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INTRODUCCIÓN
Leemos en Oseas 13:4 y 9: “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí…Te perdiste, oh Israel, más en mí está tu ayuda”.
La salvación que viene de Dios, viene del Dios que nos enseña el camino de la verdad, que es el camino correcto. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” dijo Dios por medio del profeta en Oseas 4:6. No es que Dios no hizo nada; el Señor envió su palabra para que la conozcas y camines en ella y sepas cuál es el camino de la bendición y de la paz. Lamentablemente hay mucha gente que no lo encuentra, o cuando lo encuentra lo desecha, no lo cree, lo mira con desprecio; pero más lamentable es que muchos creyentes, conociendo la verdad, no la aprecian como debe ser para que tengan vidas bendecidas.
Una mujer cristiana me contó que de noche se le aparecen unas sombras negras y eso la aterra. Muchas veces estamos en caminos de temores, angustias, soledades, impotencias, cuando Dios quiere que nos sustentemos en la verdad para estar bien, en paz, para sentirnos fuertes y seguros y para caminar por el rumbo correcto. Hoy en día la sociedad está confundida acerca de la verdad. Debo decirte que hay un solo lugar en el mundo donde puedes conocer la verdad; y la verdad no se compra en ningún lado, ni en las farmacias, ni en las universidades o bibliotecas. La verdad habita en la iglesia. Si tú eres cristiano, debo enfatizarte que la verdad está en ti. ¡Tú eres el lugar que Dios ha elegido para guardad la verdad! Fuera de la iglesia hay mentira y engaño.
LA VERDAD VIVE
Estamos viviendo un tiempo de mucha confusión, donde a lo bueno se le dice malo y a lo malo se le dice bueno; donde a lo dulce se le dice amargo y a lo amargo, dulce. Y nuestros niños y adolescentes, y aun los adultos viven confundidos, sin entender ni saber cuál es la verdad y dónde está. Pilato le preguntó a Jesús: “¿Y qué es la verdad?” Andan confundidos porque no conocen la verdad, por falta de revelación de Dios. La verdad es revelada por Dios a los que le aman y le buscan de corazón. ¡Los que le buscan de corazón no se equivocan! Tienes que saber que la verdad es viva; es un espíritu que vive. La verdad no es una palabra.
¿De qué manera la gente está confundida? Hay cosas que antes parecían simples, no teníamos que saber tanto de biología para entender qué es un hombre y qué es una mujer. Nunca tuve duda si soy hombre o soy mujer porque desde pequeño aprendí la verdad, y la verdad es sencilla. Hoy en día tenemos que exponer la genética y la biología para hacerle comprender a la gente que existen sólo dos sexos; lo que para mí es sencillo porque creo en Dios y en su palabra. Yo creo que la palabra de Dios es su verdad. ¡No hay verdad fuera de la palabra de Dios! Como creo en su palabra, voy al libro de Génesis y leo: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
Es fácil ver el propósito de Dios al hacer al hombre y a la mujer. “De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne…” (Génesis 2: 22 y 23). Dios no quería que el hombre fuera machista y golpeador, sino que apreciara y amara la mujer que le dio. Y en esto había propósito porque la procreación de la raza humana, la multiplicación de la especie estaba ligada al hecho de que Dios creara al hombre y a la mujer. Hoy nos quieren hacer creer que no hace falta un hombre para procrear; es que no quieren que vengan más niños al mundo. Hoy prefieren abortar a los hijos, los cuales la Biblia señala que son una bendición. Es fácil apreciar el fruto del vientre si le crees a la palabra de Dios y haces oído sordo a cualquier otra versión. Aunque el hombre tergiversa el plan de Dios. Cuando proponen el placer sexual entre dos mujeres, yo me pregunto cuál es el propósito, y van a alegar que es el placer de creer y practicar lo que se me da la gana. Pero en el placer no hay futuro ni propósito; hay sólo un goce momentáneo, y hay enfermedad y muerte, sumado a la amargura, a la soledad y a la falta de amor. Porque hay lugar donde el amor no quiere entrar, al menos, el amor de Dios.
Vitit Muntarbhorn, fue contratado durante un período de tiempo, como vocero LGBT de la ONU. La sigla LGBT, para quienes no saben, significa: lesbiana, gay, bisexual y transgénero. Toda esta inmundicia se enseña en todas las naciones y se está presionando para que llegue a ser un derecho por sobre todos los demás derechos. Las declaraciones de este vocero señalan que: “Hay algunos derechos absolutos y otros que no lo son” y defendió que: “la libertad de expresión y la libertad religiosa no son derechos absolutos y podrán ser limitados si es necesario”. En el año 1948, después de la segunda guerra mundial se formó la ONU y se suscribió la carta universal de los derechos humanos, ya que después de la guerra, se pusieron a reflexionar cuánta maldad había en la humanidad. En la segunda guerra mundial ocurrieron cosas horrendas y las naciones decidieron no volverlas a vivir nunca más, así que se establecieron normas fuertes para no llegar nunca a una tercera guerra mundial. Comenzaron a darse cuenta de algo muy importante, que existe la dignidad del ser humano, y descubrieron que los que pertenecemos a la especie humana tenemos una dignidad intrínseca, lo que significa que está dentro de nosotros, que viene con nosotros y tiene que ver con esa naturaleza que tenemos de individuos de la especie humana. Eso es algo que traemos desde que existe el hombre y existe en nosotros antes que las normas y leyes de las naciones. Entonces, esa carta reconoce la existencia de la dignidad humana; reconoce también que las personas pueden ser llevadas presas, aunque su conciencia jamás será apresada. Por lo tanto, reconoce la existencia de la libertad de nuestra conciencia y el derecho de actuar conforme a esta. Reconoce el derecho de expresarnos conforme a lo que pensamos y creemos, por lo que surge la libertad religiosa y una serie de derechos llamados derechos humanos universales, bajo la categoría de inalienables, intransferibles y personales. No importa de qué raza es el individuo ni de que nación; no importa el color de la piel. ¡Tú tienes derechos! ¡Los niños tienen derechos!
Pero aparece este hombre diciendo que hay derechos que son absolutos y otros que no lo son. Habíamos construido la sociedad sobre ese fundamento, creyendo que la libertad de culto o religiosa es un derecho fundamental, pero ahora piden que nosotros cedamos nuestra fe para que otros derechos que están inventando puedan expresarse, y esos sí son absolutos; pero el derecho a creer no es absoluto. Según él, no vas a poder hablar ni expresar lo que piensas; tendrás que pensar y decir de acuerdo a lo que otro se auto percibe. Si yo veo un hombre vestido de mujer, pero sé que es un hombre, aunque me metan preso y me maten seguiré creyendo y diciendo que es un hombre disfrazado de mujer. A todos los que me obligan a creer que es una mujer porque esa persona así se auto percibe, les digo: ¡Tu abuela! ¡Yo seguiré parado en la verdad! ¡No voy a creer mentiras ni a confesar mentiras! Estamos enfrentando una guerra tal, donde la libertad de expresión se está coartando. Yo auto percibo que sigue siendo un hombre disfrazado de mujer, y eso no tiene valor. Es más, puedo ir preso. Y si la otra persona se auto percibe como mujer siendo hombre, para no ofenderla, debo decir que eso es correcto.
Con eso nos están diciendo: “Miren que no van a poder basarse en la fe que tienen ni en los derechos que han ejercido hasta ahora. Porque nosotros, los amos de mundo, estamos cambiando lo bueno por lo malo y lo malo por lo bueno, lo dulce por amargo y lo amargo por dulce”. Ya no se sabe qué es el matrimonio o la identidad sexual, entre otras cosas. Y la pregunta es entonces: ¿Dónde está la verdad y cuál es la verdad? Este tipo de imposiciones se van llevando a cada una de las naciones, cosas como que los derechos de expresión y de libertad religiosa podrán ser limitados si es necesario. Que sea limitado significa que no podrás creer en lo que crees y tendrás que creer y aceptar lo que te impongan. Y esto viene de la ONU.
Yo quiero hacerte reflexionar hoy y te pregunto: ¿Crees en Jesucristo? ¿Crees que de Él mana la verdad? ¿Crees que Jesucristo es fiel y verdadero? La palabra del Señor es Espíritu y es vida. Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran” (Mateo 24:35) ¿Crees en Cristo? ¿Estás seguro que crees en Él? Porque serás probado, serás probada para ver si crees o no. El mundo arremete contra la palabra de Dios y contra nuestra fe.
COMPRA LA VERDAD
Leemos en Proverbios 23:23: “Compra la verdad, y no la vendas…” Muchos venden con facilidad la verdad; creen conveniente cambiar o tergiversar la verdad y evaden la verdad por alguna cuestión de conveniencia. Y los que más se han adherido a esa corriente son los políticos, al utilizar el método de lo políticamente conveniente. O sea que hoy te digo una cosa y mañana te digo otra; y aparecen como grandes señores, muchos de ellos muy admirados, entre ellos el Pepe Mujica, a quien se le ha escuchado decir: “Así como te digo una cosa, te digo otra”. ¡Y todos lo aplauden!
Con esto señala que hoy te puede decir una cosa como una verdad, pero mañana puede ser otra, la verdad. El mundo cree que la verdad se puede torcer, pero no, la verdad no se tuerce. La verdad seguirá siendo la verdad. La verdad es eterna. Jesús enfatizó: “El cielo y la tierra pasaran pero mis palabras no pasaran”.
Viene a mi memoria el presidente argentino Mauricio Macri, quien declaró antes de llegar a la presidencia, que iba a defender la vida y que su posición era contraria al aborto; hoy, por las presiones internacionales está haciendo todo para legalizar el aborto en Argentina. ¡Hoy en día ya no se sabe en quién confiar! ¿Quién puede caminar seguro y estar tranquilo? Aquel que ha confiado en la verdad y camina en ella, aunque todos digan que lo que cree no es verdad, y aun así sigue caminando en la verdad de Jesucristo. Compra la verdad, y no la vendas. No la tergiverses ni la cambies por cuestión de conveniencia.
El salmista, en el Salmo 119:30 declaró: “Escogí el camino de la verdad…” La verdad es un camino. Tener la verdad, abrazarla y amarla significa caminar en una dirección. No tenerla en cuenta, no apreciarla, considerar que no es tan importante y que es mejor una mentirita de vez en cuando, es despreciar el camino de la verdad. ¡Dios detesta la mentira!
“Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí”. Los juicios son la ley de Dios, sus preceptos, sus dichos, sus palabras. Ignorar la verdad es ignorar el camino. Hay términos que están trenzados tan íntimamente y no podemos tomar por separado unos de otros. Si hablamos del verdadero camino, hacemos referencia al camino de la verdad. Si hablamos de la verdad, hablamos de un camino; no puedo separar el verdadero camino por el que debo caminar que es el de la verdad.
Son muchos los cristianos que no están aferrados a la verdad, tienen miedo de defender la verdad, y sienten vergüenza de exponer la verdad. Si amas la palabra de Dios, ¿por qué sientes vergüenza a la hora de predicarle a una persona? ¿Dónde queda la verdad cuando decides omitirla para no quedar mal con algún pariente por lo que no le predicas el evangelio? Prefieres mantener una buena relación con esa persona, aunque se vaya al infierno. Para levantar la bandera de la verdad necesitas ser valiente y pagar el precio; y hay un mundo y hay un infierno que se oponen a que camines en la verdad y la levantes en alto. No te pierdas en el camino, aférrate a la verdad. Aunque a veces no entendemos que podemos esgrimir un versículo de la Biblia que hiere a la otra persona. Tú puedes usar un versículo bíblico y herir a alguien, puedes usar un versículo bíblico y provocar en la persona una gran tristeza o una depresión profunda. La palabra de Dios es viva, no solo es letra muerta, es la que Dios te manda; no es la que tú eliges. La verdadera palabra de Dios es la que Él te da en un momento específico, para una circunstancia específica, en el tiempo específico; y la envía especialmente para ti, y esa palabra te da vida. “…las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”, dijo Jesús (Juan 6:63).
Estamos uniendo determinadas cosas que no deben tomarse por separado, por eso decimos que la verdad habita en personas. Las personas son vivas y la verdad es viva. Dios no hace habitar la verdad en un reglamento, en un papel ni en una pared de un templo; Dios hace habitar la verdad en personas vivas, en el corazón de aquellos que le aman. Y dice la Biblia que la iglesia es columna y baluarte de la verdad (1° Timoteo 3:15). Si el mundo necesita la verdad, tendrá que oírla de la iglesia. Si hay un lugar donde se puede encontrar la verdad es en la iglesia. Si hay un lugar donde Dios ha revelado la verdad es en la iglesia. Por tanto, se necesitan creyentes valientes, osados, llenos de amor, de fe y de poder porque el mundo entero se opone a nosotros, mas con nosotros está el Todopoderoso.
Dije que la verdad tiene que ver con camino, tiene que ver con palabra, pero no cualquier palabra. Notemos lo que dice Juan en el capítulo 1, versículo 1: “En el principio era la palabra, y la palabra era con Dios, y la palabra era Dios”. ¡No es cualquier palabra! También dice Juan en el capítulo 1, versículo 14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Leemos asimismo en Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” y el apóstol Pablo en Colosenses 1:17 afirma: “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. ¿En dónde reside el poder del evangelio? Reside en la palabra que es Cristo. Todo el universo fue hecho por esa palabra, de tal manera que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. El origen de todas las cosas está en la verdad; el origen de todas las cosas está en Cristo, y Cristo es el verbo de Dios, es la palabra de Dios. No está en cualquier lado la palabra de Dios; no está en cualquier lado la verdad de Dios. La verdad de Dios habita en el corazón de los que le han abrazado y le creen. Y esa palabra que sustenta el universo y que mantiene la vida que ha sido creada por Él, es la palabra que te debe sustentar a ti en cada paso que das en tu vida al tomar decisiones. No tengas miedo a equivocarte. Ama a Dios con todo tu corazón, acércate a Él, haz un pacto firme con el Señor, créele a Él. Aférrate a su palabra, resiste la vergüenza, la timidez o cualquier otra cosa negativa, pero plántate firme en la palabra de Dios.
CONCLUSIÓN
Dios manda su palabra para renovar a su iglesia y para prepararla para la gran persecución que ya se ha desatado. La iglesia está señalada como enemiga de los nuevos derechos. Somos enemigos por cuanto la iglesia enseña que sólo hay hombre y mujer, porque enseña que sólo puede existir matrimonio entre un hombre y una mujer. Somos enemigos porque señalamos que somos los responsables de criar y educar a nuestros niños, cuando las nuevas corrientes ideológicas dicen que el estado es quien tiene que enseñarles aun en contra de la opinión de los padres. ¡La verdad ha sido tergiversada! Ya se ha legalizado el aborto porque se considera conveniencia, porque es conveniente para que hombres y mujeres puedan tener sexo sin compromiso paterno y materno. Ni siquiera quieren traer hijos al mundo y dárselos a matrimonios que lloran por tener hijos. ¡Solo los quieren matar abortándolos!
La verdad, no solo está viva, sino que está en nosotros. Tenemos una gran responsabilidad delante de Dios. ¡La verdad vive! La quisieron matar, pero no pudieron, se la quisieron sacar de encima, pero la verdad vive. ¡La verdad resucitó al tercer día! La verdad tiene vida eterna. Ni siquiera el planeta tiene vida eterna, tampoco el sol ni la luna, pero la verdad tiene vida eterna, y esa verdad dijo: “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…” (Juan 17:3). Es importante que te empoderes con la verdad y que estés seguro, que estés segura de que la verdad habita en ti; que tú no tomas decisiones por tu cuenta, tampoco haces lo que sientes o te parece. Tú haces lo que Cristo quiere que hagas. Tú amas a Cristo, tú amas su voluntad, tú amas su palabra.
Jesús declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Si tú tienes a Cristo no estás en el camino equivocado porque Él es el camino, no estás caminando por caminos de engaño ni de error porque Jesús es la verdad. Lo hablo con total autoridad porque he predicado por veintiocho años en Uruguay y lo he practicado, por lo que te puedo decir que es bueno, vale la pena pagar cualquier precio porque me importa saber que estoy en el camino correcto, en el que Dios me puso. Yo he probado la verdad y la he predicado, y he visto matrimonios restaurados, personas que habían perdido casa, familia, hijos, y lo han recuperado todo.
Nos han invitado a participar del aniversario de nuestra iglesia de la ciudad de Maldonado ya que cumplió diez años desde que llegamos a esa ciudad; entonces, pedí que pasaran adelante los diáconos de la iglesia para orar por ellos, todos ellos fueron sinvergüenzas. Uno había prostituido a su propia esposa, otro había iniciado a su propia hermana en la prostitución. Por ahí otro había estado involucrado en el mundo de las drogas, creo que ninguno había tenido una vida que valiera la pena; estarían muertos o presos, pero ahora son encargados de hogares de Beraca, son líderes, están casados, aman la vida, aman a Dios, aman su familia. Antes andaban equivocados, no sabían dónde estaba la verdad, pero la encontraron y esa verdad les hizo libres. Jesús dijo: “…conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). ¡Que feliz soy de predicar el evangelio! El mejor aporte que se le puede dar a la humanidad es enseñarle la palabra de Dios y darle la esperanza de una verdad viva. La fe viene de la verdad viva.
La palabra de Dios es nuestro alimento. En el salmo 37: 3 leemos lo que dijo el salmista: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”. Significa que comerás de la verdad. Tu sustento es la verdad. Jesús, la palabra viva de Dios, encarnada, el camino y la vida dijo: “Yo soy el pan que descendió del cielo”. Tú necesitas recibir palabra de Dios cada día porque esa es tu comida. Cuando no comes bien te debilitas y te faltan fuerzas, necesitas el sustento diario. Al declarar Jesús: “Yo soy el pan que descendió del cielo”, te está diciendo: “Me necesitas comer a mi cada día”. Al momento de celebrar la santa cena les dijo a los discípulos: “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:55). Sucedió en el desierto que Dios mandó maná del cielo al pueblo de Israel todos los días, pero les había prohibido juntar maná para el día siguiente, les dijo que no recogieran más de lo que necesitaban para cada día. Pero algunos juntaron más de lo que debían y lo guardaron para el día siguiente por si Dios fallaba. ¡Se les llenó de gusanos! Porque Dios los había metido en la prueba de creer que cada día Él se iba a acordar de ellos y les iba a dar de comer el maná. Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo” (Juan 6:51). El Señor ha sustentado mi vida y la de mi familia; ha hecho cosas maravillosas.
Conozco dos jóvenes que eran drogadictos, se alcoholizaban, eran mentirosos. Uno de ellos se encerraba con un amigo a drogarse y sintonizaban la radio El Espectador en el horario en que estábamos nosotros, y escuchaban mis mensajes Y drogados exclamaban: “¡Aleluya hermano!” burlándose de mí. Escucha que te escucha, un día cayó en la iglesia. Un día me dijo: “¡Vos sos mi papá!” Ese que un día me dijo: “Estoy enamorado de tu hija”. Y un día, se casó con mi hija mayor. Las veces que le prediqué ahí en su dormitorio mientras se drogaba con un amigo, la verdad que lo transformó y lo hizo mi yerno. Mi otro yerno era igual o peor, mas hoy es pastor de la iglesia y diputado nacional. Puedo decirte con total autoridad que yo he probado la verdad y te aseguro que es buena. No sé qué tantas dudas tienes o en qué inseguridades andas, pero si quieres que te vaya como a mí, yo te recomiendo que no sueltes a Jesucristo. El evangelio es el tesoro de Dios para nosotros.
Tal vez tengas que decirle al Señor: “Perdóname, yo soy uno que despreció la verdad y no me fue bien. Hoy sufro de inseguridades y tristeza y sé que es por causa de mi rebelión. Hoy Señor, hago pacto contigo y no voy a retroceder nunca más. Venga a mi tu vida y tu verdad, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
¡Sé libre en esta hora! Jesús hoy te dice: “Conoceréis la verdad y la verdad te hará libre”. Esa verdad es Cristo que quiere habitar en tu corazón.
ANEXOS: