Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
¿Amas a tus seres queridos? ¿Amas a tu esposa y a tus hijos? ¿Amas a tus padres? ¡Qué necesitado de amor está el mundo! En nuestros centros comunitarios Beraca tenemos un remedio extraordinario: ¡El amor! Generalmente nos preguntan qué tratamiento utilizamos para que los chicos salgan de la droga y nosotros confesamos que no hacemos ningún tratamiento, no somos un centro de salud, no tenemos terapia psicológica con inyecciones o pastillas, no le damos a nadie ninguna instrucción médica; si viene con alguna instrucción médica se la respetamos, pero tenemos un remedio que no se compra en la farmacia, que es el amor. Tenemos un altísimo porcentaje de alcohólicos, drogadictos y desahuciados de la vida recuperados con amor; gente que quiere morir y de pronto, cuando se siente amada, ¡quiere vivir! Gente que creía que no servía ahora sirve, ¡el amor es un remedio extraordinario!
Quizás nosotros esperaríamos de Jesús que dijera: “yo he venido a unir la familia, he venido a unir al esposo con su esposa”, “he venido a unir al padre con el hijo y a la hija con la madre”. Pero hay un pasaje de la Bibliaque en principio nos choca. Leamos Mateo 10:34-36: “34No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36y los enemigos del hombre serán los de su casa”. A continuación dice: “37El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.
Los versículos 34 al 36 hablan de que Jesús en realidad vino a poner disensión en la familia, a la hija contra la madre, al hombre contra el padre, a la nuera contra la suegra y dice aún, que los enemigos del hombre serán los de su propia casa. Quizás al principio no se entienda claramente este pasaje, porque como les dije recién, pensaríamos que Jesús vino para unir la familia, lo cual también es verdad, pero empezamos a entender este mensaje cuando dice: “el que ama a padre o a madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí y el que no toma su cruz y sigue en pos de mi no es digno de mí”. Jesús establece dos niveles de amor; pareciera ser que no hubiera enseñado “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Pero en realidad lo sigue enseñando y sigue diciendo “ama a tu prójimo como a ti mismo” porque amar al prójimo es amar al padre, “al próximo”. Pero la realidad es que Jesús establece una prioridad y una diferencia entre el amor que debemos tener por él y por el resto de la gente. Hay dos categorías de amor; hay un primer mandamiento que es: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu mente, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” y el segundo mandamiento es: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, por tanto, existen dos niveles o dos categorías de amor: Nunca puede ser el amor al prójimo mayor que el amor a nuestro creador. Dios establece una diferencia y nos dice que debemos amar a todos pero jamás amar a nadie más que a El. Y sucede que cuando alguien entiende esto y ama a Dios más que a los seres queridos que le rodean, éstos empiezan a ponerse mal. ¡Lo hemos visto! Hemos visto esposos que le dicen a las esposas, “elige entre Dios y yo, ¡te prohíbo que vayas a la iglesia!” Hay chicas que se ven en un aprieto, especialmente cuando les llega esa época en que se pone difícil y creen que ese muchacho “es ya el último tren”… algunas dicen, “lo voy a retener y voy a orar mucho”, pero se nota que no existe esa diferencia clara entre el amor a Dios y el amor a las personas.
En este pasaje que leímos, Jesús afirma que vino a poner en disensión a la familia; esta es una declaración difícil de entender o aceptar con la mente, con la razón, porque si Jesús vino a morir por todos nosotros, ¿cómo es que un amor tan increíble e incomprensible puede establecer disensión dentro de las familias? Jesús nunca puso en discusión ese segundo mandamiento, “amarás a tu prójimo como a ti mismo” pero en lo que refiere a amarle a Él más que a las demás cosas, sí establece una diferencia importante. Estoy pidiéndole a Dios que abra tu entendimiento en esta hora, y comprendas que no puedes amar otra cosa más que a Dios. Te voy a enseñar algunos principios que tienen que ver con el amor: El amor produce ligaduras con la cosa o la persona amada, todo aquello que amo es algo a lo que me acerco y me uno. Tanto es así que cuando yo me enamoré de mi señora y me casé con ella, quedé ligado a ella. Uno queda ligado a lo que ama, sea bueno o sea malo; hay gente que ama la cocaína y queda ligado a ella; hay quienes le han hecho canciones a la cocaína. Hay gente que ama algún deporte, y valoran ese deporte más que cualquier otra cosa, así que pueden dejar a Dios, la iglesia y hasta su esposa por ese deporte o por un arte. Recuerdo que lo vi mucho en una escuela de música en la que estudié, pude ver músicos que perdieron su familia. ¡Pude ver el desastre que produjo el amor al arte en una familia! Había una pasión tan grande por la música en ellos, que hacía que no respeten ni a sus hijos ni a sus esposas.
Todo lo que amamos produce división, esto es un principio; primero produce unión, a lo que amo, a lo que le presto atención, y esto puede ser un deporte, una profesión, un hijo, un nieto… La Bibliadice que “el amor es el vínculo perfecto”, por tanto, es necesario que nos fijemos bien aquello que amamos, porque si amamos algo malo, se produce un vínculo perfecto entre eso malo y nosotros, pero será un vínculo que producirá maldición en nosotros. ¡Hasta he visto a una hija de pastor que fue llevada a Italia a prostituirse! ¡Lo que tú amas puede ser un tremendo peligro! Lo que amo pues, me liga a aquello que amo.
El segundo principio es: Lo que amo produce servidumbre en mí. En otras palabras, sirvo a lo que amo. Si amo a un deporte, debo dedicarme, ese amor por el deporte me demanda consagración, trabajo, esfuerzo, y debo servirle. Si antes comía pastas, ahora el deporte me demanda que no lo haga, que me acueste temprano, si antes trasnochaba, ahora no podré hacerlo por causa del deporte que amo. En un tiempo, mi pasión era mi carrera de arquitectura y recuerdo que cuando venía una idea a mi mente, no dormía y me quedaba toda la noche dibujando. Me acuerdo haber dibujado toda la noche y a la mañana temprano, feliz por lo que había dibujado, despertaba a mi señora y le decía: “¡mira mami lo que hice!” Y para ella no era tan emocionante lo que había hecho, pero para mi sí. Yo me sacrificaba porque amaba la arquitectura, no cabe duda que hoy me sacrifico por Cristo. ¡Amo a Jesús y doy mi vida por El! ¡Lo que amo me somete, produce servidumbre! Mi esposa me ama, por tanto me hace de comer, me lava la ropa interior, me plancha las camisas, me cuida y se preocupa por mí. ¡Lo que amo se convierte en mi amo! Entonces, ¡cuidado con lo que amas!
La Bibliaafirma, “el que hace pecado es esclavo del pecado.” Uno hace pecado porque ama el pecado; ese es otro nivel de amor, no es el amor de Dios, es más bien codicia, concupiscencia. Entonces amar produce unión y servidumbre, soy siervo de lo que amo. Mis hijas también me aman, ellas me sirven y lo hacen con mucho amor. ¡Me han honrado toda la vida! Siempre han tratado de agradarme en todo lo que hacen, en todo lo que he querido, me han seguido y me han servido. Son siervas de Dios, ministran juntamente conmigo, están donde yo estoy y me quieren mucho. Pero ahora tengo un problema con Ceci y otro con Vivi: ¡Se enamoraron de dos extraños que no son de la familia! Ahora Vivi le llama al novio y le dice: “Mi amor, ¿comiste? ¡Cuídate!” Y me dice, “¡Papi, no come, no se cuida!” A veces ha ido a su casa y le ha limpiado todo porque el chico es un desastre, ¡es un estudiante del interior del país! ¡Imagínate lo que es una casa de un estudiante! Pero yo veo cómo ama su novio y cómo lo cuida y lo atiende.
Un tercer principio es: El amor exige renuncia. Volvamos al caso del deporte; si amo un deporte, debo renunciar a cosas que me encantan comer porque me hacen mal y me perjudican en ese deporte que he elegido. Elegir una carrera también exige renuncia. En mi caso, cuando elegí la arquitectura, dejé de lado la música, el vóleiball e infinidad de cosas que me gustaban.
El amor exige renuncia, y establece separación. En mi familia recuerdo una oportunidad en que uno de mis hermanos se enamoró y nos escribió una carta diciendo: “Me enamoré de la mujer más dulce del mundo”. “¡Qué novia habrá encontrado!”, pensamos. Cuando vino a casa con ella, mi madre la miró de arriba abajo y le dijo: “Hijo, tengo que hablar contigo, esta mujer no te conviene”, y le empezó a sacar todos los defectos. Pero mi hermano replicó: “Yo me voy a casar con ella, no me hables mal de la que va a ser mi esposa”. ¡El amor exige renuncia! Por el hombre o la mujer que amas, renuncias a tu casa, a tu familia. El amor entonces, viene a ser como tu cruz; cuando una mujer ama a un hombre trata de ponerse linda para ese hombre. Imagínate que si te enamoras de un hombre y éste sabe que a tu vecino le gustan las pelirrojas, no te vas a teñir de pelirrojo como le gusta a tu vecino, sino que vas a tratar de agradar en todo a tu novio: Te vestirás como a él le gusta y te arreglarás el cabello como él quiere.
Un cuarto principio, y quizás el más importante, es que el amor produce división y a esto hace alusión Jesús cuando dice: “no piensen que he venido a traer paz, he venido a poner en disensión a la familia he venido a poner en disensión al hombre contra su padre y a la hija contra la madre y a la nuera contra la suegra”. ¿Por qué Jesús viene a poner en disensión? Porque reclama ser el más amado, más que tu madre, más que tu padre, más que tu novio. Jesús está diciendo, el amor que ustedes me deben, debe ser el más grande de todos: Primero deben amarme a mí y después a los demás, por eso el que ama a Dios es capaz de dejar padre, madre y bienes por El. Yo veo a veces pasacalles que dicen por ejemplo, “Daniela te amo” y no tienen vergüenza de poner semejante cartel en la calle, pero todavía no he visto carteles que digan, “¡Cristo te amo!” Y tú que amas a Dios, ¿en qué podemos ver tu fanatismo y tu amor a Dios? En que renuncies a todo lo que tengas por amor a El. Dice la Biblia que nuestro Dios “es Dios fuerte y celoso”. Quien quiere amar a Dios debe tener un corazón dispuesto; yo no quería ser pastor, amaba muchísimo la arquitectura, pero un día le dije a Dios: “Señor, quiero que se haga en mi vida tu voluntad”, pero nunca esperé que su voluntad fuese que sea pastor. No obstante, un día El cambió mi mente, me sacó el amor por la arquitectura y me dio un corazón de pastor. Si realmente quieres amar bien a Dios, lo más probable es que te quite lo que más amas. Dios le dijo al profeta Ezequiel: “he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas. 17Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados. 18Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado” (Ezequiel 24:16-18) El mejor favor que te va a hacer Dios, si quieres amarle como él demanda, es cortarte lo que más amas. ¡Lo que amas es tu cruz! Jesús dijo: “el que quiera seguir en pos de mí niéguese a si mismo, tome su cruz y sígueme” ¿Qué es tomar la cruz y negarse a sí mismo? Para seguir a Jesús no puedo seguir y consagrarme a otras cosas. ¡Si él va a ser el centro de mi vida, debo crucificar lo que amo! La Biblia también afirma, “no podéis amar a Dios y las riquezas” porque vas a amar a uno y rechazar al otro. Allí también se plantea la división que trae el amor; quien ama las riquezas no puede amar a Dios, quien ama a padre, madre, hermanos, más que a Dios, no puede amar a Dios, es cosa seria servir a Dios y amarle, ¡es una decisión que cambia toda tu existencia! ¡No podrás seguir siendo igual si amas a Dios! ¡Algo extraordinario sucederá en tu vida! Y a cambio dice, “yo he venido para que tengan vida y par que la tengan en abundancia”.
La renuncia exige una muerte. El voleiball era un deporte que a mí me gustaba, pero tuve que morir a él por amor a la arquitectura. Yo creía que era el dueño de mi esposa y de mis hijas; cuando en mi tiempo de desierto me quedé sin comida, sin dinero, sin trabajo, llegó un día que no había ni leche en la heladera; ese día salí de mi casa bien tempranito, no quería ver a mi esposa y a mis hijas sufrir… salí derrotado, me fui a caminar por Buenos Aires y me senté en un banco de una plaza, reclamándole a Dios lo que estaba pasando. En un momento de enojo, le dije: “¡No te permito que toques la comida de mis hijas y de mi esposa! Yo te amo y te he dicho que te voy a servir y si tengo que morir por ti, lo haré, pero no me toques la comida de mi esposa y de mis hijas”. Y Dios me hizo acordar en ese momento, que un día, también de rodillas, le dije: “Te doy mi esposa y mis hijas, son tuyas, no son mías” y sentí la voz del Espíritu dentro de mí: “¿Cómo es eso que son tuyas? ¡Son mías! ¿Y si las mato? ¡Son mías!” ¡No podía luchar con Dios! Ese día se las entregué una vez más, pero lo hice en serio, ese día me quedó clarito que no eran mías, sino de El y eso ha sido mi bendición, ellas no tienen ningún empacho en decirme que aman más a Dios que a mí, pero ahora eso me pone feliz. En resumidas cuentas, lo que tú amas se puede volver enemigo de Dios. Anota lo que no estás dispuesto a perder, anota lo que no perdonarías que Dios te quite… ¡lo que tú más amas, se vuelve enemigo de Dios!
Dios dice: “yo soy tu Dios fuerte y celoso”, así que no busques ayuda en otro lado, no pongas tu esperanza en otra cosa, ¡El quiere exclusividad y fidelidad! La Biblia considera adulterio cualquier otra esperanza en alguna otra cosa que no sea Él mismo. Dios detesta el adulterio. ¡Te quiere para El! La Biblia dice, “de tal manera amó Dios al mundo que envió a su hijo unigénito para que todo aquel que cree en él no se pierda sino que tenga vida eterna” y nos enseña que Jesús vino para servir y no para ser servido. Del mismo modo que nos amó, nos sirvió y murió por nosotros derramando su sangre preciosa, del mismo modo que alimentó a sus discípulos, les lavó los pies, del mismo modo que partió el pan y los peces y dio de comer a la multitud, nos dice: “5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8). ¡El que ama sirve! Y por eso, por haber amado tanto al mundo, “9…Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11)
El se separó de sus ángeles, se negó a sí mismo, vino a este mundo para ser escupido, azotado, blasfemado y tratado de endemoniado, ¿por qué? ¡Por amor a ti, por amor a mí! Se hizo siervo y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, o sea que su amor por ti se transformó en su cruz. Y ahora dice, “quien me quiera seguir, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, ¡haga lo mismo que yo hice! Ya se sabe que te amo, ya se sabe que he muerto en la cruz del calvario, que dejé la gloria, ya se sabe que soy tu sanador, tu sustentador, el que te favorece, el que te corona de favores, el que te consuela, el que sana todas tus dolencias… ¡Yo soy el que te sirvo!”, dice Dios. Así que si algo me sirve a mí, es mi esclavo, ese algo me ama y me sirve, pero si yo amo, yo sirvo y me someto a él, me niego a mi mismo y todos mis anhelos y deseos los clavo en la cruz, ¡por amor a El!
Hay un dicho popular que dice, “hay amores que matan” y lo que más amas hoy te mata, justamente lo que más amas es a lo que tienes que renunciar hoy. ¡Dale al Señor tu novio, tu novia, tus bienes! Si Dios te está pidiendo que renuncies a algo que tú ya sabes que es, que es lo que más te duele, posiblemente sea tu negocio, tu deporte predilecto, quizás amas la televisión, pídele perdón a Dios en esta misma hora. Dile al Señor: “Padre amado, te pido perdón por haberte negado lo que tu más me pedías. Renuncio a mí mismo y tomo mi cruz. Renuncio a lo que más amo, transforma mi amor a ti en lo más importante; líbrame de mis amores que compiten contra ti, que yo pueda amar a los hombres y a las cosas con un amor secundario y que mi amor por ti sea el más grande. Señor, tu te transformas hoy en lo que más amo. Renuncio a todo lo que tenga que renunciar por amor a ti y si no tengo fuerzas para hacerlo, quiero que hagas como hiciste con el pastor Márquez, que tú mismo se lo sacaste. Yo te autorizo Señor, a que cortes de mi vida, todo aquello que compite por tu amor, renuncio a todo lo que amo, para que tú seas mi primer amor. ¡Entra en mi corazón! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: