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INTRODUCCIÓN
Admiro a Albert Einstein; él fue un hombre sumamente inteligente y sabio, por lejos fue el científico más importante del siglo pasado. Además de ser científico reflexionaba acerca de las cuestiones de la vida y antes de morir, le escribió una carta a su hija. Einstein fue quien propuso la Teoría de la Relatividad y esto no es para cualquiera; hay que esforzarse para entender lo que este hombre logró discernir científicamente. Estas fueron las palabras que escribió a su hija: “Cuando propuse la Teoría de la Relatividad muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo trasmitas a la humanidad, también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo. Te pido aún así que la custodies todo el tiempo que sea necesario; año décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación…”
Einstein descubrió la energía que hay en el átomo en la materia. Eso transformó la ciencia y por supuesto fue usado en la guerra. Él no andaba buscando crear una bomba atómica, sino que descubrió una verdad impresionante, y era que en la materia había energía escondida que podía ser liberada. Entonces él intenta revelar algo más fuerte que eso que descubrió. Y le pidió que conservara la carta hasta que la sociedad esté completamente madura para poder entender. A continuación, siguió expresándole a su hija: “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras fuerzas, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aun no haya sido identificado por nosotros. Esa fuerza universal es el amor. Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo, olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es luz, dado que ilumina a quien da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor. Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo. Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites. Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta. Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida. Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta. Tu padre: Albert Einstein”.
La fórmula de Einstein sugiere que la letra E se traduce como energía, la M es la masa de un cuerpo, es materia; multiplicado por C al cuadrado, o la velocidad de la luz al cuadrado; y la velocidad de la luz se mueve a unos 300 mil kilómetros por segundo. La energía que puede surgir de una masa, no importa qué tan pequeña sea esta; la energía es tan grande como esa masa pequeña multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado. Einstein descubrió que un átomo multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado tiene una energía poderosa. Ahora, según él, si remplazamos las letras de la formula, y en vez de poner m de masa escribimos amor; entonces la energía resultante del amor es equivalente a la cantidad de amor por la velocidad de la luz al cuadrado. Y el resultado es un poder extraordinario. Esa, dice Albert Einstein, es la energía para sanar al mundo.
Dios alumbró la mente y el corazón de Albert Einstein. Él era un hombre que creía en Dios, pero a su manera. No era cristiano. Fue un poco sinvergüenza, pero nunca dejó de creer en Dios, tampoco a pesar de todo lo que había descubierto. Él se dio cuenta que tenía una hija a la que nunca le había expresado su amor; siempre estaba ocupado en sus asuntos importantes para él, pero declaró que había algo en su interior que latía por su hija. Y por eso, al llegar a los últimos días de su vida le escribió la carta, y le dijo que todos tenemos adentro una sustancia que, si logramos liberarla, es la potencia más grande que existe en el universo. Ese es el poder del amor. Me llama la atención que menciona lo que dice la Biblia. La Biblia dice que Dios es amor. Si pudieras cortar a Dios a la mitad verías su gran amor.
DIOS ES AMOR
Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. El Señor pagó el precio más alto que se podía pagar por amor al hombre. El hombre no ha podido resolver la incertidumbre de cuán grande es el amor de Dios. Este es un tema que el hombre no ha logrado entender ni valorar. Pero, dado que Dios es amor, yo tengo que afirmar que nada de lo que Dios hizo, hace o hará lo llevará a cabo sin amor. ¡Dios es amor!
Hoy quiero afianzar una enseñanza muy importante, y es que sin amor nada sirve. Leemos en 1ª Corintios 13: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
He entendido que cuando hago algo sin amor, entonces no es para Dios y no le sirve a Él; y no sólo que no le sirve, sino que es algo que va contra Él. Cualquier otra cosa que no provenga del amor, una decisión o una idea que no provenga de Dios o del amor, es una idea o una decisión egoísta. Es una decisión mala y que no tiene raíz en Dios; y fuera de Dios no hay bien. ¡Fuera de Dios no hay nada bueno! El único bueno es Dios; es el único que tiene pensamientos perfectos y que ama con amor eterno. Para llevar a cabo una obra yo debo estar lleno de ese amor. Y si lo que hago tiene raíces en el amor, no debo temer porque estoy haciendo el bien y hago lo que Dios quiere. El amor expresa la voluntad de Dios. Hay un Salmo que profetiza que Jesús disfruta el hacer la voluntad de Dios, siendo que la voluntad de Dios era la cruz y los azotes, entre otras cosas que le tocó vivir. Así dice el Salmos 40:8: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Y es que el amor tiene algo interesante; al amor no le importa sufrir sino cumplir su misión. Jesús sabía que su muerte produciría gran bendición y traería a muchos al reino de Dios. Lo más importante para Jesús era cumplir la voluntad de Dios, pero para hacerlo tenía que tener el amor de Dios. Todo lo que Jesús hizo, lo hizo dentro de la voluntad de Dios porque el amor de Dios estaba en Él.
El amor cambia las vidas, cambia los pensamientos. El amor te da el enfoque que debes tener acerca de las personas. No es lo mismo mirar a las personas desde el resentimiento o de la amargura que mirarla desde el poder del amor. Si lo que hay en mí es amargura, entonces voy a ver a través de la lente de la amargura. Vemos determinadas cosas de acuerdo al color del cristal de los lentes. Hay una mirada correcta; hay un poder que te ayuda a discernir correctamente acerca de una persona o situación, y ese es el poder del amor. El que está disponible de parte de Dios para todos aquellos que creen en Él. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, y cuando creó al hombre y a la mujer; Él, todo lo creó con amor. Sea un pájaro, una montaña o un valle; no hay cosa que haga fuera del amor. Por eso nos deleitan las nubes, nos deleita la salida del sol y el ocaso. Porque todo lo que Dios ha hecho, lo ha hecho con amor. Si bien hay distorsión en el mundo porque el hombre introdujo el pecado, el cual es un arma y un poder contra Dios, sin embargo, por todas partes podemos ver el testimonio, porque la gloria de Dios rodea la tierra.
Dios está buscando una iglesia amorosa; hermanos que miren a otros con la lente de Dios, esposos que miren a sus esposas con la lente del amor de Dios. ¡Dios quiere una iglesia llena de amor! Ya no vamos a ver a los mendigos y a los hambrientos como los veíamos antes. La iglesia Misión Vida ha sido despertada por causa de la pandemia y se han preparado decenas y decenas de ollas, no le llamaremos populares ni solidarias, sino que le diremos ollas de amor. Porque las ollas de Misión Vida llevan vida, esperanza y alegría.
EL AMOR DE DIOS A TRAVÉS DE SUS HIJOS
Estoy feliz porque la obra que estamos haciendo en los hogares Beraca, con nuestros merenderos y las ollas en diferentes barrios, ha trascendido las fronteras. El 24 de junio habrá una convocatoria Iberoamericana, online, que cuenta con la participación de más de 300 líderes, y me han pedido que yo hable de la obra de misericordia y de amor que está haciendo la iglesia Misión Vida. Se pretende en esta convocatoria hacer entender a las iglesias y a las ONG que el servicio al prójimo es la verdadera justicia social. Fue el amor de Dios el que transformó mi vida. Yo tenía mi visión y un solo propósito; yo iba tras mis planes, pero cuando el amor de Dios tocó mi vida todo cambió radicalmente. Mi futuro ya no era el que yo había soñado sino el que Dios había planeado para mí. Alguna vez, yo hacía mi voluntad y creía que con lo que yo hacía servía a Dios; pero llegó el día en que Dios me demostró que nada de lo que yo había hecho le servía a Él. Yo servía dirigiendo el coro y tocando el teclado de la iglesia; fui maestro de escuela bíblica y era un incansable inventor de actividades como campamentos entre otras cosas. Yo creía que servía a Dios, pero no entendía que el amor de Dios no estaba en mí, en ese servicio; sino que todo lo que yo hacía inflaba mi ego.
Recuerdo como hoy cuando Dios me mostró que nada le servía a Él de lo que yo hacía, y de alguna manera se las arregló, porque Él quería revelar en mí sus planes y propósitos; y sus planes y propósitos estaba ligados a su amor en mí y yo no lo sabía. Si había amor de Dios en mí, el propósito de Dios se cumpliría; de lo contrario su plan no se cumpliría en mi vida. Esto no es algo menor sino sumamente relevante. La Biblia señala que el amor no se deja vencer; el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Si yo no hubiera sido investido con el amor de Dios no hubiera aguantado los 30 años que llevo en Uruguay, me hubiera ido hace rato. El amor de Dios me ha retenido, me ha enseñado y me ha revelado.
Creo que el origen del gran cambio en mi vida tiene que ver con dos detalles. En algún momento le dije a Dios: “Señor, yo quiero que en mi vida se haga tu voluntad”. Una oración de una sola frase. Fue una oración corta, pero Dios la escuchó. Y la otra oración, también igual de corta, fue cuando yo tocaba el órgano en mi iglesia. Antes de comenzar el culto me sentaba junto a mi pastor en la primera fila. Él tenía unos momentos de reflexión antes de que llegara su turno de predicar. Ponía su mano en mi pierna y me decía: “Ya vamos Jorge”. Yo veía que él inclinaba su rostro y lloraba; lo vi inclusive arrodillarse, y lloraba por lo pecadores pidiéndole a Dios que le diera almas. Me conmovía ver lo que él tenía y a mí me faltaba eso. Yo tocaba el órgano, dirigía el coro; hacía tantas cosas. Pero vi el amor de Dios en ese hombre, entonces le dije al Señor: “Dios, dame lo que él tiene”. Esas dos oraciones cortas que hice, cambiaron mi existencia porque mis prioridades cambiaron. Dios cortó de mi vida todo eso a lo que yo estaba aferrado y era mi orgullo; mi tierra, mi iglesia, mi coro, mi mi mi… Yo planeaba ser un gran empresario y con la profesión de arquitectura pretendía ganar mucho dinero para ayudar. Yo disfrazaba el tener dinero con una idea amorosa y era para el bien de la iglesia. Para mí era poca cosa ser pastor o predicador. ¡Era humillante! Yo quería tener dinero para con orgullo pagarle a quien predicara. Pero Dios derribó mis planes. Fue por el amor de Dios que dejé la arquitectura; fue por el amor de Dios que enterré mis planes. Yo le pedí que se hiciera su voluntad y no la mía, entonces Él metió su bisturí y empezó a cortar donde más le gustaba.
Sinceramente aún me cuesta creer cómo pasé a ser un profesional de la construcción a ser un pastor, a llegar a Uruguay a iniciar una iglesia cuando nunca había pastoreado una. Si el amor de Dios entra a tu vida, Él cambiará tus planes. Si su amor se derrama sobre ti mirarás con otros ojos a las personas. Cambiarán tus prioridades, porque esas prioridades son sólo excusas. Y te digo que si lo que haces no es con amor, lo que haces es contra Dios. Las excusas son contra Dios. El Señor quiere que le ames de todo corazón y ames a las personas como Él las ama.
LA LEY DE DIOS: EL AMOR
Cuando Dios creó al hombre y cuando la humanidad comenzó a crecer, Dios estableció una base jurídica, y se constituyó Él en el Juez de este sistema jurídico. Se constituyó en Juez de toda la tierra y se puso a juzgar lo que los hombres hacían; y vio que el hombre no tenía misericordia de su prójimo, no amaba a su prójimo ni se le movía el corazón por los quebrantados, por los pobres, por las viudas y los extranjeros, tampoco por los niños. Entonces decidió establecer un sistema jurídico que comprende dos leyes; la primera ley es: “Amarás al Señor tu Dios”. Y el amor no es cuestión de la piel, no es una cuestión de sentir o no sentir; el amor es una ley de Dios que debe ser obedecida. ¡Dios debe ser amado más que todas las cosas! Y quien ame verdaderamente a Dios hará su voluntad por sobre todas las cosas dejando de lado sus planes y su propia voluntad, para hacer lo que Dios quiere. El amor te lleva a hacer la voluntad de Dios. La segunda ley es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Tú que tanto te cuidas, que te vistes, que te preocupas por tu comida, por tu casa, por tener abrigo; y el Señor te dice: “Deja eso en un segundo plano. Busca primeramente mi reino y su justicia y todo lo que te haga falta te vendrá por añadidura”. ¡Dios te dará! Entiendo que vienen días peores que los que estamos viviendo. ¿Qué nos va a mover? ¿Quién nos dará paz y gozo a pesar de todo? ¡El amor de Dios! A pesar de todo, el amor de Dios hará que nos fijemos más en nuestro prójimo que en nosotros mismos.
La Biblia narra acerca de la mujer samaritana. Samaria era un lugar a donde los judíos no pasaban porque allí había mucha idolatría y pecado. Pero Dios tenía en el libro de la vida a una mujer que no le conocemos el nombre, pero la Biblia dice de ella que era una mujer samaritana. Dice la Biblia que Jesús iba a Galilea y le era necesario pasar por Samaria; esto fue por causa de una mujer que Dios quería salvar. Dios despertará la iglesia al amor. El nos llenará de amor. Cuando esto suceda dejarás de pensar en tu éxito y comenzarás a pensar en el éxito de los que te rodean. Las personas te buscarán porque en ti hay amor de Dios, hay consejo y hay palabra de vida. Cuando el amor de Dios toque tu vida dejarás de correr tras tus asuntos y pondrás como prioridad las cosas de Dios. Es imposible hacer la obra de Dios si Él no derrama su amor sobre nosotros. Fue el amor de Jesús lo que hizo que sus discípulos dejaran su negocio, su barca y sus redes para seguirlo a Él. Fue el amor de Dios el cual transformó al perseguidor Saulo en el apóstol Pablo, un predicador muy influyente. Fue el amor de Dios el que me hizo dejar mi tierra que nunca dejaré de amar y por la que estoy sufriendo. Argentina, país por el que no hice nada ni lo haré porque el plan de Dios para mí estaba en Uruguay y no allá.
CONCLUSIÓN
¿Estás dispuesto o dispuesta a que Dios obre un gran cambio en tu vida? ¿Pretendes quedarte como estás, crees que es mejor así, o entiendes que necesitas un derramamiento del amor de Dios en tu vida? Los que aman, queman lo que son y lo que tienen por el bien de los demás. El amor no cobra nada. ¿Cómo obran los que no tienen amor? Una madre le diría a su hijo: “Yo te cargué en mi vientre, te alimenté, te cambié tantas veces los pañales, y por mucho tiempo lo hice. Ahora es tu turno de que me retribuyas. Así que sal a trabajar para mí”.
Yo digo que los verdaderos padres no cobran. Yo empecé a llevarme bien con mi señora cuando dejé de pasarle la factura de todo lo que hacía por ella, esperando que ella hiciera por mí, algo que me hiciera feliz. No esperemos que la gente haga algo para que nos sintamos bien porque es Dios quien nos hace felices. Nosotros brindamos la felicidad y la paz; nosotros llevamos la luz y la revelación. ¿Qué le vamos a cobrar a la gente? ¿Qué vamos a esperar de la gente? Si nosotros somos los que tenemos para dar. La verdadera felicidad está en el amor porque el amor ya se da por saldado.
Muchas personas le hacen “gauchadas”[1] a la iglesia; ¡son buenazos! Pues te digo que Dios no necesita gauchos ni gauchadas; Dios necesita gente llena de amor. Muchos se lamentan de todo lo que dieron y cómo les han pagado. ¡Estabas cobrando! Lo tuyo no es amor sino un negocio. Estás esperando que te paguen por lo que haces. ¡Quien te va a retribuir es Dios! Busca primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas te serán añadidas. El que le da al pobre, ¿qué le va a cobrar al pobre? Dice la Biblia que quien da al pobre a Dios le presta y Él se lo devolverá. La satisfacción del amor está en hacer lo que hace. Cuando se hace lo que el amor manda que se haga, ya uno está satisfecho y ya está pago. ¡No necesita otra retribución! “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.
¡Yo quiero ser lleno del amor de Dios! Que yo no me agote, porque el amor es una fuente inagotable; que yo no me canse porque el amor es el poder que mueve el universo. ¡Yo quiero hacer tu voluntad y no fatigarme, Señor! Aunque no me retribuyan, aunque nadie me ame, yo quiero ser feliz porque he obedecido tu mandato; he recibido tu amor y lo he dado.
Si entiendes que te falta amor de Dios, dile a Dios: “Dame de ese amor, Señor. Lléname de ese amor. Cambia mi vida; rompe mis planes y que tus planes comiencen a manifestarse en mi vida. No quiero seguir igual Señor. Bautízame con tu amor, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
[1] Gauchada (RAE): Servicio o favor ocasional prestado con buena disposición.
ANEXOS: