OBEDECER ES MEJOR - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

WhatsApp:(+598) 095333330

MENSAJES DEL CIELO

OBEDECER ES MEJOR

INTRODUCCIÓN

En nuestra iglesia se les somete a las personas, por decirlo así, a un proceso, para ver si son obedientes o no. Algunos quedan sorprendidos por el alto grado de respeto y obediencia por las autoridades que tienen los colaboradores; otros señalan que explotamos a la gente. Es verdad que los que están al lado mío trabajan con respeto y obediencia, y aunque es cierto, conociendo como es la cosa internamente, me pregunto cómo serán las otras iglesias, porque no te creas que todos sean obedientes.

Hoy quiero hacer énfasis especial en el hecho de que la obediencia es fundamental y es la base del reino de Dios; porque el reino de Dios y su voluntad se fundamentan en la realidad de la obediencia. Si no hay obediencia, hay anarquía en el reino; y es que cuando hablamos de obediencia nos referimos a la obediencia a la voluntad de Dios. Y quien no aprenda en esta tierra a ser obediente, no podrá ser obediente en el reino de Dios. Es inaceptable que alguien diga que es desobediente en el mundo natural, pero es obediente a Dios en lo espiritual.

OBEDIENCIA EN LO VISIBLE E INVISIBLE

Algunos me miran solo como un hombre y no como una autoridad espiritual. Tú dices que vas a hacer la voluntad de Dios, pero el Señor te enseña obediencia en el trato con tus hermanos y tus autoridades. Un ejemplo bíblico es cuando Dios le da una orden al rey Saúl, pero se la da por medio de un profeta. Quien es desobediente, desobedecerá cualquier orden del pastor porque su condición es de desobediencia. Por lo que, quien es desobediente en el plano visible, también lo será en el plano invisible.

Reitero que la voluntad de Dios se sustenta en su reino por el hecho de que nadie que no sea obediente podrá entrar, porque la voluntad de Dios es soberana, y si entra alguien desobediente, atenta contra la voluntad de Dios. Por lo tanto, nadie que sea desobediente entrará en el reino de Dios. Hay personas a las que les resulta fácil desobedecer, como esos que dicen: “A mí me gusta…” “A mí me parece…” “Yo siento…” Un joven me escribió diciéndome: “Apóstol, eso de Yeshúa que usted habla, yo no estoy de acuerdo, y la verdad es que los domingos no estoy recibiendo mucho. Recibo más en los grupos amigos”, entre otras cosas que me escribió. A lo que yo le respondo: “Veo que has crecido mucho. Ya te pastoreas solo. A mí me tiene sin cuidado si estás de acuerdo o no; lo que quiero es que me digas si lo que te enseño es contrario a la palabra de Dios o conforme a ella. Porque si hay algo que cuido es predicar conforme a la palabra de Dios porque sé que su palabra es su voluntad”.

A mí me ocupa estar de acuerdo con Dios. Yo no predico para que la gente me felicite y me aplauda, no pretendo caerles bien a las personas porque mi prioridad es agradar a Dios. Yo quiero hacer lo que Él quiere; quiero amarlo y obedecerle y hacer su voluntad te guste o no. Queremos servir a Dios y le ofrecemos nuestros dones y capacidades, que nos hacen sentir bien, como quienes quieren servir a Dios tocando un instrumento porque es como mejor se ven, les gusta y se sienten bien, pero Dios no te ubica para servir en su reino de acuerdo a tus dones sino conforme a tu corazón. Porque a Dios le interesa más la obediencia que tus capacidades. Y es que tú puedes ser muy capaz, pero si no eres obediente, no vas a hacer la voluntad de Dios. Cuando dices que no sientes hacer determinada cosa y prefieres hacer lo que te gusta, estás dando a entender que quieres que en tu vida se haga tu voluntad, pero no la voluntad de Dios. O en el mejor de los casos quieres que Dios haga tu voluntad.

Quien hace su propia voluntad no está buscando ponerse de acuerdo con Dios y no pretende obedecerlo. Alguien me escribió: “Apóstol, con mi señora deseamos estar más cerca tuyo, en comunión contigo”. Yo le respondí: “¡Amén! ¡Qué bueno! ¿Por qué no fuiste a trabajar a Beraca cuando lo solicité?” “Lo que pasa es que me quedé cortando el pasto del hogar con los chicos”. “El hogar donde viven y el pasto lo tienen todos los días del año. Tienen todos los días para cortar el pasto, pero yo di la orden de que fueran a ayudarme a trabajar a Beraca y no fueron. ¿Querés estar en comunión conmigo? ¿Cómo vas a pretender estar cerca mío si lo que yo quiero no te interesa o crees que poner cualquier excusa es válido?”

El joven que dijo que no estaba de acuerdo conmigo, capaz que si me hubiera dicho que tiene problemas para entender lo que estoy enseñando y quisiera hablar conmigo, con gusto hablaría con él, si estoy para eso, para ayudarle y enseñarle. Y lo que enseño no es un capricho mío, he estado estudiando las escrituras en profundidad y predico lo que dice la palabra de Dios, como para que venga alguien y me diga que no está de acuerdo. No es que soy un tirano, si no entiendes lo que predico, yo con gusto te puedo explicar porque estoy para ayudarte y guiarte, y te explico las veces que sea necesario con tal que entres en la verdad de la palabra de Dios. Alegaba que llevamos años refiriéndonos al Señor como Jesús y ahora tenemos que decirle Yeshúa. Sabe que la revelación que Dios da es progresiva y que la gloria postrera de esta casa será mayor que la primera. Todos los días aprendemos algo nuevo de las escrituras y cada día tenemos un poco más de luz. Así le dije al joven y al final me dijo que yo tenía razón, y quedamos que nos íbamos a juntar para conversar acerca del tema. El tema no es que no entiendas o no estés de acuerdo, el problema es qué espíritu te mueve porque la desobediencia es un espíritu de rebelión. Cuando yo le refutaba lo que él me escribió, me dijo que yo no lo estaba entendiendo y sí yo entendí y discerní que un espíritu rebelde lo dominaba. Esto no es sólo para el joven que viene al caso sino para todos en general.

EL EJEMPLO DE SAÚL

Leemos en 1ª de Samuel 15:22: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Punto número uno es obedecer y punto número dos, prestar atención. Todos los días doy órdenes y direcciones acerca de algún trabajo para hacer y viene alguien que hizo lo contrario porque escuchó lo que quiso. Si una persona no me escucha, no entiende bien que es lo que quiero, entonces no va a obedecer bien lo que le mandé a hacer. Aquel que obedece parcialmente, desobedece totalmente. A Dios no le sirve una obediencia a medias porque significa que la persona tiene otro concepto o idea; y cuando no se le ha metido en la cabeza entender la voluntad de Dios, esa persona tiene que ser tratada por Dios para que entre en la obediencia. Más que con tus dones, Dios va a tratar con tu obediencia y con tu corazón.

Dijo Samuel a Saúl: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Para el Señor es más importante que obedezcas su palabra a que te mates trabajando para Él. Lo importante es que lo escuches bien, que conozcas su voluntad y la hagas. ¿Por qué te matas tanto? Si no entiendes y no haces la voluntad de Dios, ¿para dónde vas? El hámster corre y corre dentro de la ruedita, pero no va a ningún lado. De nada sirve que corras y que hagas muchas cosas si lo que haces no es la voluntad de Dios. Dios quiere que se obedezca su palabra.

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Cuando sube ese olor de la gasa quemada, es un olor grato delante de Dios, pero Samuel señala que es preferible que prestes atención, porque lo que hagas para el Señor será de olor grato solamente si eres obediente a Dios.

Unos trecientos cincuenta años antes de este hecho que señala 1ª de Samuel 15, en el período de los jueces, antes que entrara el pueblo de Israel a la tierra prometida, la nación de los amalecitas, descendientes de Amalec, salió a perseguirlos. Hasta llegaron a contratar un profeta para maldecir al pueblo de Israel llamado Balaam, porque tenían miedo al pueblo de Dios y quisieron destruirlos. Pero Dios los libró una y otra vez. Y Jehová le había dicho a Moisés: “Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo” (Éxodo 17:14). Pasan trecientos cincuenta años, aparece el primer rey de Israel, Saúl, a quien Dios le da una orden por medio del profeta Samuel diciendo: “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos”. Antes de esta orden, Samuel le dijo a Saúl: “YHVH me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras del Señor. Así ha dicho YHVH de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto” (1ª de Samuel 15).

Quiero que aprendas algo aquí. Muchos dicen, yo me arreglo con Dios, no necesito que nadie me diga nada, y exponen el versículo bíblico del Salmo 23 acomodándolo a su conveniencia: “Jehová es mi pastor, ningún hombre es mi pastor”. ¡Y yo soy un palo pintado! ¿Qué hago entonces? No puedo ser pastor de alguien que no quiere que yo sea su pastor. Nosotros no somos pastores porque fue un invento nuestro; Dios estableció pastores. Dios no le da la orden directamente a Saúl, sino que envía a su profeta, ya que la Biblia señala que cuando Samuel era pequeño no dejaba caer al suelo ni una sola de las palabras del Señor. Fue un hombre temeroso de Dios. Y agrega la Biblia que por causa de Samuel volvió a haber visión en Israel y se volvió a escuchar palabra de Dios. Una persona que no deja caer una sola palabra de Dios y es obediente al Señor, esa persona atrae la bendición y la presencia de Dios.

Algunos quieren estar cerca de mí, y yo los observo a ver cómo se manejan porque no cualquiera puede trabajar cerca de mí si no presta atención a lo que le digo y no obedece, porque, ¿de qué me sirve un desobediente? Con esto que digo algunos pensarán que yo me la creo, que me gusta que la gente me idolatre y no, yo creo que tengo un llamado de parte de Dios y el Señor me levantó como pastor de su iglesia. Yo te doy palabra de Dios.

Es Samuel, profeta de Dios, quien le dice al rey Saúl: “Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová”. Nótese que Dios lo puso por rey sobre su pueblo, el pueblo de Dios, no el de Saúl. Y agrega el profeta: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos”.

Saúl destruye a los amalecitas, salvo un detalle, y es que le perdonó la vida al rey Agag y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno. 1ª de Samuel 15: 10 y 11 dice así: “Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche”. Y lo manda a Samuel a hablar con Saúl, entonces le dijo el profeta: “¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal”. Eligieron lo más selecto del anatema que significa, consagrado a perdición. Y aquí llegamos al punto del tema de hoy, cuando Samuel le dijo: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.

¿Te das cuenta lo importante que es obedecer a Dios? Te puedes sacrificar mucho y hacer tantas cosas buenas, pero por cuenta tuya. A veces las personas quieren hacer algo para demostrar que pueden servir a Dios, pero en base a lo que saben, como los dones que tienen, a lo que sienten o creen que les conviene. Los dones, es lo más visible que tienes y es lo que los demás pueden admirar de ti. Solo que, si tú estás en el espíritu, las personas admiran al Dios que está en ti. Los dones son un regalo que Dios te da. No vas a sorprender al Señor con tus dones porque fue Él quien te los dio. Una cosa es el don y otra es el corazón de la persona, y a Dios le importa más tu corazón. La obediencia está relacionada a la decisión íntima del corazón de la persona; y el don está relacionado a la habilidad natural que Dios te ha dado.

En un arbolito de navidad se cuelgan regalos, y los dones son regalos. Tú puedes colgar en el árbol, por ejemplo, un Rolex, pero ese reloj no es fruto del árbol. Y Dios mira tu corazón más que tus dones. Saúl estaba tan endurecido y dijo: “Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas”. Para Saúl, él había hecho lo que Dios quería, pero para el Señor no fue así porque no había oído cumplidamente y quien no oye cumplidamente, no obedece cumplidamente. El Señor no quería que se dejara ni una sola vaca viva y tampoco quería vivo al rey Agag. Los amalecitas vivían en una cultura que se había vendido a los demonios.

Dice la Biblia que Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel. Él recordaba cuando Saúl era jovencito y lo mandó a ungirlo como rey. Saúl era tan tímido, se valoraba tan poco a sí mismo y se tenía como poca cosa que se escondió por vergüenza detrás del bagaje. A la hora de ungirlo no lo encontraban. Y Dios lo sacó de allí, de detrás del bagaje. Samuel tenía un gran afecto por Saúl y lloró por él. Entonces Dios le dijo: “¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (1ª Samuel 16:1). Ya Dios tenía a alguien conforme a su corazón.

CONCLUSIÓN

Dios anhela relacionarse con personas que quieran hacer las cosas conforme a su corazón. Quizás no lo has logrado, pero lo deseas, y si lo deseas, el Señor te va a ayudar. Tal vez no le has encontrado el gusto a la vida cristiana, y yo te digo que se lo vas a encontrar sólo cuando estés en la voluntad de Dios, cuando entres en un estado de obediencia. Entrarás en una guerra extraordinaria pero el resultado será una victoria extraordinaria, porque ahí es donde Dios te respalda. Ahí es donde ves la gloria y el poder de Dios obrando en tu vida. No esperes que te respalde en esos proyectos egoístas que tienes. Dios desea que haya más gente que renuncie a su voluntad y a sus proyectos para embarcarse en los suyos. Dios no te pide nada imposible ni exagerado. ¿Tú quieres tener tu propio reinito o amas el reino de Dios? Quien ama el reino de Dios ama ser obediente; y sabe que la obediencia no es una cuestión de esclavitud o de sometimiento involuntario, sino que uno se somete por amor. Señor, te amo tanto que voy a hacer lo que me digas; haré lo que me diga mi pastor, aunque no me guste porque yo sé que es tu siervo y lo has puesto para probar mi corazón si seré obediente o no.

A pesar de lo que hizo y de saber que Dios estaba enojado, Saúl le pidió a Samuel que lo honrara delante del pueblo y el profeta le dijo: “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová. Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel” (1ª de Samuel 15: 23 al 26). Y Saúl no quería quedar mal, entonces le dijo: “Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios. Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová”. Saúl fue una persona que no le importó honrar a Dios, sino que hizo su propia voluntad, pero a la vez, quiso ser honrado delante de los demás.

Con el solo hecho de haber querido servir a Dios conforme a tus deseos y a tu voluntad, según lo que te gusta, significa que no has estado atento a la voz de Dios y no sabes qué es lo que el Señor quiere de ti y te está demandando. Tienes que tomar una decisión; decidirás si vas a ser obediente o no. Opta por la obediencia y renuncia a ser desobediente, renuncia a hacer tu propia voluntad y tus propios deseos. Dispón tu corazón para hace las cosas que Dios te demande y hazlo con gozo, te guste o no te guste. Dile a Dios: “Señor, líbrame de hacer mi propia voluntad. Líbrame de ir tras mis deseos. Que no sea yo como Saúl sino como David, un hombre conforme a tu corazón. Sálvame de mí mismo Padre, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.  

MENSAJES

MISIÓN

VIDA

PARA LAS NACIONES

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo, Uruguay

WhatsApp: (+598) 095 333 330

email: info@misionvida.org

twitter: misionvidauy

facebook: iglesiamisionvida

Diseño: VerakaWeb