Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
INTRODUCCION
Casi al final del libro de Apocalipsis en el capítulo 19, versículos 7 y 8 leemos: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.
Y Mateo 22:2 habla de una parábola que enseña Jesús a una multitud, y dice así: “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo”. Lo que entiendo yo es que, desde el comienzo de la historia de la humanidad hasta el fin de los tiempos, Jesús nos enseña acerca de un plan de Dios, y se trata de que el Padre busca una novia para su Hijo, y le preparará una fiesta de bodas.
Todo lo sucedido desde el Génesis hasta el Apocalipsis y todo lo que sucede en la tierra es el esfuerzo de Dios para seleccionar, para atraer y apartar personas, las cuales serán partícipes de esa gran fiesta. Tú dirás: “¿Tanto lío por una fiesta de bodas?” ¡Sí! Escudriñando acerca de este asunto, me he dado cuenta de que Dios creó el planeta Tierra con el propósito de crear al hombre y otras muchas cosas que no hay en otros planetas. Dios ha puesto abundancia de vida en nuestro planeta. Si vemos fotos del planeta Marte es totalmente inhóspito; pero nuestro planeta es muy especial porque hasta en un charquito de agua hay vida. Cuando hicimos el primer tajamar en Monte Beraca no sabíamos qué peces sembrar, y entonces viajamos varios kilómetros al norte del país para conseguir peces que distribuía un organismo el estado. Por ejemplo, sembramos alevines; y pasado un año, quisimos pescar algo, y lo primero que sacamos fue una tararira. ¡Pero nosotros no habíamos sembrado esa clase de pez! Nos explicaron que las aves habrán pisado donde estaban los huevos de las tarariras y cuando emprendieron vuelo, llegaron al tajamar, y al posarse sobre el agua dejaron los huevos allí. ¡Hay vida abundante en el planeta!
Pero hay un ser especial, creado por Dios, a quien ha puesto en este planeta, el cual se ha convertido en una especie de invernáculo donde Dios siembra sus semillas y extrae sus plantines; a quienes purifica, santifica, y les da vida eterna para luego llevárselos a su reino y que formen parte de la novia de su Hijo.
LA FIESTA MÁS IMPORTANTE: UNA BODA
Para nosotros son importantes las bodas. Cuando la pareja se casa hace una fiesta grande, distinta a cualquier otra fiesta. Invierten en la fiesta mucho dinero. Recuerdo una pareja que, por siete años, mes a mes, día a día juntó dinero para su fiesta de bodas. El casamiento aquí en la tierra es un paralelo de la boda de Jesús con su iglesia. Porque es importante lo que va a pasar en el cielo es importante lo que pasa en la tierra con las bodas. Hasta el que no tiene mucho, procura ponerse lo mejor que tiene y hacer una gran celebración con lo que tiene. En países de oriente la boda es una transacción que hacen los padres de los novios. Cuando nace una niña, los padres comienzan a buscar con quién casarla. Ellos pretenden que quién se case con su hija sea una persona de buena familia y tenga una buena relación con ellos, etc. Hay culturas en que los padres de la novia pagan a los padres del novio una dote; y en otras, los padres del novio pagan la dote a los padres de la novia. Así es en medio oriente. Y es que la novia vale mucho, y si la aman tanto, entonces que paguen por ella. De aquí aprendemos que cuando uno ama se sacrifica por lo que ama. El amor es la esencia de la pareja que se casa, ya que, si no hay amor, la boda no tiene sentido. Y si hay amor, entonces hay valor; pero cuando dejas de valorarla comienzas a verle los defectos y a criticar a tu cónyuge. Cuando amas buscas la manera de expresarle a la otra parte lo mucho que la amas y la valoras, y lo haces con palabras lindas o con hechos.
Dios ha estado organizando la boda de su Hijo, y Él también tuvo que pagar un precio muy alto para comprar a su novia; el precio de la dote que tuvo que pagar fue la sangre preciosa de su propio Hijo. Jesús entregó su sangre para comprar y rescatar a su novia.
En la Biblia encontramos una historia interesante y es cuando Abraham manda a uno de sus siervos a buscarle novia para su hijo Isaac. Abraham estaba muy viejo; ya era un hombre de viejo cuando tuvo a Isaac. Una de las preocupaciones de Abraham era saber quién se casaría con su hijo y no quería morirse sin dejar resuelto ese asunto. Así leemos en Génesis 24:2 al 4: “Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac”. El criado tomó diez camellos de su señor y toda clase de regalos escogidos para pagar la dote por la mujer que sería esposa de Isaac. Y clamó a Dios para que prosperara su camino y pudiera hallar mujer para Isaac.
Dios ha organizado una boda a la que no cualquiera podrá entrar, y los que van a participar de ella es porque el Padre del novio ha provisto inclusive las vestimentas de los que van a entrar. Nunca tendrás una ropa como la que Dios te dará; y los que participen de las bodas tendrán ropas blancas y resplandecientes. Todo acontece de tal manera que cuando se complete el número de los escogidos, esos formarán el cuerpo de Cristo, del cual Él será la cabeza. Su novia será su esposa; será parte de Él. Seremos uno con el Señor y Él con nosotros.
La historia manifiesta que las bodas también se llevaban a cabo para hacer alianza entre las naciones. Una princesa que se casaba con el futuro rey de una nación se convertía en reina y heredera de ese reinado. A nosotros se nos ha prometido lo mismo ya que dice la Biblia que reinaremos juntamente con Cristo, eternamente. Hay que ver qué tan interesado o interesada estás de ser parte de esa boda. A esa boda asisten los que han sido perdonados y limpiados con la sangre del Cordero de Dios y a quienes se les ha hecho ciudadanos de un nuevo reino que no es de aquí abajo.
CASARSE TIENE UN PRECIO
El día de su boda la novia deja su casa y su familia para unirse con su novio. La novia también paga un precio importante. El que ama paga y se sacrifica por quien ama. Si amas a Dios no te pueden distraer las circunstancias, los negocios, los amigos o familiares; tampoco tus metas. Tienes que demostrar que el valor más grande que tienes es Jesucristo, y no tu casa, ni tu familia o estudios. El valor más grande que tienes se llama Jesús y Él merece ser amado por sobre todas las cosas. ¡No cualquiera será su novia! Esa novia es selecta y especial; y dice la Biblia que el Señor la ha limpiado, la ha blanqueado para que esté preparada para casarse con Él.
Jesús dijo: “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir” (Mateo 22:2 y 3). ¡Los invitados no quisieron ir a la boda! ¿Cómo es que los invitados no quieren participar de semejante boda? Dice Mateo: “Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron” (Mateo 22:4 al 6). ¡Todo está listo! ¿Tienes mucho que hacer? ¿No tienes tiempo? ¿Estás muy cansado o cansada? ¿Tienes cosas más importantes que atender? ¿Estarás presente o no? No estés tan preocupado por lo que vas a comer o a vestir; no estés tan preocupado por tu techo. El Señor dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). No sea que un negocio, tu casa o alguna preocupación te hagan olvidar que tienes un llamado de parte de Dios, que la prioridad de tu vida tiene que ser Él, y que Cristo tiene que ser tu primer amor. La única manera de demostrarle al Señor que Él es tu primer amor es que le demuestres que no hay nada en tu vida más importante que Él. Quien marca las prioridades de tu vida es Dios. Él marca el propósito de tu vida y no tú; si eres cristiano. Los demás pueden hacer lo que se les dé la gana. Pero si le has dado a Jesús tu vida, significa que Él puede hacer uso de ella.
¿ESTÁS DISPUESTO A PAGAR EL PRECIO?
Un joven de la iglesia, por dos años ha insistido que Dios lo ha llamado para ir a Haití. Yo no le hacía caso porque pensé que era algo sentimental; y la verdad es que me tienen harto esos que dicen que tienen un llamado y luego se quieren volver, y los pasajes no son nada baratos por lo que es necesario estar bien convencidos de que Dios los ha llamado. Pero llegado el momento en que necesitaba gente para Haití, le pregunté si estaba seguro de querer ir a Haití y me dijo que sí. Todo lleva costo: la vacuna, el pasaporte, los pasajes y trámites en general. Hay que sacar un pasaje de ida y de vuelta, y a los tres meses se vence; aunque nosotros le damos el pasaje de ida solo. Resulta que este joven, que fue a Haití le recordó al pastor encargado que se estaba por vencer el pasaje y que él creía que ya cumplió su tiempo e hizo como el Señor quería.
Tomamos decisiones y no nos damos cuenta que estamos haciendo a un costado a Jesús; y el Señor nos quiere formar para ser parte de su cuerpo, su iglesia, su esposa. Aquellos que estamos consientes de eso seremos su esposa en su reino y reinaremos juntamente con Él por la eternidad. Cuando los afanes de la vida te ganan espacio dejas de darle espacio a Dios. Y Dios hoy te reclama que Él tiene que ser el único y el primero en tu vida siempre.
Estamos viviendo tiempos muy difíciles. Yo sé que Cristo viene, y el juicio viene sobre la tierra. No falta mucho, apenas unos detalles; y yo voy a estar en las bodas del Cordero. ¡Yo creo en Jesús y mi prioridad es Él! A pesar de todo lo que está aconteciendo en el mundo la novia de Cristo está confiada y tiene paz; su novia espera el día de la boda. Aquellos que creen en Cristo Jesús han recibido perdón de pecados, han recibido vida eterna y el Señor los hace uno con Él; los hace su esposa. ¡Pronto estaremos en las bodas!
Dice Apocalipsis 19:7: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”. ¡Prepárate porque están cerca las bodas del Cordero! La historia se acaba con las bodas del Cordero. Lo que viene después es el milenio y luego la eternidad. Algunos de los que el padre del novio invitó a las bodas se habían ido a su labranza y otros a sus negocios. Y dice el relato de Jesús en Mateo 22:8: “Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos”. ¿Cuántos se consideran dignos de ser convidados? Somos dignos lo que hemos sido llamados y hemos aceptado ese llamado. Hay quienes no lo tienen claro. Las bodas están listas, mas dice la Biblia que los convidados no eran dignos. Entonces dijo el Padre: “Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis”. Esto es lo que hace la iglesia cuando sale de las cuatro paredes a la calle en busca de los drogadictos, de las prostitutas; cuando sale en busca de los quebrantados y desamparados y estos dicen sí. Esos que andaban en caminos de muerte, reciben vida y estarán vestidos de lino fino y resplandeciente en las bodas el Cordero.
Hablé con una mujer que se iba a bautizar, pero estaba preocupada. Cuando hablé del perdón de los pecados ella se puso en el grupo de los que necesitaban ser perdonados. Antes de bautizarlos oramos, y los cuatro o cinco que estaban en el grupo expresaron que necesitaban el perdón de sus pecados antes de tomar la decisión de bautizarse y cuando oramos realmente recibieron el perdón. Cuando me acerco a la mujer la veo llorando y le pregunto si cree que Dios perdonó sus pecados y me dijo que no sabía si había sido perdonada. En su pensamiento íntimo ella guardaba un pecado que pensaba que Dios no se lo iba a perdonar. Resulta que se había prostituido por muchos años y fruto de eso tuvo tres hijos, cada uno de hombres diferentes. La hija más grande, de doce años, no sabe quién es el papá y quería saber por lo que le reclama a su madre. La mujer recordaba a un hombre en especial y pensó que tal vez él sería el padre; le pidió al hombre para hacer un examen genético pero los resultados arrojaron que no era el padre de su hija. Fue una gran desilusión para su hija la que comenzó a odiarla más todavía. La mujer me dijo: “Mi pecado hizo que mi hija me odiara y esto no tiene perdón de Dios”. Recordó a otro hombre al que también le pidió hacerse un análisis, pero también dio negativo; y la mujer está desesperada porque no sabe a cuántos hombres más pedirles que se hagan el estudio genético. Mientras tanto su hija no quiere saber nada con ella. La mujer vive con sus tres hijos y con su pareja, que no es el esposo, sino que está juntada. Nunca se casó. Ella conoce el evangelio desde pequeña, pero se alejó. Su versión era que estaba con el hombre porque en siete años que llevaban juntos lograron comprar un terreno y se hicieron una casa. Le dije que le dejara la casa y el terreno y que no pecara más. Ella anhelaba ser perdonada pero no estaba dispuesta a perder el terreno ni su casa. Ahí supe que se iría triste sin el perdón de sus pecados porque amaba más sus posesiones. Detesta a su pareja, pero tiene un terreno con él.
¿Entiendes quiénes son esos que se vuelven a sus negocios y quehaceres, pero no son capaces de obedecer a Dios? Me hace acordar al relato del joven rico cuando le dijo a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”. El joven conocía todos los mandamientos, los cuales guardaba, pero le faltaba algo y el Señor le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Marcos 10:21 y 22). Me pregunto si amas a Dios. Y si lo amas, ¿cómo lo vas a demostrar?
CONCLUSIÓN
La conclusión de esta palabra que te comparto se encuentra en Mateo 22:14; Jesús termina la enseñanza diciendo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”. ¿Cuántos por el deseo de tener a alguien y no sentirse solo o sola, o por el anhelo de tener una casa van a vender a Cristo? Hay otras cosas que demuestran si realmente amas a Cristo o no. Dice la Biblia que cuando Jesús fue crucificado, los soldados se repartieron entre ellos sus vestiduras. ¿Por qué? Jesús estaba desnudo colgando de la cruz y Él sabía que iba a pasar por eso, pero no se avergonzó porque te amó. Fue la muerte más horrible y bochornosa para alguien. Sin embargo, Jesús pagó ese precio por ti. ¡Él no se avergonzó de ti! Pero aseguró: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26). Están esos que no dicen que son cristianos porque no quieren problemas con su familia o amigos. ¿Cuánto vale para ti el evangelio como para pagar el precio del desprecio y la burla? ¿Qué tan valioso es formar parte de la boda del Cordero? Si no le predicas el evangelio a tus parientes es porque no te importa si se pierden porque tu quieres estar bien con ellos y que no se burlen de ti. No le cuentas a tus compañeros de estudio o del trabajo que eres cristiano o cristiana para no pasar vergüenza. No te animas a hablar acerca de tu fe porque el profesor se va a ensañar contigo y puedes perder la materia.
Pregúntate: ¿Qué clase de cristiano soy? O, ¿Qué clase de cristiana soy? Déjame recordarte que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. La Boda del Cordero es la más importante en toda la historia de la humanidad. Es el afán de un Padre que durante miles de años ha estado llamando y tocando personas para que le crean y le amen; y que formen parte de su reino y se casen con su Hijo. Son millones y millones los que han escuchado el evangelio, pero han vuelto a sus negocios y a sus vidas, y no han respondido al llamado de Jesús. Él estuvo dispuesto a pagar el precio por tu salvación y tu rescate; para hacerte parte de las bodas del Cordero.
Si reconoces que necesitas pedirle perdón a Dios y estás dispuesto o dispuesta a hacer un pacto con Él ahora mismo, haz una oración y dile al Padre: “Dios mío, perdóname porque me he avergonzado de ti; perdóname porque me ocupado de mis cosas y no hice caso a tu llamado. ¡Perdona todos mis pecados y límpiame! Dame las vestiduras limpias y resplandecientes que has preparado para que yo participe de las bodas. Lávame con tu sangre preciosa, Jesús. Toma el control de mi vida, Señor; siéntate en el trono de mi corazón. Que mis decisiones sean guiadas por ti, quiero caminar en tus caminos. Perdón por fallarte, Señor. Perdóname porque no te he obedecido y no he valorado tu sacrificio en la cruz del calvario. Lléname con tu Espíritu Padre, te lo pido en el nombre de Jesús. Yo recibo vida eterna, y te doy gracias, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: