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INTRODUCCIÓN
Se ha celebrado un acontecimiento histórico muy importante, y se trata de “La reforma Protestante”; muchos no saben el precio que se ha pagado para que los cristianos tengamos una Biblia en nuestra casa y traducida a muchos idiomas. ¿Qué tiene que ver con nosotros este tema de la reforma? El 31 de octubre de 2020 se han cumplido 503 años de una revolución que aun se sigue expandiendo. Se celebra el día en que un monje católico clavó en las puertas de una catedral en Wittenberg lo que se conoce como: “Las 95 tesis”, que pretendieron ser temas que él quería que se discutiera dentro del seno de la iglesia católica.
Él había llegado a la conclusión de que había excesos y muchas cosas que no eran compatibles con el cristianismo; y lo hizo, no con el afán de confrontar la autoridad del papa ni a las autoridades clericales, y muchos menos a la llamada “Santa iglesia católica, apostólica, romana”. Pero ellos no se lo tomaron así; más bien pensaron que el monje estaba introduciendo herejías y el conflicto se agudizó. Este hombre se llamó Martín Lutero.
MARTÍN LUTERO: VIDA MONÁSTICA
Su padre que era campesino, quería que estudiara derecho y lo mandó a la universidad. Los padres de Lutero eran gente de campo muy acomodada. Martín Lutero iba de vez en cuando a visitar a sus padres y volvía a la universidad. Una noche, cuando iba camino a la universidad, se desató una tormenta que lo hizo temer por su vida. Lutero veía caer rayos por todos lados y se turbó más cuando vio que uno cayó cerca de él. En ese momento él clamó a santa Ana y le dijo: “Santa Ana, si me cuidas me vuelvo monje”. Por supuesto que como hoy, había santos especialistas; uno para cada asunto, aunque no sé cuál es la especialidad de esa santa Ana. Lo cierto es que Lutero llegó sano y salvo y decidió dejar la carrera que estaba haciendo, y se internó en un monasterio, donde comenzó una carrera religiosa.
El asunto es que descubrió que era pecador y necesitaba el perdón de sus pecados; pero él se movía en un ambiente muy oscuro. La iglesia tenía muchas normas y mandamientos, y había cosas que se debían cumplir. El problema era que por más que Lutero hacía todo lo que le ordenaban seguía sintiendo la carga de su pecado y no lograba sentirse perdonado. Muchas cosas se podían hacer para alcanzar el perdón según la iglesia católica. En ese entonces como ahora, hay algunas imposiciones; como por ejemplo, que repitas varias veces el Padre Nuestro o el Ave María, a lo cual se le llama penitencia. Y también, de acuerdo a las costumbres de la época, Lutero acostumbraba a lacerar su cuerpo para doblegar su deseo de pecar; por lo que se encerraba en su claustro y con un azote se golpeaba la espalda hasta sangrar. Vivía una situación muy conflictiva; es más, los católicos han llegado a decir que Lutero estaba loco. Y lo cierto es que él estaba en una búsqueda incesante de Dios para poder finalmente sentir que sus pecados fueron perdonados.
Otra de las costumbres era la confesión de pecados que se hacía en el confesionario. Lutero tenía una persona que escuchaba sus confesiones, y cada día descubría nuevos pecados, o se acordaba que había tenido algún pensamiento pecaminoso. Lo tenía atormentado al confesor porque quería confesarse a la mañana, a la tarde y a la noche. Lutero quería desprenderse de sus pecados pero nunca alcanzaba lo que nosotros llamamos el perdón de los pecados. Y todo esto era una especie de proceso que él estaba viviendo para algo que sucedería después.
LA CONTROVERSIA POR LAS INDULGENCIAS
En aquel entonces como hoy, también se practicaba la indulgencia. Aunque esa práctica era un negocio fraudulento. El papa de la época estaba edificando la basílica de San Pedro y no daba el dinero. Entonces surgió un negocio interesante que era la venta de las indulgencias. Esto consistía en que entregaban a la persona un certificado o una especie de escritura, en la cual se dejaba constancia de que el papa le perdonaba tal o cual pecado. Según el tamaño del pecado era el precio a pagar por la indulgencia. Lo cierto es que la gente creía que conseguía el perdón de sus pecados poniendo dinero. Además había un temor muy grande por causa del purgatorio. Las personas creían que el alma de algún pariente estaba en el purgatorio, y la costumbre era hacer determinadas cosas para sacar el alma de ese pariente de allí para que se vaya al cielo, lo cual tenía un gran costo. Sucedió que el joven Lutero, también era confesor de pecados de la gente; y las personas le manifestaban su malestar porque querían sacar a algún familiar del purgatorio, sin embargo era muy costoso. La gente decía que si pagaban por ese familiar se quedaban sin comer. ¡Había mucha miseria y falta de conocimiento! Más del 80 por ciento de la población era analfabeta.
LA BRECHA SE ENSANCHA
Otro tema era que no había Biblias; nadie podía acceder a una porque el clero se arrogaba el privilegio y el derecho de estudiar la Biblia y enseñarla conforme a lo que ellos pensaban. Esto sucedió en Alemania. Resultó que Lutero agotó la paciencia del confesor y su superior sugirió que debían mandarlo a hacer algo que lo distrajera porque estaba demasiado turbado con el asunto del perdón de sus pecados. Y lo mandaron a estudiar teología. Entonces se hizo experto en la iglesia cristiana primitiva y en la palabra de Dios. Lutero logró un doctorado en las Santas Escrituras. Resulta que lo mandaron para que se distrajera y fue peor, porque cuando leyó la Biblia se dio cuenta que era distinto a lo que se hacía en la iglesia católica. Comenzó a comparar lo que la Biblia enseñaba y lo que enseñaban las autoridades eclesiásticas. Entonces separó por un lado lo que mandaba la iglesia y por otro lado lo que mandaba Dios, lo que produjo una gran revolución en su corazón.
Lo que había vivido Lutero también lo vivió Jesús cuando los religiosos de la época lo confrontaban y Jesús señalaba que ellos enseñaban cosas porque los ancianos lo habían enseñado; pero Dios en su palabra, la ley, la Torah, decía algo totalmente diferente. Entonces Jesús separaba lo que enseñaban los ancianos o los mandamientos de hombres de los mandamientos de Dios, y por eso le tenían mucha bronca porque Él no seguía las normas impuestas por las autoridades religiosas. Lutero se empezó a cuestionar acerca de cosas que se hacía en la iglesia católica. Un día dijo. “Si es verdad que el papa tiene potestad para perdonar pecados, me pregunto, ¿por qué el papa no perdona pecados gratuitamente?” Entonces indagó en las escrituras acerca del tema y no encontró nada acerca de eso en ningún lado. Llegó al punto de molestar al clero y le dijeron que no podía andar diciendo lo que él pensaba y mucho menos enseñarlo. Pero resulta que Lutero predicaba en la catedral de Westminster, a dónde iban los príncipes de Alemania a escuchar palabra de Dios y la gente de alto rango. Entonces comenzó a suceder lo que sucedió con Jesús, ya que no es lo mismo predicar acerca de los mandamientos de los hombres y los mandamientos de Dios. ¡La palabra de Dios tiene poder!
Entonces, la gente lo escuchaba de buena gana y lo aplaudían. Hubo príncipes que comenzaron a respaldar a Lutero. Lo cierto es que se estaba gestando una revolución que ni él mismo se daba cuenta. Alguien lo increpó y le dijo que estaba haciendo mal las cosas porque estaba confrontando la autoridad de la iglesia y la autoridad del papa, por lo que se tenía que retractar. Lutero estaba dispuesto a hacerlo siempre y cuando le explicaran con la palabra de Dios y con la razón de qué se tenía que retractar. Las autoridades le dijeron que a la iglesia no se le debía discutir sino que había que obedecer. Lutero decía que quería obedecer pero necesitaba saber por qué las personas tenían que pagar las indulgencias. Los príncipes que tenían mucho dinero podían costear una indulgencia y entonces sacar del purgatorio a quien ellos quisieran aunque fuese el peor criminal. Había en Alemania un prelado, que además era príncipe, y quería lograr un puesto importante; ser el nuncio apostólico, que es la voz del vaticano en Alemania. Le dijeron que le podían dar el título pero debía pagar 240 mil ducados. El príncipe no tenía semejante suma; entonces desde el vaticano le dijeron que tenía que abrir las puertas en Alemania para que se vendan muchas indulgencias, y una parte del dinero que se recaudara se la asignarían a él, así pagaría por el título de nuncio en Alemania.
Algunos prelados y gente de influencia lo defendían a Lutero, pero otros se lo querían comer crudo. Especialmente, el príncipe de la ciudad donde Lutero estaba lo amaba y lo cuidaba. Llegó el día en que Lutero fue citado al vaticano por el papa y ese príncipe que lo amaba dejó bien claro que Lutero era su súbdito y no del papa; y que si lo mandaban al vaticano lo iban a matar. De hecho hubo una gran matanza en Alemania de personas que vitoreaban a Lutero; y es que él defendía a los pobres.
Se produjo una división en la iglesia católica. Se sabe de un convento en que todas las monjas lo han abandonado. Y una de las monjas se enamoró de Lutero y se casaron. La gran reforma protestante cambió el panorama religioso, y no sólo el panorama religioso, porque hubo confrontación con las autoridades, con reyes y príncipes. Así que se produjeron cambios en el gobierno y en la educación; porque Lutero y los protestantes comenzaron a fundar escuelas ya que no querían que la gente siguiera siendo analfabeta.
LA BIBLIA AL ALCANCE DE TODOS
Cuando Lutero se doctoró en Biblia, estudió griego, hebreo y arameo; entonces decidió hacer una Biblia en el idioma alemán. La iglesia católica tenía una Biblia llamada: “La Vulgata Latina”, y sólo el clero podía acceder a ella. Lutero quería que todo el mundo tuviera una Biblia y la pudieran leer así Dios les hablaría, podrían entender lo que Dios quería y nadie los volvería a engañar. Lutero quería conocer el espíritu de las palabras del Antiguo testamento en hebreo y en arameo, y los escritos que se hicieron del Nuevo testamento en el griego; entonces él mismo hizo una traducción de toda la Biblia.
Realmente este hombre era una eminencia. ¿Qué sucedió? Como no lo pudieron llevar a Roma, decidieron hacerle un juicio en Alemania, con la presencia de autoridades y del clero de ese país, y también representantes del vaticano. A todo este acontecimiento se le llamó: “La Reforma Protestante”. Nosotros no somos protestantes: sí lo son las iglesias que nacieron de los monjes o curas que se rebelaron contra los dogmas de la iglesia católica, esos fueron los protestantes. Nosotros no hemos salido de la iglesia católica. Ahora, la Biblia nos ha dado una libertad extraordinaria.
El 2 de febrero del año 1991, llegué a Uruguay y fundé la iglesia Misión Vida para las Naciones. No salí de la iglesia católica, simplemente me dediqué a predicar la palabra de Dios, así como Lutero había descubierto, que la verdad y la luz están en la palabra de Dios. La Biblia es la única fuente que tenemos, de fe, de revelación y de práctica. ¡No nos salimos de la Biblia! La iglesia católica todavía tiene la Biblia como fuente de revelación divina y también tiene la tradición romana, o sea, lo que dicen los papas, el clero, etc. Pero hay un problema muy serio ya que el papa Francisco ha declarado que todos somos hijos de Dios. ¡Eso no es así! Yo conozco la palabra de Dios. Él dice que todos somos hijos de Dios, por lo que los homosexuales tienen derecho a una unión civil y formar una familia. Suena muy bonito; si dos hombres o dos mujeres han vivido varios años juntos y se muere uno, entonces heredaría uno del otro. Estas cuestiones son argumentos meramente humanos. El papa no dijo que, según declara la Biblia, los fornicarios, los adúlteros, los que se echan con varones, los mentirosos, los asesinos, no heredarán el reino de los cielos. ¡Yo disiento con el papa! Él se basó en argumentos humanos y humanitarios pero no en la verdad de la palabra de Dios. Dios ama a los homosexuales y también a los criminales. ¡Dios ama a todos! Pero eso no significa que Él esté de acuerdo a que esas personas lleven la vida que se les antoja. Si hay alguien que busque a Dios, el Señor le va a cambiar la vida, y nunca más será la misma persona. Además, Dios tiene propósito con el sexo; su plan es llenar la tierra y tener hijos para Él.
HIJOS DE DIOS: AQUELLOS QUE RECIBEN A JESUCRISTO
Otro tema que el papa no entiende o no quiere entender es lo que dice la Biblia en Juan 1:12 y 13: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Para ser hijos de Dios hay que ser engendrado por Dios. A pesar de todas las controversias que hay en la iglesia católica, conozco católicos que tienen un gran respeto por la palabra de Dios; pero nosotros hemos aprendido que la única norma de fe, de práctica y de revelación es la palabra de Dios, que fue lo que Lutero descubrió.
Hay algo muy cierto y es que no todo el que dice que es cristiano lo es; no todo el que dice ser cristiano es hijo de Dios. Cuando alguien ha creído realmente y ha recibido a Cristo en su corazón, Dios engendra vida espiritual en esa persona, la cual tiene una naturaleza divina. Vuelvo a repetir algo que dije en otra oportunidad; cuando yo engendré a mis hijas, y mi esposa concibió, nacieron dos hijas cuya naturaleza es humana como la mía. Pero Dios engendra conforme a su naturaleza. Él engendra hijos suyos que tienen sus sustancia y su naturaleza. Entonces, no podemos andar diciendo livianamente que todos somos hijos de Dios. ¡Yo sí soy hijo de Dios! Y aquellos que tienen a Cristo en su corazón. Jesús dijo que es necesario nacer de nuevo y nacer del espíritu; esto se lo enseñó a un religioso de la época.
LA DIETA DE WORMS
El juicio que le hicieron a Martin Lutero se conoce como la Dieta de Worms, en el cual se enfrentó a sus acusadores. Lutero tenía un amigo al que capturaron y quemaron vivo, pero a él no le podían echar mano porque lo defendía gente muy importante. La función del juicio que tuvo que enfrentar Lutero era que tenían que informar al papa que él se retractaba de todo lo que dijo y lo que hizo. Aunque Lutero estaba dispuesto a retractarse de todo, siempre y cuando le enseñaran conforme a las escrituras y a la razón en qué estaba él equivocado. Le decían que él no tenía derecho a confrontar a la iglesia católica, y que, lo que el papa decía era ley. Si el papa o el vaticano decía que Lutero era un hereje, entonces lo era. Y lo obligaban a retractarse, amenazándolo de que lo iban a condenar. Lo habían llevado a un punto que no sabía qué hacer porque sabía que negarse a la retractación significaba su muerte. Entonces pidió que le dieran un día para reflexionar acerca de lo que les debía contestar y se negaron, exigiéndole una respuesta inmediata.
En aquel entonces se había inaugurado la imprenta, lo que causó una gran revolución. Y cuando Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de la catedral, alguien la tomó, imprimió muchas copias y las distribuyó. En cuestión de dos o tres semanas toda Alemania estaba enterada de las 95 tesis de Martín Lutero; y todo el país lo respaldaba. En cuestión de tres meses toda Europa conocía los escritos y lo que opinaba Lutero. ¡Se armó una protesta en todo el continente! Aunque Martin Lutero no fue el único ya que hubieron otros reformadores; pero él fue quien tuvo más fama. Un príncipe que lo respaldaba pidió que se le diera un día como Lutero quería. Todos estaban atentos a lo que él iba a declarar. Al otro día se presentó y le dijeron que estaban esperando una respuesta. Ese día, aun sabiendo lo que le esperaba, Lutero declaró varias cosas, y finalmente dijo: “Mi conciencia es cautiva de la palabra de Dios. No puedo y no voy a retractarme de nada. Ir contra la conciencia no sería justo ni seguro. ¡Que Dios me ayude!”
Esto marcó el inicio de una revolución que llega hasta el tiempo actual. Hoy hay tanta oscuridad como en aquel entonces. No puedo aceptar las declaraciones del papa ya que se levanta contra la palabra de Dios al declarar que todos somos hijos de Dios. Hay criaturas de Dios y hay hijos de Dios; y sus hijos somos aquellos que le hemos creído y que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón. Las palabras finales de Lutero fueron: “¡Que Dios me ayude!” ¡Y Dios lo guardó! Las tesis de Lutero fueron leídas en todo el mundo y se levantaron personas que apoyaron el cambio.
LAS 5 SOLAS DE LA REFORMA
La luz que Lutero recibió de la Biblia se resume en 5 pilares escritos en latín los cuales declaran: Sola Scriptura, Sola Fide, Sola Gratia, Solus Christus, Soli Deo Gloria.
Sola Scriptura: Lutero llegó a la conclusión que no había que añadirle mandamientos humanos a la palabra de Dios y dijo que sólo la palabra de Dios es suficiente para la salvación del mundo y no necesitábamos a ningún santo ni ninguna bula. Si alguien quiere ser salvo, en la palabra de Dios encuentra la salvación. Hay que creer única y solamente en la Escritura.
Sola Fide: Cuando Lutero leyó la Biblia entendió que el perdón venía a su vida por la fe en la palabra de Dios; por la fe en Jesucristo que es la palabra de Dios. Entonces por primera vez sintió que fue perdonado y libre de sus pecados. Hay un dogma que persiste hasta hoy pero está muy escondido, el cual señala que para ir al cielo hay que ser miembro de la iglesia católica porque según ellos Jesús fundó la iglesia católica y fue la que le entregó a San Pedro cuando le dio las llaves de la iglesia. Pero Lutero descubrió al leer la Biblia que la fe en Jesucristo era suficiente. ¡Solo la fe en Jesús! Él entendió que ya no tenía que flagelarse más para alcanzar el perdón, y que nada de lo que hiciera ayudaba a la fe; ya que si hubiera que hacer algo para alcanzar el perdón y la salvación, entonces el sacrificio de Cristo no era completo por lo que había que ayudarlo un poco. Y no es así. Lutero entendió que sólo Jesucristo es el Salvador del mundo.
Sola Gratia: También entendió que es por la gracia, que no hay que hacer un esfuerzo por ser cristiano, porque es cristiano aquel que tiene a Cristo en su corazón. Todo lo hizo Cristo por medio de su sacrificio. Él pagó el precio por nuestra salvación. ¿Qué es la gracia? Es la misericordia de Dios y su favor, que nos proveyó de todo; y nosotros no podemos aportar nada. ¡Solo la gracia es suficiente para mi salvación! No vas a ir al cielo por creer que eres bueno, que haces todo el bien que puedes, que te llevas bien con todos y no le haces mal a nadie; y no te das cuenta que estás pisoteando la gracia. Nada de lo que hagas puede salvarte ya que la salvación se recibe por fe. Lutero entendió que los hijos de Dios hacen buenas obras, pero primero hay que ser hijo de Dios; y para serlo hay que ser perdonados y tener a Cristo en el corazón. El cristiano sí produce buenas obras, pero ese es el resultado de tener la naturaleza de Dios en su vida. Es Dios el que produce el querer como el hacer por su buena voluntad. Las buenas obras son el resultado de que yo sea un cristiano perdonado y rescatado, y de que el poder de Dios esté sobre mí.
Es muy distinto hacer buenas obras para alcanzar el favor de Dios y recibir su favor por la fe cuando creo que Jesús me compró con su sangre preciosa, y que creer en Él me hace hijo de Dios, por lo cual produzco sus obras. Dios puso su naturaleza en mí y me dio la capacidad de hacer sus obras en la tierra. Está en la naturaleza del hombre producir pecado, pero está en la naturaleza de Dios darte el perdón, darte vida eterna y llevarte a la victoria.
Solus Christus: Hay un dogma por el cual se le da a María el título de madre del cielo y corredentora. ¿Qué descubrió Lutero? Que no hace falta; que por más buena que haya sido María, ella no nos puede salvar. No estamos en contra de María. Ella declaró: “Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1:47 y 48). María fue una buena creyente y no tiene la culpa de lo que la iglesia católica haya hecho con su persona. Cristo no necesita corredentores, el precio que Él pagó fue suficiente. Y Lutero llegó a la conclusión de que sólo Cristo salva. ¡No salva la iglesia Misión vida o cualquier otra iglesia! ¡No salvan los pastores! ¡No te salva el hecho de que ofrendes! ¡No salva el que tengas cara de cristiano! ¡Salva solamente Cristo! Y si la Biblia es la palabra de Dios, la que provee toda la revelación; y si la fe es un don de Dios, porque tú puedes decir: “Bueno, pero yo tuve fe”. ¡La fe es un don de Dios! ¿Qué puedes aportar? ¡Nada! Sólo creer en las Escrituras, sólo ejercer la fe que Dios te ha dado; sólo creer en la gracia de Dios y también saber que solamente en Cristo hay salvación y Él solo se merece la gloria. (Soli Deo Gloria)
CONCLUSION
Algunos de los pasajes bíblicos que impactaron en el corazón de Lutero: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2ª Timoteo 3:16 y 17). No hay que agregarle ningún aditamento a la palabra de Dios; Sola Scriptura. También leyó lo que el apóstol Pablo le dijo a los gálatas: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:2) Había quienes enseñaban que para recibir a Cristo había que seguir determinadas normas, como la circuncisión, como que no había que comer carne que no sea Kosher, etc.; entonces el apóstol Pablo les dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?”
Otro pasaje de la Biblia que impactó a Lutero se encuentra en Efesios 2:4 y 5 y dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Y agrega: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8 y 9). ¡Sola Gratia! ¡Sola Fide! ¡Nada de lo que haces sirve para nada! La gracia alcanza aun al más grande pecador que ha matado, que ha robado o ha mentido. ¡Solo Cristo salva! Así lo descubrió en 1ª Timoteo 2:5 y 6 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…”
¡No hay santo ni virgen que nos pueda salvar! ¡Solo Jesús dio su vida en rescate por todos nosotros! Si pudiera hacer algo, aunque sea un poquito por mi salvación, tendrá que compartir la gloria que sólo Dios se merece. Pero Dios no le da su gloria a nadie. Quien es digno de toda la gloria es Dios. Dijo el apóstol Pablo: “…para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:6 y 7).
Por eso Dios se merece toda la gloria. Te adoramos Padre. Tú no has permitido que tu palabra sea tapada por religiones y conceptos humanos. Hoy podemos leer la Biblia, la cual es tu palabra Señor. Y tu palabra es verdad. Te damos la gloria por esto Dios.
Si consideras que eres un pecador y necesitas el perdón de Dios has una oración y dile al Señor: “Padre eterno, Padre bueno, me has hablado claramente. Tu palabra es luz que me alumbra. Lávame con tu sangre preciosa, Jesús. Yo sé que sólo tú puedes perdonarme, sólo tú puedes salvarme. Me arrepiento de mis pecados y me declaro libre Señor. Lléname con tu Espíritu Santo Padre, dame tu naturaleza, te lo pido en el nombre de Jesús. Te glorifico Señor. Te doy gracias Dios y te adoro. A ti Padre toda la gloria, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: