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Montevideo
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INTRODUCCIÓN
Dice la palabra de Dios en Gálatas 5:19 al 22: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Más el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre, templanza contra tales cosas no hay ley”.
Dice aquí que manifiestas son las obras de la carne, en plural, y después dice: “mas el fruto”, lo que está en singular. El fruto del espíritu es un solo fruto, y ese solo fruto es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. ¡Todo en un solo fruto! Y lo primero que se menciona es el amor. ¿Qué es el amor? El amor es Dios y Dios es amor. El amor de Dios transforma a las personas. A mí nunca me importó ponerme perfume, pero cuando me enamoré de Marta no me podía faltar perfume en mi mesita de luz, así que cada vez que me bañaba me perfumaba, no vaya a ser que ella me sienta mal olor. Al estar enamorados comenzamos a cuidar los detalles que antes no nos importaban, por ejemplo, cómo hablar, y aún cuidamos nuestros movimientos; todo porque uno quiere agradar al otro. Hoy vas a descubrir el amor de Dios. A medida que vamos descubriendo el amor de Dios estamos siendo transformados ya que conocer el amor de Dios transforma a las personas.
EL AMOR DE DIOS NOS TRANSFORMA
Muchas personas que llegan a nuestros hogares de Beraca, entran en un estado calamitoso y falto de amor; pero hay que ver cómo, cuando entran en contacto con el amor empiezan a sonreír y les cambia el semblante. ¡No hay poder más grande que el amor de Dios! Jesucristo transformó la historia de la humanidad porque se dio a si mismo por amor. Hace más de dos mil años que empezó la revolución del amor de Cristo, y nadie la ha podido parar. El mundo se levanta contra el evangelio y contra la fe; quieren cambiar los valores de la fe, pero no van a poder porque el amor de Dios es un amor que cautiva a la gente y vence. Cuanto más crece la maldad en la tierra más crece la necesidad del amor, y el amor de Dios siempre está disponible; no hay forma de vencer al amor, y la gente se aferra a ese amor.
Hemos conocido personas que no creen en el amor. Nosotros nos acercamos a ellas y nos tratan mal porque creen que es toda una falsedad lo del amor, dicen que el amor no existe y después de tratar una, dos, tres, cuatro semanas con nosotros, se convencen que el amor es real, que no hay negocio detrás del amor, no hay seducción falsa, y que no es cuestión de sacarle algo a las personas, sino que el amor existe para dar. Entonces sus corazones son transformados. El fruto del espíritu es el amor y es el fruto más grande que hay sobre la tierra; el amor es el poder más grande que hay sobre la tierra.
¿Cómo se expresó la voluntad de Dios en el Antiguo Testamento? Se expresó a través de la ley; y en la ley era todo “No”: “No mentirás. No adulterarás. No codiciarás. No dirás falso testimonio. No te inclinarás a ninguna imagen”. Esa no fue la etapa de la gracia, sino la etapa de la ley; y la ley te indica todo lo que no tienes que hacer. Después vino la etapa de la gracia que se manifestó en una sola ley: Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y amarás a tu prójimo como a ti mismo. La ley de la gracia es la ley del amor, ¿y por qué digo que es la ley de la gracia? Porque nadie puede amar si no tiene amor, y nadie puede tener amor si no está el Espíritu Santo en su vida. Porque el amor es fruto del Espíritu Santo. Nadie puede amar correctamente o nadie puede amar en el mejor sentido si no está Dios, y nadie puede dar amor puro si no está Dios en su vida. La Biblia dice que Dios es amor y en el reino de las tinieblas no hay amor. Satanás no tiene amor, y nada de lo que él hace lo hace por amor, sus motivaciones no tienen nada que ver con el amor; así que cuando satanás hace algún milagro, que también lo hace, su motivación no es pura. Pero cuando Dios manifiesta su amor, no tiene ninguna motivación impura; simplemente Él se da, y se dió al extremo de morir en la cruz del calvario. Vemos que hay una contraposición en: No mentirás, No adulterarás, No codiciarás. Digamos que es el esfuerzo del hombre por cumplir con las normas de Dios. Pero amar al prójimo como a uno mismo, tiene que ver con el Espíritu derramado sobre los creyentes, por lo que, los creyentes que andan en el espíritu, pueden amar.
Entrevistamos en nuestro programa de televisión a una abuela de setenta y dos años de edad que se dedica a visitar los geriátricos. Ella les lleva palabra de Dios a los ancianos y también algunos regalitos. La abuela tiene en su corazón, con setenta y dos años, visitar a los abuelos y dedicarles tiempo y amor. También entrevistamos a una joven que empezó a trabajar en un geriátrico, no era su deseo estar ahí, lo hacía por obligación ya que necesitaba el dinero. Pero estando en ese lugar, comenzó a encariñarse con los abuelos, entonces empezó a observar las cosas que hacen los parientes con ellos, y ve cómo los abuelitos se van muriendo, secos. Todos los días preguntan: ¿No llamó mi hija? O ¿No llamó mi hijo? Todo lo que esperan es que sus hijos los llamen o los visiten; pero ellos tienen mucho que hacer, y ponen como excusa el trabajo, o que tienen que cuidar de sus hijos, y cuando la persona comienza a poner excusas, lo que queda claro es que no hay amor.
Un hombre que no era miembro de ninguna iglesia, un hombre de mundo, tuvo una experiencia que le marcó la vida. Resulta que su mamá quedó viuda; ella vivía en el interior del país y su hijo en la capital donde también trabajaba. Su hermano era encargado de un campo, también en el interior. Cuando la mamá quedó sola, se preguntaron: ¿Qué hacemos con mamá? Entonces, el hermano dijo: “Yo cuido el campo, es mi trabajo y no puedo atender a mamá” y el otro dijo: “Yo trabajo en Montevideo y no puedo atender a mamá”. Se pusieron de acuerdo y decidieron internarla en un geriátrico. Fueron donde su madre y le contaron: “Mamá te vamos a poner en un geriátrico y vas estar bien, en un lugar muy lindo”. La mamá los miró a los dos y con una cara de desesperación y de tristeza les dijo: ¿Me van a dejar? Los dos hermanos se fueron con el corazón destrozado al ver la expresión del rostro de su madre. A los pocos días de estar en ese lugar, la mamá comenzó a consumirse en tristeza y en depresión, y se enfermó. Este hombre la fue a visitar y le dijo: “Mamá no te voy a abandonar”. Y decidió ir a dormir con la madre todas las noches. Iba desde Montevideo hasta Minas; hacía ciento veinte kilómetros para ir a dormir con su mamá. Poco tiempo después nos contó que su mamá floreció, se le fue la enfermedad, la tristeza y la amargura. ¡Se le fue todo! Ella, todas las noches lo espera para tomar mate. Este hombre tiene esposa e hijos; habló con ellos y llegaron a un acuerdo. Él les dijo: “Mi mamá está en la etapa final de su vida. ¿Ustedes me dejan ir a quedarme con ella y cuidarla el tiempo que le resta?” Sus hijos le dijeron: “Anda papá, nosotros te apoyamos”. ¡A mí me hizo saltar las lágrimas saber que este hijo decidió viajar todos los días, ciento veinte kilómetros de ida y ciento veinte kilómetros de vuelta para que la mamá esté feliz!
Estamos descubriendo el amor de Dios. Esto me demuestra a mí que el amor es un poder muy fuerte; el amor te lleva a hacer cosas que habitualmente y en tus propias fuerzas no puedes. Es muy fácil decir que no voy a viajar ciento veinte kilómetros, pero cuando hay amor de algún lado sale la fuerza, y no solamente fuerza sino también presupuesto. Cuando hay amor surge ésta actitud, la actitud que demuestra el verdadero amor. Nos contaba esta chica que trabaja en un geriátrico como los hijos se desentienden de los padres. De lo que sus padres perciben de jubilación o de pensión, dejan el cien por ciento en el geriátrico y dicen: “Quédense con el dinero y con mi papá” ¡Y no vuelven! No tiene tiempo ni de llamar por teléfono, y sabemos que es así. Por ahí los visitan: “Hola papá”, “Hola mamá”. Besos y abrazos y se van rápido. Y esa madre queda pensando: “Todo lo que le di y así me paga”. Y es que sabemos bien todo lo que una madre hace por sus hijos; los días de desvelos, las idas al hospital, etc. A un padre y a una madre le aflige y le angustia ver mal a su hijo o a su hija. Me refiero a un buen padre y a una buena madre.
EL AMOR DE DIOS NOS DIRECCIONA
El amor nos lleva a hacer la obra de Dios. Por un lado, está lo que debo hacer, y por otro lo que no debo hacer. En la gracia está el amor, y el amor te marca lo que tienes que hacer, y tú lo haces, y está correcto porque cumple con toda la ley. Si amas no vas a mentir, si amas no vas a adulterar. Ahora, para poder amar tienes que tener comunión con Dios; debe desbordar la presencia del Espíritu Santo dentro tuyo, y ese es el anhelo de Dios para la iglesia en este tiempo, porque este tiempo está asignado por un egoísmo tremendo, y el egoísmo es la evidencia más grande de la falta de amor, el egoísmo es evidencia de ausencia de amor en la sociedad.
Se casan un hombre y una mujer, y ella espera del hombre algo que le sirva, la esposa espera que su esposo le ayude a ella a ser feliz. Entre tanto, le recuerda a él que no se casó sólo para cocinarle sino para ser feliz. Y los dos van negociando de acuerdo a su conveniencia, entonces si él hace lo que ella quiere, va a estar todo bien y si la mujer hace lo que el marido quiere se va a sentir bien. No están pensando en hacerle bien al otro sino sentirse bien uno mismo. Pero como ninguno satisface al otro comienzan a ver que ya no conviene estar casados. Todo lo hacen en función al egoísmo que hay en ellos; esa manifestación de egoísmo no es más que ausencia de amor y eso lleva a la pareja a divorciarse. No hay vida en común, no hay proyectos en común, cada uno hace lo que le parece y maneja su vida, sus tiempos y su economía como le parece; eso es ausencia de amor. Dice la Biblia que el amor es el vínculo perfecto. El amor produce vínculos, produce unidad. El amor es perfecto; cuando hay amor no se necesita ningún pegamento químico porque no hay nada mejor que pueda unir a las personas más que el amor.
Estamos viendo que el amor de Dios se está manifestando en la iglesia. Vemos cómo algunas personas que han sido tocadas por el amor de Dios están haciendo obras que no harían normalmente, y es que la ausencia de amor hace que pongamos las excusas que sean necesarias para justificar la falta de altruismo y la falta de entrega por la gente. A nosotros, el Señor nos ha ido empujando y digamos que hemos entrando en el océano del amor de Dios y ésto nos ha llevado a abrir hogares donde recibimos personas que no son útiles para nada, simplemente tenemos que serle útiles a ellos ya que esas personas no tienen nada para darnos.
Recuerdo un hombre que vivía debajo de un puente. Este hombre padecía de un tumor en el esófago, entonces, lo llevaron a un hospital público y lo intervinieron quirúrgicamente. Como no podía tragar le colocaron un caño en el estómago y por ese caño tenía que alimentarse. Después de unos días de recuperación en el hospital, lo llevaron en una ambulancia nuevamente a donde lo habían encontrado. Por tres días el hombre no comió nada, todo lo que tenía era una botella cortada con agua sucia. Sin poder moverse, estaba acostado sobre unos cartones sin ninguna asistencia, nadie que lo ayudara. Un edil hizo la denuncia del caso, pero no logró nada al respecto, entonces me preguntaron si lo podíamos recibir en uno de nuestros hogares y yo dije: “Para eso estamos”. Mandé que lo llevaran a un hogar, no sin antes pasar por el hospital para un chequeo general, a fin de que nos digan como debíamos atenderlo y qué había que darle, porque no era cuestión de tirarle un trozo de papa adentro del caño y ya. Lo tuvieron cuarenta y ocho horas en internación para controlarlo y después de eso nos lo entregaban a nuestro cuidado. Yo había mandado que lo llevaran a un hogar de Beraca que queda a unos kilómetros fuera de la capital. El asunto es que, luego que le dieron de alta, esperamos al hombre, pero no lo llevaron como nos habían dicho. Fuimos hasta el puente donde vivía y lo encontramos allí. Cuando fuimos a averiguar qué había pasado, nos dijeron que la ambulancia no podía trasladarlo al lugar que habíamos estipulado ya que tiene un límite de traslado, y más allá de ese límite no tiene autorización. El edil que había hecho la denuncia solicito un vehículo de la intendencia de Montevideo para trasladarlo, pero fue inútil ya que debía elevar una nota, la que tendrían que estudiar y eso llevaría mucho tiempo, así que acudió a nosotros para que busquemos alguna solución. Este es el mundo en que nos ha tocado vivir, pero, ¿de quién es la culpa? ¡Nuestra! Debemos predicar el evangelio que es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. El evangelio es la solución que el mundo rechaza pero que está necesitando. ¡El evangelio es la buena noticia de Dios para la humanidad!
Siguiendo con el relato, al final conseguimos un vehículo para trasladar al hombre desde Montevideo hasta el hogar de El Dorado, que queda a unos kilómetros de la capital. Y resulta que èl no quería irse de debajo del puente. Otro problemita que tenía este hombre era el odio que había en su corazón; no quería a nadie, y no quería nada con nadie. Sólo se quería morir debajo del puente. Alguien, tratando de convencerlo le dijo: “Abuelo, venga con nosotros. Con nosotros va a estar bien”. “¡No! Yo ya no puedo ni comer” respondió él. “Con nosotros va a estar bien y va a comer de todo” insistió el hermano. Así lo convenció y lo llevaron al hogar. Allá, el hombre pedía comer de todo, pero no se le podía dar de todo porque le costaba tragar. Entonces comenzó a insultar a las personas del hogar y a decirles que se quería ir debajo del puente. Los trató de mentirosos porque le habían prometido que podía comer de todo y no le daban nada de lo que él quería; e insistía que se quería ir. Tan serio fue el asunto que no se dejaba bañar. El pastor encargado de ese lugar ya no sabía qué hacer. El hombre amenazaba con denunciarlos alegando que lo querían matar. Yo le dije al pastor que tratara de convencerlo con mucho amor, y si no lo convencía, entonces, que pusiera una denuncia contra el hombre, pero que antes de llegar a eso tratara con todo el amor de convencerlo. El pastor hizo lo que le pedí, habló con él, y salió llorando, diciendo: “¡No puedo creer que la gente resista tanto al amor! ¡No puedo creer que sea tan malo!” El pastor lloraba porque realmente lo quería ayudar. A todo esto, odiaba a sus hijos y odiaba a toda su familia. Él había sido un predicador del evangelio, ahora estaba con cáncer en el esófago y lleno de odio; nadie lo quería y él no quería a nadie. ¡Una situación realmente conflictiva! ¡Pero el amor de Dios lo puede todo! Después de varias semanas, el abuelo pidió perdón y decidió escuchar la palabra de Dios y daba gracias por todo lo que lo han aguantado. Antes de eso, nos llevó al límite de nuestra paciencia, pero allá, a las cansadas, se quebrantó. El pastor se propuso buscar a los parientes del abuelo, y cuando encontró a sus hijos les habló acerca de lo sucedido, les dijo que en el hogar lo estaban cuidando, y que su padre necesitaba que lo perdonaran. Los hijos lo van a ver y se reconcilian, perdonan a su padre y él los perdona a ellos. Sigue con cáncer en el esófago, pero estaba feliz y agradecido. Su alma fue sanada, el evangelio entró en su corazón. ¡La obra de amor estaba hecha!
A todo esto, en medio de esa lucha, la esposa del pastor Félix tenía a su papá con cáncer en el esófago y le iban a hacer la misma operación que al abuelo que ingresó al hogar. Ella tiene seis hermanos y ninguno se quería hacer cargo de su padre, así que ella se hizo cargo. Resulta que operaron a su papá, le colocaron un tubo gástrico y ahora tenía en su casa al padre y al abuelo que habían recogido de debajo de un puente en la misma condición. Como si fuera poco, a otro hombre del hogar lo operaron de una deficiencia cardiaca; ahora eran tres personas convalecientes que el pastor Félix y la pastora Elena cuidaban. Yo me estremecía por la situación, entonces le preguntaba a la pastora cómo estaba y ella me respondía: “¡Me siento muy bien pastor!” “Estarás abrumada con toda esta situación”, le dije. “Para nada. No estoy abrumada. Estoy feliz. Estoy haciendo lo que Dios quiere” asegura ella.
CONCLUSIÓN
¿Quién te dijo que el amor te va a dejar por el piso? ¡Yo te digo que el amor te va a fortalecer! ¡Te va a bendecir! ¡El amor te va a renovar! Una fuerza indescriptible tendrás si lo dejas actuar a Dios en tu vida. ¡El amor tiene poder! ¡El amor es capaz de fortalecer a esa persona que ejerce el amor!
Cuando Cristo murió en la cruz del calvario, y lo hizo por amor; dice la Biblia de Jesús: “…el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12: 2 y 3). También señala la Biblia que se le dio un nombre que es sobre todo nombre. ¡Fue fortalecido! ¡Fue levantado de entre los muertos y se sentó a la diestra del Padre con poder! Jesús declaró: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28: 18 y 19)
¿Quién dice que predicar el evangelio te va a desgastar? Sólo si vas sin Cristo, pero si vas con Él, predicar el evangelio es lo mejor que hay. ¿Quién dice que trabajar para los pobres desgasta? Yo he visto a los que trabajan en los hogares de Beraca más fortalecidos que muchos. La Biblia dice que el amor es sufrido, pero eso no significa que te quita el gozo; al contrario, servir a los necesitados te aumenta las ganas de vivir y te aumenta la bendición. Y te digo lo que la Biblia afirma: Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Tú que quieres que alguien te comprenda, pero no comprendes a los demás. Tú que necesitas que te den y tú no eres capaz de dar. Tú que necesitas tanto amor y no amas. ¡Solamente cosecharás lo que siembras! Hay padres que exigen abrazos de sus hijos, pero ellos no los abrazan; a otros no les interesa el abrazo de sus hijos porque no los aman. Esos padres que aman bien a sus hijos reciben los mejores besos y los mejores abrazos. Aquellos que aman a la gente son amados por la gente. Los que bendicen a las personas son bendecidos. Yo estoy rodeado de gente que me bendice y ora por mí. Yo tengo un ejército de gente que me sostiene en oración. Es que no ha sido en vano mi predicación. Tú siembras y siembras y a veces no ves el fruto de tu siembra, pero la palabra de Dios es fiel y nunca miente. La Biblia te dice la verdad; el hombre cosecha lo que siembra. Si yo estoy firme y renovado es porque estoy cosechando lo que he sembrado. Que hay gente mala. ¡Claro que sí! Un profeta, cuando más se había levantado el infierno contra mí me dijo: “El Señor me ha mostrado que por cada persona que se levante contra ti, Él levantará cien que te respalde y que te ame”. Dios te va a pagar cada cosa que tú hagas por alguien.
La iglesia está entrando en un río de amor. ¡Que Dios te libre y no quedes afuera! Dile a Dios: “Padre, manifiesta tu amor en mí. Que yo sea un canal de tu gracia y tu bendición. Dame disfrutar del poder del amor”.
La revolución más grande que ha habido en el mundo la provocó Cristo y esa fue la revolución del amor. No se ha hecho ni con ejército, ni con dinero, mucho menos por medio de contactos políticos. Sólo era Jesús caminando por las calles predicando el evangelio del reino, sanando a los enfermos, liberando a los endemoniados y resucitando a los muertos; seguido de un grupo pequeño de pescadores que dieron la vida por el evangelio que Jesús les enseñó. Esa revolución no ha parado y nadie podrá pararla jamás. El amor de Dios no se terminó. Si necesitas amor, ábrele el corazón a Dios. Ríos de agua de vida ha prometido el Señor sobre aquellos que creen en Él. ¡Dios derrama su Espíritu sobre ti! El amor es el fruto del Espíritu obrando en la vida de los creyentes. Notemos que dice en Gálatas que el fruto del Espíritu es amor y gozo; cuando tú ames, vas a ser feliz. No tienes que hacer fuerza al amar porque el amor es el fruto natural del Espíritu. De la misma manera que un duraznero da duraznos, si el Espíritu de Dios está en ti, tú vas a amar a todos. ¡Ábrele tu corazón a Jesús! ¡Ábrele tu corazón al amor! La presencia del Espíritu de Dios producirá amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; y contra tales cosas no hay ley.
Dile al Padre. “Dios mío lléname del fruto del Espíritu. Lléname de ti, Señor. No estoy amando como tú quieres. Espíritu de Dios te pido que te muevas con libertad en mi vida. Te pertenezco. Lléname de compasión por la gente porque no es algo que yo pueda producir, es algo que tú tienes y yo lo quiero. Declaro que eres mi Dios y mi Señor, y confieso que tu Espíritu está en mí, y me llevará a producir aquello que tú quieres, en el nombre de Jesús. ¡Gracias Señor! Amén”.
ANEXOS: