Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
INTRODUCCIÓN
Nosotros damos por sentado que Jesús está vivo. Él no es un personaje histórico que vivió hace dos mil años; es una persona real que está allí donde tú estás. Nosotros nos emocionamos con lo que Jesús hizo hace dos mil años atrás, mas el Señor hará algo hoy en tu vida y eso tiene que alegrarte. Tienes que emocionarte sabiendo que el poder de Jesús opera hoy, en nuestros días, en medio de nosotros. El Señor está muy interesado en ayudarte y en cambiar tu realidad. Cualquier problema que tengas, Jesús está interesado en ayudarte. No hay nada más importante para el Señor que el ser humano, ya que somos una pieza preciosa de su creación, inclusive las feministas, que quieren matar a todos los hombres. Hoy bendecimos a las feministas duras y violentas que quieren matar a los hombres. Bendecimos a las mujeres en el nombre de Jesús, las amamos y deseamos que logren con creces los objetivos por los que luchan de no sentirse menos, de no tener que ganar menos por el sólo hecho de ser mujer.
La Biblia nos ha enseñado a los hombres a amar a nuestras esposas como a nuestros cuerpos y entregar nuestras vidas por ellas como Cristo se entregó por la iglesia. No tenemos nada contra las mujeres; las honramos y agradecemos a Dios por sus vidas. Gracias a Dios por nuestras madres, mujeres que nos amamantaron y nos cuidaron. Hoy se dice que amamantar un niño es una esclavitud. Cuando era niño y tenía frio en invierno, mi mamá me pasaba una plancha caliente sobre las sábanas, para que pudiera entrar en calor. Yo bendigo a mi madre que me cuidó, me amó, me amamantó; me alimentó, lloró por mí y oraba cada día a Dios por mi vida. ¡Bendita sean esas mujeres heroínas! Ellas no se consideran esclavas. ¡Ellas sí hacen un bien a la sociedad! Sus hijos corren a sus brazos porque siempre tienen una caricia, un beso y un buen consejo.
Leemos en Mateo 11:25: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”. Se alegró Jesús y alabó al Padre. Hay misterios de Dios que no son para los sabios ni para los entendidos; son cosas que Dios revela a los niños. En una oportunidad Jesús les dijo a sus discípulos: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). Los niños no son tan sabios ni entendidos por un asunto de madurez; ellos no entienden tanto pero creen. Si le dices que repita una palabra lo hace, no entiende que significa, pero lo hace, y se alegra porque el padre le está enseñando algo. ¡Así tenemos que ser nosotros con Dios! Tenemos que recibir lo que tiene para nosotros y alegrarnos, no por entender sino por creer.
¿SOBRE QUIÉN VIENE LA REVELACIÓN DE DIOS?
Algo que viene por revelación no entra por el entendimiento, sino que viene por una iluminación. El término “revelar” significa sacar a luz, mostrar algo que está escondido. Si tu corazón se vuelve como el corazón de un niño, Dios te va a revelar cosas importantes. Es necesario que te enfoques en Dios. ¿Qué es lo que impide que recibas revelación, que no conozcas a Dios o desconozcas de Dios? Dice Jesús a continuación: “Sí, Padre, porque así te agradó, Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:26 y 27). Tal vez sabes de Jesús por lo que te han contado acerca de Él, pero eso no significa que lo conoces. Cristo debe ser revelado en los creyentes. Tú llegas a tener conocimiento del Dios vivo cuando Jesucristo te revela quién es el Padre porque nadie conoce al Padre como Él.
Mucha gente asiste a la iglesia, sabe de las historias bíblicas, pero no tiene revelación acerca de quién es Dios y Cristo hoy quiere revelarte al Padre para que lo conozcas. El papá de un amigo muy querido, Danilo Montero, falleció. Desde que era niño, su papá lo rechazaba y no lo valoraba. Los hermanos mayores de Danilo eran aliados del padre y éste los llevaba a pasear, pero a Danilo lo dejaba en casa porque era muy chico. Él deseaba salir con su papá; deseaba que lo amara y lo abrazara, pero su padre no manifestaba nada a favor suyo. Danilo cuenta en sus anécdotas que le rogó a su papá para que lo llevara a ver un partido de fútbol como llevaba a sus hermanos y accedió; entonces le dijo que se fuera a cambiar. Pero, cuando Danilo fue a cambiarse, su padre salió corriendo con sus hermanos y lo dejaron. La mamá le dijo que se apurara porque se iban, pero cuando salió ya no estaban, entonces él comenzó a correr para alcanzarlos, llorando y gritando: “¡Papá!” Un día se cansó de sufrir los desaires de su padre. Ese día, algo se rompió y dijo “nunca más”. Y comenzó a sentir odio hacia su padre. A todo esto, Danilo se convierte, comienza a ir a la iglesia, y no sólo el resentimiento que tenía hacia su padre afectó su relación con él, sino que también afectó su relación con Dios. ¡Se enojó con Dios!
Cuando creció y servía a Dios en la iglesia, el resentimiento y el rechazo hacia su padre no lo dejaban en paz. Estaba muy molesto; hasta que un día decidió que no quería saber más nada con Dios. Entonces comenzó a buscar dónde ir a pecar, y fue a los boliches, pero ahí estaba, según Danilo Montero, la presencia de Dios; entonces, enojado, comenzó a discutir con Él: “Estoy cansado de que me busques. Me echas a perder las cosas. ¿Por qué no te quedas encerrado en la iglesia, o si prefieres en mi cuarto? Déjame en paz”. Danilo sufrió mucho. Pero cierto día volvió a la iglesia y arregló sus cuentas con Dios y comenzó a ministrar a los jóvenes. Luego escribió un libro que tituló: “El abrazo del padre”. Allí narra todo el dolor que vivió no sólo con su padre sino también con Dios. Todo lo que anhelaba Danilo era que su padre le diera un abrazo…
Hay muchas personas que seguramente nunca han tenido el abrazo de su padre y esto ha generado dolor. Yo digo que esas mujeres feministas, odiosas, que se desnudan, se pintan, arrojan pintura en las fachadas de las iglesias, etc., estoy seguro que tienen historias de rechazo. Son mujeres que han sido heridas o abusadas, y muchas de ellas, lo que buscan es venganza. Qué bueno sería que ellas sepan y entiendan que no las rechazamos, sino que las amamos; lo que rechazamos es esa violencia que no nos representa.
Mucha gente camina por la vida con dolores en el alma. Son cosas que no se entienden ni se pueden razonar. Puedes ser muy sabio o sabia pero no tienes resuelta tu relación con Dios porque nunca has resuelto problemas con tu padre, con tu madre o con quien fuere. Entonces, cuando andamos por la vida con esos dolores en el alma, esas heridas afectan nuestra relación con Dios, afectan nuestros razonamientos y pensamientos, e impiden que Jesús haga la obra que quiere hacer en nuestras vidas. Dios quiere hacer algo nuevo en tu vida hoy, no quiere esperar a mañana y hay gente que necesita que Dios restaure su alma hoy.
Siguió hablando Jesús, y dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). El Señor comienza hablando de las cosas que el Padre ha guardado para los que son como niños, cosas que no les puede revelar a los sabios ni a los entendidos. Y habla de revelación, algo que no entra por la mente sino por el espíritu. Hay una luz que entra y te muestra quién es Dios, y el Señor no se puede mostrar si tu corazón está en tinieblas por algún sentimiento o alguna cosa que está estorbando, que te hace daño, y te impide que tu relación con Dios sea la correcta. Ahí es cuando Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Las personas arrastran historias. Danilo Montero, arrastró por mucho tiempo una historia que lo angustiaba y le hacía daño. Un día estaba predicando donde había miles de personas y contó su historia con su papá, entonces invitó a las personas a reconciliarse con Dios. Pidió que pasaran al frente los que querían entregarle su corazón a Jesús, ¿y quién pasó entre la gente? ¡Su papá! Cuando Danilo lo vio frente a él, después de que hubo contado su historia acerca del rechazo que sufría por parte de su papá, no supo qué hacer. Entonces bajó a donde estaba su padre y lo abrazó, y éste le dijo: “Hijo, todo lo que has dicho es verdad”. Entre otras cosas contó que su padre nunca lo quiso bendecir. La respuesta de su padre fue: “Yo te quise bendecir, pero lo tenía tan encerrado que no podía sacarlo a fuera”. Se paró frente a la multitud y dijo: “Yo soy el papá de Danilo, y quiero decirles que todo lo que contó es verdad. Hoy quiero pedirle perdón a Dios y a mi hijo; y yo, que nunca lo bendije, hoy lo quiero hacer delante de todos ustedes”. ¡Qué historia! Yo le escribí a Danilo y le dije: “Ni tu papá ni tú sabían que, en medio de una historia tan fea, Dios estaba escribiendo una historia tan bella”. Porque Danilo Montero ha bendecido muchas naciones de América Latina y por causa de su testimonio los corazones de miles de jóvenes han sido sanados.
Dios está en condiciones de sanar tu corazón hoy. He visto hombres que han luchado toda la vida para congraciarse con su papá; han hecho cosas para que su padre los apruebe. Pero llegaron a ser grandes, se casaron, tienen hijos, y se han dado cuenta de que nada de lo que hicieron ha servido porque su padre siguió igual. Estos hombres no hicieron nada para Dios, para su familia o para la humanidad; sólo querían ver sonreír a su padre que nunca les sonrió, querían recibir una palmada en el hombro que nunca recibieron; sólo querían recibir el consentimiento de un padre que nunca tuvieron. Entonces, esos hombres caminan por la vida heridos.
Recuerdo siempre a un hombre de unos sesenta años. Un día, al finalizar un culto fui al baño cuando veo que un hombre me mira y llorando me dice: “Pastor, tengo sesenta años y estoy agotado. Toda mi vida he hecho cosas para agradar a mi padre, pero nunca lo logré”. Se colgó de mis hombros llorando porque se consideraba un hombre fracasado. Trabajó toda su vida, tenía una familia que lo amaba, pero nada lograba satisfacer su corazón. Esas son cargas que una persona arrastra. Te voy a declarar lo que la palabra de Dios dice; y su palabra es viva y eficaz. ¡La palabra de Dios está viva y tiene poder! Jesús te dice por su palabra: “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo les daré descanso”. Dios te dice: “Deja ante mí tus historias y tus angustias. Ven a mí que te quiero dar descanso”. Ese descanso no viene por lo que tú entiendes; ese descanso y esa paz es revelación de Dios. Es Dios Padre revelándose a sus hijos. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29 y 30). El Señor tiene otro yugo para poner sobre ti que no es pesado. ¡Tu yugo es pesado!
Por muchos años has luchado para solucionar tu relación con tu cónyuge y no has podido, estás llevando un yugo que no puedes llevar. Dame tu carga, te dice el Señor. Cuando me casé con Marta yo la quería cambiar; pensaba que si lograba cambiarla, yo sería feliz. ¡No pude! Y le dije a Dios: “¿Qué hago con esta mujer?” “Te la di yo, es un regalo mío”, me dijo Dios. “No le mires los defectos. Fue creada especialmente por mí para ti. Es un regalo de tu Padre. Amala como tal como es”. Había cosas de mi esposa que me molestaban muchísimo. Al principio de nuestro matrimonio discutíamos con frecuencia y nos íbamos a la cama enojados. Yo rumiaba qué era lo que le iba a decir para ponerla peor; y a la mañana siguiente me despertaba y me preguntaba cómo se habría levantado, y ella pensaba lo mismo de mí. Por ahí me saludaba dulcemente: “Hola, ¿cómo estás?” Y yo le contestaba con frialdad. “¿Querés tomar algo?” insistía ella. Y yo con tono brusco le respondía: “¡No! No quiero nada”. Así no era linda la vida.
Nosotros queremos mejorar a otros para sentirnos bien y esas son cargas. A veces llevamos cargas por años. Piensa si hay alguien que no puedes mirar a los ojos. Si no puedes mirar a una persona a los ojos es porque algún problema tienes con ella. Cuántas cosas vivimos que lo que hacen es ensuciar nuestra alma y Dios te dice: “Si tu corazón no se vuelve como el corazón de un niño, no me puedo revelar a ti. Mi Hijo Jesucristo te dice: Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar”.
Trabajados significa, con mucho trabajo y mucha ansiedad. Hay hombres que no quieren regresar a sus casas, prefieren trabajar más horas porque cuando llega a su casa se encuentra a la bruja. Pero también hay esposas que no quieren que llegue su marido a casa porque tienen que enfrentarse al demonio. Algunas mujeres les dicen a sus hijos que se escondan porque llega el papá. ¡Qué duro! La gente sale de sus hogares, regresa a sus hogares y camina todos los días con cargas pesadas y no se dan cuenta. Están esas mujeres que fueron abusadas y ahora tienen terror de que abusen de sus hijas, y sin saberlo les imparten a ellas ese temor. Algunas, por lo que vivieron, les infunden temores a sus hijas contra los hombres al decirles que todos son iguales, que se cuiden de ellos, que tengan cuidado porque tienen cara de violadores. Y ahora las feministas marchan declarando: “Machete al machote”, “mata a tu novio”, “un macho muerto, un macho menos”. Esas mujeres tienen tanta bronca adentro y no se dan cuenta… Hay madres que atormentan a sus hijas tratando de cuidarlas de que alguien no las vaya a violar, porque cargan con un peso del que no han podido desprenderse. Tienen temores por lo que les pasó hace muchos años atrás y no quieren volver a vivirlo. En ellas se aplica el dicho que dice que “quien se quemó con leche, ve la vaca y llora”.
Recuerdo una mujer de unos treinta años de edad que llegó a la iglesia. Ella había tenido siete maridos y sus hijos no eran de un solo padre, eran hermanos de una misma madre, pero de diferentes padres. Me dijo que el evangelio le había hecho mucho bien y por fin tenía paz. Había podido dejar atrás su pasado. Le aseguré que Dios le iba a dar un marido que la iba a amar mucho, pero ella se negó rotundamente. “Hombres no quiero. Déjeme tranquila con el evangelio. Ahora estoy enamorada de Cristo”, me dijo. El evangelio le había hecho mucho bien, pero ella no se podía desprender de su historia. Un hombre era una porquería para ella.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Ciertos afanes y ciertas ansiedades te llevan a trabajar de más, como los ejemplos que acabo de mencionar. Como esos hombres que se van bien temprano al trabajo y se quedan hasta más tarde porque no quieren estar en su casa. Por otro lado, hay quienes quieren tener un vehículo o una casa y trabajan duro para lograrlo, entonces se produce en esas personas un cansancio del alma, una fatiga total. Las personas que están trabajadas y cargadas no son como niños. Hay cosas que no las tienes que entender, ni con el entendimiento, ni con tu sabiduría; tiene que ser una revelación de Dios. El Señor abre una ventana que no sabías que existía y Él se muestra a tu vida tal cual es. Cuando un niño se cae y se lastima, llama llorando a su mamá. ¡Qué consuelo es para el niño que su mamá corra a abrazarlo y a curarlo! ¡Eso es un bálsamo para el hijo! ¡Qué triste cuando no está papá ni mamá! Mas Dios te dice: “Tu eres mi hija chiquita. Tú eres mi hijo chiquito. Yo quiero tomarte en mis brazos y que experimentes lo que es estar en los brazos de un verdadero Padre. ¡Yo soy tu Padre y quiero revelarme a tu vida!” Es por eso que Jesús te dice: “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar”.
¡Cristo hace las cosas fáciles! Jesús es el autor y el consumador de la fe y dijo que para el que cree, todas las cosas le son posibles. Al que cree, todas las cosas le son fáciles. Lo que es imposible para la mente, es posible para la fe. Y la fe es sencilla. ¿Qué sería más fácil? ¿Tres millones de hebreos con sus pertenencias, con todos los animales que llevaban, nadando en el Mar Rojo o abrir el mar por la fe y pasar en seco? ¡Para la fe es fácil!
CONCLUSIÓN
Estaban por llegar a buscar a Jesús para juzgarlo, condenarlo y crucificarlo; y Él mira a sus discípulos y les dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Su paz, es una paz sobrenatural y es fruto de la presencia de Dios, es revelación de Dios a tu vida. Una paz que te lleva a dormir como si no existiera ese problema. El rey David declaró: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).
No importa la carga, no importa el problema que tenga, lo dejo de lado; puedo hacer de cuenta que no está porque yo descanso en Dios. Voy a Jesús y el Señor se lleva mis cargas. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Dios quiere darle hoy descanso a tu alma, y, por otro lado, esa condición hará que el Señor se revele a tu vida. Esas cosas escondidas para los sabios y los entendidos, están listas para ser reveladas a aquellos que abren su corazón y creen a la palabra de Dios. ¡Qué lindo son los niños! Tú le dices algo y ellos lo creen, no cuestionan nada. El niño no tiene el intelecto tan desarrollado, pero puede tener fe, y puede creer en su papá y en su mamá. Lo que Dios quiere hacer hoy es muy sencillo para Él y muy sencillo para el que tiene fe. ¿Le vas a dejar esa deuda al Señor o vas a seguir cargando con la deuda? ¿Vas a seguir con esa preocupación? ¿Pondrás tu matrimonio en las manos de Dios o querrás seguir arreglándolo tú?
Dios ha apuntado a esas cosas que te impiden tener una buena relación con Él. Es un pecado llevar una carga que tiene que llevar Jesús. Es un pecado no darle esa carga que el Señor vino a tomar en la cruz del calvario, porque llevar esa carga que tú tienes, no te deja llevar la carga de Cristo que es ligera y fácil de llevar. Y es fácil porque es un camino de fe. Es hora de dejar de tomar fármacos para poder descansar. Jesús te dice: “Yo te doy descanso hoy mismo”. Hoy dormirás en paz, porque el Señor te hace estar confiado y confiada.
Hay personas turbadas que no pueden entregarle a Dios las cargas que tienen. Y el Señor te dice que se las des porque no se podrá revelar a ti si no lo haces, entonces Él te dará una carga más liviana. Las cargas te doblan la espalda, te generan hernia de disco, te provocan gastritis y generan enfermedades en el sistema circulatorio. Esas cargas son una maldición. ¡No puedes vivir con temor! Todas esas cargas, como los miedos, los afanes, el odio, generan dentro de ti sustancias tóxicas que contaminan tu cuerpo y te enferman. La amargura genera drogas en tu organismo. Jesús te dice: “Tienes que venir a mí porque no tendrás descanso si no lo haces. Tú me necesitas”. ¡Dios quiere revelarse a ti! Puede ser que seas cristiano, pero no has conocido a Dios. Conoces las historias de la Biblia, pero no conoces al Padre, el que te abraza, te consuela y toma tus problemas en sus manos. Acércate ahora a Dios, deja a sus pies todas tus cargas y descansa.
ANEXOS: