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INTRODUCCIÓN
Yo ando en un auto que le pertenece a la iglesia; no es mío pero lo uso para moverme con más facilidad a los lugares a los que tengo que predicar, por ejemplo. ¡El vehículo tiene un motor! Y el reino de los cielos también tiene un motor. Cuando el motor funciona bien, se manifiestan las bondades del reino; y ese motor mueve a los cristianos. Algunos tienen un motor mosquito, y a veces no les alcanza para amar a su cónyuge. Con el motor chiquito posiblemente le sirve para amar al cónyuge, pero no le alcanza para la suegra. ¡Esa vieja entrometida que no tendría que haber nacido! Si no hubiera nacido no tendrías el esposo o la esposa que tienes.
Dependiendo del motor que tienes es el alcance a donde llegas con la gracia, la gloria, el poder y la misericordia de Dios. Ese motor del que te hablo, se llama amor. Este mueve a las personas de bien; y las personas de bien son esas que aman. Cuando el creyente tiene un gran motor que los impulsa es porque tiene un gran amor. Y el amor es el que determina nuestras prioridades. O sea que lo que amas, priorizas. Le dedicas esfuerzo y tiempo a eso que priorizas. La manifestación de las prioridades tiene que ver precisamente con aquello que te gusta; aquello que te atrae y hace que le dediques tiempo y esfuerzo. Cuando te enamoraste no era un esfuerzo visitar a tu novia o a tu novio que vivía lejos de tu casa. ¡Lo hacías con gozo! No tenías dinero, pero te la rebuscabas porque querías ir a verla. Cuando hay amor por Dios y por su reino, no te es pesado congregarte. Las prioridades hacen que algunas cosas queden primer plano y otras en un segundo plano. Tú no amas porque dices que amas; tú demuestras con tus prioridades qué es lo que amas. Le dice la esposa al esposo: “Amor, hace mucho que no me decís que me amas”. A lo que él le responde: “Si ya te lo dije el día que nos casamos. ¿Qué querés, que te lo diga todos los días?” ¡Porque lo hiciste una vez, cree que ya no hace falta! Las prioridades dejan en orden tus intereses; porque lo que amas, es lo que más te interesa.
Hay hombres que le dan prioridad al tiempo de reunión con sus amigos que a estar con su familia. Cuando la esposa le recrimina que no pasa tiempo con los hijos, éste le dice que les da todo y no les deja faltar nada. ¡Eso no demuestra amor! Si tu prioridad son tus hijos le vas a dar tiempo de calidad. Así también con tu cónyuge. Le das tiempo de calidad a lo que vale la pena. Llega el verano y no importa cómo, pero te vas a descansar a la playa. ¡Amas la playa! Desde que estoy en Uruguay he ido algunas veces a la playa, pero no siempre puedo porque en tiempo de vacaciones están los campamentos. Y las veces que hemos ido con mi familia fue cuando realizamos bautismos en la playa. ¡Es sencillo! Quien ama la playa, va a la playa. En San Juan, Argentina, no hay playas y el apóstol Andrés que está al frente de la iglesia, allá suspira por venir a las playas de Uruguay. Viene al campamento de jóvenes y a todos los que trae se los lleva a la playa para que conozcan y disfruten. Ama la playa y eso lo mueve a ir.
Mucha gente hay que no me ha saludado nunca. Cuando me cruzo con alguna de esas personas le pregunto por qué no me saluda, y me responde: “Lo que pasa es que usted siempre está muy ocupado”. ¿Es mi culpa que no me amas? Si me amas, te vas a acercar y vas a empujar a todos los que me rodean para saludarme.
Veo a esas madres, la pasión que tienen por sus hijos. No se despegan de sus hijos ni se lo dejan a cualquiera. Están siempre pendientes que no se vayan a un lugar peligroso. ¡Benditas las madres consagradas a sus hijos! Esas que les enseñan a orar; las que los llevan a la iglesia y les enseñan a ofrendar. Así hace mi hija Viviana. Les da unas moneditas a sus hijas para que pongan en el alfolí. Mi nieta Paulina si no ve a la madre o al padre para que le den dinero para ofrendar le piden a la abuela; pero no se queda sin hacerlo. Ama ofrendar porque así se lo inculcaron los padres. Si los padres son dadivosos, a los hijos les gusta ser dadivosos.
Hay empresas que nos hacen donaciones, entre ellas, de ropa. Mi nieta Paulina encontró unos calzoncillos y enseguida dijo: “Esto es para el abuelo”. Y me llamó para decirme que tenía algo para mí. Mis nietas nos aman y cuando nos ven llegar, dejan lo que están haciendo y corren a abrazarnos. El amor genera prioridad. Es fácil saber lo que amas. Lo que amas es a lo que más le dedicas tiempo y esfuerzo. Es fácil saber que no amas a Dios si pasas horas en las redes, si pasas horas mirando novelas; entonces no puedes decir que amas a Dios porque Él no es tu prioridad. Yo observo a las personas y no necesito que me digan qué es lo que aman.
Yo te pregunto, ¿amas a Dios? No todo lo que dices que amas, amas. Si no le dedicas tiempo a Dios, entonces no lo amas. Un hombre le escribe una carta a la novia y le dice: “Estoy tan enamorado de ti que subiría al cielo para traerte la estrella más alta. Cruzaría a nado el océano con tal de verte y besarte porque te amo”. Y culmina diciéndole: “El lunes si no llueve voy a verte”. Habrá muchos que recuerdan los primeros tiempos de la iglesia Misión Vida en los que, en invierno, bajo la lluvia, la gente igualmente se embarraba para participar de las reuniones de líderes que se hacían en Beraca. “¡Nooo, está lejos Beraca!” “¡Hace calor para ir a Beraca!” El amor genera prioridad y responsabilidad.
LA PRIORIDAD DE DIOS: EL HOMBRE
¿Cómo muestra Jesús su amor? La Biblia dice en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¿Qué hizo Dios? Descendió a un mundo perdido, se hizo hombre para habitar en medio de nosotros y para mostrarnos lo grande de su amor. La prioridad de Dios es el hombre. A los ángeles desobedientes los condenó a prisiones eternas de oscuridad. A satanás que era el querubín perfecto lleno de belleza y de sabiduría entre otras cosas; que era el director de la alabanza en el cielo, sin embargo, Dios lo condenó y no le ha dado lugar para el arrepentimiento. Para los ángeles que cayeron con él, tampoco hay oportunidad. ¿Cómo puede ser que los demonios no tienen oportunidad, pero tú sí la tienes? ¡Porque eres prioridad para Dios! El motor de Dios es el amor. Él también tiene prioridades. Aquello a lo que Dios le da prioridad, es lo que más ama. El apóstol Juan dijo en una de sus cartas: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1ª Juan 3:16). “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”; así lo dijo Jesús y así leemos en Juan15:13 ¡Te llama amigo! Recordemos que Jesús fue a comer a la casa de publicanos y pecadores; y los religiosos criticaban que se mezclaba con pecadores. ¿Por qué comía con los pecadores? ¡Porque amaba al pecador! A Jesús lo mueve el amor. Jesús prioriza al hombre. Este es su gran amor.
¿Qué otra cosa podría dar por el hombre que valga más que su vida? Al margen de que si lo vas a apreciar o no; al margen de que, si lo vas a amar o no, o si lo vas a considerar prioritario o no, Jesús te ha considerado a ti su prioridad. Él murió pagando el precio por tu salvación eterna. Cuando Jesús comenzó su ministerio, dice la Biblia en Mateo 4:23: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Yo me he privado de ir a la playa por muchos años por amor a la gente. He sacrificado vacaciones por causa de los campamentos Beraca. Veo gente que se desespera por irse de vacaciones. Luego de finalizar los campamentos los pastores se han tomado unos días de vacaciones y yo me he quedado organizando algunos asuntos de la iglesia; al final por presión de mi familia me fui dos días a descansar y me volví porque hay que seguir trabajando. Amo lo que Dios ama. Por eso no tengo empacho en decirte que he sacrificado muchas cosas por amor a la iglesia; porque, así como Dios la ama, yo también la amo. Lo que para Dios es una prioridad para mí también lo es. Es el amor a las personas que lleva a Jesús a priorizarlas.
Leemos en Mateo 4:24 lo siguiente: “Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó”. ¡Qué pasatiempo el de Jesús! Se codeaba con los lunáticos, los paralíticos, los endemoniados, los afligidos. ¡Qué bonito! ¿A quién le gusta estar con una persona afligida?
¿Y por qué Jesús quería estar con ellos? ¡Por amor! En una etapa de mi vida yo prefería estar en una comisión de evangelismo o una convención cristiana antes de ir a evangelizar. Hay personas a las que les gusta colaborar en algún área de la iglesia, y son cosas importantes y necesarias para hacer. Pero la prioridad es la gente. Dios quiere que pongamos como prioridad lo que para Él es prioridad. Termina diciendo el pasaje de Mateo 4: “Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán”. ¿Por qué le siguieron? ¿Porque lo amaban? Lo siguieron porque Jesús los amaba. Muchos lo seguían por lo que Él les podía dar. Y otro de los elementos del amor es el deseo de darse y de dar lo que uno tiene. Uno de los engaños de satanás es hacerte creer que no tienes nada para darle a otros. A veces sólo necesitan una palabra de aliento y ni siquiera eso dices que tienes. Me contaron de un grupo amigo que hace 10 años que está funcionando y hace 10 años son sólo 5 personas. Han tenido más personas, pero se han ido. El problema es que cuando llegaban a la casa la anfitriona se comenzaba a quejar por todo lo que estaba viviendo. La gente entraba a un lugar de opresión y los que estaban, no tenían nada para dar. Cuando tienes el amor de Dios la gente te sigue. Quizás no te aman, pero tienes algo que ellos quieren. Se sienten amados, oras por ellos, te preocupas por ellos; tienes tiempo para ellos. Hablan contigo y reciben paz; tú tienes palabra de fe y esperanza y reciben aliento. ¿Cuál es el resultado de tanto amor? No hay nadie que sea más amado que Jesús en toda la historia de la humanidad y en todo el mundo.
EL AMOR DETERMINA PRIORIDADES
Algunos me aman. Yo me voy a morir y a rey muerto, rey puesto; vendrá otro pastor que se haga cargo. Me van a recordar por un tiempito. Algunos me van a honrar por un tiempito. Pero vendrá otra generación y todo lo lindo que dije, lo que hice, lo lindo y amoroso que soy, quedará como un recuerdo nada más. Jesús es el más amado en todo el mundo porque hace más de dos mil años que vino al mundo y las personas que lo aman se incrementan. ¡Yo amo a Jesús! Me podré olvidar de la fecha de mi casamiento o el cumpleaños de mi esposa; me olvido de muchas cosas que son especiales. Pero no me puedo olvidar por un solo momento de mi vida que soy de Cristo. ¿Sabes por qué sé que Jesús es el más amado de todos? Porque en todas las naciones del mundo hay gente como yo que está dispuesta a dar su vida por Él. ¿En qué se ve que hemos conocido el amor? En que Cristo murió por nosotros. Jesús sabe quiénes son los que están dispuestos a dar la vida por Él. Yo no estimo tanto mi vida como aprecio la vida de Jesús en mí. Es como una madre que está dispuesta a dar la vida por sus hijos. Si le das a elegir a una mujer en el parto por su vida o la de su hijo, ella va a preferir que su hijo viva. El amor más sublime es el que da la vida. El amor determina prioridades. ¡No te engañes! No digas que amas a Dios si tu prioridad no es Él. Dios es una prioridad cuando tú demuestras en el tiempo tu consagración y tu dedicación a Él y a su palabra.
Le pregunté a los líderes si se acordaban del hecho histórico que sucedió con Eliseo y con su siervo con los sirios. Ni uno supo responder. La carta de amor de Dios es la Biblia. ¡No la ignores! ¿En qué demuestras que amas a Dios? En leer su palabra, en orar. El que ora es como el que visita a la novia. Quiere estar con ella. Y si no quiere estar, entonces no tiene amor. El que ora habla con Dios. Si no tienes interés en hablar con Dios, ¡cómo puedes decir, hipócrita, que le amas! Si tu prioridad no es la gente, ¿cómo puedes decir que amas a Dios cuando Él ama la gente y es su prioridad? Cuando me puse de novio con Marta ella me dejó en claro que me amaba, pero más lo amaba a Dios. Yo me alegré porque entendí que si lo ama a Dios entonces me iba a amar a mí. Así también le dije yo; que amaba más a Dios que a ella.
Una última cosa que quiero decirte; quien ama a Dios, ama a la gente. Dicho de otra manera; quien no ama a la gente no puede decir que ama a Dios. Lo que amas le quita valor y prioridad a lo que no amas. Te lo digo del derecho y del revés para que entiendas. No me vengas con que tu prioridad es Dios si no tienes tiempo para orar ni para leer la Biblia; estás muy atareado y cansado, y no tienes tiempo para servir a Dios. Él no puede contar contigo porque tienes muchas cosas. Cuando hay que hacer algún evento andamos buscando quienes son los que están disponibles. Dios trabaja con los que le aman, y los que le aman están disponibles siempre. Si no hay tiempo para Dios le has quitado prioridad a Él. No es solo cuestión de sentimientos, porque sientes que lo amas. Si lo amas le sirves. Dios ha establecido cuáles son las prioridades más importantes, y la principal es: “Amarás al Señor tu Dios”, a la cual le sigue el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Aunque se ha tergiversado el segundo mandamiento alegando que para amar a los demás primero me tengo que amar a mí. Primero tienes que amar a tu prójimo y entonces serás lleno de amor. No solo Dios te va a amar, sino que también te va a amar quien sea amado por ti. Muchos niños, adolescentes y jóvenes que han recibido de mi paternidad, me aman. Yo soy muy amado; pero primero amé. No es que primero me tengo que amar a mí mismo. Tú vas a recibir de lo que siembras. No recibes si no das y a los que das te van a devolver medida apretada, remecida y rebosante. Ofrécele golpes a los demás y los demás te darán golpes; porque lo que siembras cosechas. Dale amor a todos y ellos te van a amar.
Dice la Biblia en 1ª Juan 4:20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Aborrecer significa que lo rechaza, lo deja de lado, no lo busca, no lo ama y no le da prioridad. ¿Cómo puedes decir que amas a Dios que no has visto si no amas a tu hermano al que ves? El motor de tu vida no debe ser cualquier cosa que ames. El motor de Dios es el amor por el hombre, que lo impulsó a enviar a su Hijo al mundo, a pagar el precio por el rescate de quienes Él ama. Quien ama a Dios ama lo que Él ama. Si quieres que Dios te use para sanar enfermos, tienes que practicar orando por ellos. Los dones son como un oficio y quien más práctica, más se especializa. Si nunca has trabajado con la cuchara de albañil no digas que sabes cómo se maneja porque lo leíste en un libro o viste un tutorial. No digas que sabes manejar porque leíste un libro sobre manejo. Si no practicas manejando, no aprendes. Si no oras por los enfermos no vas lograr que el amor de Dios pase a través de tu mano a la vida de alguien que necesita a Dios. ¡Empieza ya a practicar amar y bendecir!
Un error que cometemos los cristianos, es que queremos ser simpáticos para ser amados. Tú no tienes que promocionarte a ti sino a Cristo. No tienes que ser visto; tiene que ser manifiesto Cristo en ti. No tienes que agradar a la gente; tienes que agradar a Cristo. Haces una pizza show para que la gente se acerque a Dios, pero van por la pizza. Van esos a los que les caes simpático. No nos andamos promocionado; más bien vemos quién está afligido, quien está enfermo o tiene algún otro padecimiento. Vemos por la gente necesitada porque Jesús se interesa por ellos.
CONCLUSIÓN
¿Puedes reconocer que no te interesas en la gente? ¿Las personas son tu prioridad? ¿Visitaste a un enfermo o a alguien que está en la cárcel? “Por cuanto lo hiciste a uno de estos mis pequeñitos, a mi lo hiciste”, dice el Señor. Y dirá también: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34 al 36).
Hay varios hermanos que tienen fuego por ir a darle de comer a los niños que no tienen alimentos. No sé si habrá alguien que quiera ir a los hospitales a visitar a los enfermos. Si no haces alguna de estas cosas por los demás no digas que te interesa la gente. A la gente no le alcanza que seas una persona simpática y agradable. La gente necesita ver el poder de Dios a través de tu vida. El amor tiene poder. En los grupos amigos se tiene que correr la voz de que hay bendición ahí donde tú estás porque hay milagros. Hay alguien que necesita una palabra tuya, una oración; alguien necesita que le demuestres interés. Hay alguien en algún barrio que necesita conocer el amor de Dios a través de ti.
Oramos: “Padre nos presentamos delante de ti en el nombre de Jesús y te pedimos que te glorifiques en nuestras vidas. Que sea derramado tu amor sobre nosotros. Que tu gloria y tu poder repose en nosotros. Enséñanos cuáles son tus prioridades. Queremos demostrarte que tú eres nuestra prioridad porque te amamos a ti y en segundo lugar amamos a nuestro prójimo. Tu palabra dice que si no amamos al prójimo es en vano que digamos que te amamos porque somos hallados mentirosos. Señor, enséñanos a amar a las personas. Danos sensibilidad por la gente. Queremos ver en ellos tu gloria. Úsanos, Señor. Que seamos conocidos como una iglesia amorosa, piadosa y compasiva. Te lo pedimos en el nombre bendito de Jesús, para tu gloria Señor, amén”.
ANEXOS: