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INTRODUCCIÓN
La resurrección de Jesús estaba marcada desde antes de la fundación del mundo. No fue un evento que ocurrió al azar, sino que fue algo muy bien programado por Dios. Al saber que Jesús resucitó, nosotros damos gritos de alegría porque sabemos que el látigo que pesa sobre la humanidad es la muerte. Cuando hablamos de muerte nos referimos a la condenación. ¡Pero la muerte ha sido vencida! El poder que dominó al mundo en toda la historia ha sido doblegado. ¡La muerte ha sido abatida! Quien da testimonio de esto es Jesús, porque Él mismo la venció, resucitando al tercer día.
Dios tenía determinado desde la antigüedad que el día de la resurrección de su hijo amado también sería día de primicias. La Biblia señala que Jesús es el Primogénito de los que resucitan. Esto significa, el primer Hijo resucitado. Primero Cristo y después todos los que creemos en Él. Jesús no tiene empacho de decir que nosotros somos sus hermanos. El Señor salió al encuentro de las mujeres que fueron al sepulcro y les dijo: “…id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán” (Mateo 28:10). También le dijo a María Magdalena, con quien se encontró primero al resucitar: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17).
Jesús es el Hijo, y todos los que creemos en Él también somos hijos de Dios. Nosotros formamos parte de la familia que Él ha engendrado por medio de la fe. Me gusta enfatizar en el término engendrar porque una cosa es ser creado y otra es ser engendrados; se parecen, pero no es lo mismo. Dios nos ha engendrado de su propia sustancia y naturaleza. Un hijo que es concebido tiene la misma naturaleza de su padre y sus mismos genes.
MUERTE Y RESURRECCIÓN
Hoy quiero reflexionar acerca de la muerte y la resurrección. La muerte gobernó, sometió y cautivó por miles de años a las personas, y nunca vio derrota. Yo digo que la muerte es soberbia y digo así porque la muerte es un poder espiritual vivo. La genética de la muerte es totalmente opuesta a la genética de Jesús que es vida. Y la muerte tenía que ser vencida. Si la muerte no hubiera sido destruida no íbamos a pertenecer nunca al reino de Dios. Se necesitaba la evidencia de que era posible vencer la muerte; y no con el concepto de la tecnología moderna porque ésta intenta superar a la muerte.
La tecnología moderna procura alargarle la vida al ser humano y hacer que estos sean eternos; y están engañados porque esto no tiene nada que ver con lo que el hombre pueda producir tecnológicamente ni científicamente. Se está tratando de crear un ser afectado por tecnología moderna que no sufra la vejez. Quieren transformar al hombre en dios. Y en definitiva eso es lo que el hombre quiso desde tiempos inmemoriales; ser dios y autogobernarse, hacer y pensar lo que quiere como quiere, y decirle a Dios que no se meta en su vida, impidiendo que sea parte de la educación, de la ciencia, de los gobiernos y de la moral. Dios lo puede todo. Y la ciencia trata de crear hombres que lo puedan todo sin Dios.
Dice la Biblia en 1ª Corintios 15:51: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”. Cuando Pablo dice que no todos dormiremos, se refiere aquí a la muerte, y agrega que seremos transformados cuando se toque la trompeta; y aquí se refiere a la fiesta de las trompetas, una celebración instaurada por Dios y que cada año celebra el pueblo de Israel. También señala el apóstol Pablo: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Las ciencias o las tecnologías alternativas le dicen al hombre que puede llegar a ser lo que quiera, aún un dios; pero solo Dios puede transformar al hombre. La muerte será derrotada para nosotros en la cruz del calvario. Era necesario que Cristo pasara por la muerte para probar el poder que tiene sobre ella. Agregó el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
Yo creo que nadie quiere envejecer; yo no quería. Pero he descubierto que cada edad tiene sus experiencias preciosas, reservadas por Dios para disfrutarlas. Al llegar a mi edad puedo ver la grandeza de la misericordia y del poder de Dios para conmigo por la familia y la iglesia que me ha dado. Al llegar a la edad que tengo, comienza a ser más patente, más claro, más visible, más alcanzable y más tangible, el hecho de que mi cuerpo, que está revestido de mortalidad se va a revestir de inmortalidad. A mí que me duele por acá y por allá, que me cuesta cada vez más caminar, pienso, qué bueno que he creído en las promesas de Dios y qué bueno que existe la resurrección de entre los muertos. ¡Qué bueno que la muerte ha sido derrotada! Ha valido la pena vivir todos mis años en fidelidad para poder ver lo que veo; y mis expectativas crecen cada día más, cuando veo la obra que Dios está haciendo en Uruguay.
Nuestra esperanza es una esperanza viva. Estoy predicando la victoria sobre la muerte. El Señor, desde la antigüedad les anunció a los que creían en Él y profetizó a través de Oseas: “De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista” (Oseas 13:14). Jesús nos redimió; nos volvió a comprar. Yo pertenezco por parte doble a Jesús; primero porque me creó y segundo porque pagó precio de sangre para rescatarme. Dios pagó un precio por ti por el cual te libra de la muerte. El evangelio no es sólo para que la pasemos mejor en la tierra; ¡Dios nos promete mucho más! Y Él promete a su pueblo que tiene expectativas y cree su palabra: “Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol”. “¡No tendré compasión de ti Seol!”
Vivimos como si no fuera una desgracia la muerte; vivimos como si nunca la fuésemos a probar. Pero cuando entramos en conciencia que la vida se puede esfumar, allí recién tomamos conciencia de ella, como cuando sufrí de Covid que casi podía tocar la muerte. Pero hay promesa sobre mi vida porque Jesús me compró y me libró de la muerte eterna. Para el ser humano, cuando viene la muerte san se acabó, ya no se puede hacer nada. Se puede luchar mientras hay vida, pero cuando la muerte llega se acabó todo. Sin embargo, Dios declara que no se acabó para quienes creen en Él. Leemos en 1ª Corintios 15:20: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”.
FIESTA DE LAS PRIMICIAS: FIESTA DE RESURRECCIÓN
Dios había instaurado un día que sería el día de las primicias, y esta celebración estaba destinada a ser el día en que su Hijo iba a resucitar. El día de las primicias es el día de las primeras cosechas de la cebada en Israel; esto es en primavera. El Señor ordenó que el día siguiente al día de reposo, después de la Pascua; el día siguiente, es el primer día de la semana. La primicia siempre va a caer en domingo. Entonces ordenó que le presentaran a Él ofrendas de primicia, frutos de la tierra; y que lo mecieran delante de Él. De acuerdo a lo que hemos estudiado en las fiestas de la Torah instauradas por Dios, y según el calendario de Dios por el que se rigen los judíos, la Pascua no cae siempre en día domingo, sin embargo, la primicia sí cae en día domingo. Porque siempre es un día después del Shabat o día sábado, posterior a la Pascua.
¿Qué serían las primicias para nosotros? Por ejemplo, nuestro primer sueldo; el primer hijo consagrarlo al Señor. La mejor ofrenda por la humanidad la dio Dios y fue la vida de su Hijo que murió por nuestra redención y resucitó de entre los muertos. Entonces, nosotros apartamos la mejor ofrenda, una ofrenda especial para Dios en esta celebración de las primicias en agradecimiento por todo lo que hizo por nosotros. El Señor nos ha dado mucha bendición para que nos deleitemos, y nosotros debemos reconocer que todo viene de Él. La Biblia dice: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”.
Nosotros, los que hemos creído formamos parte del pueblo de los primogénitos de Dios porque somos hechos uno con Cristo Jesús su Primogénito. ¡Qué privilegio nos ha otorgado Dios! En 1ª Corintios 15 seguimos leyendo: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte”.
Todavía reina la muerte por causa de los que no creen; pero cuando llegue el fin, sucederá con nosotros como con Cristo. Venceremos la muerte porque el Señor venció la muerte. El poder de tu resurrección reside en tu fe en Jesucristo quien tiene poder para levantarte, para darte vida y sacarte del mismísimo seol.
Dios Padre sujetó todas las cosas debajo de Jesucristo. Así leemos en 1ª Corintios 15:27 y 28: “Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. El Padre le ha dado todo a Jesús, y cuando Él haya derrotado a todos sus enemigos le entregará al Padre el reino. Cuando celebramos y hablamos de la resurrección de Cristo, hablamos de la derrota de nuestro más grande enemigo que es la muerte. La muerte nunca ha soltado a quienes han caído en sus redes, pero hubo alguien que rompió sus cadenas y la muerte no pudo retenerle.
Dice la Biblia en Apocalipsis 20:14: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”. Dios tiene determinado que el falso profeta que viene y el falso Cristo sean echados en el lago de fuego y azufre; lugar a donde serán echados también el Hades y la muerte y ya nunca más podrán afectar a los seres humanos, salvo los que van a ir a parar allá por cuanto negaron al Señor. Se habla mucho del infierno, pero el lugar definitivo para los enemigos de Dios es el lago de fuego y azufre. Allí satanás, el falso profeta y el anticristo gemirán como cualquiera de los seres humanos condenados; y allí la muerte y el hades gemirán y nunca más tendrán poder sobre los que han creído en Jesucristo el Hijo de Dios.
TESTIMONIOS DE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
Después de haber resucitado, Jesús mismo se hace responsable de testificar, Él mismo, en persona, que ha resucitado. Y entonces dijo Juan acerca del encuentro de María Magdalena con el Señor cuando los ángeles le preguntaron por qué lloraba. Y cómo no había encontrado a Jesús, y la piedra estaba fuera de lugar, les dijo: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús” (Juan 20:13 y 14).
El poder ver o entender o no, no es cuestión de inteligencia, sino que es una cuestión de la vida espiritual. No sé que la movió a María para ir al sepulcro, ni se dio cuenta que eran ángeles los que estaban en la tumba. Se le acercó Jesús resucitado y le preguntó qué estaba buscando y por qué lloraba; ella pensó que era quien cuidaba el huerto y entonces le dijo: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”. Entonces Jesús la llama por su nombre: “¡María!” Volviéndose ella, le dijo: “¡Raboni!”, que quiere decir: Maestro. ¡Se le abrieron los ojos a María! ¡María fue a ver a un muerto y se encontró con Jesús resucitado!
Jesús se revela por primera vez, habiendo resucitado, a una mujer. Pero no lo ve cualquiera a Jesús; solo lo ve alguien a quien el Señor le abre los ojos. Oro para que el Señor abra los ojos a quienes no lo conocen. Que abra tus ojos para que puedas ver quién es Él.
En Juan 20:19 leemos: “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros”.
Esto es evidencia histórica de la cual los personajes de ese momento fueron testigos. Escucho cada vez más que algunos llamados Mesiánicos y algunos judíos hacen un esfuerzo tremendo para enseñar que el Nuevo Testamento es un libro lleno de falacias y que los seguidores de Cristo inventaron historias para endiosar a Jesús, y me indigna mucho esto. El Nuevo Testamento es un documento histórico. ¡Quieren tergiversar la palabra de aquellos que Jesús llamó para que continuaran su tarea! Creo más en la palabra de los discípulos de Jesús que en cualquier otra evidencia que me muestren los hombres de este tiempo. Ellos vieron con sus ojos a Jesús resucitado y recibieron la fuerza para predicar el evangelio a todo el mundo diciendo a viva voz: “¡Jesucristo ha resucitado!” Esas voces no pudieron ser calladas por más de dos mil años. Retumba en todos los rincones de la tierra: “¡Jesús ha resucitado!”
Los discípulos estaban encerrados por temor a lo que le pudieran hacer los judíos ya que les podía pasar a ellos lo que le pasó a Jesús. Y cuenta Juan que Jesús se presentó en el lugar, se puso en medio de ellos y les dijo: “Paz a vosotros”. Esto fue el mismo día en que resucitó a la noche.
Más adelante, según el mismo pasaje bíblico en Juan 20:26 leemos: “Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros”. Entiende que el evangelio es verdad. Los políticos lo quieren ignorar; los legisladores, los que enseñan lo quieren ignorar. En la educación ignoran la evidencia histórica del Nuevo Testamento. Cualquier otro libro de cualquier cultura es considerado documento histórico, pero rechazan el Nuevo Testamento de la Biblia. Consideran que es demasiado loco para creerlo.
Juan, discípulo de Jesús también relata: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:24 y 25). Eso dijo uno de los discípulos de Jesús. Se necesita revelación espiritual para ver y creer. A pesar de haber estado tres años con Jesús, Tomás no podía creer lo que le habían contado sus amigos. Si no lo veía no lo podía creer. Inmediatamente leemos que ocho días después estaban reunidos los discípulos y también Tomás cuando se volvió a presentar Jesús. Entonces le dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Entonces le dijo Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!” Y Jesús deja sentado un precedente cuando le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.
La fe es un don de Dios que el Padre les da a aquellos que hoy reciben esta palabra para que crean en Jesús. Los incrédulos seguirán siendo incrédulos. Pero aquellos que hoy escuchan la voz de Dios y reciben luz por medio de su palabra dirán: “¡Este es mi Cristo! Yo creo en Él y le entrego mi vida”. Es la fe la certeza de lo que no se espera. Lo que se espera no se ve aún; se ve después. Primero se cree y después se ve. No digas nunca más: “Ver para creer”. ¡Eso es satánico! Tienes que tener abiertos tus ojos espirituales y entonces verás lo que va a suceder por la fe.
En Juan 21:1 leemos: “Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias…” Los discípulos habían vuelto a sus vidas normales en Galilea y Pedro dijo: “Voy a pescar”. Jesús les había dicho: “Vengan en pos de mi y los haré pescadores de hombres”; pero se les olvidó. Ya estaban de nuevo pescando. Ya se habían enfriado y habían retrocedido. No sabían qué hacer. Se pasaron toda la noche pescando. ¿Cuánto habían pescado? ¡Nada! Una vez que entraste a la voluntad de Dios no te salgas porque no te irá bien.
En la madrugada se presentó Jesús en la playa y les preguntó qué estaban haciendo, pero ellos no sabían que era Jesús. “Aca estamos pescando”. Jesús les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces”. Era aquel Jesús que una vez le había dicho a Pedro que fuera mar adentro y echara las redes para pescar y ese día habían logrado una pesca milagrosa. Esta era la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de haber resucitado. Entonces el Señor le preguntó tres veces si lo amaba. Si yo fuera Jesús le hubiera dicho: “Si me amas, ¿qué estás haciendo acá?” Le preguntó Jesús: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.
Esto significa: Nunca más te afanes por tu comida o por tu ropa; nunca más te afanes por tu techo. Busca primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las cosas te vendrán por añadidura. Haz la obra que Dios te ha pedido que hagas. Quien deja las redes para venir al reino de Dios no vuelva nunca más atrás. ¡Conságrate a Jesús!
El Señor se había manifestado a María Magdalena, a los discípulos por tercera vez y a otros que iban camino a Emaús. Estos últimos lo invitaron a comer a su casa, y Jesús partió el pan y lo bendijo, y en ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron al Mesías resucitado.
CONCLUSIÓN
Yo oro que sean abiertos tus ojos hoy. Posiblemente has asistido a la iglesia por muchos años, pero aún no has abrazado al Mesías; todavía no te has entregado a Cristo. Todavía el pecado, que es el aguijón de la muerte domina tu vida. Cuando tú no entiendes la obra de Jesús es que no has creído, y por cuanto no crees estás en camino de muerte. El apóstol Pablo dijo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1ª Corintios 15:55 al 57).
Según el diccionario la palabra agujón refiere a un órgano punzante con veneno que tienen algunos arácnidos o insectos. O sea que no es una flecha envenenada o un arma hecha por hombres. El pecado es un aguijón vivo que penetra inyectando veneno y produce muerte. Eso es lo que Jesús resistió, y ese agujón a Él nunca lo tocó. Y su poder sobre la muerte es tal que Él puede arrancar ese aguijón. El poder del pecado, según el apóstol Pablo, es la ley. La ley marca quién está envenenado con ese pecado. El que ha desobedecido a Dios, quien ha tomado ligeramente el adulterio, la mentira, el engaño, la estafa, la violencia. Esa persona está vedada de ver quién es Jesús, pero el Espíritu Santo viene con la palabra de Dios a quienes quieren oír y les dice: “Si creen en mi yo puedo quitar el aguijón. Podrás ser muy religioso, pero si tienes ese aguijón te vas a quedar y yo quiero hacerte libre. Quiero quitarte el veneno de la muerte. Yo he vencido la muerte y puedo darte la victoria sobre ella”.
Así que satanás era el rey que dominaba a través de la muerte; su gobernante era la muerte, pero la muerte fue derrotada. El poder del diablo era encarcelar en prisiones de muerte a los que no creen en Cristo Jesús. Pero Cristo venció al diablo y venció a la muerte y al Hades. Jesús está sometiendo todo poder y dominio hasta que reine con poder sobre las naciones. Lo hará en su segunda venida. Él pone en su libro a aquellos que le creen y deja afuera del libro de la vida a los que no le creen. Satanás festeja la muerte cada vez que alguien muere sin Cristo en el corazón. Todos los días mueren personas a nuestro alrededor. Y nosotros los cristianos que decimos que amamos a Dios, los dejamos irse al infierno como si nada. ¡No permitas eso! Conocí una enfermera que trabajaba en el CTI con personas que estaban al borde de la muerte. Su pasión era entregarlos a Cristo antes que partieran. Ella decía que arrebataba esas vidas de las puertas del infierno y se iban con Cristo.
Oro que te vuelvas un apasionado de Cristo y que lo tomes en serio. Haz una oración a Dios en esta hora y dile: “Señor, te necesito. He oído tu voz y he creído. A ti te doy toda gloria y toda honra. Te doy mi vida Señor, tómame. Perdona mis pecados y cúbreme con tu sangre. Venga tu poder para darme vida. Te ofrezco mi corazón. Gracias Jesús por haberme amado. Yo no lo merecía, pero me has amado. Tu misericordia está sobre mí. Te doy gracias Señor, amén”.
ANEXOS: