EL VALOR DE LA VIDA ETERNA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL VALOR DE LA VIDA ETERNA

INTRODUCCION

Hoy conocerás acerca del valor de la vida eterna. ¿Qué tengo que hacer yo por causa de la vida eterna? Algunos dicen que no hay nada que hacer porque Cristo ya pagó el precio.

En el capítulo 10 de Marcos encontramos la historia de un joven rico que visita a Jesús; y dice este pasaje: “Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios”.

Notemos varios detalles; primero, ninguna persona se puede postrar ante nadie sino sólo ante Dios para reconocer su señorío y para adorarlo. Según la Biblia, ningún ángel permitió que un creyente se arrodille delante de él. Este joven rico estaba reconociendo la divinidad y la autoridad de Jesús, por eso se postró ante Él. Y después le dice “maestro bueno”, y Jesús le contesta: “¿Por qué me dices bueno?; si el único que es bueno es Dios y yo no tengo ese título”. Aunque se puede interpretar como que Jesús entiende que el joven se dio cuenta que le estaba diciendo bueno porque en Israel a nadie se le decía así ya que todos somos pecadores. O sea que el joven rico estaba viendo algo muy especial que no cualquiera veía en Jesús y era su divinidad.

El evangelio de Lucas se refiere a este joven como un hombre principal o un príncipe, o sea que era una persona de eminencia y además era rico. Entonces Jesús le dijo: “Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Él entonces, respondiendo, le dijo: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz”. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Según él, conocía todos los mandamientos, pero violó el primero de todos porque amó sus posesiones más que a Jesús. Quien ama a Jesús no se aflige por aquello que tiene que perder. ¿Qué no quisieras perder o por qué cosa dejarías de obedecer a Jesús si es que Él te pide algo?

¿HAY QUE HACER ALGO PARA RECIBIR LA VIDA ETERNA?

Un pastor contó que se le acercó una joven a hablar con él y quería ver si estaba de acuerdo con ella porque resulta que tenía a sus padres y al pastor de la iglesia en su contra. “Nadie quiere que yo esté de novio con un muchacho que es muy bueno y un caballero. Es más, le puedo decir que es mejor que muchos jóvenes cristianos que conozco”, le dijo. Él es ateo, pero según ella se porta mejor que muchos cristianos, es más, ella lo veía muy espiritual. El pastor le preguntó si estaba dispuesta a ir contra su padre, contra su madre y el pastor, y ella muy convencida le dijo que sí; y agregó: “Yo lo amo muchísimo y oro por él”. Entonces el pastor que estaba de visita en esa iglesia le dice: “Bueno, cásate”. Ella pensó que el pastor estaba de acuerdo con su decisión, pero él le dijo: “Yo no estoy de acuerdo contigo, pero veo que te has negando a recibir el consejo de todo el mundo y que estás dispuesta a negar a Jesús por amar más a ese joven.

El joven rico le preguntó a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” Pareciera que no hay que hacer nada, pero según lo que estamos aprendiendo, sí tenemos que hacer, y a veces no nos damos cuenta que estamos negando a Jesús por amar más esas cosas que consideramos más importantes que Él. El joven rico estaba negando a Jesús y estaba incumpliendo el más grande de todos los mandamientos que es amar a Dios por sobre todas las cosas.

Las personas y las cosas tienen un valor y ese valor se lo das tú cuando amas a esa cosa o a esa persona. Por ejemplo, hay gente a la que le gustan los autos viejos y ese es el caso de mi yerno. Cuando vamos por la ruta yo le digo: ¡Mira qué linda nube! ¡Mira qué lindo paisaje! Y él me dice: ¡Mira esa camioneta de 1936! “¿Esa chatarra te gusta, esa cosa herrumbrada, para qué querés algo así?” le digo.  “No, es que si la lijas y la pintas, y si le pones determinados faroles; de acá y de allá…” Para algunas personas las chatarras viejas valen muchísimo, y para mí no valen nada. Entonces, se trata de ponerle precio al reino de los cielos y de cuánto vale para mí. Y es tan importante amar al reino de Dios y amarlo a Él por sobre todas las cosas.

Muchas veces tenemos una falsa percepción del valor, por ejemplo, de la Biblia, o de un pastor. No ha faltado quien me haya dicho: “Pastor vos sos mi padre. Sos lo más grande que he conocido. Te amo pastor”. Y me hacen regalos. Pero un día no vienen más a la iglesia. Yo pregunto dónde está fulano y nadie sabe. Al tiempo me manda un mensajito y me dice que lo he decepcionado. Yo valía mucho pero ya no valgo nada. ¡Menos mal que tengo a Dios que me valora! ¡Menos mal que Dios me ama y por causa del amor que me tiene fue a morir en la cruz del calvario, y derramó su sangre por mí!

Maestro, ¿qué tengo que hacer? Lo que tienes que hacer es amarme. Bueno, sí, yo te puedo amar. Vende todo y repartilo a los pobres, y seguime. Tengo que confesar que amo más mis riquezas que a ti. Ahora piensa, ¿qué cosas no permitirías que Jesús te quite? He contado ya que un día salí destrozado de mi casa porque escaseaba el dinero y no tenía para que comieran mis hijas. Me había declarado en ayuno, y como para no, si no había nada que comer. Si tuviera qué comer seguro no hubiera ayunado. Entonces me senté en una plaza y le dije a Dios: “Señor, yo te he ofrecido mi vida y estoy dispuesto a morir de hambre. Puedo hacer ayuno hasta que me muera. Pero hay algo que no te voy a permitir y es que toques la comida de mi señora y de mis hijas”. Me hice el macho y lo enfrenté a Dios, y me quedé esperando que dijera algo. Entonces, un pensamiento se me cruzó por la mente. No sentí la voz audible del Señor, pero algo en mi interior me decía, “¿así que son tuyas?” Agaché la cabeza porque Él me hizo ver que no eran mías, Y me dijo: “¿No era que me las habías dado? No te acordás cuando orando dijiste: Señor, toma mis hijas, aquí está mi esposa, son tuyas”.  Y ahora le estaba diciendo que no le iba a permitir que tocara la comida de mis hijas. Humillado, oré: “Señor, es verdad, yo dije que eran tuyas, no te puedo reclamar nada”. ¿Y si las mato, qué?, me preguntó. El corazón se me estrujó y empecé a creer que me las iba a matar y que de alguna manera se iban a morir. Esta fue una de las luchas más grandes que tuve con Dios. Yo no había entendido que Él es Dios y es el dueño de todo; y se las dé o no Él me las puede quitar igual.

Kathryn Kuhlman fue la más grande evangelista y promotora de impresionantes milagros del siglo pasado. Una mujer que llenaba estadios. La gente se quedaba fuera sin poder entrar; y afuera de los estadios, las personas se caían al piso, se sanaban, los endemoniados eran libres, todo antes que ella predicara. ¡Había una unción terrible dentro y alrededor del recinto! Pero un buen día Kathryn se asoció con un hombre evangelista que también predicaba el evangelio y comenzaron a llevarse muy bien, y ella se enamoró de él. Había sólo un problemita, y era que el hombre era casado y aun así se enamoró de ella. Entonces iniciaron una relación tan fuerte que el evangelista se divorció de su esposa y se casó con Kathryn. El resultado fue que su ministerio comenzó a decaer, se fue la unción y dejaron de ocurrir los milagros. Ya no se convertía la gente y ella oraba y ayunaba porque quería que el Espíritu Santo se moviera como antes, pero ya no venía el Espíritu Santo. Hasta que un día cayó en la cuenta de que había hecho mal las cosas, que ese hombre no le correspondía y que no se lo había dado Dios. Y entonces decidió terminar su matrimonio y se divorciaron. El ministerio nuevamente comenzó a tomar fuerza, y las sanidades, los milagros y las liberaciones comenzaron a ocurrir. Alguien le preguntó cómo explicaba lo que había pasado y ella dijo: “Lo que pasa es que dejé al hombre que amo por causa del Dios que amo”.  Puede ser que tú ames mucho a tu familia, pero no puedes amar a tu familia más que a Dios. No puedes amar más tu profesión que a Dios porque es como escupirle en la cara. Es como decirle: “No me molestes. Vos sabes que yo te amo, pero ésto no quiero que me lo quites”.  

¿QUÉ LUGAR OCUPA DIOS EN TU VIDA?

¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida? ¿Qué lugar ocupa el reino de los cielos en tu vida? Y la pregunta concreta es, ¿qué vas a hacer? Sin duda, hay cosas que tienes que dejar porque Dios es celoso. Dios habló con un profeta en el Antiguo Testamento y le dijo: “Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas” (Ezequiel 24:16). La mujer que él amaba, su esposa, le estaba provocando celos a Dios. Él es un Dios celoso y te quiere sólo para Él. No andes coqueteando con otras cosas; tú tienes que amar a Dios más que a todas las cosas.

¿Por qué sigues a Jesús? Muchas veces no entendemos que es Jesús la prioridad en nuestras vidas. Es muy distinto el valor de la vida eterna que cualquier cosa que nosotros estemos viviendo hoy aquí o cualquier cosa que tengamos. Hay cosas que son lícitas, pero no es lícito amar a alguien o amar algo más que a Dios. Algunas personas no se dan cuenta que siguen a Jesús por interés. Hay tantas promesas en la Biblia. Tú dices, quiero que Dios me bendiga, quiero que Dios me dé una persona que me ame. Yo quiero que Dios me dé un hombre que me ame, quiero formar una familia, y quiero que sea Juancito. ¿Y si Dios tiene otro para ti? Y tú te alejas del reino de Dios, el amor por esa persona te vuelve contra la iglesia, contra el pastor y contra tus padres. Te acercas a Dios por interés, quieres que tu profesión sea exitosa, que tus estudios vayan para adelante. Le vas a dedicar a tus estudios toda tu mente, toda tu alma, toda tu fuerza y cuando tengas el título, ahí recién le vas a servir a Dios. Dios tiene que ser el primero en todo momento de tu vida.

Otros se acercan a Dios por temor, no vaya a ser que me mate, no vaya a ser que me quite un hijo; y buscan el favor de Dios porque tienen miedo a que les suceda algo malo. Así como digo temor también puede ser por ansiedades, que son formas de temor, cosas que yo pienso que tengo que alcanzar y me afano por lograrlo. Mas Jesús dijo; “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. La palabra de Dios nos dice en Filipenses 4:6: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Nadie tiene ansiedad de algo que tenga que ver con el reino de Dios, pero sí estamos ansiosos con cosas de aquí abajo. Esto sólo demuestra que Dios no es tan importante y que yo no lo amo tanto como Él se merece. O eres todo de Cristo, o nada.

Otros acuden a la iglesia por causa de alguna enfermedad. No es que digo que no hay que pedirle a Dios esas cosas que necesitas que Dios se glorifique, pero acercarte a Dios nada más que por eso, eso no es amar a Dios. Si realmente amas a Dios debes hacerte la misma pregunta que hizo el joven rico, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Se habrá preguntado qué tenían que ver las riquezas que poseía con seguir a Jesús, y la pura verdad es que el joven rico pensaba en él más que en la gloria de Jesús. Y cuando piensas sólo en ti, que si Jesús te da, que si no te da, que si te escucha, que si no te escucha, que si está enojado contigo o que te llevó a tu abuela y vos no querías que te la lleve, o que tu esposo te maltratara, entonces te enojas con Dios. Más de una vez le tuve que decir alguna mujer cuando se quejaba del esposo, ¿quién fue la tonta que lo eligió? ¿Fue Dios? ¡No, no fue Dios, fuiste vos! Y ahora te vas a enojar con Dios.

Así que la única manera de ser cristiano de verdad es seguir a Jesús por amor. Te tienes que enamorar de Jesús. Volviendo al caso de la chica que habló con el pastor, que estaba en contra del consejo del padre, de la madre y del pastor de su iglesia; apareció a los pocos días diciendo que se había peleado con el novio que amaba tanto. Y le dijo al pastor: “Dios me hizo entender que yo amaba más a ese hombre que a Jesús”. Y decidió que iba a amar a Jesús más que a ese muchacho que quizá era muy bueno, atento, servicial; pero no valía más que Jesús.

No se puede tener un valor real de quién es Dios y qué es el reino de los cielos si no se le ama por sobre todas las cosas. La Biblia dice que en el amor no hay temor, entonces, ¿a qué le tienes miedo? Si tienes algún temor y estoy seguro que hay mucha gente que tiene temores; si tienes temores, entonces no amas a Jesús, porque dice la Biblia que el perfecto amor echa fuera el temor y no hay amor más perfecto que el de Jesús. Si logras amar a Jesús como merece ser amado no debes temer. Tú no te acercas a Jesús porque tienes miedo, tú te acercas a Jesús porque lo amas, y ya no te importa si te enfermas porque el amor de Jesús lo llena todo, no importa si fracasas en algo porque si Dios te pone un tropiezo, por ejemplo, si tu empresa quiebra, seguramente Dios tiene un plan mejor, seguramente te está enseñando algo. Dios no hace nada para hacerte fracasar sino para que te vaya bien. Las dificultades y las circunstancias difíciles sirven para que tu fe sea perfeccionada y sea más valiosa que el oro; así que yo soy un vencedor por medio de aquel que me amó.

Tú sabes si le has negado algo a Jesús, o si no estás dispuesto o dispuesta a perder tu trabajo, tu estatus, tu profesión, etc. Piensa bien porque a Jesús no le puedes negar nada; lo que Él te pida se lo tienes que dar, de lo contrario no digas que lo amas.

Hay un detalle más, Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23). ¿Tiene hijos predilectos Dios? Sucede que cuando tú le amas y guardas su palabra te transformas en un predilecto de Dios. Creo que hoy te has enterado que no amas tanto a Jesús como pensabas.

A ver si estás dispuesto a amar a Jesús como los discípulos. Mateo no lo servía a Jesús por lo que el Señor le había dado; Mateo amaba a Jesús a tal punto que no esperaba nada de Dios. Ya estaba enamorado hasta los tuétanos y estaba dispuesto a morir por Él. Mateo sufrió el martirio en Etiopía y fue asesinado por una herida de espada. Tomás fue apuñalado con una lanza, en la India, durante uno de sus viajes misioneros para establecer la iglesia en el subcontinente.  Juan enfrentó el martirio cuando fue metido en una enorme vasija de aceite hirviendo durante una ola de persecución en Roma; sin embargo, fue liberado milagrosamente de la muerte y entonces fue sentenciado a las minas en la prisión de la isla de Patmos y allí escribió el libro de Apocalipsis. El apóstol Juan luego fue liberado y regresó para servir como obispo de Edesa, en Turquía moderna. Llegó a anciano y fue el único apóstol que murió pacíficamente. Pedro fue crucificado cabeza abajo en una cruz en forma de X, según la tradición de la iglesia, fue porque les dijo a sus torturadores que se sentía indigno de morir de la manera que Cristo murió.  Santiago, el líder de la iglesia en Jerusalén, fue arrojado a más de 30 metros del pináculo sureste del templo por no negar su fe en Jesucristo. Santiago, el hijo de Zebedeo, era pescador de oficio cuando Jesús lo llamó a una vida de ministerio como líder fuerte de la iglesia. Santiago fue decapitado en Jerusalén y el oficial romano que lo custodiaba observó asombrado cómo defendía su fe en el juicio y estuvo junto a él hasta en el lugar de la ejecución. Vencido por la convicción que tenía Santiago, declaró su fe en Jesús al juez y se arrodilló junto a Santiago para aceptar la decapitación como cristiano. El oficial fue al juez y le dijo, yo también soy cristiano. Felipe murió en el año 71 D.C. crucificado y enterrado bajo piedras en Hierápolis, Turquía, de acuerdo con el martirologio romano. Bartolomé, también conocido como Natanael, era un misionero de Asia, fue testigo de la muerte del Señor. En la Turquía actual Bartolomé fue martirizado por su predicación en Armenia. Se cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo estando él vivo. Andrés fue crucificado en una cruz en forma de X en Grecia. Después de haber sido azotado severamente por siete soldados, ellos ataron su cuerpo a la cruz con cuerdas para prolongar su agonía. Sus seguidores reportaron que, cuando él era llevado a la cruz, Andrés la saludó con estas palabras; “Hace mucho he deseado y esperado este feliz momento. La cruz ha sido consagrada por el cuerpo de Cristo colgado en ella.” Él continuó predicando a sus verdugos por dos días hasta que murió.

CONCLUSIÓN

¿Por qué murieron así? Porque estuvieron dispuestos a hacer lo que el joven rico no quiso hacer. Era más barato lo que Jesús le exigía al joven rico que lo que le exigió a cada uno de sus discípulos, quienes tuvieron el honor de ser muertos de formas terribles. Porque a Cristo hay que amarlo con toda el alma. Ninguno dijo, voy a decir que no soy de Cristo mientras le guiño el ojo a Jesús; total, yo soy tuyo Señor. Mientras, tú no estás dispuesto a pagar el precio de amarlo. Si te da vergüenza ser cristiano y que otros se enteren, tú no amas a Jesús. Tú no estás dispuesto a pagar el precio de ser un seguidor de Jesús.

El mundo está en oscuridad, hay guerras y rumores de guerra. Se viene una tercera guerra mundial. No sé qué te tocará perder en esta próxima guerra, pero quiero saber si vas a estar aferrado a tu cruz, si le vas a decir a Jesús, Señor, te amo y estoy dispuesto a perder mi vida porque tú te mereces todo mi amor. Te amo más que a nada. Señor, tú eres más importante que mi propia vida. Sea que muera o que viva soy tuyo. Pablo luchaba todos los días por alcanzar un amor más grande y aferrarse más a Cristo Jesús, hasta que llegó el día que dijo ya no vivo yo, ya he vencido contra mí, contra mis deseos, contra mis emociones, contra mis pretensiones, ya estoy muerto, ahora vive Cristo en mí, y Jesús espera lo mismo de ti hoy.

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