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INTRODUCCIÓN
Al hablar de justicia social tal vez te viene a la mente precisamente el peronismo en Argentina, la figura de Chávez en Venezuela o Lula de Brasil, como si la justicia social fuera un emblema político. Hoy quiero discurrir si realmente la justicia social es un emblema del evangelio de la iglesia de Jesucristo o es una bandera política. Si fuera lo segundo entonces los cristianos no debimos meternos en lo que no nos corresponde y somos receptores de una gran resistencia porque nosotros no podemos opinar de política. ¿O será que la política nos arrebató una bandera que le corresponde al cristianismo?
Efectivamente la justicia social es un emblema del evangelio de Jesucristo y está relacionada a la obra social. Digamos que no podemos hablar de evangelio si no media una obra social, porque el evangelio ha sido pensado por Dios para ayuda y defensa de la gente. No es que nace con el evangelio eso de amar al prójimo, sino que su origen está en el Antiguo Testamento, cuando Dios nos manda a amarlo a Él por sobre todas las cosas y nos da los diez mandamientos, los cuales tienen que ver con amar al prójimo.
El corazón de Dios se manifiesta a favor de la gente. Para que lo entiendas mejor; Dios te ama tanto que le ha ordenado al mundo que te ame a ti y esto lo enseñó Jesús cuando expresó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37 al 39). El Señor ordena a tus prójimos que te amen, pero también te ordena a ti a amar a tu prójimo. La esencia de la justicia social tiene que ver con el amor.
LA CLAVE PARA QUE DIOS TE ESCUCHE
Keikel es un anciano que conocí. Él vivía en una casa abandonada y ahora está viviendo en nuestro hogar de la ciudad de Rocha y también se ha bautizado. Keikel vivía con sus padres en Rusia, bien al norte. Por causa de situaciones socio políticas huyeron a Asia, y en uno de los países de Asia no les permitían a las personas tener hijos, por lo que los padres de Keikel lo entregaron a un matrimonio que viajaba hacia América y entonces vino a parar a Montevideo. Hace más de 50 años que llegó a Uruguay donde se crió. Al tiempo sus padres mueren y él quedó solo; nunca se ha casado y no tiene familia. Tampoco sabe nada de sus padres que quedaron en Asia. Keikel tenía una casa y se la usurparon estando él viviendo allí; ese lugar vino a ser una guarida de drogadictos y ladrones. Hasta que la vivienda quedó totalmente arruinada. Allí vivía Keikel hasta que se enfermó. Resulta que una funcionaria pública, asistente social, habló con los jóvenes de nuestro hogar en Rocha y les preguntó si se podían hacer cargo de Keikel. Con mucho gusto lo recibieron en el hogar, pero Keikel estaba muy rebelde y no se dejaba tocar. Cuando internaron bañarlo comenzó a agredir a los jóvenes que lo estaban ayudando. Lo cierto es que lo fueron convenciendo y ahora tiene una familia. ¡Estamos tan felices de poder ayudar a Keikel! ¡Qué linda es la obra social! ¡Qué lindo es el evangelio!
Dice la Biblia en Proverbios 21:13: “El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído”. Muchos dicen: “Yo oro y Dios no me escucha”. Una de las causas podría ser que a ti no te importan los pobres. Si lees la Biblia podrías encontrar respuesta a muchas cosas que te suceden. Déjame decirte que, si tú no escuchas el clamor del pobre, Dios tampoco te escuchará a ti. Te gustaría que Dios fuera bueno contigo, aunque tú eres malo con los demás.
Los hogares Beraca son una bendición en Uruguay, Chile, Argentina y Haití; pero la obra social no solo es para una parte de la iglesia o para los hogares Beraca solamente. La demanda de Dios de amar al prójimo va para cada cristiano, no para el estado ni organizaciones de ayuda internacionales. La Biblia dice en 1ª Juan 4:20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Amar a tu prójimo significa ponerlo en un lugar de honor; es ponerlo como prioridad. Muchos toman el versículo que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y afirman que para amar a otro primero debo amarme a mí. Nada más lejos de la verdad bíblica. ¡Eso es demoníaco! Dios nos ha enseñado que debo amar al otro, que el primero tiene que ser el otro, que tengo que dar mi vida por el otro como Cristo dio su vida por mí. Él puso mi vida en un lugar de honor. ¡Él hizo valiosa mi vida! ¡Más valiosa fue mi vida que la suya!
La justicia social que tiene que ver con la obra de misericordia se basa en el sistema jurídico del reino de los cielos, el cual, como cualquier nación tiene un sistema de leyes. Hay una ley fundamental en cada nación y es la carta magna. Toda otra ley y decreto tiene que estar sujeto a lo que dice la Constitución Nacional. En el reino de Dios también hay una Constitución Nacional que consta de dos leyes. La primera es: Amarás al Señor tu Dios, y la segunda es: Amarás a tu prójimo. La ley de Dios es amar. No es cuestión de sacarles a los ricos para darles a los pobres, no es cuestión de conciencia o responsabilidad social; es una cuestión de amor. El amor es un poder extraordinario que te mueve en la dirección de la voluntad de Dios. Si hay amor en ti harás lo que Dios manda, y si no hay amor de nada te sirve la responsabilidad social ni ninguna otra cosa, porque Dios quiere que todo lo hagas por amor al prójimo.
Al hablar de justicia social me refiero al amor el prójimo, y el amor se constituye en un tema esencial. Dios es amor y no es un tema de conciencia sino de poder; porque si está Dios en el asunto, o sea, si el amor está en ti, Dios que está en ti, y el amor, te dan el poder para que hagas lo que Dios quiere y para que cumplas su perfecta voluntad.
La ley del amor se manifiesta como justicia; cada vez que amas haces justicia porque cumples con la ley de Dios. El que no ama no es justo y no hace justicia. Si tienes misericordia también haces justicia, si tienes compasión haces justicia; y no amar es quebrantar la ley de Dios. No amar es ponerse en contra de Dios y constituirse en su enemigo. Esto no es cuestión de que si quieres o puedes amar. Me han dicho: “Si Dios quiere que ame a mi esposa que ponga amor en mi corazón”; o, “Si Dios quiere que ame a mi esposo que me de amor”. Si buscas a Dios con todo tu corazón vas a amar a tu cónyuge, a tus hijos y a las demás personas. Eso de que Dios no me puede obligar a amar a quien no quiero, claro que no te va a obligar porque no quiere que ames por obligación. El Señor quiere que le abras tu corazón, así producirás tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. Quien ama valora. Si no amas quebrantas la justicia de Dios; y quebrantar la ley de Dios tiene un costo muy alto.
LOS COMPONENTES DEL AMOR: COMPASIÓN, MISERICORDIA y PIEDAD
Hay tres componentes básicos del amor: la compasión, la misericordia y la piedad. Yo no amo porque me aman, yo no amo porque es linda o es buena la persona, yo no amo porque me cae bien, porque me es útil o me ha ayudado; yo amo porque Dios está en mí y si Dios está en mí, el fuego de su amor sale por mis poros. Entonces tengo amor, compasión y misericordia por aquel que no lo merece. No se trata de invitar a comer a los que me invitan. El Señor nos manda a buscar a quienes no nos pueden devolver el favor. ¡Ama y bendice a la gente!
En una oportunidad Jesús hizo un milagro un día sábado, y los religiosos de la época cumplían al pie de la letra los mandamientos del Antiguo Testamento. Y consideraron que Jesús no podía hacer misericordia a una persona enferma el día sábado porque era un día que había que guardar y no se podía hacer obra alguna en ese día. Entonces increparon a Jesús y decían que Él no podía ser de Dios porque hacía obras el día sábado y no cumplía con la ley de Dios. En Lucas 13:15 y 16 leemos: “Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” La misericordia, la compasión y la piedad pasan por encima a la razón y a la religión.
Mujeres que han sido abusadas y fueron tocadas por el amor de Dios; ellas, llenas de misericordia oran por ese hombre que las abusó para que no se pierdan y no se vayan al infierno. En vez de llenarse de odio, de revanchismo, o de rechazar a todos los hombres por causa de uno que la abusó, ellas tienen amor de Dios, tienen misericordia y compasión. El amor funciona a favor de los que me han hecho daño o le han hecho daño a la sociedad.
Les dijo Jesús a los fariseos que lo criticaban por hacer lo que hacía: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13). Los religiosos de esa época eran meticulosos para cumplir con la ley; pero la ley del reino de los cielos es el amor a Dios en primer lugar y el amor al prójimo en segundo lugar. Para Dios lo más importante son los seres humanos, y encontramos evidencia de eso al leer Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. La ley dice que el alma que pecare morirá; pero el amor de Dios lo mueve de tal manera que en su sistema jurídico incluyó su amor hacia el hombre y éste es perdonado sin importar lo que haya hecho y es salvado si cree en su Hijo Unigénito.
A esa persona que te abusó sexualmente, Dios quiere salvar; a esa persona que te ha hecho daño, Dios quiere salvar. Y el Señor quiere que seas justo y seas justa como Él es justo. ¡Este mundo necesita amor! La gente sufre por falta de amor. Por eso Dios le ordenó a los que le aman que amen a su prójimo. El estado no puede darle amor a tu hijo. Algunas personas dejan que el estado se haga cargo de sus hijos y los hijos tienen más horas de programas del estado y menos horas de padres. Y éstos, atados con los problemas laborales y económicos les dan menos horas de calidad a sus hijos. En tanto, los hijos se crían como zombis sin encontrar el afecto que necesitan de sus padres. ¡No hay nadie mejor que mamá y papá para los hijos! Claro que hay casos especiales, pero el ideal de Dios es papá, mamá y los hijos. ¡No permitas que te quiten el derecho como padre o como madre de inculcarles a tus hijos tus valores y creencias! Persevera en lo que Dios te dice por medio de su palabra.
El amor al prójimo se constituye en la justicia social y lo pone al prójimo como prioridad. Nuestro prójimo es cualquier ser humano, así sea un feto; un niño que está en el vientre de su madre debe ser amado porque Dios es el dador de la vida y Él ama a todos. Vamos a las cárceles a visitar a los presos porque Dios ama a esos pecadores que han cometido delitos. Cuando le preguntaron a Jesús cuál es el gran mandamiento en la ley, Él dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37 al 39). Pero también señaló: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
No hay amor más grande que el amor de Jesús, quien pagó con su vida en favor de su prójimo. También dijo Jesús: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Y Juan afirma: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1ª Juan 3:16).
CONCLUSIÓN
Dice la Biblia en Zacarías 7:9 al 13: “Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos”.
¿Eran asesinos, violadores, ladrones o alcohólicos? ¡Nada de eso! Eran personas que no tuvieron compasión de la viuda, del huérfano o del extranjero; gente que pensaba mal de los demás. No quisieron escuchar y pusieron sus corazones como diamante. Tú no quieres escuchar la voz del Señor, rehúsas ser compasivo y misericordioso con tu prójimo; entonces cuando clames, Dios no te escuchará. No amar es violar la ley de Dios y volverse contra Él. Dice el Señor: “…los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable” (Zacarías 7:14).
Así como Él clamó y no lo escucharon; ellos clamaron, pero Él no los quiso escuchar. La justicia social no es de ninguna orientación política ni de los grandes héroes nacionales; la justicia social es de Dios. Dios espera ver que surja de tu corazón el ayudar al prójimo. Si no amas, no digas: “Si Dios quiere que ame, que ponga amor en mi corazón”. Dios no lo va a hacer. Él quiere que tomes en serio su palabra y que al escucharla se conmuevan tus entrañas. Él anhela que tú ames como Él ama, y que no pongas tu corazón como diamante cuando clame, sino que pongas a tu prójimo en primer lugar y te compadezcas de él. Sí, hay prójimos que son difíciles; te pueden demandar y encima te dicen: “¿Y vos sos cristiano?” Te exigen que les des lo que tienes y te tratan mal. Hay que estar llenos del Espíritu Santo para amar y no enojarse.
Dios te llene de misericordia y compasión en esta hora; que ponga en tu corazón ayudar al necesitado y que ores por los que hacen la obra de Dios. Hay gente que mira por sí misma y no ve al otro; hay quienes esperan amarse a sí mismos para después amar a otros. Cuando te amas a ti mismo te conviertes en una persona egoísta. Dios quiere que tú des la vida por tus hermanos como Jesús la dio por ti. ¿Hasta cuándo? te preguntarás. Hasta que recibas la corona de la vida. Cuando el Señor te diga: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). Y más adelante en el mismo capítulo 25 de Mateo leemos: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Dile a Jesús: Transfórmame Señor, quiero ser como tú. El Señor quiere que afirmes tu corazón en esta palabra que hoy recibes. Tal vez crees que hay gente que no vale nada, ¿para qué la vas a amar? Sin embargo, Jesús considera muy valiosa a esa persona y fue a la cruz por ella.
ANEXOS: