Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
Este fin de semana me ha cautivado un pasaje dela Bibliaque está en San Juan capítulo 11 donde se relata la muerte y resurrección de Lázaro; hay en esta historia ciertas reflexiones que quiero compartir con ustedes. Leamos desde el versículo 1 al 4:
“1Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) 3Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 4Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Primera actitud incomprensible de Jesús: El se mueve en un área que la mente no alcanza a entender; los razonamientos de Jesús van más allá de nuestra mente. Para las hermanas de Lázaro esa enfermedad es una preocupación y llamarlo a Jesús equivale a decirle, “Jesús, no es una fiebre ni una enfermedad cualquiera. ¡Está peligrando su vida! El que amas está enfermo, ¡te pedimos que vengas!” Entonces pues, están enfrentando una situación difícil. Parece ser que eran tres hermanos que vivían solos; Marta y María eran solteras y no tenían padres, vivían con su único hermano varón, Lázaro. Ellas están enfrentando una situación que no pueden resolver solas y que producen angustia, dolor, que atan la fe y la esperanza. Pero Jesús contesta: “Esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios, es para que el hijo de Dios sea glorificado”. Primer enseñanza de hoy: Dios no ve las cosas como tú las ves. Si miramos humanamente la cosa, podríamos deducir que la actitud de Jesús es un poco egoísta. Es como decir, “bueno, me alegro que está enfermo porque con esta enfermedad voy a ser glorificado”. Pareciera ser que Jesús está un poco desubicado con el tema. ¿Cómo una enfermedad le dará gloria a él?
Los versículos 5 y 6 dicen: “5Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba”. ¡Segunda actitud incomprensible! Cuando oyó que estaba enfermo decidió quedarse dos días más donde estaba.
Leamos desde el versículo 7 al 15: “7Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él”.
Tercera actitud incomprensible: “…y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él”. ¡Esta es la visión de Dios! ¡Para Dios una enfermedad no es un gran tropiezo! ¡Para Dios la muerte no es un gran tropiezo! Para nosotros la muerte es como una pared que nos confronta con lo imposible, con lo que irremediable; la muerte provoca en nosotros aguda tristeza, desesperación, impotencia, desazón, ira, bronca y hasta enojos contra Dios. Muchos se han enojado contra Dios por causa de la muerte porque ella para nosotros es algo irreversible, imposible de confrontar y de solucionar, así que algunas personas dicen: “Nunca voy a perdonar a Dios el que se haya llevado mi esposo”… ¡Como si a Dios hubiera que perdonarle algo! El no ha hecho nada malo; Dios no es injusto, por lo tanto nosotros vemos las cosas desde nuestra posición humana, muy distinta a la perspectiva de Dios.
Voy a decirte algo más: Dios para mostrarte su gloria necesita tu muerte. ¡No hay resurrección sin muerte! ¡No hay vida de gloria, de poder, no hay grandeza sin muerte! Por eso Jesús dijo que quien quiera seguirle tiene que negarse a sí mismo y tomar su cruz cada día y seguirle. ¡No hay vida cristiana gloriosa y de poder si no hay muerte primero! Primero es la muerte y después es la vida gloriosa. A veces no entendemos por qué atravesamos dificultades y le achacamos a Dios el hacer cosas injustas. Muchas veces Dios está destruyendo nuestros consejos, nuestros proyectos, nuestros anhelos y no entendemos qué está haciendo en nuestras vidas, por cual nos enojamos con Él. Muchas veces Dios permite que perdamos cosas que amamos, que anhelamos, a veces empresas o personas, pero lo que Dios está deseando es manifestar su gloria en medio de la muerte. Jesús enseñó que si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda sin fruto, pero si el grano cae y muere entonces sí lleva mucho fruto (Juan 12:24). ¡Dios promete una vida grandiosa y gloriosa! ¡Dios promete una vida de resurrección y de poder después de la muerte! Pero hay cosas en tu vida que tienen que morir antes de ver la gloria y el poder de Dios manifestándose en tu familia, en tu matrimonio, y en tu trabajo. ¡Dale gracias a Dios que está destruyendo tus planes! ¡Dale gracias a Dios que está permitiendo que caigan tus esquemas! El no podrá hacer nada si persistes en llevar adelante tus planes. Debo decirte algo muy importante: En el reino de Dios no hay ninguna voluntad aparte de la voluntad de Dios; en el universo se hará la voluntad de Dios porque Él es el dueño, el creador y el soberano de todo. ¡Hasta que no muera toda voluntad contraria a la de Dios no será manifestado el reino de los cielos en tu vida! Debe morir en tu vida toda iniciativa humana, toda iniciativa propia. Debemos llegar al punto de entender que es en nuestra muerte que el Señor se manifiesta, como decía el apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí” (Gálatas 2:20). Asimismo, cuando el apóstol Pablo decía “cada día muero” se estaba refiriendo a que la vida gloriosa de Cristo y el poder y las obras de Dios se manifestaran en su vida, él tenía que permanecer en la cruz. ¡“Con Cristo estoy juntamente crucificado” tiene que ser una realidad en tu vida!
¡La crucifixión de nuestra vida juntamente con Cristo tiene que ser una realidad de nuestras vidas! No hay vida de poder si no hay muerte primero. Así que Dios te está guiando en todo momento a la muerte, para glorificarse en ella, para mostrar su gloria. En la medida que tus mueres, él resplandece en tu vida.
“14Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y me alegro por vosotros, de no haber estado allí…” (Juan 11:14-15) ¡Dios tiene planes hermosos con la muerte! Hay algunos que sufren tanto cuando Dios los está matando y chillan como cerdos: “¡No se qué le pasa a Dios conmigo!” “¿Por qué Dios lo permite?” ¡Debes morir y callarte la boca! ¡Dios se glorifica en la muerte! ¡El te quiere bien muerto! Entonces, frente a una circunstancia compleja, vemos por un lado la visión humana y por otro lado, la perspectiva de Dios. El dice: “esta enfermedad, esta muerte hay que aprovecharla; vamos a provocar con esta muerte un lindo espectáculo. ¡Vamos a promover la fe en las personas! ¡Voy a promover la fe en mis discípulos a través de este problema!” Entonces aparece Tomás en la escena; todos los discípulos sabían que querían matar al maestro en el territorio de Judea y Betania, que era la aldea a la que iban donde había muerto Lázaro. Muchos judíos habían venido al velorio de Lázaro y estaban consolando a Marta y a María, entonces los discípulos le dicen: “No tienes que ir a Judea, tu sabes que te quieren matar”. ¡Pero Jesús tiene planes! El no tiene miedo, es más, Él ha venido a dar su vida, a dar el ejemplo que sin muerte, no hay resurrección. Pero la visión humana siempre se levanta contra la de Dios; Tomás era una amigo de Jesús, era uno de sus discípulos, uno de los escogidos, sin embargo su visión humana, estorbaba la visión y los planes de Dios, como en algún momento lo hizo Pedro. Entonces Tomás emite su opinión en ese momento y le dice a los discípulos: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”. Tomás tiene una visión de acuerdo a lo que ve y ha oído, él tiene una visión almática de la circunstancia que están viviendo, por tanto, opina desde su perspectiva, lo mejor sería que si Lázaro ha muerto que lo entierren y nosotros nos quedamos aquí tranquilos. Muchas veces aparecen alrededor nuestro personas muy sensatas, que nos quieren mucho, que nos dan buenos consejos, pero debemos estar preparados para conocer la voluntad de Dios y hacerla aunque nos cueste la muerte. No es cuestión de recibir un consejo de un amigo porque nos suena lindo, porque es razonable. En este caso ocurrió algo similar, como en aquel entonces cuando Pedro quiso detenerlo para que no vaya y le dijo, “maestro, tal cosa no te acontezca” y la respuesta de Jesús fue: “apártate de mi satanás porque me eres tropiezo poniendo tu mirada en las cosas de abajo en vez de poner tu mirada en las cosas de arriba”. ¡Vale la pena pagar cualquier precio para que las cosas de arriba sucedan! ¡Vale la pena poner la vida para que la voluntad de Dios se haga realidad en nuestra nación, en nuestra familia, en nuestro matrimonio, en nuestra iglesia! El pensamiento humano no entiende ni de lejos el pensamiento de Dios, puede sonar a veces elocuente, compasivo, prudente, ¡pero debo conocer la voluntad de Dios y debo hacerla!
“17Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?…” Señor, sé que va a resucitar algún día de estos, en el día postrero… entonces Jesús dice una sentencia extraordinaria que hace temblar al mismísimo infierno: “Yo soy la resurrección y la vida”. ¡Si Él está hay garantía de vida! Le respondió Marta: “27Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”. Dos cosas necesita Jesús: ¡Tu muerte y tu fe! La muerte es la materia prima de Dios para la gloria. Luchamos tanto cuando estamos por perder algo que amamos, luchamos tanto por no perder cosas que anhelamos; en este día me estoy acordando de mis planes, porque al cumplir 30 años de casado, uno se despierta y dice, “¿dónde quedaron esos 30 años?” Una de las preguntas que me surgió es: ¿Qué hago aquí en Uruguay? Yo fui un soñador toda la vida, pero nunca me desperté y dije: “Ah…, quiero ser un predicador e ir a predicar a Uruguay”. ¡Hoy le estaba dando gracias a Dios por ello! No alcanzan las palabras para decirle cuánto le amo y le agradezco la vida que me ha permitido vivir, la familia, la iglesia que me ha dado. No salgo de mi asombro de ver cómo Dios puede sacar de la droga a aquel muchacho que está en el pozo más profundo, que ya no tiene esperanza y que la muerte lo está amordazando, sin embargo, la mano de Dios es poderosa para sacarlo. Pero Él me llevó a la reflexión y me dijo: “Jorge, nada de esto pudiera haberse hecho si tú hubieras persistido en tus planes”. ¿Quieres conocer alguno de mis planes? Ya en nuestra luna de miel unos amigos nos llevaron a mostrar unos lotes en las sierras de Córdoba; entre mis planes estaba tener un terrenito allí para ir una vez por año a nuestra casita. Y vimos que el dinero que teníamos, alcanzaba para tener una entrada. Pero decidimos gastar el dinero en la luna de miel, pero igualmente ya nos quedamos con ganas de tener un terreno semejante. Soñaba con ser un empresario, tener dinero, ser bueno y llevarme bien con todos los vecinos, no pelearme con nadie, vivir y dejar vivir… ¡pero eran planes míos! Todos mis planes estaban dentro dela Provincia de San Juan, dentro de mi país y dentro de la iglesia a la cual pertenecía. ¡Yo estaba soldado con poxipol a mi iglesia! Toda la vida haciendo planes, inventando algo, hasta que un día surgió el plan de Dios, y para cumplirlo, había que abandonar todo otro plan: ¡Había que dejar la arquitectura para siempre! Recuerdo que ya al terminar la segundaria, me había hecho hacer un tablero con madera de watambú, era mi adoración ese tablero me acompañó en toda la universidad. Pero cuando surgió de venir al Uruguay, decidí no traer nada, ni siquiera el amado tablero. ¡Hasta dejamos los cubiertos! Yo sí que tenía planes… y cuando salí para Uruguay lo hice sin nada, con lo puesto y allá quedaron nuestras ilusiones, nuestros planes y proyectos, y nos preguntábamos qué haría Dios con nosotros en Uruguay. “Señor, si quieres enterrarnos en Uruguay, hazlo, estamos dispuestos, ¡porque somos tuyos!” No queremos hacer nada que esté fuera de tu voluntad, así que vinimos a ser pastores de una iglesia en la ciudad de Colonia de 50 miembros, de los cuales, 25 no nos querían y los otros 25 tampoco. ¡25 eran de Pablo y 25 de Apolos! Y yo no era ni Pablo, ni Apolos. ¡Cada grupo estaba orando y ayunando para que vuelva su líder! Recuerdo que un día pusieron debajo de la puerta de la iglesia, una carta que más o menos decía lo mismo: “Pastor Márquez, usted no tiene nada que ver en esto; contra usted no tenemos nada pero estamos orando y ayunando para que usted se vaya y regrese Denis”.
¡Allá quedaron los planes e ilusiones y aquí comenzaron las pruebas! Recuerdo que comencé un ayuno de 40 días. ¡Oré y ayuné, pero no pasaba nada en la iglesia! ¡Les aseguro que comí tanto arroz en ese tiempo, que ya hablaba alguna frase en chino! Después explotó todo aquí en Montevideo, pero primero fue la cruz, la muerte. ¿Crees que Dios me ha hizo fácil? Si Dios no te hace pasar primero por la muerte, no verás su gloria. De esa manera Dios iba demoliendo en mi vida, toda iniciativa propia, personal, humana e iba provocando en nosotros dependencia del Señor. Ahí es cuando orábamos, ayunábamos, buscábamos su rostro y decíamos, “Padre, hágase tu voluntad, que sea como tú quieras”. Ahí es cuando nos volvíamos espirituales, lamentablemente es en la cruz cuando nos volvemos espirituales. Algunos decían, “pero, qué hombre de oración”. Pero no es que era un hombre de oración, es que me tenía loco lo que estaba viviendo, ¡tenía que orar y ayunar! No era de espiritual, era porque no sabía qué hacer. Así que cuando leo que Jesús se alegra porque Lázaro está muerto, lo entiendo un poco porque lo que Él quería hacer, no iba a resultar si Lázaro estaba vivo. Él quería hacer algo grande y para ello necesitaba la muerte de su amigo Lázaro. ¿Quieres algo grande en tu vida? Ya sabes entonces lo que Dios quiere de tu vida: ¡El quiere tu muerte! Dios no está interesado en tus planes ni en tus ideas, Él ya tiene sus propios planes y ya tiene ideas sobre ti desde antes de la fundación del mundo. ¡El tiene proyectos contigo! ¡El quiere que te humilles delante de Él y que decidas que vas a hacer su voluntad te cueste lo que te cueste! ¡No hay resurrección sin muerte! Luchamos tanto para no perder lo que tenemos, nos aferramos tanto a lo que queremos, consideramos tan importantes nuestros planes… veo que algunos cristianos sufren… no vaya a ser que Dios quiera que me case con uno que no me gusta. No vaya a ser que a Dios se le ocurra pedirme algo que yo quiero… ¡justamente eso es lo que quiere que dejes y sueltes! ¿Sabes quiénes son los que más sirven a Dios? Los que han perdido todo, los que ya no tienen nada que perder. ¡A ese extremo llegamos!
Lo lindo de todo esto es que la muerte tiene esperanzas de un futuro glorioso, la muerte tiene promesa de gloria; la muerte supone el enterramiento de una forma de vida mucho más insignificante que la vida nueva que va a nacer. Después que haya sucedido la muerte la vida de resurrección es mil veces mejor que la vida natural. Estamos aferrados a lo que queremos comer, beber, estamos aferrados a nuestros trabajos, a nuestros proyectos y planes, a nuestras empresas, no queremos que Dios nos toque nada de eso, pero lo que Él nos está ofreciendo es mil veces mejor. Es mejor Lázaro resucitado que Lázaro podrido. Tenemos que entender que Dios está con nosotros y nos acompaña hasta la muerte y más allá de la muerte. Dios está contigo hasta el momento del cajón y después de él está contigo. No vas a perder lo más importante que es Dios. “…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Una compañía como ninguna otra, Cristo resucitado, viviendo y obrando en nosotros… ¡y defendiéndonos! ¡Viviendo su vida por nosotros!
La enseñanza de hoy es muy sencilla: No vas a ver la gloria de Dios si no estás dispuesto a entregarle a Cristo todos tus planes. Tu vida no será una maravilla hasta tanto decidas entregarle a Cristo todo lo que eres, todos tus planes. Que tú puedas decir, “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Señor quiero morir a mí mismo para vivir para ti. Tómame en tus manos; tengo que usar una vez más la vida de Eckardth; él se fue derechito a la gloria. Recibimos una carta de una hermana no consagrada que nos dijo: “Miren cómo terminó Eckardth, por atender a los presos, descuidó su familia”. Un día llegó tarde a su casa y le llevó a su esposa dos ramos de flores, ¡uno en cada mano! ¡Esa mujer jamás se va a olvidar de su esposo! No había un esposo más amoroso que Eckardth con su esposa y su familia, pero no descuidó el reino de los cielos. ¡Tiene su premio y su galardón! Antes de irse arrebató cientos y cientos del infierno, ladrones, asesinos, violadores, se entregaron a Cristo de rodillas y lo tienen reinando en su corazón porque hubo un hombre que estuvo dispuesto a renunciar a sus planes para hacer la obra de Dios.
¡Quiero arder por la salvación de este país!
¿Qué te vas a llevar de este mundo? La única cosa por la que tienes premio es por haber salvado almas del infierno. Padre querido, glorifícate en nuestras vidas, llévanos a Betania, llévanos al punto de la muerte y de la resurrección, llévanos al punto del fracaso y a la manifestación gloriosa de la vida resucitada de tu hijo Jesucristo, llévanos al fracaso de nosotros mismos, sabiendo que en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Confesamos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien y que no hay enfermedad, dolor, muerte ni problema que vaya a impedir que tú te glorifiques en nuestras vidas. Hoy queremos enterrar no solamente nuestros planes sino todas aquellas cosas que detienen tu obra en nuestras vidas. Queremos enterrar nuestros pecados, nuestras amarguras. Sabemos que no habrá vida de poder si hay angustia, duda, resentimiento, incredulidad… enterramos todas esas cosas que forman parte de nosotros pero que tú quieres cambiar. ¡Limpia nuestras vidas! Te queremos entregar lo que más amamos y valoramos, queremos perderlo todo por ti Señor, queremos perder casa, familia, cualquier cosa que tú nos demandes por amor de ti y por amor de tu reino. No queremos negarte nada Señor. ¡Transforma nuestro corazón! En el nombre de Jesús hacemos esta oración, amén”.
ANEXOS: