EL ENOJO DE SAÚL - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL ENOJO DE SAÚL

El enojo constituye un pecado al que no muchos le prestan atención porque hasta pareciera que no fuera una falta. Una persona me escribió en Facebook lo siguiente: “No fue el enojo de Saúl su mayor pecado, sino su soberbia”. Es verdad que Saúl pecó por soberbia pero en algún momento manifestó otros pecados y uno de ellos fue el enojo, que lo llevó a hacer cosas increíbles.

Si un enojo queda retenido en tu corazón, el diablo puede apoderarse de tus deseos, de tus sentimientos y te llevará a hacer cosas que nunca creíste que harías en tu vida. El enojo no te dejará avanzar y hará entrar en tu corazón otros pecados y  poderes espirituales que enredarán tu vida, por lo tanto presta mucha atención.

Por supuesto que el enojo no es pecado si se te va antes que se oculte el sol, como señala la Biblia: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Otra persona me escribió también en Facebook: “Jesús se enojó, Dios se enojó”. Es verdad, te puedes enojar, pero sólo hasta que termines de leer este mensaje.

Dice la palabra de Dios en 1ª Samuel 16 que el sacerdote y profeta Samuel estaba orando y lamentándose porque Dios le había dicho: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl…” Pero Dios se le presentó y le dijo: “… ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (1ª Samuel 16:1). ¿Puede Dios desechar a una persona? ¡Yo creo que no! Dios le da a una persona, oportunidades mientras ésta tenga vida, pero, lo que sí puede hacer es desecharla del programa que tenía para esa persona, de la antorcha que le tocaba. En este caso, la Biblia se encarga de aclarar que Dios había desechado a Saúl para que no reine, pero que quede en claro que él no desecha a nadie. Ahora, haberlo desechado de su posición de rey era muy duro para Saúl, lo que ocasionó que se enojara y sintiera celos, como veremos más adelante.

Entonces, Dios mandó a Samuel a Belén y le dijo: “Vas a buscar a Isaí porque de sus hijos me voy a proveer de un rey”. Esta es una historia hermosa y la puedo entender aún más por causa del viaje que hice recientemente a Israel. Señala la profecía: 6Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel” (Mateo 2:6). Y David era el hijo menor de la familia más pobre de Belén. Belén era la más chica, la familia de Isaí era la más pobre, David era el más pequeño. Entonces, pude entender qué tan pobre y pequeña era la aldea de Belén porque en el viaje que hicimos, los guías nos señalaron que en esa ciudad no había casas, o más bien les llamaban así a las cavernas donde ellos vivían. La aldea de Belén estaba conformada por unas cuantas familias que habitaban en las cuevas que tuvimos oportunidad de visitar. Realmente era gente pobre, no como otras ciudades con edificaciones de piedra y sus sinagogas. En Belén no había sinagoga, era un campo con cuevas donde la gente habitaba.

Lo más lindo es saber que Dios no desecha a nadie, y anda buscando donde hay una persona que sea conforme a su corazón, no importa el apellido que tenga ni el barrio donde ha nacido, tampoco importa la historia que tenga esa persona. Si hay un corazón que le agrada, ahí Dios obra con poder; si hay un corazón que le busca, a Dios le interesa. Él nunca ha estado supeditado a tu sabiduría ya que no le interesa, a Dios le importa tu corazón; nunca ha estado supeditado a tu inteligencia o a tu fuerza. Cuando Dios necesitó fortalecer a un hombre lo ungió con el Espíritu Santo como hizo con Sansón. ¡Él le da la fuerza al hombre! ¡Él le da sabiduría e inteligencia! ¡Todo lo que necesita es que le abras tu corazón! Las grandes cosas vendrán cuando tu corazón esté en las manos de Dios, si no es así, entonces tu vida no sirve para nada. Pero si tu corazón está en sus manos, quédate tranquilo que Dios tiene suficiente sabiduría, tiene planes, poder y gloria. ¡Usará tus manos, tus ojos, tus pies, todo!

            NO MIRES A SU PARECER

Tan poca cosa era David que cuando llegó el profeta a la casa de Isaí, pidió que le mostrara a sus hijos, y éste le presentó a todos menos a David. El primero fue el primogénito, ¡grandote, hermoso, lindo! Samuel pensó: “¡Este es!”, pero Dios le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho…” ¡Me encanta ese versículo! Viene a mi memoria un muchacho grande y lindo que era novio de Marta, mi esposa. Ella había dicho de mí: “¡Yo con ese negro ruliento no me caso!” Y oró a Dios por lo que Él le contestó: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura porque, yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1ª Samuel 16:7) ¡Yo seré feo pero con un corazón lindo!

Entonces desfilaron delante de Samuel siete hermanos de David pero el Espíritu Santo no los consentía; al final el profeta preguntó si había algún otro hijo. ¡Ni lo pensaban presentar a David! Y su padre dijo que había uno, el más chico, que cuidaba las ovejas, entonces lo trajeron delante de Samuel, y en ese momento el Espíritu Santo le ordenó al profeta: “Levántate y úngelo porque este es el hombre que yo he escogido” ¡Puede estar perdido en el campo, puede ser de la ciudad más pequeña, su apellido no será importante, puede tener la historia más triste, pero si tiene el corazón de Dios, Él saldrá en su búsqueda y lo encontrará! Samuel ungió a David delante de sus hermanos para que sea rey. ¡Gloria a Dios! Y leemos en 1ª Samuel 16:13: 13Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”.

En otra versión dice que el Espíritu de Jehová se apoderó de David desde aquel día en adelante. David se quedó sin profeta y sacerdote pero tenía el Espíritu Santo quien se apoderó de él. Esto significa que si hasta ese momento David había tratado de hacer las cosas bien delante de Dios, desde que fue ungido, Dios iba a guiar cada paso de David, lo llevaría a tomar las decisiones correctas porque lo quería de rey, para ello lo sacaría de ser pastorcito de ovejas para luego reinar. ¡Pero no podría ser rey si no lo guiaba el Espíritu Santo!

La Biblia señala que el Espíritu Santo nos guía a toda verdad. Si el Espíritu Santo se apodera de ti no cometerás errores sino que tomarás decisiones acertadas, no te andarás preguntando por qué Dios no te escucha o por qué no hace nada; tú sabrás que Él está obrando a tu favor y vas a creer que lo que te está sucediendo será para bien. ¡Verás la mano de Dios obrando a pesar de todo!

1ª Samuel 16:14 continúa diciendo: 14El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”. En otra versión dice que el espíritu malo, lo aterrorizaba. Cuando el Espíritu Santo se aleja de una persona viene otro espíritu ya que nadie queda vacío; según la Biblia, cuando algún demonio anda buscando un lugar donde reposar, vuelve a la casa de donde salió y si la encuentra vacía, esto significa, si el Espíritu Santo no está llenando a la persona, ese demonio que se había ido, va en busca de otros demonios peores que él y decide volver a su casa, entonces el postrer estado de la persona es peor que el anterior. Y no importa que esa persona sea cristiana, si el Espíritu de Dios se aparta de ella, vivirá cosas increíbles que nunca imaginó.

Yo he visto cristianos descarriados como un pastor del que me contó una chica, que fue violada por él cuando era adolescente. ¡Puedes llegar a hacer cosas que nunca imaginaste si el Espíritu de Dios se aparta de ti, y efectivamente el Espíritu Santo se apartó de Saúl!

¿Puede el Espíritu Santo apartarse de una persona? ¡Sí! No hay garantías para aquel que no vive sometido a la autoridad del Espíritu Santo. Es triste pero he visto cristianos que vuelven después de muchos años, aunque hay otros que nunca regresan, derrotados y afligidos contando que sus vidas han sido un desastre desde el día que se alejaron de Dios.

Sucedieron dos cosas: el Espíritu Santo vino sobre David y también se apartó de Saúl. Eso marcó una gran diferencia. La Biblia señala que ese espíritu que atormentaba a Saúl vino de parte de Jehová lo que significa que fue autorizado por Dios, porque cuando una persona rechaza al Espíritu Santo, inmediatamente, los demonios adquieren poder legal para ocupar esa casa de la cual el Espíritu Santo se retiró. Por ejemplo, cuando un propietario abandona su casa y entra un intruso a habitar allí, después de un tiempo tiene derecho a permanecer en esa casa, y tratar de sacarlo cuesta mucho. Si pasados los cinco años el intruso continúa habitando esa vivienda, sacarlo de allí costará posiblemente lo mismo que vale la casa. ¡Con los demonios sucede lo mismo! Éstos toman autoridad sobre alguien que ha perdido la comunión con el Espíritu Santo, y, son muy perseverantes en quedarse allí porque han adquirido derechos legales, lo que significa que Dios lo ha permitido.

En la siguiente escena encontramos a Israel enfrentando a los filisteos; había un hombre llamado Goliat que salió por cuarenta días a gritar, a insultar y desafiar al pueblo de Israel para ver si alguno se animaba a pelear contra él. Resultó que fue David al campo de batalla enviado por su padre para que les llevase comida a sus hermanos mayores que se encontraban allí. David no tenía edad para la guerra, tendría unos quince o dieciséis años, era un muchacho; cuando fue a llevarles alimentos a sus hermanos vio a Goliat que estaba gritándole al ejército de Israel, que estaba amedrentado, y también Saúl estaba amedrentado. La versión textual de la Biblia traduce específicamente no sólo que un espíritu lo atormentaba a Saúl sino que lo aterrorizaba, le infundía temores.

Imagínate que yo te predique diciéndote: “¡Cuidado con el mundo que es muy peligroso! ¡Cuidado con el diablo y con los demonios! ¡Cuidado con la policía! Mira que el frío y el calor…” ¿Qué sucederá contigo? Cuando el líder tiene temores, infunde temor al resto de la gente. Cuando una mamá tiene miedo de que le suceda algo al nene, el hijo siente temor así como su madre.

En la otra escena, Saúl comienza a ser atormentado por un espíritu que le infunde temor y él, como líder, atemoriza a los demás. ¡Había un ejército entero atemorizado! Todo porque el Espíritu Santo se había retirado del líder. Ahora viene David que estaba ungido por el Espíritu Santo, lo mira a Goliat y dice: “¿Qué le pasa a ese grandulón? ¿Por qué ese hombre habla así? ¿Quién se cree que es?” David tiene otro corazón, tiene otra visión. ¡Él sabe que cuenta con el respaldo de Dios!

¿Tú eres una persona que tiene temor? Temor a la muerte, a la enfermedad, temor a los accidentes, temor a que tu cónyuge te sea infiel, a que tu padre se muera, temor y temor. Eso es por la falta de la presencia de Dios. ¡Su presencia echa fuera el temor! ¡El perfecto amor de Dios echa fuera el temor! ¡No creas que vas a ser lleno del Espíritu Santo si vives lleno de temores!

Preguntó David: “¿Qué le darán al que mate a ese grandulón? Y le responden que, a quien venciera al gigante le darán a la hija del rey. “¿Y no hay ninguno que quiera ser yerno del rey?” “¡No, nadie quiere serlo!” Entonces piensa: “¡Está fácil ser yerno del rey!” Algunos miran a Goliat y dicen: “¡Es demasiado grande! ¡Es demasiado fuerte! ¡Me puede matar!” Y David, que estaba acostumbrado a tirar con la honda, dice: “¡Es demasiado grande no le puedo errar!” ¿Te das cuenta la visión que da Dios?

Cuando el Espíritu Santo te guía, obra poderosamente en tu vida. Él guía tus ojos, tus manos y tus pies. David no había planificado ser un gran siervo de Dios, sólo obedecía a su padre con ir a ese lugar, pero era Dios quien lo estaba guiando, Él tenía el control de sus circunstancias.

Esta historia continúa, pero quiero enfocarme en otro objetivo. El asunto es que David toma unas piedras, coloca una en su honda y la arroja contra el gigante; yo digo que el Espíritu Santo estaba en la mano de David cuando soltó la piedra, ésta salió despedida, se clavó en la frente del grandulón y lo derribó. A raíz de eso hubo una algarabía tremenda porque David se subió sobre el gigante, y le cortó la cabeza. Los filisteos estaban espantados, ellos, que no tenían miedo ahora estaban aterrorizados y el ejército de Israel que antes estaba amedrentado, ahora ya no tenía temor, ahora perseguían a los que se llenaron de temor. ¡Una historia extraordinaria! Ese fue un día de júbilo y de fiesta ya que hubo un gran botín, le quitaron a los filisteos muchas cosas y la guerra se transformó en prosperidad. Entonces, cuando volvieron de la guerra, las mujeres salieron con panderos danzando y cantando: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles”. ¡Todos estaban felices menos Saúl! Cuando escuchó lo que cantaban las mujeres, se dijo: “Le han dado a él diez miles y a mí sólo miles. Este me va a quitar el reino”. ¡Se ve que ya un demonio le estaba dictando a Saúl lo que iba a pasar!

Leemos en 1ª Samuel 18:8 y 9: 8Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. 9Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David”.

Saúl nunca más pudo ver la bendición que era David y cómo el Espíritu Santo libraba a Israel por su mano. ¡Nunca más pudo ver bien las cosas porque el enojo le nubló el entendimiento y le endureció el corazón!

Llegamos a la conclusión de que el enojo te nubla el corazón y no te deja ver la realidad. La pura verdad es que David era una bendición y Jehová trajo gran bendición y liberación al pueblo por causa de él. Eso es lo que Saúl tenía que celebrar también y por lo que debía gozarse.

Continúa diciendo 1ª Samuel 18:10: 10Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano”.

¡El mal espíritu lo tenía más atormentado que antes! Esto fue al día siguiente. Entonces buscaron a David que tocaba el arpa, y cuando lo hacía, el espíritu que atormentaba a Saúl se iba, se alejaba y él se calmaba. Pero, era tanta la bronca que tenía Saúl, que no le importaba que David tocara, al verlo le vinieron ganas de matarlo, así que tomó una lanza con la intención de traspasarlo. David no estaba haciendo nada malo pero Saúl no podía ver que el Espíritu de Dios usaba la música que él  tocaba para librarlo del mal espíritu.

Cuando tú estás enojado no aceptas ni siquiera el bien que te pueda hacer la persona a la que le tienes bronca. Me ha pasado de decirle a alguien: “Yo te amo, dejame que te ayude” y me responde: “¡No, con usted no quiero saber nada!” Es que cuando una persona vive enojada y no suelta el enojo, éste no suelta a la persona.

David estaba tocando el arpa, y mira a Saúl que estaba medio loco; tocaba y miraba, en un momento ve que agarra la lanza y piensa: “¿Qué va a hacer?” y sigue tocando… Saúl era un guerrero pero a David lo guardaba el Espíritu que lo había ungido. El Espíritu de Dios estaba sobre David y señala la Biblia que él evadió dos veces la lanza de Saúl.

Le venían pensamientos a Saúl y decía: “Tengo que hacer algo para alejarlo de mí”, así que lo mandó lejos de él como jefe de mil soldados. Saúl pensaba que los filisteos terminarían matándolo pero David salía a la guerra y volvía con motín, entonces había regocijo y el pueblo lo amaba más. ¡Todo lo que hacía Saúl era cada vez peor y todo lo que hacía David cada vez era mejor! La diferencia es que a Saúl lo guiaba un mal espíritu y a David lo guiaba el Espíritu Santo con el cual él había sido ungido. ¡El Espíritu de Dios se había apoderado de David! El deseo de mi corazón es que el Espíritu de Dios se apodere de tu vida, el deseo de Dios es que el Espíritu Santo unja con poder a los creyentes.

No había cosa que hiciese Saúl que le saliera bien. Cuando David mató a Goliat debió ser yerno del rey pero no le dieron como esposa a ninguna de las hijas de Saúl. Después le dijo que le daría a su hija Merab, pero lo mandó a la guerra creyendo que allí David moriría, mas no fue así, sino que volvió triunfante, pero no obstante eso, ¡Saúl decide no darle a su hija y se la da a otro! David la ve pasar y piensa: “¡Esa era para mi!”

Por ahí, alguien se entera que Mical, otra de las hijas de Saúl, amaba a David y se la prometió como esposa pero antes trataría que los filisteos lo destruyeran. Su intención no era darle a su hija sino que los filisteos lo matasen. Entonces manda a decirle a David: “El rey quiere que seas su yerno” pero él responde: “¡Que voy a ser yerno del rey! ¡Soy pobre, mi familia es la más pobre de la aldea más pequeña de Judá! ¿Qué dote le voy a entregar al rey?” Entonces le cuentan al rey lo que David dijo, mas él le manda a decir: “El rey no quiere dote sino cien prepucios de filisteos” Y David piensa: “Si es así la cosa, está bien”. Le pide a uno de sus ayudantes unas canastitas, entonces se va con ellas como Caperucita Roja por el bosque. Pensó que cien eran pocos así que mató doscientos filisteos; les cortó el prepucio, los colocó en las canastitas y se los entregó al rey. Ya no había vuelta, tendría que ser el yerno del rey así que se tuvo que casar con Mical. Ahora Saúl tenía otro problema, su hija Mical amaba, cuidaba y defendía a su esposo David, de su padre Saúl. Pero se le sumó otro problema, Jonathan, hijo de Saúl había hecho pacto con David, y lo amaba como a su propia alma, así que Saúl se quedó cada vez más solo. Leemos en 1ª Samuel 19: 1: 1Habló Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus siervos, para que matasen a David; pero Jonatán hijo de Saúl amaba a David en gran manera…”

Llegó a ser tanto el odio que le tenía Saúl a David, porque el pueblo lo amaba cada vez más, sus propios hijos lo amaban, e incluso los siervos decían que David era un gran hombre de Dios, y que Él había dado a Israel gran bendición por medio de David. ¡El único que no entendía lo que estaba sucediendo era Saúl porque tenía celos y estaba enojado!

            CONCLUSIÓN

¿Tú tienes idea a dónde puede llevarte el enojo si se apodera de ti? ¿Qué es eso de no poder perdonar y olvidar? ¿Qué es eso de tener que seguir recordando y cada vez que te juntas con alguien se te mueve algo por dentro? ¡No es el Espíritu Santo sino un espíritu malo que te atormenta!

Saúl nunca pudo destruir a David porque el Espíritu Santo se había apoderado de él y lo guiaba paso a paso. Había una gran diferencia, Saúl temía cada vez más pero David no tenía temor. En los Salmos podemos leer: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4). En el Salmo 27:3 David cantaba: 3Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”. Me pregunto si tú tienes confianza o temor. ¡No puedes temer y a su vez decir que tienes confianza y esperanza!

¡El Espíritu de Dios se apoderó de David! El día que el Espíritu Santo se apodere de ti no habrá más temores, no más celos, no más envidias. ¡Es hermoso vivir sin temor! Hay cristianos que viven con temores y se han acostumbrado a llevar esa mochila.

Dile a Dios en esta hora: “Señor, quiero arrepentirme de mis enojos, líbrame”. Mira que el enojo te lleva a hacer cosas muy feas y tremendas. Conozco personas que están enojadas con su padre muerto por algo que hizo y ¡está enterrado hace años! ¿Cómo vas a arreglar ese tema? ¡El enojo no es la solución! La vida que Cristo te quiere dar, lo que Dios tiene para ti es de aquí en adelante, no está atrás. Por eso le dije a una mujer que participó de un encuentro y tenía miedo de perder la nueva vida y quedarse en la vieja vida: “¡Déjate de pensar en el camino viejo, declara que estás en el nuevo!”

Pídele perdón a Dios por tus enojos y Él te librará de tus temores, de tus celos, hará venir su Espíritu Santo sobre ti. ¡Más que reposar, se apoderará de ti! Tú necesitas, no que el Espíritu Santo repose sobre ti, sino que se apodere de ti.

Estas cosas, David las tenía clara, aunque también pecó, pero cuando se dio cuenta del pecado que cometió clamó a Dios pidiéndole: “No quites de mí tu santo Espíritu. Si tú me perdonas seré libre de esta maldición”. David sabía lo que era ser guiado por el Espíritu Santo y el temor más grande que él tenía era que ya no sería así. “Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos….No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”. (Salmo 51:4, 11 y 12) Por eso es que a Dios le agradaba el corazón de David, no es porque no haya pecado, sino porque tenía un corazón aferrado al de Dios. Era lo suficientemente sensible para decirle a Dios: “Dios mío, ¿a dónde iré yo sin ti? Líbrame de mi pecado, cúbreme de mi maldad y trae tu Espíritu sobre mí Señor. Que no se aleje de mi tu Santo Espíritu”.

¡Que Dios te unja en esta hora y te llene! ¡Que el Señor se apodere de ti! Debo decir algo que es lamentable pero cierto: hay cristianos que no conocen al Espíritu Santo, caminan a tientas, hacen lo que les parece que está bien pero viven en inseguridad. ¡No permitas que el enojo te maldiga!

Dile al Señor en esta hora: “¡Te quiero conocer Espíritu de Dios! Ven a llenarme, tú eres quien guía a toda verdad, guíame a toda verdad Señor, te lo pido en el nombre de Jesús. Señor, yo he tenido enojos guardados, lo reconozco, líbrame de esos enojos.  Perdóname Señor, mi corazón se entenebreció el día que decidí retener el enojo. Reconozco que no he visto bien el camino, no he sabido tomar decisiones, Señor. ¡Ven a llenarme con tu Espíritu! Hoy dejo delante de ti mis enojos, dejo mis envidias y mis celos, líbrame de toda cautividad Jesús. ¡Toma mi vida Señor, yo te necesito! Espíritu Santo ven como fuego sobre mí, sopla con poder sobre mí, te lo pido en el nombre de Jesús. Te necesito Espíritu de Dios. Aleja mis temores, mis inseguridades y dame firmeza, te lo pido en el nombre de Jesús. Gracias Señor, amén.

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