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INTRODUCCIÓN
Leemos en Levítico 23:26 al 28: “También habló Jehová a Moisés, diciendo: A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios”.
Dios había dado la orden de celebrar esta convocatoria a los diez días del mes séptimo -la que celebramos desde la tarde del pasado domingo 28 a la tarde del lunes 28 de setiembre- y hoy vamos a estar meditando en lo que ella significa.
Se trata de un día de expiación. Hay diferencia entre lo que es redención, expiación y perdón de pecados. Redimir significa comprar; y Cristo nos compró con el precio de su sangre preciosa. La expiación es un acto final, y cada año recordamos ese día de expiación. Pero, la expiación, según señalan las profecías de Daniel se trata del final, del exterminio total de la iniquidad, de la injusticia y del pecado. Y aunque el Señor haya perdonado tu pecado, éste todavía acecha tu vida; pero habrá un día en que el pecado ya no tendrá poder, y ese día tendremos un cuerpo glorificado e incorruptible. Ese es el día en que Jesús vendrá a levantar a su iglesia. ¡Ese día el poder del pecado ya no señoreará en tu vida y la muerte tampoco podrá contra ti! Ese es el día de la expiación; a los diez días del mes séptimo, según el calendario de Dios.
Las dos fiestas del fin, -una es Yom Teruah, y la otra es Yom Kippur, estas dos fiestas están concatenadas o unidas. La primera se trata de una alarma o clamor. La Biblia dice en Mateo 25:6: “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” La señal de la venida del Hijo del hombre será anunciada. La iglesia es la novia apasionada que espera la venida del Señor; y estamos esperando esa señal. Claro que el que no está apasionado por Jesús es porque está enfocado en las añadiduras. Mas aquellos que amamos al Señor, estamos expectantes a su regreso.
YOM TERUAH y YOM KIPPUR: DOS FIESTAS CONCATENADAS
Nuestra iglesia ha comenzado a celebrar estas festividades y lo seguirá haciendo cada año; y sabemos que falta poco para la segunda venida de Cristo. Nosotros estamos fundamentados en la palabra de Dios y creemos que el fundamento, la verdad, el poder y el Espíritu están en la palabra de Dios. Su palabra es la verdad que alumbra nuestro camino. Dice la Biblia acerca de las dos fiestas antes mencionadas: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…” Aquí hace alusión a la Fiesta de Yom Teruah que comienza al instante en que se empieza a vislumbrar un destello de sol en la luna. Hasta ese momento la luna está oscura, y no se ve porque la tierra se interpone entre ella y el sol. Esto coincide con el regreso del Señor, cuya señal veremos en el momento de mayor oscuridad en el mundo; así como refiere la Biblia en Mateo 25:6. El mismo versículo 30 de Mateo 24 señala en la segunda parte: “…y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Esto último coincide con la celebración de Yom Kippur. La venida de Cristo se dará en Yom Kippur o día de la expiación. Ese es el día en que los que hemos creído y recibimos el perdón seremos arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con Él.
Mateo 24:31 dice que el Señor enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. Sus escogidos son todos aquellos que han creído en Jesús como su Salvador; los que hemos creído que resucitó de entre los muertos y que ha vencido con poder sobre la muerte y sobre el pecado. ¡Jesús es la primicia de los que vamos a resucitar! Ese día se llama “el día grande de Jehová”; ese día recibiremos un cuerpo glorificado, dejaremos nuestra habitación pecaminosa que es nuestra carne, y subiremos a la presencia del Señor con un cuerpo que nunca más pecará, y nunca morirá.
DÍA DE JUICIO
La Biblia dice en Levítico 23:32: “Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”. Sucede que es un día confuso; porque en la Fiesta de Yom Kippur, es día de fiesta y celebración, y también de lágrimas y gritos. Y es que hay una parte que se va con Cristo, los que se van saltando y danzando; pero la otra parte son los que se quedan, y en ese tiempo viene la ira del Señor. Entonces, los judíos, a esos diez días también le llaman: “Teshuva”, en los que indagan acerca de sus pecados para confesarlos a Dios y pedir perdón, así estar libres de pecado antes del día del juicio. Se le llama también a la Fiesta de Yom Kippur: “Día del juicio”. Es día de celebración porque nos vamos con el Señor, pero también es día de juicio, de gran dolor y angustia para muchos. Jesús describió ese día cuando dijo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37 al 39). Hasta el día en que Noé entró en el arca y se cerraron las puertas, los que quedaron afuera no entendieron y perecieron.
Quiero decirte que no habrá otra oportunidad después de esto, no habrá otro día, no hay un después. Este es el día de la Fiesta de Yom Kippur. Ellos también le llaman a esta celebración “el día del perdón”, lo que creo que no es tan exacto, ya que la Biblia señala que es día de expiación. ¡La celebración de Yom Kippur es también el gran día de la manifestación de la ira del Dios nuestro!
CARA A CARA – EL GRAN AYUNO – DÍA DE NEILÁ
También se conoce entre los judíos como el día del: “cara a cara”. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo testamento, hay profecías que señalan que vamos a ver al Señor cara a cara. Dijo Jesús: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29). ¡Los que no vieron pero creyeron verán al Señor cara a cara!
También se le llama: “Día del gran ayuno”, porque en los días que van desde una fiesta a la otra ellos buscan qué pecados hay en sus vidas por los que tienen que pedirle perdón a Dios; y termina ese día, el décimo día de Teshuva o de arrepentimiento.
Se conoce también como el “Día de Neilá”, o el día en que se cierran las puertas; ese día se termina la gracia, ya no se predicará más el evangelio. Ese es el cerrar de las puertas como cuando Jesús señaló: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois” (Lucas 13:24 y 25). Ya no habrá más oportunidad. Afuera será el lloro y el crujir de dientes. Tienes que tener la certeza y la seguridad de que Dios ha perdonado todos tus pecados.
EL GRAN DÍA DE JEHOVÁ
Acerca del gran día leemos en Jeremías 30:7: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado”. Según lo que hemos estudiado, el pueblo de Israel, hasta ese momento será perseguido; está la gran tribulación, tiempo difícil de caos, porque ellos no creyeron en el Mesías pero le creyeron a otro que no era el Mesías. Y creyeron en un tiempo de paz y prosperidad que no vendría, sino que, como dice la Biblia en 1ª Tesalonicenses 5:3 que cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Estoy convencido que en esos diez días de Teshuva que tiene que ver con el último gran día del Señor que recuerda la celebración del Yom Kippur; en esos diez días van a llorar, y como señala la Biblia en Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. ¡Se arrepentirán y serán salvos! ¡No se van a quedar! ¡Serán salvos en un día! Cuando vean al anticristo sentarse en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. Cuando el anticristo desate la gran tribulación, estarán desencajados y vendrá el último Yom Teruah; y lo celebrarán, y sonará la trompeta. Pero esta vez no serán trompetas que suenen aquí en la tierra, sino que se escucharán en el cielo, y como dice la Biblia en Mateo 25:6: “…a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!”
Los siguientes diez días, después de Yom Teruah, son diez días de arrepentimiento porque en los próximos diez días Cristo vuelve por los suyos en las nubes. Jeremías 30:7 habla de que es el tiempo de angustia para Jacob. No solo en esos diez días en que ellos confiesan sus pecados para ser perdonados; sino que en esa última fiesta ellos tendrán arrepentimiento: “…tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (Jeremías 30:7).
1ª Tesalonicenses 1:10 habla de: “esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. Aquí muchos difieren porque cuando se habla de la gran tribulación se cree que es el día de la ira del Señor, y la gran ira del Señor es la que viene en esa fiesta. La gran tribulación es la ira con que satanás persigue a los que creemos en Dios, sobre los que estamos en contra del aborto, los que le amamos por haber instaurado el matrimonio y la familia, el amor entre el esposo y la esposa y el amor hacia los hijos. Sí, es verdad que Dios nos va a salvar de la ira venidera; la ira de Dios contra las naciones. Por supuesto que ya no vamos a estar, porque nadie podrá soportar la ira del Dios nuestro.
En la historia del pueblo judío, el día de Yom Kippur, es día de expiación, esto es gozo; aquel que ha sido perdonado y librado, no teme a la venida de Jesús. Quien ha creído no está temiendo, tiene gozo, y la esperanza puesta en que Jesús viene por él o por ella. ¡Qué importa lo que suceda en el mundo! ¡Jesús viene por nosotros! Esa es la parte gozosa del día de Yom Kippur; pero también, ese día se conoce como: “Día de juicio”. Hago énfasis en este detalle porque es muy importante ya que es un día que tiene una cierta mezcla de sentimientos; hay risas y hay lágrimas.
TIEMPO DE SEPARAR
Se conoce la fiesta de Yom Kippur también como el “Tiempo de separar”. Respecto el tiempo de separar, en el Antiguo Testamento había una celebración que describe el apóstol Pablo en el libro a los Hebreos; y esta celebración era la fiesta de Yom Kippur. En un principio se hacía en el tabernáculo que estaba en el desierto, y después se hacía en el templo, en los cuales estaba el lugar santo y el lugar santísimo. En el lugar santo los sacerdotes se presentaban todos los días a hacer las tareas de los oficios religiosos; pero no podían entrar al lugar santísimo. Sólo podía entrar el sumo sacerdote y no cualquier día; solamente podía entrar el día de Yom Kippur que era el día de la expiación.
Había dos velos en el tabernáculo, uno daba acceso al lugar santo, y el otro daba acceso al lugar santísimo. Aarón era el sumo sacerdote y Dios le ordenó sacrificar un becerro de la expiación. Esto lo encontramos en Levítico 16:6 al 8: “Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel”. El sumo sacerdote era un hombre pecador, por lo que no podía presentarse delante de Dios en el lugar santísimo a pedir perdón para el pueblo si primero no pedía perdón por sí mismo y por su familia. Aarón entraría con la sangre de ese becerro al lugar santísimo para recibir perdón; para recibir expiación por él y su familia.
Después de haber ofrecido expiación por él, si era aceptada su ofrenda quedaba vivo; de otro modo moría allí mismo. En el Nuevo Testamento, en Mateo 25:31 al 33 encontramos un paralelo a esto, y dice así: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda”. ¡Aquí se habla de separar las ovejas de los cabritos! ¿Y qué hacía Aarón? Separaba dos animales; lo mismo señala el libro de Mateo 25. Del mismo modo que en el antiguo se celebraba la Pascua, en donde se sacrificaba un cordero y se comía panes sin levadura; y durante muchos siglos se hacía esta celebración, anunciando la Pascua en la que Cristo murió, y sería Él mismo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, esta celebración la hacían los judíos en el tabernáculo y también en el templo. Pero vino un tiempo, en el año 70 después de Cristo cuando fue destruido Jerusalén y también el templo y ya nunca más pudieron celebrar Yom Kippur en el templo; nunca más pudieron presentar sacrificios u ofrendas encendidas.
El sumo sacerdote echaba suerte sobre los dos machos cabríos; una por Jehová y el otro para satanás. Entonces dice la Biblia en Levítico 16:9, 10 y 21: “Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto…y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto”. Al otro macho cabrío, lo consagraban y lo sacrificaban a Dios; y con la sangre del sacrificio el sumo sacerdote entraba de nuevo al lugar santísimo. Esta vez para hacer sacrificio por el pueblo. Un macho cabrío representaba el pecado del pueblo y el otro representaba la expiación, el perdón de los pecados del pueblo. No podían hacerlo sin sangre ya que esta es la señal, desde que salieron de Egipto, de que Dios los iba a librar de la muerte.
Así como el sumo sacerdote separaba los machos cabríos; Jesús, cuando venga va a separar las ovejas de los cabritos. A continuación leemos el relato de Mateo 25:34 al 46: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Quien ama al prójimo a Dios ama. Este es el acto de separación y el pueblo de Israel lo toman como una fiesta de separar también.
EL GRAN SHOFAR
Otra característica de la fiesta de Yom Kippur es que habla del “Gran Shofar”. En la Biblia se conoce como la trompeta de Dios. Hay muchas celebraciones con trompeta pero Yom Kippur es el día de la gran trompeta. Esto es un anuncio. El apóstol Pablo dijo que va a sonar la trompeta según leemos en 1ª Tesalonicenses 4:16: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”.
El Shofar es la voz del hombre publicando la palabra de Dios, pero la otra será la trompeta de Dios, la voz del Señor en el cielo y que se escucha en la tierra. ¡La tierra será estremecida! Sofonías 1:14 y 16 dice: “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente…día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres”.
Este día se anunciará juicio y salvación; dos acontecimientos el mismo día. Aquí dice que es día de trompeta y algazara; este término significa: ruido producido por voces alegres y festivas. Sofonías nos muestra dos panoramas: la amargura, y la trompeta que produce júbilo y gritos de alegría. Como cuando Noé entró en el arca. El día que Noé entró en el arca fue salvo, fue arrebatado; los demás perecieron. No entendieron nada, dice la Biblia, hasta que vino el juicio.
Dijo Jesús acerca de su regreso: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:31). Aquí habla de Yom Kippur. Cuando dice que juntará a sus escogidos desde un extremo del cielo hasta el otro, esto son, a todos los que hemos creído, sus escogidos. No de algún lugar especial sino de todo lugar en el mundo.
Presta atención a lo que nos advirtió el Señor cuando dijo: “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:23 y 24). Y Juan dejó asentado: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apocalipsis 1:7). Será tiempo de alegría para nosotros; para los que caen bajo el juicio de Dios serán días de terror.
Que te quede claro que Yom Kippur es una celebración especial y única que esperamos que suceda al final de los tiempos; cuando el poder del pecado haya sido cortado, cuando ya no se puedan emitir más decretos ni leyes injustas. Hoy, el mundo está lleno de leyes injustas; de derechos que Dios no ha autorizado. Y Dios va a juzgar al hombre por hacer lo que Él no quiere. No hay nada que se escape de la mirada de Dios.
DÍA DE LA VENDIMIA
Se conoce la fiesta de Yom Kippur también como “día de la vendimia”, o día de juicio. Nosotros sabemos por el Nuevo Testamento que cuando se habla de la vendimia, la cual es la cosecha de Dios, cuando nos levante a nosotros los que hemos creído, quedarán para ser pisados en el lagar de Dios los que no hayan creído.
La vendimia en la Biblia señala juicio. Cuando hablamos de la cosecha del trigo, nos referimos al rescate de los creyentes; y cuando hablamos de las cosechas de las uvas, nos referimos a los que son condenados; los que quedarán bajo el poder de la ira de Dios. ¿Qué dice la Biblia? En Apocalipsis 19:15 hay una descripción acerca de Jesús, que dice: “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”. El pueblo judío conoce mucho esta temática del Antiguo Testamento, aunque no la conoce como está descrita en el libro de Apocalipsis. ¡Es lamentable que ellos no crean en el Nuevo testamento! Ahora, nosotros no sabíamos mucho de estas fiestas porque no creíamos en el Antiguo Testamento; tampoco notábamos la relación entre los dichos del Nuevo Testamento y las celebraciones del Antiguo Testamento.
CONCLUSIÓN
Quiero cerrar esta enseñanza con algo que dice en el libro de Hebreos 9:11 y 12: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. Nosotros, los que hemos creído y confesado nuestros pecados tenemos paz en el corazón porque la sangre de Cristo nos ha comprado y nos ha limpiado, y estamos gozando de un Yom Kippur todos los días.
El sacerdote entraba al tabernáculo, hacía toda la práctica de la expiación, cerraba el velo y salía; ahora había que esperar al próximo año. Y en el libro de Hebreos señala que Jesús entró a lugar santísimo, no de un templo hecho con manos humanas, sino que entró a lugar santísimo en la gloria del Padre en el cielo; a la presencia misma de Dios. Y fue con su propia sangre que entró una sola vez y para siempre y aun no ha regresado. Dice la Biblia en Romanos 8:24: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”.
Cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo una vez por año, intercedía por los pecados del pueblo; mas Jesús entró una sola vez y para siempre y se sentó a la diestra del Padre. Dice la Biblia en Mateo 27:50 y 51: “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron”.
Que el velo se rasgue de arriba hacia abajo es muy difícil, pero fue Dios quien rasgó el velo para que Cristo entrara a través del velo de su propia carne. Todavía no ha salido Jesús del lugar santísimo. Para los que creemos en Dios, nosotros estamos disfrutando de un tiempo de gracia; las puertas están abiertas, se está predicando el evangelio. Y Jesús dijo que cuando se haya cumplido el tiempo de que se predique el evangelio a todas las naciones, entonces vendrá el fin. ¿Cuándo vendrá Jesús? Cuando se termine el tiempo de la gracia y las puertas se cierren. Afuera será el lloro y el crujir de dientes.
Cuando el Señor salga del lugar santísimo, vendrá solo para buscar a esa novia que lo espera apasionada. ¡Qué tremendo saber que Él intercede por nosotros cada día de nuestra vida! Nosotros que andamos preocupados por muchas cosas, mas Jesús está guardándonos. Jesús no es como el sumo sacerdote que tenía que presentarse con sangre de animales para lograr su propio perdón, sino que Él entró con su propia sangre. ¡Sangre preciosa! ¡Sangre limpia y sin pecado! ¡Sangre viva! No ha habido en el mundo una ofrenda como la de Jesús. Dios ordenó que en todas las fiestas que Él estableció el pueblo debía presentarse con ofrendas; las ofrendas consistían en lo mejor del ganado que tenían, como el mejor becerro de la manada que tenía que ser sin defecto alguno. Isaac fue el hijo que Dios le prometió a Abraham, el cual tuvo en su vejez y a quien amaba mucho. Cuando Dios le pidió a Abraham que le ofrendara a su hijo le dijo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2).
Abraham tomó a su hijo, el hijo de la promesa, a quien amaba mucho y lo llevó al lugar que Dios le ordenó. El relato de Génesis 22:6 al 12 dice: “Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”.
Dios sustituyó al hijo por un carnero. Dios libró al hijo de Abraham pero no libró a su propio Hijo Jesucristo. ¿Le darás tu vida Dios? ¿Le entregarás eso que estimas tanto? ¿Cuánto vale Jesús para ti? Preséntate ahora delante del Señor. No hay cosa más preciosa que saber que Jesús está sentado en el lugar santísimo intercediendo por nosotros, y sabernos perdonados. Si hay en ti algún pecado escondido, si hay algo que estás tapando y necesitas expiación; recibe gratuitamente el amor de Dios y su perdón. Sean cubiertos con la sangre de Jesús, sean lavadas sus vestiduras, sean perdonados de todos sus pecados y reciban salvación y vida eterna en donde quiera que estén, en el nombre de Jesús, amén.
ANEXOS: