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El texto central de la lección de hoy es el versículo 18 del capítulo 14 de San Juan: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros”. ¡Qué maravilloso saber que Dios no nos dejará huérfanos! Leamos Juan 14:15-18: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.
Les quiero hablar de la orfandad; Dios tiene el corazón especialmente inclinado hacia los huérfanos y considera que quien no se inclina en favor de ellos, está cometiendo una grave injusticia. Dios es vengador de los huérfanos, de las viudas, de los pobres, de los quebrantados, Dios es el juez de esas personas y hará justicia. La orfandad es un problema serio, implica la falta de padres y cuando hablo de orfandad, no sólo me refiero a aquel que se quedó sin padre porque falleció, puede haber ausencia espiritual de padre, aunque haya presencia física. ¡La orfandad es un problema serio que está atravesando la sociedad! El humanismo se inclina por los derechos reproductivos y por lo que llaman “paternidad responsable” o “procreación responsable”. Estas expresiones dan a entender que toda mujer tiene derecho a tener hijos, pero no es así sino que implica que toda mujer tiene derecho a no tener los hijos que no desee; el hijo no deseado debe ser matado porque no hay que traer un hijo al mundo irresponsablemente. ¿Cómo traer un hijo si se está en pobreza o en aprietos? Según esta corriente, toda mujer tiene derecho a tener los hijos que quiere con el espaciamiento que quiere y esta misma corriente alude a los derechos sexuales como derecho al placer sexual sin fines reproductivos. El resultado es que tenemos una cantidad de niñas adolescentes embarazadas y esos niños llegan al mundo y se encuentran sin paternidad: El padre se ausenta y la madre no sabe qué hacer con el niño. He conocido casos sumamente tristes, como por ejemplo, el de aquella madre se quiere vengar de su hija y le dice: “¿Por qué viniste al mundo? ¡No debiste haber nacido!” Esa hija le recuerda una relación amorosa maltrecha… y los niños sienten esa falta de afecto, ese rechazo, esa falta de amor, sienten como que están de más… observan que su mamá tiene cosas importantes para hacer que atenderlos a ellos.
La ausencia de padres es algo que marca muchísimo; he visto personas perdonadas por Dios, pero lloran porque su padre no les aman ni nunca les abrazó. Tenemos necesidad de ser reconocidos, de ser alentados, motivados; quienes nos rodean, nos motivan o nos desmotivan, nos dan visión o nos la quitan, nos alegran la vida o nos la amargan y así vamos creciendo, con ese aliento o desaliento que nos dan. Asimismo, los niños buscan modelos, son imitadores; si te ven con la cuchara, quieren una cuchara… necesitamos modelos, así, un niño puede llegar a detestar a su padre violento o puede endiosarlo y querer ser como él, ladrón y violento. Viene a mi memoria una niña que un pastor adoptó; se enteró que se estaba muriendo en el hospital, tenia apenas 15 meses; cuando alguien se acercaba a ella, lloraba y se tapaba con las sábanas, estaba totalmente desnutrida, sus padres le daban a sorber mate hirviendo, la quemaban con cigarrillos… cuando veía un ser humano era como si hubiera visto al diablo, no quería contacto con la humanidad, de tan vil que había sido tratada por su familia. Este pastor fue al hospital a ver la niña y ella sonrió; con cariño la tomó en sus brazos y las enfermeras no podían creer lo que estaban viendo porque ellas también eran rechazadas por la niña. ¡Los grandes somos importantes para los niños! Y ha fallado tanto este tema de la paternidad que Dios tuvo un plan y éste es: “No los voy a dejar huérfanos”. El título más importante que tiene Dios es “Padre” y aún los mejores padres cristianos no alcanzan a ser el modelo que es Dios para un niño. Cuando un niño adopta a Dios en su corazón, puede cambiar su identidad, puede cambiar todo, como dice la Biblia: “… si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17). Cuando uno recibe a Cristo en el corazón, recibe a Dios como padre. Y la peor cosa que le puede suceder a un cristiano, es que no conozca bien a su padre; Dios quiere revelarse a ti y mostrarse como un Dios padre, no hay cosa que más le interese a Dios que tu le conozcas como un padre, un padre amoroso y proveedor. Hay un término si se quiere legal, que es identidad; hay toda una parte que tiene que ver con el derecho que es la identidad. Cuando un niño sufre por no tener a su padre, uno de los problemas que se apoderan de él, es la falta de identidad: “¿Quién soy yo entonces? ¿Con quién me identifico?” Es algo que está en nuestra sangre, la identidad.
El niño cuando ve que su padre se ausenta, busca modelos, pero también se llena de inseguridad, impotencia, soledad. He visto hombres grandes llorando porque sus padres jamás les dieron un abrazo. Pero Dios aparece en la Biblia como un padre protector. Yo soy una persona confiada porque he conocido a Dios; ¿no he tenido problemas? ¡Sí, los he tenido! Pero Dios me da certeza y seguridad. Algunos creen que hay seguridad cuando no hay problemas. ¡No! ¡Todo lo contrario! Una persona que no tiene problemas, cuando aparecen los problemas se llena de inseguridades. Vivir seguro no significa ausencia de problemas, tener seguridad es una condición del alma; tener un buen padre te da seguridad. Me imagino aquella vez que entraron los ladrones a mi casa, si no hubiera estado mi padre me hubiera llenado de temores, porque mi madre es una mujer que se asusta fácil. Cuando entramos a casa estaba todo revuelto… mi madre gritaba: “¡Ladrones!” Pero mi padre decía: “¡Tranquilo!” Los padres no hemos sabido darle seguridad a nuestros hijos pero Dios nos da seguridad: Me identifico con mi padre y él me da seguridad.
He visto jóvenes llorar por seguridad porque sus padres no son el modelo que deben ser. Qué cosa más fuerte es cuando un padre o una madre deciden no ser buenos padres y convierten a su hijo en un huérfano; un huérfano es alguien que no puede contar con su padre o su madre, pero qué bueno es que podemos contar con Dios cualquier día, a cualquier hora. Lo que necesita el hombre es conocer a Dios como padre. Pídele a Dios una revelación de cómo él es, que se muestre como el padre que es; tu no tienes que estar llorando porque tu padre no te quiso, pon tu mirada en Dios y dile: “¡Quiero conocerte!”
No sólo se sienten huérfanos los que no tienen padre, sino los que no han sido aceptados. He conocido padres que le han dicho a sus hijos: “Tú no te pareces a mi, yo no soy tu padre”. ¡Imagínense lo que pasa por el corazón de ese hijo! Los padres suelen poner problemas existenciales a sus hijos de los que no son conscientes. Pero hoy Dios quiere sanarte. Hoy Dios te dice: “…yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;” (Juan 14:16). La compañía que Dios te ofrece es su propia compañía a través de su Espíritu Santo para que esté contigo para siempre. ¡Qué lindo poder decir que está conmigo para siempre! La palabra de Dios hoy es: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros”. Quizás tienes un vacío existencial, quizás eres creyente y no has superado este problema; has querido identificarte con el pastor, con otro hermano, pero pronto le encuentras algún gesto, algo que lo identificas con ese padre que no supo llenar tus expectativas. No te acerques a Dios como si él fuera un padre como el que tu conoces, por eso él dice: “No te harás imagen…” (Éxodo 20:4). Hay un problema que tenemos los humanos: Identificamos a las personas con Dios y pensamos: “Si mi padre no me pudo querer, ¡qué me va a amar Dios!” Pero Dios nos dice: “No te harás imagen, simplemente acéptame y recíbeme en tu corazón, no creas que porque tu padre es así yo soy así”. Dios es distinto a todos, no lo puedes comparar a nadie, quizás alguno tenga algún rasgo lindo de Dios, pero tendrá otros rasgos que no son de Dios. Si quieres conocer a Dios no lo compares con hombres, simplemente búscale de todo corazón. Este mensaje es para personas que sufren soledades, impotencias, angustias por causa de heridas paternas. No hay un modelo como Jesús, el es el hijo del Dios viviente, es Dios que descendió a la tierra; su titulo es: Padre.
¡Qué bueno es conocerle! Yo pude librarme, por decirle de alguna manera, de mi padre y de mi madre porque camino con Dios; hay muchos que se ligan de manera enfermiza a hombres: “Pastor, ore por mi padre para que no se muera… tiene 100 años… ¡pero que no se me muera!” Se aferran a las personas pero éstas se arrugan, se empequeñecen. Mi papá, el que saltaba las paredes, ahora está encorvado, tiene 91 años. Pero Jesús no se arruga, no se envejece, no cambia, uno puede caminar con él en cualquier lugar y no se muere. No te aferres a hombres pídele a Dios que se te revele como padre. Tú puedes ir a él en cualquier hora y en cualquier momento. Dios se identifica con los débiles, los rechazados, los tristes. Hoy necesitas identificarte con ese Dios padre; Dios quiere quitar tus inseguridades y tu falta de identidad. Si quieres aceptarlo como tu padre, haz esta oración: “Dios querido, te recibo como padre, revélate a mi como padre. ¡Te necesito! Llena ahora el vacío de mi corazón, llena mis necesidades. Tú hoy me has dicho que no me dejarás huérfano y hoy te adopto como mi papá, tú has dicho que vendrás a mí y estarás conmigo para siempre y lo creo. ¡Ya no caminaré más solo! Caminaré contigo, no caminaré en inseguridad sino en seguridad. Abro mi corazón y te recibo como mi Padre, como mi Señor y como mi Salvador, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: