LA OBEDIENCIA, ELEMENTO FUNDAMENTAL - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA OBEDIENCIA, ELEMENTO FUNDAMENTAL

La obediencia es el elemento fundamental para la victoria, es el elemento fundamental en la fe, y el elemento fundamental en la relación con Dios. ¿Cuál fue la victoria más grande en la historia de la humanidad? La muerte de Cristo Jesús en la cruz del calvario, que dio lugar, a la victoria más grande que es la resurrección. Y la muerte vino por causa de la obediencia de Jesús. Dice la biblia que “fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Por lo tanto la obediencia, es elemento fundamental en la victoria.

Puedes ser victorioso, según el método de Dios. Si le preguntamos a algunos creyentes si quieren ser obedientes, responden: “Ah no, si soy obediente, todos me pasan por encima, todos me pisotean”. ¡La obediencia es un elemento fundamental en la fe! No puedes decir que tienes fe, si no eres obediente. Supongamos que vas al médico, porque tienes problemas de estómago. Para ir al médico tienes que tener fe que el doctor sabe. Pero puedes ir al médico y que no te guste lo que te dice. ¿Qué vas a hacer? Puedes no tomar el remedio. Si tomas el remedio es porque has confiado, y el confiar te lleva a obedecer.

La obediencia es el elemento fundamental de la fe. No puedes creer en Dios, y no obedecerlo, no puedes creer a Dios y no ser obediente. Una persona dice: “Yo soy obediente, pero yo elijo a quien le voy a ser obediente, yo decido a que obedecer o a que no obedecer”. ¿Esa persona es obediente o desobediente? Si a veces es obediente pero a veces es desobediente, ¡es un desobediente! ¿Qué pensarías de un esposo que dice que durante toda la semana le es fiel a la esposa, pero los días sábados no? ¡Ese esposo es un infiel! Ser fiel o ser infiel es una condición, ser obediente también. No es que yo soy obediente cuando quiero, porque si soy obediente cuando quiero, entonces soy desobediente. Como algunas personas que dicen: “Yo soy pacífico como agua de estanque… yo tengo mucha paciencia, pero cuando se me termina… ¡cuidado!” ¡Esa es una persona impaciente! La obediencia es un elemento fundamental para una buena relación con Dios.

OBEDIENCIA Y SOMETIMIENTO A LA AUTORIDAD VAN JUNTAS

Dios es la autoridad más importante que existe en el universo, él es dueño de todas las cosas y Señor de todas las cosas. Dios establece lo que es correcto y lo que no es correcto, lo que está bien y lo que está mal. Entonces si me quiero llevar bien con Dios tengo que ser obediente. La obediencia no es como los dones espirituales. Un buen día viene la llenura del Espíritu Santo sobre ti y comienzas a hablar en lenguas. “Don” significa regalo gratuito, como profetizar, sanar enfermos; orar e imponer las manos sobre los enfermos y que éstos se sanen, es un don de Dios, o sea es un regalo. Ahora un día estás orando, ayunando y clamando a Dios y viene un espíritu de obediencia y te cae encima. ¡Pero la obediencia no es un don! Dios no te puede premiar porque sanas enfermos, o porque profetizas o porque evangelizas porque él te regaló ese don. Dios aprecia aquellas cosas que están limitadas a nuestra decisión. Ser obedientes es una decisión personal, por eso Dios respeta tanto la obediencia. Dios no respeta tanto los dones que te dio (profecía, hablar en lenguas, sanidades, etc.) porque los dones son como los regalitos en el árbol de Navidad, no vas a felicitar al arbolito de Navidad porque tiene colgado un reloj Omega de oro en una rama. ¡Todos sabemos que alguien lo puso ahí! ¿Qué es lo que Dios valora? ¡Valora aquellas cosas que están dentro de tu área de decisión! Ser obediente es una decisión personal, si quieres ser obediente, ¡Dios te va a ayudar! Dios te ayuda a ser obediente “a palos”. Si quieres hacer lo que se te da la gana, Dios te corta; si te metes en donde Dios no quiere, él te hace fracasar. Si eres desobediente, te va a hacer débil para que seas obediente, ¡te va a hacer estrellar en todas las decisiones que tomes por tu cuenta, independientemente! Irás a cualquier lado donde se te ocurra pero no te vas a sentir bien. Emprenderás cosas pero no te vas a sentir bien, porque hacer lo que a mí me parece o lo que se me da la gana, es independencia de Dios. ¡La obediencia supone dependencia de Dios!

En la iglesia, Dios trabaja a través de las autoridades delegadas, para doblegarte; la tarea de las autoridades delegadas es bastante complicada: ¡Es ayudarle a Dios a doblegarte! Hay algunos que ni quieren acercarse a la autoridad delegada, te saludan de lejos. Es gente que le tiene miedo a la autoridad, porque la autoridad te puede quitar tu independencia. Imagínate que la autoridad te pide algo que no quieres… hay gente que sufre, y dice: “Yo sé que tengo que hablar con el pastor, algún día voy a ir”. Tienen miedo que se les diga que no hagan tal o cual cosa o que está mal algo que hacen, por ejemplo, quizás ese noviecito que tienen no es de Dios. Porque si se confrontan con la autoridad, se confrontan con ese deseo de no obedecer. Algunos dicen: “Yo no quería hablar con usted porque yo sabía lo que usted me iba a decir que no, pero yo la quiero…” ¡Pero esta chica está casada” “¿Y qué tiene de malo Pastor? Lo que yo siento es tan puro…”

La gente que tiene miedo a acercarse a la autoridad, es porque en el fondo tiene desobediencia; no quieren que se les diga lo que no quieren oír. ¡No tienen comunión con la autoridad! Otra excusa: “Pastor, lo que pasa es que lo veo siempre tan ocupado”. Hay personas que no se van del culto sin darme un beso, o saludarme, ¡pero otros no lo hacen nunca! Hay algo que no deja que te acerques a la autoridad; fíjate bien si no es desobediencia. ¡Necesitas ser confrontado con la autoridad! La obediencia es una decisión que va en contra de nuestra voluntad, porque para ser obediente se necesita renunciar a nuestro yo, a nuestros deseos. La obediencia es una guerra contra nuestro ego. Así que toda excusa que te hace esquivarle a la autoridad y a lo que ésta dice, es simplemente una decisión de desobediencia. ¡Y el creyente que actúa de esa manera no será bendecido!

En capítulo 26 de Levítico habla de las bendiciones que son el resultado de la obediencia, y yo quiero para mí esas bendiciones; pero habla también de las maldiciones como consecuencia de la desobediencia. Levítico 26:1 dice: “No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios.” ¡Dios no quiere ni que pongas una piedra pintada para inclinarte a ella! Algunos se preguntan: ¿Por qué los católicos adoran a los santos y adoran a las vírgenes y se arrodillan ante ellos? Los católicos dicen que ellos no adoran a la virgen sino que la veneran, y veneran a los santos, que no se arrodillan frente a la virgen ni frente a los santos, solamente se inclinan ante ellos, y eso significa reverencia, y  que solamente adoran a Dios. Les estoy hablando de argumentos que tiene el catolicismo. Ellos hablan del culto de dulía y de hiperdulía. Hiperdulía sería la adoración e implica arrodillarse delante de alguna imagen; ellos dicen tener el culto de dulía a los santos y a las vírgenes; es decir veneración. Dicen: “Solamente nos inclinamos delante de ellos”. Pero la Biblia es muy clara con este tema. Dios dice: “Yo soy Jehová vuestro Dios”. No es el santo, no es la virgen, no es la piedra, no es iemanyá, no es San Jorge, no es ningún otro dios.

Levítico 26:3 dice: 3Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,”. Dios es muy claro; dice que si nosotros fuésemos obedientes a lo que él nos manda, si escuchamos bien lo que nos dice y lo ponemos por obra, y hacemos lo que él nos pide que hagamos, recibiremos bendición de parte de El. ¡Eso significa obediencia!

Ahora veamos lo que sucede en: Levítico 26:4: yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto”. Vemos que en este año los limoneros en Uruguay no han dado limones, y por la escasez, su precio es muy alto. Hemos comprado la mejor semilla de maíz y la plantamos para darle de comer en el invierno a las vacas y a los terneritos, pero faltó la lluvia y las plantas quedaron enanas. Hemos visto que por la falta de lluvia en todo país los choclos han venido malos. Pero resulta que Dios dice en su palabra; que va a dar fruto a la tierra, y va a mandar lluvia a su tiempo y la tierra rendirá sus productos si obedecemos y ponemos por obra lo que El manda.

Levítico 26:5 dice: Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra”. Había una época que era la de trillar; se recogía el trigo y había un tiempo hasta que venía la vendimia pero la palabra de Dios dice que estarás trillando hasta que llegue la vendimia, y que vas a estar vendimiando y haciendo tu vino hasta que sea el tiempo de la sementera o sea, de plantar los plantines.

Levítico 26:6: Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país”. ¡La guerra es el producto de la desobediencia! Hay una nación que es muy rebelde a Dios, es Haití, que junto con la República Dominicana conforman una isla. Por muchos años Haití ha practicado el vudú que es una religión satánica. Todo lo que tiene que ver con satanismo tiene que ver con desobediencia absoluta a Dios. Toda práctica ocultista y satánica, supone obediencia a satanás, por lo tanto toda obediencia a satanás es desobediencia a Dios. La república Dominicana tiene una tradición católica, y hay allí una buena cantidad de evangélicos. Los que conocen esa isla cuentan que todo lo que corresponde a Haití está totalmente seco, árido e improductivo. Es uno de los países más pobres de la tierra, le gana a la mayoría de los países del África en pobreza. Cuando llegas a República Dominicana ves que todo es verde. ¡Y están en una misma isla! Pero de un lado hay bendición y del otro lado hay maldición.

Levítico 26:7-10: 7Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros. 8Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros. 9Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. 10Comeréis lo añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo”. “Comeréis lo añejo” esto significa, no se te va a echar a perder lo que guardes. Hay gente que se propone hacer un jamón, lo ponen en sal, lo cuelgan, y cuando lo descuelgan, ¡está podrido! Significa que todavía no se te va a terminar lo viejo, cuando ya te vendrá lo nuevo.

Levítico 26:11-13: 11Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; 12y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. 13Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido”. Estos versículos hablan de la bendición por causa de la obediencia. Si ves la obediencia con ojos humanos, llegarás a la conclusión de que la obediencia no sirve para nada, que todo el mundo te pisotea y te manda, ¡que no eres nadie! Llegas a la concusión de que a ti nadie te va a mandar, que nadie te va a decir lo que tienes que hacer, o vas a decir como algunos: “Yo no sigo a hombres, yo lo sigo a Dios”. ¡Y no se ponen bajo ninguna autoridad humana! No conocen la obediencia, tampoco conocen la bendición.

En la época de Jesús, había un centurión que anhelaba sanidad para uno de sus criados. Entonces le rogó a Jesús que sanara a su siervo. Jesús le dice que iba a ir y lo iba a sanar. Y el militar romano le dijo a Jesús: “Señor no hace falta que tu vayas a mi casa, yo se que tu tienes autoridad. Yo conozco este tema de la autoridad”. No dice: “Yo soy hombre con autoridad”, sino “yo soy hombre bajo autoridad”. Estaba queriendo decir: “Yo se como funciona la autoridad. Yo se que cuando estoy bajo autoridad, entonces tengo autoridad”.

Otra de las bendiciones de la obediencia, es la autoridad. Porque Dios no le da autoridad a quien no está bajo autoridad. Entonces este hombre le dijo a Jesús: “…no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”. ¡Este hombre conocía la obediencia! Porque estar bajo autoridad significa estar en obediencia, y él disfrutaba de autoridad porque él estaba en obediencia. ¡Cómo luchamos para estar en autoridad o para que la gente comprenda y obedezca y reconozca que nosotros tenemos autoridad!

Hay distintos niveles de autoridad; hay quienes son líderes y no cuidan su posición de líderes sino que la menosprecian. No saben que el territorio que Dios les ha dado es un lugar dado por Dios para ejercer dominio, mayordomía y autoridad. ¡No se dan cuenta que están siendo probados por Dios! Porque la Biblia dice que el que es fiel en lo poco será fiel en lo mucho. Dios te prueba en lo poco, cuando ve que eres fiel en eso, él te va ascendiendo. ¡No ejercer debidamente la autoridad en el área que se me ha dado es causa de maldición! ¿Cómo yo voy a ejercer autoridad en el área que se me ha dado, si no acepto autoridad sobre mi cabeza? Es a través del quebranto que Dios trabaja en nuestras vidas para hacernos obedientes. Cada vez que yo quiero hacer mi voluntad el Espíritu Santo hace lo posible para que yo me estrelle. ¡Dios nos hace fracasar en esos proyectos que son nuestros, para que aprendamos a obedecer! Estoy convencido que viene un avivamiento, una revolución a la iglesia. ¡Vamos a ganar muchas almas! Pero estoy seguro que Dios va a levantar un ejército ordenado, un ejército de fieles, de obedientes.

CONCLUSIÓN

Recientemente le pregunté a un pastor acerca de un músico que tiene, y me dice que “lo tiene ahí, en ajo y perejil”. Estoy en contra de la teoría de mantener a alguien en un puesto para ver si logramos que entre en obediencia o no. ¡Hay que eliminarlo del puesto! Al que no sea obediente lo sacamos del puesto que tiene y después trabajamos en su corazón. Primero lo sacamos; segundo, trabajamos en su corazón. ¡No es que le damos un puesto a ver si se encamina en la obediencia! Yo se que Dios va a levantar un ejercito de gente obediente. ¡Y será un ejército bendecido! En una época de mi vida yo quería imponer la obediencia, pero no lo hago más; me enojaba, gritaba, “¡yo soy el apóstol!”. Pero ya no defiendo más mi autoridad, no le exijo más obediencia a nadie. El que es obediente, va conmigo, el que es desobediente queda afuera. Mientras unos dicen que van a orar, ayunar y pensar si lo van a hacer o no, me busco otro que tenga su corazón preparado para la obediencia y esté dispuesto a hacer esta tarea. Aunque después viene ese que ha estado orando y ayunando y reclama: “¡A mi no me tienen en cuenta en esta iglesia!” No es que no te tienen en cuenta, es que la obra de Dios se hace con gente obediente. ¡Los obedientes ganan el favor de la autoridad! Dios tiene planes, proyectos y visión para la iglesia y trabaja con gente que sea obediente. ¡Que Dios te de un corazón obediente!

Oremos: “Señor nos inclinamos delante de ti, y te adoramos. Extiende tu mano Señor, y obra en nuestros corazones. Sabemos que no habrá autoridad de Dios en nosotros si no estamos en obediencia y en sujeción a las autoridades. Señor, te autorizamos a producir toda clase de quebrantos que sean necesarios para doblegar nuestro ego, nuestro orgullo. Nos inclinamos delante de ti y te decimos que aunque duela, queremos y necesitamos que tú nos lleves a las decisiones de obediencia. Sabemos que debemos ser doblegados para ésto y nos ponemos en tus manos Señor. ¡Queremos pedirte que hagas tu obra y te glorifiques! Extiende tu mano Padre y salva Señor, en el nombre de Jesús, amen”.

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