DOS LINAJES = DOS DESTINOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

DOS LINAJES = DOS DESTINOS

INTRODUCCIÓN

Según la historia bíblica, Adán y Eva tuvieron dos hijos, uno se llamó Caín y el otro Abel; y tanto Caín como Abel presentaron una ofrenda al Señor. Leemos entonces en Génesis 4: 3 y 4: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”.

Dios no está obligado a mirar con buenos ojos tu ofrenda; ésta tiene que ser algo muy especial para Dios, y tú tienes que considerar la ofrenda como algo muy importante. Dios miró la ofrenda y miró a Abel. La ofrenda es reflejo del corazón del creyente. Dios no miró con agrado a Caín y a su ofrenda y éste se ensañó, lo que significa que se enfureció con su hermano porque Dios había mirado con buenos ojos a Abel. La historia termina con que Caín mata a su hermano. Es aquí donde comienza la persecución. Abel era una persona que agradaba a Dios. Y esta clase de guerra, hoy en día continúa ya que los que agradan a Dios despiertan celos, los que agradan a Dios tienen enemigos.

LA DESCENDENCIA DE CAÍN Y DE SET

A veces cuestionamos, por ejemplo: ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Por qué Dios lo permite?” O aseveramos que Dios es injusto porque nos hace pasar por dificultades que no merecemos o porque no contesta nuestras oraciones. Pero el asunto aquí es si le agradas a Dios o no. Si tú agradas a Dios, tendrás guerras. En cuanto a esas personas que no se sabe si son de Dios o no, ¿por qué motivo va a perseguir el diablo a los hijos de las tinieblas si no le causan problemas? Algunos señalan que son buenos porque se llevan bien con todo el mundo. El asunto es hacer la obra de Dios y agradarlo a Él, conocer la voluntad de Dios y hacerla.

Continuamos leyendo en Génesis 4:25 y 26: “Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”.

Dios le dio a Eva otro hijo porque necesitaba una descendencia que fuese suya. Hay una descendencia que son los que invocan el nombre de Dios. Pasó tiempo desde que Caín mató a Abel su hermano, después Eva concibió nuevamente, pero Caín siguió su camino. Y la Biblia se centra en Enós y su descendencia. A partir de Enós los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová. Sucedió que había otros que no invocaban a Dios; los que no amaban a Dios ni lo necesitaban, o aquellos cuyos corazones se habían endurecido contra Dios.

El capítulo 5 de Génesis habla de la genealogía o descendientes de Set. “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set”. Aquí no nombra a Abel que había muerto e ignora a Caín que estaba vivo. Leemos aquí entonces que la descendencia de Adán es a partir de Set. “Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas”.  Muchos se preguntan con quién se casó Caín, y con quién se casó Set. Se casaron con sus hermanas. Hay muchas discrepancias teológicas en cuanto a este tema y se inventan algunas cosas. Pero lo llamativo es que sigue la sucesión durante todo el capítulo 5 de Génesis hasta llegar a Noé. No sabemos qué pasó con los descendientes de Caín. Pero en la Biblia se toma en cuenta la descendencia de Set, el que Dios le dio a Adán y Eva en remplazo de Abel, el que hizo que los hijos invocasen al Señor.

Más adelante, en el capítulo 6 de Génesis leemos: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”. Aquí hay otro conflicto teológico. Algunos dicen que cuando habla de hijos de Dios se refiere a ángeles que venían a tener relaciones sexuales con mujeres, hijas de hombres que eran bellas. Yo no creo eso, aunque hay muchos que lo afirman. Jesús nos enseñó que los ángeles no tienen sexo, ni se casan, ni procrean, según entendemos en Mateo 22:30: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”.

Se les llamaba pues, los hijos de Dios, a los descendientes de Set; y los otros eran los hijos de los hombres porque había claramente dos linajes. Vemos, desde el origen de la historia de la humanidad, que hay una clara brecha y una persecución de los hijos de las tinieblas contra los hijos de la luz. “…viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”.

Uno de esos hijos de Dios fue Sansón. Más bien era sonsón porque le gustaban las mujeres de los filisteos. Que se fijaran en las hijas de los hombres no significa que las hijas de Dios eran feas; quiero decir que, aunque sea linda no necesariamente es buena. Y los hijos de Dios se fijaron sólo en su belleza, no en el hecho de que eran buenas e invocaban a Dios. Y en todo el Antiguo Testamento, Dios le ordenó al pueblo de Israel que no se casaran con mujeres extranjeras. Les advirtió que no buscaran mujeres que hicieran que sus corazones se desviaran de adorar al Dios vivo para adorar otros dioses.

Aquí pues, se ve claramente que hay dos linajes: los hijos de Dios y los hijos de los hombres. Transcurrido el tiempo aparece Abraham entre los descendientes de Set, al cual Dios le dio la promesa de un hijo y de una descendencia como las estrellas del cielo y la arena del mar. Pero pasaba el tiempo y la promesa no se cumplía. A Sara, esposa de Abraham, le había cesado la costumbre de las mujeres y vieron que ya no tendrían hijos. Entonces, Sara le dice a Abraham que se acostara con su sierva Agar, para que ella le dé un hijo. En aquel tiempo, los hijos de una esclava, no eran de la esclava sino de su ama. Así hizo Abraham y tuvo un hijo con la esclava, al cual le puso Ismael. De los ismaelitas descienden todas las naciones que hasta el día de hoy persiguen a Israel. Los árabes son descendientes de los ismaelitas.

Leemos en Génesis 21: 8 y 9: “Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac”. Dios le dijo a Abraham que no sería por medio de Ismael la promesa sino del hijo que le nacería a Sara; en Isaac le sería llamada descendencia. Entonces Dios hizo el milagro de que Sara quedara embarazada y le nació otro hijo a Abraham, el de la promesa. Ahora tenía dos hijos, el de la esclava y el de la libre, así dice el apóstol Pablo en el Nuevo Testamento. La libre era la esposa de Abraham, la escava era Agar, sierva de Sara.

En el Nuevo Testamento a Ismael se lo llama como el descendiente de la carne, el que nació de la carne y a Isaac el que nació de la promesa. Nuevamente vemos dos linajes aquí. Dios le prometió a Abraham que iba a hacer de Ismael una gran nación y lo hizo; pero el plan de Dios se iba a desarrollar a partir de los descendientes de Isaac. Volvemos a ver que hay una brecha entre las tinieblas y la luz, y esto es muy específico en el Nuevo Testamento, según leemos en Gálatas 4:29 respecto a Ismael e Isaac: “Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora”. La Biblia dice que Ismael se burlaba de Isaac y esto hizo enojar a Sara, entonces le dijo a Abraham que echara a la esclava y a su hijo. Eso legalmente estaba muy mal. Sin embargo, sucedió así, aunque a Abraham le pesaba porque Ismael era su hijo. “Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21:12).

LA DESCENDENCIA DEL ESPÍRITU Y DE LA CARNE

Dios tiene un linaje escogido. ¿Eres parte de ese linaje escogido? ¿Las personas pueden ver que realmente perteneces a ese linaje? ¿Los que se acercan a ti lo hacen por causa de la luz que tienes o se alejan de ti por causa de la luz que tienes? Un cristiano divide las aguas; el cristiano pertenece al reino de la luz y debe alumbrar. La verdad ha sido depositada por Dios en la iglesia. Los cristianos somos los depósitos de la verdad de Dios en el mundo y somos el freno moral del planeta. No cuestiones lo que estás viviendo, entiende que estás en un mundo donde las tinieblas batallan contra la luz y viceversa. Si tú estás en luz, las tinieblas se tienen que disipar; si tú estás en el reino de la luz entonces eres una molestia para las tinieblas. Impides que los planes del diablo se sobrepongan a la obra de Dios. Por eso en la Biblia se hace mención a ejército, y también señala la Biblia que nosotros somos soldados de Cristo. En Gálatas, leemos que el apóstol Pablo toma esta diferencia de linaje escogido. La Biblia dice 1ª de Pedro 2:9: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Yo digo que algo grande está por suceder porque los hijos de las tinieblas están haciendo grandes esfuerzos. Y dice la Biblia que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia. Significa que los que somos del reino de Dios, cada vez brillaremos más y la unción será mayor. La manifestación del poder de Dios sobre nosotros será mayor.

Leemos en Gálatas 5:17: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. Hay dentro tuyo dos naturalezas, la que heredaste de Adán y la que heredaste de Cristo si es que ciertamente has sido engendrado por el Espíritu Santo. Porque hoy sigue siendo como antes. Están los hijos de las tinieblas que han nacido solamente de la naturaleza de Adán, y están los hijos de Dios. ¿Qué dice la Biblia acerca de los que han nacido de Dios? “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Un autor no cristiano dijo: “Grita al mundo: ¡Todos somos hijos de Dios!” ¡No! No todos son hijos de Dios. Los hijos de Dios hemos sido engendrados por el Espíritu Santo. Hay en nosotros otra naturaleza y otro poder; hay en nosotros otra esperanza y otro futuro. ¡La vida eterna!

Leamos nuevamente Gálatas 4:29: “Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora”. Quien había nacido según el Espíritu fue Isaac, e Ismael había nacido según la carne. Y como señala en apóstol Pablo, así también ahora. Los deseos del Espíritu son contra la carne y los de la carne son contra el Espíritu y no se pueden poner de acuerdo. Salmos 37:4 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Esto de que te conceda las peticiones o deseos de tu corazón es correcto siempre y cuando los deseos de tu corazón sean los deseos de Dios. Porque los cristianos tenemos amor a la voluntad de Dios; queremos hacer la voluntad de Dios aun sacrificando nuestra propia voluntad, nuestros anhelos y proyectos personales porque amamos la voluntad de Dios. Cuando el Salmos 34 dice que Él te concederá las peticiones de tu corazón, esto significa que si amas a Dios esos deseos que tienes, que no son tuyos sino de Dios, el Señor los cumplirá pronto.

Hay una generación que anhela ver los planes de Dios consumarse y están dispuestos a sacrificar lo que sea con tal de que se haga la voluntad de Dios. Son los que con amor le piden a Dios: “Hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra”.

Una mujer estaba enojada con Dios porque le había pedido algo y Dios no se lo daba. Dios no está para cumplir tus planes sino para incorporarte en los suyos. Parece que se ha predicado mal el evangelio porque la gente dice que está cansada, que no tiene tiempo, que le falta dinero para asistir a la iglesia o para servir a Dios. La gente busca la comodidad. Tienes que congregarte porque es en la casa de Dios donde Dios derrama bendición eterna. Digo que aparentemente hemos predicado mal el evangelio porque muchas personas prefieren, no que se haga la voluntad de Dios sino la suya propia. Y oran fervientemente para que Dios les conceda lo que quieren sin discernir si lo que ellos quieren es lo que Dios quiere. Se encaprichan con alguna cosa, pero no se preguntan siquiera si es la voluntad de Dios o no.

Todos los días tomamos decisiones y cada decisión es conducente a que se cumpla la voluntad de Dios o va en contra de la voluntad de Dios. Eres enemigo de Dios o eres amigo de Dios. Le pregunté a la mujer si le ha servido enojarse con Dios, si le fue mejor y respondió que no le sirvió de nada y le fue peor. ¡Cómo te va a ir bien si estás enojado o enojada con el que te ama y te puede ayudar! ¡Te conviertes en un enemigo de Dios! La orden más importante que debes cumplir es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. No lo amas condicionándolo por lo que te da o no te da; no lo vas a amar sólo porque Él te da. Lo vas a amar porque es digno de ser amado y tú decides amarlo a pesar de todo. ¡Dios busca gente que lo ame!

Yo estoy rodeado de gente que me ayuda en el ministerio, pero yo no tengo a mi lado nadie que no me ame. Si me ama, entonces puede trabajar conmigo; de lo contrario me va a traicionar en cualquier momento. El que ama a Dios no lo traiciona; y el que ama a Dios se alegra al ver el cumplimiento de los planes de Dios. ¡Es necesario aprender a renunciar a uno mismo! ¿Qué hace Dios con aquellos que quieren servirle? ¡Los mata! Dice la Biblia que el alma que pecare morirá. El alma es la sede de nuestra personalidad rebelde; es donde se cocinan los deseos, las malas intenciones y los pecados. Y la Biblia afirma que el alma que pecare morirá. También Jesús declaró: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). La cruz es el símbolo de la voluntad de Dios; la cruz es lo que tienes que abrazar. Alguien compartió en las redes un video que dice más o menos así: “Es bueno que Dios te quebrante para que quede algún agujerito por donde Él pueda salir para afuera”. Él está dentro, deseando salir afuera, deseando manifestarse a través de ti. Fue a través del quebranto de Jesús que la obra de Dios se hizo. Y el Señor nos enseñó esto de negarnos a nosotros mismo. Fue en Getsemaní donde Jesús eligió hacer la voluntad de Dios en lugar de la suya. La cruz duele; no es cómoda. Pero te voy a compartir un misterio; la Biblia dice que el alma que pecare, esa morirá. Jesús no pecó, pero a Él se le atribuyó el pecado de toda la humanidad. Debía morir porque se hizo culpable a sí mismo por nuestros pecados. Podía haber zafado de ir a la cruz porque no había pecado en Él, pero eligió la cruz ya que era la muerte que Dios demandaba para hacer justicia. Nosotros morimos en una forma espiritual porque elegimos la voluntad de Dios antes que la nuestra, pero esa muerte no nos lleva a la cruz; más bien, nuestra cruz es seguirlo a Jesús. La cruz significa negarme a mí mismo.

CONCLUSIÓN

Yo te pregunto: ¿Conocen en tu trabajo que eres cristiano? ¿Te pasan cosas por ser cristiano? ¿Se evidencia que perteneces al reino de la luz? ¿Realmente has pasado de reino de las tinieblas al reino de su luz admirable? ¿Renunciaste a tus pensamientos y deseos para abrazar los pensamientos y los deseos de Dios? Otra pregunta: ¿Cuánto lees la Biblia? ¿O pasas navegando en internet y mirando televisión? ¿Amas realmente a Dios y a su palabra? Hay algunos que juegan con el reino de Dios, y con el reino de Dios no se juega. Quizás no es tu costumbre asistir a la iglesia, no es tu cultura cristiana; pero es momento de renunciar a tu voluntad y abrazar la voluntad de Dios. Fue en Getsemaní que Jesús abrazó la cruz; fue allí que el Señor abrazó la voluntad de Dios. En Getsemaní se definió nuestra salvación. Lo demás tenía que ocurrir, pero la decisión fue tomada antes.

Dice la Biblia en Mateo 5: 24: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Tenemos pasiones y deseos, pero los hemos crucificado. Amamos más a Dios que a nosotros mismos, amamos más su voluntad que la nuestra. Nos alegramos en que Él crezca en nosotros y que nosotros mengüemos. No es el diablo tu enemigo más grande. El enemigo más grande que tienes eres tú mismo. Puedes vivir tu vida cristiana engañado o engañada hasta la venida de Cristo y nunca haber sacrificado tu voluntad para hacer la de Dios.

Había diez vírgenes esperando al novio, cinco tenían sus lámparas llenas de aceite para que no se les apagara. ¿Tú eres hijo de luz o de las tinieblas? Las otras cinco, cabecearon esperando al esposo, pero se quedaron sin aceite a la hora de la llegada del novio. Y cuando se dan cuenta, les piden a las otras que tenían abundante aceite, pero ellas no se querían quedar sin luz y les sugirieron que fueran a algún almacén a comprar. Tú puedes llegar a las puertas mismas del cielo e irte al infierno. ¿Hay aceite en ti? El aceite es la unción del Espíritu Santo guiándote. ¡Renuncia hoy a ti mismo! Deja de cuestionar a Dios, deja de pelear con Él para que haga lo que tú quieres y pregúntale qué es lo que Él quiere.

Ora a Dios y dile: “Señor, me despojo de mí mismo. Quiero amarte. No te quiero mentir que hay deseos en mi corazón y hay cosas que me rehúso a soltar y otras cosas que me atan. Hoy sé que vale más tu voluntad que cualquier cosa. Quiero caminar a partir de hoy en tu voluntad. No me ha gustado comprometerme a hacer tu voluntad, no he querido, he preferido otra cosa, pero hoy estoy dispuesto. Renuncio a mí mismo para comenzar a caminar contigo Señor”.

Haz tu obra Espíritu Santo. ¡Quebranta el poder del amor a uno mismo! ¡Quebranta el poder de los deseos de la carne, Señor! Sea quebrantada la carne y vivificado el espíritu de los que hoy te buscan, en el nombre de Jesús. Es tu hora, Dios. ¡Haz tu obra, Señor! Limpia con tu sangre y engendra vida nueva, Espíritu Santo, y anhelos por hacer tu voluntad en nuestros corazones. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.

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