FE Y PERSEVERANCIA - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

FE Y PERSEVERANCIA

INTRODUCCIÓN

Hay una historia en 2ª Reyes 13:14 al 17 que cuenta lo siguiente: “Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos”.

Joás estaba sufriendo porque veía que su ejército iba a perecer. Recordemos que había dos reinos; al norte estaba Judá y al sur Israel. David había logrado ser rey de todas las tribus de Israel, pero al morir Salomón, su hijo, se desunificó el reinado. Mientras reinaba Joás en Judá, vino a reinar otro en Israel que también se llamaba Joás.

Este hombre que lloraba delante del profeta no se encaminaba bien como para pedir el favor del profeta. Leemos en 2ª Reyes 13:10 y 11: “El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo”. Yo pregunto: ¿Los que hacen lo malo tienen derecho a presentarse delante de Dios a pedirle ayuda? ¡Claro que sí! Estas son las cosas locas de Dios, que los malos pueden venir a Él a pedirle ayuda. Es que, si no vas a Dios, ¿a dónde vas a ir a pedir ayuda? Así que Joás sabía hacer lo malo y también sabía a dónde ir cuando estaba en apuros.

Eliseo estaba en cama, enfermo de la enfermedad de la que iba a morir. O sea que ya no le quedaba mucho. Entonces viene el rey a él llorando: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” Los sirios querían combatir al reino de Israel y Joás se vio en aprietos. El profeta de Dios le dijo que tomara un arco y algunas flechas; y continuando el relato, así dice la Biblia: “Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos”.

Un hecho bastante extraño, pero era palabra del profeta de parte de Dios. Aunque algo pasó a continuación; Eliseo le volvió a decir: “Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo”. ¡Tres golpecitos dio! El profeta se enojó y entonces le dijo: “Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora solo tres veces derrotarás a Siria”. Esto quiere decir que nosotros tenemos parte en el cumplimiento de la palabra de Dios. Y nuestra parte es la fe y la perseverancia.

LAS PROMESAS DE DIOS REQUIEREN FE Y PERSERVERANCIA

Eliseo esperaba una reacción en el rey que no vio. Tú y yo tenemos promesas extraordinarias de parte de Dios, pero algunas no se concretan. Y nos preguntamos por qué Dios no permite tal cosa o no hace tal otra. Lo que sucede es que nosotros acompañamos la promesa de Dios por medio de la fe y la perseverancia. Y esta última es una aliada de la fe. Jesús nos enseñó acerca de la oración, y el apóstol Pablo nos incentiva a orar sin cesar; esto es, de día y de noche. Tenemos que perseverar en aquellas cosas que sabemos que son de Dios. Nos quedamos absortos porque pensamos que Dios no lo hizo porque no habrá querido; y es que nosotros no hicimos nuestra parte. ¡Es importante perseverar!

Constantemente atiendo matrimonios en crisis. Uno quiere dejar al otro; es más, están decididos a separarse. Se les acabó la perseverancia. Se te acabó el amor por esa persona a la que prometiste amar delante de Dios hasta que la muerte los separe. Cuando pierdes la perseverancia, pierdes la bendición. ¿Cuál es tu actitud cuando oras por algo o estás haciendo algo para Dios? Tanta gente que me ha dicho: “Me cansé, lo obedecí en todo, pero ya no quiero seguir. Yo creo que Dios tiene otra cosa para mí”.  ¿Vas a la iglesia pensando en pagar una cuota para tener derecho de hacer lo que se te da la gana después? Cuánta gente se siente aliviada de no estar más bajo autoridad espiritual porque se sentían oprimidos. Dios es quien te pone bajo autoridad espiritual. Dicen que yo soy difícil. ¿Qué vas a hacer? Te vas a inventar otra autoridad conforme a tu conveniencia. Hay gente que encuentra defectos en toda persona en autoridad. Todos tenemos defectos y problemas; te lo digo por si no lo sabías. Tú tienes que amar la autoridad que Dios puso sobre ti y perseverar en amor donde Dios te puso. Tú dices que no te miran bien, que no te tienen en cuenta. ¡Ve a Dios con esa carga! Haz lo que Dios te dio para hacer y persevera en eso. ¡Tu premio viene de Dios! Tu premio no es por cómo lo haces sino por qué lo haces.

¿Eres una persona de convicciones? Hay quienes dejan sus convicciones por un tiempito. Desde el Covid, que no podíamos congregarnos en forma presencial, tú decías que cuando se terminara ibas a ir a la iglesia; sin embargo, ya no hay Covid, pero sigues sin congregarte. Lo mismo con el hecho de ofrendar o servir a Dios. No es cuando el clima esté bueno; es que siempre tienes que cumplir con lo que Dios te manda. Cosas extraordinarias acontecieron durante el Covid, como por ejemplo, pastores que cerraron sus iglesias hasta que terminara la pandemia y luego retomarían las actividades. Y cuando volvieron a abrir, no tenían gente. ¿Desde cuándo los pastores o hermanos de la iglesia por causa de una enfermedad dejan de orar por los demás? La historia está llena de hombres y mujeres de Dios que, en medio de pestes, sin temor alguno fueron a la casa de alguna persona contagiada y poniendo su mano sobre estas oraron por su vida. Más de uno se volvió contra todo pronóstico y produjo sanidad para toda su nación revirtiendo toda maldición.

Cuenta el autor del libro “Los Generales de Dios” que hubo un predicador que se cansó de tener que ir a los velorios de los miembros de su iglesia y decidió ir a donde había enfermos, así oraría por ellos para que se sanaran y no se murieran. Tanto luchó que se empezaron a sanar los enfermos. Él iba a donde estaban los enfermos porque era su deber; entonces oraba y se sanaban. No logramos muchas cosas por falta de perseverancia. El que persevera tiene una actitud un tanto agresiva. Es decir que lucha contra algo porque quiere lograr algo y hasta no alcanzar la victoria no para. Por lo tanto, la perseverancia requiere de ese estado de insistencia, que no es de golpear solo tres veces, sino que es el de golpear con todas las fuerzas varias veces, las que sean necesarias.

Joás le tenía miedo al enemigo, por eso golpeó tres veces; y me imagino que lo habrá hecho despacito. No tenía ganas de pelear con los sirios, pero se le venían encima. Una mujer contó que su esposo se ponía loco, se manifestaba el demonio y se le ponían los ojos rojos, entonces la amenazaba con que la iba a matar. Y la mujer no le hablaba de ciertos temas para que el esposo no se pusiera loco y se manifestaran los demonios. Había aprendido que a los demonios no había que contradecirlos. Vivimos rodeados de personas endemoniadas y a los demonios hay que reprenderlos. El esposo de otra mujer la maltrataba diciéndole palabras hirientes y ella se ponía a llorar. Le dije que no tomara en cuenta lo que le decía el demonio. Ella veía al marido insultándola y se afligía, entonces se declaraba derrotada y no enfrentaba al espíritu que hablaba por boca de su marido. Como no veía que era un demonio que le estaba hablando, ella se quería separar porque ya no lo aguantaba más. Y yo le dije que a su esposo lo tiene que amar y tiene que reprender al demonio. Gritale al demonio y decile: “Demonio, contigo no estoy hablando. A mi marido lo amo y a vos te echo fuera de su vida, en el nombre de Jesús”. ¡Atrevete a hacerlo! He visto los demonios retroceder ante alguna hermana aparentemente débil y flaquita. Sin embargo, abre su boca en el nombre de Jesús y el demonio empieza a retroceder.

              MI HISTORIA

Siempre recuerdo cuando comenzamos el ministerio en el cine Princess. Había un joven que hacía artes marciales y era cinturón negro. Cuando se endemoniaba se ponía violento y yo tenía que optar por tratarlo con cariño para que no me pegara. “Demonio querido quédate tranquilito”; o reprenderlo en el nombre de Jesús. Cuando yo reprendía el muchacho se ponía en posición de karate. Yo tenía que mantenerme firme y creer en Dios o reventar. Yo retrocedía mientras decía: “En el nombre de Jesús sal de él”. Y el tipo avanzaba con los ojos cerrados. Hasta que choqué con una pared quedando acorralado. Entonces oré: “Señor, en tus manos entrego mi espíritu”. Yo quedé contra la pared, el muchacho se me abalanzó, pero no me tocó. El diablo hizo de todo para hacerme retroceder. ¡Menos mal que yo perseveré! Hubo gente que me traicionó, como algunos colaboradores míos, también algún pastor a quien le confié que le diera cursos de Biblia a los colaboradores y empezó a decir que yo abarcaba mucho, así como el dicho que el que mucho abarca poco aprieta, también decía que la iglesia que yo estaba pastoreando estaba enferma; y los colaboradores que yo tenía, que eran pocos, se empezaron a debilitar creyendo que la iglesia no iba a permanecer. Había gente que formaba parte del grupo de oración en su iglesia y su pastor les pedía que oren para que yo me fuera de Uruguay.

Pero yo había tomado una determinación delante de Dios y era hacer la obra que Él me había encomendado. Yo te pregunto: ¿Estás haciendo la obra que Dios te ha mandado que hagas? ¿Eres esa persona que tomó el arado y no lo suelta o lo tomaste y miraste para atrás? Dijo Jesús: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). El arado consistía en una sencilla pieza puntiaguda de madera, tal vez rematada en metal, que iba sujeta a un timón y, a su vez, tirada por uno o varios animales. Con ese tipo de herramienta se podía hacer un corte en la tierra, pero no era posible volverla. Para que el surco salga derecho es necesario mirar un punto adelante y no sacarle la vista, así vas avanzando, surcando la tierra, mirando siempre ese punto.

Muchos estaban convencidos de que el Señor los ha llamado, dijeron que iban a seguir la voz de Dios, pero miraron para atrás y dejaron de perseverar. Pídele a Dios que te de la virtud de la perseverancia. Hay que perseverar en el matrimonio, con los hijos. Nadie nos dijo que no iban a haber problemas. La victoria viene después de la perseverancia; la victoria viene después de una guerra, y la guerra hay que terminarla. No la dejes nunca a medias. Dios te ha ordenado algo, ¡dale duro! ¡No abandones la misión que Dios te ha dado! Tal vez no tienes frutos, pero el Señor te prueba para que conozcas lo que hay en tu corazón. Él te prueba cada día y en la vida cristiana la perseverancia es una gran virtud.

Satanás se armó un gobierno de oscuridad en el planeta contra Dios y buscó aliados. En este momento sus aliados están planificando una agenda 2030, que significa un gobierno mundial único, con un pensamiento único y una creencia única. El que va a gobernar exigirá que todo el mundo le adore él. La gente que lleva adelante la agenda 2030 ha sido muy perseverante, pero para el mal. Hay una guerra que se libra en el mundo y nosotros somos los representantes de Dios en la tierra. Satanás es muy persistente. Si eres emocionalmente débil, satanás te atacará siempre en esa área. Si no tienes fe y perseverancia, tus estados de ánimo y tus sentimientos te van a gobernar y te sumirán en una angustia permanente. Y si tu perseveras en fe, eso ya no te va a afectar. Pero satanás es muy perseverante. Hay personas que arrastran pecado de fornicación, de adulterio, de homosexualidad; creen que por arte de magia se va todo, pero pasan unos meses y viene de nuevo la debilidad. El diablo sabe en qué área eres débil, lo que significa que en esa área te puede hacer caer. Tú tienes que estar vigilante. Por eso el Señor nos enseña a velar, lo que tiene que ver con perseverar; estar atentos, luchar.

Hay gente que no está haciendo lo que sabe que tiene que hacer y que Dios le ha mandado. Dios te ha mostrado que eres pastor y tú no sabes cómo ni qué hacer. Empieza a pastorear en las plazas, ama a las almas que andan en las calles. Y Dios te va a levantar y hará cosa tremenda con tu vida. Pero si solo vas a golpear tres veces con la flechita, si estás esperando que alguien te de un púlpito para predicar no se te va a dar a menos que demuestres con tus hechos que eres un pastor. Tienes que ser lo que Dios ha determinado de ti y tomar valor para hacerlo y ser perseverante en ello.

El varón de Dios, enojado contra Joás, le dijo: “Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora solo tres veces derrotarás a Siria”. La Biblia dice en Mateo 10:22 “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, este será salvo”. Hay cristianos que para no quedar mal no les predican a sus parientes. ¡Si no les predicas se van a ir al infierno! ¿Con qué cara lo vas a mirar a Dios cuando estés delante de Él? Tus parientes tal vez se van a enojar y te van a aborrecer, pero tienes el deber de predicarles el evangelio. Porque si alguien tiene que ser condenado, tiene que quedar claro que no quiso recibir la palabra de Dios; así sea tu pariente. Te dicen que eres una fanática que no los visitas más, pero quieren que justo el domingo que tienes que ir a la iglesia vayas a comer un asado con ellos. Y tú vas cuidando de no decir nada que los ofenda, pero ellos no se cuidan al hablar delante de ti y dicen cualquier barbaridad. La persona que toma en serio el evangelio es aborrecida.

Recientemente fui a la terminal a recibir a un pastor que nos venía a visitar. Le pregunto a un guardia de la empresa de transporte si había llegado el ómnibus que lo traía y me dijo que no sabía. ¡Para qué estaba ahí, no sé! Entonces salgo y empiezo a ver a quien le podría preguntar. Una señora muy atenta que me vio despistado me dijo dónde podía ver la información y como yo no encontraba nada, me guió. De pronto, le pregunto si ella estaba esperando también a alguien y en eso me dijo que me veía cara conocida, cuando le dije que era el pastor Márquez, se le borró la sonrisa. ¡Más buena la señora hasta que supo quién era yo! ¡Se alejó de mí! Yo creía que por predicar el evangelio la gente me iba a amar, pero hay quienes me aborrecen. Serás aborrecido por las personas por causa del nombre de Jesús, pero si perseveras hasta el fin serás salvo. Qué lindo es llegar a mi edad y al mirar para atrás, darme cuenta lo que he perseverado, y ver el fruto de la perseverancia. Los primeros años fueron muy duros, pero cuando te acostumbras a amar a pesar de, cuando sabes que estás obedeciendo a Dios, llega un tiempo en que sólo le das gracias a Dios. Yo soy más agradecido ahora en esta etapa de mi vida, como no lo fui al comienzo. Antes que estaba en medio de las luchas no agradecía tanto. Al ver lo que Dios ha hecho con mi ministerio, vivo un tiempo de gratitud hacia Él. Y honro, valoro y bendigo a los ancianos que han perseverado cada día de su vida. Esas abuelas ancianitas que me ven y me dicen: “Dios lo bendiga pastor. No afloje. Yo estoy orando por usted”. Ellas están ahí golpeando el piso; no con tres golpes. Ellas le dan y le dan. ¡Qué lindas esas abuelas que no esperan que yo les de nada, sino que siempre ven como bendecirme! Solo van a entrar al cielo los que perseveren hasta el fin.

Un hombre que lleva 25 años en la iglesia me dijo que Dios lo llamó a ser pastor. Se enamoró de una joven a la que yo conocía bien y le advertí que no se casara con ella porque la joven no amaba a Dios y no les iba a ir bien. Y se casaron igual. Duraron 10 años casados y todo ese tiempo él decía que había pasado justamente lo que el apóstol le había advertido. Y él había hecho una promesa delante de Dios de amarla hasta que la muerte los separe, pero terminó diciendo: “Esta mujer ya no tiene más arreglo”. Cinco años le costó para divorciarse y en ese lapso conoció a otra. Y llevaba 4 años luchando con la que había conocido. ¡La perseverancia es una virtud! Agarrar una cosa y abandonarla, y agarrar otra y abandonarla no es ninguna virtud. Y mucho menos si alguna vez le hiciste una promesa a Dios. ¿Logró satanás hacerte mirar para atrás? ¿Sabes que Dios te llamó para algo específico y no lo estás haciendo? Arrepiéntete, pídele perdón a Dios y vuelve a tomar el arado.

LA FE POSEE PERSERVERANCIA

Leemos en Lucas 18:1 al 8: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

La fe posee perseverancia. Me ha pasado como el juez injusto. Y es que hay personas que más que pedirme un consejo me quieren estorbar. Hay gente muy necesitada que no se anima a hablar conmigo o me ven ocupado y no me quieren molestar. Sin embargo, hay quienes no están necesitados, pero quieren charlar conmigo; aunque no me aceptan los consejos, más bien me los quieren dar a mí. Y yo trato de evitar a esas personas y las esquivo diciéndoles que estoy ocupado, que, en realidad lo estoy, pero para quienes realmente necesitan me hago un tiempo. Entonces les digo que vengan tal día y vienen, pero yo les digo que tengo algo que hacer y no puedo. “Vení tal día”, le digo. Y vuelve. Pero yo no puedo atenderla; más bien no quiero, porque me turban. Pasa un mes, dos, tres meses; mi secretaria me dice que está la persona que quería hablar conmigo, pero nunca podía y me rehusaba. Después de varios meses más, decido atender a la persona y me saco una carga por causa de que lo estuve esquivando por meses. Yo tenía una opresión por no atender a la persona y finalmente, al hablar con ella se me fue el peso que yo sentía. Y la persona se quedó contenta porque yo la atendí. ¿Quién ganó? ¡El que perseveró!

CONCLUSIÓN

Jesús nos enseña en la parábola acerca de la importancia de orar siempre y no desmayar. El apóstol Pablo también dijo: “Orad sin cesar”. ¿Cómo será esto? Orar no es solamente encerrarte en tu dormitorio; también lo puedes hacer mientras vas caminando por la vereda, cuando vas a hacer las compras; en donde estés y por donde vayas puedes orar. Hubo un tiempo en que cuando salíamos a comprar camisas con mi esposa, no teníamos mucho dinero. Recorríamos vidriera tras vidriera y yo veía unas camisas tan lindas, pero eran caras; al final comprábamos la más linda de la más barata. Compramos una camisa que estaba como engomada. Cuando la puso en el lavarropas salió como un repasador sucio. Tú te afanas por comprar algo lindo y barato y caminas un montón. Sé lo que es eso. Caminar y caminar, y los pies quedaban doliendo. Decidimos tomar algo con Marta porque teníamos sed, y al final nos gastamos en la bebida el descuento que habíamos conseguido al comprar la camisa más barata, porque no queríamos pagar por una camisa cara. ¿Qué te quiero decir con esto? Cuando vayas a comprar lo que sabes que necesites, ora primero. Yo no oré al momento de comprar la camisa, tampoco lo hice antes. ¡Ora siempre! Dios no es como el juez injusto. No te contestará porque lo cansaste. Te contestará porque es Dios y te ama. Aunque Él no va a hacer lo que tú no has orado.

Ponte de acuerdo con Él. La comunicación es esencial. Hoy en día, sin comunicación no logras nada. Yo aprendí de comunicación en el ejército; entre los altos mandos en sí, y entre los soldados con estos. La comunicación de los soldados en el campo de batalla. También la comunicación que se intercepta al enemigo. Los mensajes deben ser claros, concisos, oportunos y a tiempo. El método de guerra de Dios con nosotros es la oración. ¿Qué vas a hacer que Dios no te haya revelado? Si no hablaste con Dios, ¿por qué argumentas tanto a favor de una decisión que tomas? Mantente en oración y en comunión con Dios. La guerra de Dios consiste en arrebatarle al infierno el poder que están ejerciendo sobre la economía, la política, las ideologías, la medicina, etc. Y nos tiene a nosotros porque la verdad de Dios la tiene la iglesia. La palabra de Dios está viva y tiene poder. Dios ha puesto su verdad que es su palabra, en tu corazón. ¡Tienes que luchar!

La palabra de Dios es la espada del Espíritu, y esa espada está en tu boca porque se refiere a palabras. ¡Fuiste escogido y escogida para hacer la obra de Dios! No solo para ir a la iglesia y que te oren por sanidad. ¡Es mucho más que eso! Es una guerra en la que satanás y sus demonios deben ser despojados. Dios le dio al ser humano la facultad de gobernar el planeta y no a satanás. Y de los seres humanos Dios escoge a los que son suyos, y tú eres de Dios. ¡Decídete a seguirlo ya!

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