ASEGURA TU PASAJE A LA ETERNIDAD - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

ASEGURA TU PASAJE A LA ETERNIDAD

INTRODUCCIÓN

Daniela es una joven que por muchos años creyó que era hombre. Muchas veces intentó suicidarse. Estuvo presa muchos años. Y buscando, un día se encontró con Cristo. Ella cree en un Dios vivo que la libró de la muerte. El diablo, según nos cuenta, robó su identidad y la llenó de demonios, haciéndola olvidarse que fue creada mujer, ya que se percibía como un varón. Por mucho tiempo estuvo involucrada en las drogas y pensaba que no iba a salir nunca. Le prometió a su familia una y otra vez que iba a salir poniendo voluntad, pero no lo lograba. “Te prometo que el fin de semana no me drogo”, decía. Pero era peor y más se drogaba porque hacía su voluntad. Además, se alcoholizaba; desayunaba alcohol, almorzaba alcohol y cenaba alcohol. Y aunque el diablo vino a matar, a hurtar y a destruir, y por mucho tiempo estuvo atada, Dios la libró.

Su hermano significaba mucho para ella, pero discutían mucho. En diciembre de 2010, habló con su hermano por teléfono. Tanto él como ella estaban bajo la influencia del alcohol y comenzaron a discutir. El 26 de ese mismo mes estaba discutiendo con su hermano, como siempre; de pronto se despertó y estaba en el calabozo, con grilletes. “¿Por qué me tienen detenida? Habré roto un vidrio de un auto”, pensó. Llamó a la guardia y le preguntó por qué estaba presa, y ésta le contestó: “Estás presa por homicidio”. En ese momento cayó al piso, conmovida, pidiéndole perdón a Dios porque prefirió hacer su voluntad y no la suya. Preguntó a la guardia llorando quién fue la víctima, a lo que ella le contestó: “Mataste a tu hermano”.

Hoy da testimonio de que hay un Dios vivo que nos ama y nos cambia la vida. Le dieron una condena de 19 años. Aunque estaba alejada de Dios, aun así, creía en Él y sabía que en su tiempo el Señor la iba a sacar. Estuvo presa 9 años y 11 meses, y sufrió 7 intentos de suicidio en prisión. Harta de la vida que estaba llevando, deseaba morir. Vivió un infierno del cual Dios la libró. Hoy sabe que Dios tiene cosas grandes para ella. Un día, se quiso ahorcar usando una sábana, pero ésta se le zafó; y sentía la voz del diablo que le decía: “Átala, átala”, incitándola para que de una vez por todas se quitara la vida. De pronto vio una luz en medio de la oscuridad de su celda y sintió una voz que le dijo: “Hija, yo te di la vida y soy yo el que te la quito”. Hoy Daniela tiene la certeza de que todos sus pecados han sido perdonados. Hace dos meses que está viviendo en uno de nuestros hogares de Beraca.

LA GREEN CARD PARA ENTRAR AL CIELO

¡Me conmueve el poder transformador de Dios! Una mujer que no merecía el favor de Dios, y según los conceptos que tenemos, no llegaba a calificar para que Dios la ame. Sin embargo, Daniela era consciente de que Dios la ha guardado todo este tiempo. Ella no conoce mucho de la Biblia, pero se acuerda de varios pasajes que algún día escuchó, que la ayudaron a creer y a confiar en Dios. Cada encuentro que se realiza en la iglesia Misión Vida me conmueve porque veo el gran amor de Dios y su gran misericordia sobre los pecadores. Recuerdo que Jesús dijo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20:16). Me duele porque hay muchos que creen que van bien, pero no van bien. Dice la Biblia en Proverbios 14:12: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

Hablé con una mujer que tiene 30 años de iglesia y cuando le pregunté si cree que sus pecados han sido perdonados, me miró descolocada y me dijo: “No sé. No estoy segura”. “Si no estás segura, tu lugar es el infierno y la condenación, y de nada te sirven 30 años de iglesia”, le dije. ¿De qué sirve cantar y asistir a la iglesia y de qué sirve sentirse cómodo en el ambiente de la iglesia si tus pecados no han sido perdonados? ¡Al reino de Dios no entrará cosa inmunda! Lamentablemente, muchos cristianos consideran que un pecado chiquito es algo negociable. En el reino de Dios no se aceptará un solo pecadito. Necesitas tener el perdón absoluto de todos tus pecados. Otros piensan que no merecen el perdón o no se perdonan a sí mismos. El anhelo de Jesús es que seas salvo y no te pierdas. Él te quiere perdonar, pero tú no te perdonas. ¡Te vas al infierno! Porque te crees mejor de lo que eres. Porque quien no se quiere perdonar a sí mismo considera que es demasiado bueno para haber cometido semejante pecado; como que no hubiera sido él o ella quien hubo pecado. No puede creer que pecó. Te cuesta admitir que eres ese pecador que pecó, y sincerarte delante del Señor, y decirle que fuiste tú quien le falló, y que eres malo, aunque creías que eras bueno. Encima cometes el pecado de orgullo al no querer perdonarte a ti mismo.

Entiende que la “Green Card” para entrar al cielo es que la sangre de Cristo te haya limpiado de todo pecado.

En el evangelio de San Juan leemos que había un gran religioso llamado Nicodemo que le llamaba mucho la atención la figura de Jesús y lo que Él predicaba. Nicodemo era uno de los principales religiosos de Israel y pertenecía al sanedrín. Esto último es una corte o concilio de ancianos; personas muy encumbradas que tienen la ley y la verdad acerca de Dios. Para que no se dieran cuenta que estaba interesado hablar con Jesús, Nicodemo lo visitó de noche. Hablando con Jesús, el Señor le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le preguntó cómo es eso de nacer de nuevo, y entonces Jesús le dijo una frase célebre: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

El perdón de pecados produce un nuevo nacimiento. Daniela que no sabe nada de Biblia, sin embargo, sabe que Jesús le ha perdonado todos sus pecados y me dijo varias veces: “Yo no soy la misma de antes. Soy otra mujer”. Tal vez eres menos pecador que ella, y yo te pregunto: ¿Eres una persona renacida de nuevo? ¿Eres una nueva criatura? ¿Has venido delante de Jesús arrepentida a pedirle perdón por tus pecados y a decirle que quieres esa vida nueva, la vida del espíritu? Jesús no se refería a que teníamos que mejorar nuestra manera de ser, sino que teníamos que volver a nacer con otra naturaleza; esa naturaleza que rechaza el pecado. La palabra pecado suena ridícula en ciertos ámbitos, pero en la palabra de Dios y en la iglesia el pecado es todo lo que hacemos por nuestra voluntad sin entender o evadiendo la voluntad de Dios. Cualquier cosa que hagamos por nuestra propia voluntad sin tener en cuenta cuál es la voluntad de Dios, es pecado.

Hay quienes han pecado mucho y van a alabar al Señor en la gloria porque sus muchos pecados han sido perdonados y limpiados; y hay otros que por creerse tan religiosos o buenos, porque se han criado en la iglesia se van a ir al infierno por no tener sus pecados perdonados. La mujer que tiene 30 años de iglesia ha tropezado tanto en la vida. Esa sí que conoce la Biblia; pero no tenía la certeza del perdón de sus pecados por lo tanto no tenía la salvación. Quien no tiene certeza, no tiene salvación, porque por la fe arrebatamos el perdón de nuestros pecados. Y la fe es la certeza que tú necesitas de que Cristo ha visto tu pecado, sin embargo, te perdona, te limpia y te da vida eterna. Lo que propuso Jesús era un cambio de identidad. Digamos que hay una identidad que recibimos conforme a la carne o herencia biológica de nuestros padres, pero esa herencia está contaminada. Entonces, toda alma que pecare, dice la Biblia, esa alma morirá. Pero para que no mueras, Jesús perdona todos tus pecados y te da otra existencia; una existencia espiritual, una nueva naturaleza. Tú que te consideras religioso no vas a entrar al cielo por ser religioso o por ser minucioso al ofrendar o cantar. Eso es el fruto de un alma agradecida; de un alma que ha recibido previamente el perdón y la vida eterna. Alguien que puede declarar: “Yo soy una nueva criatura”. Una persona es una nueva criatura en algún momento que toma una decisión. Algún día le pediste perdón a Dios y no fue de boca. ¿Le pediste perdón a Dios con todo tu corazón y lloraste delante de Él por tus pecados? ¿Entendiste en algún momento que todo lo que tiene tus pecados es muerte? ¿Algún día te diste por enterado que Jesús te perdonó? Daniela me dijo que sabía el día, el mes y el año en que ella fue transformada. Ese día ella recibió el perdón de sus pecados. No tenía Biblia, no asistía a iglesia, pero ella le pidió perdón a Dios y supo que había sido perdonada. Muchos, por su trayectoria religiosa, creen que pertenecen al reino de Dios; pero yo te digo que quien pertenece al reino de Dios es aquel que ha nacido del espíritu y es una nueva criatura. Ya no vamos a andar mejorando o puliendo la vieja naturaleza para que parezca que es nueva y es buena. La vieja naturaleza es eso mismo, vieja naturaleza; y está condenada. La que no está condenada es la nueva naturaleza, y eso es lo que no entendía Nicodemo. Mas Jesús le dijo: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Enseñaba en Israel todo lo que tenía que ver con Dios, pero no sabía que la vida que vale es la vida del espíritu.

Era necesario que alguien que no pecó le demostrara al mundo entero que la muerte no puede destruir la vida. Era necesario que Jesús resucitase; y el Señor resucitó y se mostró ante muchos testigos. Ese día quedó habilitado para nosotros el hecho de que podemos creer que hay victoria sobre la muerte y no se trata de la nueva tecnología que se propone hoy para que los humanos sean eternos. ¡Es Dios que ofrece vida eterna a través de su Hijo! Leemos en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Nosotros somos salvos, perdonados, y tenemos vida eterna por causa de un nombre; el nombre de Jesús. No va eso de que bueno, yo creo que cuando llegue allá arriba, Dios me va a aceptar porque tengo más cosas buenas que malas. El tema es si tienes esa naturaleza nueva o no la tienes. La naturaleza nueva no sabe pecar y no puede pecar porque viene de Cristo y tiene su ADN. Y Cristo tiene el ADN de Dios y Él no puede pecar.

“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo”, dijo Pedro en un discurso. Y agregó: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Y señala la Biblia en Hechos 4:13: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”. Hablaban como Jesús, caminaban como Jesús; hacían sus obras. Resucitaban muertos como Jesús; sanaban enfermos y echaban fuera demonios como Jesús. ¡Esos son los hijos de Dios! Son los que brillan en medio de la oscuridad y que no se acobardan a la hora de enfrentar las mentiras y los engaños del mundo. Los hijos de Dios no tienen temores porque sus vidas son totalmente trascendentes.

Y tienen algo muy claro. No es la iglesia Misión Vida la que te salva. Muchos han dicho: “Desde que vine a la iglesia Misión Vida mi vida cambió”. ¡La Iglesia no te salva! Quien te cambia es Cristo y quien te da una nueva naturaleza es Cristo. Lo que ha cambiado tu vida es Cristo dentro de ti. Dice la palabra de Dios: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17). Esos son sensibilizados por Dios para entender que sus pecados les condenan.

Una joven de 24 años estaba en pareja, y en los encuentros, a la hora del bautismo le decimos a aquellos que están en pareja y no se han casado delante de Dios que no se bauticen porque están pecando. Le dije entonces que se casaran y después se bautizan. Ella no entendía por qué tenía que ser así; e insistía que no se quiere casar. Me dijo que le pidió perdón a Dios y se bautizó en otra iglesia. Quise indagar por qué no se quiere casar y entonces hablando me contó que su papá había abusado de ella y desde ese entonces no confió más en ningún hombre, ni en Dios. Se crio en el evangelio, pero creó una nueva forma del evangelio. Le aseguré que el matrimonio lo inventó Dios y ella lo sabe, pero no se casa porque no confía. Así que se acuesta con el hombre y peca con él, pero no le tiene confianza. Es más, quiere formar una familia con él, pero no le tiene confianza. ¡Tú tienes que ser libre de tus heridas!

CONCLUSIÓN

Viene a mi memoria la historia de un joven que tiene 10 hermanos, y uno de los más grandes lo abusó; tiene muchas razones para odiarlo, pero él dijo: “No puedo odiar porque el odio me condena a mí”. Y decidió perdonar porque Dios le enseñó el camino del bien. Cuando llega el Espíritu Santo a la vida de alguien, le cambia la cabeza. Tienen razón cuando dicen que les lavamos la cabeza a las personas. Es que si Cristo no te cambia la cabeza seguirás pecando. Si Él no es tu Señor seguirás haciendo la tuya. Dios quiere que pertenezcas a su reino y en su reino se hace solo su voluntad. Somos parte del cuerpo de Cristo por lo que cada miembro no puede hacer lo que quiere sino lo que yo le ordene. Ningún miembro se mueve independientemente.

Si no tienes la certeza del perdón de tus pecados es en vano que asistas a la iglesia. Y no te estoy echando ni mucho menos. Te pido que reflexiones. Dios quiere perdonarte y darte vida abundante. ¡Bendito el día que le dije a Dios que no quería que se hiciera más mi voluntad! ¡Y bendito el día en que Dios tomó en serio esa oración! Ese día cambió mi vida. Desde ese día Dios comenzó a tratar conmigo y me llevó al propósito que Él tenía para mí. ¿Le autorizarías a Dios a que quite de tu vida lo que Él quiera y haga lo que quiera de ti, de modo que no se haga tu voluntad sino la suya? Dios le prometió a Abraham un hijo. Tenía 99 años y ya no podía. Mas Dios le dio promesa y le dijo que del hijo que le daría saldría una gran descendencia. Entonces Abraham tuvo un hijo y le puso por nombre Isaac. Y cuando Dios vio que Abraham amaba demasiado a ese hijo que fue un don, cuando vio que se desvivía por ese hijo y lo descuidó a Él, un día le pidió que lo sacrificara sobre un altar. Dice la Biblia que nuestro Dios es fuerte y celoso. Tú tienes que amar a Dios más que a cualquier otra cosa en el mundo; si no, no cuentes con Él. ¿Eres de Dios o no? Al reino de Dios entrarán aquellos que hacen su voluntad. Y Dios quiere tu corazón. Él quiere tu decisión.

Haz una oración en esta hora y dile al Señor: “Padre, renuncio a mí y a mis deseos, renuncio a mi voluntad y abrazo tu voluntad. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a mi vida tu reino y sea hecha tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén”.

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