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DIOS ES PREVISOR
Todo lo ha planificado. Nada le sorprende.
INTRODUCCIÓN
Hay eventos que sucedieron, y otros que van a acontecer, que ya estaban profetizados en la Biblia. Zacarías, un profeta no muy conocido, uno de los últimos profetas menores del Antiguo Testamento, pronunció una profecía que podemos leer en un solo versículo, y que dice así: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zacarías 9:9). Esto es precisamente lo que sucedió antes de la Pascua en la que Jesús fue crucificado. Jesús había ido a Betania porque su amigo Lázaro había muerto. Y en el velorio de su amigo había muchas personalidades, ya que él era muy conocido. Fueron judíos y religiosos desde Jerusalén hasta Betania, unos treinta kilómetros de distancia entre las dos ciudades. Esos velorios duraban varios días y había muchas manifestaciones de dolor en el lugar. Pasado cuatro días de la muerte de Lázaro, Jesús decide ir, y cuando llegó, Marta le dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto…Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Y en ese momento Jesús resucita a Lázaro ante la presencia de mucha gente. En ese momento muchos deciden creer que Jesús era el Mesías y comienzan a seguirle, armándose un gran alboroto porque los religiosos que observaban todo lo que Jesús hacía, se conjuraron para matarlo.
PROFECÍAS CUMPLIDAS
Esto sucedió unas dos semanas previas a la crucifixión de Jesús. Luego de este acontecimiento, el Señor se propone dirigirse a Jerusalén, pero los discípulos le reconvinieron que no fuera porque procuraban matarlo. “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16: 22 y 23). Jesús endurece su rostro y decide ir a Jerusalén porque Él iba a entregar su vida en rescate de muchos. ¡No se la iban a quitar! Entonces viene de Betania, pasa por la aldea de Betfagé y cuando llega al Monte de los Olivos y les dice a dos de sus discípulos: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará”.
Aquí entra en escena la manifestación del cumplimiento de una profecía dada quinientos años antes. La Biblia es meticulosa y quien la escudriña encuentra cosas asombrosas; como que algo que fue profetizado quinientos años antes estaba a punto de suceder y que Jesús es consciente de que está cumpliendo con una profecía dada quinientos años antes. Van los discípulos y efectivamente, lo primero que ven es una asna con un pollino. El pollino es un burrito que nunca nadie ha montado. Aquí hay otro milagro. Si ves un burrito que nunca nadie ha montado no te subas. Lo maravilloso es que Jesús se montó sobre al pollino y el animal se portó muy bien. Entonces aparecen en escena una gran cantidad de personas; ponen una manta sobre el pollino y Jesús se sienta sobre él. Entonces entra a la ciudad y es proclamado Rey de Israel por la gente que estaba entusiasmada, porque sabían que Él había resucitado a Lázaro y que ha sanado a otros enfermos. Ya todo el pueblo hablaba de Jesús y muchos se preguntaban: ¿Quién es este? Algunos decían que era un impostor, pero otros lo proclamaban como el Mesías. En Jerusalén todos estaban entusiasmados, y muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”. Aquí se está cumpliendo otra profecía más; y esto está escrito en los cuatro evangelios, ya que fue un acontecimiento muy importante que han registrado los cuatro evangelistas. Leemos en Mateo 21:7: “…y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima”.
En el Salmo 118 se profetizó acerca del tiempo de la llegada del Mesías. Este Salmo se escribió más o menos, unos ochocientos años antes de la venida de Cristo y dice lo siguiente: “Te alabaré porque me has oído, y me fuiste por salvación. La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (Salmos 118: 21 y 22). Esto, Jesús dijo de sí mismo, y lo leemos en Mateo 21: 42: “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: la piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo…?” El Señor declaró con esto que Él era esa piedra, el Mesías, a quien desecharon los edificadores. Y el salmista continuó profetizando: “De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él. Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; desde la casa de Jehová os bendecimos” (Salmos 118: 23 al 26).
Este es un Salmo Mesiánico; habla del Mesías y dice de Él: “Bendito el que viene en el nombre de Jehová”. Así que como vemos en Mateo 21, cuando la gente dice: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” se está cumpliendo la profecía del Salmo 118. Y lo que dice en este Salmo tiene doble cumplimiento: uno se refiere a la primera venida de Cristo y el otro es en su segunda venida.
Te cuento que en Israel, en muchos lugares, puedes ver carteles que dicen: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Esto hace alusión a su venida y muchos están pidiendo: “¡Queremos al Mesías ya!”
El relato de Mateo 21:9 fue un acontecimiento que se dio ochocientos años después: “Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” El pueblo estaba proclamando: “¡Este es el descendiente de David! ¡Este es el Mesías!” Por un lado, había algarabía, y por otro lado sentimientos de bronca invadían a los fariseos, a los doctores de la ley y dueños de la religión y del poder económico de Israel, como podemos leer en Lucas 19:39 y 40: “Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”. Ellos sabían muy bien que eso que aclamaba la gente era una profecía acerca del Mesías. Jesús mismo les confirmo que Él era el Mesías, el hijo de David profetizado que venía a salvar al pueblo de su pecado. ¡Esto es excitante! Todo esto sucedió, más o menos, quinces días o una semana antes de la Pascua.
Leemos otro acontecimiento que también fue profetizado y aconteció en el lapso de entre quince días a una semana antes de la crucifixión de Cristo y se encuentra en Lucas 13: 34 y 35, el lamento de Jesús sobre Jerusalén: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor”.
En solo unos días se cumplen unas cuantas profecías. Jesús quiso decir que no solo en ese entonces iban a proclamar: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”, sino que cuando Él vuelva, previamente, en algún momento iban a aclamar también: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Yo estoy palpitando lo que está aconteciendo en Israel, que es el reloj del mundo; que esta profecía tendrá lugar muy pronto.
El pueblo de Israel clama por paz y está negociando por la paz. No son un pueblo que quiere la guerra. ¡Que no te mientan! La gente no quiere enfrentamientos contra los árabes porque anhelan la paz. Ellos entregan agua a cambio de paz, entregan tecnología por paz, y entregan territorios por paz. Ellos saben quién es el Príncipe de la paz; ellos saben que el Mesías traerá un tiempo de paz. Presta mucha atención a lo siguiente: Yo he observado que cuando una persona se suelta del Señor, suele hacer cosas descabelladas, cosas irracionales, y es que la persona es tomada por un espíritu demoníaco. En los días del cumplimiento de la Pascua, satanás entró en Judas, discípulo del Señor. Este había convivido con Jesús varios años y era el que tenía la bolsa, el que llevaba las cuentas, entonces satanás le dio vuelta la cabeza para entregar a Jesús al poder de los romanos. Judas lo hizo por dinero, tal vez existían otros motivos, algún pensamiento; quizás Jesús lo desilusionó porque no era lo que él pensaba. Posiblemente quería que fuera un guerrero montado en un caballo blanco, pero Jesús no era un hombre de guerra, por eso eligió un burrito, por ser un animal de carga y humilde, aunque era considerado un animal de dignidad porque los reyes en Israel cabalgaban en burro.
¿Y qué pasó con el pueblo? Cuando apresaron a Jesús, al pueblo que había proclamado: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” se le dio vuelta el corazón. Los fariseos comenzaron a influenciar sobre la gente para que negaran a Jesús. Yo veo hoy en día cómo las personas con el tema de la ideología de género se endemonian y entran en increíbles contradicciones contra la ciencia, contra Dios y contra la lógica. En aquel entonces, el pueblo comenzó a gritar: “¡Crucifícale!” El pueblo que aclamaba: “¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” pedía a gritos que Jesús fuera crucificado. Pilato no encontraba motivos para condenarlo, entonces ideó algo para salvar a Jesús. Fíjate que estaban entrando a la Pascua, y Pascua significa pasar por alto. El imperio romano tenía por costumbre liberar a un convicto en consonancia con la Pascua. La Pascua es pasar por alto el pecado, entonces, el imperio romano, para congraciarse con los judíos soltaban un preso, una persona malvada. Y Pilato puso ante el pueblo a Barrabás y a Jesús y les dio a elegir, pero el pueblo que unos días antes alababa al Mesías, ahora gritaba: “¡Crucifícale!”. Pilato insistía que Jesús no había hecho nada malo pero el pueblo con más furia gritaba: “¡Crucifícale!” Es que si no estás en Cristo no hay lógica.
LA HISTORIA DE VERÓNICA
Yo he visto cristianos revolcarse en el lodo después de haber estado en la iglesia y alabado a Jesús, cuando estaban agradecidos por el perdón de sus pecados y por la vida eterna, sin embargo, se alejaron del Señor. Una mujer, se enojó con un pastor y se apartó de la iglesia por años, anduvo perdida por caminos oscuros. He conocido mujeres cristianas que eran más buenas antes de conocer a Jesús, pero cuando volvieron atrás después de haber escuchado el evangelio se han prostituido, se han drogado y entregado a placeres que las destrozaron. Y esto es tanto con mujeres como con hombres. Cristianos que no han sabido medir el peligro que implica no amar a Jesús con todo el corazón y no aferrarse a Él, ni el peligro que implica no buscar a Dios en cada decisión. He visto demasiado mal. Cuando voy por la calle, encuentro en los semáforos, chicos que me dicen: “Apóstol no doy más, yo estuve en un hogar Beraca y me fui, pero algún día voy a volver”. Y ese día no llega. Un joven que se había criado en la escuela dominical, que siempre ha estudiado la Biblia, pero ahora era un drogadicto perdido, se había convertido en una persona malvada. Le había violado la caja fuerte a una abuela y le robó todo el dinero que ella tenía. Sus padres tenían una empresa vial y este joven robó también en la empresa. Él me decía: “No me conozco. Si yo conozco bien la Biblia, no entiendo por qué estoy así. No entiendo por qué he hecho esto con mi vida”. Es que fuera de Jesús no hay lógica, no hay razón. La maldad se apodera de ti y yo hoy te predico esto para que tú tengas temor de Dios. No quisiera estar en el pellejo de aquellos que gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” y unos días después vociferaban: “¡Crucifícale!”
Vino a verme una mujer que me enteré que estuvo el primer día que abrimos la iglesia en Uruguay, hace veintiocho años, y desde el comienzo se integró y comenzó a colaborar. Ella había escuchado el evangelio en Argentina, pero cuando llegó a Uruguay se enteró que esa misma iglesia abriría un anexo aquí. Comenzó a servir a Dios y llegó a ser líder de la alabanza. Esa jovencita nos tenía muy contentos. Cuando nos mudamos a otro lugar, el ex cine Princess nos visitaron unos profetas y uno de ellos le dijo algo así como: “¡Cuidado porque viene el diablo a probarte! Debes tener temor de Dios” entre otras cosas. Pero ella no tuvo temor de Dios. Al poco tiempo me viene a contar que se había enamorado de un chico y yo le dije que ese muchacho no le convenía. “Pero yo lo amo”. “Pero mira que no te conviene” “Pero yo lo amo”.
Tanto insistió que se fue e vivir con él, abandonando el servicio por veintisiete años. Verónica creía que conocía a Jesús, y ella misma dice que si lo hubiera conocido realmente no se hubiera alejado. En aquel momento ella pensaba que la elección que hizo era la mejor para su vida. Cuando le profetizaron, hizo oídos sordos. Se enojó conmigo porque le dije que ese chico no le convenía y se tenía que alejar. Se enojó con todo el que le decía que estaba equivocada y se fue de la iglesia. Se apartó y se embarazó de su primer hijo y comenzaron los problemas con el joven; él comenzó a drogarse y a alcoholizarse, y eso lo hizo reiteradas veces. Sufrió situaciones de violencia. Pasaron los años y Verónica aguantó como pudo. En ocasiones entraban a la iglesia, pero èl nunca se afirmaba porque su corazón estaba lejos de Jesús. Ella tampoco estaba buscando a Dios de verdad, en realidad, lo que buscaba era aliviar su dolor y arreglar el problema que tenía. Siguieron pasando los años y seguía alejada de Dios. No aguantaba ni dos meses en la iglesia y se volvía a ir. Volvió a quedar embarazada y para ella sus dos hijos son su mayor bendición, aunque aún no conocen a Jesús y eso le duele mucho. Verónica se pregunta cómo fue que no se dio cuenta, y no se había dado cuenta porque no conocía a Jesús por más que hablaba de Él y lo alababa en el pulpito. No estaba enamorada de Jesús y no tuvo un encuentro con el Señor sino hasta hoy día. Tuvo que soportar años de violencia, se divorció, continuó sola con sus hijos, pero no podía volver a la iglesia. Su corazón se había endurecido totalmente. Aunque muchas veces vino a la iglesia, sin embargo, entraba, se quedaba parada en la puerta y se iba. Aun con el corazón endurecido, una mañana estaba tomando un café y comenzó a escuchar una alabanza en YouTube y ella sintió que algo estremeció su corazón. Desde ese momento no pasa un día que no necesite escuchar palabra de Dios y siente un gran hambre por el Señor. Se dio cuenta así que no hay nada que anhele más que estar cerca de Jesús.
Verónica cuenta que, así como el pasaje de la mujer con el flujo de sangre, se acercó a Jesús como pudo y tocó su manto, ella siente que de algún modo ella hizo eso, atravesó todo lo que pudo y tocó el manto de Jesús. Siente que el Señor tuvo misericordia de ella y la fue a buscar porque si no la buscaba, ella no iba a volver nunca y lo sabe bien. Le ha costado mucho volver, pero Verónica cree que si de algo sirve todo lo que vivió y si tú estás en la disyuntiva y no sabes si seguir en la iglesia o irte, si no sabes si aferrarte al Señor o alejarte de Él, te dice que no te alejes y que te aferres a Jesús, y si no sabes que hacer, busques ayuda porque no hay otro camino, solo Jesús, y no hay un lugar mejor que la iglesia.
Yo sé que su corazón está de regreso. Pero pasaron tantos años viviendo perdidamente, sola, enfrentando violencia, dificultades económicas, criando a sus hijos lejos de Dios porque se endureció y ni siquiera sabe cómo pasó. Un líder importante del ministerio, en un momento de enojo, me dijo que se iba de la iglesia y yo sentí esas palabras como sopladas del mismo infierno. No sé qué va a pasar, sí sé que sus padres hace mucho tiempo se enojaron con otros pastores y se vinieron a nuestra iglesia. Después se enojaron con nosotros y se fueron dejando de ser fructíferos, enfriándose totalmente. Una jovencita que venía a la iglesia cuando era chiquita, me escribió diciendo que no podía creer que sus padres fueron diáconos y se han apartado, y que ahora están tan endurecidos. El padre le dijo que lo peor que había hecho en su vida fue haber ido a la iglesia, y cuando se enoja, amenaza con que se va a suicidar, pero por otro lado dice que está bien así como está. ¡Una contradicción increíble!
CONCLUSIÓN
Dios quiere librarte de la locura en este día. Hay miles que se alejaron nada más que por un enojo y llevan años sin poder ir a la iglesia, sin poder volver a Jesús. ¿Tú confías en tu propia prudencia? Yo te digo que no puedes confiar en nada más que en Jesús. Si el apóstol Pedro le dijo a Jesús que no le iba a fallar, pero le falló el mismo día que lo dijo, entonces ¿qué podemos esperar de nosotros? Qué locura la de Pedro al decirle a Jesús: “Señor, aunque todos te dejen yo no te voy a dejar. Aunque todos se olviden de ti yo no lo haré”. Es que cuando un poder extraño entra en el corazón, terminas mal y lejos de Dios. Este mensaje es para aquellos que saben que están titubeando; que un día levantan manos al cielo y alaban a Dios, pero otro día están tan lejos. La única que te queda es pedirle a Jesús que guarde tu corazón y tus pensamientos, y que te libre de ti mismo porque eres el peor de todos tus enemigos. Que tus pensamientos sean los pensamientos de Dios porque sus pensamientos son más altos, así que no confíes en tus pensamientos. Sus caminos son más altos y tienes que caminar en las alturas, por eso pídele a Dios que te libre de desviarte tras tus propios caminos. Ama al Señor con todo tu corazón y deléitate en Él cada día. Que al despertar, lo primero que hagas a la mañana sea adorar a Dios, sin importar cuáles sean tus problemas y que ames al Señor con todas las fuerzas de tu corazón.
Si sabes que le has fallado al Señor y hoy quieres renovar tus votos, Dile: “Señor líbrame de la locura de mis propios pensamientos. ¡Sálvame! He perdido muchas cosas por la locura de mis pensamientos. ¡Sálvame Señor! Hoy presento mi corazón delante de ti, enderézalo Señor, endereza mis pensamientos, te lo pido Dios en el nombre de Jesús. Quebranta todo yugo, Padre; corta todo lazo del enemigo y sean desechas las cadenas que me atan. Deshace toda maldad en mí y todo pensamiento inicuo. Destruye toda fortaleza de iniquidad. Líbrame aun de mis pecados ocultos Padre, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: