REYES y SACERDOTES - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

REYES y SACERDOTES

SACERDOCIO DE AARON

En el Antiguo Testamento había un orden, llamado “orden sacerdotal del linaje de Aarón”. Para los que no conocen bien la historia, cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, eran más o menos tres millones de personas, y se dirigían a la tierra prometida. Desde el Monte Sinaí, Dios llamó a Moisés y le dio los diez mandamientos, las tablas de la ley; allí el Señor le dio órdenes, estatutos y leyes a Israel. Y en ese tiempo escogió una de las doce tribus de Israel, para que se encargara de una tarea especial.

Cuando se hizo la conquista de la tierra prometida, todas las tribus tenían heredad, menos una. Hubo una tribu a la que no se le repartió territorio, tampoco se le dio bienes ni posesiones. Esta era la tribu de Leví. A ellos Dios los apartó y los santificó para que se consagren y se dediquen a las tareas del templo, como las celebraciones religiosas. De la tribu de Leví eran los cantores, los que tocaban instrumentos, los que cortaban leña para hacer los sacrificios, eran los que sacrificaban los animales en el altar; y de esa tribu eran los sacerdotes y los sumos sacerdotes. De esa tribu eran los que cuidaban el templo, aunque todavía no había un templo fijo en el desierto sino un tabernáculo, una tienda hecha de cuero, diseñada por Dios. Entonces los de la tribu de Leví eran los encargados de armar y desarmar el tabernáculo y de los utensilios del templo; el altar donde se sacrificaban animales también era móvil. La tribu de Leví había sido apartada para hacer solamente eso. Dios les dijo a ellos: “Ustedes no tendrán herencia porque vuestra herencia soy yo”. Dios no les dio bienes ni tierras, pero les dio como tarea recibir los diezmos y las ofrendas de las once tribus. O sea que la tribu de Leví vivía de las ofrendas y los diezmos que ofrecían las otras tribus.

Ahora, de la tribu de Leví hubo un hombre especial que Dios escogió y ese fue Aarón. Dios decidió que los sacerdotes, no solamente iban a ser de la tribu de Leví, sino que serían del linaje de Aarón. Así que los hijos de Aarón eran sacerdotes, y su descendencia después de ellos. Los sacerdotes tenían algo mucho más especial que hacer que el resto de los levitas. Los levitas debían cuidar que no faltara aceite en las lámparas del templo, fabricaban unos panes sagrados que eran los panes de la proposición, etc. El sumo sacerdote era el encargado de entrar al lugar santísimo una vez al año, además de otros menesteres relacionados a los sacrificios. Pero eran dentro de la tribu de Leví, una familia o linaje especial. Sólo el que era del linaje de Aarón podía ser sacerdote o sumo sacerdote y así fue por mucho tiempo hasta la dispersión del año 70 D.C. Y aún hay gente, que por su apellido, pertenece al linaje de Aarón; alguien que tenga como apellido Cohen o  Conn, por ejemplo.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque en la Biblia encontramos que hay otro sacerdocio y hoy estaremos aprendiendo acerca de él: El Sacerdocio de Melquisedec.

SACERDOCIO DE MELQUISEDEC

El sacerdocio de Aarón surge en un momento de la historia cuando Israel se constituye como pueblo y Dios establece normas y leyes. Pero mucho antes, unos quinientos años más o menos, cuando todavía no había pueblo, cuando no había tribus y sólo existía Abraham, la Biblia menciona otro sacerdote.

Abraham es el padre de los hebreos, y de Abraham surgen las doce tribus que después conformarían el pueblo de Israel. Pero en ese tiempo en el que Abraham era uno solo y ni siquiera tenía hijos, ocurrió un hecho trascendente. Èl tenía un sobrino llamado Lot quien se fue extendiendo hasta llegar a la ciudad de Sodoma. Entonces hubo una guerra en la que cuatro reyes lucharon contra cinco reyes, entre los que estaba el rey de Sodoma. Éste fue derrotado y les fueron arrebatados los hombres y mujeres, les robaron el ganado, y se llevaron todo lo que había en la ciudad. El rey de Sodoma no se pudo defender y cuando huía cayó en un pozo de asfalto. Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa y fue a recuperar a su sobrino. Dios le dio victoria y un gran botín, y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.

Cuando Abraham volvía con el botín, tuvo un encuentro muy especial con alguien llamado Melquisedec. Aquí comienza la historia de la que quiero hablarte. Leemos en Génesis 14: 17 en adelante: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino…” Abraham se encontró con un sacerdote llamado Melquisedec que además era rey de Salem. De este término surge la palabra Shalom y de ahí luego viene la palabra Jerusalém, compuesta por el término ieru o ciudad y shalem que significa paz, cuidad de paz. Shalom es paz, y en cuanto al rey de Salem, significa, rey de paz.

Abraham pues, se encontró con este rey Melquisedec, pero que además de ser rey era sacerdote del Dios Altísimo. Según el orden sacerdotal de Aarón, estas cosas no eran posibles, porque el sacerdocio estaba designado solo para el linaje de Aarón. Ningún descendiente suyo podía ser rey. Ningún levita podía ser rey porque Dios los escogió para las tareas del templo y las celebraciones religiosas. Un rey no podía ser sacerdote y ningún sacerdote podía ser rey. Era la tribu de Judá la que poseía el cetro de poder. El rey David era de la tribu de Judá; y de esa tribu fueron la mayoría de los reyes de Israel: David, Salomón, Jeroboam, Roboam, etc., todos ellos descendientes de Judá. El rey que quiso usurpar el sacerdocio, murió. El rey Saúl, que era de la tribu de Benjamín quiso oficiar de sacerdote y Dios lo desechó, luego murió en una guerra. Entonces Dios levantó después de él, a David como rey.

Pero esto nos hace cortocircuito en nuestra cabeza porque Abraham se encuentra con uno que es rey y además es sacerdote del Dios Altísimo. Otro evento significativo fue que este rey de Salem sacó pan y vino. ¿No te llama la atención? Pan y vino, rey y sacerdote: esto no cuadra con lo que Dios había estipulado para la tribu de Leví ni para Aarón. Tampoco cuadra con la religión judía. Pero antes de que existiera el pueblo de Israel, había un sacerdote del Dios Altísimo, lo que significa que había gente que adoraba al Dios Altísimo creador del cielo y de la tierra, por lo que Dios no sólo es el Dios de Israel, sino que también es el Dios de las naciones. ¡Es el Dios de todos los que le aman y los que le invocan!

Abraham que fue el elegido de Dios, y de cuyos lomos salió el pueblo escogido, el pueblo de Israel, se encuentra con un sacerdote que no es de su linaje. La Biblia señala que no se le conoce linaje a ese sacerdote; no se conoce quienes fueron sus padres ni de dónde venía, pero era sacerdote del Dios Altísimo. Éste sacerdote sacó pan y vino.

En uno de los viajes que hicimos a Israel, una guía, nos llevó a un lugar llamado, la ciudad de David, lugar en el que David se estableció cuando conquisto Jebùs, hace tres mil años atrás. Allí puso su palacio. En Jerusalén hay una zona que se llama, la ciudad de David, donde se hicieron excavaciones arqueológicas que muestran distintas capas ya que en tres mil años han pasado varias civilizaciones que destruían el lugar y edificaron encima. Cada capa que se puede apreciar son las distintas civilizaciones que se establecieron en ese lugar. Cada diez metros más o menos se encuentran vestigios de tres o cuatro civilizaciones. La guía nos hizo descender por unas excavaciones de la ciudad de David unos treinta metros. Y nos dijo que está demostrado arqueológicamente que ese era el lugar donde acontecieron determinados hechos. Cuando te dicen que la tradición señala que en algún lugar sucedió tal y tal cosa, sugieren que si lo dice la tradición no está científicamente comprobado. De otro modo, los guías nos dicen que está demostrado científica y arqueológicamente, por ejemplo, que ese fue el lugar donde Abraham tuvo un encuentro con Melquisedec. ¡Nosotros quedamos maravillados! La guía, que no era cristiana, y ninguno de los guías son cristianos, son judíos o agnósticos, nos dijo: “Aquí Melquisedec le dio a Abraham pan y vino. Y aquí en la vertical, unos treinta metros hacia arriba se encuentra el cenáculo, el lugar donde Jesús compartió la ultima cena con sus discípulos y les dio pan y vino”. Dos mil años después de ese encuentro entre Abraham y Melquisedec, Jesús estaba impartiendo la cena que era su pacto en su sangre, con pan y vino. ¿Esto te llama la atención? Llama la atención lo que hizo Melquisedec a continuación. Dice la palabra de Dios en Génesis 14: “y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano…” Abraham es el padre de Israel, es el padre de la fe, el escogido por Dios para formar un pueblo llamado Israel. Abraham es el poseedor de las promesas que Dios le dio cuando le dijo: “Te juro que te bendeciré. Y te daré una descendencia que no podrás contar. Si se pueden contar las estrellas del cielo, entonces tu generación podrá ser contada. Y serán benditas en ti todas las naciones de la tierra”. ¡Era grande Abraham! En las entrañas de Abraham estaba Isaac y Jacob; de las entrañas de Jacob salieron doce hijos, que formaron doce tribus. Adentro de Abraham había ya una nación. Por decirlo en términos bíblicos, Aarón, el sumo sacerdote, ya estaba en los lomos de Abraham, aunque en ese momento no era visible, pasarían muchos años antes de que apareciera, pero allí estaba Abraham ante otro sumo sacerdote, sacerdote del Dios Altísimo, quien lo bendice. ¿Quién es más grande? ¿Melquisedec o Abraham? Es más grande Melquisedec porque el mayor bendice al menor. Son los padres que bendicen a los hijos; los pastores bendicen a la iglesia. Son los gobernantes los que bendicen o maldicen una nación.

La conclusión al leer las escrituras, es que realmente Melquisedec es un hombre que pasa desapercibido. ¿Cuánto conocemos acerca de este hombre? Sabemos muy poco o nada acerca de él. Nosotros sabemos mucho de Abraham, pero apareció un hombre que era mucho más importante que él, y fue el que bendijo a Abraham diciendo: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo” (Génesis 14.19 y 20).

Cuando Israel fue pueblo, varios siglos después, aparece el sacerdocio aarónico o de Aarón, y los levitas eran los responsables de recibir las ofrendas y los diezmos. Mucha gente, entre ellos algunos predicadores cristianos, dice que si tu pastor levanta diezmo es un hereje porque según ellos no estamos bajo la ley sino bajo la gracia así que no se pueden levantar diezmos porque Dios nos libró de las cargas de la ley. Y yo te digo hoy que nosotros no estamos bajo el yugo del sacerdocio de Aarón, sino que estamos bajo el yugo del sacerdocio de Melquisedec. Abraham le dio a los diezmos a Melquisedec mucho antes de que existieran los diezmos de la ley. O sea que hay un diezmo que pertenece a la ley, y hay un diezmo que pertenece al sacerdocio de Melquisedec.

Veamos; Melquisedec bendice a Abraham y éste le da los diezmos de todo su botín. Fíjate que Abraham le estaba dando el diezmo al sumo sacerdote de Salem. No era del pueblo de Dios. El Nuevo Testamento dice que, en Abraham, o en los lomos de Abraham estaba Leví. O sea que los que eran responsables de recibir los diezmos estaban entregando los diezmos a través de Abraham.  Por lo que entiendo, parece que Melquisedec era muy importante y te digo más; es más importante que el sacerdocio de Aarón.

El rey David es el autor del Salmo 110, y él nació unos seiscientos años después de Abraham. No todos los Salmos son de David, sí lo es el Salmo 110, y dice en el versículo 1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. ¿A quién se refiere aquí? ¿A quién David le llama mi Señor? ¡A Jesús! Este es Jesús quien está sentado a la diestra del Padre y que intercede por nosotros. En una discusión teológica que tuvo Jesús con unos fariseos dice la Biblia en Mateo 22:42 en adelante: “Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David.  Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más”. Jesús está haciendo alusión al hecho de que la Biblia señala que Èl es el Cordero de Dios inmolado desde antes de la fundación del mundo; hace referencia al hecho de que Èl es la misma raíz de Isaí, padre de David. Antes que Abraham fuese, yo soy, dijo Jesús. Según el linaje de sangre es hijo de David, pero según la Biblia es Hijo de Dios, eterno, sin principio y sin fin.

El Salmo 110 está hablando de Cristo el Mesías, y dice del Él: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Se salteó toda la historia del sacerdocio aarónico, y el Antiguo Testamento dice que Jesús el Mesías es sacerdote según el orden de Melquisedec. Jesús era de la tribu de Judá y no podía ser sacerdote porque para ello debía ser descendiente de Aaròn y pertenecer a la tribu de Levi. Y Melquisedec no tenía linaje, no se le conoce madre ni padre, pero se sabe que es sacerdote del Dios Altísimo creador del cielo y de la tierra. Y el salmo 110 declara: “Jehová juro”. No hay ningún juramento para levantar sacerdotes según el orden de Aaròn, mas aquí, dicen las escrituras: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Realmente Melquisedec era más importante. Jesús podía ser rey porque era de la tribu de Judá, pero no sacerdote porque no pertenecía a la tribu de Levi. Sin embargo, Melquisedec era rey y sacerdote, y Jesucristo es Rey de reyes y es sacerdote, y está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. La Biblia señala que en el antiguo orden de Aaròn, el sumo sacerdote entraba con sangre de machos cabríos y de toros, y se presentaba delante de Dios en el lugar santísimo. El sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo con una cuerda atada en su pie porque a la hora de presentarse delante de Dios, si no estaba limpio y santificado, moría fulminado en ese lugar y nadie podía entrar a sacarlo, así que, los que estaban afuera tiraban de la cuerda y lo sacaban a rastra.

El apóstol Pablo declaró: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención…Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9).

En cuanto a Melquisedec dice la Biblia en Hebreos 7: 1 en adelante: “Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos del botín… Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor… Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos”.

CONCLUSIÓN

Los que somos de Cristo no pertenecemos al orden sacerdotal de Aaròn; los que somos de Cristo, pertenecemos al orden sacerdotal de Jesús. Y el Señor, no perteneciendo a la tribu de Levi es sumo sacerdote, es Rey de reyes y Señor de señores. Pero la historia no termina aquí. Dice la Biblia que Dios nos escogió a nosotros como un pueblo de reyes y sacerdotes, y el Nuevo Testamento dice que nosotros somos real sacerdocio. Dios te ha llamado para pertenecer al linaje de Cristo y formar parte de su sacerdocio. En el Nuevo Testamento los creyentes no estamos divididos en el clero y los laicos; no existen los laicos. Todos somos clero, sacerdotes del Dios Altísimo; todos intercedemos ante Dios por el resto de la humanidad y todos intercedemos ante la humanidad en nombre de Dios. Eso es ser sacerdote; alguien que intercede delante de Dios por los pecadores, y que intercede a los pecadores por Dios.

Tal vez hasta hoy no sabías a qué linaje perteneces y no entendías lo tremendo del llamado que tienes. ¡Formas parte de una tribu apartada para llevar a cabo los planes de Dios! Jesús les dijo a sus discípulos y te dice a ti: “Vayan y prediquen el evangelio, hagan las obras que yo hago. Sanen a los enfermos, liberen a los endemoniados, resuciten muertos. Yo les he dado mi Espíritu para que Èl haga la obra que yo hago. Ustedes harán las obras que yo hago y aún mayores las harán porque yo voy al Padre. Les enviare al Espíritu Santo a ustedes para que hagan las obras que yo hago”.

Quizás no tenías claro cuál es el llamado de Dios sobre tu vida. Creías que Dios te llamó para complacer tus deseos, pero Dios tiene sus planes. No es la virtud que tienes, no son tus dones ni la capacidad que tienes; la virtud es de Dios, de haberte escogido a pesar de tus pecados. La virtud es del Señor por haber pasado por alto tus pecados y perdonar tu vida pasada. La virtud es de Dios por haber enviado a su Hijo Unigénito a morir en la cruz derramando su sangre para que pudiera entrar al lugar santísimo y así interceder por nosotros. Tal vez no entendías que formas parte de ese pueblo de reyes y sacerdotes para Dios. El Señor te quiere reinando, por cuanto eres rey, e intercediendo, suplicando y trabajando por la humanidad por cuanto formas parte del sacerdocio. ¡Dios no quiere menos para ti! Él ha escogido un pueblo para sí. ¡No te avergüences de Jesús! ¡No te avergüences del llamado que tienes!

Para algunos ser cristiano es lindo, es sano, pero ser cristiano es mucho más que eso; es ser llamado y ungido por Dios para hacer su obra. A los reyes y sacerdotes se les ungía con aceite, y el aceite representa el Espíritu de Dios. Tú eres llamado a ser ungido rey y sacerdote. Bendigo a Dios que me llamó, que me arrancó de mis planes y me puso en los suyos. Bendigo a Dios que se acordó de mí cuando yo no era nada; cuando yo no lo buscaba, se acordó de mí. Yo tenía mis propios planes. ¡Bendito sea Dios que los arruinó!

El Señor quiere involucrarte en las actividades del reino por eso quiere sacarte de tus planes. Bendito sea Dios que hasta hoy fue paciente con nosotros. El Señor te ha llamado una y otra vez y has hecho oídos sordos, pero bendito sea Dios que hoy una vez más golpea a la puerta de tu corazón. El Señor te está llamando para que formes parte del pueblo que tiene el llamado del sacerdocio de Melquisedec.

Tú sabes que no le has dado tu vida por completo a Jesús, que le has puesto muchas excusas; has cambiado a Dios por tu familia, por tu trabajo, tu casa, tus estudios. El joven rico quería seguir a Jesús, pero amaba más sus posesiones. Si tú amas otras cosas más que a Dios no eres apto para el reino de Dios. Pon delante el Señor todo lo que eres, todo lo que tienes y deja que Dios destruya lo que tenga que destruir. Reconoce que le has fallado y pídele que tome tu vida.

“Señor, no queremos jugar al cristianismo, no queremos jugar a ser cristianos; queremos ser verdaderos cristianos. No queremos religión, queremos a Cristo en el corazón. No queremos ritos, queremos tu Espíritu. ¡Derrama de tu Espíritu que convence de pecado, de justicia y de juicio! Tú nos llamaste a ser reyes y sacerdotes. Úngenos para cumplir tu llamado, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén”.

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