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INTRODUCCION
¿Qué pasa cuando tienes miedo? Hay dos clases de miedo: uno negativo y el otro positivo. Hay un miedo que sirve para que estemos advertidos, el cual nos da prudencia. Por sobre todo está el temor del Señor que nos impide hacer algo que lo ofende. Es un temor que nos lleva a la obediencia a Dios y a temer ofenderlo con nuestras actitudes.
Debo decir que el temor es un poder espiritual que exige obediencia; me refiero a que es un ser espiritual que opera en nuestra alma: mente, voluntad y emociones, generando consecuencias. Hay quienes pierden el temor a Dios y entonces no les importa hacer algo que lo ofenda. ¡No tienen impedimento para hacer el mal! A quienes no tienen temor de Dios, se les acaban las motivaciones que tienen que ver con los valores, con lo ético, la moral y la justicia. ¡Es fácil desviarse si uno no tiene temor de Dios!
Mas yo quiero hablarte hoy acerca del temor que acobarda a las personas; el temor que las paraliza. Y este temor genera también consecuencias. En primer lugar, el temor nos lleva a confundir entre ángeles y demonios y entre demonios y ángeles. Nos perturba el discernimiento, el entendimiento, y nos enceguece la visión espiritual, de tal manera que llegamos a creer que un demonio es un ángel y viceversa.
La Biblia nos narra acerca de Gedeón; este era un hombre temeroso, mas Dios lo convirtió en un valiente. En los evangelios encontramos el relato cuando Jesús despidió a sus discípulos; éstos se subieron a una barca mientras el Señor se fue a orar. Era de noche cuando se fueron a navegar. Sucedió que en la cuarta vigilia de la noche, bien entrada la noche, dice la Biblia que Jesús los vio navegar con fatiga porque el viento les era contrario. Cuando hay Covid, el viento es contrario; cuando hay división en el matrimonio, el viento es contrario. Cuando tengo problemas laborales, el viento es contrario. Cuando amo eso que no tengo que amar, el viento es contrario. Y uno rema, pero rema con fatiga.
EL TEMOR NO PERMITE VER LA REALIDAD
Leemos en Marcos 6:49 y 50: “Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Cuando tienes temor, se te puede aparecer el mismísimo Dios y crees que es un fantasma. Tenemos que ser libres hoy de esos temores que no nos dejan ver la realidad espiritual de lo que estamos viviendo. Puedes oír algo en el mundo espiritual, pero la realidad no es lo que tú ves o escuchas, sino lo que Dios te muestra acerca de eso que ves y escuchas. Pero el temor se mete entre tú y Dios y te perturba.
Recuerdo una jovencita que se había enamorado de un fantasma que se le presentaba y según ella era un hombre apuesto y bien vestido con un traje blanco. Yo entendí que la jovencita estaba endemoniada y en un momento cuando estaba orando por ella por liberación me dijo: “¡Ahí viene! ¡Es él!” Yo le dije que eso no era un hombre sino un demonio pero ella insistía que era un hombre apuesto. Esa aparición que veía la tenía cautivada. Entonces dije: “¡Ahora, en el nombre de Jesús lo vas a ver tal cual es él!” No acabé de decirlo cuando pegó un grito estremecedor porque vio al mismo demonio.
Hay muchas circunstancias que te distorsionan la visión que Dios tiene de esa circunstancia. Puede ser que tengas en frente un Mar Rojo; pero permítele a Dios que te muestre lo que Él quiere hacer con ese mar para que lo atravieses y tengas victoria al enfrentarlo. Cuando tienes miedo, el alma se te va al piso. Recuerdo cuando era niño y mi madre me mandó a descolgar la ropa del patio y era de noche; encima era invierno y hacía frío. Yo no quería pero mi madre me ordenó que fuera. Yo salí y sentía una presencia fea, y para espantarla, silbaba. Era una tontería pero yo lo hacía para mitigar eso que me producía temor de salir de noche afuera.
El temor te cambia la visión, de tal manera que, algo que es lindo finalmente lo ves feo.
EL TEMOR TE HACE TOMAR DECISIONES ERRADAS
El temor te hace tomar decisiones erradas. El temor nunca te va a guiar a la voluntad de Dios; lo que te guía en la voluntad de Dios es el temor del Señor. El temor a la enfermedad, a la peste; el temor al abandono, que te vas a quedar sin trabajo, que le va a pasar algo a tu hijo; o cualquier clase de temor nos hace entrar en un estado de turbación tal que nos lleva tomar decisiones presionados por ese temor. Entonces tomas decisiones erradas porque el temor nunca te guiará en la dirección de la voluntad de Dios. Es un poder espiritual contrario a Dios que te exige obediencia.
Hay personas que no obedecen a Dios porque tienen miedo a quedarse sin empleo entre otras cosas. Ese pensamiento te lleva a no obedecer a Dios y sí a obedecer al temor. El temor se pone en el lugar de Dios y se convierte en el dios de tu vida; y entonces, obedeces al temor y por causa de ese temor tomas decisiones equivocadas.
Esto le sucedió al Lot quien era sobrino de Abraham. Un día se le presentaron a Abraham dos ángeles del Señor anunciándole que iban a destruir Sodoma y Gomorra, y en Sodoma vivía su sobrino Lot. Abraham intercedió a Dios pidiéndole que libre a su sobrino. La orden de Dios era exterminar toda alma viviente y todo animal en Sodoma y Gomorra; mas por amor a Abraham decidió librar a Lot. Los ángeles de dirigieron a ese lugar, y allí sucedían cosas igual que ahora. Se le llama sodomía a las turbas de homosexuales que se levantaban. Y Lot hospedó a los ángeles que tenían forma humana, y los sodomitas pidieron a Lot que les entregara a esos visitantes para tener relaciones sexuales con ellos. ¡La maldad había aumentado mucho en ese lugar! Dos cosas son el termómetro de Dios para que su juicio se desate sobre la tierra; estas son la violencia y las desviaciones sexuales. Mientras más crece eso, más cerca está el juicio de Dios sobre la tierra. Menciono esto porque estamos entrando en ese tiempo de máxima violencia y perdición sexual.
Llegó un momento, al amanecer, que los ángeles apuraron a Lot, a su esposa y a sus hijas para que salieran de la ciudad porque iba a caer el juicio de Dios. Les dijeron que corrieran por la llanura y se dirigieran a los montes. Lot estaba aterrorizado. El ángel les dijo que no miraran hacia atrás, y la esposa de Lot miró para atrás y quedó como una estatua de sal. Así que aterrorizado, Lot preguntó si podía ir a la ciudad de Zoar y los ángeles accedieron, pero Lote no tenía paz. Estaba en la ciudad donde le dijeron que se tenía que quedar pero el temor no lo dejaba. Entonces leemos en Génesis 19:30: “Pero Lot subió de Zoar y moró en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas”. El temor lo llevó a huir al monte y a establecerse en una cueva con sus dos hijas. ¿Qué hace en una cueva con sus dos hijas? Pasan los días, pasan semanas, meses; pasa un año, pasan dos. Y las hijas se preguntaron qué iban hacer con su padre. ¿Acaso no iban a tener esposo ni hijos? Todo, porque el padre tenía miedo. Entonces, a las hijas se les ocurrió la idea de embriagar a su padre y acostarse con él para tener descendencia. Y de la relación incestuosa de Lot con sus dos hijas, nacieron dos varones, que son cabeza de los moabitas y de los amonitas. Moab y Amón. Estas llegaron a ser dos naciones totalmente perturbadas e idólatras. Moab tenía al dios Milcom, que era una versión del dios Moloc a quien las madres ofrendaban a sus hijos. Los mataban como hoy matan a los hijos en el vientre.
El miedo lo llevó a esconderse en una cueva y las consecuencias fueron desastrosas porque esos dos pueblos que eran hermanos, de la descendencia de Abraham, se volvieron contra los israelitas, la descendencia de Abraham. Hubo guerra. En una oportunidad, el rey de Moab alquiló un profeta brujo llamado Balaam para que maldijera a los israelitas. Mas Dios levantó profetas que declararon que el Señor iba a borrar de la faz de la tierra a los moabitas y a los amonitas. El territorio que ocupaban Amón y Moab, es en donde actualmente está Jordania. La capital actual de Amán, que es la capital de Jordania está habitada por árabes. Ya no hay descendientes moabitas ni amonitas. Se perdió la generación de Lot, el sobrino de Abraham.
He aquí un ejemplo de que el temor te lleva a tomar decisiones erradas. Sufro al ver mujeres que dejan de servir a Dios por un hombre que no quiere saber nada de Dios. Y después de estar años luchando con ese hombre, y después de tener hijos, terminan divorciándose, los hijos andan en malos pasos; se produce un desastre. Falta de temor de Dios; temor a que no te vas a casar nunca y no vas a tener hijos.
EL TEMOR EXPONE A OTROS
Otra cosa que hace el temor es exponer a otros. El temor hace que trates de salvar tu pellejo; entonces, por miedo a que te pase algo, eres capaz de exponer a otros. Un caso de estos ocurrió con Isaac, hijo de Abraham, que llegó a Egipto con su esposa Rebeca, la cual era muy bella según la Biblia. Cuando llegaron a Egipto, todos la miraban; y dice la Biblia en Génesis 26:7: “Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer; y él respondió: Es mi hermana; porque tuvo miedo de decir: Es mi mujer; pensando que tal vez los hombres del lugar lo matarían por causa de Rebeca, pues ella era de hermoso aspecto”. Isaac tuvo miedo y expuso a su esposa sin pensar que le podrían hacer cualquier cosa.
Hay muchas decisiones de este tipo que lo que hacen es perjudicar al resto para poder sentirte protegido. Digamos que el chismoso tiene este tipo de temores; cuenta chismes de otros a alguien esperando que le crean, así hace amigos. Dice cosas como: “Yo te cuento esto porque eres mi amigo pero no lo divulgues”. Esa mujer o ese hombre que lleva chismes, quiere salvar su pellejo, y no quiere que llegue a oídos de la persona en cuestión de la cual habló. Si ese amigo o esa amiga que está escuchando el chisme, es chismoso o chismosa, se va a callar y salvará su pellejo porque no te va a traicionar. Pero si no es chismoso te va a decir:” ¿Por qué no nos juntamos con esa persona y le contamos todo eso que me decís?” “¡No! No quiero que se entere. ¡Me vas a dejar mal!” Puede enterrar a otras personas pero tiene que salvar su pellejo.
Los temores gobiernan a las personas y las obligan a obedecer lo que Dios no quiere que obedezca. ¡Dios tiene que ser tu temor y a Él tienes que obedecer! No tienes que tener temor al hombre; ten temor a Dios. Un teólogo y filósofo llamado Francis Schaeffer que murió en el año 1984, enseñó que la desobediencia civil es un deber del creyente cuando el estado se pone en el lugar de Dios. No tienes que tenerle miedo al estado, no temas a nada. Tienes que tener temor a Dios y obedecerlo. El dueño de la verdad es Dios; y la ley es la ley de Dios.
EL TEMOR TE PARALIZA Y TE DETIENE
Una persona que tiene temor puede perder su capacidad de emprendimiento. ¡Se turba! No sabe qué hacer ni cómo hacer; y pierde. Se paraliza a la hora de tomar decisiones, lo que impide que sea una persona diligente y emprendedora.
Cuenta la Biblia que Jesús habló de un hombre que tomó tres siervos; a uno le dio 5 talentos, a otro le dio 2 y al tercero le dio uno solo y se fue. Y después de un tiempo volvió para que los siervos le rindieran cuenta acerca de lo que han hecho con esos talentos. Aquel a quien le dio 5 talentos le dijo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”. El hombre había multiplicado por dos, al cien por ciento lo que Dios le había dado. “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).
Quien es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho. Hay quienes quieren que les den la oportunidad de demostrar que son fieles en cosas grandes pero no son fieles en las cosas pequeñas. Se ofenden si no les dan un puesto importante. Mas el Señor siempre mira a quienes son fieles en lo poco. Ser fiel en lo poco en esta enseñanza es: si eres prudente con el dinero o con los dones que Dios te da, el Señor te dará cosas más grandes y lugares espirituales para estar al frente.
Siguiendo el relato de los talentos, dice la Biblia en mateo 25: 22 y 23: “Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. También multiplicó al cien por ciento. Y el Señor le dijo a este lo mismo que al primero. “Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 25:24 al 29).
Esto no es comunismo. Esto es Dios. El que tenía 5 talentos producía, y el que tenía uno no produjo nada. El miedo lo llevó a enterrar lo que Dios le había dado. No puedes permanecer estancado; no puedes permanecer igual. Tienes que desarrollar tus dones, multiplicar lo que tienes y rendir para Dios. El Señor te ha creado para que vivas de gloria en gloria y de victoria en victoria. Dios no acepta gente estancada; Él te ha dado dones para que desarrolles. Alguien dice: “Ese puede porque tiene dinero”. Los encargados de uno de los anexos del interior del país me dijeron que no tenían dinero para inscribir a nadie para el campamento juvenil. Faltaba una semana y les pregunté si no habían juntado ni siquiera un poco. Les dije que no quería que me pidieran ayuda sin antes hacer algo y que me presentaran un plan para ver qué se podía hacer al respecto. Comenzaron a hacer unas roscas y otras cosas y salieron a vender; y el asunto es que inscribieron a unos cuantos, aunque les faltaba un poco para inscribir más jóvenes, así que les dije que yo los ayudaba. Me alegré al ver todo el esfuerzo que hicieron y los felicité; y les dije que antes de decir que no tienen o no pueden, tienen que demostrar que hicieron todo lo posible. Sí, el temor te paraliza.
EL TEMOR LLEVA A LA DERROTA A QUIEN TIENES ALREDEDOR
Otra de las consecuencias que sufre alguien que tiene temor es que, todos tenemos alguna responsabilidad; algunos con su familia, otros con los empleados. Pero todos tenemos por quienes ser responsables. Un empresario tiene responsabilidad afrente a sus empleados, un capitán del ejército es responsable de sus soldados. Pero si la persona que está al frente tiene temor, lleva a la derrota a todos los que están debajo. Algo así sucedió cuando Moisés mandó a reconocer la tierra que Dios les había prometido que les iba a dar. Los había mandado, no a decidir si podían o no conquistar la tierra sino a reconocer la tierra; es decir, conocer si había ríos, valles, los caminos por donde entrar, etc. Pero no los mandó a decidir si era conquistable o no la tierra. De los 12 espías, 2 volvieron entusiasmados, llenos de fe porque le habían creído al Señor, y Caleb dijo a la congregación: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Números 13.30). Todos concordaron que era una tierra en la cual fluía leche y miel y tenía muchos frutos; pero hubieron 10 que se llenaron de temor y dijeron: “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Números 13:31 al 33).
Quien tiene miedo se niega a enfrentar lo que tiene por delante. No solo declararon eso sino que minaron los ánimos del pueblo y todos empezaron a llorar y a gritar, y se enojaron contra Moisés reclamándole: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?” (Números 14:2 y 3). Moisés oró para que Dios tuviera misericordia de su pueblo y efectivamente el Señor los perdonó para no destruirlos, pero también declaró: “…no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá…Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo” (Números 14:23 y 31 al 34).
Dios los hizo deambular 40 años en el desierto hasta que murió toda la generación de los que salieron de Egipto y no habían querido creer que Dios les entregaba la tierra prometida. Esos diez espías temerosos metieron en un gran problema a todo el pueblo. ¡Dios bendiga a los valientes! ¡Dios bendiga a esos que no retroceden! ¡Dios bendiga a aquellos que le creen y tienen temor de Él mas no se amedrantan ante una dificultad!
Por último, algo que le sucede a los que tienen temor y son dominados por este sentimiento es que esperan siempre malas noticias; algo malo va a suceder o algo va a salir mal. Viven preocupados por pensar que se van a morir o se van a quedar sin empleo, etc. Titubean, son endebles y tiemblan por cosas que están creyendo y que no saben si van a suceder o no. Y dice la palabra de Dios en el Salmos 112:1 y 7: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera…No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová”. ¡No temo porque Él es mi salvación, es mi protector, es mi fortaleza y mi sustentador!
CONCLUSIÓN
Cada vez hay más gente sin trabajo, padeciendo necesidad; hay empresas quebradas. ¡Vienen tiempos difíciles! Pero la persona que tiene temor de Dios no tendrá temor de malas noticias. No dependemos del estado, de ningún gobernante ni de los médicos; nosotros estamos en las manos de Dios. Damos gracias a Dios por nuestros gobernantes que gobiernan con juicio y por los médicos; pero por sobre todas las cosas confiamos en Él. Los temores no se van porque los echas; los temores se van cuando los enfrentas. Los temores golpean a la puerta de tu corazón pero tú te fortaleces en Dios y en su palabra. Vienen los dardos envenenados del maligno contra ti, y tu escudo es la fe, y es la fe en la palabra de Dios. Tu fe en la palabra de Dios genera ese escudo que le impide al infierno introducir en tu alma y en tu corazón ideas como que vas a fracasar, que no llegas a fin de mes, que vas a pasar hambre o que te vas a enfermar. El justo por su fe vivirá dice la palabra de Dios. Todo lo que necesitas para descansar en paz y vivir confiado o confiada, lo que necesitas para caminar en luz es un soplo del Espíritu Santo porque Él aleja el temor de tu vida.
“Oro para que seas lleno y seas llena del Espíritu santo en esta hora y te dé paz. Padre, oro por quienes sufren temores. El diablo les persigue y el temor los quiere doblegar. Llévate toda opresión demoníaca de temor de sus vidas Padre, te lo pido en el nombre glorioso de Jesús. Yo proclamo que el Covid no tiene más poder para atemorizar a las personas. Yo proclamo que ninguna mala noticia tiene el poder para atemorizar a tu pueblo, tus hijos. ¡Que tu gracia descienda sobre tu pueblo! Que tu presencia sea sobre tu pueblo, día y noche. No tendremos temor porque nos llenamos de fe; y tendremos paz. Bendice a las familias, Padre. Sopla Espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Glorifícate sobre tu pueblo; glorifícate sobre las naciones, te lo pido en el nombre glorioso y precioso de Jesús, amén”.
ANEXOS: