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INTRODUCCIÓN
Leemos en el Salmo 1:1: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”.
Bienaventurado significa dichoso, feliz. Hay demonios malos y hay gente mala; hay personas que aun sin darse cuenta siguen algún consejo malo, el consejo de los demonios o de personas que no están bajo la autoridad de Dios y no conocen su obrar, pero aconsejan igualmente. Muchos cristianos no se animan a servir a Dios porque alguien les aconsejó que no lo hicieran y obedecen al consejo de los malos más que al consejo de Dios.
No necesariamente la familia es mala, pero a veces no entienden los planes que Dios tiene para tu vida y tú tienes que responderle a Dios en primer lugar. También debes conocer qué pensamientos tienes, que no son de Dios, que parecen buenos y razonables pero son pensamientos que provienen de la oscuridad. La Biblia dice que es feliz el hombre que no anduvo en consejo de malos y que no se junta con pecadores. Una cosa es juntarse con pecadores para predicarles el evangelio y otra cosa es participar de las actividades pecaminosas de esas personas. Estar en camino de pecadores significa, frecuentar lugares que no convienen y participar de conversaciones que no son convenientes, por ejemplo, que son contrarias al pensamiento de Dios.
Por otra parte, dice la Biblia que es dichoso el hombre que no se ha sentado en silla de escarnecedores. Escarnecer a una persona vendría a ser, “sacarle el cuero”, en el dialecto vulgar. Eso tiene que ver con el chismerío o chisme. Dichoso es el hombre o la mujer que no se junta con chismosos. El que anda en chismes no es feliz; el que camina en camino de pecadores no es feliz, y el que anda en consejo de malos, tampoco es feliz. ¿Dónde está la felicidad entonces? Mi abuelo escribió una breve historia de su vida, y le puso como título: La historia de un hombre feliz. Qué bueno sería que tú puedas escribir a partir de hoy la historia de un hombre o de una mujer feliz. Y no importa cómo ha sido tu historia hasta hoy; no importa qué tan malas han sido tus circunstancias. Muchos señalan que no han podido ser felices por culpa de alguien, pero quiero decirte que Dios puede enterrar hoy tu pasado y hacer de ti una persona nueva. La Biblia dice que el que está en Cristo es una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas.
CAMINAR EN LUZ, TE HACE FELIZ
Muchos de los parientes de mi abuelo que vivieron en Italia, rechazaron a Jesús y despreciaron a mi abuelo por haber abrazado el evangelio. Entonces mi abuelo decidió venir a América para poder formar una familia en el evangelio. El Señor dice en su palabra: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20).
Mi abuelo puso por título a su historia: “La historia de un hombre feliz”, pero no significa que todo le fue bien, porque la felicidad no depende de las buenas circunstancias, ni depende de tus adquisiciones. La felicidad no es por causa de lo que has logrado como un buen matrimonio, el dinero o las metas que has alcanzado. ¡Nada de eso te puede dar la felicidad! La felicidad es producto de tu caminar con Dios. Quienes caminan en luz no andan en consejo de malos ni están en camino de pecadores, ni se sientan en silla de escarnecedores porque están alumbrados por Dios y no están en tinieblas. Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo”. El reino de Dios es un reino de luz y ahí no hay tropiezo, no hay confusión ni equivocaciones. Donde hay luz, hay decisiones serias y seguras, hay esperanza y paz. Donde está el reino de las tinieblas hay confusión, inseguridad y se toman malas decisiones, por lo que decimos que tú puedes ser feliz si estás en el reino de Dios, de lo contrario, si estás en el mundo de las tinieblas no encuentras la felicidad.
Mi abuelo estuvo tres meses internado porque donde se hallaba su pelotón había caído una bomba, sin embargo, él cuenta que se sentía feliz porque pudo predicarle el evangelio a los enfermeros y doctores. Mi abuelo declara en su historia que estuvo en la guerra, que cayó enfermo, que pasó frio, hambre, etc., pero Dios estaba con él. Por eso escribió la historia de un hombre feliz. La felicidad no te la da las circunstancias sino tu caminar con Dios. Mi abuelo cuenta en su historia que pasó muchas vicisitudes y situaciones conflictivas, pero sabía que Dios estaba con él.
El justo camina en la luz, mas el pecador anda en tinieblas porque tiene el corazón entenebrecido. El pecador no tiene la presencia del Espíritu Santo alumbrando su mente y sus decisiones, mas el justo tiene al Espíritu del Señor alumbrando su camino. El salmista declaraba: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. La palabra de Dios es la espada del Espíritu. Jesús dijo: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Y la Biblia señala que la palabra de Dios es viva y eficaz. ¡No está muerta sino que vive! Cuando tú te alimentas de la palabra de Dios, estás comiendo vida; comes la carne de Cristo y bebes la sangre de Cristo. El justo camina en luz, el pecador anda en tinieblas; y donde hay tinieblas no se ve bien. Cuando el justo está en el reino de la luz es movido su corazón, su intelecto y sus decisiones por el Espíritu de Dios. Y el Espíritu de Dios te guía a toda verdad, no te engaña, no te miente ni te hace caer. El espíritu satánico te engaña y te hace caer; te tuerce la verdad haciéndote creer que la mentira es verdad y la verdad es mentira. Así que no se trata de pedirle a Dios que mejore tus circunstancias sino que quite tus tinieblas y te alumbre con la luz de Cristo. Tu vida no va a mejorar si tienes un mejor sueldo o si ahorras dinero para comprar lo que tanto anhelas; tu vida mejora con la presencia de Dios a pesar de la falta de dinero, de la falta de trabajo y a pesar de los conflictos familiares.
En el reino de la luz gobierna el Espíritu de Cristo y en el reino de las tinieblas gobierna satanás y sus demonios. ¿Dónde está el reino de las tinieblas? Algunos preguntan si pueden ir a bailar u objetan qué tiene de malo ir a bailar. En las tinieblas domina satanás y operan sus demonios. Así que las tinieblas están en cualquier lugar donde dominan los demonios, y la luz está en cualquier lugar donde domina el Espíritu Santo. ¿Puede ser que un cristiano esté endemoniado? ¿Hay cristianos que hacen cosas de endemoniados o no? ¡Sí! Hay cristianos que engañan a su cónyuge, mienten, estafan, esconden la verdad y no quieren que se sepa lo que ellos piensan y hacen. En esas cosas se mueve el reino de las tinieblas. En cualquier lugar donde hay oscuridad hay pecado, hay maldad, hay enemistad contra Dios y están los demonios operando. El reino de las tinieblas no es un lugar físico y está en cualquier lugar donde Dios no tiene cabida; donde se le da lugar a Dios, allí está la luz y esta su reino.
Leemos en Judas 1:6 (éste no es el que entregó a Cristo, sino que fue otro de sus seguidores): “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”. No es que abandonaron su lugar físico ya que el reino de Dios no es un lugar físico; es una dimensión en la que Dios se mueve con libertad. El reino de Dios opera en personas que tienen su corazón abierto. Hay personas que después de haber conocido el evangelio abandonaron su morada, pisoteando su dignidad, entrando en el reino de las tinieblas donde todo es confusión.
Hablé con una joven que desde niña participó en campamentos de niños y de jóvenes cristianos, pero a la edad de dieciséis años se aburrió del evangelio, dejó su dignidad, abandonó su propia morada y se juntó con un hombre. Cuando dejó entrar en su corazón deseos que no son de Dios y creyó que podía hacer libremente los deseos de su carne, se juntó con un muchacho quien terminó golpeándola, maldiciéndola y despreciándola como cuando era niña. Este hombre la embarazó y la dejó. Ella, en su tristeza y en su fracaso, volvió a la iglesia a buscar a Dios. La joven ha asumido las consecuencias de haber aceptado pensamientos que no eran de Dios, y aunque no entendía que no eran de Dios, cuando se apartó y se unió con el muchacho, ella sabía que estaba haciendo mal. Y ahora abraza a un niño que carece de padre y aún ella se quedó sola sin esposo. En un tiempo ella ha sido alumbrada y en otro tiempo vivió en tinieblas, pero Dios la ama y quiere restaurarla. Dice la palabra de Dios en Job 14: 7 al 9: “Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá, y hará copa como planta nueva”.
¡En Cristo es posible levantarse aún de la misma muerte! Hay testimonios de personas que murieron sin Cristo y camino al infierno, Jesús las alumbró y les dio la oportunidad de volver a la vida, y volviendo a vivir le entregaron su vida al Señor. ¡Aún en la misma muerte Dios puede darles oportunidad a las personas! En Cristo hay esperanza cuando ya no hay esperanza.
ESTAR EN OSCURIDAD TIENE CONSECUENCIAS
Viene a mi memoria una mujer y su esposo que eran colaboradores fieles en la iglesia; en un tiempo, la mujer se enojó con alguien, y como siempre digo, el resentimiento es peligroso. La mujer se enfrió, se apagó el fuego en su corazón y se apartó ella y su esposo. Tiempo después se divorciaron y él en cuestión de veinte años ha tenido varias novias y aún no ha encontrado una que llene su vida. Ella también ha tenido varios novios. Su hija ha estado viendo todo ese panorama y vive trastornada por causa de la historia de su padre y de su madre. La mujer conoció un hombre que tenía hijos, con quien se fue a vivir ella y su hija, pero comenzaron los problemas de convivencia entre los hijos de su pareja y su hija, y la mujer no le creía a su hija cuando le contaba lo que pasaba en la casa. Como la casa era chica, pensaron en hacer una o dos piezas más, pero su pareja no tenía dinero y ella sí tenía ahorros. Entonces la mujer me pidió que la aconsejara y le advertí que su situación era muy insegura, la casa no era de ella, y no era seguro si seguiría con el hombre. De todas formas, la mujer invirtió todo su dinero en la casa para hacer las piezas, pero eso no ayudó en nada porque los problemas siguieron. Tener una casa mejor te puede alejar de Dios, es preferible vivir en una choza, pero abrazados de Cristo. Cuando se peleaban, el hombre le decía que esa era su casa y que si no le gustaba, se podía ir. ¿Cómo llevarse ahora los ladrillos de las piezas? Los hijos del hombre, la madre de él y un tío que vivía en la propiedad le decían que ella no era nadie y no tenía derecho a nada, y la mujer ya había invertido todo su dinero en esa casa. Hasta que un día uno de los hijos del hombre le pegó y cuando éste llegó a su casa, la mujer le contó lo sucedido, pero él le preguntó a su madre y a su tío si era cierto, y ellos tergiversaron todo por lo que el hombre la echó de la casa.
La hija estaba feliz por haberse ido de ese infierno, pero la jovencita no era de Cristo y el pecado la arrastraba. La mujer terminó reconociendo que yo tenía razón en cuanto al consejo que le di y ella no hizo caso perdiendo todo. Ahora el hombre le estaba pidiendo que vuelva con él y ella me preguntaba qué hacer a lo que le dije que ya no tenía más consejos para darle porque no hizo caso a ninguno. ¡Ni siquiera para escuchar un consejo tienen luz y esto sucede con mucha gente! A veces pienso que estoy gastando mi tiempo en aconsejar si de todas formas no escuchan lo que les digo y terminan haciendo lo que quieren. Al final le dije a la mujer que ella debía abrirle su corazón a Dios, que su problema no era la casa ni si debía volver o no con el hombre, sino que necesitaba la luz de Dios y permanecer en su reino. Con casa o sin casa, con esposo o sin él, Dios te puede dar paz y te puede hacer feliz. ¡Con familia o sin familia Dios te puede dar la felicidad! La felicidad la da la presencia de Cristo en tu vida; no se trata si puedes comprar una casa porque eso no solucionará el problema de haberte unido en yugo desigual con alguien que Dios no te dio. ¡Cuántas decisiones has tomado en tinieblas sin permitir que el Señor te alumbre! ¡Cuántas veces te has apurado! En la oscuridad pululan los demonios y esto no es chiste; en la oscuridad los demonios engañan y llenan a la gente de argumentos, pensamientos y sentimientos que parecen buenos, y Dios termina siendo el malo. A la mujer no le ha faltado consejo, pero sí le faltó luz. Tú puedes ser cristiano, pero tomar decisiones en oscuridad. Cuando la Biblia dice que los ángeles abandonaron su propia morada, así escribió Judas, eso no significa abandonar el lugar sino abandonar la luz, abandonar el señorío de Cristo y la ley de Dios.
Leamos nuevamente el Salmo 1:1 y 2: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”. No se trata de tener un mejor sueldo, o un mejor trabajo; no se trata de agrandar la casa ni tener otro matrimonio. Se trata de deleitarse en la ley de Dios, y su ley es su voluntad, su deseo y su propósito.
Satanás se mueve en cualquier lugar donde haya tinieblas, y donde hay alguien que ignora a Dios, su mente y su corazón permanecen en tinieblas, y ahí se aprovecha el diablo. Siempre hay una puerta abierta para que él se inmiscuya. Pedro no negó a Cristo porque sí nomás; satanás pidió permiso a Dios para zarandearlo. Así está escrito en Lucas 22:31 y 32: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Y Pedro desestimó el consejo de Cristo. “Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. ¿Cómo se le ocurre a Dios darle permiso a satanás para zarandear a Pedro? Antes de este hecho, Pedro había estado discutiendo con sus compañeros quién era el más grande. Y el más preponderante y famoso, el valiente que le cortó la oreja a un soldado fue Pedro. Me lo imagino creyéndose el más importante cuando Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. A ningún otro se lo había revelado el Espíritu Santo, sólo a Pedro, y éste andaba medio envanecido. Señala la Biblia en Mateo 16: 21 y 22: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. ¡Se metió a darle consejos a Jesús! “Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Somos tentados continuamente por más cristianos que seamos. Pedro era un hombre arriesgado que quería servir a Jesús, pero era carnal y el Señor le declaró que satanás había pedido para zarandearlo. ¿Y por qué le da permiso Dios a satanás para hacer eso con Pedro? Porque éste estaba pidiendo a gritos una prueba ya que había abierto puertas a la oscuridad en su corazón. Dios es justo y si tiene que autorizar a satanás para que te sacuda, así será. ¿Pero cómo Dios va a permitir semejante cosa? Para Dios la zaranda es buena porque separa la paja del trigo. Pedro lloró amargamente después de haber negado a Jesús, pero se arrepintió. Y el Señor le preguntó: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo…Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo… Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo…” (Juan 21)
Ese zarandeo ha sacado la paja y ha dejado el trigo. Jesús le había dicho a Pedro en una oportunidad: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:19). ¡Hasta los zarandeos de Dios son buenos!
Satanás se relamía creyendo que lo iba a destruir, pero Cristo oró por él para que su fe no faltara, y Dios lo levantaría luego. ¡A los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien! Donde está Dios hay luz y fuera de Él hay tinieblas. No es por circunstancias favorables que consigues la felicidad sino por tu caminar con Dios y por vivir en su luz.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.
CONCLUSION
Donde está el consejo de Dios hay luz; puede haber oscuridad alrededor, pero en tu vida hay luz. Ahí opera el Espíritu Santo, ahí está la bendición del Señor y se mueve por generaciones. Dios, no sólo te quiere bendecir a ti, sino que también quiere bendecir tus generaciones. El árbol representa todo lo que viene después de ti como consecuencia de tu fe y de tu caminar con Dios. Por donde vayas vas a prosperar, elegirás a tu esposo o esposa y te irá bien, en tu trabajo y tu economía te irá bien; es cuestión de caminar con Dios y te irá bien en todo. No es cuestión de pedirle a Dios bendiciones; es cuestión de caminar con Él y el Señor te bendecirá. ¡Dios está mirando lo que puede hacer con tu historia de aquí hasta la eternidad!
Yo le doy gracias a Dios por mi abuelo, porque caminó en bendición y no le importó estar casi muerto, sino que para él fue más importante predicar el evangelio. Yo agradezco al Señor porque mi abuelo lo respetó toda su vida. Cuando éramos niños, íbamos sus nietos a la casa de mi abuelo y él a la noche nos sentaba y nos daba a uno de sus nietos, un libro llamado Manantiales en el desierto para que leyéramos una meditación; y mi abuelo era estricto en eso. Todos los días teníamos que leer una meditación de ese libro. A uno le decía que leyera y cuando finalizaba le pedía a otro de sus nietos que explicara lo que había leído el primero. No nos íbamos a dormir sin antes compartir las enseñanzas. ¡Ese era mi abuelo! Él no salía a trabajar a la mañana sin orar y sin bendecir a su familia. Yo puedo decir con total certeza que tengo la fe de mi abuelo. He visto el resultado de su fe y ahora tengo fe para declarar que mi descendencia será bendecida. Mis hijas son mujeres bendecidas, aman a Dios y tienen temor del Señor. ¡Bendito sea el Señor! Ellas le están enseñando a orar y a creer en Dios a sus hijitos.
Dios guarda para cada tiempo y para cada etapa de la vida bendiciones para que podamos deleitarnos en esas cosas que Él tiene preparada para nosotros. “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). Yo estoy viendo la bendición que Dios trae a la descendencia de mi abuelo. Cualquiera sea tu situación, Dios tiene planificado bendición para ti.
Hay personas oprimidas queriendo hacer algo que saben que Dios no quiere que hagan. Tienes cosas ocultas en tu corazón que no quieres que nadie se entere. ¡Ya Dios está enterado! Libérate de tus pecados y pídele al Señor que saque a luz los verdaderos deseos de tu corazón. A veces el corazón no entiende, no ve y está agarrado a razonamientos, pensamientos y deseos que parecieran que no son malos. Pero tú tienes que responderte una pregunta: ¿Es de Dios o no lo es? Tu trato es con Dios. No esperes que bendiga tus decisiones, bendice tú al Señor aceptando lo que Él quiere y haciéndolo, y el Señor bendecirá tu existencia.
Si estás encaprichado con algo, pero sabes que no es de Dios, sino un mero capricho, contéstate esta pregunta: ¿Dios quiere? Si Dios quiere hay bendición; si es un capricho tuyo, hay problemas, hay tinieblas y eso abre puertas a los demonios. Mantente en una posición obediente a Dios. Dile: “Señor alumbra mis tinieblas. Espanta a los demonios que pululan a mi alrededor. Cubre con tu sangre preciosa mis pecados. Quiero cerrar en este día todas las puertas que están abiertas a cualquier mover de las tinieblas. Transfórmame Señor en una persona obediente a tu consejo y a tu voluntad. ¡Alumbra mi vida Padre, te necesito Dios! Quiero que hagas de mí un árbol plantado junto a las corrientes de agua que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prospera”.
ANEXOS: