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INTRODUCCIÓN
Nosotros somos en el mundo, la gente que vence por causa de la fe. Leemos en 1ª Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Tú no eres vencedor por simpático, porque eres lindo o estudiaste tal carrera; no eres vencedor por ser inteligente. Eres vencedor o eres vencedora si eres nacido o nacida de Dios, y dice la Biblia que todo lo que nace de Dios vence al mundo, y la victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe.
El mundo está entrando en el trayecto más oscuro de la historia de la humanidad y corre a pasos agigantados hacia la gran tribulación. Se aproximan tiempos de caos, de anarquía y violencia; pero Dios ha establecido que todo lo que ha nacido de Él vence al mundo, y la victoria que vence al mundo es nuestra fe. Nosotros somos gente de fe. No seas de esos que si no sale algo se le cae la fe al piso; o como quienes viven con temor. Recuerda que la prudencia te abandona cuando te domina el temor. Está bien ser prudentes, pero la prudencia y el temor no son competentes. Tenemos que saber qué nos ayudará a cruzar el Mar Rojo o el río Jordán en estos tiempos que vivimos y hay una sola arma que es ultra poderosa, más poderosa que la bomba atómica; esa arma es la fe. Cuando tú ejerces fe los demonios tiemblan y huyen porque no pueden soportar una actitud de fe.
Es bueno meditar en la fe, cada día, para mantenerte firme; más en estos tiempos en que muchos decaen. Muchas personas tienen pensamientos de tristeza profunda y depresión, y aun de muerte por causa de circunstancias que les ha tocado atravesar. Y te digo algo; tienen que venir problemas para que quede demostrado quién es cristiano y quién no, quién tiene fe y quién no. Así que, si vienen problemas difíciles a tu vida, tienes que gozarte porque quedará demostrado que eres nacido de Dios y ninguna prueba te va a demoler, y nada logrará que tu fe decaiga. Los demonios quedarán avergonzados y verán que tu fibra es divina, que has nacido de Dios y le perteneces a Él.
Tú perteneces a una generación de gente que nunca será destruida. Tu fe se ve en los momentos de mayor crisis. Si tu fe es blanda en esos momentos, te vas a oprimir y a enojar, estarás lleno de temores y dudas. Recuerdo que hubo un tiempo en que mi fe tambaleaba y es que no tenía la fe que tengo ahora. Yo tenía miedo porque no sabía qué iba a hacer Dios conmigo. “¿Qué más vas a hacer conmigo? ¿Qué más me vas a quitar?” le decía yo a Dios. ¡Yo tenía miedo! Quien se deja dominar por el miedo no tiene fe; en cambio quien tiene fe avanza, tiene confianza. Quien tiene fe tiene luz; y la fe es esa luz que alumbra el camino por el cual debes ir.
FE y VISIÓN DE DIOS
Los seres humanos tenemos dos áreas: La sicológica o almática porque se relaciona con el alma; ésta pertenece a la naturaleza caída y pecaminosa. Y la otra área es la del espíritu. Cuando el alma domina y los poderes de las tinieblas la afectan llenándola de emociones negativas, el área espiritual se ve restringida y disminuida. Nosotros tenemos que esforzarnos por alimentar esa área espiritual. El apóstol Pablo oraba a Dios para que los creyentes sean fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu, aunque nuestro ser exterior se desgaste día a día.
El alma ha quedado relegada de la presencia de Dios, por eso necesita salvación; pero la salvación viene de la vida espiritual y no del alma. No hay salvación en la misma alma; hay salvación que viene del área del espíritu, porque ahí es donde Dios opera y desde ahí fluye la fe. La fe ve y ve lo espiritual; es decir, ve lo invisible. En cambio, la vida del alma se mueve por intuición. Los demonios del infierno operan en el área del alma poniendo sentimientos equivocados; y las personas se guían por esos sentimientos. La gente yerra porque se guía por un principio que dice “ver para creer”. Te afecta algo que viste y comienzas a moverte en función de lo que viste. Resulta que el gusto, el oído, la visión, el olfato, el tacto, son antenas del alma que te conectan con el mundo exterior. Pero el mundo exterior está contaminado por el pecado y afectado por el infierno; lleno de verdades que no son verdades, más bien son mentiras. Y eso, como dice la Biblia, es oscuridad.
El creyente que tiene fe tiene luz y puede ver. El cristiano que tiene fe puede no hacerle caso a lo que está viendo o escuchando; o puede estar viendo algo, pero sabe qué es lo que se mueve detrás porque ve lo invisible. No podemos vivir sin fe, mucho menos en los tiempos que vienen. Advierto a la iglesia respecto de esto porque sé que vienen tiempos malos. Antes, al pensar en lo que vendrá me lamentaba: “¡Ay, mis hijas! ¡Ay, mis nietos!” Ya no me lamento más porque estoy enardecido por la fe. Sé que tengo que darle ánimo al pueblo de Dios y hablar de su palabra; porque hay algo que es total y absolutamente inamovible e indestructible y eso es la palabra de Dios.
Hebreos 11 narra acerca de los grandes héroes de la fe, y comienza diciendo: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Y más adelante comienza a enumerar a quienes fueron los héroes de la fe; y señala la Biblia que todos ellos hicieron cosas conforme a la fe, haciendo caso omiso a lo que pudiera ocurrir. Ellos estaban obedeciendo la voz de la fe. Aunque todos ellos tuvieron que enfrentar situaciones muy difíciles. Ya que son muchos, el autor del libro de Hebreos, solo nombra a David, y él fue un hombre que tuvo fe en Dios, aún desde muy jovencito. Cuando tuvieron que enfrentar a Goliat, el rey Saúl tuvo miedo, su ejército estaba temeroso; pero David tenía fe y confianza en Dios. Y Eliab su hermano mayor se encendió en ira contra David y dijo: “¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”. David no formaba parte del ejército porque era muy jovencito y no tenía edad para pelear. Y cuando fue a llevarle comida a sus hermanos de parte de su padre, vio que todos estaban amedrentados y dijo: “¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?” (1ª Samuel 17:26).
La fe tiene otra visión. Llevan a David ante el rey Saúl, y él no creía que David podía vencer a Goliat, pero mandó a que le pusieran una armadura. David no se sintió cómodo y se quitó todo. Saúl le había dado una sentencia a David y le dijo: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud” (1ª Samuel 17:33). Pero David le respondió: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo”.
FE y PERSECUSIÓN
Todos los héroes de la fe tuvieron que sufrir por causa de su fe. Por tener fe tuvieron que sufrir porque el mundo, a los que tiene fe, los confronta, los enfrenta y los prueba; quieren ver si se amedrantan, si se angustian y se detienen. Saúl le agarró bronca a David porque todo el pueblo comenzó a vitorearlo y no lo celebraban a él que era el rey. Tanta envidia sentía Saúl por David, que se endemoniaba. Y la fe espanta demonios. Dice la Biblia que cuando David tocaba el arpa, los demonios que tenía Saúl lo dejaban, huían. Mical, hija de Saúl, se enamoró de David y Saúl aceptó dársela, solo para que la mano de los filisteos sea contra él. Entonces le mandó a decir en secreto: “Decid así a David: El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos…se levantó David y se fue con su gente, y mató a doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos y los entregó todos al rey, a fin de hacerse yerno del rey. Y Saúl le dio su hija Mical por mujer” (1ª Samuel 18:25 y 27).
Saúl ya no sabía más qué hacer contra David. Los mandaba a la guerra y David salía victorioso. Y David creía en Dios. El tema es que los que tienen fe, por creer, atraviesan dificultades increíbles. Y en esas dificultades queda demostrado que la fe es todopoderosa. David no escribió los Salmos porque estaba inspirado en un hotel 5 estrellas sentado al lado de la piscina con un jugo de naranja. En medio de la prueba escribió el Salmo 27: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”.
David estaba adorando a Dios por cuanto él creyó y Dios lo salvó de angustias, lo libró de temores y de sus enemigos. Se equivocan aquellos cristianos que creen que porque tienen problemas Dios no se acuerda de ellos. Lo que sucede es que Dios te está ayudando a descubrir cuánto te falta para ser una persona victoriosa.
Dios te pide hoy que te dediques a hacer crecer tu fe. La fe viene por el oír, y por el oír de la palabra de Dios. En estos tiempos en que veo a mucha gente con temor, les digo que busquen versículos bíblicos que hablen acerca del temor y los anoten en un cuaderno. La Biblia habla del temor 365 veces, una vez por cada día del año. “¡No temas!” te dice el Señor. Tus enemigos te han dicho que te iban a comer crudo o que te iban a pisotear. ¡Ellos van a tropezar y van a caer! Tú no eres una mujer cualquiera, no eres un hombre cualquiera; eres un hijo engendrado y una hija engendrada por Dios y todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Alguno dirá: “¡He fracasado tantas veces!” Tienes que saber si eres nacido de Dios o no. ¿Eres nacido de Dios? Entonces tú vences al mundo. Y la victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe.
En medio de la prueba también declaró David: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes” (Salmos 27:13). No has desmayado porque crees y mientras crees puedes confesar victoria. Estoy convencido de que hay creyentes que en vez de creer y confiar cuestionan a Dios. Tal vez dices que lo que estás viviendo no es justo, o preguntas por qué Dios permite que estés pasando por esa situación. Eso no es creer; eso es cuestionar a Dios. Tal vez Dios le pone una prueba pequeña a alguien porque si le tocara vivir lo que tú vives entonces se hunde. Y si te manda la prueba que hoy te toca vivir, que para ti es muy dura, es porque está creyendo que vas a salir adelante. Tú dices: “Yo oro con fe, pero Dios no me escucha”. ¡Eso es hablar con soberbia! Eso es creer que piensas mejor que Dios. ¡Eso no es fe! ¿Qué esperas, que Dios haga lo que tú quieres? Dios no tiene que caminar en tus caminos; el creyente tiene que caminar en los caminos de Dios. Dios no tiene que pensar como tú; eres tú quien tiene que pensar como Dios piensa. No tengas miedo a creer; ten miedo a temer. ¡Rechaza la angustia!
CONCLUSION
Pídele perdón porque has actuado soberbiamente creyendo que Dios estaba haciendo las cosas mal, pensando que tú lo harías mejor. Has hecho a Dios mentiroso diciendo que tú oraste con fe y Él no te respondió. Si has orado con fe, Dios responde y te contesta que sí porque la fe te la ha dado Él para que tú demandes al cielo lo que debe ser hecho según su voluntad. La fe responde a la voluntad de Dios y no a tu voluntad. La fe la ha dado Dios para que golpeemos las puertas del cielo. Pero golpea con fe. ¡Eso alegra a Dios!
Atiende bien esta palabra: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15). Te falta humildad y humillación; te falta decirle: “Yo sé Señor que tú sabes todas las cosas, ¿qué te voy a cuestionar yo?” Job declaró: “…Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía…De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:3 y 5).
Pídele a Dios que te libre de ese sentir de cuestionar todo y de creer que Él no hace las cosas bien o que es injusto. Dile: “Señor, gracias por este día. Tú me has hablado. Yo me arrepiento. Mis pensamientos me engañaron; tu palabra es verdad. Mis sentimientos me engañaron; tu palabra es verdad. Te pido perdón, quita mi opresión, quita el temor y la angustia; quita la impotencia. Libérame Señor, dame tu paz. Te doy gracias Padre. Hoy recibo tu paz que sobrepasa todo entendimiento, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: