LA VICTORIA DE SIÓN - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA VICTORIA DE SIÓN

INTRODUCCIÓN

Dios anhela la victoria de sus hijos, que éstos tengan poder, gobierno, autoridad, fe, confianza y esperanza. Desea que sean un pueblo confiado, que sabe lo que hay que hacer, lo que hay que decir y a dónde ir. Un pueblo que aún en las circunstancias adversas, en medio de vientos y olas, esté seguro de que la decisión tomada es la correcta.

¡Estamos destinados a reinar! Un reino no deja de recibir embates, todo lo contrario: Atraviesa circunstancias difíciles y las vence.

Hoy estudiaremos la última etapa de la vida de David, en la que él llega con su gente a la fortaleza de Sión, un lugar inexpugnable. En todo el tiempo de la conquista de la tierra prometida, no lo había logrado Josué ni ninguno de los jueces que le sucedieron. ¡Nadie! El único que logró hacerlo fue David y la conclusión que sacamos es que obtuvo la victoria porque fue preparado por Dios, había cumplido los objetivos que Él le había encomendado, por lo tanto le fue entregada la fortaleza de los jebuseos, lugar donde se edificó lo que después se llamó la “ciudad de David”, es decir, Jerusalén.

DIOS ANHELA QUE CREZCAS

En el capítulo 5 de 2ª de Samuel, versículo 6, se nos relata el momento culminante en el que David con su gente se acerca a la fortaleza. Era un lugar elevado, tenía alrededor de 70 u 80 metros de altura sobre el nivel del mar. Una fortaleza que no había podido ser alcanzada nunca, por lo tanto, los jebuseos estaban muy tranquilos y seguros porque nadie había logrado vencerlos. Y del mismo modo, en la vida de cada uno de nosotros, hay demonios que se sienten seguros de sí mismos viviendo en estas fortalezas porque no nos hemos puesto a batallar contra ellas. De igual forma, también hay fortalezas diabólicas en la iglesia.

Dice este pasaje:

6Entonces marchó el rey con sus hombres a Jerusalén contra los jebuseos que moraban en aquella tierra;…” ¡Marchó con sus hombres! Cuando fue a pelear contra Goliat no tenía a nadie. En los inicios de la vida cristiana, uno enfrenta luchas en solitario, pero cuando se une al cuerpo de Cristo, las guerras que peleamos ya no son “de a uno” sino que forman parte de una visión, de una conquista de cuerpo. ¡Ya no necesitas luchar solo! ¡Dios te da una familia preciosa en Cristo! Lo importante de esta guerra de David es que ya no iba solito sino con un cuerpo de compañeros que habían sido formados en Adulam. Cuando los conoció, no eran maduros, sino amargados, afligidos y endeudados que se unieron a él por necesidad; este tipo de personas no son aptas para la guerra porque ven sus problemas más grandes que los del grupo. En la iglesia y en la vida del creyente, también ocurre lo mismo. Generalmente, en un 99% llegamos a Dios por nuestras necesidades, porque hemos tenido un quebranto familiar o financiero, o por una enfermedad. ¡Tu necesidad, es la oportunidad de Dios! En realidad, David no podía contar con esa gente que sólo pensaba en su miseria; pero cuando luchó en Sión, contra los jebuseos, ellos ya habían crecido, madurado y estaban dispuestos a servirle. ¡Ya no eran 400 amargados, sino los 400 valientes de David!

Asimismo Dios quiere que todo creyente llegue a un nivel de poder y de autoridad; somos un pueblo de reyes y sacerdotes, el creyente ha nacido en Cristo para vencer y gobernar, forma parte del cuerpo de Cristo, la iglesia es su esposa, Él está reinando por lo tanto su esposa también está llamada a lo mismo. ¡Has nacido para eso! Las etapas de Belén, de Adulam, de Hebrón y de Sión son las que transitamos aquí en la tierra, donde nos preparamos para reinar juntamente con Cristo. Dios quiere derramar su Espíritu sobre tu vida: espíritu de poder, de amor y de dominio propio. ¡Tienes que transformar lo que tocas! ¡Tienes que transformar tu familia, tu barrio, tu sociedad! Dios ha diseñado a la iglesia para ponerla en un lugar de autoridad, para que se posicione. Todo territorio que le hemos dejado al mundo, lo ha tomado el enemigo: Nos hemos alejado de la política, satanás se ha metido en la política, nos hemos apartado de la economía, y también ha tomado la economía. Dios anhela tener una iglesia posicionada, de influencia, con gente capacitada, pensante, inteligente, sagaz. ¡Dios quiere prepararte para eso!

Hay dos cosas importantes que te llevarán a ser una persona de victoria y te hará entender que realmente Dios te ha puesto como autoridad en el mundo: Primero, la preparación previa que Dios hace sobre tu vida; Dios te prepara desde el mismo momento en que naces en Cristo. Cuando eres un bebé espiritual, para lo único que sirves, es para buscar un David y llegas a él amargado, endeudado y afligido. El segundo punto es la unidad; Belén, Adulán y Hebrón también tienen que ver con lo que es la preparación previa pero cuando llegamos a Sión es esencial la unión. Cuando David llegó a las puertas de la fortaleza de Sión, lo hizo con un ejército unido, gente que se había hecho carne de su carne y hueso de sus huesos. En Hebrón comenzaron a gestarse relaciones firmes y estables, relaciones de pacto; en esa etapa, ya maduramos y no velamos tanto por nuestras necesidades sino que empezamos a tener una visión de grupo.

Sión es la fortaleza que nadie conquistó. Hay fortalezas en tu vida y en tu país que nadie ha conquistado pero que caerán en el nombre poderoso de Jesús. ¡Fortalezas que nadie venció pero que tú podrás vencer! No se trata de qué tan difícil sea la fortaleza sino qué tan preparado estés tú para hacerla caer. Para David no fue difícil porque estaba capacitado por Dios para la conquista; había llegado ese tiempo y le costó solamente un día destruir a los jebuseos que habían estado allí por cientos de años. ¡Sólo un día! ¿Por qué tan poco? ¿Por qué no fue tan difícil? ¡Muy importante: salió victorioso en la preparación previa! Fidelidad en lo poco, en lo natural, fidelidad en servir a otros en medio de “mis” necesidades, fidelidad en las relaciones… ¡Necesitamos ser gente fiel! Hay una clave entre la unidad y la fidelidad, debemos llegar a un punto de madurez tal, que establezcamos relaciones de pacto y podamos ver que las victorias no son individuales sino colectivas. El mayor enemigo no es la pornografía, la droga, el adulterio, el humanismo, el mayor enemigo está en nosotros y es la falta de unidad, el egoísmo y la deslealtad. Satanás jamás podría doblegar una iglesia unida. Hay fortalezas en tu vida que jamás las podrás vencer si no estás unido a la iglesia de Cristo. ¡No lo lograrás solo!

Cuando David conquistó la fortaleza de Sión, ya no eran 400 amargados sino 400 valientes; los que se convierten en valientes dejan de ser amargados pero los que no se deciden a ser valientes siguen amargados, incomprendidos, desechados. Sienten que son puestos de lado, que son rechazados pero lo que sucede es que no se han unido. Ellos ven y piensan diferente… ¡Tienen sus propios proyectos y su propia visión!

 

DEBES SER FIEL

El otro problema es que tú no puedes ser un gran conquistador prematuramente. Hay quienes aún no han salido de la fidelidad de limpiarse los dientes, de cortar el césped, de lavar las ollas y quieren reinar. Si tú no superas esas etapas, ¿Qué quieres que Dios te dé? ¡No te apresures! David, luego que fue ungido rey, tuvo que andar por las cavernas de Adulam escondiéndose. Muchas veces no entendemos cuál es el tiempo de Dios, no obstante, tenemos que ser fieles en el lugar y en el momento que estamos. Algunos se impacientan y se apresuran, consideran que no son valorados ni estimados, que el pastor no tiene entendimiento ni visión, y son como los niños prematuros que muchas veces se pierden por haber nacido antes de tiempo. Si Dios no te ha hecho madurar, no te apures. Cuando Dios te manda conquistar Sión es porque ya eres apto para hacerlo. Como dice la Biblia, a través de la fe y la paciencia se heredan las promesas. De lo contrario, uno se desespera y se hacen las cosas mal. Dios además, quiere que seas un conquistador 100 %; tienes que poseer una mentalidad conquistadora, Él no acepta victorias a medias, tiene un status para ti del cual no debes ni puedes bajar. Cristo no venció a medias, lo hizo al 100 %. El quiere reinar en tu vida para que también tú reines, gobiernes y seas un vencedor en tus circunstancias. Las peleas que libras no son tuyas sino de Dios, por lo tanto él te equipa y te envía a luchar pero no quiere que te conformes con un poco de victoria sino con un triunfo entero. Las fuerzas del diablo deben ser destruidas totalmente y para eso se requiere un corazón y una mentalidad especial. Dios está tratando de formar esa mentalidad en tu vida; si Dios te ha dado desafíos que consideras que no sirven, ¿qué más quieres que te dé? Tienes que llegar a una mentalidad de obediencia, tienes que entender que cuando haces algo, lo haces porque el Señor lo quiere y lo debes completar.

1º Samuel capítulo 15 nos cuenta la historia de la desobediencia de Saúl. El profeta Samuel le había dicho: “Cuando mi pueblo salió de Egipto le salieron en el camino los amalecitas, y los perturbaron y Jehová juró que iba de destruir para siempre la descendencia de Amalec” Y asimismo agregó: “Oye bien lo que dice el Señor. Levántate y destruye a Amalec, y destrúyelo totalmente, y no tengas misericordia… hombres, vacas, ovejas, ¡todo! porque Dios ha decretado que Amalec tiene que ser borrado de la faz de la tierra”. Saúl pues, vence a Amalec en la guerra, pero le perdona la vida al rey y a lo mejor del ganado. No entendió que no obedeció bien, y por tener una mente de “obediencia parcial”, lo cual significa también “derrota parcial” y “victoria parcial”, Dios lo desechó porque no estaba dispuesto a hacer 100 % lo que Él le mandaba. Reinar significa tomar la autoridad, no el 70 u 80 % de la misma. Saúl fue tildado de rebelde y desobediente por no aceptar la voz de Dios que le demandaba que cumpliera el 100 %. Dios quiere gente que esté dispuesta a afinar su oído para escuchar su voz y hacer la totalidad de lo que Él pide. En tu vida quizás haya cierto grado de victoria, pero no la total, de modo que alcanzas triunfos al estilo de Saúl. Si no tienes una mentalidad victoriosa, es porque aún posees una mentalidad desobediente y rebelde. Hoy debes arrepentirte de tener una mente cuasi obediente, cuasi despierta. Dios quiere darnos más, pero es necesario que nos arrepintamos de ser así. ¡Señor enséñame cómo debo hacer para cumplir 100 % lo que tú quieres! A ti te parece difícil pero para Dios no lo es, lo que él necesita es un corazón dispuesto. Dios se buscó otro hombre conforme a su corazón y ese fue David quien hizo todo conforme Dios le mandó.

Como anteriormente había mencionado, el otro punto es la unidad, ésta trae bendición. Salmo 133: 1-3 dice: 1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”. ¿Te imaginas al diablo maldiciendo a alguien a quien Dios ha decidido bendecir? ¿A dónde envía Dios bendición y vida eterna? Sobre aquellos hermanos que están unidos en armonía. Observen la promesa en virtud de la unidad que está en Levítico 26:8-9: 8Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros. 9Porque yo me volveré a vosotros,…“ Hay un problema en la iglesia: “El fuego amistoso”, tal cual ocurrió en Irak, donde un soldado mató a un amigo. Por impericia, por no estar en el lugar correcto, o sin querer… se mata a un compañero; este “fuego amistoso” también está en la misma iglesia, cuando un hermano hiere a otro y viceversa. Debemos estar unidos, para generar poder.

 

CONCLUSIÓN

Dios no ha enviado esta enseñanza para fracaso sino para victoria. ¡La elección es tuya! Tú eliges hoy de qué lado te pones pero Dios no dejará de hacer lo que él quiere. Si no puede hacerlo contigo, lo hará con otro. ¡El necesita un ejército como el de David! Gente madura que se pone al servicio de la causa. Necesitas urgentemente ponerte bajo autoridad. Si quieres victoria en las finanzas, tienes que unirte a una persona que entienda de finanzas, no le puedes preguntar a alguien que cayó cuatro veces en bancarrota. ¿Cómo hizo el pueblo de Israel para soportar tantos años en el desierto? ¡Sencillo! Delante de él estaba alguien, Moisés, que había estado 40 años en el desierto. ¡Si quieres victoria, debes seguir a alguien que tenga victoria! Tienes que aferrarte a alguien, pues Dios te ha puesto bajo autoridad. Quien honra la autoridad, honra a Dios, quien deshonra a la autoridad, a Dios deshonra. Él no pondrá a nadie en autoridad si primero no sabe estar bajo autoridad.

¡Hoy Dios te desafía! ¡Tienes que tomar una decisión! Los valientes de David fueron inspirados por él, lo siguieron y le fueron fieles. Dios necesita personas leales, no timoratas que van para aquí y para allá. ¿Puede contar Dios contigo o no? ¿Te quedarás en Adulam o avanzarás? El creyente promedio, (mediocre) se ha puesto en la posición del mundo: Desprecia el señorío y la autoridad de Jesús y se queda habitando en tierras bajas y arenosas. No se animan a subir pero para conquistar Sión hay que subir. ¡Has nacido para triunfar! Hoy eres desafiado a hacer un pacto con Dios de lealtad y de fidelidad. ¡Él te necesita fiel! No te quedes en las arenas bajas, ven y únete al ejército de Dios que conquistará Sión. Saúl había reinado sin poder echar a los jebuseos, pero David lo logró; si tienes una preparación como la de David, puedes echar a quien sea en un solo día. Si estás dispuesto, haz esta oración ahora mismo:

“Señor me humillo delante de ti y decido ser fiel en lo poco, fiel en lo natural. ¡Perdóname Señor porque te he fallado! He vivido lejos de ti, haciendo mi voluntad, sin tener en cuenta lo que tú quieres… limpia mi corazón, purifícalo con tu sangre preciosa. ¡Dame un corazón conforme al tuyo! ¡Que sea fiel como tú lo eres! Decido que cuidaré de los detalles de mi familia, de mi casa, de mis negocios, el trato con mi prójimo. Comenzaré a servir a otros en mis necesidades, compartiré mi pan con otros, mi bebida y mi techo. Haré fiesta para aquellos que no pueden devolverme, le daré comida al hambriento, velaré por los que te necesitan. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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