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INTRODUCCIÓN
El apóstol Pablo les escribe a los efesios y les dice: “Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente…” (Efesios 3: 1 al 3).
Pablo fue un apóstol designado por Dios para predicarles el evangelio a los gentiles. ¿Quiénes eran los gentiles? En épocas de Pablo, el mundo estaba dividido en dos; el que era judío y el que no lo era. O, mejor dicho, ellos lo veían así; y decían que estaban los judíos y por otro lado los gentiles que pertenecían a otras naciones, refiriéndose a ellos como Goim. Esta es una palabra hebrea, que, a veces, es interpretada en forma despectiva y significa literalmente “nación”, por lo tanto Goim refiere a personas y naciones no judías.
Las naciones alrededor de Israel y todas las naciones en general adoraban muchos dioses y hacían celebraciones paganas. Había una idolatría muy fuerte. Israel era la única nación que adoraba al único Dios vivo, creador y sustentador de todas las cosas e introdujo la fe en el único Dios creador de los cielos y la tierra. Ellos se consideraban a sí mismos una nación especial y los demás eran paganos por sus prácticas idolátricas a dioses como el de la montaña, el dios del valle, del agua, del fuego, etc. ¡Había dioses de toda clase! Cuando viajamos a Israel visitamos Jordania y allí había un templo dedicado al dios Baco, el dios del vino. Antes de entrar al templo había unas piletas que contenían vino que bajaban por unas canaletas, entonces, la gente se servía vino y cuando entraban ya estaban ebrios. Ve a saber cómo serían esas celebraciones al dios Baco, si ya entraban de esa manera. También vimos un templo al dios Zeus y a otros dioses más. Había lugares donde se practicaban cultos sexuales, las mujeres se prostituían en los altares. Pero resulta que Dios tenía planeado llegar con el evangelio a los gentiles, a los malos, a los idolatras, a los que comían alimentos contaminados que dedicaban a los demonios. Y los primeros discípulos cristianos no entendían eso. En cambio, Dios le dio una visión a Pedro y le mostró un lienzo lleno de animales inmundos prohibidos para Israel. Y el Señor le dijo: “Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10: 13 al 15). Y Dios lo envió a predicarle a un tal Cornelio, centurión romano, un hombre justo y temeroso de Dios. Los judíos no entraban en la casa de un romano, mejor dicho, no entraban bajo el techo de un gentil ni comían con ellos. Y Dios lo mandó a Pedro a predicarle a un grupo de gentiles, a lo que él obedeció. Y sucedió que mientras Pedro hablaba, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. ¡Era un escándalo! ¡Imposible que esa gente sea tocada por Dios! Pero el Señor decidió llegar con el poder del evangelio a rescatar a los peores.
CONOCIMIENTO REVELADO
En un encuentro que se llevó a cabo en Monte Beraca, había una mujer embarazada que omitió confesar su pecado, pero al final lo hizo. Se paró en frente de todos y dijo: “Yo era una mujer que vendía su cuerpo”. El evangelio llega a las prostitutas, a los borrachos, a los drogadictos. ¡Bendito sea Jesús! Recuerdo las palabras de una de nuestras pastoras el día de su casamiento, palabras que quedarán por siempre grabadas en mi mente. En medio de la ceremonia ella se dio vuelta y dio testimonio que era una drogadicta perdida, que vivió en la calle, que se acostaba con cualquiera por un poco de droga. Contó que muchas veces estuvo al borde de la muerte y les dijo a los invitados de su boda: “Yo era una prostituta que ya no servía ni siquiera para ser prostituta”. Hoy es un honor tenerla como pastora en nuestra iglesia. Estamos orando para que ella y su esposo se vayan de encargados al hogar de niños de Haití. ¡El amor de Dios y su poder para transformar las vidas es muy grande! El amor de Dios llega al más profundo pozo donde ha caído un pecador. ¡Para Dios no hay nada imposible!
El apóstol Pablo cayó en prisión por predicarles el evangelio a los gentiles, a esos sucios y contaminados seres humanos. Y entonces en una carta, se dirigió a los efesios diciéndoles: “Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros”. Estaba queriendo decirles que Dios le había dado una gracia especial para entregársela a ellos los gentiles. Los que no eran dignos vinieron a ser dignos; los que no eran pueblo vinieron a ser pueblo. Los que estaban llenos de pecados fueron perdonados. A esos gentiles les llegó el mensaje, por la gracia que Dios le dio al apóstol Pablo para que les predicara a ellos y a quienes les dijo: “…la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente”.
Habla aquí de algo que yo quiero destacar y es el hecho de que por revelación le fue dado. Hay dos clases de conocimiento. Está el conocimiento natural, científico, el conocimiento que entra en la cabeza, que puede producir ciertos cambios exteriores, pero no puede producir un cambio fundamental interior. Dios opera en lo más profundo de tu ser, y cuando Dios opera, entra en el corazón. Tú puedes ser una persona culta, preparada, de buenos modales y bien vestida, etc., pero ser un violador desgraciado. Lo que no puede hacer la cultura ni la enseñanza secular, lo que no puede hacer la enseñanza que entra en la cabeza, es producir un cambio sustancial en el corazón. Puede producir un cambio de modales o un cambio estético en la vida de alguien, pero no transforma a una persona como lo puede hacer la gracia de Dios a través del poder del evangelio.
Así que hay una clase de enseñanza que opera en la mente, pero hay una clase de enseñanza que viene por revelación y no llega a la cabeza sino al corazón. La revelación entra en el corazón. Hubo una época en que se tomaban fotos con cámaras con rollo. Sacábamos fotos y no es como ahora que si sale mal la eliminamos y volvemos a sacarnos otra. Antes se mandaba a revelar el rollo y con suerte en diez días te entregaban las fotos; en ese momento te enterabas si la foto había salido bien o mal. El asunto es que teníamos que llevar el rollo para revelar porque estaban veladas las fotos que habíamos sacado. Al proceso de descubrir la imagen se le llama revelado. ¿Qué es revelar? Descubrir, sacar a luz algo que estaba oculto. El evangelio es revelación de Dios. Lo que no veías, ahora lo ves; lo que no entendías, ahora lo entiendes. La revelación es lo que Dios te da para alimentar tu espíritu. Así como cuando alimentas tu cuerpo con comida para estar fuerte, la vida espiritual se alimenta con la revelación. Y la revelación viene por la palabra que sale de la boca de Dios y no viene a la cabeza sino al corazón; y si llega al corazón grandes transformaciones suceden en la vida de la persona. No solamente viene a la vida de la persona, sino que también produce en ella una clase de vida que afecta a otros.
El apóstol Pablo señala a los efesios: “…por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo”. Si tú lees la palabra de Dios puedes ser partícipe de la revelación. ¿Cómo es eso? Es lo que Dios te da de comer hoy por medio de su palabra y su palabra no caduca. Yo tengo sesenta y siete años de edad, y por sesenta y siete años he asistido a la iglesia. He leído muchas veces la Biblia como este pasaje de efesios que te comparto hoy. Pero en años pasados no he conocido lo que hoy conozco y te predico a ti; porque hoy yo te traigo revelación nueva de este pasaje de Efesios que he leído mil veces. Es que Dios alumbra y vivifica una palabra que está escrita, a través de la cual tú, leyendo o escuchando, puedes ser tocado por su Espíritu. Porque la palabra de Dios es Espíritu y es vida; y es más cortante que toda espada de doble filo, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. Yo tengo sesenta y siete años de cristiano y te hablo con pasión acerca de algo que he leído toda mi vida, pero hoy Dios me reveló, y me dio algo nuevo y especial para compartir contigo. En Efesios 3:4 Pablo dice: “…leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo”.
Aquí hace referencia a su conocimiento que le fue dado por revelación. Te dije que hay dos clases de conocimiento. El cristiano que es trascendente y tiene poder es aquel que se alimenta de revelación. Es aquel que está abierto a atender y a escuchar palabra de Dios. Y yo hoy te traigo palabra de Dios. Dice entonces el apóstol Pablo: “…misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu”. Conocimiento especial, misterio de Dios que no se dio a conocer entes, pero que ahora es revelación a través de los apóstoles y profetas de Dios. Estaba la palabra pero no estaba la revelación. Dios envía la revelación a los apóstoles y profetas y estos predican la palabra, y trasmiten la revelación de Dios. La palabra que te comparto hoy es alimento poderoso, es Espíritu y es vida; te hace palpitar el corazón, te hace desear más palabra y fortalece tu ser interior.
Las cosas que Dios quiere manifestar las pone en la boca de los apóstoles y profetas. En otras palabras, si el Espíritu Santo trae revelación a tu espíritu, lo que tú hablas no es tuyo, sino de Dios, lo que tù haces no es tuyo sino de Dios. Y lo que ves es lo que Dios ve. Lo que oyes es lo que Dios te da para oír, y hay muchas cosas para oír; pero un corazón conectado con Dios te hace escuchar lo que viene de parte de Dios, Y no en todo hay que enfocarse sino en lo que Dios quiere. No hay que ir a todos lados sino a donde Dios quiere. “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”, declaró el apóstol Pablo. Así que, lo que yo hago es lo que Dios me guía a hacer. A través de la palabra que hoy recibes, tu boca puede ser transformada en la boca de Dios. Lo que digas tendrá poder porque son las palabras de Dios. El Señor te envía esta palabra para que sepas que si asumes un compromiso serio con Èl serás su boca, serás sus manos y sus pies. ¡El poder de Dios obrará a través de ti!
“Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu”. Es conocimiento que te da el Espíritu. Y la revelación que da el apóstol Pablo a través de este pasaje bíblico es esta: “que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”. La revelación ya no es solo para los judíos, también es para esos idólatras que tienen tantos dioses y que Dios quiere restaurar. A esos que son tan pecadores pero que Dios quiere salvar. Tú también puedes ser coheredero; heredarás el mismo reino que Jesucristo. También eres coparticipe de la gloria y de la gracia. Copartícipe de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. Y agrega el apóstol Pablo: “…del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”. El apóstol Pablo era celoso de Dios, y por guardar los preceptos y ritos de Dios perseguía a los cristianos, los apresaba y los llevaba a los tribunales para ser condenados y apedreados. ¡Era un enemigo de Dios! Pero el Señor escogió a ese que era el más pequeño de los santos, un enemigo, que era contrario al evangelio. Esto que te comparto no es otra cosa más que los misterios que la gracia de Dios me ha conferido para hacerte partícipe de aquello de lo cual yo he sido partícipe. No importa quién seas y lo que hayas hecho; Cristo puede perdonar tus pecados, llenarte y fortalecerte con poder en tu ser interior. Y te puede hacer un príncipe del reino de Dios, coheredero y copartícipe de la gracia y las riquezas inescrutables de Cristo. Inescrutable significa, que no se puede ni explicar, y no se pueden medir qué tan grandes son esas riquezas. Es imposible imaginar lo grandes que son las riquezas del evangelio.
EL HACER TU VOLUNTAD ME HA AGRADADO
Tu corazón tiene que ser el trono de Dios. Él debe ser entronizado en tu vida. Tú le tienes que decir: “Señor, no más mi voluntad sino la tuya. No quiero hablar lo que se me ocurra, sino que quiero hablar lo que tú quieras que hable. No quiero ir a donde se me ocurra o me parezca, sino que quiero ir a donde tú hayas planeado. Señor, quiero estar en el centro de tu voluntad”. ¡Dios tiene que estar sentado en el trono de tu corazón! Es en ese momento en que te conviertes en vocero de Dios y su poder estará sobre ti. Entonces cuando abras tu boca será Dios quien hable a través de ti. Tengo la convicción de que la Iglesia va hacer estragos. ¡No te quedes afuera! La iglesia es instrumento de Dios para salvación, para bendición y revelación. El apóstol Pablo le escribía a los de Éfeso que eran los peores, pero entonces les dijo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales”.
Dios no predica personalmente; Dios usa personas. Dios no hace la obra personalmente; Dios la hace contigo. Demonios, gobernadores de las tinieblas, ángeles y arcángeles observan el mover de la iglesia, porque aprenden de la revelación que Dios trae a la iglesia. Estos no aprenden de Dios, sino que aprenden de ver lo que la iglesia hace. Ningún ángel o arcángel fue creado a imagen y semejanza de Dios; tú fuiste creado a imagen y semejanza de Dios. ¿Por qué? ¡Porque a Dios se le ocurrió! Nosotros somos la corona de la creación. Leemos en la Biblia que los ángeles son ministradores de Dios para servirnos a nosotros. Dios ha puesto ángeles a nuestra disposición para ayudarnos. Dice la Biblia que el ángel de Jehovà acampa alrededor de los que le temen y los defiende. ¡El ángel está para defendernos! Los príncipes y los escogidos somos nosotros y la revelación viene a nosotros. A veces decimos de la reacción de alguien que puso una cara como si hubiera visto al diablo. Ahora, revirtiendo la actitud, vemos al diablo mirándonos la cara a nosotros. Cristo está en el trono de tu corazón y en tu mirada hay una luz que el diablo no puede soportar.
Fíjate que Dios detiene al diablo solo con su palabra. Él le marca límites y le dice lo que puede hacer y lo que no puede hacer. Satanás está sujeto a Dios. ¡Tiembla el diablo por causa de Dios! Pero ahora no está mirando a Dios, te mira a ti que fuiste creado a imagen y semejanza de Dios. Y la gloria de Dios está en ti. El diablo te mira y pone cara como que hubiera visto a un demonio. ¡No sabe qué hacer contigo! Porque tú le pones límites y le dices: “¡Hasta aquí llegaste!” Esto no es para el que se las cree sino para aquel que tiene comunión con el Espíritu Santo, porque la revelación viene del Espíritu de Dios al espíritu del hombre. No te agrandes, primero camina bien con Dios.
Un día yo le dije a Dios: “Señor, quiero que en mi vida se haga tu voluntad” ¿Y qué sucedió? Me arruinó mis planes, se truncó mi carrera de arquitecto. Destruyó los planes que yo tenía porque en el reino de Dios no se hace mi voluntad sino la suya. Mis proyectos no le interesan a Dios. A Él le interesa que yo me involucre en sus proyectos. Dios está interesado en que se haga su voluntad, y si tú estás dispuesto, Él destruirá todo plan personal, destruirá tus propios pensamientos y todo proyecto que no sea conforme a los proyectos que tiene contigo. Si le dices en serio a Dios que quieres hacer su voluntad, en serio te digo y con toda autoridad que Él va a romper todos tus planes y va a encarnar en ti sus deseos.
Se dice de Jesús: “El hacer tu voluntad Dios mío me ha agradado”. La Biblia nos muestra un momento muy duro para Jesús en el jardín de Getsemaní, y el relato dice así: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Y por segunda vez oró: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Pablo señala que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales. Te ven los demonios a ti y ven a Dios, ven a un hijo de Dios. Tan miserable te han hecho la vida, el diablo, tan despreciado y despreciada has sido, sin embargo, para Dios eres un hijo y una hija. El Señor te dice hoy: “Yo no te hice para el fracaso ni la derrota. Yo te hice para que seas copartícipe de mi gloria y seas coheredero de mi gracia”. El apóstol Pablo le dice a los de Éfeso: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Efesios 3: 14 al 16). El conocimiento de Dios viene de su Espíritu a tu espíritu. Cuando habla del hombre exterior, se refiere, no a lo que se ve sino a lo que no se ve. Significa el ser alimentado en tu espíritu por el Espíritu Santo, y ser fortalecido al comer el alimento espiritual que es la palabra de Dios que recibes hoy. El conocimiento de Dios viene del Espíritu de Dios a tu espíritu. No es lo que te cuentan o lo que te mandan a hacer. Hay quienes no hacen nada si el pastor no le dice.
CONCLUSIÓN
Yo te pregunto, ¿qué relación tienes con el Espíritu Santo? A los nuevitos hay que ayudarlos a madurar y guiarlos, pero hay algunos grandotes que tienen años en el evangelio y aún no han madurado; todavía hay que darles la mema. Pero el apóstol Pablo nos señala por medio de este pasaje bíblico que el Espíritu quiere alimentar personalmente y particularmente tu espíritu para que tu ser interior sea fortalecido con poder. Para que tu vida espiritual se sobreponga a los deseos de la carne y a las tentaciones. “Yo te doy vida espiritual” te dice el Señor. “Yo quiero tener amistad y comunión contigo. Anhelo que conozcas mis secretos y quiero entregarte mis riquezas. Tú vales más que los ángeles. Yo los envío para que te cuiden en todos tus caminos. Eres valioso y eres valiosa para mí”.
Jesús dio su vida por ti porque para Él vales mucho. Muchos creían que no valían nada, ya estaban cerca de la muerte; sus vidas no tenían sentido ni valor, pero hoy son siervos de Dios porque el Señor puede rescatar y salvar a los que están perdidos. Decide si vas a hacer la voluntad de Dios, mira que va a doler, pero tienes que tomar la decisión y decirle a Dios: “Hágase en mi tu voluntad. Quiero formar parte del ejército que deja de lado todo para servirte”. Yo amaba mucho la arquitectura, pero no cambio lo que Dios me dio por nada del mundo. He visto lo que puede hacer el evangelio en la vida de muchos y me maravilla. ¡Qué gran poder! ¡Qué gran amor y misericordia la de Dios! “Sea hecha tu voluntad Señor, en la vida de aquellos que hoy se ponen en tus manos y toman la decisión de seguirte, amén”.
ANEXOS: