PADRES SABIOS, HIJOS SABIOS - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

PADRES SABIOS, HIJOS SABIOS

INTRODUCCIÓN

Una de las cosas que Dios me ha mostrado es que yo tengo que insistir en darle a la iglesia su palabra y convencerlos que la palabra de Dios es la verdad; y que tengo que trabajar para que la iglesia ame la verdad. Me dijo también que no me preocupara tanto por la mentira que se está enseñando y se ha diseminado en la sociedad en forma de ley, obligatoriamente, porque el conocimiento de la verdad disipa el poder de la mentira.

En este sentido debo decirte que la palabra de Dios no es un paquete de buenos consejos, sino que es poder de Dios. Tengo que hacer énfasis en que la palabra de Dios es poder de Dios. Cuando estamos en contacto con la palabra de Dios, ésta es capaz de arrancarnos de la situación más difícil que nos encontramos, y encaminarnos por buenos caminos.

Yo he nacido en una familia cristiana. El hecho de haber estudiado la Biblia y haberla enseñado me dio una clase de vida que le agradezco a Dios. Yo no tuve que probar las profundidades del pecado como la droga, el alcohol, la delincuencia, etc. Ya vi lo que ésto ha provocado en otras personas. ¡Dios me ha librado! Mi esposa y yo, desde pequeños hemos ido a la iglesia y nos ha ido bien; la palabra de Dios encaminó nuestras vidas. Aunque mi esposa viene de una familia que no conocía a Dios; a su abuelo, lo habían condenado a cadena perpetua por asesinar a una persona en una reyerta de bar. Así fue el origen de mi esposa antes que ella naciera. Pero llegó la palabra de Dios a la cárcel donde se encontraba su abuelo y su vida fue transformada. Fue tan grande el cambio en su corazón que las autoridades le concedieron la libertad en poco tiempo, siendo que él tenía que morir en la cárcel, sin embargo, fue liberado. El evangelio hizo una obra poderosa en él. Cuando salió de la cárcel fue a su casa y le predicó el evangelio a su familia. Tanto él como sus familiares vivían en una zona rural, y cuando comenzaron a escuchar la palabra de Dios, fundaron una iglesia en medio del campo. Por mi parte, mi abuelo fue un soldado de guerra y resultó herido por las bombas, se enfermó por causa del frío y padeció otras vicisitudes más. Él no conocía la verdad, pero cuando conoció el evangelio, Dios lo salvó y formó una familia numerosa. Cuando le llegó la hora de partir, dijo que moría feliz porque sabía que Dios iba a cuidar de su descendencia.

Quiero hacer énfasis en el hecho de que, si el evangelio te hace bien y te va bien, esto te garantiza que también tu descendencia después de ti será bendecida. No se trata de oír una buena noticia solamente; se trata de una palabra que tiene poder para arrancar los más perversos deseos del alma y que puede sanar las heridas de tu corazón. Se trata de oír la palabra de Dios y creerle a Él.

LA VERDAD JAMÁS PODRÁ SER CAMBIADA

Se está extendiendo la idea de que nacemos neutros, pero la pura verdad es que Dios creó al hombre, hombre, y a la mujer, mujer, y esa verdad no la va a poder cambiar nada ni nadie. Deja que el mundo se vaya detrás de la mentira y el engaño, pero tú permanece en tu fe en Dios y en su palabra. Si Dios creó al hombre y a la mujer; hombre y mujer son. ¡Nadie va a torcer la verdad de Dios! Los científicos han descubierto que Dios ha establecido cosas que no pueden ser violadas. La velocidad de la luz es de trescientos mil kilómetros por segundo. Y han querido encontrar alguna cosa que pueda viajar más rápido que la luz; hasta creyeron haber descubierto ciertas partículas que se movían a mayor velocidad, pero concluyeron que la velocidad de la luz es el tope, es una ley que no se puede superar. Aún siguen descubriendo las cosas que implican, referente a la creación y al tiempo, que la luz viaje a trescientos mil kilómetros por segundo.

Las cosas que Dios ha establecido, el hombre no las va a poder cambiar. Un día, Dios le habló a su pueblo Israel por medio de Moisés y les dijo: “Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Deuteronomio 4:39). Captó mi atención la palabra “reflexiona” que significa pensar y re pensar y volver a pensar que hay un solo Dios; Dios del cielo y de la tierra, y no hay ningún otro dios. ¡Ama a Dios! ¡Hazte amigo de Él! ¡Búscalo! Dios es el genio que inventó todo lo que hay en el universo. ¡Acércate a Él! Luego, Moisés le refirió al pueblo: “Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre” (Deuteronomio 4:40). Esto es para ti, para que te vaya bien y para tus hijos.

¿Qué le vamos a dejar a nuestras generaciones futuras? ¿Qué estamos haciendo para alertar a nuestros hijos y librarlos ya que les están lavando el cerebro? Lo que hacen con nuestros hijos obedece a tácticas satánicas. Estamos enfrentando una guerra silenciosa cuyas bombas estallan dentro de las mentes de nuestros hijos. De pronto descubrimos que nuestros hijos están pensando distinto que nosotros y en nuestra contra, y es que el estado quiere influir sobre ellos quitando todo derecho a los padres. Tú tienes el deber de enseñarles a tus hijos la palabra de Dios. Tú tienes que creer en Dios, tienes que amarlo y debes ser tú quien les enseñe la palabra de Dios. ¡Tus hijos son el remanente de Dios en la tierra! ¡El mundo entero se va a corromper, pero nuestros hijos serán luz! ¿Qué vamos a hacer con tanta mentira? ¿Qué vamos a hacer con tanta opresión y engaño? Pues, vamos a enseñarles a nuestros hijos los mandamientos de Dios y sus estatutos, entonces te irá bien a ti y les irá bien a ellos después de ti. Los mansos heredarán la tierra, los justos heredarán la tierra. ¡No la heredarán los malos! ¡No la heredarán los mentirosos! El lugar de los mentirosos es el lago de fuego y azufre, pero nosotros, los que creemos en Dios vamos a gobernar en la tierra.

Leemos en Deuteronomio 6: 6 y 7: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Cuando tu hijo esté molesto no le des un celular para que vea videos. He visto niños fascinados viendo los dibujos de Pepa Pig; y ahora, por siete segundos aparece en los videos de programas y canciones infantiles, una especie de monstruito que había aparecido años atrás, y en pocos segundos los incita a los niños a matase o matar a sus parientes. Tú que quieres estar en paz y le das el celular a tu hijo o a tu hija y se quedan embobados viendo esas cosas que sutilmente han preparado para ellos: Yo te digo hoy, cuando te acuestes habla con tus hijos la palabra de Dios, también cuando te levantes; y cuando vas por el camino, pon la palabra del Señor y sus mandamientos en tu corazón y compárteselos. Quieres que te vaya bien, entonces haz lo que Dios te está diciendo.

EL ERROR DE ELI

Hay un ejemplo en la Biblia muy duro; había un sacerdote llamado Elí, un hombre bueno, obediente, temeroso de Dios, siempre obrando bien, pero sin duda, algo hizo mal para ejemplo de nosotros, y fue que no cuidó a sus hijos. Como él era sacerdote, sus hijos por linaje tenían que ejercer el sacerdocio y esta promesa venía desde Aarón. En Egipto, Dios ya había elegido a Aarón y a su descendencia para que ellos fuesen sacerdotes. Leemos en 1ª Samuel 2:12: “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová”. Elí andaba muy bien, no así sus hijos. Dos cosas horrendas sucedían con ellos; eran impíos, significa que no tenían piedad. No eran hombres piadosos y no cultivaban la palabra de Dios en su corazón. Además, no tenían conocimiento de Dios. El conocimiento de Jehová no es lo que lees en la Biblia; el conocimiento de Jehová es lo que Dios te revela a ti porque lo amas y eres su amigo y su amiga. Nadie puede decir que sabe de Dios porque ha leído la Biblia; el que sabe de Dios es porque camina con Él. El que tiene conocimiento de Dios es aquel con quien Dios está y Él le revela su palabra. El conocimiento de Dios no es letra muerta, no son sólo normas; la palabra de Dios es viva y opera para un día, en una circunstancia, para una persona o un grupo de personas. ¡La palabra de Dios está viva y es poderosa! Los hijos de Elí eran hombres impíos y no caminaban con Dios.

Leemos en 1ª Samuel 2: 22 al 24: “Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová”.

Elí estaba viejo y chocho; no sirvió de nada lo que les dijo a sus hijos porque no fue una reprensión ni los estorbó con lo que él les dijo, no les habló duro para que reaccionaran. Cuando leí esto por primera vez, vi que Dios lo castigó a Elí y pensé: “Pero, si él les dijo a los hijos que estaba mal lo que hacían”. Y Dios me dijo que no fue suficiente lo que él hizo.  Dice la palabra de Dios en 1ª Samuel 2:27 al 30: “Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”.

No se conformó Dios con que Elí amonestara a los jóvenes, y se molestó porque no los había estorbado, honrando más a sus hijos que a Él. Los padres hoy en día no saben qué hacer con sus hijos y para todo tienen una excusa. El hijo se portó mal y le quitaron el celular, pero como les da lástima se lo dan de nuevo. Dios prefiere que estorbes a tus hijos; Dios quiere que seas un estorbo para ellos. Dios reprendió a Elí diciéndole: “…has honrado a tus hijos más que a mí”.

El Señor quiere bendecir la tierra con tus hijos, y quiere que seas prudente al encaminarlos. Dios quiere que guardes sus mandamientos y sus estatutos para que te vaya bien a ti y les vaya bien a tus hijos después de ti. “¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”.

Desde que salieron de Egipto, ya, Aarón y su descendencia estaban designados para ser sacerdotes. Quinientos años atrás el Señor había dicho que su casa y la casa de su padre andarían delante de Él perpetuamente. Pero ahora ya no iba a ser así. El pueblo de Dios necesita leer con frecuencia la Biblia. El Señor dice hoy: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”. ¡Tienes que honrar a Dios por encima de tus hijos y de cualquier familiar! ¡Tú tienes que honrar a Dios más que a todas las cosas! Le tienes que dar a Dios el primer lugar y esto se tiene que ver. Debes obedecer los mandamientos de Dios y enseñar la ley de Dios. Luego que Dios lo hubo amonestado le dio una sentencia y le dijo: “He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa…Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días”. No ha habido una queja contra Elí en toda la Biblia ya que había sido un buen sacerdote, pero no estorbó a sus hijos y estos salieron torcidos.

Entonces, leemos en 1ª de Samuel 3: “El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia”. Samuel era hijo de Ana, una mujer que no podía tener hijos, y un día lloró con amargura de alma delante de Dios en el templo, pidiéndole que le diera un hijo e hizo voto, diciendo: “Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (1ª Samuel 1:11).

Ana consagró a Dios a su hijo y éste vivió en el templo sirviendo a Elí todo el tiempo. Dice la Biblia que Samuel ministraba delante de Dios en presencia de Elí y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días y no había visión con frecuencia. Cuando el camino de alguien no agrada a Dios, falta presencia de Dios, es porque falta su palabra, y puedes leer la Biblia, pero no tienes temor de Dios, no haces lo que Él quiere y no alegras su corazón. Escaseaba la palabra de Dios en tiempo de Elí y no había visión con frecuencia. Faltaba revelación.

Entonces leemos en 1ª Samuel 3: “Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar”.

Por muchas décadas Dios había hablado por medio de Elí, pero como no había estorbado a sus hijos y los honró a ellos más que a Dios, entonces decidió borrarlo del sacerdocio y escogió un sacerdote conforme a su corazón. Dios le habló a Samuel esa noche diciéndole: “Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”.

Lo que te quiero mostrar a través de esta historia es que Dios puede bendecirte a ti y a tus hijos, pero también puede cortar tu sacerdocio y tu ministerio cuando llegue a la conclusión de que tus hijos no lo van a servir a Él, cuando vea que tus hijos van a tomar muy a la ligera el evangelio. Dios quiere levantar un ejército de hijos que le sirvan con temor. Yo no sé hasta cuándo voy a vivir, y me pregunto qué irá a pasar en el mundo. ¡Gracias a Dios tengo hijas que temen a Dios! ¡Gracias a Dios que he puesto mi vida en sus manos y le he creído! Tengo nietos que van a honrar a Dios; puedo dormir tranquilo y morir feliz porque Dios guardará mi descendencia y la usará para su gloria. Dios no quiere tener solo una buena relación contigo sino también con tus hijos y ellos son tu responsabilidad. Gracias a Dios mis padres me llevaron a la iglesia desde bebé, y no les importó el frío. Íbamos a la iglesia en una moto a padales; a mí, que era el mayor, me sentaban adelante sobre el tanque, y aunque estaba abrigado, agarraba todo el frío de frente y me lloraban los ojos. Detrás de mí en el mismo tanque iba mi hermano, y se escudaba conmigo. Mi papá iba detrás manejando y atrás de èl iba mi madre con mi hermano menor. No faltábamos a la iglesia. ¡Cuánto agradezco a Dios que ellos hayan sido perseverantes! Con el tiempo llegamos a ser cinco hijos y mi papá se había comprado una moto de tres ruedas, atrás le hizo una especie de cabina donde íbamos todos nosotros. Así iba toda la familia a la iglesia. Nunca dejaré de agradecer a Dios que nos haya marcado con su mandamiento de ponerlo en primer lugar.

CONCLUSIÓN

¿Qué harás tú de tu vida y qué harás con tus hijos? ¿Los dejas en casa para que no molesten en la iglesia? ¡Llévalos contigo a la iglesia! Si habrán sufrido conmigo mis padres porque yo era el más inquieto. Pero había un hermano que me preguntaba: “¿Te vas a portar bien?” Y yo lo miraba como diciéndole: “No sé”. Entonces me decía: “Yo te doy una golosina ahora, y si te portas bien, cuando termine el culto te doy otra». Así que yo estaba sentado quietito al lado del hermano, esperando la golosina. “¡Ay, es que no puedo con mi hijo!” ¡Sí que se puede! Acostumbra a tus hijos a respetar la casa de Dios y a respetar su palabra. Dios me mandó a hablarte acerca de esto para garantizar que después de ti queden tus hijos que lo honren a Él.

¿Entiendes que te falta para ser el padre o la madre que Dios quiere? La prioridad es que tú les enseñes la Biblia a tus hijos y que no sean los maestros que les enseñen. Tus hijos tienen que conocer la verdad por medio de ti porque tú le enseñas la palabra de Dios. No sabes qué hacer, pero no se te ocurre leer la Biblia con ellos. No sabes qué hacer con respecto a su conducta y tampoco abunda en tu vida la palabra de Dios. Si le enseñas la verdad a tus hijos, ellos podrán confrontar a los enseñadores y decirles: “Yo soy hombre y nadie me va a cambiar, ni usted, ni el estado, ni la ley”. Y si es mujer estará convencida de que Dios la hizo así y nadie le va a decir lo contrario. Ellos dirán: “¡Nadie me va a cambiar porque Dios me hizo como soy!” Tal vez crees que porque tus hijos son muy pequeños no van a entender la palabra de Dios, pero no es así, si tú les hablas de la palabra de Dios ellos aprenderán y no se olvidarán. Yo recibí a Cristo en mi corazón cuando tenía ocho años de edad y desde muy chiquito me enseñaron la Biblia mediante dibujitos, de una manera en que yo podía entender. ¡Enséñales la palabra de Dios a tus hijos! Con mucho dolor vemos que hay hijos de creyentes que se visten de mujer y salen en las redes besando a otros hombres. ¡No permitas que ésto suceda con tus hijos! ¡Ora por ellos! Conoce la palabra de Dios y sus mandamientos, reflexiona en tu corazón que no hay otro dios ni en el cielo ni en la tierra, sólo Dios. Y habla estas cosas con tus hijos cuando vas por el camino, cuando te acuestas y cuando te levantas; y tus hijos serán fuertes sobre la tierra.

Reconoce hoy que estás fallando en estorbar a tus hijos cuando hacen mal y ellos están lejos de ser lo que Dios quiere. Dios te va a demandar por los hijos que te ha dado. Hay padres que han abandonado a sus hijos y le han dejado la responsabilidad a la madre. Así aconteció con un hombre que había abandonado su hogar y el hijo cayó en las drogas; él culpaba a la madre del chico porque le decía qué hacer, sin embargo ella no lo había obedecido. ¡El hombre abandonó su hogar, rehusó ser un padre responsable para su hijo y culpaba a su ex esposa!

“Oramos por los hijos Padre, en el nombre de Jesús. Líbralos de toda cautividad. Oramos para que nos des sabiduría e inteligencia para encaminar a nuestros hijos en tu verdad. Te pedimos perdón, Señor, porque sabemos tan poco de ti y de tu palabra. Haznos padres como tú quieres. Nos humillamos delante de ti, Señor. Enséñanos a ser padres conforme a tu corazón, que les enseñemos a nuestros hijos a amarte y tener temor de ti. Rescata a nuestros hijos de las profundidades Padre, te lo pedimos en el nombre de Jesús, y para tu gloria, amén”.

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