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Cuando la palabra de Dios entra en nuestras vidas, lo que viene realmente es el pensamiento de Dios, cuando venimos a la iglesia
con un corazón dispuesto a recibir su palabra, estamos dejando entrar dentro nuestro la mentalidad de Dios. Y cuando hablamos de la palabra
de Dios, nos estamos refiriendo a su pensamiento pues las palabras son la expresión de la mentalidad y de los pensamientos. A través de su palabra, Dios expresa lo que Él piensa, su mentalidad, y anhela que nuestra mente esté llene de ella y por ende, de su pensamiento.
Si tú le permites, Dios hará un trabajo destructivo en tu mente y batallará continuamente a través de su palabra y de su Espíritu para destruir todo pensamiento que no proviene de Él, que no puso ni plantó. Si tú lo dejas, Él destruirá toda estructura mental, porque en nuestra mente están nuestros limites. La mente es el primer territorio que Satanás ataca; una vez que ha tomado autoridad en ella, avanza hacia otras áreas de tu ser, como por ejemplo la voluntad y las emociones. Él siempre intentará introducir nuevos estados de ánimo a través de nuevos pensamientos, tratará de motivar la voluntad para inducirnos a hacer determinadas cosas y actividades, por lo tanto la mente es un territorio sumamente belicoso donde se desarrollan diariamente las guerras por las victorias o el fracaso en el área espiritual. Qué bueno es ir a la casa de Dios, porque es allí donde El batalla contra los poderes de las tinieblas que oprimen las mentes.
En nuestra mente es donde se define nuestra victoria o nuestra derrota espiritual y en ello meditaremos hoy.
Todo pecado, antes de ser cometido en el mundo visible, ha sido concebido en el alma, y dentro de esta, la primer área afectada es
la mente. La sabiduría, la inteligencia, la memoria, los recuerdos, las imágenes, tienen que ver con la mente y esta afecta luego las emociones.La mente es considerada en la Biblia como un territorio gobernado por las tinieblas, antes que el creyente sea regenerado. Leamos 2° Corintios 10: 3-6: “3Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 6y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”.
La Biblia utiliza las palabras “carne”, y “carnalidad” para referirse a la vieja naturaleza pecaminosa, o a la naturaleza humana; cuando
Jesús dijo “lo que es nacido de la carne, carne es”, se estaba refiriendo al ser humano, a la persona como cuerpo y alma; a eso alude la
palabra “carne”. La naturaleza humana pues, incluye un área anímica o psicológica y un área biológica, un cuerpo de carne y huesos, esas dos áreas definen a la persona humana, y estoy dejando al espíritu para después porque él debe ser vivificado y regenerado por Cristo, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, así lo afirma la Biblia. La muerte se manifiesta primeramente en el espíritu, por lo tanto el hombre en su estado natural es “carne con su espíritu muerto”, en otras palabras, está desconectado de Dios y funciona el ser humano en su carne, pero su espíritu está muerto.
Como dijimos, la Biblia afirma: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6).De modo que hay un área que es espíritu y otra que es cuerpo y alma. El apóstol Pablo dice que andamos en la carne, pero no militamos según la carne, es decir, andamos con este cuerpo, funcionamos con esta psiquis, mente, voluntad y emociones pero las armas de nuestra milicia no tienen que ver con nuestro cuerpo, ni con nuestra mentalidad, ni con nuestras emociones, nuestras armas no tienen origen en la personalidad ni en el cuerpo del hombre. No echaremos a los demonios a golpes de puños, porque la naturaleza de nuestra guerra no tiene origen en algo que pueda hacer el cuerpo o el alma.
El versículo 4 afirma: “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas para la destrucción de fortalezas…”,
comienza a hablar de fortalezas y luego el siguiente versículo refiere a “refutar argumentos”. Y éstos, ¿a qué área pertenecen? ¡A la mente!Estamos hablando de la carne, que incluye el cuerpo, la mente, la voluntad y las emociones. Nuestras armas no tienen nada que ver con la habilidad del cuerpo, de nuestra mente, de nuestra voluntad y de nuestras emociones pero no obstante, son poderosas en Dios para destruir fortalezas, refutando y derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Y, ¿a qué área de nuestro ser pertenece el conocimiento? Pertenece a la mente.
¿Qué está queriendo decir el apóstol Pablo? Que Dios tiene armas para trabajar sobre nuestras vidas que son poderosas y que operan
en primer lugar destruyendo argumentos, altiveces que se levantan contra el conocimiento y la revelación de Dios. Nada que tenga origen en el hombre tiene capacidad o poder para la victoria espiritual, ni el mejor de los pensamientos o emociones del hombre;generalmente confundimos pensamientos y emociones porque nuestra alma tiene una habilidad impresionante de generar pensamientos casi espirituales, de mimetizar y tomar apariencia de espiritualidad. ¡Nuestra alma tiene habilidad de volverse religiosa! Es capaz de llorar delante de la presencia de Dios y tiene la destreza de engañar en cuanto a nuestros pensamientos y sentimientos, y hacernos creer que es espiritual pero, ¡ella es carnal! Sólo tu espíritu es espiritual… tu mente, tu voluntad y tus emociones son carnales, el alma del hombre fue afectada por el pecado, nada puede producir el hombre que agrade a Dios. El pecado debe ser perdonado por Cristo, pero Él no perdona el alma, ella no tiene un taller donde ir a repararla,¡es irrecuperable! Pertenece a tu naturaleza caída, corrompida, entonces, ¿qué hace Dios con ella? ¡Él la quiere muerta!
Recuerdo una circunstancia vivida cuando estuve en el servicio militar; cuando ingresé al mismo, ya era arquitecto porque había pedido una prórroga para terminar mi carrera, de modo que me recibí y luego fui al servicio militar. Decía dentro de mí mismo: “Ahora que soy arquitecto me van a tener en cuenta, no seré un soldadito cualquiera”. ¡Pero me tomaron como a un soldadito cualquiera! A nadie le importó que fuera arquitecto… nunca me voy a olvidar de una ocasión en la que un sargento que no sabía nada discutía con un subteniente que tampoco sabía nada, acerca de un edificio. Yo estaba allí y quería opinar pero no podía porque no era más que un soldado. Hasta que en un momento, uno de ellos me pidió opinión. Les evacué la duda y se quedaron peleando. De repente observé que estaban diciendo cosas erradas, por tanto les interrumpí, pero uno de ellos me increpó: “¡Salga de aquí! ¡Usted es un soldado!” Me querían hacer ver que sólo servía para soldado, y sólo podría intervenir en una conversación sin ellos me lo pedían.
Igualmente, el alma sirve para ser esclava pero no para ser amo; el alma sometida a Dios, crucificada y muerta al mundo es
sumamente útil para Dios, sólo en esas condiciones puede tener vida para Cristo. Dice la Biblia que Él nos ha hecho partícipes en su muerte en la cruz del calvario para que participemos también en su resurrección, de modo que opera en nosotros tanto la muerte de Cristo, como su resurrección; si bien en nosotros actúa la muerte por causa del pecado, también lo hace la resurrección de Cristo por causa de la justificación y de la vida eterna que Dios ha otorgado a los que creemos en Cristo Jesús como el Señor y Salvador.
¡Nada puedes hacer por tu salvación! ¡Nada que hagas sirve de algo! Ningún esfuerzo de tu cuerpo, de tu mente, de tu alma, de tu
voluntad, ni de tus emociones podrá lograr mover el “amperímetro” de Dios. Nada que provenga del hombre, lo único que puedes hacer es arrodillarte delante de Cristo y decirle: “creo en ti, Señor Jesús”. No es por obras sino por fe, no hay nada que puedas inventar, argumentar, razonar, no hay lágrimas que sirvan, lo único que sirve es la fe en Cristo Jesús nuestro único y suficiente Señor y salvador. Él es nuestra esperanza, nuestra revelación, nuestra sabiduría y nuestro conocimiento; Él murió y resucitó por nosotros, Él es todo en nosotros. Si le das lugar a Dios, Él vendrá por su Espíritu a destruir todos tus argumentos y se llevará cautivos todos los pensamientos en Cristo Jesús Señor nuestro, derribará todo argumento y toda altivez que se levanta contra todo conocimiento que viene de Dios. Nada puede producir el hombre, hasta nuestras buenas obras las produce Dios en nosotros.
¿Cómo hizo Satanás para que las personas pierdan toda oportunidad de salvación? ¿Cómo hizo Satanás para extraviar a las personas
y ponerlas en oscuridad para que no les alumbre la luz del evangelio? 2ª de Corintios 4:4 afirma: “…en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.Satanás puso ceguera en el entendimiento de los incrédulos; antes de la regeneración, antes de la luz y del perdón, antes de la salvación,nuestra mente era territorio de Satanás y aún lo es para muchos. Muchos que están recibiendo este mensaje tienen a Satanás, al mismísimo Satanás, operando en la mente, cegando el entendimiento. Antes de ser de Cristo, la mente es territorio codiciado, avasallado y conquistado por Satanás; el ha logrado producir muerte espiritual de tal manera que todo lo que pensemos sea inútil y no haya luz en nuestros pensamientos.Asimismo, antes de venir a Cristo, estamos llenos de fortalezas que deben ser destruidas. ¿Qué son las fortalezas? Son estructuras de pensamientos que están en nuestra mente, rígidas, sin posibilidad de ser removidas, de modo que cada uno de nosotros vive, piensa y opera de acuerdo a esos argumentos. Al incrédulo que está ciego, aunque crea que hay Dios, no le sirve de nada, porque su pensamiento está cegado al cocimiento y a la revelación de Dios. Pero cuando escucha su palabra, ésta comienza a golpear en esos argumentos y fortalezas y la ceguera de Satanás es destruida. La persona no entiende pero “…la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Y el incrédulo que no ve, ¡comienza a sentir que algo palpita dentro de él y empieza a recibir vida!
Leamos Colosenses 1: 21-22: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo
malas obras, ahora os ha reconciliado 22en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e
irreprensibles delante de él;” ¿Cómo éramos antes? Extraños y enemigos en nuestra mente y nuestras obras eran malas. ¿Conoces ateos buenos e incrédulos amables y educados? ¡Igualmente se irán al infierno por incrédulos! Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del espíritu, espíritu es. La carne educada o religiosa no entrará en el cielo, ¡porque es carne! No importa qué tan buenas son tus obras sino cuál es el origen de ellas. Un pecador cuando recibe la luz cae de rodillas y dice: “¡Soy un pecador, necesito el perdón!” Pero un cristiano que ora y ofrenda en la carne, ni se entera que está haciendo malas obras, es decir, las buenas obras de la carne también son malas porque son de la carne; una es la voluntad de Dios y otra es la voluntad de la carne y dice el apóstol Pablo que el designio de la carne es contra el espíritu y el designio del espíritu es contra la carne.
Leamos 2ª Corintios 3:14: “Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el
antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado”. Este versículo se está refiriendo al pueblo judío,
pero también se aplica al incrédulo, sea cual fuere su nacionalidad. La Biblia afirma que Moisés tenía una gloria impresionante; la gente le miraba y tenía deseos de arrodillarse ante su presencia, de modo que para que no le vieran la cara y confundieran la gloria de Dios con su propia gloria, se puso un velo. El pueblo judío tiene el velo hasta el día de hoy y no pueden ver la gloria de Dios porque cuando todavía leen el Antiguo Testamento tienen el entendimiento embotado y no pueden recibir revelación por causa de ese velo que tienen en la mente, el cual es quitado por Cristo. Él es el único que puede dar entendimiento al que no lo tiene; quizás digas: “¡Yo tengo entendimiento!” ¿Tienes a Cristo? Porque si no lo tienes, todo lo que crees entender, no lo entiendes realmente. La obra de Cristo en la vida del ser humano es destructiva, en el sentido que demolerá todo lo viejo y hará todo nuevo. El que está en Cristo es nueva criatura, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas. Los que somos de Cristo tenemos su mente, no la nuestra y tenemos por tanto, un nuevo entendimiento, un nuevo pensamiento, ¡una nueva mentalidad! Así que si eres inteligente pero no eres de Cristo, tu inteligencia está embotada. Si tienes mucha sabiduría, es un peligro, porque ella está embotada junto con todo lo que sabes y entiendes. Tú puedes conocer toda la física y toda la matemática del mundo pero tener tu entendimiento embotado y no conocer la gloria del Dios vivo. También ser muy religioso es tremendo peligro; ser religioso y conocer mucho la Biblia, pero no
estar lleno del poder de Dios y de su revelación y no producir sus obras es un engaño tremendo. ¿Por qué? Porque tu entendimiento está embotado y te crees que eres un perfecto cristiano, cuando en realidad eres un perfecto religioso. Revistes tu carne de canciones, de oraciones, de ofrendas, pero debajo de esa vestidura hay sólo carne. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del espíritu, espíritu es. ¿Y dónde está la guerra más grande? ¡En la mente! Por eso Cristo no puede engendrarnos espiritualmente si primero no le da un golpe de muerte a nuestra mentalidad, ¿y cómo lo logra Dios? ¡A través de nuestro arrepentimiento! Dice la Biblia que éramos extraños y enemigos en nuestra mente, de modo que Dios necesita nuestro arrepentimiento para perdonarnos y darnos vida eterna. ¿Qué significa arrepentimiento? ¡Cambio de mentalidad! Tus pensamientos no le sirven a Dios, tienes que asegurarte que lo que piensas es de Cristo, que tus pensamientos provienen de Dios. Por eso dice la Biblia que Dios “…manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). No existe la vida
eterna sin un cambio de mentalidad, sin arrepentimiento.
Recientemente un creyente me dijo: “¡Usted piensa asi pero yo pienso de otro modo!” Y yo le respondí: “Te estoy hablando con la
palabra de Dios, estoy tratando no de darte mi pensamiento, sino el de Dios”. No predico para darte mi opinión, sino para darte la palabra de Dios y su pensamiento. Así que la vida eterna no la tenemos por volvernos religiosos, ni porque asistimos asiduamente a la iglesia, cantamos u oramos… La pregunta es: ¿Te has arrepentido? ¿Cristo ha tomado el territorio de tu mente? ¿Satanás ha sido echado fuera de tus pensamientos? Las estructuras mentales que traías cuando viniste a la iglesia, ¿todavía están ahí o fueron totalmente destruidas? ¿Opinas un poquito como la Biblia y otro poquito como tu madre, o tu padre?
Es necesario que tengas certeza de la salvación, Cristo manda a todos que se arrepientan porque el reino de los cielos se ha acercado,
y en ese reino no hay otra voluntad sino la de Dios, no hay otro pensamiento, sólo los de Dios. No hay otra ley, ¡sólo la de Dios! ¡Señor, hágase tu voluntad en mi vida! ¡Señor me inclino delante de ti! ¡Doblego mi alma delante de ti, mi mente, mi voluntad, mis emociones!
Tú no tienes que ser simpático porque te caen simpáticos los cristianos, no tienes que ser cristiano por tradición, porque tus padres
eran cristianos, ¡tienes que ser cristiano por convicción! Es necesario que le pidas perdón a Dios por tus pecados, tienes que arrepentirte, abrir tu corazón y decirle: “Señor, quiero que te sientes en el trono de mi vida, quiero que reines en mí, quiero la muerte de mi yo, quiero estar muerto y crucificado juntamente con Cristo, y quiero la vida resucitada de Jesús en mi, quiero el perdón de mis pecados y quiero ser regenerado. ¡Anhelo la vida eterna!
Si necesitas esto, si el Espíritu Santo te está redarguyendo, si el fuego de Dios te está sacudiendo porque tienes que entregarle tu
vida a Cristo, es momento de hacer ahora mismo una oración de consagración: “Señor, estoy delante de tu soberana presencia, y habiendo escuchado tu palabra vengo delante de tu altar, reconociendo que era extraño y enemigo de ti en mi mente, reconociendo la necesidad que a través de tus palabras y tus armas poderosas, mis argumentos sean refutados y mis fortalezas sean destruidas. Aquellos pensamientos de muerte, de tristeza, de amargura, de soledad, de ira, de venganza, de odio, que me maldicen, que Satanás ha introducido en mi mente, ordeno que sean echados fuera… ¡Que salgan de mi mente los espíritus de Satanás que han establecidos argumentos y fortalezas! ¡Envío todo pensamiento humano demoníaco cautivo en Cristo Jesús! Proclamo la liberación de mi mente en el nombre de Jesús. He escuchado tu palabra y la recibo ahora en mi corazón, reconozco que mi mente ha sido una fortaleza de Satanás y reconozco y confieso que ningún pensamiento mío es correcto delante de ti. Renuncio a mí mismo, me rindo y te entrego el señorío y la soberanía de mi alma. Perdona Señor todo argumento, todo pensamiento, toda obra que haya hecho desde que nací hasta ahora. Líbrame de mis maldades y lléname de tu presencia. ¡Recibo el perdón y la vida eterna! Proclamo que Jesucristo es mi Señor y mi salvador. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: