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En esta semana nos ha visitado el Dr. Juan Antonio Tripolone, un médico Cardiólogo muy experimentado, con mucho conocimiento, y temeroso de Dios. En este mensaje he querido recoger algunas de sus enseñanzas.
Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. Enla Biblia, la palabra “corazón” no sólo se utiliza para designar ese órgano vital que bombea la sangre, sino que también se usa figuradamente para designar el centro, la totalidad o la esencia de las cosas. En particular, el centro de la personalidad del ser humano.
Jesús dijo en Mateo 15:18-20: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.” Hemos aprendido esta semana que el corazón, como esencia de la personalidad del hombre, afecta profundamente el corazón, órgano que bombea la sangre. Hemos visto cómo las cosas que hay en el corazón del hombre, funcionan de tal manera que contaminan, no sólo a otras personas, sino al hombre mismo. El Dr. Tripolone decía que determinadas actitudes son tóxicas para nuestro organismo. En otras palabras, que liberan o producen sustancias que intoxican nuestro sistema cardiovascular, y que además se acumulan en nuestras arterias, en nuestro sistema circulatorio, produciendo infartos y enfermedades que nos llevan a la mismísima muerte.
Estamos hablando de trastornos del ánimo, y cuando hablamos de ello, nos referimos a trastornos del alma, cosas que tienen que ver con nuestra mente, con nuestra voluntad y emociones. Los científicos están estudiando la depresión, ya que es un elemento que está causando muchísimas muertes. El 50% de las personas que mueren, lo hacen de eventos cardiovasculares, siempre hablando de personas con más de 45 años de edad; y de todos estos, la mitad muere por un evento cardiovascular que tiene que ver con la tristeza y la depresión. Hay muchas causas para enfermedades cardiovasculares, pero la más importante parece ser los estados de ánimo, relacionados con la tristeza y la depresión. Nuestro estado de ánimo tiene subidas y bajadas, el problema serio es cuando se mantiene en un nivel bajo y no se mueve, en ese momento decimos que la persona sufre de un problema depresivo. La depresión degenera en suicidio, en problemas cardiovasculares, y en otras enfermedades que se somatizan en el cuerpo.
La ira también nos contamina; produce 2,6 veces más probabilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular. Asimismo, la depresión produce 4,3 veces más posibilidades de enfermarse, o tener un evento cardiovascular agudo. Y en este caso, tengo una buena noticia para aquellos que van a la iglesia… ¡Se ha demostrado que quienes concurren a la iglesia y poseen fe, tienen mucho menos depresión! Y por consecuencia, menor chance de tener un evento cardiovascular agudo. Aquellos que padecen de ansiedad tienen 6 veces más de probabilidades. Y quienes viven disgustados tienen 4.7 veces más probabilidades de enfermarse de algún problema cardiovascular que el resto, y tener además un infarto al miocardio.
La indiferencia o la desesperanza aprendida, produce también estas cosas, y tienen que ver con la tristeza y la depresión. La falta de esperanza es un factor tóxico, importante en el cuerpo humano; es cuando la persona ha perdido toda capacidad de creer que puede vivir mejor, que algo va a cambiar, que va a conseguir un mejor trabajo, o que más adelante va a lograr algo que aún no ha logrado. La desesperanza se aprende. Cuando te va dos o tres veces mal en una cosa que has intentado, la tendencia negativa es perder la esperanza en que podes tener éxito en esa área. ¡Esto es un error gravísimo! Esto es desesperanza aprendida. Cuando una persona lucha por algo y no lo alcanza, termina creyendo que no lo puede lograr, y cuando se dan las posibilidades de que pueda hacerlo, la persona decide que no está capacitada. El siguiente “cuento” ejemplifica esto. Para retener un elefante en un circo, cuando éste es chiquito le ponen una especie de brida con pinchos y lo atan de una pata con una cadena, entonces cada vez que se quiere mover se pincha la pata. Intenta muchas veces hasta que después de un tiempo el elefantito piensa: “No se puede sacar la pata de un grillo como este”. Y cuando el elefante es grande, la gente del circo busca una estaquita chiquita y le atan la pata con una cadenita. El elefantito se mueve, y mueve la trompa, pero la pata que tiene el grillo no la levanta, ¡aunque el elefante con la fuerza que tiene podría levantar la estaca y la carpa entera del circo! Pero la pata de la cual está atado le recuerda que si la mueve va a sufrir dolor. ¿Cuántos creen que están atados a una circunstancia como ésta? Eso se llama desesperanza aprendida, y contamina al hombre. Porque una persona sin esperanza, es una persona sin emprendimientos, que no tiene ganas de intentar nada, y ya ha decretado que no puede alcanzar eso que podría. Imagina al pueblo de Israel cuatrocientos treinta años esclavos en Egipto… hasta que Dios dice: “Voy a levantar un libertador y se los voy a mandar”. Entonces lo busca a Moisés, pero los israelitas no pueden creer que han de ser libres.
Finalmente Dios con brazo extendido, con mano poderosa y haciendo tremendos milagros los saca y los libera del yugo de Egipto. Pero una cosa es liberarlos del yugo de la esclavitud de Egipto, y otra muy distinta es liberarlos de la mentalidad de la esclavitud. Y transitan por el desierto quejándose en vez de darle gracias a Dios porque son libres, y porque van a poder tomar decisiones, construir ciudades, y gobernarse ellos mismos. Ellos se acordaban de las cebollas, los ajos, y los pescados que comían en Egipto, y se quejaban contra Moisés y contra Dios, y decían: “Volvamos a Egipto”. Dios los llevó hasta el borde de la tierra prometida, y lloraron diciendo: “No podemos entrar allí.” Servían para esclavos, pero no para conquistadores. Muchos somos atropellados por este tipo de desesperanza aprendida, nos han enseñado, y hemos aprendido muy bien lo negativo, pero no hemos aprendido lo positivo.
El otro tema que causa mucho dolor es la falta de soporte. Los cardiólogos le llaman soporte social, a las relaciones familiares, amistades, amigos del club, hermanos de la iglesia; los sicólogos le llaman vínculos. Ese soporte, estructuralmente puede ser grande, pero funcionalmente puede ser más chico. Hay mucha gente que tú conoces, pero no todos tienen un vínculo tan fuerte contigo, lo importante es el vínculo funcional.
El Dr. Tripolone nos dio una estadística: Cuando una persona tiene cuatro o menos personas en su entorno, tiene 2.4 más probabilidades de sufrir un evento cardiovascular agudo. Las relaciones nos proveen de elementos esenciales, y si estos faltan, entonces nuestro organismo se intoxica literalmente. Así como la depresión y tristezas, generan toxinas dentro de nosotros, y liberan sustancias que nos hacen daño; del mismo modo sucede cuando las personas que están a nuestro lado no proveen una estructura de amor, perdón, protección y aprobación. Estas sustancias se meten dentro de las paredes de nuestras arterias, produciendo inflamaciones y lo que llamamos trombosis, generando así serios problemas de morirnos. A su vez se suman esas sustancias, a todas las que ingerimos y que producen el colesterol, como por ejemplo: grasa y huevos. Lo problemático sería quedarse en sillas de ruedas, quedar inutilizado de por vida, en lagunas, y ser estorbo para algunas personas.
¡No hay soporte más lindo que la familia! El soporte más importante es la propia familia, allí es donde básicamente recibimos amor, es el más lindo de los ingredientes.La Bibliale llama al amor, el vínculo perfecto. Cuando un bebé está en el vientre de su madre, jamás experimentará hambre, porque a través del cordón umbilical está recibiendo todo lo que necesita. Existe además una regulación de la temperatura, de tal manera que, si hace frío, el organismo de la mamá regula la temperatura. Todos los estudios que se realizan nos indican que es un lugar muy lindo para el bebé. Pero cuando se cumplen los nueve meses, se termina el contrato de alquiler y el niño no entiende qué está sucediendo… se pone de cabeza, da vueltas, y ahí está el ginecólogo tironeándolo para sacarlo de ese lugar, y el bebé piensa: “¡Estoy bien acá!” Pero siguen luchando para sacarlo. Y el lugar por donde sale es muy pequeño así que el ginecólogo le dice a la madre que tiene que empujar, y empujar, y el niño se pregunta: “¿Qué están haciendo conmigo?” Hasta que al final lo sacan del seno de la madre y lo cuelgan de las piernitas, porque tiene que llorar, y si no llora, le pegan hasta que lo haga. Enseguida lo colocan en una mesada, lugar donde nunca estuvo, y lo suben en una balanza, lo pesan, y el niño piensa: “¿Qué me están haciendo?” Es verdaderamente un trauma, nunca ha vivido algo así. Nunca pensó que llegar al planeta tierra era tan difícil, entonces comienza a sentirse un extraño, no sabe hablar, no sabe caminar, no sabe relacionarse, ni pedir, ¡No sabe nada! Es como que visita un país extraño, ¡No entiende nada! Después de haber vivido ese trauma, el niño se duerme. Y mientras duerme sueña que está otra vez en el vientre de la madre. Pero al rato experimenta algo atroz, que nunca antes había experimentado, que es el hambre. Entonces piensa: “¡Me voy a morir!… ¿Quién puede entender lo que estoy viviendo?” Y como no sabe hablar, no sabe comunicarse, no sabe cómo explicar lo que siente, y lo único que sabe hacer es llorar, entonces llora y grita. Aquí comienza a actuar el soporte, el vínculo, y viene la madre y dice: “¿Qué le pasa a mi bebé? Venga mi amor, mi ternura…” Lo toma en los brazos, lo mece, le da el pecho, y el niño comienza a experimentar el hambre, que son como unos cólicos que le dan a los bebés, entonces piensa: ¡Voy a tomar toda la leche que pueda porque nunca más quiero sentir lo mismo! Y comienza a succionar la leche ¡se quiere tomar todo! y ahí no sólo la madre comienza a darle la leche, sino también afecto. Y el niño puede sentir el calor de la piel de la madre, y sus deditos acariciando su rostro, y puede escuchar su voz, la misma que ya estuvo escuchando, estando en el vientre, y piensa: “Esa voz me resulta familiar…” Entonces se consuela, y comienza a sentir que no está solo, que vale algo, que alguien lo ama, y experimenta que la madre va dejar cualquier otra tarea si él llora, y va a sentir que vale la pena vivir. ¿Están entendiendo qué es el vínculo?
Lo más lindo es que nosotros los grandotes necesitamos el vínculo. Entonces ahí está nuestra esposa, nuestros hijos, nuestro pastor, y nuestros hermanos, quienes alimentan nuestra necesidad de afecto y de ser valorados. Si no me valoran y me aman, entro en frustración, en tristeza, en depresión, y empiezo a sentir que no vale la pena vivir. Darle amor, es como darle vitaminas a una persona. El apóstol Pablo dice en Romanos 5:5: “…el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” De tal manera que podemos amar a una persona que nadie ha amado antes.
La segunda cosa que nos brinda esta comunidad que es nuestro soporte, es el perdón. Todos necesitamos ser perdonados cuando nos equivocamos, y que no nos rechacen cuando fallamos. Es un aliciente muy grande que seas bienvenido a pesar de tus equivocaciones. El tercer elemento es la protección. He visto personas de cuarenta, y cincuenta años que se sienten desprotegidos, porque sus padres nunca le ofrecieron protección, porque nunca pudieron contar con ellos. Y el cuarto elemento es la aprobación. Los que nos rodean nos dan aprobación, significa que no están a la primera falta señalando el problema, sino que están dándote para adelante, y diciéndote: “Sé que no pudiste lograrlo, pero lo vas a lograr” Y esto te hace sentir que vales mucho, cuando te dan gestos de aprobación, no gestos negativos o de rechazo. Todo esto impide que vivas frustrado, y te alienta a tener esperanza.
Toda persona que se siente aislada, y que no tiene un buen soporte, tiene que amar y perdonar. Si estás necesitando que perdonen tus errores, tienes que perdonar y bendecir a la gente. El apóstol Pablo dice en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Si quieres que te aprueben o elogien, aprueba a la gente y elógiala. Recuerda que Dios puede darte un corazón nuevo lleno de amor: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” Ezequiel 36:26. Cuando te sientas débil tienes que darle una palabra de aliento a alguien, porque siempre hay alguien más débil que tú, y más necesitado. Y cuando empieces a ayudar y a levantar a otros, Dios te va a levantar a vos. Hoy Dios te abre los ojos para que comiences a mirar las necesidades de los demás, y te propongas que vas a sembrar en ellos una sonrisa y un abrazo. ¡Nada podrá superar el poder del amor de Dios! ¡La iglesia es el mejor lugar del mundo!
ANEXOS: