JESUCRISTO: LA PLENITUD DE DIOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

JESUCRISTO: LA PLENITUD DE DIOS

INTRODUCCIÓN

Leemos en 1ª Colosenses 1:19: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.

A veces no tenemos conciencia de lo trascendente, lo grande y lo importante qué ha sido la crucifixión de Jesús. Porque este versículo nos dice que no solamente Dios reconcilió a los seres humanos con Él, sino que reconcilió todas las cosas. Cuando decimos todas las cosas significa que reconcilió a los cerros, las montañas, los árboles, etc. Y no solamente de aquí abajo de la tierra, sino de las que están arriba en los cielos. Aunque no sabemos qué seres o qué cosas han sido reconciliadas fuera del planeta. El sacrificio de Jesús fue contemplado por ángeles y por demonios. La voz de su crucifixión atravesó el universo que conocemos, y más allá. La salvación de Jesús vino a tu vida, aunque no la merecías, porque Él quiso salvar a todos aquellos que no merecían su salvación. Eso es lo trascendente de su amor y de su misericordia, y no importa los males que hayas hecho, Dios te ama y te quiere reconciliar consigo mismo mediante el sacrificio de la cruz de Jesús.

Nosotros pensamos que no somos tan malos, porque siempre nos comparamos con alguno que es peor; así nos sentimos bien. Reza el refrán: “Mal de muchos, consuelo de tontos”. Yo te digo que hay que compararse con Jesús porque el modelo de hombre es Jesús, para que seamos como Él es. Hay una salvación y un plan eterno que trasciende nuestros pensamientos, nuestro razonamiento y aún nuestros sentimientos. Dice el apóstol Pablo que hay algunos que menosprecian una salvación tan grande; y la salvación es un regalo, un don inmerecido, es un regalo para aquellos que no lo merecen. Lo que merecemos, según la ley, es ser condenados.

Como dije, la muerte de Jesús no solamente estaba destinada a reconciliarnos con Dios a nosotros, sino a todas las cosas, también la naturaleza. Dice el apóstol Pablo, que la naturaleza gime a una esperando ver la redención gloriosa de los hijos de Dios porque aún la naturaleza fue sometida bajo el poder del pecado. El representante de Dios en la tierra es el hombre, y este, está turbado y en oscuridad; y así como está el hombre, está el mundo. El apóstol Pablo dijo a los colosenses que Jesús murió en la cruz para redimir consigo mismo para Dios todas las cosas que están en la tierra y las que están en los cielos, y a vosotros también dijo, a los colosenses: “que eran en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”. Nosotros éramos extraños porque éramos pecadores, nacimos con una naturaleza pecaminosa. Y cuando empezamos a pensar, estaba adentro el veneno de la rebelión contra Dios que una vez les fue inyectado a Adán y Eva.

Y ahí estaba la enemistad con Dios, nuestra propia manera de pensar. Éramos enemigos de Dios en nuestra mente. El apóstol Pablo dice porque nosotros tenemos la mente de Cristo. Con la única mente que se puede pensar con claridad es con la de Cristo. A Él, a Jesús, Dios aprobó como representante nuestro, para que todos aquellos que lo abracen sean salvos y tengan vida eterna. Así como el Espíritu Santo levantó a Jesús de entre los muertos porque no había pecado en Él.

TRES ESTADOS DE RELACIÓN CON DIOS

Hay tres estados de relación que tú puedes tener con Dios; puedes ser enemigo de Dios, ser siervo o ser amigo. No es lo mismo ser siervo de Dios que ser amigo de Dios. Hay un problema. Dios es justo, y por eso envió la ley, para que sepamos cómo es su moral, cómo es su ética y cómo es su manera de ser. Envió la ley para que sepamos que estamos condenados. La ley dice: “No mentirás”, pero la ley no te puede rescatar de la mentira porque eres mentiroso. La ley te condena. No hay poder en la ley. Por su justicia Dios te tiene que condenar. ¿Quién no estafó? ¿Quién no adulteró? ¿Quién no dijo falso testimonio? La ley nos condena.

Pero Dios tiene un problema contigo. He hablado con muchas madres que tienen el hijo en la cárcel porque han cometido un crimen. Y la madre, ¿qué dice? “¡Bien hecho, que lo dejen encerrado para siempre! Es mi hijo, pero ha cometido un crimen que se pudra en la cárcel”. ¿Así dice la madre? Las madres también tienen un problema, como Dios. La justicia de Dios te condena, porque eres su enemigo en tu mente; pero el problema es que Dios te ama. La madre dice: “Mi hijo está preso, pero él es bueno. Son las malas juntas”. Y aunque no tiene dinero, va a visitar a su hijo a la cárcel. ¿Por qué? ¡Porque lo ama! Así que Dios tiene dos extremos: Su justicia que te condena y su amor que te quiere salvar. Para ello provee de un sacrificio sustituto en la cruz del Calvario para poder reconciliarte con Él. ¡Qué grande amor! ¡Qué es lo que no haría una madre para que el hijo salga de la cárcel! Moverá cielo y tierra. La pregunta es, ¿qué no estaría dispuesto a hacer Dios por rescatarte del infierno?

Dije que hay tres estados de relación con Dios; enemigo, siervo y amigo. Dice la Biblia en Juan 15:14: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.  ¿Cómo hago yo para ser amigo de Jesús si a mí me gusta hacer lo que quiero, lo que se me da la gana o se me canta? ¿Cómo puedo hacerme yo amigo de Jesús siendo que tengo que obedecer y hacer lo que Él manda? Entonces, desde ser enemigo hasta ser amigo hay un proceso, el cual tiene que ver con que tienes que aprender obediencia. Tú puedes obedecer algunas cosas de Jesús y otras no. ¿Cuál es el resultado? Eres desobediente.

Recuerdo unos cristianos que habían preparado una celebración increíble; un negocio impresionante que movilizó la prensa, movilizó no sé cuántas organizaciones y finalmente le prohibieron hacer la celebración. Recibieron amenazas de juicio, y ellos no tenían para pagar a abogados. Yo les dije, ¿este negocio que emprendieron, Dios lo mandó a hacer? ¿O lo hicieron porque vieron un buen negocio y después creyeron que Dios tenía que respaldarlos a ustedes? Entonces me dicen: “La verdad es que vimos un gran negocio”. Quizás Dios te está quebrantando para que aprendas a hacer solo lo que Él quiere. Tal vez no te ha permitido hacer eso que estabas pensando hacer. Has fracasado una, dos, tres veces. ¡Menos mal que Dios nos quebranta haciéndonos fracasar para que aprendamos que hay que hacer solamente lo que Él quiere! Un cristiano obedece a Dios. Los amos de los esclavos usaban azotes. El siervo es alguien que obedece a base de azotes, así aprende obediencia. Algún siervo llega a ser amigo del amo porque lo conquista por el amor y por la obediencia. Y había algunos siervos que llegaban a ganar la libertad para irse y para nunca más ser esclavos; más le decían a su amo: “No me quiero ir porque me va bien contigo, yo te amo y quiero seguir siendo tu esclavo, y quiero hacer lo que tú quieras”.  

Había una ley en Israel que cuando un esclavo decidía hacer eso, entonces el amo le horadaba la oreja, lo que daba a entender que él era esclavo porque amaba al amo. Algunos esclavos terminaban siendo herederos de los amos. Abraham tenía un siervo que puso sobre todos sus negocios. Este hombre era temeroso de Dios, obediente a Abraham y era un siervo fiel. El estado de siervo es un estado de lucha. Porque dice en la Biblia que Dios castiga y azota a todo el que recibe por hijo. Dios castiga como un buen padre castiga a sus hijos. Un padre que no castiga a sus hijos no es un buen padre. Entonces aparecen esos quebrantos que llegan a la vida del creyente que lo lleva a decir: “No entiendo por qué Dios permite que a mí me pase esto”.  No hay nada que te pase que no sea permitido por Dios. Y si él lo ha permitido, terminará siendo para bien. ¿A vos te parece que se descuidó Dios, o se olvidó de ti? Dios no se olvida de ningún hijo y te quiere sacar del estado en el que estás y llevarte a algo mejor.

En primer lugar, Dios quiere que aprendas a obedecer. Puede ser que no entiendas una orden de Dios, pero aun así quiere que obedezcas porque tu mente es chiquita, es porfiada y está podrida. En la vida cristiana pasamos de ser enemigos a ser siervos, pero el trayecto nos lleva a ser amigos de Dios. Dice la Biblia en Hebreos 12:6 y 7: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” Y Jesús dijo: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15).

Dios te pone líderes para que aprendas a obedecer; y te castiga para que aprendas a obedecer. Aunque no entiendas, aun así, tienes que obedecer. Dios premia la obediencia. A medida que aprendes a obedecer, aprendes a despojarte de ti mismo, aprendes a negarte a ti mismo; y a medida que vas aprendiendo a obedecer, te vas acercando cada vez más a Dios y vas entrando en una mejor relación con Él.

Mientras permanecemos en ese estado de servidumbre, hay cosas que Dios no nos explica. A sus propios discípulos les dijo: “Hay muchas cosas que todavía les tengo que decir, pero ustedes no la pueden sobrellevar”. Hagan lo que yo les digo. El Señor, el Amo, tiene ciertos planes que no tiene por qué estarle explicando al siervo. Lo que tiene que hacer éste es obedecer. Sin embargo, hay gente a la que Dios les explica y les da a conocer sus planes. Eso es revelación. A los amigos Dios les revela sus cosas. Pregúntate, ¿soy enemigo, soy siervo o soy amigo? Dice la Biblia que Dios no hace ninguna cosa en la tierra si no se la revela primero a sus amigos. Había cosas que los discípulos no entendían porque les estaba velado, pero cuando resucitó Jesús comenzaron a darse cuenta. Les vino a la memoria lo que Jesús les había dicho y lo que decían las escrituras, y entonces empezaron a recibir revelación y conocimiento de Dios. ¿Por qué otros lo sienten y yo no lo siento? ¿Por qué otros ven y yo no veo? ¿Por qué otros entienden y yo no entiendo? ¡Qué te importa! ¡Mejora tu relación con Dios! ¿A quién le cuenta la gente lo que les pasa? A sus amigos. Capaz que es un amigo que está en el mismo pantano que tú, pero a ese amigo le tienes confianza. Dios anda buscando siervos a quienes levantar al nivel de amigos, porque a los amigos Él les puede abrir el corazón y contarles cosas que están sucediendo y que van a suceder.

A mí Dios me mostró hace tiempo lo que iba a pasar con las vacunas. Hay gente que se enojó conmigo y se fue de la iglesia porque yo hablé que estaba en contra de las vacunas. Yo tenía una doctora amiga, era mi doctora de cabecera, que me dejó de hablar y aun me eliminó de las redes porque yo me puse contra las vacunas. Dios me alertó a mí y muchos me han hecho caso. Nos quieren someter y Dios nos está advirtiendo, pero algunos entienden y otros no. Muchas cosas están por suceder, el mundo está convulsionado, siguen viniendo noticias de que se aumentan las guerras. Hay noticias que son señales de lo que pronto va a suceder. Y nosotros no sabemos ni siquiera lo que la maestra le enseña a nuestro hijo, a nuestra hija en la escuela primaria o en la secundaria, y ya tu hijo te ve como un extraño. Oscuridad cubre las naciones, mas este es un tiempo en que la Biblia promete que los hijos de Dios van a brillar, la gloria de Dios será vista sobre los amigos de Dios.

CONCLUSIÓN

“…Os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”, dijo Jesús. Dios tiene la necesidad de contarle sus asuntos a sus amigos. El enemigo de Dios piensa por sí solo, no necesita preguntarle a Dios, cree que lo que hace está bien. Pero la Biblia advierte que hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte. Los caminos del hombre no son caminos de luz. Por eso debemos esforzarnos en aprender obediencia. A Dios lo que más le interesa de ti es la obediencia. Y al que es amigo de Dios, Él le abrirá su corazón y le contará; como Jesús les contó a sus discípulos todo lo que le ha dicho el Padre. El desobediente vive desconfiando, preguntando por qué y para qué; el desobediente quiere explicaciones. El desobediente quiere satisfacer las razones de su intelecto. En cambio, el obediente va aprendiendo a amar a Dios y a no hacerle tantas preguntas.

Recuerdo una jovencita que tenía un novio que la golpeaba. Esta chica nunca había recibido amor de nadie. Su papá nunca se había interesado en ella, ni su mamá. Y el novio le decía, yo te pego porque te amo. ¡Era un infame! Encima le decía: “Llora todo lo que quieras, tu papá no va a venir a ayudarte; tu mamá no va a venir porque no te quieren”. No tenía a quién aferrarse, y no quería dejarlo porque creía que las palizas que él le daba eran porque la tenía en cuenta. Si somos capaces de amar a un hombre malvado que hace cosas que no entendemos, ¿podremos ser capaces de amar a un Dios al que no entendemos, pero que es bueno y nos ama de verdad?

Oramos: “Señor hoy me inclino delante de ti, me humillo delante de tu presencia. Tú has provisto para mi salvación. Yo era tu enemigo, Padre, y tú enviaste a Jesucristo a morir en la cruz del calvario. Decidiste reconciliar contigo todas las cosas que están en la tierra y aun las que están en los cielos por medio de su cruz. Pero no me quisiste dejar ahí, tú quieres que yo sea tu amigo, Quiero caminar contigo, quiero que mi vida cambie. Entiendo que debo amarte sin pedirte explicaciones, Señor. Mi mente chiquita no va a poder entender nunca, tu mente tan grande. Te pido perdón por mis cuestionamientos y por mi rebelión. Enséñame y guíame para que yo llegue a ser tu amigo, para que tú me abras tu corazón y me cuentes todas las cosas a través de tu Espíritu Santo. Quiero aprender a caminar en la obediencia a ti. Lléname con tu Espíritu Santo Señor, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.  

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