LA MALDICIÓN NO VIENE SIN CAUSA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA MALDICIÓN NO VIENE SIN CAUSA

Hoy estudiaremos el capítulo 6 del libro de Jueces 6:

“1Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. 2Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. 3Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. 4Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. 5Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. 6De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová”.

Qué duro es enfrentar problemas y no saber reconocer la causa o el origen de ellos; mucha gente, cuando está padeciendo algo, comienza a decir cosas como: “El Señor lo habrá querido”, “será la voluntad de Dios”, “esta es la cruz que estoy llevando”, “nosotros no conocemos los caminos de Dios y no entendemos sus propósitos, por algo el Señor lo habrá mandado”, pero la realidad es que muchas veces hemos hecho las cosas mal y recibimos las consecuencias de ello.

 EL MANUAL DE LA BENDICIÓN

Vivimos por principios, esos principios están en la palabra de Dios, es ella la que nos garantiza bendición y prosperidad. La Biblia está llena de tapa a tapa de promesas de bendición y prosperidad para los que aman a Jesús y guardan sus mandamientos, y cuando habla de prosperidad no sólo habla de dinero sino que habla de prosperidad en todas las áreas; dice el Salmo 1 que todo lo que haga nuestras manos prosperará: Tu nunca hiciste un pollo al horno, pero el día que lo hiciste te salió riquísimo porque todo lo que hacen tus manos prospera, te presentas en un trabajo donde hay ciento cincuenta anotados antes que tu, pero a ti te dan el trabajo porque Dios bendice todas las obras de tus manos. ¡Así dice la Biblia que seremos nosotros!

No podemos negar la realidad de que hay muchos cristianos que están como el pueblo de Israel, “bajo la mano de Madián”, la miseria los está persiguiendo, el revoltón, el saltón y la langosta los persiguen y dicen: “Aquí estoy soportando mi cruz”. Resulta que Dios te mandó un ejército para hacerte reaccionar, pero tu sigues diciendo: “Esta es la cruz que Dios me ha dado, aquí estoy soportando firme, Dios dio y Dios quitó, bendito sea el nombre del Señor”. ¡¡Todos nos creemos Job!! Pero la Biblia dice que aquellos que hacen lo malo delante de los ojos de Dios, Dios los entrega a sus deseos, a su voluntad, para que les vaya como al pueblo de Israel.

Israel es el pueblo escogido por Dios y ha sido un pueblo perseguido durante toda la historia, en Alemania mataron seis millones de judíos; pero, ¿por qué Dios permite que a su pueblo le sucedan estas cosas? Hay algunos que dicen que Dios nos quiere enseñar algo, si tu no fueras tan mal alumno Dios no necesitaría entregarte en las “manos de los madianitas” para que aprendas. ¡¡Hoy tu tienes que aprender!! Si haces lo malo delante de los ojos de Dios, Dios te mandará a los madianitas para que aprendas. Hay gente que no quiere presentar esta faceta de Dios y dice: “Dios es tan bueno, ¿cómo va a hacer esto?” Pero lee Deuteronomio capítulo 28; allí están las bendiciones y las maldiciones para el pueblo de Dios; hay un capítulo entero de maldiciones de Dios para sus hijos que no hacen conforme a sus mandamientos. La Biblia dice que Dios maldice, y aquí está el otro gran error: La gente le tiene más miedo a las maldiciones del diablo que a las maldiciones de Dios pero Jesús nos enseñó que debíamos temer a quien podía enviarnos al infierno y no al hombre. ¿Quién nos puede mandar al infierno? ¡¡Dios!! ¡¡El diablo no nos puede mandar al infierno!! Estamos acostumbrados a tener miedo del mal, a tener miedo de lo que nos pueda hacer el brujo de la esquina pero no tenemos conciencia de cómo son las cosas con Dios.

La pregunta es: ¿Podrían haber hecho algo los madianitas si Dios no hubiera entregado al pueblo de Israel en sus manos? ¡¡No!! Los madianitas jamás hubieran tocado al pueblo de Israel sin el permiso de Dios. Cuando Dios te manda a los madianitas y hasta al mismo diablo para que te maldiga y te haga de todo, alégrate porque todavía Él no te maldijo. ¡¡Es peor la maldición de Dios que la maldición de Satanás!! El tema es el siguiente: Eres fuerte o es débil en relación o en función de tu amistad o comunión con Dios. Si tú eres amigo de Dios, estás en comunión con El, le obedeces y te deleitas en El, entonces tu eres fuerte y no hay madianita que te pueda vencer. Salomón comenzó su reinado con todo el respaldo de Dios, Dios lo llenó de gracia,  de riqueza, de sabiduría y de gloria, pero terminó mal. Tu fortaleza y tu poder no tienen que ver con la antigüedad que tienes como hijo de Dios, ni tiene que ver con la iglesia donde asistes, ni con el pastor que tu tienes, tiene que ver con tu relación con Dios. ¡¡Lo que vale es tu relación con Dios!! “Pastor, es que yo soy débil” ¡¡No!! ¡¡Tu no eres débil, eres un reverendo pecador!!  No has sido fuerte porque has cedido a la tentación  y al pecado y la fuerza no está en ti. Cuando Israel andaba bien con Dios, nadie lo podía tocar, pero cuando el pueblo andaba mal con Dios, venía el enemigo y le ganaba. ¡Cualquier pueblo débil le ganaba!

EL PECADO NOS SEPARA DE LA BENDICIÓN

En una oportunidad Josué y todo el pueblo de Israel rodearon Jericó en obediencia a lo que Dios les había dicho; durante siete días estuvieron dando una vuelta alrededor de la ciudad, y el último día dieron siete vueltas e hicieron todo tal cual Dios les dijo y al llegar el séptimo día, hubo un terremoto, un temblor, ¡¡y los muros de Jericó cayeron!! Y los israelitas  entraron y destruyeron la ciudad. Los israelitas no tenían ejército y no estaban acostumbrados a la guerra, sin embargo, Dios hizo caer los muros de Jericó. ¡¡Una ciudad muy difícil de conquistar, la conquistaron!! La siguiente ciudad a conquistar fue Hai; ya se habían acostumbrado a que Dios estaba con ellos y le dijeron a Josué: “Que no vaya todo el ejército, sino sólo dos o tres mil porque es una ciudad pequeña y no tiene muros alrededor”. ¿Saben qué pasó? ¡Perdieron la batalla! Josué rasgó sus vestidos y puso ceniza en su cabeza y dijo: “¡Dios mío! ¿No estás tu con nosotros? ¿No dijiste que íbamos a conquistar la tierra?” Pero Dios le respondió: “El pueblo ha pecado; ha tomado de la anatema que yo les dije que no tomaran y hay maldición en el pueblo y no va a poder enfrentar al enemigo”. Dios les había dicho que no tomaran nada de Jericó, que la ciudad era anatema, es decir, era maldición y les dijo: “No se traigan nada, maten todo, vacas, ovejas, etc.” ¡¡No podían tocar nada!! Pero hubo uno en el pueblo que se llevó para sí un lingote de oro y un manto babilónico y lo escondió como si Dios no lo fuera a saber. Todo el pueblo tuvo que huir delante del pueblo de Hai porque Dios estaba en contra de su pueblo.

La mano de Satanás no puede prevalecer contra ti si tú estas en una correcta relación con Dios, las hechicerías que te hagan los brujos no pueden prevalecer contra ti si tu estas en una correcta relación con Dios. ¡Que tu temor sea el Señor! ¡Busca temer a Dios! He aprendido de la Biblia, que quien teme a Dios se aparta del mal. ¡¡Sé sabio!! El principio de la sabiduría es el temor de Jehová, no le tengas temor al diablo, ¡¡tenle temor a Dios!! Si tienes temor de Dios te apartarás del pecado. Dice la Biblia que  como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vuelo, así es la maldición, nunca vendrá sin causa. ¡La maldición nunca vendrá sin causa! Si la maldición está en tu vida o en tu casa es porque una puerta se le abrió y la única manera de que salga es que esa misma puerta se cierre. ¿Sabes cuál es la puerta? ¡¡La misma por la cual entró!!

Busca dónde te apartaste de Dios, busca dónde fuiste desobediente, busca dónde creíste que estabas haciendo la voluntad de Dios. ¡¡La maldición nunca viene sin causa!!

LA MALDICIÓN DE DIOS ESTÁ SOBRE LOS IMPÍOS

Veamos lo que dice Proverbios 3:33: “La maldición de Jehová está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos”. Tu dirás: “Bueno, estoy salvado, yo soy justo por lo tanto en mí está la bendición de Jehová”. Pero, ¿qué pasa si la miseria sigue en tu casa?  ¿Qué pasa si la enfermedad sigue en tu casa, si tu quieres repuntar y nunca repuntas? ¡¡Hay una contradicción!! Cuando tu dices: “Yo soy justo, me corresponde la bendición pero algo está fallando”, es cuando empiezas a inventar: “Será la voluntad de Dios”, “Dios lo habrá querido así”, “No entendemos los caminos del Señor”. ¡Lo debieras entender! ¡Lo debieras saber! Dios le dio promesas a su pueblo para que disfrutara de la bendición, no para que los madianitas se enseñorearan de ellos, pero, ¿por qué cayó la maldición a su pueblo? ¡¡Porque se habían portado impíamente!! ¡La maldición de Jehová es sobre la casa de los impíos! ¡Un cristiano también puede actuar impíamente! ¡Un cristiano también puede ser impío! ¡Yo quiero temer a Dios, porque temiendo a Dios tendré su bendición y no su maldición! No necesito defenderme de Satanás. Tengo quien me defienda si estoy en buena relación con él. ¡Se llama JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS!

Cuando tu andas mal delante de Dios, te vuelves débil y chato. Si andas bien con Dios, eres fuerte. Proponte hoy mejorar tu relación con Dios, tu debilidad no viene de que Dios te mandó la dificultad para ayudarte. Dios quiere que tu seas restaurado, Dios quiere perdonar tu pecado y hacerte fuerte. Cuando tu saques la perversión de tu corazón, cuando tu saques la maldad de tu corazón, las cosas que dices a escondidas, las cosas que haces a escondidas, lo que planeas a escondidas, Dios te restaurará y te fortalecerá. ¡¡Arregla tus cuentas con Dios y serás fuerte!! Dios tomó a Gedeón y le dijo: “Yo te usaré; con tu fuerza vencerás a los madianitas”, y le mandó destruir los altares de su padre, y cuando Gedeón comenzó a obedecer a Dios, comenzó a hacerse fuerte y fue la persona que Dios usó para vencer a los madianitas. Un día Dios lo encontró escondiéndose de los madianitas, guardando el grano de trigo de ellos y le dijo: “Varón esforzado y valiente” y Gedeón le respondió: “¡Ay Señor! ¿Qué saludo me has dado?” Dios le contestó: “Con estas tus fuerzas destruirás a lo madianitas”. Gedeón no entendía nada, pero Dios estaba comisionando a un solo hombre para que se levante contra los madianitas y los venza, un solo hombre que tuviera el valor de andar bien delante de Dios, un solo hombre que tuviera temor de Dios y Gedeón dijo: “Bueno Señor está bien, ¿qué quieres que haga?” y Dios le dijo: “Ve y destruye todos los altares de tu padre”, no era muy valiente aún, pues fue de noche, a escondidas, pero destruyó todos los dioses de su padre. Al otro día lo querían matar pero Dios lo guardó y él comenzó a ser fuerte porque decidió obedecer a Jehová de los Ejércitos.

CONCLUSIÓN

La pregunta es sencilla: ¿Le has obedecido a Dios o no? Si reconoces que te va mal porque has hecho lo malo ante los ojos de Dios, dile: “Yo hoy cambio mi actitud delante de ti”. Preséntate delante de  Dios con un corazón sincero y dile:

“Padre eterno, yo he hecho lo malo y reconozco que la debilidad ha venido sobre mí. Perdona mis pecados y limpia mi corazón. Los madianitas han venido contra mí y no he sido fuerte, están devorando mi bendición. Me levanto delante de ti para confesarte mi maldad, ten misericordia de mí y líbrame de mi pecado; declaro hoy que tú eres mi temor, que tu eres mi Dios. Te abro mi corazón, tu conoces mi maldad, soy culpable pero tu Señor, me perdonas. ¡Tu me libras! ¡Como hiciste con Gedeón, harás conmigo! ¡Me levantaré, pelearé y venceré porque tú eres mi Dios y estás conmigo! ¡Tu sangre me limpia de todo pecado! ¡Tu me libras de toda maldad y me restauras! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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