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INTRODUCCIÓN
Te invito a reflexionar acerca de una historia que se encuentra en el capítulo 3 de Hechos de los apóstoles y hace referencia a un cojo de nacimiento. Cuando hablamos de cojera nos referimos a incapacidad; algo que no permite a la persona desenvolverse, desarrollarse o hacer aquello que quiere hacer.
Leemos en Hechos 3: 1 y 2: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo”.
Este hombre nació imposibilitado. Y hoy te quiero hablar de una cojera adquirida por causa de sucesos que con el tiempo nos van quitando movilidad, esperanza, fe; nos van quitando quizás las ganas de vivir y de enfrentar la vida. Los dos tipos de cojeras son muy traumáticas porque nos lleva a ser inútiles en áreas en que debiéramos ser útiles. Repito, no me refiero a cojera física solamente, sino también de cojera espiritual o psicológica, por causa de situaciones que nos han llevado a sentirnos frustrados en distintas áreas de la vida.
TUS INTERROGANTES TIENEN RESPUESTA
Nick Vujicic nos cuenta que cuando él era un niño y veía a los otros niños jugar a la pelota pensaba que él nunca iba a poder hacerlo; veía cómo otros niños nadaban y se había hecho la idea de que nunca iba a nadar. Para los que no saben, Nick Vujicic nació sin brazos y sin piernas. Cuando él se dejó llevar por ese pensamiento, sin entender que Dios tenía un propósito para su vida, se deprimió y ya no quería vivir. Quiso ahogarse en la bañera y lo que sucedió es que se rompió la nariz, pero no logró ahogarse. Su vida fue muy triste hasta que tuvo un encuentro con Jesús; fue a partir de ese momento que sintió ganas de vivir. También quería probar cosas que anhelaba ser y hacer, ahora, tomado de la mano de Jesús. A partir de ahí su imposibilidad ya no lo detenía. Comenzó a hacer deportes; en una oportunidad se lanzó al agua y sin brazos ni piernas logró mantenerse a flote. También tuvo muchos otros logros que pensó jamás conquistar. Nick es un ejemplo para quienes, aun teniendo manos y piernas, sin embargo, en su mente se sienten discapacitados o incapacitados.
La situación del cojo de nacimiento que menciona la Biblia era muy dura y triste. La cojera adquirida se manifiesta cuando nos preguntamos por ejemplo: ¿por qué nací? Cuando tú consideras que no debiste haber nacido, es porque sientes que tu vida no tiene sentido, sientes que eres un estorbo en el mundo, no encajas, y no sabes para dónde ir. Otra pregunta que surge es: ¿para qué nací? Cuando surgen esas preguntas comienzas a sentirte una persona discapacitada. Una cosa es preguntarte para qué naciste tratando de indagar el propósito de tu vida, pero otra cosa es hacerte la pregunta con un espíritu desahuciado y negativo, como afirmando que verdaderamente no debiste haber nacido. Otros piensan que nacieron en el tiempo equivocado y en el lugar equivocado. Eso le quita expectativas a tu mente, le quita expectativa a tu propósito y te ciega.
Esas preguntas no deberías hacerlas nunca más. Aunque sí, Dios tiene respuestas a esas interrogantes y está dispuesto a llenar tu existencia. Y si permites que Dios llene tu vida, entonces, nunca más te volverás a hacer esas preguntas. La respuesta concreta es: No has nacido en el tiempo equivocado o en el lugar equivocado. ¡Has nacido cuando Dios quiso, en donde Él quiso y el Señor nunca hace nada sin propósito! Están los hombres que dicen que debieron haber nacido mujer y las mujeres que hubieran querido ser hombre. Eso es otro absurdo porque ser mujer tiene propósito y ser hombre tiene propósito. ¡Bendecimos a las mujeres! Las honramos porque por causa de que las mujeres existen, todos tenemos madre, tenemos esposa e hijos. Por causa de que las mujeres existen tenemos expectativas de vida. ¡Las mujeres son una bendición para el mundo! ¡Nunca más digas que no debiste haber nacido mujer! Sin las mujeres no existiríamos, no habría gente en el planeta. ¡Menos mal que las mujeres nacieron mujeres! Honramos a Dios por su propósito eterno por el cual existimos. Amamos todo lo que Dios ha hecho. A los hombres les digo, nunca vas a decir con sabiduría que no debiste haber nacido hombre o que te sientes una mujer en el cuerpo de un hombre. Tus órganos, los que te ha dado Dios, fueron creados con un fin y tienen propósito. ¡Lo que Dios hace es bueno! Lo que el Señor hace tiene sentido; Él es sabio y todo lo hizo con inteligencia. En todo caso, los seres humanos están perdidos pero el Señor no está perdido. ¡Gracias Padre! ¡Gracias aun cuando no entiendo lo que haces! Nunca vas a decir con sabiduría que tu vida no tiene sentido porque Dios que te ha creado le quiere dar sentido a tu existencia.
PARÁLISIS FISICA, EMOCIONAL Y ESPIRITUAL
Respecto a la situación del cojo de nacimiento, dice la Biblia en Hechos 3:3: “Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna”. Hay personas que se sienten discapacitadas físicamente, emocionalmente o espiritualmente, y andan por la vida pidiendo limosnas; aun a Dios, cuando no tenemos fe, le pedimos limosnas. No es nada grato que se te acerquen personas mendigándote, y una persona discapacitada muchas veces se transforma en mendiga y andan buscando limosnas. ¡Dios no da limosnas! Dios es Padre, nuestro Creador y Sustentador. Mis hijas nunca me mendigaron nada, ellas, cuando querían algo me lo pedían. Cuando yo era niño no consideraba que la heladera era de mi padre, sino que era mía, entonces cuando tenía hambre iba y abría mi heladera y comía lo que quería sin rendir cuentas a nadie. Yo invitaba a mis amiguitos a subir a mi auto; era de mi papá, entonces era mío. ¡Y lo que es de Dios, es mío! ¡Me pertenece! ¡No soy un mendigo! Dios tiene mucho más que limosnas y tú tienes que recibir tu parte. No le mendigues a Dios. Pídele como hijo porque Él es tu Padre. Bendito los niños que se pueden acercar a sus padres y a sus abuelos, no con temor, no como mendigos, sino como hijos confiados. ¿Te consideras hijo o hija de Dios? Entonces su herencia te corresponde. ¡Eres heredero! ¡Eres heredera!
Continúa diciendo Hechos 3: “Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo”. La gente no se fija en quien pide limosnas, sólo sacan una moneda, se la dan y siguen. El mendigo tampoco mira a los ojos de las personas. Una mirada dice mucho. Uno puede saber de una persona cuando la mira a los ojos. Pedro le dijo al mendigo: “Míranos”. El mendigo no iba a recibir lo que estaba esperando, sino que iba a recibir mucho más. En ese momento Pedro, miró fijamente al hombre a los ojos; él, que tenía fe, vio al mendigo. Y según nos señala la Biblia, éste esperaba recibir algo de ellos. Aquí hay un punto importante: cuando tú le pidas a Dios, pídele en concreto qué es lo que quieres, porque si esperas recibir algo, eso no es fe. “¡Ay, si tú me lo quieres dar Dios mío!” Cuando oras debes ejercer fe sobre algo específico porque la fe es especifica; es la certeza de lo que se espera, no de algo o cualquier cosa que venga. El hombre cojo, mendigo, no tenía fe; pero había llegado hasta èl un hijo de Dios que sí tenía fe, quien le dijo: “Míranos”. Lo que significa que se miraron fijamente a los ojos. Los creyentes tenemos para dar algo que es mucho más que unas moneditas. “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. No le dijo al mendigo: Lo que tiene Jesús te doy sino lo que yo tengo, te lo doy a ti. ¡Pedro tenía fe! El mundo espera ver el poder de Dios a través de los cristianos. Hay dos males; uno son los creyentes que se creen mendigos, y dos, los creyentes que no entienden que la fe que tienen es más valiosa que el oro. Dios te ha dado una medida de fe para que vivas satisfecho y satisfagas a los que están a tu alrededor.
TESOROS PREPARADOS PARA TI
Quiero que sepas que dentro de ti hay mucho más de lo que te imaginas. ¡No confíes en lo que sientes! ¡No confíes en lo que te dicen! ¡Confía en la palabra de Dios! Tú tienes tesoros en el cielo para recibir y para dar. El Señor tiene para darte hoy y eso que te quiere dar no es limosna. ¡Levántate y anda! “Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios” (Hechos 3: 7 y 8).
¡Alguien hoy va a creer esta palabra y será tocado por el poder de Dios! ¡Alguien va a ver la mano de Dios en su vida! No estás recibiendo en vano esta palabra. “Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido” (Hechos 3: 9 y 10).
Desde niño, mendigar era lo que el hombre sabía hacer, pero Dios tenía mucho más para él. Y Él tiene mucho más de lo que te imaginas para ti. Dios no habla por hablar: ¡Atesora esta palabra en tu corazón! No sólo te quiero animar sino también darte palabra de poder, que penetre hasta lo más profundo de la medula de tus huesos.
Sucedió algo más que el milagro del hombre que había sido cojo; la gente comenzó a poner su mirada en Pedro y en Juan. Leemos en Hachos 3:12: “Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?”
Fue por el poder y la gracia de Dios. No es porque yo tenga méritos para hacer milagros; pero mi fe, hoy va a actuar sobre ti. No soy yo. Es el poder y la misericordia de Dios. ¡El Dios del cielo tiene misericordia de ti! Él conoce tu situación, ha visto tu frustración y sabe que puedes más de lo que piensas; el Señor sabe que puedes caminar una milla más. Dios sabe que puedes levantarte. El Señor ha dado provisión para ti y para los que te rodean. Dijo Pedro: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús…” Dios, a través de un milagro ha glorificado a su Hijo Jesús. Ha mostrado la gloria de Jesús por medio de un cojo de nacimiento. ¿Qué es lo que no te animas a hacer? ¿Qué es lo que no puedes hacer?
Por muchos años vengo luchando con la manera de ser de los uruguayos, específicamente con algunos miembros de la iglesia. Una luz funciona mal y quieren llamar a un electricista, ni se les ocurre primero ver cuál es el desperfecto. El electricista viene, te ajusta un cablecito, se mata de risa y te cobra un dineral. Hay cosas en las que te consideras inútil, pero Dios quiere hacer de ti una persona útil. Prueba hacer lo que no te has animado. Créele al Señor por tu sanidad. Dios destruye las barreras de lo imposible. El Señor nos ha dado fe para que irrumpamos en lo imposible y lo hagamos posible. ¿Crees en Dios o no crees? “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús…” Se sanó el cojo y Jesús fue glorificado. ¡Dios hizo el milagro para darle gloria al nombre de Jesús!
Continuó diciendo Pedro: “Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros” (Hechos 3:16). Hay dos cosas aquí: la fe en Él y la fe que es por Él. La Biblia dice en Hebreos 12:2 que Jesús es el autor y el consumador de la fe. Dios ha puesto fe en ti para que creas. Lo que vas a lograr no es por tu esfuerzo ni tus méritos, sino por la fe en Dios. Aquello que crees que no puedes, puedes. Al que cree todas las cosas le son posibles. ¿Puedes creer? ¡Dios desea glorificar en ti el nombre de Jesús! No sólo se trata de que recibas, sino que tengas la convicción de que has sido hecho hijo o hija de Dios para darle al mundo lo que necesita.
CONCLUSIÓN
Te he hablado de incapacidad de nacimiento y de incapacidades adquiridas. Hay algunos que con el tiempo se han ido frustrando y comenzaron a creer que nunca lo van a lograr. ¡Yo te digo que no es por tu fuerza sino por la fe en su nombre y por la fe que es por Él! O sea que la fe no es tuya sino que Dios la ha puesto en ti. La fe en un don de Dios. Dios te la da. ¡Arrebata las bendiciones por la fe que Dios te ha dado!
No sé qué te hace falta. Sé que puedes sentirte frustrado o frustrada y te has cansado de golpear y golpear. Mas Dios te dice: “Hoy es tu oportunidad. Estoy contigo como estuve ese día en la puerta del templo donde había un hombre cojo de nacimiento, para que se vea por medio de mis hijos que el nombre de Jesús es glorificado”. Llevas años sufriendo alguna enfermedad que no se ha ido. ¿Crees que Dios tiene poder para sanarte o no crees? Tal vez haya otras áreas en tu vida por las que te sientes frustrado o frustrada. Te acostumbraste a creer que no puedes. Te acostumbraste a pensar que no debiste haber nacido hombre o no debiste a haber nacido mujer; o a que no debiste haber nacido en este tiempo o lugar. ¡Dios no se equivoca con lo que hace! Dios sana imposibles. El Señor hoy sana enfermedades congénitas. Dios hace fértil el vientre de mujeres infértiles. ¡Hoy verás la gloria de Dios en tu vida! No tengo plata ni oro, mas en el nombre de Jesús te digo: ¡Levántate! Recibe tu sanidad ahora, en el nombre de Jesús y para su gloria, amén.
ANEXOS: