SUEÑOS DE DIOS - Misión Vida para las Naciones

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SUEÑOS DE DIOS

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INTRODUCCION

¡Dios sueña grandes cosas con nosotros! Lamentablemente, nosotros no queremos soñar con grandes cosas. Son los valientes quienes se atreven a creer en los grandes sueños y los cobardes se quedan, porque no quieren ponerle el hombro a los grandes sueños de Dios. Básicamente hay dos clases de sueños, los sueños de los necios y los de Dios.

¿Qué es un sueño? Es una promesa, es algo que no existe pero tiene el potencial de existir. Si el sueño es grande, lo que va a resultar de él es algo grande y si es pequeño, resultará en algo pequeño. ¡Así de simple!

Hay una frase que determina la clase de vida que tendrás y dice así: “Nadie puede vivir más alto de los sueños que tiene”. Si tú no tienes sueños, no tienes nada por lo cual luchar; no tienes dirección, estás desorientado y no sabes para dónde ir, porque los sueños direccionan las fuerzas de las personas. En última instancia, todos tenemos sueños, y dije que están los sueños de los “giles” y los sueños de Dios. Hay sueños que no sirven para nada, Jesús dijo que todo lo que proviene de la carne, carne es; y todo lo que proviene del espíritu, espíritu es. Así que hay sueños que son de la carne y otros que son del espíritu. Los sueños de la carne no aprovechan.

¿Qué características tienen éstos? Los sueños que surgen del corazón del hombre “vuelan bajito”, es decir, ¡no son grandes! Sueñas, por ejemplo, con un sueldo, con un trabajo mejor; sueñas con una casa mejor, etc. Sueñas con esas cosas a las que Jesús llama añadidura. En cambio hay sueños que tienen que ver con el reino de Dios; hay sueños pues, que son de Dios otros que son tuyos.

Cuando surgen los grandes sueños de Dios, algunos dicen: “No sé, tengo que orar y ayunar” o “No lo siento”. O miran raro y exclaman: “¡Yo no puedo hacer eso!” “¡Esto es imposible!” “¡Yo no tengo palabras, no estoy preparado!” Hay cristianos que toda su vida han estado diciendo, “me tengo que preparar” y se la pasan de instituto en instituto. Saben todo pero cuando quieres ver su trabajo, ¡no han hecho nada!

Los sueños no son cosas que se discuten, sino que se hacen; no son de los opinólogos u oidores sino de los hacedores, mucho menos de los habladores. ¡Los sueños de Dios son grandes! Y Él ejecuta sus planes en la tierra, poniendo sueños en el corazón del hombre. Los hombres captan por la fe, los sueños de Dios y los llevan a cabo, entonces el Señor se siente realizado con aquellos que ponen manos a la obra a sus sueños. Dios se ha asociado al hombre y a los que no llevan a cabo los sueños del Señor, Él los llama cobardes y éstos no entrarán en el reino de los cielos. ¡Dios les llama cobardes a aquellos que no se animan a hacer lo que Él quiere! Los sueños de Dios son grandes, son emprendimientos que el hombre no puede hacer por sí mismo y no se harán si el Señor no interviene. Si el hombre se asocia a Dios, el poder del Señor estará al servicio del hombre que realiza los sueños de Dios; el poder del Señor estará al servicio de aquel que le ama y quiere hacer su voluntad. La inteligencia y la sabiduría de Dios estarán al servicio de aquellos que quieren llevar a cabo los planes del Señor. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. ¡Señor, yo voy a hacer aquellas cosas que se hacen en el cielo, aquí en la tierra!”

Otra frase que quiero compartir contigo dice así: “Si puedes lograr un sueño por tus propias fuerzas, hay grandes probabilidades que sea idea tuya y no un sueño de Dios”. El Señor dice en su palabra: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Esas otras cosas serían, el sueño de un mejor vestido, de una mejor comida, de una mejor vivienda. El Señor te dice acerca de esto: “¡Eso te lo regalo yo! ¡No pierdas tiempo en esas cosas! ¡Dedícate a buscar mi reino y su justicia!”

Normalmente, los sueños de Dios meten miedo. Los sueños pequeños son más bien para cuestiones personales, como mi casa, mi trabajo, mi sueldo, mi matrimonio, mi familia, mi auto, mi piscina, etc. Esos son sueños pequeños, en cambio, los sueños de Dios promueven bendición para muchos. Cuando Dios pone un sueño en el corazón de una persona, no es para bendecirla a ella sola, sino a muchos. El Señor le dijo a Abraham: “Te bendeciré  y serás bendición”;lo que importa no es que yo solamente reciba bendición sino que me transforme en un canal de la bendición de Dios.

La visión y los sueños de Dios son el origen de grandes emprendimientos. Nada grande se hará si no hay primeramente un sueño. ¿Qué es un sueño? Es una concepción, una idea de algo que se quiere realizar. Dios toma un hombre e imprime en su corazón algún anhelo suyo y para poder abrazar los anhelos del Señor tendremos que saber renunciar a nuestros anhelos. Si tú no sueltas tus sueños, nunca serás un ejecutor de los sueños de Dios y quedarás atado a tus sueños.

Hay un método que se usa para cazar monos en la selva y consiste en hacer un hoyo pequeño en un árbol y poner maníes, que a los monos les apetece mucho. Entonces, para agarrar el alimento, mete la mano y agarra un montón; como el agujero es pequeño, el mono se esfuerza por sacar los maníes pero no puede porque tiene la mano llena. El animal se pone a gritar y a tironear, entonces los cazadores se apresuran a cazarlo. ¿Qué quiero decirte con esto? Que lo que a ti te gusta, te ata, y permaneces esclavo de esos deseos personales que tú tienes. ¡Dios quiere que tengamos sus deseos y sus grandes planes en nuestro corazón!

Los sueños de Dios no se logran realizar dentro de tu círculo de seguridad; allí tú sabes todo lo que hay que hacer y no necesitas a Dios en ese lugar, pero el Señor te quiere llevar más allá de tu círculo de comodidad, porque tu círculo de seguridad es tu círculo de comodidad. Tú te sientes cómodo moviéndote dentro del territorio que dominas, pero Dios te quiere sacar afuera de allí a un territorio que no dominas, en donde, si suceden cosas, necesitarás el poder de Dios, necesitarás confiar en Él porque no podrás hacer pie. ¡El sueño de Dios es más grande de lo que tú puedes realizar! Así que, cuando sales de tu terreno de comodidad o de seguridad, entras en un territorio de temor, porque cuando sales de tu zona de confort, comienzas a darte cuenta que no está dentro de tus posibilidades pero debes creer que está dentro de las posibilidades de Dios. Cuando tienes un sueño que el Señor ha diseñado, sólo sucederá por su gracia, por su favor y su fidelidad.

ABRAHAM RECIBIÓ LA VISIÓN DE DIOS

Vamos a ver un proceso; Génesis 15; 1 dice así: “…vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. Si quieres que te explique qué es eso de que vino palabra de Jehová en visión, no sé bien cómo es, pero tal vez te ha pasado de estar soñando entre despierto y dormido y parece tan real que cuando te despiertas quieres saber cómo sigue el sueño. Me ha sucedido que cuando sueño de esa manera, ahí nomás cierro los ojos nuevamente porque quiero saber qué sigue, pero le pierdo el hilo. Aunque hubo veces en que soñé que hablaba con alguien o sucedía algo, e intrigado por saber cómo continuaba la cosa cerraba los ojos para seguir soñando y ahí sí, agarraba el hilo. Pero yo no me refiero a lo que sueñas mientras duermes, ya que los sueños de Dios los puedes percibir despierto.

Cuando una joven cuenta que sueña entrar a la iglesia con un vestido blanco para casarse con un rubio, alto, de ojos verdes, no es que la noche anterior, mientras dormía lo soñó, sino que eso ella lo sueña despierta. Abraham vio una visión y a través de ella vino palabra de Dios:“…vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. ¿Por qué le dijo: no temas? Porque el Señor sabía que lo que le iba a decir, le causaría miedo. El Señor iba a sacar a Abraham de su zona de comodidad y lo probó en varias oportunidades. Cuando estaba en Ur de los caldeos, Dios le ordenó: “Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que yo te mostraré”, pero no le señaló cuál era la tierra a la cual se iría. Primero, Abraham obedeció y salió, y en el camino el Señor le fue hablando y lo llevó por un proceso. ¡Era más importante la fe de Abraham que su conocimiento! Si Dios le hubiera dicho todo lo que iría a vivir, Abraham se hubiera negado rotundamente, pero lo importante es que cuando recibe una visión o una palabra de parte de Dios, él obedece y avanza conforme a la visión. Por eso fue llamado amigo de Dios.

“Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?” (Génesis 15:2) Si él miraba a su alrededor, no daba para soñar. Cuando llega un sueño de Dios, no mires las circunstancias en las que te encuentras; cuando viene un proyecto de Dios a tu vida, no veas lo que dicen tus amigos ni tus familiares. Si es de Dios, aprieta los dientes y avanza. Tus parientes y amigos no tienen por qué entender lo que el Señor te ha hablado y es probable que tampoco tú entiendas, pero sabes que tienes que obedecer. ¿Quieres hacer la voluntad de Dios? Tal vez hace mucho que conoces el llamado de Dios sobre tu vida pero nunca has puesto la mano en el arado. Dios no hace nada en la tierra sin antes poner en el corazón de los hombres, sus planes.

Abraham pensaría qué iba a ser de su vida; él tenía cerca de noventa años de edad, su esposa era estéril y no tenía hijos. Pero se le presenta Dios y le dice: “Yo soy tu escudo y tu galardón será grande”. “Señor, estoy en medio del desierto, me hiciste salir de Ur de los caldeos y estoy en tierra de Canaán, ¿qué me vas a dar si el que me heredará será mi esclavo?” ¡Abraham era un hombre rico! Tenía vacas, ovejas, camellos, siervos y siervas. “Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará” (Génesis 15: 3 y 4). Mientras Abraham hablaba con el Señor, mira hacia abajo, la mira a su esposa que se encuentra debajo de un árbol, entonces piensa: “¿Será verdad lo que Dios me ha dicho?” Y le reprocharía: “Señor, mira que Sara está muy arrugada y encima es estéril, y lo que más necesito para tener un hijo también está muy arrugado”. ¡No mires las circunstancias! Porque entonces dirás: “No, yo estoy loco; yo no he hablado con Dios. Habrá sido algún demonio que me habló. ¿O estaré alucinando? ¡Si yo anoche no he tomado nada!”

PEDRO VIO LA VISIÓN DE DIOS

Cuando Pedro ve a Jesús caminando sobre las aguas, le dice: “Si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús”. Cuando Pedro mira al Señor, tiene una visión, entonces se baja de la barca, pisa el agua y comienza a caminar hacia Jesús. “Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” ¡Pedro había sacado la mirada de Jesús! El Señor lo salvó porque se hundía. ¿Por qué le sucedió eso? ¡Porque puso su mirada en las circunstancias! De todas maneras tenemos que agradecer que haya habido un Pedro que caminó sobre las aguas, además de Jesús; fueron unos pasos pero valió la pena lo que hizo. ¡Hay otros que no avanzan ni un centímetro! Tú tienes que poner tu mirada en Jesús. Quiero decirte que nadie viene al mundo sin un plan de Dios; nadie viene sin que el Señor tenga un sueño para esa persona, porque ahí sí que no tendría sentido que hayas nacido. Dice la Biblia que Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza. Él es un Dios creador y ha hecho hombres y mujeres creativos. ¡Dios te ha hecho semejante a Él! Si Él sirve, tú también sirves, si Dios hace, tú también y si Él puede, tú también puedes porque te ha creado para que logres los objetivos. “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará… Y creyó Abraham a Jehová, y le fue contado por justicia”. Abraham le creyó a Dios a pesar de lo que veía y a pesar de lo que sentía su corazón, entonces le dijo:“¡Amén, Señor!”

MARÍA, RECIBIÓ LA VISIÓN DE DIOS

Cuando el ángel se le presentó a María, le dijo: “El Espíritu Santo te cubrirá”. Cubrir una hembra es un término del campo, es montar a la hembra. Ella también cuestionó: “¿Y cómo será esto si yo no conozco hombre?” Y el ángel le dijo: “El Espíritu Santo te cubrirá”. “Ah…” respondió María. ¡Hay cosas que sólo hay que creerlas! Imagina cuando se descubre que está embarazada y le cuenta a su novio José: “Mi amor estoy embarazada”. Él se queda de boca abierta y dice: “¿Cómo? ¿Con quién anduviste?” “¡Con el Espíritu Santo!” responde María. José no se la creyó porque, ¿cómo iba a creer semejante barbaridad? Sin embargo, María creyó y el Espíritu Santo la cubrió. Es que los sueños de Dios son muy locos. ¡Son cosas muy grandes! Dios le tuvo que mandar un ángel a José para que lo convenciera de que lo que estaba en el vientre de su prometida María era el Hijo de Dios y fue obra del Espíritu Santo. Ya cuando se le apareció un ángel de tres metros, vestido de blanco, diciéndole: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”,ahí aceptó. ¡Los sueños de Dios son tan grandes que no se pueden creer mediante razonamiento humano!

Abraham le creyó a Dios; puso unas luces sicodélicas en el dormitorio e invitó a su esposa, quien, me imagino, le habrá dicho: “¿Qué te pasa? ¿Qué bicho te picó? ¡Hace rato que aquí no pasa nada!” ¡Gloria a Dios por los valientes que le creyeron al Señor y llevaron a cabo sus sueños! Dios le dio a Abraham un solo hijo, Isaac, pero el día en que se le apareció el Señor y le prometió que le daría descendencia, lo sacó afuera y mostrándole el cielo le dijo que contara las estrellas a ver si lo podía hacer. Abraham comenzó a contarlas pero le fue imposible porque eran demasiadas, entonces el Señor le dijo: “Así será tu descendencia”.¡Dios puede hacer a través de ti lo que tú ni te imaginas! ¡Él quiere hacer grandes cosas contigo! Pero debes renunciar a tus sueños para poder alcanzar los sueños de Dios. Quien tiene arraigos en sus deseos y sueños no tiene tiempo para atender los sueños de Dios.

JACOB SOÑÓ LOS SUEÑOS DE DIOS

Isaac, el único hijo de Abraham, tuvo dos hijos; uno se llamó Jacob y el otro Esaú; y Jacob tuvo que huir de su casa sin nada porque usurpó la primogenitura de su hermano y éste lo quería matar. Él logró que su padre lo bendijera pero tuvo que salir huyendo porque Esaú se había ensañado con Jacob. Y cuando estaba en el desierto, solo, una noche, durmiendo con la cabeza sobre una piedra soñó con una escalera que estaba apoyada en la tierra y su extremo tocaba el cielo; también vio ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Soñó que Dios le decía que estaría con él, que lo acompañaría en todo su camino y lo traería con bendición entre otras cosas. “Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el…” Bet-el significa, casa de Dios y puerta del cielo. Hoy en día, en varias partes del mundo podemos ver diferentes lugares con el nombre Bet-el; lavaderos, escuelas, panaderías, iglesias, spa, etc. ¡Se hizo famoso ese lugar! ¡Porque allí hubo un hombre que le creyó a un sueño de Dios! Continúa diciendo Génesis 28: 20 al 22:“E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”. Jacob le creyó a Dios e hizo pacto con Él.

¿Qué podrá hacer Dios con alguien que se niega a predicarle a su familia porque no quiere tener problemas con ellos? ¿Qué puede hacer Dios con esa persona a la que le da vergüenza predicarles a sus amigos por el qué dirán, además de que los puede perder? ¿Qué hará Dios con los cobardes? La Biblia señala que los cobardes no entrarán en el reino de los cielos ya que éste sólo es para valientes y son ellos quienes lo arrebatan. Hay quienes por no tener problemas con la familia no les predican el evangelio y prefieren que se vayan al infierno. Si no haces eso, que es lo mínimo, ¿qué sueño puede darte Dios si estás en una condición semejante?

JOSÉ SOÑÓ LOS SUEÑOS DE DIOS

Jacob tuvo once hijos, el último se llamó José; aunque después tuvo al más pequeño de todos, Benjamín. Y José, soñó un sueño. Se despierta a la mañana y les dice a sus hermanos: “Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras”.

Ese sueño lo capturó a José, le quedó muy adentro, como te habrá sucedido a ti con algún sueño o desafío que Dios te mostró. Entonces, hoy es el día en que ese sueño tiene que ponerse en marcha. Y dice la Biblia:“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?”

¡Esta vez hasta su padre se enojó! Los hermanos, molestos con él, no le podían hablar a José pacíficamente. ¡No lo soportaban! Una de las razones fue porque era el consentido del padre. Pero fue extraordinario lo que sucedió, andando el tiempo. José fue a visitar a sus hermanos que estaban cuidando ovejas en el campo, en un paraje lejano y cuando éstos lo ven llegar, entre ellos dicen: “Ahí viene el soñador de sueños”. Y conspiraron contra él para matarlo así mataban el sueño, pero uno de sus hermanos les dijo que no lo hicieran, mejor sería que lo arrojaran a una cisterna y así lo hicieron. Uno de sus hermanos le quiso salvar la vida para que José volviera con su padre, pero los demás hermanos lo querían muerto. Entonces, lo arrojaron a una cisterna y cuando levantaron la mirada vieron que se aproximaba una compañía de ismaelitas, entonces uno de ellos dijo: “Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne”. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. Hicieron negocio con José y prefirieron, antes de matarlo, que se lo lleven de esclavo, así nunca más sabrían de él. Allá en Egipto, los ismaelitas vendieron a José como esclavo. Entonces, los hermanos, tomaron su túnica y la tiñeron con sangre de un cabrito y se la llevaron al padre. Jacob la reconoció y dijo: “La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado”.

Ellos creyeron que se lo habían sacado de encima y no tendrían más problemas pero allá en Egipto, Dios estaba con José. En esa nación fue difamado y fue a parar a la cárcel, pero la Biblia nos dice que Dios estaba con José y el Señor lo prosperaba en todo lo que hacía. En la cárcel, dos de los presos, funcionarios del rey, habían tenido un sueño cada uno, y José les interpretó sus sueños. La interpretación fue certera y el faraón se enteró que José interpretaba sueños. Esto ocurrió porque él había tenido un sueño y no había quien se lo pudiera interpretar. Faraón soñó con siete vacas gordas y siete vacas flacas, entonces José le dijo de qué se trataba. Él recibió un sueño de parte de Dios que le indicaba lo qué iba a suceder en el futuro y se trataba de siete años de prosperidad y luego vendrían siete años de escasez.

Entonces José le dijo a faraón: “Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre”.

Venidos los siete años de miseria, la gente que vivía alrededor de Egipto llegaba a comprar comida porque allí, José había sido transformado en un gobernador muy importante. Era el segundo del reino. Faraón había puesto la prosperidad de Egipto en las manos de José, también le dieron un trono y como su mujer, a la hija de uno de los sacerdotes de esa nación. ¡Ahí estaba él, sentado en el trono del gobernador! Ya no parecía cananeo ni de Ur de los caldeos, se vestía y se pintaba como los egipcios.  Lo sorprendente es que, quienes habían llegado a Egipto a pedir comida fueron sus hermanos y como se solía hacer al presentarse delante de un gobernador de Egipto, se postraron ante José. Pero sólo habían ido algunos de sus hermanos a comprar alimento; José enseguida los reconoció, aunque sus hermanos no entendieron que era José. Ahí comenzó a hacerse realidad el sueño que él había tenido muchos años antes. Entonces José les preguntó de dónde eran; al responder ellos acerca del lugar de donde venían, los acusó de espías. Les preguntó si tenían padre y algún otro hermano menor, y cuando asintieron, José pidió que trajeran ante él a su hermano menor. Pero para asegurase, decidió retener a uno de ellos, a Simeón, en Egipto, y les dijo que si no volvían con su hermano menor, Simeón moriría. Entonces los hermanos se fueron de ahí y regresaron con Benjamín y todos nuevamente se postraron delante de José. ¡El hecho de que te odien no podrá detener el sueño que Dios te ha dado!

Dios le mostró a José a través de un sueño, una promesa de bendición pero no le mostró el proceso que tendría que sufrir para alcanzar esa promesa. José debía vivir el proceso. Tuvo que experimentar muchos problemas, pero el viaje nunca cambió el sueño de José. Ni la cisterna, ni los madianitas, ni Potifar, ni el capitán del ejército, ni la cárcel, que fueron sólo una fase del proceso, pudieron modificar el sueño de José. Pero el proceso cambió a José y lo transformó en una persona de influencia. El proceso te conduce a la promesa, no importa lo que tengas que vivir.

No te acomodes en la cisterna porque ésta no es tu destino final. En una etapa de mi vida yo estuve en una cisterna, estuve en una posición en la que no sabía qué hacer con mi vida, entonces busqué a Dios y Él me habló a través del Salmo 40 que dice: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”. ¡Dios también me sacó a mí de un pozo! No importa si sientes que estás en un pozo o estancado, si tú tienes un sueño de Dios, si lo crees, ese sueño se cumplirá en tu vida. ¡Tu destino no es la cisterna! ¡Tu destino es el palacio! Nosotros fuimos constituidos un pueblo de reyes y sacerdotes, dice la Biblia; somos hijos del Rey de reyes y del Señor de señores. ¡Esto no termina aquí! Es como las novelas que dicen: “Continuará”. Doy gracias a Dios porque me llevó al punto de renunciar a mis sueños para abrazar los suyos. ¡No hay forma de abrazar los sueños de Dios reteniendo los nuestros! Personas me dicen: “Tengo miedo de que Dios me pida tal cosa”, o “Tengo miedo que Dios me saque de aquí y deje esto”. Quienes dicen eso son cobardes y tales personas no entrarán en el reino de los cielos. “Lo que pasa es que a mí me gusta mucho tal cosa”. Yo sé lo que es, que me guste tal cosa pero lo tuve que dejar por algo mejor. En aquel entonces creía que lo que yo quería era lo mejor, pero siempre, lo que Dios tiene es mejor.

José atravesó por tiempos difíciles y creo que le habrá preguntado más de una vez a Dios: “¿Qué habrá sido de ese sueño que tuve, Señor?” Imagínate qué habrá sentido cuando estuvo en la cárcel por culpa de la esposa del capitán que lo acusó de intento de abuso cuando en realidad él había huido para no pecar contra Dios. Me lo imagino preguntándole al Señor: “Dios, ¿y los sueños que me diste, dónde están?” No te hagas problemas, que si amas a Dios y quieres hacer su voluntad, la cárcel no podrá detenerte. No permitas que los problemas temporales o las decepciones te desvíen de tu sueño y de tu destino. ¡Qué nada te desvíe! Cuando caminas en los caminos de Dios, sus promesas no tienen fecha de vencimiento. Hay jóvenes con veinte, veinticinco años de edad que me dicen: “¡Se me está yendo la vida!” ¡No te hagas drama porque no hay fecha de vencimiento para las promesas de Dios! Si Él te ha dicho que te va a usar, lo hará como te lo prometió. Pero tú le tienes que decir hoy: “Señor, está bien. Quiero que en mi vida se haga tu voluntad”.

CONCLUSIÓN

Yo te pregunto: ¿Estás dispuesto a que Dios rompa lo que tenga que romper en tu vida para que se haga su voluntad contigo? Las personas que te subestiman no son las que tienen la última palabra. No sé qué te han dicho y no sé qué te dices a ti mismo, porque hay personas que se denigran a sí mismas creyendo que nunca llegarán a nada, que le han fallado a Dios muchas veces. Y conozco gente que le ha fallado al Señor varias veces pero sé que algunos, arrepentidos, se han vuelto a Dios con todo su corazón y el Señor los ha restaurado y levantado. El anhelo más grande que tiene Dios es el de poder llevar a cabo sus planes a través de hombres y mujeres dispuestos, que le crean al Señor y que sueñen sus sueños. Por supuesto que hay sueños que no son de Dios, y lo dije al comienzo de este mansaje; Jesús dijo que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido de espíritu, espíritu es.

Uno de los grandes problemas que tenía Dios en la antigüedad y a propósito de eso, en Jeremías 23:28 leemos lo siguiente: “El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová”. Hay quienes hablan de parte de Dios como si el Señor hubiera hablado. Son personas que no tienen temor de Dios y sólo quieren destruir tus sueños de servir al Señor.

En los primeros años de ministerio habíamos establecido una iglesia muy linda en un cine, en la ciudad de Mercedes, y mandé una persona para que se hiciera cargo de esa iglesia. Al encargado se le pegó una mujer complicada; ella oraba todos los días a eso de la siete de la mañana con él, y conversaban mucho los dos. El encargado me llamó diciéndome que todas las mañanas oraba con una mujer que había sido bruja y que ella había descubierto muchas cosas porque sabía qué es lo que se mueve en la brujería. Un día me llama y me dice: “Anoche deshicimos un trabajo con tierra de cementerio”. Resulta que esa supuesta tierra de cementerio estaba en los candelabros ubicados en las paredes del cine y eran añejos, ya que el cine había sido construido hace muchos años atrás. ¿Cómo hicieron para saber que eso era tierra de cementerio? les pregunté. La mujer se subió a una escalera y pasó el dedo por el candelabro que estaba lleno de tierra, entonces le dijo al encargado que era tierra de cementerio y él se espantó. A mí ya me estaba sonando raro lo que me contaba acerca de la mujer. Pero hubo un tiempo en que él no quería hablar conmigo y me esquivaba; cuando fui a la ciudad de Mercedes lo noté raro y le pregunté qué le sucedía a lo que me dijo que no pasaba nada. Cuando me regresé, le pedí a un pastor que teníamos en la ciudad de Colonia que fuera a visitar a ese encargado a ver si le sacaba algo, entonces le abrió su corazón y le contó lo que le estaba sucediendo. “La mujer me dijo que la prosperidad de Márquez tiene que ver con un pacto que hizo con una bruja. Todos los lunes Márquez se acuesta con esa bruja”, le dijo el encargado a ese pastor. ¡Gente que te quiera arruinar la vida hay por todos lados! El hombre había quedado atormentado con lo que le había dicho la mujer, entonces le preguntó cómo sabía ella que eso era verdad y ésta le respondió que había trabajado con esa bruja. “Y te cuento más”, le dijo la mujer. “Una vez, la bruja se fue de viaje y me pidió que la reemplazara acostándome con Márquez, así que lo hice”.

Si tuvieras que escuchar las opiniones de los amigos, de los parientes y demás, ¿qué harías? Imagínate cuando Noé recibió la visión para hacer un barco en un lugar dónde nunca había llovido, donde no había río ni mar, pero Dios le ordenó que construyera una barca porque iba a mandar lluvia. Y Noé no hizo más que acatar las órdenes de Dios. ¡Son embromadas las órdenes de Dios! ¡Hay que jugárselas para llevar a cabo los sueños de Dios! ¡Creerle a Dios es ponerse al mundo en contra!

Yo tenía mis planes de arquitecto, de empresario, de director de coro en la iglesia, ¡y cómo me gustaba dirigir el coro! Un día, participando en un encuentro de matrimonios, me arrodillé e hice una oración muy corta pero profunda, y le dije a Dios: “Quiero que en mi vida se haga tu voluntad”. Por lo visto, Dios tomó en serio mi oración y al poco tiempo de haberlo hecho, se comenzaron a derrumbar cosas en mi vida, empezando por mi trabajo; llegué a tener problemas en la iglesia en la que servía. Sufrí escasez económica y no tenía trabajo. Todo se comenzó a desmoronar y tuve que irme a la ciudad de Buenos Aires dejando todo atrás; ya no sería el tecladista de la iglesia, el director del coro, dejé de ser diácono y maestro de escuela bíblica. Nos fuimos de nuestra tierra natal con nuestra hija Cecilia y vivimos un desierto de cinco años, buscando la voluntad de Dios; en ese tiempo se esfumaron los amigos en los que yo me apoyaba, ya no contaba con esos lugares en los que me sentía seguro, mi familia ya no estaba, y tantas otras cosas quedaron atrás, pero Dios me introdujo en una nueva visión, todo por una oración que hice, cortita y al pie: “Señor, yo quiero que en mi vida se haga tu voluntad”.

Padre, yo te pido en esta hora por aquellos que están cansados y reconocen que necesitan decirte: “Señor, quiero que en mi vida se haga tu voluntad. Ya no quiero mis proyectos ni mis sueños. ¡Quiero tus sueños, Señor! Que caiga lo que tenga que caer y se rompa lo que se tenga que romper, pero que se haga en mí, tu voluntad”. Haz tu obra en ellos, Jesús”.

Quiero decirte que tú eres quien frena la voluntad de Dios en tu vida y que sólo tú puedes decidir si haces la voluntad del Señor o no.

 

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