NI MÁS NI MENOS: LA MEDIDA EXACTA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

NI MÁS NI MENOS: LA MEDIDA EXACTA

Leemos en Romanos 12:2: 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Si tu intelecto, tu entendimiento no acompaña las ideas y los planes de Dios, puedes ser muy bueno pero eres un necio; puedes tener un corazón ardiente pero si tus pensamientos, tu intelecto, tu mente no son renovados eres una persona estancada. Nuestra transformación viene por la renovación de nuestro entendimiento y esto nos permite conocer cuál es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta para nuestras vidas.

Ninguna persona que esté fuera de la voluntad de Dios estará bien, llámese cristiano o no; tú puedes ser cristiano y estar fuera de la voluntad de Dios por lo cual se hace bastante difícil que seas cristiano y que puedas sobrellevar la vida cristiana porque ésta fue diseñada para vivir en la voluntad de Dios. Nosotros no debemos tomar decisiones por nuestra cuenta o hacer cosas porque nos parece que están bien; nuestro entendimiento tiene que estar dispuesto y tiene que comprender cuál es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta y esto viene cuando somos transformados mediante la renovación del entendimiento.

La voluntad de Dios debe ser comprobada; el entendimiento es quien la comprueba. No tomes decisiones para después comprobar porque es ridículo hacerlo ya que cuando alguien ha tomado una decisión que no era la voluntad de Dios ha ocupado el tiempo de Dios, la vida y la inteligencia que le ha dado Dios en algo que Él no aprueba y no quiere. Y no es que sólo no has hecho la voluntad de Dios sino que te has vuelto en contra de su voluntad; porque cualquier otra voluntad que no es de Dios es contra Él. ¡Por lo tanto, el cristiano tiene que ser cuidadoso de no hacer lo que le parece!

Viene a mi memoria el caso de una persona que me dijo que no se sentía bien en el empleo pero tenía varias opciones de trabajo para cambiar; habíamos acabado de hablar de que él nunca había tenido tiempo para asistir a un encuentro. Esta persona lleva años en la iglesia y su trabajo le demanda mucho por lo que está pensando irse a otro país, así podrá tener más tiempo para Dios pero será en otro lugar. Le señalé que me estaba hablando de cualquier tema menos de cuál es la voluntad de Dios. ¡Él me exponía sus argumentos para llenar su panza pero no se trataba de algo que Dios le demandaba!

Si no haces la voluntad de Dios obras en contra de ella; si Él te quiere en un lugar, ¿qué haces en otro lado? ¡Le estás restando fuerzas al ejército de Dios! Estás operando en otro espíritu y en otra voluntad que no es la de Dios.

El creyente tiene que estar en la voluntad de Dios y debe tomarlo en serio porque si no, se lo echa por enemigo. Cuando el cristiano hace su propia voluntad, su deseo o lo que le parece que está bien, entonces se echa a Dios por enemigo. ¡Dios te va  resistir! Tú no estás bien y tampoco entiendes por qué, pero Dios te entiende y te dice: “Yo mismo te estoy resistiendo. No me agrada lo que estás haciendo y no quiero que lo sigas haciendo”. Tú preguntas qué tiene de malo y el Señor te dice que sencillamente es algo que Él no quiere que hagas.

Esto de ser transformados mediante la renovación de nuestro entendimiento tiene que ver con una tarea de mantenimiento, así como se les hace a los motores a medida que se van desgastando por causa del polvo, de metales, etc. Esos desperdicios van a parar al aceite, entonces se necesita mantenimiento para que el motor siga trabajando bien. ¡La renovación del entendimiento es precisamente una tarea de mantenimiento! De la misma manera que un motor necesita que se le haga cambio de aceite y de filtro, tu entendimiento necesita un cambio de vez en cuando. El motor también necesita un filtro de aire para que entre oxígeno y no basura; si te descuidas, entrará aire sucio, por la saturación del filtro. Así sucede con nuestro entendimiento, debe ser  renovado y tener un service de vez en cuando y el mejor service es la palabra de Dios. ¡Lo que tú piensas debe ser contrapuesto a lo que Dios piensa! Mientras transitamos por la vida, nos entra polvo del camino, nos entra basura en nuestra mente, por eso, necesitamos ser limpiados por la palabra de Dios.

La palabra de Dios renueva nuestro entendimiento y nos transforma, y de ese modo conocemos la buena voluntad de Dios agradable y perfecta y la comprobamos.

            ¡NO SEAS AGRANDADO!

Romanos 12:3 continúa diciendo: 3Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.

He comprobado que el apóstol Pablo era una persona muy buena al decir que no hay que tener más alto concepto de sí que el que se debe tener; si yo hubiera escrito este texto diría: ¡Que nadie sea agrandado! Esto significa que nadie piense más de lo que tiene que pensar acerca de sí mismo. ¡Que nadie se infle o se hinche! ¡Que nadie se envanezca creyendo que es más de lo que es! Que cada uno piense de sí con cordura de acuerdo a la medida de fe que Dios nos ha dado; no conforme a la presunción de cada uno o acorde a lo que a cada uno nos parece con la cabeza inflada.

Dios nos ha hecho con una medida exacta para el propósito por el cual nos ha creado. Así que nadie tiene necesidad de pensar de sí mismo más de lo que es o menos de lo que es. Tenemos que aprender a pensar acerca de nosotros mismos, exactamente de acuerdo a la medida de fe que Dios nos ha dado, así como Él nos ha hecho y para lo que lo nos ha creado. ¡Tengo que saber quién soy!

Una de las preguntas más importantes que tiene que responderse cada persona en su paso por la tierra es: ¿Quién soy? Tu padre piensa de ti de determinada manera, tu profesor, la gente y tú mismo piensan, cada uno, totalmente diferente acerca de ti, pero la medida exacta la tiene Dios. Él no anda con errores groseros como hoy que se pretende que nazca una mujer en un cuerpo de hombre. ¡Dios te ha hecho perfectamente a la medida de su propósito! No puedes decir que Dios se equivocó contigo porque no tendrías que haber nacido mujer, ¡estás errando! ¡Estás pensando mal si eres mujer! ¡Dios tiene un propósito y por eso te creó tal cual eres! ¡Dios no se equivoca! Los que tenemos que encontrar el plan, la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta somos nosotros; debemos tener un entendimiento tal que nos demos cuenta quiénes somos, para qué hemos sido creados y hacer la tarea que nos fue encomendada. ¡Nadie encontrará paz, nadie se sentirá pleno si no encuentra la perfecta voluntad de Dios!

¿Qué sucede con los que piensan más de sí mismos de lo que tendrían que pensar? ¡Generalmente hablan pavadas y grandezas de sí mismos! Recuerdo uno que me dijo: “Mira este hombre: ¡Está lleno de dinero y yo fui quien le enseñó todo lo que sabe! ¡Mira donde estoy yo y donde está él!” ¡Esa es una declaración de una persona agrandada! Resulta que el otro fue inteligente y tú no, le has enseñado cómo hacer las cosas y se desempeñó bien, pero tú no sabes cómo hacerlas.

Recuerdo también otro caso; un hermano de la iglesia me dijo que trabajaba con su cuñado, y que fue él quien hizo que la empresa creciera, le creó la cartera de clientes, le ordenó la administración pero estaba pensando en retirarse porque su cuñado le pagaba un sueldo muy bajo; el hombre se sentía desvalorizado, estafado y alardeaba acerca de que cuando llegó a la empresa que tiene su cuñado, él no era nada pero ahora por causa de él tiene de todo, se ha hecho una casa, tiene vehículo propio, etc. Al tiempo se me acercó nuevamente y me dijo que se separó de su cuñado, se puso una fábrica y se compró una camioneta; tiempo más tarde me contó que se le vino abajo la empresa, que vendió su casa para poder agrandarla, pero se fundió,  así que se quedó sin casa, sin vehículo y sin empresa. Pero su cuñado sigue creciendo, tiene dinero, casa, vehículo, en cambio él perdió todo. ¿Entiendes cómo son los que piensan más de sí mismos de lo que tienen que pensar? Ellos declaran: “¡Yo puedo, yo sé, yo hago!” pero no se ve el fruto de lo que declaran. Cuando una persona piensa más de lo que debiera pensar de sí misma, en otras palabras, es agrandada, no puede hacer la voluntad de Dios porque ésta le queda chiquita. Esa persona tiene planes bien grandes, habla tan bien de sí misma, ve otros planes y desconoce que son de Dios y por lo tanto no hace su obra. ¡Esa persona estorba la obra de Dios!

Los del interior del país ven a los de la capital como agrandados, y lo mismo sucede a menudo entre países limítrofes como por ejemplo, los uruguayos ven a los argentinos como engreídos ya que estos hablan de más y causan rechazo. De esa actitud, han surgido los chistes de los argentinos, como por ejemplo: Si quieres fabricar un uruguayo, pon en un frasco una pizca de soberbia, otra de orgullo y otra de vanidad, revuelve y te saldrá un uruguayo, ¡pero no le pongas de más porque te saldrá un argentino! Por Centro América me dijeron que a un argentino hay que comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale. Un argentino se murió por caer de la punta del orgullo que tenía. ¡Son personas resistidas! ¡Cuesta entablar relación con una persona que tiene más alto concepto de sí mismo que el que tiene que tener!

Si las cosas fueran como Dios las quiere no existirían estos problemas de alta autoestima o de baja autoestima porque si cada uno supiera cuál es la medida que le corresponde, las personas no tendrían que competir con otros porque el lugar que tú tienes, Dios lo ha diseñado para la persona que tú eres. Nadie te serruchará el piso, ni te sacará de tu lugar, porque es el que Dios pensó para ti. No puedes decir que Dios se equivocó contigo, que has nacido en el momento equivocado, que estás en el país equivocado, que naciste hombre pero que tendrías que ser mujer. ¡No declares eso! Porque Dios te ha creado con ciencia, con sabiduría y amor y diseñó un plan para tu vida y es sólo para ti; no debes sentirte más que nadie ni menos que nadie y no tienes que competir con los demás. ¡Tú tienes que conocer la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta y hacerla!

¡No permitas que tu cabeza se infle! Si eres una persona con esa tendencia, debes pedirle perdón a Dios porque has estado estorbando sus planes y las personas te han estado resistiendo, aún Dios te ha estado resistiendo. Debes decirle a Dios: “Quiero ser esa persona que tú quieres que sea”.

Yo miraba con desprecio el pastorado, anhelaba algo más, era un agrandado; para mí era poca cosa ser pastor, era más desafiante tener una gran empresa, hacer edificios y ganar dinero. Yo tenía mis propios planes que eran el fruto de mi mente hinchada, por eso no podía ver que Dios me había creado para ser pastor, para predicar en un púlpito. ¡No creía eso, no entendía ni lo quería! Por ese motivo no disfrutaba de una vida excitante, vivía frustrado, me iba mal, no entendía el por qué si mis deseos eran buenos; le preguntaba a Dios y Él no me respondía. Era como si me dijera: “¿Para qué voy a hablar contigo si eres sordo?” Le di y le di con mis planes y mi carrera, y me estrellé una y otra vez; por allá cuando estuve bien golpeado le pregunté: “Señor, ¿qué quieres que haga?” ¡Le había declarado a Dios que sería cualquier cosa menos pastor! No cabía en mi cabeza esa idea pero estaba dispuesto a servirle en lo que Él quisiera y justamente a Dios se le había ocurrido que yo fuera pastor. Mi mente hinchada me llevaba para cualquier lado por lo que estuve muchos años de mi vida desperdiciando la fuerza que Dios me había dado, perdí el tiempo que Él me había dado, y éste es uno de los recursos más preciosos que tenemos de parte de Dios. No entiendo cómo algunas personas pueden perder el tiempo diciendo cosas como: “A mí déjeme tranquilo, yo quiero tomar mate”.

            ¡TAMPOCO TE MENOSPRECIES!

Dios no sólo tiene problemas con aquellos que piensan más de sí mismos sino también con los que piensan menos de sí mismos; estos últimos también son un estorbo para Dios. Son los que le ponen excusas tales como: “Yo no me siento capacitado, tengo que prepararme más”. ¡Llevan años en la iglesia y sienten aún que no están preparados! Uno que tiene veinte años en la iglesia me preguntó si no habría algún cursito para que pudiera aprender más, a lo que le respondí: “¡Haz lo que ya sabes que tienes que hacer y Dios te dará crecimiento!” ¡No puedes estar diez años estudiando en un libro cómo hacer un pozo! ¡Tienes que tomar una pala y hacerlo! El primero te saldrá mal, pero no puedes ir al libro cada vez para ver cómo se hace un pozo. Mientras más pozos hagas mejor manejarás la pala y sabrás qué hacer en un terreno blando o uno duro. ¡Con la práctica se aprende a hacer pozos! ¡Sirviendo a Dios se aprende a servirlo cada vez mejor!

Algunos cristianos me dicen: “Sabe pastor, que yo no tengo palabras”. ¿¡Eres mudo!? ¿Me estás queriendo decir que el Espíritu Santo no tiene palabra? “No, el Espíritu Santo tiene palabra, soy yo el que no tengo”. ¡Entonces tú no tienes al Espíritu Santo! “Es que yo hablo y siento que mis palabras no tienen fuerzas, no tienen poder; hablo con las personas y pareciera que hablara a la pared”. ¡Me estás diciendo que el Espíritu Santo no tiene poder! ¡El Espíritu Santo tiene palabra y tiene poder!

“Yo no tengo tiempo pastor”, se excusan otros. ¿Ah sí? ¿Cuántas horas tiene tu día? “Veinticuatro”. ¡El mío también! ¡Para lo que quieres te haces tiempo! “Es que el trabajo me presiona”. ¡Tú has decidido someterte a ese trabajo!

“Yo no soy nadie, ni siquiera he terminado la secundaria”, dicen otros. Cuando Dios te llamó a ser cristiano, ¿te ha pedido algún certificado o título universitario? ¡Dios sólo te ha pedido que le entregues tu corazón! ¿Crees que Dios estaba contando con las lindas palabras que tienes? ¿Crees que el Espíritu Santo contaba con tu astucia? Cuando Él te llamó para ser cristiano ¿crees que estaba contando con tu inteligencia? ¡Nada de eso! ¡Si eras un necio! ¿Quién es sabio? ¡El Espíritu Santo! ¡Él es inteligente y pone palabras en la boca del hombre si éste se lo permite!

La persona de baja autoestima o la que se menosprecia dice por ejemplo: “Soy muy joven o soy muy viejo”. ¿Qué edad hay que tener? ¿Se podrá servir a Dios con menos de veinte o con más de sesenta? ¡Claro que sí!

La baja autoestima o el más bajo concepto que uno tiene de uno mismo lleva a la persona a no querer enfrentar, a no querer hacer cosas. Si tú no enfrentas situaciones no aprenderás jamás porque uno aprende enfrentando situaciones, asumiendo responsabilidades. “¡No quiero, es mucha responsabilidad para mí!” ¡Te pierdes de crecer y de madurar! ¡Los que nunca quieren enfrentar nada terminan siendo inútiles! Y los que piensan de sí más bajo de lo que deben pensar, son de ese tipo también. ¡No quieren problemas! ¡No quieren turbarse! ¡Tienen miedo que les vaya mal! “¿Y si yo sirvo a Dios pero después me va mal? ¿A quién le ha ido mal sirviendo a Dios? ¡Por servir a Dios no te va mal sino por los miedos que te hacen desistir de servirle!

Las personas que tienen más bajo concepto del que deben tener de sí mismas tienen temores, son tímidos; se ve que la timidez es la credencial que les ha dado el diablo para poder dejar de hacer lo que deben. Esas personas nunca obedecen la voluntad de Dios, no la hacen, por lo tanto no les va bien.

“Yo nunca le hice nada a nadie”, apuntan algunos. Ya está, no me digas más, ¡pedazo de inútil! ¡Nunca has hecho nada! “Yo no me meto con nadie y tampoco quiero que se metan conmigo”. ¡No quieren enfrentar responsabilidades! Dios te ha hecho responsable de amar a tu prójimo, de velar por los niños, por los débiles de la ciudad, por los hambrientos y harapientos; Dios te ha dado la responsabilidad de velar por las viudas y por los extranjeros. Tú dices que no te metes con nadie y que tratas de ser buen vecino; generalmente las personas que hablan así son inservibles a la enésima potencia, no le hace ningún favor a Dios pero al diablo tampoco. Satanás se los patea a Dios y le dice: “Este es para vos” y Dios de allá le dice: “¡No, este es tuyo!” ¡Algo tiene que cambiar en tu vida!

El apóstol Pablo le escribe a Tito acerca de algunas cosas que tiene que enseñar en su iglesia: 1Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. 2Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 3Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; 4que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 6Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes” (Tito 2:1 al 6).

“Pero yo soy muy joven, ¿cómo le voy a decir a esa anciana que se está portando como una malcriada?” Tito era joven y el apóstol Pablo lo envía a decirles determinadas cosas a los ancianos. He visto a personas ancianas decirles a un pastor o pastora joven de mi iglesia: “Usted es mi mamá” o “Usted es mi papá”, “Nunca mi mamá ni mi papá me habló como lo hace usted. ¡Gracias pastor!”

Entonces, Tito, como era joven no se animaba a exhortar a los mayores, y le dejaba la tarea al apóstol Pablo. Pero leamos lo que dice Tito 2:15: 15Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie”. El abuelo Pablo, el crecido y maduro le dice a Tito, un muchacho joven que reprenda y exhorte con toda autoridad y que nadie tiene que menospreciarlo.

Cuando Pablo le escribe a los Romanos diciéndoles que nadie tenga más alto concepto de sí mismo que el que tiene que tener, él sabía a quién le estaba escribiendo. ¡Le escribió a los romanos! ¿Quién iba a tocar a los ciudadanos romanos? Ellos eran ciudadanos de la capital más importante del mundo. ¡Caminaban con soberbia! ¡Eran personas agrandadas! Tenían más alto concepto que el que debían tener, por lo tanto, el apóstol Pablo les dijo que cada uno debía tener el concepto adecuado acerca de sí mismos; pero cuando se encontró con Tito, una persona joven, media inexperta y que no se animaba, lo mandó a hacer algo puntual y le previno que nadie se atreva a menospreciarlo. Le dijo algo como: “¡Párate firme! ¡Haz lo que tienes que hacer!”

A Timoteo, otro hijo espiritual de Pablo, también le da una lista de cosas que tiene que hacer: 11Esto manda y enseña. 12Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1ª Timoteo 4:11 y 12). ¡No seas timorato! ¡No seas débil! Dicela Biblia que los cobardes no entrarán en el reino de los cielos.

Cuando Dios mandó a Moisés a hablar con faraón, él comenzó a cuestionar: “¿Pero qué le voy a decir?” ¡Comenzó a poner excusas! “¡No me va a creer que he estado hablando contigo! ¿Si me pregunta de parte de quién voy, qué le digo?” Dios le respondió: “Le dirás así: El que me envía es Yo soy el que soy” “¡Pero no me va a creer!” “¿No te envío yo Moisés?” “Sí, pero yo soy tartamudo, me da vergüenza”. Mas Dios le responde: “¿Quién le ha dado la boca al que habla?” y agrega: “¡Yo pondré palabras en tu boca!” No se cuántas excusas más le puso y al final le dijo: “¡Ahh Dios mío, envía al que tengas que enviar”, como diciéndole: “Te equivocaste conmigo, yo no soy la persona adecuada, ¿por qué no buscas uno mejor que yo?”

¡Cuántos han dejado el puesto de trabajo en la iglesia, siendo las adecuadas para desempeñar la tarea porque han llegado a la conclusión de que había personas mejores que ellas para ese puesto! ¡Me han dejado con el vacío y sin saber a quién poner! ¡Cobardes!

            CONCLUSIÓN

El apóstol Pablo les manda a esas personas que tienen más bajo concepto de sí mismas que el que deben tener, que se paren firmes y hagan lo que tienen que hacer. Quizás tú eres así porque te metieron eso en la cabeza, desde que eras un niño o niña te dijeron “inútil, inoperante, estúpido”, y tú te formaste esa opinión de ti mismo. Te han dicho que nunca ibas a llegar a ningún lado y tú lo creíste. ¡Es que has vivido por la opinión de otro! Pero te aconsejo que atiendas hoy a la opinión de Dios. ¡Tú no vales más que otra persona pero tampoco vales menos! Dios es un Dios justo y ama la justicia. La justicia se compara a una balanza que tiene el peso justo de un lado y del otro; tú debes tener exactamente la medida acerca de quien tú eres. ¡Tienes que conocer a Dios y conocer quién eres! No le sirves a Dios si te crees más pero tampoco le sirves si te crees menos.

Tú no eres lo que opina tu padre. Tus progenitores tienen una opinión equivocada de ti, es una opinión humana. Pero tú no vales lo que opinan de ti tus jefes ni las personas que te rodean. Han habido artistas que quisieron ser grandes pianistas y sus maestros les dijeron que sus manos no servían para tocar el piano, y que nunca llegarían. Alguien le dijo a la famosa cantante Florence Foster Jenkins que su voz sonaba como el chirrido de una puerta y la sentenciaron a que nunca sería una buena cantante, pero lo cierto es que tuvo una carrera musical fecunda. ¡Tú no eres el resultado de lo que opinan los expertos!

Cuando David iba a pelear contra Goliat, el rey Saúl le dijo que él no podría enfrentar a ese hombre. ¡La gente está equivocada en cuanto a los planes que Dios tiene contigo! ¡Tú no eres la persona que la gente piensa que eres! ¡Tienes que preguntarle a Dios quién eres y apresurarte a hacer su voluntad!

Hoy tu mente y tu entendimiento están siendo renovados. Tienes que comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta e ir corriendo a llevarla a cabo. ¡Que no te detenga el trabajo, el estudio, nada! Tú te debes a Dios tu creador. Te debes a Cristo que murió en la cruz del calvario por ti.

¡Cristo pagó en la cruz por ti exactamente el mismo precio que por el que tienes al lado! ¡No vales menos ni más que él! ¡Dios ha pagado por ti un altísimo precio, nadie pagaría lo que Él pagó por ti! ¡Eres precioso para Dios! ¡Él te ama profundamente!

Dios no cuenta con tu astucia, ni con tus fuerzas, ni con tu inteligencia, Él está contando con tu decisión de amarle y servirle. ¡Dios necesita tu corazón! Su Espíritu pondrá la sabiduría, la inteligencia, el poder; todo lo demás está en sus manos, sólo tienes que disponer tus manos, tus pies, tus ojos, tus oídos para servirle.

Dile en esta hora a Dios:

“Señor, quiero dejar de lado las excusas. ¡Quiero ser un cristiano con todas las letras! Perdóname si me he creído más de lo que debía, perdóname si me he creído menos de lo que debía. ¡Sólo tú tienes la medida justa de quién soy yo Señor! Líbrame de la baja autoestima, líbrame de ser engreído o agrandado. ¡Cuántas veces he querido imponerme con mi soberbia! ¡Cuántas veces me puse mal porque no me tenían en cuenta! ¡Cuántas veces me he comparado con otros y me he preguntado por qué lo ponen a él o a ella y no a mí! ¡Perdóname Señor! Hoy entiendo que tú me has hecho a la medida exacta y conforme al plan que has diseñado para mi vida desde antes de la fundación del mundo. ¡Quiero conocer tu voluntad para mi vida y estoy dispuesto a hacerla! En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”.

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