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Han pasado ya varios días del terremoto de grado 7 en la escala de Richter que ocurrió en la República hermana de Haití, una nación pequeña pero con más población que Uruguay, y ha sido noticia en todos los medios del mundo. Por causa del efecto devastador que ha provocado ese terremoto, he reflexionado seriamente, algo que quiero compartir en esta oportunidad. Por supuesto, una vez más se confirma que Jesús tenía razón en lo que dijo hace más de dos mil años atrás y que está sucediendo. En alguna noticia se ha hecho mención de que hacía 200 años no había ocurrido un terremoto como el de esta magnitud en esa isla. Un periodista de la BBC de Londres sintetiza la noticia de esta manera: “Imposible describir lo que se siente, lo que se ve y se huele en Puerto Príncipe; cadáveres en las calles, gemidos entre los escombros y ninguna ayuda coordinada”. Aún está costando coordinar la ayuda internacional. El aeropuerto de Haití es muy pequeño, hay una enorme cantidad de gente, muchos quieren irse del país. Está todo muy congestionado, creando un problema logístico. Hay órdenes y contra ordenes: alguien dio la orden de arrojar comida desde los helicópteros, pero otro se opuso ya que habría problemas, pero parece ser que la primera orden prevaleció, así que la gente se amontonó, y se golpeó por arrebatar un poco de alimento. ¡Gente que con machete amenaza al que tiene algo de comida para quitársela! La gente sufre de hambruna y falta de agua, ¡mientras en el aeropuerto hay agua que no pueden distribuir, por falta de coordinación!
Un titular decía que los vivos duermen entre los muertos. El panorama es caótico; han sucumbido hospitales además de otros edificios en los que se podría brindar ayuda a la población. El presidente de Haití le ha entregado el control del aeropuerto a Estados Unidos. Por esta causa no puedo más que reflexionar acerca de algunas verdades bíblicas; Dios trajo a mi corazón el pasaje de Mateo 25:31-34: “31Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
¡Qué herencia! Una herencia preparada por Dios antes de la fundación del mundo. En la Biblia se conoce como el reino de los cielos; Jesucristo vino a predicar el evangelio del reino y nos enseñó a orar: “Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo” y la Biblia nos dice: “Vengan a heredar ese reino preparado para ustedes”. ¡Eso es una gran herencia, un gran regalo y una experiencia extraordinaria para nosotros!
¿Qué es lo que define que yo forme parte de ese reino o que lo vaya a heredar? Heredar ese reino, no será porque forme parte de la iglesia Misión Vida o alguna denominación evangélica; no es porque gozo del favor de Dios para comprar una casa o para criar a mis hijos, no voy a heredar el reino de los cielos porque me va bien, porque Dios está conmigo, ¡No! Heredaré el reino de Dios porque cumplo los requisitos de Jesús como por ejemplo, según lo que dice en Mateo 25:35-36: “35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”.
Permítanme una reflexión: Hemos visto tantas cosas malas, que hablan mal de Estados Unidos, pero yo creo que Dios va a bendecir esa nación. El ex presidente Bill Clinton y su esposa que es la responsable de las relaciones exteriores han llegado a Puerto Príncipe, con la finalidad de proveer ayuda. Estados Unidos es el país que más dinero, más soldados y más ayuda ha enviado a Haití; y no solamente lo hace con este país sino con todos los países del mundo. Aquí tenemos que ponernos en consonancia con el corazón de Dios; por causa de este terremoto, Dios me ha llevado a ver cómo es su corazón, a Él no le alegra tanto que te hayas comprado una casa o que estés pasando bien, a Dios le alegra que tú te duelas por los que tienen dolor, que sufras el hambre de los que padecen hambre, que sufras la enfermedad de los enfermos, que tu corazón se conmueva por los que están presos. Según este pasaje dela Biblia, aquellos que visitan a los enfermos, aquellos que les dan de comer a los que tienen hambre, que se acuerdan de los desposeídos, entrarán al reino de los cielos. ¡Ahí está el corazón de Dios! ¡Así es su corazón! Dios está en la casa del luto, Él está en la casa de entristecido, está en la casa del angustiado.
Muchos han tenido un encuentro con Dios en un tiempo de crisis. De no haber pasado por ese tiempo de crisis tú no hubieras conocido a Jesús. En la crisis es donde descubriste que Jesús estaba cerca de ti, la crisis fue la oportunidad de Dios para ti. Cuando la Biblia dice que Él está cercano al quebrantado de corazón, está diciendo la verdad y lo hemos podido experimentar, entonces, según dice este pasaje de la Biblia, aquellos que están cercanos a los pobres, a los hambrientos, a los enfermos y a los que están en la cárcel, entrarán en el reino de los cielos. ¡En la esencia del evangelio está la obra social! No es por pertenecer a una iglesia o por asistir a ésta, si tu corazón es como el de Cristo entonces tú entrarás en el reino de los cielos. Podemos ver en la Biblia que Jesús asistió a una boda, pero su corazón estaba con el enfermo, con el endemoniado, donde había gente pobre y quebrantada, donde había una viuda lamentando la muerte de su hijo, ¡ahí estaba el corazón de Jesús!
Vi un video de una mujer que al cuarto día del terremoto la rescataron de debajo de los escombros; al salir esta mujer decía: “¡Gracias Jesús, gracias Jesús!” ¡Esta mujer era una hermana en Cristo! También vi un reportaje de un hombre que trabajó solo, 25 horas para sacar a su esposa de entre los escombros; cuando logró sacarla, a los 15 minutos se le muere. Ya había perdido a dos hijos, pero seguía trabajando para rescatar de debajo de los escombros a sus suegros; durante tres días estuvo escuchando el clamor de ellos, y no encontró quien le ayudase. ¡Qué momentos aterradores! Yo se que el corazón de Dios está ahí, aunque haya sido Él mismo que ha enviado juicio sobre esa nación.
Hay un pastor en Estados Unidos quien declaró que Dios ha enviado juicio sobre Haití por causa de la hechicería, de la brujería y del vudú. Yo se que Dios castiga pero también se compadece; yo he castigado a mis hijas pero el castigo fue con compasión y con amor. No es para que nadie se jacte del castigo, ni salgan diciendo: ¡Yo sabía que Dios iba a hacer esto! Si tú te alegras del juicio de Dios contra tu hermano, Él te castigará a ti. Dios no quiere siquiera que estés mirando el castigo, ni que te estés gozando del infortunio de tu hermano o hermana, ¡Dios quiere que te compadezcas de tu hermano! Cuando Él castiga, lo hace con amor y lo hace para bien. ¡Yo oro a Dios y creo que Él bendecirá a Haití!
Hechos 17:26 dice: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra”.
Estuve viendo en un programa de televisión, un estudio científico sobre el origen de las razas en el que estudiaban el ADN de distintas etnias, para llegar a comprender de donde descendían por ejemplo, los africanos. ¡Y resultó ser que los africanos y los anglosajones tienen parientes en común! La conclusión de este estudio de ADN mundial de muchas etnias es que somos todos parientes, ¡somos todos hermanos! No te gustan los rubios, pues son tus hermanos, no te agradan los negros, ellos son tus hermanos, Dios te los dio y por eso te obliga: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39) No es amarás a tu esposa como a ti mismo, o amarás a tus hijos como a ti mismo, sino: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”; y hoy expresamos a Dios nuestro amor por nuestros hermanos de Haití.
¡Dios bendiga Haití, derrame su gracia sobre esa nación y nos enseñe a tener un corazón como el suyo, y que la distancia no pueda enfriar el amor de Dios por la raza humana! Dios ha establecido esta ley de que todas las personas deben ser amadas por su prójimo. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, significa también que tú eres importante para Dios, tanto, que Él le ordena a tu prójimo que te ame, de la misma manera que tú tienes que amarle a él; esto significa que el dolor de tu prójimo debe ser tu dolor, que su tristeza debe ser tu tristeza, y su alegría la tuya. ¡La Biblia nos enseña a llorar con los que lloran y a reír con los que ríen!
Mateo 25:37-40 dice: “37Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Jesús toma el lugar de hermano mayor, enla Biblialeemos que es el primogénito de Dios, el primero engendrado por Él. Antes de Cristo no había ninguno engendrado por Dios, así que cuando nacióla iglesia,Jesús de unigénitopasó a ser el primogénito entre muchos hermanos, enla Bibliase usan los dos términos: el unigénito Hijo de Dios porque fue el único, pero cuando ya hubieron otros hermanos que nacieron en la familia, Jesús paso a ser el primero, el primogénito entre muchos hermanos. Jesús decía de si mismo que era el Hijo del hombre, el tenía ADN humano, es Dios hecho hombre, es Dios identificado con el hombre, Él es Dios muriendo por el hombre, por amor a este.
“Por cuanto lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis”
Isaías 53.3-6 dice: “3Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.
No es que solamente te pide a ti que te duelas con el que padece dolor sino que Él primero sufrió y cargó con nuestro dolor y pasó por la muerte por la que yo no pasaré; yo le doy gracias a Jesús porque Él descendió a los lugares más profundos de la tierra, al mismísimo infierno, Él fue condenado y juzgado en mi lugar, yo no iré a ese lugar sino que cerraré mis ojos aquí y los abriré en el cielo. ¡Gracias Jesús, tu llevaste mi dolor, cargaste mi pecado, pusiste sobre ti la carga de la culpa,de la angustia de mipecado!
En otras palabras, quien sea como Jesús, entrará al cielo, quien no sea como Él, no podrá participar de este reino. No entrarán al reino de los cielos las personas que van con la tarjetita de recomendación o aquellos que dicen que cuando lleguen allá van a ver que negocian para entrar. ¡No! el negocio lo tienes que hacer aquí y ahora. Renuncias a tu corazón para recibirel de Jesúso no entrarás al reino de los cielos.
Este es un tiempo especial porque Dios nos está llamando a la compasión y a la misericordia; a veces Él tiene que hacer algo con nosotros para que entremos en razón. Como me ha sucedido a mí: ¡Dios me ha tenido que mandar al hospital para que yo me acuerde de los enfermos! Yo estaba internado hace unos días atrás y tenía la compañía de mi esposa, de mis hijas, recibía mensajes que decían que estaban orando por mí, me mandaban versículos bíblicos; por ahí apareció un enfermero que era hijo de una hermana de otra iglesia y me dio el mensaje de que en la iglesia donde asistía su mamá estaban orando por mi. Yo decía: “¡Señor, estoy rodeado, cuánta gente ora por mi!” Pero Dios me llamó la atención, y me dijo: “¿Has visto esos que no tienen a nadie que oren por ellos? ¿Has visto esos que no tienen a nadie que les visite?” Por tal motivo la iglesia saldrá por todos lados a visitar a los enfermos. Nuestro corazón está con los que sufren, con los que pasan hambre, con los entristecidos. ¡Dios está cercano al quebrantado de corazón! Yo oro que Dios toque mi corazón y el de la iglesia para que nos transformemos en el consuelo del mundo.
¿Tienes el corazón como el de Dioso necesitas un cambio? ¿Ya lo tienes o necesitas que Cristo entre a gobernar en él? Necesitas renunciar a ti mismo, darte cuenta que con el corazón tal cual como lo tienes, la cosa no funciona. Deja que Cristo te dé uno nuevo y dile: “¡Dame un corazón nuevo! Quiero darle cabida en él, a la gente que no me devolverá nada, entristecida, angustiada, en soledad. ¡Quiero un corazón sensible, Señor! Quiero un corazón como el tuyo Dios, que sea un radar para encontrar a ese que te necesita, a ese que necesita conocer tu amor y tu misericordia”.
Estuve con un hombre que no tenía consuelo, porque él mismo no podía perdonarse un pecado que había cometido y que iba en contra de sus principios, no podía creer que fuera él quien haya cometido ese pecado. Le dije que había alguien que podía sacar su culpa y le presenté a Jesús. Este hombre me dijo que estaba muy acelerado, que no sabía qué hacer y que ha intentado matarse. ¡No podía creer que haya destruido a su familia! Yo le aseguré que hay uno que le puede dar paz y gozo, que puede quitarle la angustia, sanar su corazón y bendecirle. Cuando terminamos de orar, él le entregó su corazón a Cristo, y con lágrimas en los ojos me abrazó; un hombre que se consideraba indigno de que yo lo abrace y lo bese, pero supe que era mi hermano y que Dios había hecho de una sola sangre todo el linaje. ¡De una sola sangre me hizo a mí e hizo a los africanos y haitianos, e hizo a ese pecador que me había venido a buscar!
¿Tu corazón funciona comoel de Cristoo necesita una reparación inmediata? Hoy quiero darte la oportunidad, para que lo entregues a Jesús, que le digas que así con ese corazón no has de ir a ningún lado, y que lo tome en sus manos. Repite conmigo esta oración y di: “Señor amado, toma mi vida, toma mi corazón, limpia mis pecados y dame el sentir de Jesús. Quiero experimentar ese sentir hacia mi prójimo, por los tristes, por los enfermos, los encarcelados. ¡Sálvame Señor y úsame para salvación! Trae a mí tu paz y tu bendición. Te doy gracias porque en esta hora he oído tu voz, he escuchado tu palabra y he creído. ¡Te recibo en mi vida y proclamo tu gloria! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: