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La fe es una revelación del Nuevo Testamento; en el Antiguo Testamento prevalece la ley, en tanto que en el Nuevo Testamento surge la revelación de una nueva ley, que es la de la fe. No es que en la época del Antiguo Testamento no existía la fe, sino que estaba se estaba bajo un pacto que debía terminar para que surgiera otro basado en la fe. El Antiguo Testamento estaba basado en el cumplimiento de la ley y el nuevo pacto está basado en la fe en Jesucristo, en el favor de Dios. En el Antiguo Testamento era la justicia de la ley pero en el nuevo pacto, la justicia es por la fe.
No nos salva el cumplimiento de las leyes del Antiguo Testamento sino la fe en Jesucristo. Si buscas en el antiguo pacto encontrarás que la palabra fe aparece tres veces, pero en el nuevo pacto aparece decenas y decenas de veces, porque es allí donde se revela y se muestra. En el Antiguo Testamento se enseña que el justo por la fe vivirá, o sea, se anuncia lo que se va a revelar cuando Cristo viene; y en el Nuevo Testamento se da fe que los que actuaron en la antigüedad, no lo hicieron por obediencia a la ley sino por la fe. Los hechos de los grandes héroes de la fe fueron realizados por causa de ésta. Esto lo defiende el libro de Hebreos en el capítulo 11 cuando dice que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Quiero tocar algunos aspectos que tienen que ver con este gran misterio, y la verdad que es un misterio ya que la Biblia dice que todo fue hecho por la fe por la palabra de Dios, lo que se ve de lo que no se veía, y lo que es de lo que no era. La fe pues, es un misterio de Dios; a través del poder de ésta, Dios hace existir lo que no existe.
Nosotros obtenemos justicia y somos declarados justos por este misterio de la fe. ¿Quién no ha mentido? Mentir es una de las peores cosas pero todos lo hemos hecho. ¿Quién no ha pecado? ¿Quién no ha infringido la ley?
La fe, es ese misterio que nos declara justos siendo injustos, por la fe en el acto del sacrificio de Jesús en la cruz del calvario. ¡La fe no es algo para entender sino que es algo para creerlo y recibirlo! A ti no te importa cómo vas a obtener las bendiciones de Dios, no busques explicación científica, lo que importa es que tengas fe, porque si no tienes fe por más que le trates de explicarlo, no obtendrás las cosas que necesitas.
Leamos Hebreos 11:6: “6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Hay muchos que se acercan a Dios pero lo hacen sin fe; cuando dices: “¿Me escuchará Dios? ¿Me lo dará Dios? ¡Estás frito! Es necesario que el que se acerca a Dios lo haga con fe. ¡Es imposible agradarlo si nos presentamos a Él sin fe!
Santiago 1:5 al 7 dice: “5Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.
No creas que recibirás algo de parte de Dios si estás en una posición de duda, de incredulidad, de inseguridad; así no vas a recibir ninguna cosa de parte de Dios. Debemos aprender esto y entender que no solamente no obtenemos lo que pedimos cuando lo hacemos sin fe sino que desagradamos a Dios. El que se presenta a Dios con fe lo agrada, pero si lo haces sin fe lo desagradas. Quien se presenta delante de Dios con incredulidad, dudando, peca. Por lo tanto, no es importante pedirle cosas a Dios sino pedirle con fe. Cuando le pides con fe y obtienes eso que anhelas es porque agradas a Dios, en cambio cuando le pides sin fe pecas delante de Él. ¡Así que toma nota de las cosas que le has pedido a Dios sin fe y pídele perdón! Es muy común que las personas se acerquen dudando y no se den cuenta; creen que son creyentes pero son dudantes, por ejemplo cuando dicen: “Yo me acerco a Dios pero no se si está enojado conmigo”. “Yo oro pero parece que Dios no me escucha”. “Yo no sé qué le pasa a Dios que no me contesta…” ¡Estás pecando con tus palabras! ¡Dios te está oyendo, y no sólo eso sino que también está viendo tu incredulidad!
Fe es certeza. ¡Yo debo acercarme a Jesús con certeza! No puedo decir: “Señor, aquí me presento delante de ti y no se si estoy hablando “al santo botón” porque parece que estás sordo”. No es cuestión de hacer cosas, sino hacerlas con fe.
Y aquí tenemos otra enseñanza: todo lo que no proviene de fe es pecado; así que, si yo le pido algo a Dios tengo que hacerlo con fe, si no, es pecado. ¡Todo lo que yo hable tiene que ser con fe! ¡Sólo lo que proviene de la fe es de Dios! No es sólo pedir, sino pedir con fe, no es sólo hablar, sino hablar con fe, no es sólo hacer, sino hacer con fe. De otro modo estoy pecando. ¡Encima nos enojamos con Dios porque no nos contesta! He tratado con muchas personas que me dicen: “Me alejé porque me enojé con Dios; cuando tenía siete años le pedí con fe que no se muera mi abuela y se me murió, así que desde ese día me enojé con él”.
La Bibliadice que al que cree todas las cosas le son posibles (Marcos 9:23). ¡Así que si oras con fe, hasta puedes levantar del cajón a tu abuela! Algunos lloran y se lamentan: “¡Mi matrimonio se rompió, me dejó, se divorció de mi!” ¿Se le terminó el poder a Dios ahí no más? ¡Dios puede resucitar tu matrimonio muerto! ¡Y a tu abuela muerta! ¡La fe es un misterio! ¡Y es un poder grande! No se alegra Dios de que le pidas cosas, muchas veces se desagrada de que le pidas, porque si lo haces y no es conforme a la fe, a Él le molesta, ¿por qué? ¡Porque estás pecando! El que se acerca a Él tiene que hacerlo creyendo que le hay y que es galardonador de los que le buscan. ¡Le da premio al que se acerca a Él! ¡Hoy tienes que recibir un renuevo en el corazón! ¡Tienes que renovar tu fe!
¡Todavía está por verse lo que Dios va a hacer cuando se levante una sola persona con fe! Para hacer grandes cosas, según lo que aprendimos de la palabra de Dios, no se necesita una camionada de fe, se necesita un poquito. ¡Con un poquito de fe haríamos cosas terribles!
No se alegra Dios con que hagas cosas buenas; hay muchas cosas buenas, legales o lícitas que Él no nos mandó a hacer. ¿Casarse es pecado? ¡No! ¿Y si te casas con el que Dios no quiere? ¿Decidir que te vas de la ciudad donde estás a otra, es pecado? ¡Si Dios no te mandó irte a otro lado es pecado! ¡La fe obedece a la voluntad de Dios!
La fe es de Dios, es el arma que Él te da para que sucedan las cosas que Él quiere que acontezcan, no para lo que a ti se te da la gana. ¡Cuando tú tienes fe, entonces mueves el corazón de Dios! Había una mujer sirofenicia a la que Jesús no le quería hacer un milagro, y le señaló que no le correspondía porque ella era gentil y Él había venido a buscar las ovejas pedidas de la casa de Israel y agregó que no era bueno darle el pan de los hijos a los perrillos, mas la mujer le dijo: “Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de los hijos”. Jesús retrocedió en su intención de no hacerle un milagro cuando vio la fe que ella tenía y le dijo: “¡Mujer, grande es tu fe; hágase conforme a lo que has pedido!” A Jesús no le agradaba hacer ese milagro, pero le agradó la fe de la mujer sirofenicia, ¡y no pudo decir no!
Santiago 2:26 dice: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Hay obras que provienen de la fe pero hay otras que no. Podría decirse: “Las obras sin fe son obras muertas”. Puedes hacer cosas buenas pero que no provienen de la fe y entonces eso es pecado por más que sea algo lícito. Todo lo que haces por la fe proviene de Dios, no hay algo que hagas por fe que provenga de otro lado. ¡La fe es de Dios!La Biblia dice que Jesucristo es el autor y el consumador de la fe, (Hebreos 12:2) por lo tanto, la fe, por excelencia es aquello que me lleva a hacer las obras de Dios y me hace conocer la voluntad de Dios. De aquí surge otro detalle que debieras aprender. Hay personas que dicen: “Yo no sé cuál es la voluntad de Dios, yo le pido que me muestre”. Por ahí le preguntas a alguno: “¿Qué dones tienes?” “No se…” “¿Y para dónde vas?” “No se…” “¿Qué es lo que Dios te demanda?” “Y bueno, yo estoy trabajando” ¡Todo el mundo trabaja, hasta el diablo lo hace! ¿Te creías que estabas haciendo la voluntad de Dios porque estás trabajando? ¿El trabajo que desempeñas es la voluntad de Dios para tu vida? ¿Qué haces de carpintero si Dios te quiere de pastor? ¿O qué haces de pastor si Dios te quiere de carpintero? La fe es la que nos lleva a hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, no necesitamos saber cuál es su voluntad, necesitamos tener fe. Cuántas cosas hay que tú sabes que son la voluntad de Dios, pero ¿de qué te sirve que lo sepas? Hay muchos que fuman, pero, ¿es la voluntad de Dios que fumes? ¿De qué te sirve entonces saberlo?
¡Saber la voluntad de Dios no es suficiente! Muchas veces, uno está más condenado cuando conoce la voluntad de Dios, porque uno es impotente para cumplirla por sí mismo. Lo que necesitamos para cumplir con la voluntad de Dios es fe. ¿Tú crees que algo o alguien podrán detener la fe? Primero, Jesús le dice a la mujer sirofenicia que no le corresponde el milagro; el Señor le dice: “No te voy a hacer el milagro. Yo no le voy a quitar el pan a los hijos para darle a los perrillos”. Pero la mujer tenía fe. ¡A la fe no la puede detener ni Dios!
La fe es el arma que Dios te ha dado. Él puede estar enojado contigo y ¿cómo arreglas eso? ¡Con fe! Porque dice la Biblia que el que se acerca con fe le agrada. Un padre está enojado con su hija y ella va delante de él y le dice: “Papito, quiero hablar con vos”. Él le dice: “¡Estoy enojado!” La hija se le acerca y le da besitos y el padre ya va aflojando. ¡Un hijo sabe cómo conquistar a su papá o a la mamá! ¡Dios te ha dado la fe para que lo conquistes a Él! Si está enojado, no te hagas problema, acércate a Él con fe, y no digas: “Parece que Dios está enojado conmigo…” ¡No! ¡Alégralo!
Tengo un amigo que hace muchos años que no veo; su padre era comandante de gendarmería, un hombre alemán, recto, que vivía apegado a las normas. Mi amigo tenía la especialidad de hacer enojar al padre; éste, en una oportunidad estaba viendo un programa de televisión, se le acerca mi amigo y le dice: “Papá” “¿Qué querés?” le responde. “¿Me dejás que te cuente un chiste? ¡El padre estaba enojadísimo y este otro le quería contar un chiste! ¡Quería estar enojado pero no podía con su hijo! Mi amigo le decía: ¿Me dejás que te de un abrazo? ¡Se abrazaban, y así se terminaba el enojo!
La Bibliadice que el que se acerca a Dios más vale que lo haga con fe porque la fe le agrada a Dios. Si Dios estaba enojado contigo, ya sabes lo que tienes que hacer: ¡Debes tener fe! No está tan mal que Dios esté enojado contigo, pues los padres se enojan con los hijos, pero los hijos tienen acceso al padre, ¡ellos tienen recursos para acercársele! Y para acercarse a Dios el recurso es la fe.
Los creyentes que se quieren justificar por medio de las obras, los que se quieren sentir bien haciendo algo, me dicen: “Pastor, ¿hay algo que yo pueda hacer? Yo no me siento bien si no hago algo…” ¡Pero a Dios no le interesa que hagas algo, quiere que hagas lo que Él te manda!
Hay quienes le dicen: “Señor, muéstrame tu voluntad”. Hablé con una mujer que hace diez años, uno de los pastores le dio un consejo y al día de hoy la mujer no sabe si hacer lo que le dijo el pastor o no hacerlo. Le pregunté: “¿Cómo te ha ido en estos diez años?” “Mal”, me responde. ¡Le ha ido re contra mal! Ha desobedecido el consejo del pastor, y me pregunta: “¿Usted qué me dice que haga?” “¿Pero ya no te ha dicho el pastor hace diez años lo que debías hacer?” “Es que yo no estoy muy segura…” Entonces ni te acerques a Dios si estás insegura porque lo vas a hacer enojar más. ¡Tienes que acercarte con fe!
Conozco otros que no están seguros para nada y vienen a preguntarle al pastor: “Pastor, dígame, ¿qué hago?” Ellos quieren hacer algo, pero Dios no quiere que hagas algo, no quiere que le preguntes cuál es su voluntad, Él quiere que tengas fe. Si tienes fe ya sabes lo que vas a hacer y ya sabes cuál es la voluntad de Dios. ¡La fe te guía en el conocimiento de la voluntad de Dios y te lleva a hacer lo que Él quiere! ¡Lo que necesitas es fe!
Quien no tiene fe, no tiene la fuerza para obedecer. Sabes que tienes que dejar el cigarrillo pero no sirve de nada conocer la voluntad de Dios. Cuando tienes la fe, tienes el arma poderosa de Dios para destruir todo poder del enemigo de adicción sobre tu vida y tienes poder para destruir todo espíritu de confusión en tu matrimonio y toda maldición en tu familia. ¡Lo que necesitas es fe! Y hoy vas a crecer en la fe, la vas a anhelar, la vas a desear; de manera que cuando te presentes delante de Dios, tengas fe y si la tienes sabes que eres un ganador, sabes que alegras a Dios, sabes que Él va a aflojar.
Hebreos 11:8 dice: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”. La fe tiene otra característica, la fe obedece a Dios. ¿En qué obedeció Abraham? En salir de donde él estaba, para ir a una tierra, que no conocía, de la cual no sabía nada y que a Dios se le había antojado no revelarle que tierra era. Algunos cristianos dicen: “Me voy a Montevideo porque ahí se puede vivir mejor, hay más posibilidades para trabajar”. “Me voy a España porque allá hay mejores posibilidades de mantener a mi familia”. Dios no te pide que busques una mejor posibilidad de mantener a tu familia, Él dice que si buscas primeramente el reino de los cielos y su justicia, de las otras cosas se hace cargo Él. Me pregunto: Los que se van a vivir a Estados Unidos y España, ¿se van obedeciendo la palabra de Dios? ¿Van porque el Señor les dijo ve a Miami? ¡No! ¡Van detrás del dinero! ¡No van detrás de Dios! Por ahí aparece uno que verdaderamente siente un llamado de Dios al África. Recuerdo una chica que tenía un llamado de Dios para ir ala India pero se le terminó cuando se enamoró y se casó. Hay algunos que tienen una ilusión de algún llamado a tal parte… Hay otra chica que se quiere ir a Haití, y antes de mandarla le dijimos que se vaya a vivir a un centro comunitario para que se practique, pero al poquito tiempo me dice: “¡Yo no puedo estar lejos de mi familia, los extraño!” “¡Menos mal que no te mandamos a Haití! Si te pones a llorar por estar lejos de tu familia aquí, vas a llorar allá.”
Ahora, Dios llama a Abraham y le pone en su corazón, salir de Ur de los caldeos; esa era una civilización naciente que estaba formando el imperio babilónico, allí había cultura, había mucho que perder; pero dice Hebreos 11:8: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”. ¡A Abraham no le importó a dónde iba a llegar! Pero llegó a la tierra de los cananeos y Dios le dijo que se paseara para arriba y para abajo y mirara bien la tierra porque se la daría a toda su descendencia; ¡no se la dio a él! Lo sacó de de Ur de los caldeos y lo llevó a una tierra que no era para él sino que se la dio cuatrocientos cincuenta años más tarde a sus descendientes. Éstos fueron a parar de esclavos a Egipto por cuatrocientos cincuenta años, pero ellos conquistaron la tierra prometida. Tú dirás: ¡Qué fracaso! Salió de Ur hacia la tierra de Canaán y anduvo como forastero en la tierra que Dios le iba a dar a su descendencia; pero Abraham fue llamado amigo de Dios. Enla Biblia, el padre de la fe es Abraham, es nuestro padre en la fe, porque los que somos de la fe de Abraham, somos de Cristo.
Es importante que le abras tu corazón a Dios y le pidas perdón hoy, reconociendo cuántas cosas habrás hecho porque te pareció, porque lo sentías nomás o porque tenías una buena explicación; pero no lo has hecho consciente de que estabas obedeciendo a la voluntad de Dios.
Hacer la voluntad de Dios no significa que todo te sale bien; hacer su voluntad requiere tomar la decisión sobre cosas por las que se corren riesgos. ¡Corres riesgos cuando obedeces a Dios! Por eso, cuando Dios mandó a Josué a conquistar la tierra prometida le dijo: “Mira que te mando que te esfuerces y que seas valiente, no temas ni desmayes porque yo estaré contigo.” El temor atenta contra la fe. De los doce espías que había mandado Moisés, diez se asustaron y no quisieron creer, se transformaron en rebeldes y desobedecieron a la voz de Dios; no le creyeron, por causa del miedo que les dio al ver los gigantes en la tierra de Canaán. ¡Tomar decisiones de fe implica riesgos que nosotros no entendemos ni conocemos!
Un grupo de pastores de la iglesia, estuvimos participando de un encuentro que se realizó en una iglesia en la ciudad de Coquimbo, Chile. Al finalizar el encuentro, estábamos todos alabando y adorando a Dios, había descendido una presencia maravillosa, pero había una mujer que tenía ocho meses de creyente, era nuevita en la fe. Estaba con el esposo, quien tenía tan solo dos meses de creyente, ¡él no entendía nada! La mujer había hablado con nosotros y nos dijo que no sabía qué hacer, el esposo era nuevito en el evangelio, y ella le había sido infiel, entonces no sabía si debía decírselo o no. ¡Hay que tener fe para eso!La Bibliadice que el que esconde su pecado no prosperará, mas el que lo confiesa y se aparta, alcanzará misericordia (Proverbios 28:13). ¿Crees ala Bibliao no? Llegó el último día del encuentro, el marido estaba sentado en el piso, oprimido y todos los demás estábamos llenos de la gloria de Dios, dándole gracias. La esposa del pastor sugirió que no se le dijera nada porque tenía dos meses de convertido, así se evitarían problemas. En un momento le dije a la mujer que fuera donde estaba el marido y le confiese que le fue infiel y le pida perdón. Cuando se lo contó, él le dijo: “¡Yo sabía que me habías fallado!” ¡Se puso mal! Y la mujer comenzó a llorar y a rogarle que no se vaya, que la perdone. Me acerco al hombre y le digo: “Mira que tu mujer ahora es una persona cambiada, y te dijo la verdad de frente. Si no fuera por Cristo te hubiera ocultado esto toda la vida, ahora sí que tienes una mujer que vale la pena.” Él responde: “No, yo ya sabía que me había sido infiel, yo nunca la engañé, ¡ahora me voy!” La mujer me miraba y yo a ella, ¡ahora la culpa la tenía yo! Le dije que lo siguiera y que le pida que se quede; nosotros seguíamos alabando, y al rato vuelve con la alianza del esposo. ¡Se fue! Al día siguiente me escribe y me dice que el marido le había pedido el divorcio. “¡Dígame qué hago apóstol!” Le respondo: “Has hecho conforme a la voluntad de Dios, ten fe. Deja que Dios se encargue de tu problema, créele a Él. Tú has sido sincera, ahora la responsabilidad no es tuya sino de tu esposo”. Unos días después me vuelve a escribir y me dice: “¡Esta mañana volvió mi marido y me pidió perdón!” ¡El matrimonio ahora comienza una nueva historia y yo salvé mi cabeza!
Tomar decisiones de fe no significa que sea un asunto fácil, se corren riesgos importantes al hacerlo, pero vale la pena porque Dios respalda la fe, Él se alegra y bendice cuando hay fe. Hay gente que le tiene más miedo a una cucaracha que a Dios. ¡Si le temieras a Dios le obedecerías! Hay un temor que es el temor de Dios y es el que está ligado a la fe y te lleva a obedecer la voluntad de Dios.
Quien tiene fe ya tiene la voluntad de Dios, ya la conoce. ¡Quien tiene fe obedece a Dios! Quien tiene fe, tiene el poder para conquistar los grandes logros de Dios.
Tal vez has pecado con tus temores. Tal vez has buscado durante años la voluntad de Dios, quieres saber cuál es y no es que no la sabes, la pura verdad es que te haces encima. Miran la voluntad de Dios y dicen: “¡Cruz diablo! No estoy seguro que esto sea de Dios”.
¿Reconoces que vives en inseguridad, en dudas y crees que no es nada? ¡No! ¡Es una costumbre de estar pecando delante de Dios! Decir: “No estoy seguro”, “no sé”, es una costumbre pecaminosa, porque ¿cómo te vas a acercar a Dios dudando? ¿Cómo te vas a acercar a Él con incredulidad, con inseguridad? ¡Dios no acepta eso! Él no te va a decir: “Bueno querido, cuando tenga fe vuelva” ¡No! ¡No te recibe! “No te presentes delante de mí si no es con fe”. Jesucristo es el autor y el consumador de la fe (Hebreos 12:2); esto significa que si te falta fe es lo que más Él quiere darte. La fe es el arma que Jesús tiene para el creyente, para que se haga su voluntad en la tierra y se instaure el reino de Dios y su justicia.
Si estás arrepentido o arrepentida, y has comprobado que tus dudas, tu incredulidad no te dejan hacer nada, ya que las obras de la fe son obras grandes y milagrosas. Si reconoces que necesitas perdón por tus dudas, por tus incertidumbres: “¿Qué hago con mi hijo, qué hago con mi marido, que hago con la voluntad de Dios? ¿Hay señor, qué hago con la deuda?” ¡No saben que hacer con nada! ¡Lo que necesitas es fe!
A veces le damos un consejo a algún padre que tiene un hijo drogadicto y tiene miedo, cuando le decimos que no lo dejen entrar a la casa, dicen: “¡No! ¡Es mi hijo!” ¡Lo ha malcriado al hijo! ¡Tienen miedo de tomar algunas decisiones!
Ahora, si Cristo llena tu corazón, la fe domina tu vida. No puedes vivir preguntando si será de Dios o no será, si tienes fe sabes que vas a tomar una decisión y Dios estará contigo porque la fe de Dios te acompaña.
Por la fe yo estoy haciendo lo que Dios quiere, por la fe le estoy obedeciendo. Yo vine a Uruguay como Abraham, sin saber qué iba a ser de mi vida y Dios me bendijo; yo no sabía qué iba a pasar conmigo pero sabía que Él me quería en Uruguay y Dios ha hecho cosas maravillosas. ¡Quien tiene fe, es un peregrino aquí pero tiene galardón del cielo!
¿Reconoces que necesitas renunciar a tus dudas, tus temores, tu incredulidad? ¿Reconoces que has vivido pecando? Quizás siempre has querido hacer la voluntad de Dios pero nunca te has atrevido a llevarla a cabo; has vivido queriendo obedecer a Dios pero no lo has hecho. Hoy, Dios quiere darte fe para emprender lo que tienes que emprender. Hoy Jesús tiene que perdonarte todas esas oraciones que han ido a parar a la basura porque las hiciste dudando. “Pastor, hace diez años que oro para que mi marido se convierta y no pasa nada. Dios no lo toca, ¿qué hago para que lo toque?” ¡Cree! ¿Tú crees que estás juntando galardones por orar diez años? ¡Una sola oración de fe lo convierte a tu esposo!
Dile: “Dame fe Señor, llena mi corazón de fe, hínchame por dentro de fe, te lo pido en el nombre de Jesús. Te pido perdón porque he hablado, he hecho tanto y he orado tanto, inútilmente. Quiero que mi oración sea efectiva Señor, quiero ser un hombre, una mujer de fe. ¡Perdóname Señor, te lo suplico! Yo he dudado, he tenido incredulidad, quiero que me limpies y me cubras con tu sangre preciosa; no quiero hacer ninguna obra que no provenga de la fe Señor, no quiero hablar palabras que no provengan de la fe. Te pido en el nombre de Jesús que me llenes de fe y ya no te preguntare cuál es tu voluntad porque ya estaré creyendo, estaré haciendo las obras de la fe. Pongo delante de ti mis inseguridades, mis frustraciones, mis temores, mis dudas, mis incredulidades. ¡Recibo espíritu de fe ahora! Tú eres el autor y el consumador de la fe. Quiero tu fe sobre mí, en el nombre de Jesús. ¡Gracias Señor, amén!”
Padre, yo los declaro libres y benditos, ahora, en tu nombre Jesús. ¡Llena, fortalece y renueva! He sembrado tu palabra, ahora cosecha tú Señor. Toca las vidas, toca los corazones en el nombre de Jesús. Derrama tu fuego Dios, quebranta las vidas, en ti está el poder Señor, derriba las fortalezas de la incredulidad, te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
ANEXOS: