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INTRODUCCION
Leemos en Salmos 42:5 en adelante: “Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí. Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”.
Este salmo describe la lucha de un alma por mantenerse apegada a Dios en medio de condiciones adversas, y una de las maneras que tiene satanás de alejarnos de Dios es provocar circunstancias y usar personas que actúen de manera hostil para que nuestra mente sea activada para funcionar independientemente del amor de Dios y de su revelación.
Hay sabiduría aquí en lo que estoy diciendo. Hay circunstancias que combaten contra nuestra relación con Dios provocando que en nuestra mente sea activado un pensamiento de independencia de Dios, alejándonos de la comunión con el Señor y de su revelación, que nos impide ver las cosas como Dios las ve, así, nuestro amor y nuestra relación con Dios es afectada.
Nuestra mente es un campo de batalla. Allí es donde el enemigo envía sus dardos y sus misiles, y ahí es donde se entabla la guerra más recia, con la intención de que nuestro ser quede bloqueado al amor de Dios y a la comunión con Él.
Por un momento el salmista se lamenta diciendo: “Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?” Pero después reflexiona y dice: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”.
Mi corazón se entristece cuando veo personas bombardeadas por circunstancias difíciles y comienzan a flaquear en cuanto a su relación con Dios, y su amor hacia el Señor se debilita, entonces comienzan a argumentar; y cuando la mente comienza a argumentar, el amor empieza a debilitarse. El amor forma parte de la fe. Cuando y me casé con Marta,porque la amaba, tuve fe que iba a superar todas las circunstancias. Nunca pensé que no habría tiempos difíciles, pero siempre creí que el amor superaría las cosas. Y cuando ella se casó conmigo, no sabía que yo iba a salir tan sinvergüenza, pero ella se embarcó en una aventura de fe y de amorconmigo. Así sucede con Dios. Cuando tú comienzas una vida con Dios,cuando tú haces un pacto con Dios, ese pacto requiere que haya dos elementos indispensables: amor y fe. Dice la Biblia que el amor todo lo espera, todo lo sufre, todo lo soporta. Yo sé que con Dios superaré toda dificultad. Él me ama, yo lo amo y espero en Él. Decide en esta hora hacer un pacto de amor y de fe con Dios.
LA MENTE SOMETIDA A DIOS
La mente no entiende de fe; satanás atacó la mente para que el hombre se vuelva un ser racional y deje de ser espiritual. Satanás atacó la mente del hombre para que el hombre endiose a la razón, que le dé la razón a la razón, y que se olvide que la fe tiene otras razones, y otra dimensión. La razón es una dimensión natural y la fe es una dimensión sobrenatural. La mente debe estar sometida a la fe y a la revelación de Dios.
Muchas veces debemos aceptar con amor y con fe que nuestra mente no entiende. ¿A dónde voy con esto? Resulta que he visto con tristeza creyentes que terminan ofendiéndose con Dios porque les pasó algo que ellos creían que no les iba pasar, porque sucedió lo que no esperaban y tuvieron que enfrentar una adversidad que creyeron que nunca iban a enfrentar. Creyentes e incrédulos se han ofendido y resentido con Dios; y en sus razonamientoshan llegado a juzgarlo cuando hacen preguntas tales como: “¿Por qué me ocurre esto a mí?” “Si Dios es bueno, ¿por qué Dios permite que suceda tal o cual cosa?” El salmista dice: “¿Por qué te abates oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle”.
Tantas personas son afectadas por causa de circunstancias adversas que tienen que atravesar, y en vez de apegarse más a Dios; en vez de activar la fe y confesar la palabra de Dios, se ofenden y se alejan. Personas ajenas y desconocedoras de la palabra de Dios. Entonces, cuando vienen las circunstancias no recurren a su mente a buscar un versículo de la palabra de Dios, sino que esgrimen una pregunta que no se puede contestar.
Debo decirte que hay espíritus que trabajan para atar tu mente. De pronto vas a encontrar personas que aman a Dios y que lo sirven, y de pronto sienten rechazo por Dios y por las cosas de Dios. Vas a encontrar creyentes que se han alejado del pecado y que lo han detestado; que han sido limpiados y lavados por la sangre de Cristo, y han dejado de cometer actos reprobables. Han odiado lo que hacían. Y de pronto comienzan a enfriarse en su relación con Dios y otra vez vuelven a lo que tanto detestaban. Como dice la palabra de Dios: “El perro vuelve a su vómito” (Proverbios 26:11).
Hay un cambio de mentalidad cuando Dios opera en la mente de las personas; hay ciertos sentimientos, hay ciertos razonamientos y cierta línea de conducta que comienzan a ser parte de su estilo de vida. Pero cuando la presencia de Dios se aleja, se cambia el vocabulario, se cambian las actitudes, se cambian los hechos y se comienzan a hacer cosas que uno pensaba que jamás iba a hacer o que las iba a volver a repetir. Hay demonios que están al acecho y que quieren robarte la fe; y debo hoy advertirte que no vale la pena ofenderse y enojarse con Dios. No tiene sentido darle a la mente explicaciones, darle razones a la razón; por la fe hay que abrazarse de Dios. Hay que abrazar la fe y hay que creerle a Dios.
La mente desea comprenderlo todo, pero la mente jamás podrá comprenderlo todo; y lo peor es que la mente se resiste a creer lo que no entiende, por lo tanto, nuestra mente es un foco de resistencia a la fe y es un foco de resistencia al obrar de Dios. Pero Dios no va a cambiar porque túhayas cambiado tus razonamientos, Dios no va a dejar de ser lo que Él es porque hayas cambiado tu opinión acerca del evangelio o acerca de Él. ¡Dios sigue siendo el Todopoderoso! Dios sigue reinando y gobernando con poder y autoridad. Él sigue siendo el Señor y dueño de la creación. Si Dios quiere envía la lluvia y si no quiere no la envía. Él produce los terremotos, produce las lluvias y las sequías. ¿Y quién podrá discutirle a Él lo que hace o quién podrá decirle Dios eres injusto? ¡Tú que eres injusto declaras que Dios es injusto! ¡Estas equivocado! Tú no puedes juzgar a Dios.
Dios examinó a los hombres en determinado tiempo, en la época de Noé, y vio que todo designio del pensamiento del corazón de ellos era de continuo el mal. Dice la Biblia en Génesis 6:5: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.
Nuestra mente deber ser puesta bajo la soberanía de los pensamientos y la palabra de Dios.
Esto sucede en la mente cuando el hombre declara la independencia, esto sucede en la mente cuando el hombre quiere razonar independientemente a los mandamientos de Dios. Cuando el hombre comenzó a razonar independientemente del plan de Dios de continuo comenzó a pensar en el mal. Los pensamientos que vienen por causa de circunstancias producen estados de ánimos negativos a tal punto que el creyente que debiera amar a Dios y expresarle las mejores palabras no se siente con ánimo para decirle a Dios: “¡Dios mío te amo!” Ni puede darle gracias por la vida, por el aire, por su Hijo Jesucristo; gracias por la iglesia, por los hermanos, por su familia. Uno está como aprisionado por esas circunstancias que han generado pensamientos negativos, por la muerte de un ser querido, por ejemplo, o cualquier otra pérdida.
LA REVELACIÓN DE DIOS DESHACE TODO ARGUMENTO
Hemos filmado un programa con una mujer que había vivido circunstancias difíciles con su papá y con un esposo que tuvo. Ella había vivido en el INAU, Instituto Nacional del Menor, pero todo le iba mal, de tal manera que ella ya no quería la vida e intentó suicidarse muchas veces. La mujer tiene cuatro hijos, dos quedaron con su papá y dos se quedaron con ella. No había donde golpear puertas, no la dejaban volver a su casa por su fracaso y por desobediente; porque le habían dicho que no se fuera con ese hombre y que no se casara con él, aunque hizo todo lo contrario. Yo le pregunté: “¿Buscabas a Dios? ¿Llamabas a Dios? ¿Creías en Dios? Ella me respondió: “No, yo no creía en Dios” “¿Por qué no creías en Dios? “Yo no creía en Dios porque pensaba, si Dios existe, ¿por qué yo tengo que vivir esto?”
El diablo había usado sus circunstancias para que ella no conociera el amor de Dios y había movido sus cuerdas para que ella creyera que no había hombre que la pudiera amar. Su propio padre la había abusado y los hombres que había tenido la habían abusado y la habían golpeado. Uno de ellos la sacó del cuello a la calle, de noche, estando embarazada, y le dijo que no volviera más, todo porque tenía una cita con otra mujer. Esta mujer llegó a pensar que nunca iba a poder cumplir el sueño de su vida; tener un hombre que la ame y formar un hogar. Entonces ella decía que no creía en Dios. En realidad, estaba diciendo: “No quiero a Dios”. Ella no era atea, pero renegaba diciendo: “¿Por qué Dios permite que yo viva esto que estoy viviendo?” Así anduvo por mucho tiempo sin saber qué hacer con su vida. Su hijo más pequeño lo tuvo viviendo en la calle. Estuvo vagando varios días, luego que nació, con ese niño y con otra criatura, buscando comida en los tachos de basura, desesperanzada, pensando que Dios era el culpable de lo que a ella estaba viviendo.
Pero llegó a un hogar de damas de Beraca y se encontró con personas que la amaron desde que la vieron. Allí le brindaron techo y comida; pero lo más importante que recibió fue amor y contención, sintiéndose por primera vez amada y valorada. Cuando ella tuvo un encuentro con Dios ya no importaban las circunstancias que había vivido, entonces dijo: “Conocí el amor de Dios. Ahora sé que Dios me ama. Antes no me quería arreglar, no me quería poner linda; antes andaba con pantalones que me quedaban grandes, pero ahora me visto y me arreglo para Dios y lo hago lo mejor posible porque ahora sé que Dios me ama. Él me va a dar un hombre que me ame y un hogar”. Dios se reveló a ella. Cuando Dios se revela a tu vida se terminan los argumentos.
Yo vivo feliz porque sé que Dios me ama, que me cuida y me guarda; y sé que Dios camina conmigo. Él me ama y yo lo amo. ¿Tú conoces a ese Dios de amor? Si tú eres una persona que se queja, entonces no conoces a Dios. Si eres como esos que dicen: “Dios a mí no me escucha. Dios no se acuerda de mí. Dios está enojado conmigo”. Yo creo que tú no conoces el amor de Dios.
Oro que el amor de Dios te sea revelado en esta hora, pero debo decirte que no es inteligente, no es sabio y no es prudente andar en enemistad con Dios y disgustado con Él. ¿No te ha pasado que cuando te enojas con una persona no quieres ni hablar con ella? Te enojas con una persona y la miras mal; te enojas con Dios y te pasa lo mismo. Te entra un espíritu de enojo contra Dios y ya no puedes orar igual que antes. Antes le decías: “Padre amado, ¡qué bueno es estar en tu presencia y hablar contigo!” Ahora dices: “No me salen palabras, estoy duro, no sé qué me pasa”. Vas a la iglesia, pero te cansa adorar y alabar; cuando otros levantan las manos y adoran, las miras raro. Y argumentas: “Yo no lo hago porque no lo siento”. Es que cuando está frío el amor, cuando está fría la comunión y cuando hay argumentos que se levantan contra Dios cuesta expresar a Dios, cuesta adorarlo, y también cuesta recibir revelación de Dios.
Si no hay relación no hay revelación. Te disgustas con alguien y no hablas más con esa persona o le hablas muy poco. ¿Qué puedes saber de esa persona? ¿Lo que te cuenta otro? Pero si hablas con esa persona, estásrecibiendo información de primera; si estás en buena relación con esa persona, recibes la información de la fuente correcta. Si tienes una buena relación con Dios recibes revelación de parte de Él. Por eso, a la iglesia asisten personas que tienen muy buena relación con Dios y el mensaje les llega y les toca.
Mira por un momento al pobre Job. ¿Te has sentido como Job alguna vez? Déjame decirte que te falta mucho para ser el varón que era Job. Él era varón justo y recto; era un hombre incuestionable. Dios estaba admirado de Job. El capítulo 12 desde el versículo 13 en adelante de Job dice así: “Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia. Si Élderriba, no hay quien edifique; encerrará al hombre, y no habrá quien le abra. Si Él detiene las aguas, todo se seca; si las envía, destruyen la tierra. Con Él está el poder y la sabiduría; suyo es el que yerra, y el que hace errar. Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces. Él rompe las cadenas de los tiranos, y les ata una soga a sus lomos. Él lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los poderosos. Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo. Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y desata el cinto de los fuertes. Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte. Él multiplica las naciones, y él las destruye; esparce a las naciones, y las vuelve a reunir. Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino. Van a tientas, como en tinieblas y sin luz, y los hace errar como borrachos”.
¿Quién podrá decirle a Dios, lo que tú haces es injusto? ¿Quién podrá decirle a Dios, no me gusta lo que tú haces? ¿Quién será más sabio que Él o más inteligente que Él? ¿Quién será más justo que Él? ¡Es una necedad estar enojado con Dios! ¿Tú juzgas a Dios o Dios te juzga a ti? No hay sabiduría en las personas que tienen resentimiento contra Dios y no es sabio ni inteligente estar enojado y disgustado con Él. Yo trato de estar en buena relación con Dios y creo que es lo más sabio que puedo hacer. He reconocido mi necedad, he reconocido mi debilidad y mi fragilidad, y mehumillo delante de Él. Cada día oro y le digo: “Enséñame Señor. Muéstrame, alúmbrame. No quiero hacer mi voluntad sino tu voluntad. Quiero conocerte, quiero tu revelación. No quiero apartarme de ti. Guárdame cerca de ti, quiero estar bajo la sombra de tus alas”.
¡Que se vayan al diablo las circunstancias, pero yo de Dios no me voy a separar! No he conocido a una sola persona que esté ofendida con Dios y tenga paz. Y aquel que esté ofendido con Dios, sé que me está dando la razón. No he conocido a una sola persona que esté enojada y ofendida con Dios y que tenga felicidad. Es que con Dios está el consejo. ¿Cuál es tu consejo? Es que con Dios está la sabiduría y si no estás con Dios, ¿de dóndesacas la sabiduría? Es que con Dios está el poder y si no estás con Dios, ¿de dónde viene tu poder? Es que con Dios está la inteligencia, y si no estás con Dios, ¿de dónde sacas tu inteligencia? Dijo Isaías: “¡Ay del que pleitea con su hacedor!” (Isaías 45:9). Hay personas que neciamente pleitean con Dios. Tú dices: “Yo no pleiteo con Dios. Es que no entiendo por qué Dios hace esto”. Y te vuelven a repetir todos los argumentos. Ellos creen que no están cuestionando a Dios; ellos creen que creen en Dios y que Dios les está fallando. Tendrías que ser Dios y sentarte en el sillón del juez; y Dios se tendría que sentar en el banco del acusado. ¡Cómo te vas a sentar en el sillón del juez si eres un reo! ¡Tú eres el acusado, no Dios!
CONCLUSIÓN
Lo mejor que podría hacer una persona que está ofendida con Dios y lo cuestiona en todo, es humillarse y arrepentirse. Una persona que está ofendida con Dios está ciega. Hay demonios que trabajan para bloquear tu mente en contra de Dios; así dice la palabra de Dios en 2ª de Corintios 4:4:“…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Satanás opera en la mente y ciega el entendimiento de los incrédulos para que no le amanezca la luz de la gloria de Jesucristo. Por eso dicen algunos: “Yo lo amo a Dios, pero no sé qué me pasa que ya no oro como antes. Me siento más frío. Antes ayunaba y ahora me cuesta, antes oraba y hora no oro, antes iba a la iglesia asiduamente, pero ahora me cuesta”. Y el diablo te está atando, te está atando, te está haciendo flor de matahambre y te va envolviendo en sus mentiras.
Es tiempo de que te arrepientas y busques a Aquel con quien te ofendiste. Cuando tú estás sentado en el asiento del reo, no puedes estar mirando los defectos de los demás, acusando a quien te hizo esto o lo otro y quejándote por qué Dios permite tales circunstancias. Estás delante de Aquel que te puede justificar, que te pude perdonar y que te puede liberar. ¡Oh Dios mío! ¡Y yo enojado contigo! ¿Quién te puede soltar de las garras de satanás? ¡Nadie más que Dios! Y tú como un necio estás ofendido y enojado con Dios. Déjame decirte que muchas personas te pueden fallar, pero Dios nunca te va a fallar. Vuelve en amistad con Dios. Recuerda lo que dice la Biblia: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor!” Arrepiéntete de estar enojado y ofendido con Dios, desecha ahora esa actitud, libérate de esa opresión y dile a Dios:
“Padre, te pido que me perdones y que me bendigas. He pensado mal, he hablado mal de ti, Señor. Te he mirado con ojos humanos y te he juzgado si entenderlo y sin darme cuenta. Perdona mis razonamientos, Señor, y líbrame en esta hora, te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Glorifícate Dios amado en mi vida! Quiero volver en amistad contigo. Quiero Señor, amarte y que tú derrames tu amor sobre mí. Vuelve a reinar en mi corazón Señor,con tu presencia y tu paz. Venga a mí tu sabiduría y tu entendimiento, Padre. Tu poder no hay quien lo alcance, y tú tienes toda la sabiduría y la inteligencia. Vengo a ti arrepentido buscando tu amistad en esta hora. Señor, yo sé que eres Dios bueno y misericordioso; por lo tanto, creo que en esta hora escuchas mi oración y te llevas la maldición que ha venido a mi vida por haber dejado entrar en mi un espíritu resentido y rencoroso y de enemistad contra ti, Padre. Te he juzgado, Señor. Te pido que me perdones. Declaro que tú eres mi juez, mi Señor y mi Dios, amén”.
ANEXOS: