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Un cristiano es un ser sobrenatural y por lo tanto no debe vivir agobiado bajo los tentáculos y la opresión de las leyes naturales. ¿Por qué? Porque además de tener naturaleza humana, tiene naturaleza divina, ha sido engendrado por Dios; deberá pues, aprender a vivir de acuerdo a las leyes de esa naturaleza. Así como nos fue difícil comenzar a vivir en la dimensión natural y tuvimos que aprender, (un parto es difícil), también tendremos que aprender a vivir en el mundo espiritual. El niño no sabe cómo manejar la cuchara, no tiene dientes para masticar, necesita un período de adaptación, maduración y aprendizaje para desenvolverse en el mundo natural. ¡Tiene que aprender a hacer todas las cosas! De la misma manera, nosotros que hemos nacido del Espíritu Santo, los que creemos en Cristo Jesús y que hemos sido engendrados por Dios, tenemos una nueva naturaleza que no dominamos pero debemos dominar, que no manejamos, pero que tenemos que manejar.
Si a un niño nunca le damos una cuchara para que practique, nunca aprenderá, y si pasan los años y el niño no aprende a caminar, decimos que es un niño atrofiado; asimismo en el mundo espiritual tenemos que crecer y desarrollarnos.
Un cristiano además de los dones naturales, tiene dones espirituales que necesita desarrollar. ¡No es tiempo de que siga con la cuchara! Dios nos ha dado dones espirituales que son dones sobrenaturales y sirven para vivir en una dimensión sobrenatural, de milagros. ¿Qué es un milagro? Algo que sucede fuera de las leyes naturales, algo que sólo Dios puede producir porque solo Él está por sobre las leyes que él mismo ha establecido. Dios no tiene limites y nos ha puesto su naturaleza, nos ha introducido en la dimensión de los “sin limites”; por algo Jesús dijo: “Al que cree todas las cosas le son posibles”. ¡Debemos vivir vidas milagrosas! Si bien Dios puede hacer todas las cosas, Él espera por nosotros, dicho en otras palabras, somos nosotros los que podemos hacer todas las cosas. Jesús dijo que aquel que tuviera fe como un grano de mostaza le podría decir a este monte “quítate de este lugar y échate en el mar” y obedecería. ¡Jesús nos enseñó acerca de todo lo que podemos vivir si aprendemos a manejar la “cuchara” de la fe! Tu tendrías que tener más fe que cuando comenzaste la vida cristiana, en realidad, no pudiste comenzar la vida cristiana sin fe, la fe es uno de los ingredientes de la vida cristiana. Dios nos quiere dar cosas sobrenaturales que tienen que ver con promesas que El mismo nos ha hecho pero todas esas promesas se alcanzan por medio de la fe y la paciencia. Si no tienes paciencia, pierdes la fe.
Leamos Mateo 18:18-20: “18De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Watchman Nee dice en una de sus enseñanzas: “La tierra manda al cielo”; suena tan duro pero él enseña que Dios no hace nada sin que lo ordenen primeramente los hijos de Dios y él se basa en este pasaje. Dios no interviene en el planeta tierra si no está de acuerdo con sus hijos; solamente Dios hace aquello que sus hijos están de acuerdo con Él y se lo demanden; Él nos puso como administradores de esta tierra y sólo interviene cuando estamos de acuerdo con Él.
Me encantan los pasajes como éste en los que Dios no establece límites. Estamos hablando del poder de Dios que está disponible para la iglesia pero que sólo lo desata y lo pone en movimiento el hijo de Dios; el que da el empujón para que la cosa suceda es el cristiano. Si dos de nosotros nos ponemos de acuerdo en cualquier cosa, ¡Dios lo hará!
La Biblia no dice “muchas cosas” o “casi todas las cosas”, dice “cualquier cosa”. Yo quiero entrar en esa dimensión y analizar esta porción de la Biblia. ¡Es importantísimo que aprendamos a vivir en esa dimensión! Necesitamos aprender a manejar la “cuchara de la fe”, tenemos que aprender y entender como funciona la cosa. El hecho que no te haya salido a ti no significa que Dios mienta, porque Dios no miente, no te engaña, no te atrae con anzuelos falsos, si él dice “cualquier cosa”, es “cualquier cosa”.
¡¡Jesús no pone límites!! Cuando dice “todo” es “todo”. ¡En el planeta tierra sucede todo lo que la iglesia permite! Si hay algún límite, no está en Dios, está en ti: El límite es, cuánto tu mente puede aceptar que Dios puede hacer, para Dios no hay nada imposible pero Él no hará nada que tu no creas. El límite está en tu mente; nuestros razonamientos limitan nuestra fe, nuestros pensamientos son racionales y la fe es irracional. Para poder obtener cosas de Dios tienes que ser irracional, tienes que llamar las cosas que no son como si fuesen, el débil tiene que proclamar, “fuerte soy”. La fe abre la boca más allá de la razón y proclama como posible algo que parece imposible.
¡No hay límites! De dos maneras Jesús nos dice que no nos pone límites: Primero, este pasaje dice: “todo lo que atéis” y luego dice, “cualquier cosa que pidiereis”. Si algo no obtengo es porque el limite lo he puesto yo, no Dios. La fe es arriesgada, bastante loca pero la fe es certeza. ¡Cuidado con el concepto de fe! Muchos confunden fe con ilusión o presunción; presumir es asumir algo que no te lo ha revelado la fe. Si algo no te salió no digas que oraste con fe y Dios no te escuchó, la fe no puede fallar. Ocurre que satanás imita la fe; por ejemplo, Dios te dice lo que es el “amor” y satanás inventa la “pasión” que es una imitación barata del reino de la luz. Igualmente satanás imita la fe y pone sentimientos engañosos en el corazón de muchas personas, de tal manera que algunos declararon que oraron con fe y que Dios no les contestó, pero en realidad eso no fue fe, sino una imitación de fe.
Asimismo, en este pasaje Jesús habla de ponerse de acuerdo. Una cosa es la fe del creyente y otra es la fe potenciada de varios creyentes que se unen con un mismo propósito. ¡Uno más uno no es dos, sino mucho más! Desde el punto de vista de la fe, se logra mucho más en la comunión y en el acuerdo que en la soledad. Dos personas no serán el doble sino mucho más porque Dios no bendice a los llaneros solitarios sino la comunión entre los hermanos.
“Ponerse de acuerdo” se traduce de una palabra griega que significa “sinfonía”, es decir, “si dos de vosotros suenan como una sinfonía acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”; esa oración sube hacia Dios como una música agradable, como algo consonante. Cuando dos personas están vibrando con el mismo espíritu delante de Dios, el sonido que sube es agradable delante de Dios. ¡Por eso es bueno que los esposos estén de acuerdo entre ellos! Sin embargo, satanás introduce división para que en la iglesia no haya unidad pues en la unidad de la iglesia está la victoria. Si la iglesia ora unánime, Dios le dará la respuesta, le guste o no al diablo y entraremos así en la dimensión de milagros. ¡Tienes que ligarte espiritualmente con tus hermanos!
Las bendiciones vienen por causa de las peticiones, “no recibís porque no pedís”; las bendiciones están esperando en el cielo hasta que nosotros las anhelemos. Dios no te dará algo que no anheles, esto esa algo lógico.
El otro día hablé con un empresario que montó importantes empresas y su deseo era que sus hijos continúen con los negocios pero, ninguno de ellos quiso saber nada con ninguna de sus empresas. Él ha tomado una decisión sabia: “Voy a vender todas las empresas que tengo y el dinero que obtenga lo utilizaré en apoyar a mis hijos en las cosas que ellos quieren emprender”. Del mismo modo que este hombre quiere complacer el anhelo de sus hijos, Dios quiere hacerlo con nuestros anhelos que están dentro de su voluntad. Nuestros anhelos se expresan por medio de nuestras peticiones, la intensidad y la perseverancia en ellas demuestran el mayor o menor grado de nuestro anhelo.
Si hay algo que tu realmente no aprecias, Dios no te lo dará; ¿has hecho tu como Ana que dice la Biblia que derramó su alma delante de Dios pidiendo un hijo?
Si aún no eres su hijo -porque Dios escucha y concede especialmente las peticiones de sus hijos- es hora que vuelvas tu corazón a Él. Él está dispuesto a recibirte, sólo espera por ti. ¡Hoy es tu oportunidad! Una simple oración te transformará en hijo de Dios y pasarás de muerte a vida eterna.
Repite esta oración: “Padre, reconozco que no he recibido nada porque he estado lejos de ti; muchas veces he querido que me contestes sin arreglar las cuentas contigo. ¡Perdóname Señor! ¡Entra en mi corazón y limpia mis pecados! ¡Hazme libre de la esclavitud del pecado! Creo Señor, que en esta misma hora, tu me haces libre. ¡Gracias Señor! Creo ahora, que tu me escucharás y recibiré lo que te pido. Creo que recibo tu bendición, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: