hay creyentes que son como los patos, llueve la palabra de Dios pero a ellos les resbala. ¡Algo tiene que pasar hoy en tu vida! ¡Tienes que tomar una decisión importante!

EL EJEMPLO DE ISRAEL

Un breve repaso: Están los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, cinco libros que escribió Moisés y forman el Pentateuco; luego lo sucedió Josué y éste fue el gran conquistador de la tierra prometida. Después de Josué vienen los jueces, el peor período histórico de la historia de Israel, un período donde reinaba la anarquía y la frase que pega más fuerte en el libro de los Jueces es: “…cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Después de Josué, se levantó una generación que no conoció a Dios ni la obra que Él había hecho por Israel. Así comienza el libro de Jueces. Desde la revolución francesa hasta hoy la escuela laica nos impone valores del hombre y nosotros hemos sido contaminados por ellos, y aún las enseñanzas que son de Dios no las hemos abrazado como tal, porque hemos separado a Dios de las normas morales. Por eso hay cristianos que no aguantan más a su cónyuge y prefieren divorciarse; para ese creyente no importa lo que Dios dice en su palabra, que el Señor abomina el divorcio. Entonces algunos dicen: “¿Acaso Dios me va a obligar a estar con una persona que no quiero?” Cuando Dios no es importante para ti tampoco lo es su palabra. Pero yo creo que a partir de hoy vas a tomar una determinación importante en tu vida. ¡Dios es o más valioso que tengo y tiemblo a su palabra!

En la época de Moisés, antes de salir del monte Sinaí al desierto donde permanecieron cuarenta años, Dios le dio leyes a Moisés y las leyes o los diez mandamientos son de Dios. Son importantes porque son de Dios, no es que son importantes aunque el Señor no esté en el asunto. Las leyes de Dios son importantes porque provienen de Él. La fuerza y el poder de la norma tienen que ver con el origen de autoridad de la que emana. Yo puedo ponerme a escribir leyes pero, ¿quién le va a dar trascendencia a una ley mía? Ahora, si la hace el poder Legislativo esa ley tiene fuerza y poder porque proviene de la autoridad que corresponde.

Leemos en Éxodo 34:11: “Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo”. ¡A todos los feos! Dios dice: “He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo”. (Éxodo 34:10) ¡Dios quiere hacer cosas tremendas con nosotros! El pasaje de Éxodo 34:11 comienza diciendo: “Guarda lo que yo te mando hoy…” Es lo mismo que decir: Escucha, esto es palabra de Dios. Y Dios dice que te va a librar de todos los males. Si cambiamos a los amorreos por problemas matrimoniales, al cananeo por escases, al heteo por enfermedad, sería: “Echaré de ti los problemas matrimoniales, echaré la miseria de delante de ti y las enfermedades. Yo voy a librarte de todo mal, dice el Señor, pero haz lo que yo te digo”.

Éxodo 34:12 comienza diciendo: “Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti”. El Señor dice: “Escucha bien lo que te voy a decir, tú tienes que guardar lo que yo te mando; yo voy a librarte a ti de todo mal pero tú no tienes que hacer alianza con los moradores de la tierra”. A los jóvenes les digo, no hagan yugo desigual. No hagas alianza de ningún tipo. Éxodo 34:15 expresa: “Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas”. Dios les previene que no hagan alianza con los pueblos de alrededor. Esto Dios lo advierte y sale el pueblo de Israel cuarenta años al desierto, se muere Moisés, le sucede Josué y mientras el pueblo estuvo bajo su dirección fueron de victoria en victoria, una bendición. Se estaba cumpliendo la palabra de Dios hasta que murió Josué, entonces cada tribu conquista la tierra que le había sido asignada. Y señala Jueces 1:27: “Tampoco Manasés arrojó a los de Bet-seán, ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que habitan en Meguido y en sus aldeas; y el cananeo persistía en habitar en aquella tierra. Tampoco Efraín arrojó al cananeo que habitaba en Gezer, sino que habitó el cananeo en medio de ellos en Gezer. Tampoco Zabulón arrojó a los que habitaban en Quitrón, ni a los que habitaban en Naalal, sino que el cananeo habitó en medio de él, y le fue tributario. Tampoco Aser arrojó a los que habitaban en Aco, ni a los que habitaban en Sidón, en Ahlab, en Aczib, en Helba, en Afec y en Rehob. Tampoco Neftalí arrojó a los que habitaban en Bet-semes, ni a los que habitaban en Bet-anat, sino que moró entre los cananeos que habitaban en la tierra; más le fueron tributarios los moradores de Bet-semes y los moradores de Bet-anat”.

¿Por qué no los echaron a todos? ¿Por qué no los destruyeron? Dios había dicho: “No hagan alianzas. Yo haré maravillas entre ustedes”. Yo te diré por qué. Porque ellos tenían una idea mejor que la de Dios. Cuando tú tienes una idea que crees que es mejor que la de Dios te vuelves enemigo de Él, te olvidas de sus ideas y dices de ti: “¡Qué gran pensador soy!” La tentación de tomar decisiones independientemente de Dios es lo que le pasó a Eva cuando escuchó a la serpiente que le dijo: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?…No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5). En otras palabras, la serpiente le dijo: “No necesitarás a Dios. Vas a poder tomar tus propias decisiones porque si comes de lo que Dios dijo que no comieras, tú vas a conocer el bien y el mal y serás como Él”. La serpiente le dio una mejor idea a Eva que obedecer a Dios. Y los precursores de la revolución francesa descubrieron la manera de hacer algo que sirviera mejor que lo que Dios les había dicho.

Leemos en Jueces 1:28: “Pero cuando Israel se sintió fuerte hizo al cananeo tributario, mas no lo arrojó”. Ellos ganaron, Dios los acompañó, debilitaron al enemigo y cuando el enemigo estaba débil pensaron que no les harían nada así que decidieron cobrarle impuestos y para ellos fue un gran negocio. No oyeron la voz de Dios, por lo tanto no obedecieron. Sólo Dios sabe todos los problemas que enfrentó el pueblo de Israel, cómo los entregó en manos del enemigo, sufrieron y murieron porque transaron con esos pueblos en vez de destruirlos como Dios había mandado. Se casaron con las mujeres de los hijos de esos pueblos, entre ellos estaba Sansón quien se enamoró de una mujer filistea llamada Dalila porque los filisteos estaban entre ellos. Sansón se enamoró de la belleza de Dalila y dice la Biblia que su alma fue reducida a mortal angustia y la mujer sólo quería sacarle el secreto del poder de Dios que estaba en él. Sansón hizo alianza, se ligó a esa mujer…

¿Puedes tomar conciencia de la importancia de ser meticuloso en escuchar y obedecer la palabra de Dios? La palabra de Dios se mueve con poder no sobre los que la escuchan sino sobre los que la hacen, y la hacen aquellos que la toman muy en serio. Hoy en día es muy fácil eliminar el nombre de Dios de nuestras actividades y enseñanzas. Opinamos lindo, pero no queremos ofender a la gente ni que se burlen de nosotros, entonces obviamos mencionar el nombre de Jesús, la fuente de la autoridad. Tu enseñanza no es fuerte sin Jesús; podrá ser la misma pero si el Señor no está presente y el nombre de Jesús no es invocado entonces lo que enseñas no sirve de nada. Jesús dice al respecto: “Ustedes se avergüenzan de mí y el que se avergüence de mi delante de los hombres yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los cielos”.

En la radio me pusieron recientemente una canción de un grupo cristiano, que dice: “Te adoro, tú eres lo mejor que me ha pasado”. Si una persona no cristiana escucha la canción diría que el hombre estaba feliz porque se enamoró de una mujer. Como yo soy cristiano, escucho eso y digo que está adorando a Dios, pero si no nombran a Jesús en la canción, eso no es seguro… Resulta que en el video había una bebita. ¿A quién adoraba el cantante y qué era lo mejor que le había pasado? ¡Que había nacido su hijita! No se trataba de una mujer ni se la dedicaba a Dios, sino a su bebita. Tú obvias el nombre de Jesús y la gente piensa lo que se le da la gana de tus argumentos. Tenemos que estar dispuestos a darle crédito al autor de nuestros días y de nuestras palabras y a no inventar ideas nuevas. Dios ya tiene todo planeado desde antes de la fundación del mundo, no le vayas a Él con una nueva idea, yo ya lo hice y me fue mal. ¡Cuántas veces quise ir a Dios con mis ideas cuando Él ya las conoce desde antes de que yo naciera! ¡Pero a pesar de mis ideas el Señor tuvo misericordia de mí! ¡A pesar de mis planes me llamó para que yo hiciese lo que Él tenía pensado! Yo tengo que citar al autor de mis días y de las ideas que hoy te estoy hablando. Yo no te traigo ideas humanas; te he dicho que te traigo palabra de Dios. ¡Entiende que la palabra de Dios es importante! Satanás no le tiene miedo a las normas morales, es más, le encanta que se enseñe normas morales como cuando le dices a tu hijo que no mienta, que no robe, cuando le enseñas a ser bueno, eso al diablo le encanta. Su mayor problema es Jesucristo su enemigo y si tú no pones el nombre del Señor, le das oportunidad de que te revuelque por haber ignorado al autor. Si le vas a decir a tu hijo que no debe mentir le tienes que afirmar: “Dios ha dicho que no tienes que mentir”. Dios no quiere que mientas; Dios no quiere que robes. No es que no debes robar porque lo dice la ley, no tienes que hacerlo porque lo ha dicho Dios. Infúndele a tus hijos el temor a Dios, pero empieza tú por tener temor de Dios.

Recuerdo una vez en que tuve que contratar un abogado, y éste me dijo: “Márquez, con todo lo que está pasando lo pueden encarcelar; lo más fácil sería hacer una pequeña modificación, le vamos a decir al juez esto, esto y esto”. Yo le dije que eso era mentira y me responde: “¿Qué le va a hacer una mentirita?” Yo le aclaré que no miento, pero él me insistía porque era mi abogado, no obstante yo tengo más temor de Dios que del juez. Le dejé claro que no iba a mentir y él insistía: “Márquez con esta mentirita que nadie se va a enterar…” “¡Se va a enterar Dios!” le aseguré. El abogado no podía creer que con una solución tan fácil, usando como estrategia una mentirita, yo no estuviera de acuerdo.

Si tú tienes temor de Dios no vas a querer mentir. Si Dios no está en el asunto entonces mintamos, adulteremos, hagamos lo que queramos, total todo da igual. “Siglo veinte cambalache… el que no afana es un gil”, dice el tango. La moral es totalmente relativa sin la autoridad de Cristo, es por eso que hemos llegado al punto en que un hombre no sabe si es hombre y una mujer no sabe que es mujer; hemos llegado al punto en que no se sabe qué es un matrimonio ni una familia porque está todo re definido, porque la moral se volvió relativa, es totalmente humana y los humanos no tienen la autoridad que Dios tiene. Como yo tengo la autoridad de Dios amo a mi familia, bendigo a los míos, los cuido y me cuido porque tengo temor de Dios. El que no tiene temor de Dios no escucha consejos, se casa y viene luego de un tiempo a decirme que yo tenía razón y con la decisión tomada de divorciarse. Yo le digo que ya está hecho, ahora Dios no quiere que deje a su cónyuge. Tú te casaste, le prometiste delante de Dios que estarían juntos hasta que la muerte los separe. Insistes en divorciarte porque te salió mal y sí te salió mal, pero tienes que respetar el pacto que hiciste delante de Dios. “¿Acaso Dios me va a obligar a quedarme con esta persona?” No entiende la palabra de Dios ni para adelante ni para atrás. Yo te aseguro que el que ama a Dios es sensible a su palabra, se planta en ella y no se mueve.

Isaías 66:5 dice así: “Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos”. Tus hermanos que te aborrecen harán y dirán cosas y exclamarán: Bendito sea el Señor. Pero Él se mostrará a los que son humildes de corazón y tiemblan a su palabra. “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2). Sin la autoridad de Cristo la humanidad entera discute ideas yéndose a la anarquía, sin llegar a resolver nada porque no hay principio de autoridad. Para los cristianos hay un principio de autoridad; Dios es la autoridad y lo que Él dice es ley. Por eso Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). O sea, deja de pensar y de hacer pavadas, renuncia a tus propios planes y deseos porque Dios tiene mejores planes que los tuyos e ideas mejores que las tuyas. ¡Dios tiene caminos mejores que los tuyos!

CONCLUSIÓN

Comencé diciendo que te traigo palabra de Dios y que es importante que la oigas, en otras palabras, que dejes que esa palabra entre hasta la médula de tus huesos. Te digo hoy de parte de Dios que el Señor va a producir transformaciones maravillosas en tu vida, en tu camino, en tus decisiones, en tus pensamientos si tú tiemblas a su palabra. Puedes seguir haciendo lo que se te dé la gana ya que el Señor te dio libre albedrío, pero Él te indica un mejor camino. Tiembla delante de Dios y no hagas lo indebido delante de Él.

Tú tienes claro que has hecho lo que se te ha dado la gana y que nadie te iba a decir lo que tienes que hacer. De muchas maneras menospreciamos la palabra de Dios; y la palabra de Dios llueve, pero te resbala. Estoy seguro que a más de uno el Espíritu Santo le ha calado profundo hasta los huesos, diciéndole que es uno de esos que hace lo que se le da la gana y que no se deja gobernar, le ha señalado que es una persona que se niega a renunciar a sí mismo y quiere hacer sólo lo que le gusta o le parece. Yo hoy te digo que tendrás que aprender a sufrir para servir. Cristo le dijo al Padre: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa…” (Mateo 26:39). ¡Hasta Él tenía un proyecto mejor que el del Padre! “Para ti todas las cosas son posibles y si tú quieres puedes hacer que yo no beba esta copa, pero te pido que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Tres veces hizo Jesús el mismo planteo y el Padre no contestó ni una vez, y ante el silencio del Padre, Jesús supo lo que debía hacer y era padecer y beber la copa que le ha dado el Padre.

Alguien me dijo que yo me las busco todas, que salgo a hablar y se me viene el mundo encima, así que si quería pasarla mejor, que hablara menos. Si quieres pasarla bien no hables de Dios, pero tendrás a Dios en contra. Si decides hablar de Dios se te va a armar una guerra, atravesarás muchas dificultades, pero tendrás a Dios de tu lado. Yo he decidido levantar la bandera de la verdad y pagar el precio que tenga que pagar por levantar el nombre de Dios en alto. ¡No esconderemos la luz! ¡La pondremos en alto para que todos sean alumbrados! ¡Estamos dispuestos a sufrir y a pagar el precio que sea necesario para ver la gloria de Dios en esta tierra! Ya no relativices la palabra de Dios. Su palabra no es una palabra más que suena por ahí. ¡Es la palabra del Dios Altísimo! ¡No hay palabra que tenga más valor, más autoridad y poder que la palabra de Dios!

“Padre, quebranta toda estructura mental y espiritual que no provenga de ti. Destruye toda obra de la carne. Limpia los corazones Señor y libera a las personas de toda cautividad. Destruye toda fortaleza en la mente, Padre. Que sean alumbrados los corazones para que te sirvan de verdad y tiemblen a tu palabra. En el nombre de Jesús, hago esta oración, amén”.

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