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INTRODUCCIÓN
Siempre que Dios anunció juicio, siempre que Dios anunció quebranto y peste, también afirmó que Él es misericordioso, que ama a su pueblo y lo va a librar. Te preguntarás que si Él es bueno y misericordioso, por qué permite ciertas cosas. Yo te voy a decir que si Dios no te quebranta a ti en tu orgullo, si el Señor no quita de tu vida eso que estorba, nada de Él podrá entrar a tu vida. Dios tiene que arrancar cosas de nuestras vidas, y cuando lo hace, enfrentamos grandes crisis. Te lo dice alguien que estuvo más de una vez mirando al cielo, clamando y diciéndole: “¿Qué quieres de mi?” Yo no entendía lo que Él estaba haciendo, pero Dios estaba haciendo su obra en mi.
Si Él no me hubiera despojado y quebrantado, si no hubiera entorpecido mis planes y mis proyectos, si Él no me hubiera hecho estrellar contra la pared para que yo fuera derribado, hoy no sería pastor. Hoy doy gracias a Dios por los treinta años que estoy en Uruguay predicando su palabra. Los planes de Dios son distintos a los nuestros. Jamás pensé estar en Uruguay y tampoco le pedí a Dios que me mandara; pero estoy feliz sabiendo que estoy en el lugar donde Él me mandó. Yo no quería ser pastor, y para poder lograr Dios lo que quería conmigo, me tuvo que derribar. Así que si en este tiempo estás atravesando una crisis, di, ¡gloria a Dios! Y alégrate porque el Señor está haciendo una obra maravillosa en tu vida.
SU SALVACIÓN y SU JUSTICIA ES PARA SIEMPRE
Yo me alegré al leer en Isaías 52:7 lo siguiente: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” Las buenas nuevas que aquí hace mención es el evangelio de Jesucristo, y, ¿qué significa evangelio y las buenas noticias? Precisamente es un consuelo muy grande para aquellos que están quebrantados, el saber que Dios les ama, que tiene misericordia, que les va a perdonar, los va a salvar y les dará vida eterna. ¡Eso es una tremenda noticia en medio de tantas malas noticias!
“El Covid no puede contigo; si te mata vas directo a la gloria. Peor es el pecado que te manda directo al infierno”. Esto he publicado en las redes. Es muy poca cosa el Covid para alguien que cree en Dios y tiene esperanza. Las personas se preocupan por el virus pero no por su pecado. El pecado te puede destruir, pero, ¿cuál es la buena noticia? Qué Cristo vino al mundo y murió en la cruz del calvario para que tus pecados puedan ser perdonados. ¡Cómo no voy a estar feliz de predicar las buenas nuevas!
Dios anuncia caos; lo anuncia para el mundo y este orden de cosas. Hoy te comparto lo que dice Isaías 51:6: “Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores…” Y aquí viene la buena noticia: “pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá”.
Dios es justo y lo que Él está haciendo, lo hace con justicia y lo hace bien. Cuando veas injusticia no te desanimes; cuando veas maldad no desesperes, porque hay un juez que está sobre todos los hechos de la tierra. Finalmente Dios va a destruir el cosmos visible que conocemos; y nos dice la Biblia en Apocalipsis 21 que Él hará descender cielo nuevo y tierra nueva. Y en ese cielo y en esa tierra, muchos no van a estar, pero los que hemos creído en Cristo Jesús, y esta es otra buena noticia: ¡vamos a estar ahí, en la nueva Jerusalén! Dice la Biblia que allí no habrá necesidad del sol ni de la luna porque el Señor mismo nos alumbrará.
Los profetas en la Biblia anuncian calamidades extraordinarias; como la destrucción de Jerusalén, la destrucción del templo. En alguna oportunidad, Dios detestó el tabernáculo que él mismo había mandado a construir, y lo destruyó por causa de la maldad de los que servían en este. En otra oportunidad, Salomón había hecho un templo majestuoso y ahí había descendido la presencia de Dios, pero Dios se cansó del templo de Jerusalén por la maldad de los que estaban ministrando allí. Y también, Él anunció que el templo sería destruido y así fue. Nosotros nos quedamos anonadados con las cosas que suceden y nos preguntamos por qué suceden. Pero Dios es Dios y Él es justo; así que, más vale que, cuando veamos algo que no nos gusta igualmente digamos: “Amén. Tú eres Dios justo y no hay nada que suceda que tú no lo permitas”.
Satanás destruye la familia de Job y él se queda mirando y diciendo: “¿Qué pasó?” Era un hombre justo y bueno; y levantando la mirada al cielo preguntaba: “¿Por qué lo permites?” Y la verdad es que Dios le había permitido al mismísimo satanás destruir todo lo que Job tenía. Dios tenía su por qué y sus planes. Lo que ocurrió con Job quedó plasmado en la Biblia, para que miles de generaciones aprendan acerca de quién es Dios, y Dios es soberano. Así que si sucede algo que a ti no te gusta, no te enojes con Él. Arrodíllate delante de Dios y di como Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Te cuento un secreto: el reino de Dios es eso mismo, un reino; no es una democracia. No es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Es un reino donde hay un soberano; por lo tanto, no se hace la voluntad de los que están abajo, sino que se hace la voluntad del soberano. Y por eso es que oramos: “Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad”. A veces no sabemos lo que estamos pidiendo cuando oramos así. Esta oración significa: Hágase tu voluntad y no la mía.
Pedir a Dios que se haga su voluntad es entender y decirle que estás de acuerdo en no hacer lo que tú quieres sino lo que Él quiere. O sea que para que cumplas la voluntad de Dios, Él tiene que desarmarte y desbaratar tus pretensiones y tus planes. Tú te enganchas con algo que no es de Dios y sigues porfiando, y encima preguntas qué tiene de malo. Y le discutes a Dios, y te enojas con Él. Continuamente hablo con personas que se han resentido con Dios, con el pastor o algún hermano; entonces se han enfriado pero no le fue bien. Tenemos que estar de acuerdo en que, si no se hace mi voluntad, yo tengo que estar feliz porque entonces se está haciendo la voluntad de Dios. Lo importante no es mi voluntad sino su voluntad. Lo importante no es lo que le pides a Dios sino que Él quiere que tú le pidas. Porque la fe no es pedirle a Dios lo que tú quieres; la fe es para pedirle a Dios lo que Él revela por la fe que debe ser pedido. La fe es para que se haga la voluntad de Dios. Los creyentes que tienen fe, no es que logran cosas ellos con la fe que tienen, es que Dios logra lo que Él quiere con la fe que le ha dado a ellos.
El reino de Dios se construye con la derrota del hombre y la victoria de Dios. Porque en Edén, Adán y Eva hicieron lo que quisieron, lo que les pareció bien y lo que les sugirió satanás. Pero Dios demostró que aquí en su planeta que Él ha hecho, porque no es del hombre ni de satanás, este planeta lo ha hecho para sí, y a nosotros nos ha creado para Él. Todo lo hizo porque tiene planes, tiene designios y propósitos; y todos los que se levanten contra los designios de Dios perecerán. ¡No te enojes más con Dios! ¡No pelees con Él! Humíllate delante de Dios y hazte amigo de Él. A mí me ha ido bien desde que me hice su amigo. Pasé años sin entenderlo a Dios y cuestionándolo; pasé años preguntándole qué quería de mí. Recuerdo cuando le dije: “Señor, te tengo miedo. ¿Qué más me vas a quitar?” Y Él me quería quitar todo. Para que Dios ponga su todo, yo tengo que entregar mi todo. Es un canje que vale la pena.
Pero pregunto: ¿Serás suficientemente humilde para decirle a Dios me rindo, tú eres soberano? Si no estás siendo quebrantado en tus caprichos, porque a veces tenemos caprichos; y hablamos con el pastor para que nos explique cómo lograr lo que quiero, y hablamos con Dios para ver si puedo lograr lo que quiero. Y Dios anda buscando hacer lo que Él quiere en tu vida. Por eso vienen muchos quebrantos y muchas lágrimas; por eso muchas veces no podemos dormir en paz, porque Dios no hace lo que queremos, sino que está haciendo lo que Él quiere. Después de todo, los cristianos, por muchas generaciones hemos orado: “Venga a nosotros tu reino”; y Dios está haciendo exactamente eso. Está viniendo su reino. Y el punto es que Dios te dice: “No te hagas problema porque yo soy justo y bueno igual. A ustedes los voy a consolar y a bendecir”. Isaías 51:7 dice: “Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes”.
Los que ponen la palabra, la ley de Dios que es su voluntad en su corazón, conocen la justicia de Dios. Dicho de otra manera: los que conocen la justicia son aquellos que tienen en su corazón la palabra de Dios. Voy a insistir hasta la segunda venida de Cristo que vivimos en un mundo que nos marea con ideas, pensamientos y razonamientos.
Una persona que se fue de la iglesia me quería explicar por qué se había ido y le dije que me perdonara pero no quería escuchar sus razones. No me gustan las razones de los hombres. A Dios no le importan tus razones; Él quiere saber si conoces sus razones. No le expliques a Dios por qué piensas como piensas, porque a Él le interesa saber si tú conoces sus pensamientos. Dios quiere que pienses como Él piensa. Decide si eres hijo de Dios, si eres soldado y siervo de Dios o no. ¡Decídete! Dice el profeta Isaías: “No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes. Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos (Isaías 51:7b y 8).
Dios señala que nosotros hoy, y las generaciones que pasaron, simplemente estamos viviendo un instante en la eternidad. ¡La eternidad es muy grande! Dios te dice: “Lo que vives es un instante, pero no te hagas problema porque mi justicia permanecerá perpetuamente”. Él nos ha llamado y nos ha invitado a vivir en una dimensión y nos vamos a reír de lo que vivimos acá, cuando estemos allá. Dios nos dice que su salvación permanecerá por siglos de siglos.
Cuando leía en la Biblia la frase: “por los siglos de los siglos”, nunca me había detenido a ver qué significaba eso; digamos que un siglo son cien años, y un siglo de siglo son 10 mil años. Si nos mata el Covid, mata lo de afuera y nos manda directo a la gloria; eso si eres parte del pueblo de Dios y tienes su ley en tu corazón. La recompensa es eterna; su justicia es eterna y su salvación por los siglos de los siglos. He visto videos de gente llorando; personas que viven en Argentina, y una de ellas dijo: “Tengo cuatro hijos, he invertido cincuenta años de mi vida en este negocio y lo tengo que cerrar. ¿Cómo hago para empezar de nuevo?” Otro dice: “Me habían echado del trabajo y por mucho tiempo no supe qué hacer hasta que me puse este pequeño negocio. Hace treinta años que lo puse y ahora lo tengo que cerrar”. Hay mucho dolor en el mundo. También escuché siquiatras y especialistas que anuncian que el dolor que viene es más grande que el virus presente; y que la cantidad de muertes será mayor que las muertes causadas por el Covid. Las depresiones son cada vez peores y los suicidios van en aumento. No sólo es cuestión de librarnos de contagiarnos del Covid, sino que tenemos que librarnos de los dolores que se aproximan.
CONCLUSIÓN
¡Qué aliento es que Dios te diga: “No te hagas problema por lo que hacen los hombres porque mi salvación es para siempre y mi justicia es eterna”! Yo me alegro de ser uno de esos que predican el evangelio de la paz y trae buenas nuevas porque siempre que hay juicio de Dios y hay crisis, siempre que hay pestes; también hay una palabra de Dios para aquellos que tienen sus oídos atentos, y Dios dice: “Ustedes no se preocupen, tengan paz. Han venido a refugiarse bajo mi sombra. Quédense bajo mi refugio porque ustedes serán los que verán mi salvación y disfrutarán mi justicia por los siglos de los siglos”.
Y leí en Isaías 51 que, a pesar de lo que dice en el versículo 6: “Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá”. Sin embargo, en el versículo 11 dice la palabra de Dios: “Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán”.
¡Gózate en la palabra de Dios! Dile al Señor en esta hora: “Padre, dame pensamientos para entender los tuyos. Dame un corazón para guardar tus consejos y para alegrarme en tu palabra. La palabra de los hombres no valen nada; tu palabra es verdad. Gracias Señor. ¡Yo te adoro! Recibo hoy tu palabra y la atesoro en mi corazón, y me gozo porque tú me has hablado. No temeré porque tú estás conmigo, tú atraviesas conmigo el valle de sombre de muerte y yo te alabaré eternamente y me gozaré en ti Señor. Presento delante de ti mi vida, mi familia, mi nación, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: