Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
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En mi carrera pastoral llevo una carga muy grande sobre mis hombros por una cantidad de líderes a los que el diablo ha dejado “nocaut”. Han luchado denodadamente por la causa de Cristo, se jugaron la vida y parecía que siempre iban a hacerlo, pero en determinado momento les vino una especie de “estrés espiritual”, una fatiga u opresión. Para esto el diablo es perseverante, incisivo, hábil, y ha logrado meter a esta gente en un agobio, en un sopor, ¡en un congelador! Ellos recuerdan aquellos tiempos en que tenían fuerzas, en que servían a Dios y enfrentaban la burla, el frío y cualquier adversidad… pero aunque quisieran volver a ejercer ese poder y esa fuerza, ¡descubren que no la tienen! He visto pastores que sufren este problema, que han hecho las paces con el reino de las tinieblas, como diciendo, “bueno diablo, yo no te estorbo más, no me estorbes más a mí”. Encontramos pues, iglesias, pastores y familias debilitadas, cansadas y agobiadas.
En estos días debo confesar que el cansancio ha estado golpeando las puertas de mi vida; no les estoy hablando de algo que no conozca, ¡sino de algo que conozco muy bien! Hay un cansancio que lleva a paralizarte, a detenerte, a veces no sabes si es un cansancio físico o mental, o si es un cansancio espiritual. ¡De esto te quiero hablar hoy! Si tienes falta de alguna vitamina, está bien, tómala, pero hoy he sido llamado a hablarte acerca de esa impotencia espiritual que se manifiesta en un cansancio físico, pero más que nada se manifiesta en una impotencia para predicar el evangelio, para estar dispuesto a hacer la tarea de Dios. Es un agobio que te lleva a pensar que Dios no te llamó y una cantidad impresionante de argumentos vienen a tu mente. ¡Pero quiero entregarte una llave de victoria! ¿Quieres tener victoria en la vida? ¡Hoy te voy a hablar de la llave del esfuerzo!
Isaías 40:28:31 afirma: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
¡Dice la palabra de Dios que él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas! He visto mujeres hacer fuerzas hasta el agobio, hasta el cansancio, tratando de soportar y sobrellevar la conducta de su esposo alcohólico que las golpean e insultan, pero llega un momento en que caen desplomadas. Hijos que han esperado toda la vida el aliento y el abrazo de sus padres pero nunca les ha llegado… y al final cuelgan los guantes, diciendo: “¡Nunca más esperaré el abrazo de mi padre!” Y llegan al punto de decir: “¡Nunca más voy a intentar! ¡Estoy decepcionado! ¡Estoy debilitado!” Pero Dios ha establecido una ley que es “La Leydel Esfuerzo”. ¿Quieres lograr algo importante? ¡Nada importante vas a lograr sin esfuerzo! Todos quieren victoria, pero, ¿qué es realmente la victoria? ¡Es el final de una guerra! Siempre he predicado que el Señor nos lleva de victoria en victoria, así lo dicela Biblia, pero es una manera linda que tiene el Señor para decírtelo sin que te asustes. ¡Si te lleva de victoria en victoria es porque te lleva de guerra en guerra! ¡Lo que te quiere decir el Señor es que Él no se la hace fácil a nadie!
Me llama la atención cuando Dios le dice a Josué “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (Josué 1:6). Dios le dice que le está entregando la tierra pero al mismo tiempo le señala “mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”. Esa misma actitud la he visto en los padres buenos: “¡Lávame el auto y te doy los diez pesos que quieres!” ¡Sin esfuerzo no tiene sentido! ¡Toda obra de excelencia requiere esfuerzo! Todo resultado importante requiere esfuerzo, ¡pero hay gente que se ha hecho la idea de no esforzarse! No obstante, hoy vengo a decirte de parte de Dios: ¡Nada lograrás sin esfuerzo! Dios te quiere dar grandes victorias pero Él quiere que seas una persona esforzada y valiente. ¡Hoy tienes que llevarte contigo la llave del esfuerzo!
¡Tengo que ser una persona esforzada, que aprieta los dientes frente a las circunstancias! Tengo que ser una persona que cuando veo lo que debo hacer, me propongo hacerlo, ¡y nada me detendrá! ¡Dios da esfuerzo al cansado! Por eso le dijo a Josué “Mira que te mando que te esfuerces y que seas valiente” y además le dice “como estuve con Moisés, estaré contigo”. ¡No hay manera de ser esforzado si no está Dios con nosotros! ¡Si tienes el respaldo de Dios dile no a la debilidad y al fracaso! Si Dios está contigo, por mucho que te cueste, vas a llegar al resultado que Dios te ha mostrado. ¡El te dará la victoria!
Todo esfuerzo tiene un resultado; esto es para alentarte, pero te digo una salvedad para desanimarte: Si el esfuerzo es estúpido, el resultado es estúpido, pero siempre hay resultado; si el esfuerzo es negativo, el resultado es negativo, si el esfuerzo es positivo, el resultado siempre será positivo, pero ¡nunca habrá esfuerzo sin resultado! Esto responde al principio de “la causa y el efecto”; no hay ningún efecto que no provenga de una causa y todo efecto supone una causa. Siempre que se hace un esfuerzo en una dirección, se recibe una oposición en el esfuerzo que uno hace ¡pero siempre hay un resultado! Lo importante es que si nosotros trabajamos bajo la cobertura de Dios, El nos lleva de gloria en gloria y de victoria en victoria. ¡Lo importante es trabajar bajo la nube de la gracia de Dios y saber que aquello que estoy haciendo es lo que Él demanda para mi vida! Quienes no son esforzados, ni valerosos, ni tampoco quieren luchar, esperan en alguna otra cosa que no sea el esfuerzo; ellos son los que esperan en la buena suerte: “¡Alguien va a pasar por aquí y se le va a caer un billete! ¡Algo va a suceder!”
Muchos incluso espiritualizan la cosa y dicen: “¡Estoy esperando en Jehová!” Otros esperan que se termine el año y comience uno mejor y dicen: “¡El año que viene va ser mejor que éste!” ¡No están trabajando para hacer mejor este año sino que están esperando que llegue el año bueno! ¡Están esperando que llueva, que suceda algo que los saque de la situación en que se encuentran!
Otros que no quieren esforzarse esperan en la adivinación, buscan algún adivino que les de un palabrita de aliento o leen el horóscopo que les dice, “hoy puede ser un gran día para usted”. ¡Cualquier día puede ser un gran día para ti! “Hoy tenga cuidado al cruzar la calle”. ¡Todos los días tienes que tener cuidado al cruzar la calle! Otros creen y esperan que determinados números les sean favorables. Pero esta manera de pensar es contraria a la voluntad de Dios; Él abomina las personas que quieren ganar dinero fácilmente y en poco tiempo; Dios quiere verte transpirar, “con el sudor de tu frente comerás el pan”, le dijo a Adán. Él te va dar bendición pero quiere que seas una persona esforzada.
Isaías 57:6 dice: “En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿No habré de castigar estas cosas?” Vemos pues, que Dios castiga a todos aquellos que están esperando en la diosa de la fortuna y nos manda a trabajar. ¡Cuando te pongas a trabajar yo te voy a bendecir! Claro que aquellos que están esperando en la fortuna, en la suerte, se vuelven personas no creativas, no invierten tiempo en resolver problemas, en hacer proyectos y planes. Todos sus planes son qué se van a comprar cuando saquen la lotería y pierden la capacidad de crecer, de madurar y de aprender. Yo estoy casi todas las semanas con chicos que nunca han trabajado ni han estudiado; están en las comunidades de rehabilitación de drogadictos y es lamentable ver la incapacidad que tienen de hacer y resolver cosas, aún las más simples.
El otro día le pedí a un muchacho que se suba a un palo, lo ate y me tire un alambre. Luego me fui a hacer otra cosa y cuando volví, me había dejado cuatro alambres, todos enredados y atados en cualquier lado. ¡Dios mío, no supo ni atar un alambre! Pero así sucede con muchas personas; conozco muchos hijos mañosos que son malcriados, su mamá les ha querido dar todas las cosas y ahora están casados; son jefes de familia y no tienen creatividad. ¡Todavía están esperando en la mamá! “¿Qué hago mamá? ¡Ayúdame! ¡Tírame unos mangos!”
Aún hace falta esfuerzo para amar. ¿Crees que amar es fácil? Me acuerdo de la pastora Laurita y del pastor Andrés que tienen un nene que le gusta despertarse de noche. Dos, tres, cuatro años esperando tener un hijo y cuando llega, ¡no te deja dormir de noche! ¡Amar requiere esfuerzo! Esta semana estuve con un hombre que era cristiano; se convirtió en Israel. Le pregunto: ¿A qué iglesia vas? Me contestó: “¡A ninguna!” Me replicó: Conocí a tal pastor y es “un chanta”, conocí a tal otro pastor y también “es un chanta”. Le pregunto: “¿Por qué no vienes a nuestra iglesia?” “¡No Márquez, usted habla media hora del diezmo! ¡A mí no me vas a sacar ni un mango!” ¡Amar requiere esfuerzo! ¡Amar es una decisión! Mira que fácil que la hacen algunas personas: “Si tengo que amar a mi señora, que me dé amor, ¡yo a esta no la aguanto!”
Hoy en día te dan otras rectas más fáciles pero la receta de Dios requiere esfuerzo; hay personas que no cuesta amarlas, pero otras sí cuesta amarlas, pero Dios te mandó amar a todos como te amas a ti mismo. Predicar el evangelio es una guerra, ¡ganar almas requiere esfuerzo! Me gustaría que las cosas fueran más fáciles pero he visto que cuesta lágrimas, oraciones y ayunos lograr arrebatar un alma al diablo.
El otro día vino una joven a la iglesia y me dijo: “Estoy estudiando filosofía pastor y yo siento que Dios me quiere para algo espiritual. Es la primera vez que vengo a la iglesia. ¿Qué tengo que hacer?” Bueno, lo primero que tienes que hacer es entregarle tu corazón a Cristo”. “¡Eso es!” me contesta, “¡debo entregarle mi corazón a Cristo! ¿Cómo puede hacer? ¡Yo quiero arrepentirme de todo lo que he hecho y quiero que él me perdone!” Yo me dije: “Señor, ¡mándame muchas como éstas!” Pero cada vez que me acuerdo de algunas ovejas, ¡me amargo! Uno quisiera que siempre fuera así, que vengan las personas y me digan: “Pastor, ¡entré aquí y desde ese mismo momento creí todo lo que usted dijo!” ¡Qué fácil sería todo así! Pero quiero decirte que el diablo no quiere soltar a las almas y cuando ve que la palabra del evangelio llega a un alma, trabaja denodadamente para que esa palabra no dé frutos. Me acuerdo de una hermana que el esposo la traía a la iglesia, la sentaba en la primera fila, y el diablo le decía: “¡El pastor te va a matar!” Ella se levantaba y se iba al baño a tomar pastillas; el esposo la sacaba del baño y la volvía a sentar en la iglesia…era hipocondríaca, le tenía miedo a todo ¡hoy es nuestra pastora en Brasil! ¡Yo era el cuco para ella! Recuerdo una vez que me dijo que quería hablar conmigo; nos pusimos a hablar y un demonio de ira se manifestó en ella. Comencé a orar por ella, cayó al piso, y cuando me agaché, ¡sacó una sevillana! ¡Les aseguro que cuesta ganar un alma! Se requiere esfuerzo, pero Dios quiere que ganes almas y no hay tarea más preciosa que arrebatarle almas al diablo.
También se requiere esfuerzo para pensar. Muchos son los problemas que agobian a las personas y hacen que no deseen pensar en nada. “Tomemos unos mates”, dicen algunos, “leamos el diario”. Si yo no me pusiera a pensar un poco las cosas que hago, ¡que complicada sería mi vida! ¡Tenemos cientos de cosas! Radio, TV, comunidades de rehabilitación, emprendimientos de toda clase…
Hacer muchas cosas requiere pensar y organizarse pero hay personas que le huyen al pensar y al organizarse y no quieren problemas, sin embargo, es necesario que dediques tiempo a pensar, es todo un esfuerzo. Los latinos somos gente que nos gusta improvisar ¡primero emprendemos algo y después vemos cómo lo resolvemos. ¡Uhhh! ¡No traje bulones, ni alambre! ¡Cuando no planificas, pierdes tiempo! ¡Pensar requiere esfuerzo! Por eso la gente porque no quiere tener problemas, no quiere amar, no quiere ganar almas para Cristo, y no quiere pensar, por eso la gente se alcoholiza, se droga…
2ª Timoteo 2:6 afirma: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” ¡Tienes que ser esforzado en trabajar, pensar y amar! El apóstol Pablo le decía a Timoteo “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2ª Timoteo 2:1). ¡Esfuérzate en la gracia! Aquí está el elemento importante de la lección de hoy: No es cuestión de esforzarse en cualquier cosa que se me ocurrió sino saber que estoy bajo la gracia de Dios y que mi trabajo vale la pena. Tengo que esforzarme en la gracia porque sé que hay corona, sé que hay resultado y hay satisfacción. “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Salmo 126:6). ¡Hay satisfacción!
Todos somos fanáticos del apóstol Pablo y nos encanta la labor que él ha hecho pero cuando vemos el esfuerzo que le costó, nos damos cuanta que éste fue titánico, se esforzó en la gracia de Dios. Dice el apóstol Pablo: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. (1ª Corintios 15:10)
Uno de los motivos grandes de frustración es cuando uno no hace la voluntad de Dios. Hacer lo que a mí se me da la gana siempre me lleva a la frustración, pero hacer lo que Dios quiere me lleva siempre a la victoria. ¡La gracia ayuda a soportar, a enfrentar y a superar el estrés! En estos días he sentido el cansancio y el agobio en mi cuerpo. Hoy en día para que no te tome el estrés, no tienes que comer carne, no tienes que tomar vino, no puedes comer pan, ni pastas, debes descansar bien, no debes trabajar, al final te dejan solamente comer boniato, zanahoria y zapallo… pero recuerdo una frase que me dijo el doctor Tripolone: “Mira, yo sé que tú eres como un capitán de un ejército que está en el medio de una guerra y no te voy a decir que te detengas. No te puedo decir que te vayas a descansar cuando estás en el medio de una guerra. Lo que voy a hacer es ayudar a tu cuerpo a prepararse para enfrentar el estrés; te voy a ayudar para que te sientas fuerte frente al agobio, frente al cansancio” ¡Y me gustó esa perspectiva! Si me piden que no trabaje, ¡me matan! Lo importante es que estés preparado para que el estrés no te venza, y en cambio tú lo venzas. Así que en medio de mi cansancio, me comí “la ensalada” de Isaías 40:28. La opción es: ¡No dejaré de ser esforzado, mi Dios está conmigo! ¡El es mi fortaleza! Algunos me dicen: “Si sigues así, te vas a morir pronto” Quédate tranquilo, yo no he culminado y no he de morirme sin antes terminar la obra que Dios me ha encomendado. ¡He determinado tomar la llave y ser esforzado!
Me dejan locos esas personas que eligen la pereza. Benjamín Franklin dijo: “¡Arriba haraganes! No desperdicies la vida, ya dormiréis bastante en la sepultura”. Proverbios 19:15 afirma: “La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre” Asimismo, Proverbios 24:10 dice: “Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida” y 2ª Tesalonicenses 3:10 expresa: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. Así le dije a una madre que tenia un hijo sinvergüenza que quería que su madre le dé dinero, comida, ropa, todo… ¡tenía treinta años! “¿Qué hago pastor?” me preguntó. Le contesté: “¡No le des más de comer! ¿Qué dicela Biblia? ¡Que lo tienes que matar de hambre!” “¡Ahh pero usted no conoce el corazón de una madre!” “¡Pero conozco la palabra de Dios! ¿Te crees más buena que Dios? “
A mí me ha ayudado mucho la llave del esfuerzo. Había cosas en mi vida, que parecía que nunca iban a salir, y el diablo ya se estaba riendo de mí, ¡pero usé la llave del esfuerzo y lo logré! Nada de lo que he logrado en el ministerio ha sido fácil y todo lo que tengo, lo debo sostener con las manos y con los dientes.
¡Dios quiere renovar tus fuerzas! Solamente lo recibirás por fe. Esta palabra no ha venido para que te vayas vacío sino resuelto a esforzarte y decidido a que nada te va a detener. Yo soy esa persona cansada, fatigada pero me voy a poner en pie en el nombre del Señor y voy a creer que Él es quien renueva las fuerzas al cansado y se las renueva al que no tiene ningunas, y aunque los jóvenes corran y se cansen, yo seguiré en pie y no me fatigaré porque el da aliento al cansado.
¿Te has cansado con tu marido? ¿Te has cansado de la iglesia y de Dios? ¿Te has cansado del pastor, de la vida? ¡Dios hoy quiere renovar tus fuerzas! Si quieres hacer una oración conmigo debo decirte algo: La oración es como la fe, sin obras es muerta. Jesús enseñó una parábola y dijo que un señor les entregó sus bienes a sus siervos y se fue a un lugar lejano para que ellos produjeran. A cada uno les dejó según su capacidad; a uno le dejó cinco talentos, a otro le dejó dos talentos, a otro le dejó un talento y cuando el Señor volvió después de mucho tiempo, el que había recibido cinco talentos produjo cinco talentos más y eso alegró el corazón del Señor. El señor te ha dado sus bienes, nada de lo que tienes es tuyo y te va venir a pedir cuentas de qué has hecho con los bienes del Señor. Esto incluye tu familia, tus dones naturales, espirituales, que debes multiplicar. El Señor le dijo a ese siervo, “¡ven siervo fiel, sobre poco ha sido fiel sobre mucho te pondré!” Conforme a la capacidad que te ha dado el Señor, te va a demandar.
Y el siervo que le había dado un talento, le dijo: Señor, yo no quería problemas contigo, así que hice un pozo y enterré el talento que me diste. Aquí te lo devuelvo, no quiero tener problemas contigo. El Señor le dijo: “¡Siervo malo y negligente! Ni siquiera se te ocurrió la idea de poner el talento en un banco para que yo al menos pudiera darte intereses. ¡Quítenle el talento que tiene y denle al que tiene diez!”
Así es la cosa, dice el Señor, al que más tiene, más se le da y el que menos, lo poco que tiene le será quitado. Si no haces nada, no vas a multiplicar nada; no puedes estar orando sin estar haciendo nada. ¡Dios te mandó a orar y a trabajar! Debes poner la mano en el arado para lograr lo que quieres. Si reconoces que no has sido diligente como Dios te ha demandado, es necesario que hagas esta oración:
Señor, en esta hora, por la fe, tomamos en nuestras manos la llave del esfuerzo. Queremos ser como Josué al que tú le dijiste, “mira que te mando que te esfuerces y que seas valiente”. Queremos conquistar la tierra que tú nos ha dado, queremos hacer la obra que tú nos has encargado. Te pedimos perdón por la inoperancia, por la pereza, te pedimos que sacudas todo poder extraño de las tinieblas. Te pedimos por los soldados caídos, esos pastores caídos, esos líderes debilitados que no tienen fuerzas ni siquiera para venir a la iglesia, oramos para que sean quebrados los yugos del infierno, y sean desechas las cadenas del diablo, que reciban fuerzas para venir a la casa de Dios, para que reciban fuerzas para alcanzar tu propósito por el cual tú les llamaste. Aunque parezca que nunca más van a ser aquellos que fueron, tú le demuestres que estás esperando el tiempo de la decisión de ellos. ¡Que sean fortalecidos y renovados! Confiamos y creemos que tu gracia está sobre nosotros y que nos vamos a gozar en ella. ¡Nos vamos a esforzar para la gloria de tu nombre Señor! Bendice a los cansados, a los debilitados, que sean fortalecidos en el hombre interior. En el nombre de Jesús hacemos esta oración, amén”.
ANEXOS: