Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
INTRODUCCIÓN
Los que amamos a Dios oramos: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. ¿Qué significa que pidamos que venga su reino? Significa que sea aplastado todo otro reino, que sea aplastada toda otra voluntad y prevalezca sólo el reino de Dios y su voluntad. Dios se auto limitó desde que puso al hombre en la tierra, y señala la Biblia que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. En ese paréntesis de tiempo que Dios creó, el hombre constantemente le pone trabas a Él. Y ocurren cosas que parecen mentira pero desde el momento en que Dios le dio autoridad al hombre, éste tiene libre albedrío, ya que Dios no quiere que nadie lo ame por obligación. Entonces hay un desequilibrio entre la voluntad de Dios y la voluntad del hombre. No vemos que esté sucediendo que la voluntad de Dios se haga en la tierra, salvo en el corazón y en la vida de aquellos que amamos a Dios y lo honramos.
DECIR LA VOLUNTAD DE DIOS
¿Qué significa esto? En primer lugar que yo hable lo que Dios quiere; en segundo lugar, que yo ore lo que Dios quiere.
Estoy haciendo a la iglesia un llamado a la oración y quiero decirte que viene un tiempo en que la palabra de Dios y la oración serán esenciales porque estamos en medio de una guerra cósmica; hay gente que quiere el reino de las tinieblas en la tierra; y por otro lado está Dios que espera que su iglesia ore y actúe para que venga su reino a la tierra. Hay oraciones que más bien expresan la voluntad personal del que ora, pero no la voluntad de Dios. Si examinamos nuestras oraciones, notamos que normalmente pedimos lo que queremos. No hemos estado preocupados para que se haga la voluntad de Dios sino más bien que se haga la nuestra, que es lo que nos gusta, que es lo que queremos, que es lo que nos parece. Te enamoraste y entonces oras: “Padre te pido que me des a fulanita o fulanito”. No te preocupa tanto si es la voluntad de Dios porque tú, sí o sí quieres a esa persona.
Cuando oramos que se haga nuestra voluntad levantamos al cielo nuestras expresiones de que se haga lo que nosotros queremos. Hay oraciones que expresan entonces la voluntad de la persona que ora pero no la voluntad de Dios. Y el Señor busca gente que tenga suma urgencia de que, aunque se pierda su voluntad, sus deseos y sus planes, quiera que se haga la voluntad de Dios en la tierra. La oración que verdaderamente sirve es aquella en la que, el que ora, ha hecho suya la voluntad de Dios. Cuando yo hago mía la voluntad de Dios, ya no hay tal cosa como mi voluntad porque solo hay voluntad de Dios. ¿Cuál es la voluntad mía? La de Dios. ¿Cuál es la voluntad de Dios? La mía. Ya no hay más dos voluntades sino que hay una sola.
Estamos orando y esperando que venga el reino de Dios y se haga su voluntad así como en el cielo, aquí en la tierra. Te comparto lo que dice la Biblia en Mateo 18:18: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Aquí hace referencia a dos cosas que debemos hacer: Tenemos que hablar conforme a la voluntad de Dios y orar conforme a su voluntad. Fíjate en la limitación de Dios. En los versículos anteriores al pasaje de Mateo 18:18 Jesús habló con los discípulos acerca de cosas que la iglesia debe decidir. Dios no pone en la boca de cualquier vecino su palabra y su autoridad; Dios le da autoridad a la iglesia. ¿Qué significa cuando Jesús dice, de cierto o digo? Significa que debemos prestar mucha atención a esto que es muy importante. Hay cosas que Dios quiere hacer pero no las hace porque está esperando la orden de la iglesia. “Cuando ustedes desaten, yo desato”, dice Dios. Y agrega: “Cuando ustedes aten, yo ato”.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer los bendijo y les mandó a que fructificaran, se multiplicaran, que señoreen y sojuzguen la tierra. ¿Por qué les dice que señoreen y que sojuzguen? Señorear corresponde al poder ejecutivo, y sojuzgar al poder judicial. Entonces, Dios le dio al hombre poder ejecutivo y poder judicial, para que el hombre establezca, como ocurre en el cielo; establezca el reino de Dios en la tierra. Y sabemos que no fue así, porque lo primero que hizo Adán fue desautorizar el mandamiento del Señor, entonces desobedeció a Dios y satanás tomó control por cuanto el hombre perdió autoridad al desobedecer a Dios.
Es muy importante que se te grabe esto: la iglesia ata y la iglesia desata. La iglesia declara; y no hablamos de la iglesia orando sino de lo que ésta dice. O sea que, Adán ya no tiene más la autoridad, los pecadores no tienen la autoridad; pero la autoridad es de la iglesia. Esto significa, por ejemplo que tenemos un edificio grande, el cual tiene una gran reserva de agua en el techo suficiente para abastecer a todo el edificio; pero el agua no sale si no se abre el grifo. Hay reservorios de bendición en el cielo; hay promesas extraordinarias para la tierra, pero tienen que venir si alguien hace algo.
Atar y desatar son sinónimos de decretar, de dar sentencia. Mateo 18:19 dice: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Jesús insiste en que esto es importante al decir: “Otra vez os digo”. Este versículo se refiere a la oración y nos habla de ponernos de acuerdo acerca de cualquier cosa que pidiéramos. El versículo 18 nos dice: Todo lo que atemos o todo lo que desatemos; en este versículo el Señor nos insta a decretar y en el 19 nos alienta a pedir, lo que significa que tenemos que orar.
QUE TU BOCA PROCLAME LA VOLUNTAD DE DIOS
Leamos nuevamente lo que dice la Biblia en Mateo 18:18: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Que yo hable significa que yo decreto. Dios le ha dado a la iglesia la responsabilidad de decretar las cosas que deben suceder. Todo lo que digas que va a suceder, sucederá; y todo lo que prohíbas será prohibido.
Nos hemos tomado el trabajo de marcar en un mapa los puntos de iniquidad que hay en la ciudad; esto se refiere a lugares donde se practica el pecado, como lugares donde se ejerce la prostitución, centros de ocultismo, bocas de droga, etc. Sobre esos puntos vamos a decretar contra las actividades que se realizan en esos lugares. También vamos a decretar la palabra de Dios; escribiremos en unas piedras versículos de la Biblia y los vamos a colocar en plazas, parques y en todo lugar. Todo lo que desatemos será desatado y todo lo que atemos será atado. Decimos la voluntad de Dioscon nuestra boca.
Quiero compartirte un pasaje que se encuentra en el libro de Marcos y me sorprendió mucho cuando lo leí lo siguiente: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. Hablamos de decir la voluntad de Dios. Estamos practicando vivir en el reino de Dios en una tierra injusta donde prevalece la mentira; estamos trayendo el reino del cielo a la tierra y pedimos que la voluntad del Padre se haga en la tierra. Jesús nos asegura que si no dudamos, si creemos en nuestro corazón que algo que decimos será hecho, eso que decimos será hecho.
Hay cosas que Dios quiere que tú digas que no han sido dichas; y hay palabras que Dios quisiera que no digas y las dices. Y Dios, a través de su palabra nos está incentivando para que nosotros digamos lo que corresponde. La Biblia dice que cuando Jesús y sus discípulos salieron de Betania, el Señor tuvo hambre; entonces leemos en Marcos 11:13 y 14: “Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos”.
La higuera es el árbol representativo de Israel; durante tres años que duró el ministerio de Jesús, no encontró fruto. Luego continuó relatando Marcos: “Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:20 al 23).
Quien tiene fe tiene autoridad para decretar. Hoy Dios nos está motivando a que examinemos qué es lo que decimos. Se dicen muchas cosas pero muchas son mentiras, son engaños, son manipulaciones políticas o noticias falsas. Mas cuando tú buscas al Señor con todo tu corazón y le pides que use tu boca para hablar lo que Él quiere que tú hables, Él obrará. Quienhabla, tiene que creer, y aquel que cree tiene fe, y quien tiene fe tiene poder y autoridad. ¡Dios le ha dado al hombre la fe! Si tienes fe debes hablar.
Leemos en Josué 10:12: “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón”. Esto es un hecho histórico. Tenemos también el ejemplo de Jesús cuando calma la tempestad, y dice así en Marcos 4:39: “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”. También resucitó a Lázaro:“Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir” (Juan 11:41 al 44).
Los creyentes fuimos llamados no solamente a orar; se nos ha dado la autoridad para ordenar que sean sanados los cuerpos de las personas. Hay una evangelista llamada Dina Santamaría, que nos contó un hermoso testimonio. Resulta que su madre estaba cansada de la miseria y de pasar hambre; un día se enojó, tomó una escoba y comenzó a barrer su casa diciendo en voz alta: “¡Miseria fuera de esta casa!” Le habló a la miseria, y desde ese día todo cambió y hubo prosperidad en su casa. ¡Atrévete a declarar en fe palabras de vida y de bendición! ¿Crees que Dios está contigo? ¿Crees que tu lengua es un instrumento de Dios? ¡El mundo espera ver a los creyentes decretar palabra de Dios! Consagra tu lengua en este día. Hay cosas que Dios quiere que sucedan, pero no van a suceder porque Él se ha limitado a la voluntad de los creyentes y está esperando que estos se alinean a su voluntad para declarar lo que Él quiere manifestar. La promesa de Isaías 60:2 es para ti y dice así: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. ¡Esto es solo para los que creen!
ORAR LA VOLUNTAD DE DIOS
Recuerda que primero opera la iglesia y después actúa el cielo. Primero la iglesia ata y después es atado en el cielo; la iglesia desata y es desatado en el cielo. Como dijo Watchman Nee: “la tierra manda al cielo”.
¿Logras ver lo que Dios ha depositado en ti? Dios ha puesto en nuestra boca la potestad de operar nosotros dentro de sus planes y producir. ¿Por qué lo ha hacho así? Porque determinó que el hombre señoree en la tierra, que sojuzgue y se multiplique. ¿Por qué razón hay tantos abortos? Porque el hombre se ha vuelto contra Dios. Hay una sola organización abortista en el mundo que realizó 345 mil abortos en el año 2019 y ha recibido donaciones para esta aberración de 500 millones de dólares. Dios espera que la iglesia detenga el mal y ha puesto en el corazón de los creyentes el ejecutar sus planes. Nuestro poder no radica en lo que hacemos sino en lo que decimos, en lo que oramos y pedimos. El poder de Dios está en su palabra. Por su palabra hizo la luz, por su palabra hizo producir la tierra; su palabra es el brazo de su poder. Y nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Debemos orar la voluntad de Dios. Veamos lo que dice Mateo 21:22:“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
No venimos ante Dios para lograr que haga nuestra voluntad; nos acercamos a Dios para pedirle que sea hecha su voluntad aunque nuestra voluntad sea perjudicada. La Biblia nos anima a tener el mismo sentir que Jesucristo. El Señor se arrodilló en Getsemaní y oró: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú” (Marcos 14:36). Dios te alienta a pedir, y si lo haces con fe, el Padre te lo concederá. Así dice la Biblia en 1ª de Juan 5:14 y 15:“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Si tú oras conforme a la voluntad de Dios creyendo, nunca te dirá que no. Su oído se inclina para escuchar a aquellos que tienen fe y saben lo que piden.
Hay un relato tremendo en la Biblia. En Éxodo capítulo 32; leemos lo que Dios le dijo a Moisés: “Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande”. ¡Dios le pide permiso a Moisés! Dios le había prometido a Abraham que de su descendencia iba a venir el Mesías y su descendencia sería grande y ahora los quiere consumir con su ira. Moisés frenó la ira de Dios y no lo dejó exterminar a su pueblo. Dios le estaba ofreciendo a Moisés que de él haría una nación grande y saldría el Mesías, y no de los lomos de Abraham porque se había airado con su descendencia. ¡Es tremendo que Dios le pida permiso a Moisés para consumir al pueblo! Moisés estaba en la cumbre del Monte Sinaí y Dios le estaba dando las tablas de la ley. Mientras tanto, abajo, el pueblo se había corrompido, y le pidieron a Aarón que les hiciera un becerro de oro para adorarlo y sí hizo Aarón, y dijeron: “Israel, estos son los dioses que te sacaron e la tierra e Egipto”. ¡Qué locura!
Éxodo 32:7 al 11 dice así: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?”
Esta última parte hablamos de orar la voluntad de Dios. El Señor le dijo a Moisés: “Este, tu pueblo que tú sacaste de Egipto”. Y Moisés le refuta: “Tu pueblo, que tú sacaste de Egipto”. Y agrega Moisés: “¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo” (Éxodo 32:12). ¡Moisés lo reta a Dios!
Más de uno ha querido hacer la de Moisés y enderezarlo a Diosdiciendo por ejemplo: “Es injusto, no estoy de acuerdo con lo que haces”. Pero yo me pregunto, ¿quién tiene poder y autoridad para frenarlo a Dios?Moisés sí. ¿Era la voluntad de Dios aplastar al pueblo, destruirlo y hacer una nación a partir de Moisés? ¡No! Dios estaba probando a Moisés, porque él sabía lo que tenía que orar y entonces disputaba con Dios que ese no era su pueblo sino el de Dios y fue Él quien los sacó de Egipto. Y le dijo más: “Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre”.
Y sucedió algo tremendo según leemos en Éxodo 32:14: “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo”.Dios estaba esperando ver qué hacía Moisés, y éste sabía lo que tenía que orar. Ni siquiera Dios iba a confundir a Moisés porque él tenía fe y conocía las promesas que Dios le había hecho a Abraham.
CONCLUSIÓN
Hemos visto lo que debemos hablar y lo que debemos orar conforme a la voluntad de Dios. Dios te está buscando. Dice la Biblia en Ezequiel 22:30:“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”. Dios quiere desatar su juicio sobre alguna nación, sobre alguna persona o familia, pero primero busca a ver si hay alguien que quiera frenar su ira. Quiere ver si hay alguien que interceda y se ponga a la brecha pidiendo que se acuerde de su misericordia, de su amor y de sus promesas. Por eso debemos orar. Porque la misericordia vence la ley, y el amor trae perdón y libra de condenación.
Es tan grande el poder de las palabras que según señala Santiago, la lengua es un miembro pequeño que se jacta de granes cosas y dice: “¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago3:5 y 6). Dios va a levantar un ejército de cristianos que provocarán grandes milagros, y Él ha prometido que la gloria postrera de su casa será mayor que la primera.
Dile a Dios: “Señor, yo voy a hablar tu palabra. Mi boca será un instrumento tuyo. Que yo no sea de los que detienen tu obra en la tierra sino quien provoca que tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Que mi voluntad perezca pero que permanezca tu voluntad, Señor. Quiero ser parte de ese pueblo que va a la cruz con tal que tu voluntad sea hecha en la tierra. Tú me has demandado hoy que yo diga y ore tu voluntad; tú me demandas hoy que yo provoque que el cielo baje a la tierra y tus planes sean hechos. Toma mi vida Padre, y haz conmigo tu voluntad, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: