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INTRODUCCIÓN
Dice la Biblia en el Nuevo Testamento que por un solo hombre entró el pecado en la humanidad, y cuando entró el pecado, entró la muerte y la condenación eterna. Adán, que fue nuestro representante, el padre del género humano, pecó cuando desobedeció a Dios; y cuando desobedeció a Dios, lo desechó. Cuando tú desobedeces a Dios lo desechas. Una desobediencia no es cosa sencilla.
Todos entramos en maldición y fuimos contaminados, recibiendo la herencia de un hombre que no quiso obedecer a Dios; el cual prefirió tomar decisiones independientemente y por su cuenta, engañado por alguna enseñanza satánica que con astucia incitó a Eva diciéndole: “Si desobedeces a Dios; Dios sabe que serás como Él. Simplemente tienes que probar lo que Él dijo que no se podía tocar”. Así de sencillo, así de tonto parece a veces cuando entramos en desobediencia, y creemos que lo vamos a arreglar en algún momento. O desobedecemos por ignorancia; pero ésta te habilita a caer en el castigo a los desobedientes. Si ignoras que la electricidad es algo peligroso y metes algo en el enchufe; la corriente no te va a advertir que te puedes quedar electrocutado porque eres inocente y no te has dado cuenta de lo que hiciste. El castigo de la electricidad te va a afectar sepas o no sepas. ¡No puedes ser ignorante! Dios no te creó así. En cambio, otros desobedecen porque son rebeldes; no les gusta oír el consejo y mucho menos obedecerlo. Son esos que aseguran: “A mí nadie me va a decir lo que tengo qué hacer”. De esos no podemos esperar obediencia. Comete el mismo pecado que Adán porque no es una persona que se puede sujetar de las cuerdas del Espíritu Santo para ser partícipe del reino de Dios y hacer su voluntad.
La premisa número uno en el reino de Dios es que en su reino no se hará tu voluntad. Tú pretendes que se haga tu voluntad aquí en la tierra y entrar en el reino de los cielos. ¡No será así! Aprende a ser obediente aquí. Nosotros aquí recibimos el evangelio y somos obedientes a ese evangelio. La Biblia no solo habla de la fe sino también de la obediencia a la fe. La fe te indica el camino por el cual debes andar y debes ser obediente a ella, y la obediencia es fundamental.
Así como por un solo hombre entró la condenación, entró la muerte y el pecado; y éste esclavizó a los hombres, por un solo hombre entró la obediencia al Padre en la tierra; por un solo hombre entró el perdón del pecado y la posibilidad de la vida eterna y la participación como ciudadanos en el reino de los cielos. ¡Ese hombre se llamó Jesús! Por cuanto fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, dice la Biblia que el Padre lo exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Me imagino a los animales confesando que Jesús es el Señor. No podrás excusarte que tienes artrosis o artritis; te tendrás que arrodillar delante de la majestuosidad del Hijo del Dios Altísimo.
Jesús no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo haciéndose siervo obediente. Y es por eso que, cuando Jesús se bautizó, apareció esa voz en el cielo que declaró: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”. A ese honró Dios y lo revistió de poder y gloria. A ese Jesús no lo pudo vencer la muerte. ¿Entiendes qué importante es la obediencia?
EL EJEMPLO DE SAUL
Cuando Moisés salió de Egipto guiando al pueblo hebreo hacia la tierra que Dios les había prometido, en algún lugar le salió al encuentro un pueblo, los hijos de Amalec o los amalecitas. Estos hicieron de todo para detener la marcha del pueblo de Dios. En lo natural parece algo sin importancia, pero la Biblia señala que Amalec se levantó contra el trono de Dios. Se ve que esa gente estaba bien endemoniada y obedeciendo a satanás; quizás hicieron ritos satánicos y cuando se levantaron contra Israel, se levantaron contra el propósito eterno de Dios que era llevar a los descendientes de Abraham a la tierra que les había prometido. Esa tierra que es el estrado de sus pies; el trono de Dios.
Leemos en Éxodo 17:14 al 16: “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”.
Pasaron aproximadamente 400 años y al primer rey de Israel que se llamó Saúl, Dios le mandó a decir por el profeta Samuel: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (1ª Samuel 15:2 y 3). Saúl derrotó a los amalecitas, pero, perdonó a Agag, rey de Amalec y dejó lo mejor del ganado para que comiera el pueblo y para ofrecer holocausto a Dios. Mientras esto sucedía, Dios le habló a Samuel, quien había ungido a Saúl como rey y le dijo: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras”.
Quiero hacer una advertencia importante. Cada vez que predico, lo hago en el nombre del Señor. Yo puedo equivocarme y decir cosas que no son de Dios. No obstante, Dios me ha puesto para hablar lo que Él quiere. Entonces, vino el profeta a Saúl y le dijo: “Así dice Jehová…” Y la Biblia señala que lo que dijo Samuel es lo que dijo Jehová. Hay algunos que se confunden y cuando ven al predicador, ven simplemente a un hombre; y no les produce nada cuando el siervo de Dios habla de parte de Dios. Mira que yo corro un riesgo grande con lo que digo porque cada vez que predico, me la juego delante de Dios. Y cada vez que predico, tú también te juegas delante de Dios, decidiendo si lo que has oído es de Dios o no, si Él te habló o no.
Fue un hombre quien le dijo a Saúl: “Así dice Jehová”. Yo he tenido que experimentar cuando le dado consejo de parte de Dios a alguna persona que, o se ha burlado o dándose media vuelta se ha ido desechando o desestimando el consejo de Dios. Tenemos que ser obedientes, pero no solamente obedientes porque la obediencia estúpida no sirve; la obediencia sin conocimiento, sin entendimiento o discernimiento no sirve. Puedes estar obedeciendo porque eres obediente, pero obedeces a satanás o a los deseos de tu corazón. Tienes que conocer la voluntad de Dios y entonces, cuando un siervo de Dios te hable de parte de Él, eres responsable y tienes que decidir si te habló Dios o no.
Dice la Biblia que se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová, entonces le dijo el Señor: “¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (1ª Samuel 16:1). Y lo mandó Dios a ungir a David porque había determinado desechar al que lo había desechado. Y habiendo sucedido esto, dice la Biblia que los filisteos se juntaron para hacerle la guerra a Israel. Y Saúl tuvo miedo porque se le venían los filisteos con un ejército grande, y entonces leemos en 1ª Samuel 28:5 y 6: “Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas”. ¡Dios no le contestó!
¿Has sentido alguna vez que Dios no te hablaba o no te respondía? Yo te digo que si Dios no te contesta es porque no se le da la gana. Y tú tienes que conformarte porque Él es Dios y tienes que amarlo igualmente, y esperar en Él siempre. Me viene a memoria alguna madre que ha venido desesperada porque su hija se le moría, y en la desesperación dijo que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de que su hija se sanara. Entonces le pregunté: “¿Y si el diablo te la sana?” “Entonces le pido a él”, me respondió. No fue la única vez que me han dicho eso. Así que si Dios no te contesta recurres al diablo. Conozco muchos que se han ido a tirar las cartas, que fueron a templos de umbanda, etc. A ver si el favor del diablo es un poco mejor que el favor de Dios. La mujer estaba dispuesta a honrar al diablo si le sanaba a la hija, y yo le dije que, si era así, yo no le iba a orar porque no quería tener nada que ver con eso.
A Dios hay que respetarlo y honrarlo. A Dios hay que amarlo y obedecerlo. Y si no hace lo que tú quieres, Él es Dios de todas maneras. Tú decides si lo amas o no lo amas. Saúl se desesperó, y dice la Biblia que Dios no le contestaba mi por sueño, ni por Urim, ni por profetas. 2ª Samuel 28:7 dice: “Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación”.
Él se dispuso a que si Dios no le contestaba le iba a preguntar al diablo. A partir del versículo 8 leemos: “Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere”. Resulta que Saúl había cortado de la tierra a todos los adivinos y hechiceros, y la mujer temía por su vida. Pero él mismo fue a consultar a una adivina y vio ésta que iba contra su propio mandato que era erradicar a los adivinos del país. Dice la Biblia: “He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto”. ¡Ahora lo mete al Señor en medio, para salirse con la suya! Dios no le contestaba de ninguna manera y ahora le estaba jurando a la adivina por Jehová que nada le iba a pasar.
Saúl tenía un corazón torcido para con Dios. Y yo te pregunto, ¿tu corazón es recto delante del Señor? ¿Tu corazón tiene temor de Dios? La mujer entonces le preguntó a quién quería que invocara y Saúl le dijo que hiciera venir a Samuel. Este fue un gran profeta que ya había muerto, quien lo había ungido por rey y después ungió a David para ocupar el lugar de Saúl como rey. Es en estas sesiones de espiritismo o de consulta a los espíritus de los muertos por la que muchos padecen porque aun inocentemente van al cementerio a hablar con algún ser querido que ya murió. Se llama necromancia el hecho de consultar espíritus de muertos. Dice la Biblia que esto es abominable a los ojos de Dios. Si lo has hecho, pídele perdón y dile que te libere de ese espíritu. O tal vez fuiste a esas sesiones de espiritismo donde se juntan alrededor de una mesa e invocan espíritus. Pídele a Dios que te libere de toda cautividad de esos espíritus que se mueven por medio de la necromancia.
Los santos también son muertos. “A mi Dios no me ha contestado, pero tengo un santo que siempre me responde”, así dicen algunos. Eso también es consultar a los muertos. Lo mismo que las vírgenes. Parece que todas las que existen son una representación de María, pero ni siquiera María está autorizada para que nosotros consultemos a ella. Yo digo que debemos honrar a María, pero ni ella está autorizada a responderte ni tú a consultarla. Dice la Biblia en 1ª Timoteo 2:5: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Y no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en quien podamos ser salvos. Dios lo exaltó a Jesús y le dio un nombre sobre todo nombre.
Narra la Biblia que invocó la mujer a Samuel y apareció él mismo. En esas sesiones no aparecen los espíritus de las personas sino demonios; pero en este caso excepcional, Dios lo permitió, y apareció Samuel. Y dice la Biblia en 1ª Samuel 28:15 y 16: “Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer”.
Saúl dejó ver que era un carnal vendido al pecado y porque Dios no le contestaba, había decidido ir a una adivina. “Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy” (1ª Samuel 28:17 y 18).
¿Cuántas veces te tiene que hablar Dios para que le hagas caso? ¿O cómo tiene que hacer para que seas obediente? Desechaste a Jehová porque no obedeciste y Él se ha apartado de ti. Y no solo que no te contesta, sino que es tu enemigo. Si persistes en lo que Dios no quiere que hagas te constituyes en su enemigo y Él te resiste; y de todas maneras Él va a seguir con sus planes. Dios se ha propuesto seguir con el plan eterno que determinó sobre el planeta Tierra. Y quien no quiera hacer su voluntad, será desechado.
Le dijo Samuel a Saúl: “Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos”. Le adelantó que iba a morir. Otro principio quedó establecido aquí. Como Saúl era el rey y fue desobediente, ¿quién quedaba desamparado por debajo de él? El pueblo que no tenía la cobertura espiritual ni la protección que necesitaba. Así como declaró Samuel, Israel fue derrotado y ese día en medio de la batalla murió Saúl y su hijo Jonatán.
CONCLUSIÓN
Quiero llamarte la atención hoy. Estamos viviendo tiempos en los que es muy fácil por causa del temor alejarse de Dios. Tú dices que no ves la mano de Dios en la circunstancia que estás viviendo y entonces pruebas por otros lados a ver qué pasa. ¡No hagas eso! Si Dios no te contesta quédate quieto, quédate quieta y espera que cuando Él quiera te va a hablar. Dile: “Espero en ti Señor porque no hay nada mejor que esperar en ti”. Los humildes esperan, los que no son humildes se apresuran a resolver por su cuenta aún en contra de la voluntad de Dios. En estos tiempos Dios espera que haya gente que esté dispuesta a dar su vida por hacer su voluntad. En estos tiempos, más que nunca, habrá personas que se levantarán con poder sin importarles la presión del infierno, ni las guerras o enfermedades. Habrá gente que caminará firme, tomada de la palabra de Dios que es inamovible. El creyente tendrá paz y gozo aun enfrentando la muerte.
El Espíritu Santo estará convenciéndote en esta hora de que no eres obediente, que te gusta hacer lo que tú quieres y que desprecias lo que te dicen tus autoridades. Eres muy independiente, segura de ti misma, seguro de ti mismo, pero tu seguridad no viene de mí, dice el Señor. ¿Será posible que tiembles ante su palabra, que le tomes en serio y decidas servirlo? Decide que no vas a retroceder ni vas a obedecer a tus sentimientos; tampoco cedas a tus planes. ¡Busca de todo tu corazón su voluntad! Eso espera de ti el Señor.
“Oro Padre, para que nadie te deseche a ti para no ser desechados. Oro al ver que hay demasiada gente que se guía por lo que siente o le parece, pero no lee tu palabra, por lo tanto, no la conocen. Tú has dicho que te manifestarás a los que tiemblan a tu palabra. Tú golpeas hoy la puerta del corazón de muchos, Señor. Que por esta palabra decidan renunciar a la desobediencia; que renuncien a sus planes y deseos personales. Perdona Padre, porque te han sido desobedientes. Hoy se dan por enterados que tú exaltas a los obedientes. Limpia las vidas con tu sangre preciosa, Jesús. Cuántas veces han dado coces contra el aguijón sin entender que se han vuelto contra ti, Señor. ¡Libra de religiosidad, Padre! Salva a tu pueblo de rebelarse contra ti y contra tus planes; te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: