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INTRODUCCIÓN
Leemos en Génesis 1: 1 al 3: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Estos versículos tienen una connotación cósmica y astronómica en el mundo de lo visible, extraordinaria, pero también tienen una connotación en el mundo espiritual extraordinaria porque donde se mueve el Espíritu de Dios, se hace la luz. Si tu mente está en tinieblas y el Espíritu de Dios comienza a moverse en tu mente, se va la oscuridad y entra la luz en tu vida, lo cual significa que comienzas a ver y a entender claramente aquello que Dios te quiere mostrar.
El problema más grande que tenemos es que no sabemos bien qué es lo que Dios quiere, qué es lo que va a hacer y lo que nos demanda; eso es estar en oscuridad. Si dices que no sabes qué es lo que Dios quiere de ti, que estás esperando conocer la voluntad de Dios, o no entiendes por qué hiciste bien tal cosa pero te fue mal, si te parece que Dios no te escucha o no te tiene en cuenta, si no te importa mucho lo que Dios quiere, aunque sabes muy bien lo que tú quieres y te gusta, entonces tu mente está en tinieblas.
Si se mueve el Espíritu Santo, se hace la luz, y lo que no veías o entendías comienza a verse y entenderse. Lo que quiero enfatizar es que desde el primer momento que Dios creó el planeta Tierra, el Espíritu Santo se movió para poner orden, para traer bendición y luz. Muchas veces no somos conscientes de que nada de lo que ha ocurrido en el mundo en toda la historia de la humanidad, en cinco mil años más o menos en que fue creado el planeta Tierra según la Biblia, aunque la ciencia dice que la tierra existe hace millones de años, pero no es así, en toda la historia de la humanidad, el actor principal en el mundo ha sido el Espíritu Santo. Nada ha sucedido que esté ausente a su conocimiento, ni en tu familia, ni en los gobiernos o naciones; si han ocurrido guerras, el Espíritu Santo ya lo sabía de antemano, si han ocurrido rupturas matrimoniales que llegaron al divorcio, si ha habido dolor, ya el Espíritu Santo lo sabía de antemano. No hay cosas que estén escondidas a los ojos del Espíritu Santo. El rey David dijo: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú. Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar. Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmos 139). No hay lugar en el que tú te puedas esconder de la presencia de Dios, no hay acontecimientos que el Señor no conozca.
EL ESPÍRITU SANTO: ACTOR PRINCIPAL EN LA TIERRA
El actor principal de la Trinidad en la tierra, es el Espíritu Santo. Y la palabra de Dios es la espada del Espíritu, o sea, Dios trata contigo a través de su palabra. El Espíritu Santo se mueve; pero Dios trata con los seres humanos a través de su palabra y el Espíritu Santo usa su palabra. Esto significa que debemos amar profundamente la palabra de Dios, debemos tenerla en cuenta y valorarla. Debemos saber que cuando tratamos con la palabra de Dios, tratamos con Él. Señala la Biblia que la palabra de Dios se hizo carne y vivió entre nosotros. Dijo Juan como parafraseando Génesis 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. (Juan 1:1 y 14) También dijo Juan: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).
Nosotros somos personas que, aunque no entendemos mucho, amamos la luz y deseamos conocer la voluntad de Dios. Anhelemos que el Espíritu Santo se mueva en nuestras vidas. Desde el principio, Dios quiso unir en una sola familia, en un solo cuerpo, a todos aquellos que le buscan, que le temen y lo respetan. Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel; y Caín mató a Abel que era bueno, éste le había dado a Dios una ofrenda de acuerdo al corazón de Dios, y el Señor amó a Abel y lo bendijo porque le agradó su corazón y le complació la ofrenda que él le había ofrecido. Pero no le agradó la ofrenda de Caín, entonces éste mató a su hermano. Y dice la Biblia que Dios le dio a Adán otro hijo llamado Set en sustitución de Abel.
Hay confusión en cuanto a la interpretación de algunos pasajes de Génesis en el Antiguo Testamento porque señala la Biblia en Génesis 6: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas…y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos…” Algunos enseñan que eran demonios que copularon con las mujeres, pero quiero decirte que los demonios no tienen semen. Los demonios y los ángeles no tienen sexo. Leemos en Mateo 22: “Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”. Ya no te vas a tentar más en el cielo.
A la descendencia de Set, se la llamaba “los hijos de Dios”, mas la descendencia de Caín era la descendencia de un perverso. Recordemos lo que dijo Dios: “…porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Deuteronomio 5:9).
Estaba pues, la descendencia de Caín y la de Set. Creo que lo más cercano al texto bíblico que recién leímos, es poder entender que a los hijos de Set le gustaron las hijas de los descendientes de Caín, y tuvieron hijos. Claro que había gigantes, pero no era gente buena, no eran de Dios. Uno de ellos era Nimrod, cuyo reinado comenzó en Babel, donde se edificó la torre de Babel con la intención de llegar al cielo, y donde Dios confundió las lenguas de toda la tierra, por eso el nombre Babel. Ni las naves espaciales con toda la tecnología pudieron encontrar el cielo después de tantos años de atravesar el espacio. ¡La ceguera del hombre! Querían hacer una torre y llegar al cielo, lo mismo que quiso hacer satanás cuando dijo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14: 13 y 14).
El Espíritu Santo ha estado guiando la historia de la humanidad. Hay una descendencia de bendición. Llegado el tiempo, Dios habló con Abraham. Éste era un hombre que buscaba a Dios y lo llegó a amar profundamente, y el Señor llamó a Abraham, “mi amigo”. A él le dijo: “Yo estaré con tu descendencia”. A ese Abraham le dijo: “Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:16-18).
Así que la descendencia de los malvados ha creado idolatría, ha estado haciendo brujerías, inventando dioses, haciendo sacrificios humanos y de animales, entre otras perversidades más. Y se ha levantado en el mundo una generación de gente que odia a Dios y odia a sus hijos. Pero el Espíritu Santo nunca se ha dejado sin testimonio, y siempre ha habido hijos de Dios, personas que aman a Dios y lo adoran. ¡Ya quisiera encontrar satanás uno que lo adore como los hijos de Dios adoran al Señor! Satanás tiene seguidores, no porque lo aman sino porque él los aterroriza y promete que los destruirá si no lo obedecen y lo adoran. Jamás satanás podrá ser amado como es amado Dios por sus hijos y nunca será adorado como es adorado Dios por sus hijos. La Biblia dice que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, no de la boca para afuera. Dios no necesita grandes cantantes sino adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. No necesitas ser un genio de la música para adorar a Dios porque según la Biblia, el Señor ha perfeccionado la alabanza en la boca de los niños y de los que maman. Dios busca personas que le adoren en espíritu y en verdad, o sea que el Espíritu también está en la adoración. El Espíritu Santo se mueve en la adoración y en todos los detalles de nuestra existencia, de los que amamos a Dios, de los que lo valoramos y buscamos su voluntad. El Espíritu Santo está guiando la historia de la humanidad, y Él tiene una historia que escribir con cada uno de nosotros que comienza antes que lleguemos al mundo y continúa después que morimos. Porque los tratos de Dios son con familias que continúan después que los padres se van, familias que viven en el planeta y son la continuidad de personas que ya fallecieron.
EL ESPÍRITU SANTO: ACTOR PRINCIPAL EN MI VIDA
Me admira poder ver cómo el Espíritu Santo ha obrado en mi vida. Yo tenía un proyecto de vida, un enfoque y un propósito, pero no eran planes de Dios, y un día me tomó el Espíritu Santo y desbarató todos mis planes; cambió mi corazón y mis pensamientos, y trajo luz a mi existencia. Es necesario saber quiénes somos y para qué vinimos al mundo. Hay quienes aún están en oscuridad y no saben ni siquiera por qué están en Misión Vida, no saben si son de Dios o no. Un joven me dijo que se bautizó hace un tiempo pero no está seguro si es salvo o no, si ha sido perdonado o no. No está seguro si el bautismo con el que se bautizó sirve o no sirve. ¡Está en tinieblas!
Pero el Espíritu de Dios se mueve sobre la faz de tus tinieblas. ¿Para qué? Para traer vida. Todavía no había vida en la tierra, pero el Espíritu de Dios se movía. Algunas traducciones de este versículo de Génesis 1:1 señalan que el Espíritu de Dios “revoloteaba”. La idea es que el Espíritu Santo, como la gallina o cualquier ave, aleteaba sobre la faz de las aguas. Comenzaron entonces a aparecer los peces, los animales terrestres, comenzó a surgir la vegetación, etc. Eso es obra de Dios y quien lleva a cabo la obra del Padre es el Espíritu Santo.
“No se vayan de Jerusalén, esperen a ser revestidos del poder del Espíritu Santo”, les dijo Jesús a sus discípulos. Un creyente es productivo y fructífero cuando el Espíritu Santo obra en su vida. Si aún no has sido bautizado con el Espíritu Santo y quieres servir a Dios, mejor quédate quieto y espera porque la obra que tienes que hacer es la de Dios y no la tuya. El que se tiene que mover es el Espíritu Santo y no tú, porque el poder lo tiene Él y no tú. Tus conocimientos no alcanzan porque el Espíritu Santo tiene revelación para ti cada día. ¡Dios te alumbra cada día! Tú no tienes que decir que ya sabes qué hacer porque no sabes nada; tú necesitas cada día la guianza del Espíritu Santo. Cada día debes creer que Él te está ayudando a tomar decisiones. Algunos se meten en caminos que no conocen y no entienden que no están haciendo la voluntad de Dios y se estrellan contra la pared. Después se lamentan: “Dios, ¿dónde estabas cuando me sucedió esto? ¿Por qué me soltaste?” Mas el Señor te dice que has sido tú que tomaste ese camino por tu cuenta. La obra que debes hacer es la obra del Espíritu Santo, eso es lo importante. Tú tienes que poner tu vida en las manos del Espíritu Santo y ser lleno del fruto del Espíritu Santo. Entonces, la obra que surgirá no será tuya sino de Él. La Biblia dice que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Hoy en día suceden cosas terribles. Leí acerca de un hombre que se hizo una operación para parecer perro porque siente que es un perro. ¡Qué impresionante lo que está sucediendo en la cabeza de las personas! Hasta hace poco, para llevar un animal en un avión, éste debía ir en la bodega en una jaula, pero hubieron personas que se quejaban porque los animales viajaban mal y se estresaban. Entonces surgieron leyes que señalan que los perros pueden viajar con sus dueños en el avión. Y que no te toque viajar diez horas con un chihuahua ladrando. En un vuelo, una mujer se puso mal porque no quería viajar al lado de un perro, ¿y a quién bajaron? ¡A la mujer! “Señora si usted no quiere viajar con un perro, bájese…” ¡La bajan del avión tratándola peor que un animal! Ama a tu perro como a ti mismo. ¡El hombre sin Dios está haciendo tremendas barbaridades!
Ha sido noticia un hombre de cincuenta y tantos años, casado, con tres hijos, que decidió que era una niña de seis años de edad. Y quieren que nosotros aceptemos esas cosas con respeto; quieren que cambiemos la verdad por la mentira. El hombre está desquiciado sin la luz del Espíritu Santo. La mente ha entrado en tinieblas, de tal manera que le quieren enseñar a nuestros hijos perversidades sexuales y a eso le llaman libertad y derechos. Seguro que si el Espíritu Santo te alumbra no vas a pensar así. Estarás agradecido a Dios por lo que Él ha hecho de ti. Dios te ha hecho hombre y tiene un propósito contigo como hombre; Dios te ha hecho mujer y tiene un propósito contigo como mujer. ¡Ama lo que Dios ha hecho y valóralo! ¡No deseches lo que Dios ha hecho! La humanidad necesita la dirección del Espíritu Santo. No por leer muchas veces la palabra de Dios ya sabes lo que tienes que hacer; es que con el Espíritu de Dios, la palabra del Señor se enciende dentro de tu corazón y produce las decisiones que debe tomar el creyente, y éste es obediente y acata la dirección del Espíritu Santo. No vayas por el mundo como si Dios te hubiese abandonado y tuvieses que tomar decisiones forzadas. ¡Tienes que tomar decisiones inspiradas! ¡Busca a Dios en cada decisión de tu vida! Si te vas a casar, tu matrimonio será fuerte y no tendrás que divorciarte. No es culpa de Dios que la gente se divorcia, es culpa del hombre que anda en oscuridad.
La tierra estaba desordenada y vacía, y el caos y la oscuridad reinaban sobre el planeta, pero el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Yo he visto al Espíritu Santo moverse en mis generaciones. Mi abuelo murió ya hace más de cincuenta años y yo estoy viendo cómo el Espíritu de Dios se ha movido desde que nació mi abuelo. O sea, una historia de ciento veinte años dirigida por el Espíritu de Dios. Él escribió una historia con la que nosotros, sus descendientes hemos hecho un libro que se titula: La historia de un hombre feliz. Su vida no fue siempre color de rosas y tampoco le llovía el dinero; mi abuelo atravesó toda clase de adversidades, pero escribió sesenta días antes de morir lo que nosotros plasmamos en un libro, y dice así: “No tengas miedo lector. Si caminas con Cristo, todo va a ayudar a bien”. Lo lindo del Espíritu Santo, no es que te toca atravesar situaciones mejores que otras personas, sino que Él atraviesa esas circunstancias adversas contigo. Y Él genera en ti paz y esperanza. El Señor está contigo en todo momento. Y aunque andes en valle de sombra de muerte no temerás mal alguno porque el Señor estará contigo. Mi abuelo ha dejado en nosotros sus descendientes, un legado de fe. He contado su historia en varias oportunidades, pero tal vez haya quienes no la conozcan:
Mi abuelo vino a Argentina a los dieciséis años, y allí conoció el evangelio. Él era un muchacho mundano; le gustaban los bailes y las mujeres. Se había venido con un hermano, y un día sábado buscaban donde divertirse, entonces pasaron por un lugar donde escucharon mucho ruido y pensaron que era un baile y entraron; resultó ser una iglesia. En esa iglesia no habían santos ni vírgenes, no habían velas ni se hablaba en latín; esa era una iglesia cristiana evangélica. Mi abuelo pensó: “¡En dónde me he metido!” Pero a la semana siguiente volvió, pensaba que la gente de ahí eran unos locos, pero volvió a la siguiente semana. Y siguió asistiendo; así por un año. Y en ese tiempo no le había entregado su corazón a Jesús; pero llegado el año pasó al frente y le entregó su vida a Jesús. El poder de Dios se apoderó de mi abuelo, él salió de allí con una paz extraordinaria y una alegría de tener el evangelio. Fue por dos años más a esa iglesia. En ese tiempo era un creyente feliz porque Cristo había perdonado sus pecados y le había cambiado su manera de pensar. Entonces decidió ir a Italia a predicarle el evangelio a su familia, pero llegó allá y fue rechazado por sus parientes que era católicos apostólicos romanos. En aquel tiempo los evangélicos eran herejes, los odiaban, les arrojaban piedras, los desterraban y desheredaban. Ninguno de sus parientes quiso escuchar el evangelio, en cambio, su padre le insistía que debía casarse. Cuenta en su historia que había muchas chicas lindas, pero no había ninguna que creyera en el evangelio. Allá en Italia y habiendo cumplido dieciocho años de edad, lo llaman para alistarse en el ejército porque en la primera guerra mundial, Italia peleó contra Austria. En el momento en que preparaba los bolsos para irse al ejército, su mamá le pidió a una joven que trabajaba haciendo los quehaceres en su casa, que le ayudara a su hijo Felipe a preparar las cosas. Mientras preparaban las valijas, mi abuelo le predicaba el evangelio a la joven y ella sólo escuchaba, pero no decía nada. En un momento le dijo: “Te he predicado el evangelio durante todo el día y no me has dicho nada. Dime qué piensas de lo que te he hablado”. Y ella le respondió: “Digo que dichosa la mujer que se case con usted”. Mi abuelo tragó saliva y pensó: “¡Esta es la mujer con la que me tengo que casar!” Pensaba en declarársele, pero enseguida recordó que se iba a la guerra y si lo mataban, ella iba a sufrir así que mejor iba a esperar para hacerlo. Si volvía con vida le pediría matrimonio. Mi abuelo fue a la guerra y allí padeció muchas enfermedades y vivió muchas dificultades. Resultó que cayó una bomba en el lugar donde estaba el pelotón al que mi abuelo pertenecía, matando a todos. Cuando llegaron los soldados a sacar los cuerpos para enterrarlos en una fosa común, iban arrojando allí uno por uno y cuando agarraron a mi abuelo, éste se quejó e inmediatamente un soldado gritó: “¡Este está vivo!” Lo mandaron entonces al hospital donde estuvo tres meses. Ahí estaba el Espíritu Santo con mi abuelo. Él cuenta que estuvo tres meses en el hospital, pero se sentía feliz porque Dios estaba con él y lo había salvado. Cuenta que tuvo oportunidad de predicarles a los doctores y enfermeras; hasta el comandante del ejército le pidió que le hablara del evangelio.
Yo miro cómo el Espíritu Santo se ha movido en las generaciones de mi abuelo. Yo vengo de ese abuelo moribundo, que estuvo a punto de ser enterrado vivo en una fosa común, pero no murió porque Dios tenía planes con él. El Espíritu Santo escribió una historia que se tenía que cumplir. Porque tendría una descendencia bendita en la tierra y entre otras cosas, yo tenía que ser pastor y predicarte acerca de esto que te estoy predicando. Casi casi muere mi abuelo; casi casi yo no existo. Casi casi mi esposa no tiene este precioso esposo. Pero Dios domina sobre “los casi” y el Espíritu Santo se mueve en la historia.
Estando mi abuelo en la guerra, su hermano mayor le escribió una carta en la que decía: “Quiero que me digas qué opinas de María porque le he propuesto casamiento. Otra cosa, yo sé que estuviste en América y tienes dinero. Papá está muy pobre y yo no tengo para pagar el casamiento. Quisiera saber si puedes ayudarme con la fiesta”. Mi abuelo otra vez tragó saliva porque la tal María era la mujer a la que le había predicado el evangelio y tenía toda la ilusión de que se casaría con ella. Aun conociendo el evangelio, una vocecita le susurraba: “Decile que esa María es peligrosa. Decile que no es una mujer de confiar”. Pero el evangelio había cautivado su corazón y le dijo que María era una muy buena mujer y podía casarse con ella, y que no se hiciera problema que le daría el dinero para la boda. Llegó el día del casamiento y mi abuelo consiguió franco en el ejército para asistir a la celebración y cuando llegó, ese mismo día de la boda, el hermano se enfermó. Era habitual que la gente se enfermara de alguna peste en ese entonces. Ese día el hermano cayó enfermo y murió, nunca consumó el matrimonio. Mi abuelo no dijo nada y volvió al ejército; cuando terminó la guerra, volvió y se casó con María. Y de ese matrimonio nacieron mis tíos y mi mamá Vicenta. Mi abuelo se había alegrado con el evangelio y estaba feliz con Dios.
Cuando volvió a América tenía muchos paisanos a los que les predicó, porque mi abuelo había tomado muy en serio el evangelio. Otra de las cosas que le sucedió fue que cuando ya estaban por partir en barco para América, mi abuelo, su esposa y cuatro hijos, no los dejaron subir porque sus hijos no tenían el certificado de bautismo que expedía la iglesia católica. Así que no pudieron viajar y perdieron el barco. Ese barco zarpó hacia América y en el océano Atlántico, frente a Brasil se hundió y murieron todos. ¡Otra vez se salvó mi abuelo! Finalmente pudo viajar con su familia a América donde tuvo dos hijos más, y uno de ellos fue mi mamá doña Vicenta Santamaría. Sesenta días antes de morir, mi abuelo escribió “La historia de un hombre feliz”.
Él realmente vivió situaciones difíciles. Su hijo mayor emitió cheques sin fondo para comprarse cosas. Mi abuelo cayó preso por estafa y fue su hijo el que había cometido la falta. Sufrió toda clase de vicisitudes, pero de todas maneras decía: “Dios está conmigo”. Y seguía predicando el evangelio. Para él, una vida feliz no tenía nada que ver con circunstancias placenteras; vivir una vida feliz significaba haber conocido a Dios, recibir el perdón de sus pecados y tener la seguridad de una vida eterna. Una vida feliz era creer que su descendencia era bendita. En la historia que escribió señala que no tenía miedo de morir porque había puesto a toda su descendencia en las manos de Dios y sabía bien en las manos de quién estaban sus hijos.
Del mismo modo que el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas, yo lo he visto moverse sobre mi familia. Han pasado más de ciento veinte años desde que nació mi abuelo; han pasado más de cincuenta años desde que murió y todos sus descendientes creemos que tenemos un legado que vino de nuestro abuelo y hemos heredado la fe que él nos dio. Y la fe que habitó en mi abuelo, habita ahora en mí y yo confieso que mi descendencia es bendita en la tierra. Y no sólo tengo una descendencia de sangre sino también espiritual. Yo tengo hijos espirituales y declaro que todos ellos son benditos.
Yo terminé creyendo como mi abuelo creía. Él heredó la fe de Abraham y yo también. Yo creo en la Biblia; SOLA SCRIPTURA. La espada del Espíritu es la palabra de Dios. La verdad y la autoridad es la palabra de Dios. La verdad no entiende de opiniones, de perspectivas, de sensaciones ni de ideologías. La verdad es soberana y reina sobre toda especulación humana. No necesitas conocer muchas cosas: Conocer la verdad es suficiente. La verdad es Cristo. Cuando tú conoces la verdad, no necesitas conocer otras cosas. Hoy en día hay métodos tecnológicos para contar los billetes de dólar y ver si son falsos, pero hace un tiempo atrás, entrenaban a los cajeros para esta tarea y los tenían por muchos días contando billetes verdaderos. Al cabo de un tiempo intercalaban algunos billetes falsos entre los verdaderos. Entonces, cuando los cajeros iban contando, de pronto notaban y tocaban uno que no era igual. Cuando tú conoces lo verdadero ya no necesitas experimentar con lo falso. La palabra de Dios es suficiente. SOLA SCRIPTURA. Y la palabra de Dios es la espada del Espíritu. El Espíritu Santo usará la palabra de Dios para defenderte, para guardarte, para aconsejarte, para alumbrarte, y para llenarte de gloria y de poder. Jesús dijo: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). La palabra de Dios es poder porque el Espíritu de Dios está involucrado con esa palabra.
En el pueblito donde nació mi abuelo nadie sabe quién era él. Pero con algunos familiares, descendientes de mi abuelo, viajaremos a Italia, más precisamente a un pueblo llamado Montalbano Elicona que tiene unos tres mil habitantes y unas novecientas casas. Nuestra intención es llevar el evangelio a la ciudad de mi abuelo, entregar a cada familia el libro que cuenta su historia y contarles quién fue él. La gente no sabe quién fue mi abuelo, pero él marcó nuestras vidas; él fue un hombre lleno de fe y de gracia que salió de la ciudad de Montalbano. Y nosotros queremos que esa gente conozca que somos una descendencia bendecida. Yo creo que pertenezco a una descendencia bendecida, y Dios dice en su palabra: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6).
Tengo en mi corazón la expectativa de que Europa será visitada por Dios y será bendecida. Hay un pastor allá en Italia que se enamoró de nuestro proyecto respecto a la historia de mi abuelo y nos ha estado esperando con ansias. Nosotros vamos con cierto conocimiento de lo que vamos a hacer, pero no tenemos el conocimiento cabal de lo que va a hacer el Espíritu Santo. Sabemos que Dios abrirá puertas de bendición porque el Espíritu Santo se mueve sobre mi vida y en cada descendiente de mi abuelo Felipe.
CONCLUSIÓN
El Espíritu Santo ya tiene escrita una historia contigo como la que ha escrito para mi abuelo y para mí. La fe se hereda. El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “…trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2ª Timoteo 1:5). La fe se transfiere de padres a hijos y la familia de sangre es importante, pero es más importante la familia espiritual. Un día Jesús estaba predicando y le dijeron: “He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:47 al 50).
Todas las bendiciones de Dios son para aquellos que creen y el regalo más grande de Dios para aquellos que han creído, es el derramamiento del Espíritu Santo sobre su vida. Porque donde revolotea el Espíritu Santo hay luz y se engendra vida. No se trata de saber mucha teología o mucha doctrina. Los doce discípulos de Jesús tenían tres años caminando con el Señor y no eran grandes teólogos; eran gente del vulgo y sin letras. Pero Dios no está restringido a lo que tú sabes sino a tu decisión de ser lleno de Él o no ser lleno. Dios a los que llama, adiestra. No es por tu preparación que el Señor te llama, sino que te llama y te prepara. Dios derramará su Espíritu Santo sobre tu vida para que tengas su luz, su gloria, su revelación, su conocimiento y su poder.
Si no conoces la dirección del Espíritu Santo para tu vida, si le estás anteponiendo a Dios algunos planes que tienes y lo condicionas, es tiempo de liberar el poder del Espíritu Santo sobre tu vida y renunciar a cualquier cosa que te estorba para hacer la voluntad de Dios.
“Muévete Espíritu Santo, así como hiciste sobre la faz de las aguas, hazlo en el corazón de los creyentes hoy, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: