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INTRODUCCIÓN
Hoy meditaremos en el hecho de que Dios es nuestro proveedor. Todo aquello que nosotros necesitamos, Dios lo proveerá. Cuánto sufren las personas creyendo que Dios no lo va a hacer, o que lo hará, pero fuera de tiempo. La gente cree que se van a hundir antes de que llegue el socorro de Dios a sus vidas. Cuando decimos que Dios es nuestro proveedor, significa que Él provee nuestra paz, nuestro gozo, nuestro dinero, nuestra comida, vestido y techo. ¡El Señor nos provee todas las cosas! Claro que nosotros podemos estar fuera de ese propósito. Una actitud no correcta de nuestra parte nos puede dejar fuera de la provisión de Dios.
El Señor tiene para nosotros provisiones sobrenaturales, o sea, saca recursos donde no hay. Él puede crear algo que no existe, con el solo propósito de proveer a nuestra necesidad. Digamos que Dios no está limitado a lo que existe y todo lo que existe es porque Él habló y dijo: “Sea hecho”. ¡Y puede volver a hablar!
Un sacerdote de vudú me dijo que están preparando la guerra contra Cristo, la del Armagedón. Ellos saben que habrá una guerra y están seguros de que van a ganar porque son mayoría. Este hombre afirma que son más los malos que los buenos. Yo le pregunté: “¿Dios no es el que creó a los ángeles?” “Si” respondió él. Y agregó que son más los ángeles malos que buenos, y en el mundo hay más gente mala que buena. “¿Crees que por eso Dios va a perder una batalla?” pregunté. “¿No podrá crear ejércitos de millones y millones de ángeles con sólo abrir su boca?” Yo digo que si satanás abre su boca, lo que logrará es que le entren moscas, pero no podrá crear nada por su palabra; pero Dios sí puede crear. El Señor puede dar pan en el desierto; así alimentó a tres millones de hebreos en el desierto con pan de cielo, llamado maná, que aparecía cada mañana. ¡Dios puede sacar recursos de la nada! A esto le llamo recursos sobrenaturales. También están los recursos naturales, ¿y de dónde vienen? Dios también nos da recursos naturales. Si comes pan es porque Dios ha previsto la producción de trigo. Dios es el sustentador y el proveedor de todas las cosas.
¿CUÁL ES TU PRIORIDAD?
Hay una historia en el Nuevo Testamento que nos mostrará cómo Dios quiere sacarnos de nuestro enfoque de ansiedad y de afán por lograr todo aquello que estamos necesitando. Jesús quiere evitar que estemos enfocados en qué comeremos, qué vestiremos, etc. El Señor dijo que no nos preocupemos de esas cosas. Un hombre ateo le decía a su esposa: “Dios no te da nada, yo soy el que te doy de comer. Si yo no trabajo te morís de hambre”. Y un día se enfermó y quedó postrado en silla de ruedas por quince años, no podía trabajar ni llevar el sustento a su familia; sin embargo, Dios alimentó a su familia durante quince años y también a él.
Nick Vujicic no tiene piernas ni brazos, sin embargo Dios lo sustenta con alimento, vestido y todo lo que necesita para él y su familia. Dijo Jesús: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24). Lo que quiere decir el Señor con esto es que, si a ti te preocupa tener dinero y riquezas, entonces, esto se constituye en tu dios. El exceso de afán por tener más, en cuanto a dinero y trabajo, por ejemplo, o por lograr más cosas, hace que nos postremos delante de un dios llamado mamón, el dios de las riquezas.
Jesús te dice que no corras detrás del dinero; no corras detrás de la comida o el vestido, no te desesperes por esas cosas. Tú tienes que servir al Señor. En este pasaje vemos que está el dios de las riquezas y el Señor, dueño de todas las riquezas, que es Jehová, tu Dios, quien creó los cielos y la tierra. El que declaró: “Mía es la plata, y mío es el oro” (Hageo 2:8). Lo que quiere decir el Señor es que, un afán desmedido por trabajar y lograr cosas no te va a bendecir, todo lo contrario, te va a transformar en un idólatra. Si tienes tres trabajos y no descansas, no atiendes a tu esposa y a tus hijos, esos trabajos te tienen subyugado. Hasta el hartazgo he escuchado chicos y chicas que me han dicho que con su padre nunca han podido contar. Nunca les han dejado faltar nada, pero los han privado de un padre. El hombre vive trabajando y no tiene tiempo para la esposa y para los hijos.
Tú tienes prioridades más importantes que el trabajo, que el dinero, que una casa. Mi esposa y yo nos hemos deleitado en criar a nuestras hijas. Ella ha estado más presente que yo, pero hemos amado a nuestras hijas siempre. Hemos pasado períodos de mucha escasez y ellas nunca se han enterado. Mi esposa le agregaba agua a la leche de la mema porque no alcanzaba y oraba para que las nenas no se debilitaran. Nuestras hijas nunca se vieron desamparadas porque Marta y yo a pesar de todo nunca nos vimos desesperados ni desamparados. Tú puedes descansar en Dios en el desierto porque Él te va a sustentar. ¡Dios no quiere que tengamos escasez!
Aunque es el dueño de todo y puede hacer llover oro del cielo, eso no es lo que hace a un padre bueno. Hay padres buenos y hay buenos padres. Los buenos padres son los que le dan medido a sus hijos, les ponen límites y les enseñan a desenvolverse para que sean buenos administradores. Y los padres buenos son aquellos que le dan todo al hijo, aunque no tengan nada, todo para que no sufran, y así los crían mal.
Dios es un buen padre y nos enseña habilidades de administración cuando atravesamos desiertos de escasez. Mi esposa y yo aprendimos a administrar el dinero en la escasez, no en la abundancia. A algunos les gusta el dinero y gastan creyendo que saldrá más de algún grifo. He conocido una persona que recibió una casa de herencia y en menos de un mes la perdió por la droga. Pero Dios permite que pasemos por tiempos de escasez y ahí aprendemos prioridades, aprendemos a decidir qué cosas son más importantes y cuáles no son tan importantes. No es que Dios quiere que estemos en escasez, es que a veces lo necesitamos. Si tu hijo se porta mal necesita límites y a pesar de lo que digan las leyes, los hijos a veces necesitan una buena palmada. Hoy en día, la psicología ha cambiado, pero para Dios es igual, la Biblia dice en Proverbios 23:13: “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá”. ¡Hay cosas que no se aprenden razonando!
Dios nos quiere librar de estar sirviendo al dios de las riquezas y que no descuidemos de adorarlo a Él que es el creador del cielo y de la tierra. Por eso Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). El cien por ciento de lo que necesitas, Dios te lo dará. También dijo Jesús: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?”
Antes de que te despiertes, las aves ya están cantando alabando a Dios. El no poder confiar en Dios nos lleva a no poder cantar ni alabarlo. El no poder confiar en Dios nos lleva a preocuparnos y Jesús nos dice que no nos afanemos por nada. Dios no le ha puesto límite de fe a los lirios del campo, pero sí a nosotros; o mejor dicho, el Señor no ha limitado nuestra fe y quiere que ejerzamos fe. Un tip para poder recibir la abundancia de Dios es la fe, por lo que tener fe implica estar confiado en paz. No tener fe significa que tienes preocupaciones y ansiedades, o sea que a quien está ansioso y afanoso le está faltando fe.
La persona que carece de fe no recibe de parte de Dios, así dice la Biblia en el libro de Santiago: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1: 5 al 7). El que no tiene fe, tiene duda, y el que duda no recibirá ninguna cosa de parte de Dios. Tú preguntas por qué Dios te dice que no te preocupes por nada ya que Él te va a suplir lo que te haga falta, pero te están faltando cosas. Cuando planteas tal cuestionamiento estás evidenciando que tu fe no está puesta en la palabra de Dios porque el Señor cumple su palabra y Él te dice que no te afanes; y si estás afanoso por algo, te pones en contra de su palabra y de la posibilidad de más provisión para tu vida.
APRENDIZAJE EN LA ESCASEZ
Cuando estás atravesando por escasez, es tiempo de aprender y la palabra de Dios hoy te está enseñando. Mateo 6 continúa diciendo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”.
Aquí Jesús menciona a los gentiles. Los judíos eran personas adiestradas y preparadas en el conocimiento de la palabra de Dios y de su ley. Ellos tenían una cultura basada en lo que Dios enseña, de tal manera que eran cuidadosos en lo que comían y vestían, ellos adoraban al único Dios y verdadero, creador del cielo y de la tierra. El conocimiento de ese Dios nos llega a nosotros a través del pueblo hebreo porque Dios se reveló a ellos, y levantó de ese pueblo profetas y predicadores que han enseñado al mundo que no hay muchos dioses sino solo uno. Entonces, los judíos estaban muy orgullosos de sus tradiciones y costumbres que eran sanas. Ellos no comían cualquier cosa, no mataban animales de cualquier forma ni comían de cualquier manera. Los judíos tenían una cultura muy superior al resto de las naciones y dividían el mundo en judíos y gentiles. Los gentiles, o goyim, pertenecían a una clase de gente idólatra ya que tenían muchísimos dioses.
Dios es nuestro proveedor y nos enseña a ser como Él es y quiere que aprendamos a dar como Él da para demostrar nuestra fe y confianza en Él. El Señor estableció la ley del diezmo y no importa si tienes mucho o poco, Dios puso una medida de fe que es el diezmo y se lo tenemos que dar a Él. Otra medida de fe es la ofrenda; esto es lo que yo le doy a Dios voluntariamente porque lo amo y tengo confianza en Él. No pienso que por diezmar u ofrendar me voy a quedar sin sustento porque el Señor es el responsable de mi provisión. Yo soy responsable de creer a la hora de diezmar y ofrendar. Yo decido ser como Dios y le doy de comer al que no tiene porque creo en el Señor y sé que Él es mi sustentador y proveedor, y me dará lo que necesito para que yo viva bien.
Quien tiene fe y esperanza en Dios, aunque tenga escasez está confiado, y cuando diezma u ofrenda lo hace con alegría porque la fe produce gozo. La fe produce esperanza y mantiene nuestro corazón confiado en el Señor, por lo tanto, no vivimos perturbados porque sabemos que tenemos un Dios Todopoderoso y Él no es de yeso, no es de madera ni de fundición. ¡Mi Dios es el Dios que creó los cielos y la tierra!
Debemos alejarnos del dios mamón que es el dios de las riquezas y acercarnos al verdadero Dios que nos sustenta. No debo poner mi mirada en las riquezas. La gente desea riquezas para vivir seguros, pero no son las riquezas las que nos dan seguridad, porque la seguridad nos la da el Dios que creó los cielos de la tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Muchos ponen su esperanza en el dinero que tienen y cuando viene la enfermedad no hay dinero que pueda curar. Cuando un hijo está agonizando, ¿dé que sirve que tengas tanto dinero en el banco? Tú quieres tener riquezas para vivir seguro o segura, pero el dinero no te da la seguridad. Y Jesús enseña en Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. No sugiere aquí que las conseguirás, dice que te serán añadidas todas estas cosas. ¿Qué cosas? La comida, la bebida, el vestido, el techo, etc. Esto nos lleva a entender que tu sustento no viene de tu jefe ni del sueldo que ganas cada mes; tu sustento no viene de la iglesia ni de un pastor, no viene de tu capacidad. ¡Tu sustento viene del Dios que creó los cielos y la tierra! No te enojes con tu jefe por el sueldo que ganas porque tu sustentador es Dios; tú debes vivir agradecido y agradecida. Debes saber administrarte con lo que tienes y Dios te desafiará a nuevas cosas.
El apóstol Pablo recibió ofrendas que le enviaron los filipenses y esa ofrenda lo pone gozoso, no por lo que recibe, sino porque cree fervientemente que los filipenses serán bendecidos por dar. Entonces le escribe a la iglesia en Filipo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Mucha gente trabaja como si Dios no existiera, piensan que si no se matan trabajando, no tendrán nada. El apóstol Pablo dice que Dios suplirá todo lo que nos falta. Cuando dice todo, eso incluye todo lo que te hace falta. Las riquezas de Dios son riquezas en gloria, o sea que son inagotables. Los científicos temen que nos quedemos sin oxígeno en el planeta por causa de la superpoblación, porque nosotros respiramos oxígeno para vivir y exhalamos anhídrido carbónico. Dicen que se están reduciendo los boques y las tierras desérticas están abarcando más. Pero, ¡qué extraordinario nuestro Dios que nos ha provisto mucho oxígeno! Dios ha hecho todas las cosas en abundancia, y así como creó aire en abundancia, también nos dio suficiente agua para vivir, el alimento y todas las demás cosas. ¡Dios pensó bien todo! ¿Crees que es casualidad que haya tantas vacas? ¿Crees que es casualidad que haya tanta variedad de árboles frutales, verduras y hortalizas? Muchos piensan que todo es una casualidad, pero yo te digo que no es así porque Dios pensó muy bien todas las cosas. En el planeta no hay escasez de agua, hay falta de agua donde ha llegado la injusticia del hombre.
Un escritor visitó una fábrica en África que sacaba agua de un lago ubicado en el nacimiento del río Nilo. Este establecimiento contaba con un sistema de cañería importante y con grandes bombas con las que sacaban el agua del lago, y estaba cercado con alambrado. Afuera, muchas mujeres sacaban agua del río con cántaros y hacían largas trayectorias para llevar el agua a sus hogares. Pero el estado no era capaz de abastecer de agua mediante cañerías a la gente, por eso te digo que donde está la injusticia del hombre hay escasez, en el mismo lugar en que hay agua.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Si yo creo que mi Dios suplirá, nunca estaré preocupado. No sólo Dios suple lo que es la comida, la bebida o el vestido; suple también cualquier otra necesidad como la alegría y la paz. El salmista declaró: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). No se trata de tener la nevera llena para que seas feliz; tampoco el hecho de tener una cuenta bancaria. Dios tiene todo lo que tú necesitas y te dará eso que necesitas. Si logras visualizar esto que te digo y crees que es así, puedes tener paz.
Dice la Biblia que Dios mandó una hambruna muy grande en el tiempo del profeta Eliseo, esto se menciona en 2ª de Reyes 4: “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”.
No había nadie en ese tiempo que estuviera más desamparado que una viuda. Cuando una mujer quedaba viuda y con hijos, era la desgracia más grande que podía sufrir porque perdía el sustento de su esposo, y la situación empeoraba si el marido dejaba deudas porque los acreedores se cobraban la deuda quitándoles a los hijos. Es más, la gente pensaba que quedaba así por causa de una maldición de parte de Dios.
¡El Señor puede suplirte de la nada! Recordemos las bodas de Canaán cuando se quedaron sin vino y Jesús transformó el agua en vino. Dios no va a perder nada por darte lo que necesitas, no se le van a agotar los recursos. Estoy hablando de un Dios que habla y produce. Dios te suple en la escasez; ni siquiera en la escasez tienes derecho a estar ansioso o ansiosa. Lo que enseña la Biblia es que el crédito que tienes a tu favor es tu confianza en Dios. Si no tienes fe y no confías en Dios vas a sufrir; pero si tienes fe, Dios suplirá todo lo que necesitas siempre y a tiempo. A Dios le da lo mismo sustentar a una viuda endeudada que sustentar tres millones de personas en el desierto. Cuando el pueblo hebreo se reveló contra Dios y contra Moisés porque estaban en el desierto, sedientos, Dios le ordenó a Moisés que hablara a una roca para que saliera agua de ella y pudieron beber agua, tres millones de personas en ese momento.
Hoy en día, después de cuatro mil años de ese acontecimiento sigue saliendo agua de esa misma roca y tuvimos el privilegio de disfrutar de esa agua limpia y fresca en el último viaje que hicimos a Israel. ¡Jesucristo es la fuente inagotable!
CONCLUSIÓN
¿Te quejas porque te falta algo? ¿Te quejas contra Dios porque tienes deudas que no puedes pagar? Te pregunto: ¿Te mandó Dios a endeudarte? El Señor nunca nos manda a endeudarnos, es más, Él nos advierte que la deuda es esclavitud y los que prestan son amos de los que piden prestado. Si pones tu esperanza y tu confianza en Dios nunca más tendrás que tomar fármacos por causa de tu ansiedad. ¡Cómo te bendice Dios que te ahorra miles de pesos en medicamentos por el sólo hecho de darte su paz que sobrepasa todo entendimiento! Quiero decirte que muchas de tus enfermedades provienen de tus temores, de tus afanes y ansiedades, y Dios te dice: “Si confías en mí, yo voy a bendecir tu cuerpo, tu bolsillo y tu vida toda. No te va a faltar alimento. Yo soy tu Dios proveedor. Tu escasez te turba porque no tienes fe en mí y te afanas y llenas de ansiedades, buscando conseguir más dinero, trabajando más horas, pero no te das cuenta que trabajas para el dios mamón. ¡Trabaja para mí y yo te sustentaré!”.
En una oportunidad, Dios mandó a Elías a Serepta de Sidón, un país idólatra, y le dijo que dio la orden de que una viuda lo sustentara. Me lo imagino pensando que esa viuda tenía un chalet de dos pisos con piscina en el fondo y una cuenta bancaria extraordinaria. Cuando llegó a Sarepta de Sidón se encontró con una mujer que juntaba leña para hacer una torta con solo un puñado de harina que tenía y un poco de aceite para su hijo y para ella, y después dejarse morir porque ya no tenía más sustento. La hambruna era tremenda en ese lugar. Y el descarado del profeta le dice: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra” (1ª Reyes 17).
¿Elías había metido en un gran aprieto a la viuda? ¡No! Porque ella tenía fe. “Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días”. Nunca más le faltó hasta que llovió sobre la tierra. En la abundancia y en la escasez, Dios es tu proveedor. No tienes derecho en el tiempo de escasez a estar afanado, temeroso y ansioso; tampoco en la abundancia. ¡Dios siempre te sustentará! Cuando Dios te provee sanidad te ahorras en médicos y remedios. Cuando Dios da riquezas no aumenta dolores. Yo he sido testigo de gente que ganó la lotería y después de eso, su familia se desintegró. Pero cuando Dios sustenta, hay bendición. Qué terrible que los laboratorios se enriquezcan por causa de nuestras enfermedades o que la gente se enferme y no pueda acceder a los medicamentos porque son muy costosos. Oro que el pueblo de Dios tenga fe y esperanza en Dios para recibir su sustento.
“Te pedimos perdón Señor, porque por causa de nuestros temores y ansiedades nos enfermamos; porque tenemos miedo a que tú no seas fiel y no cumplas tu palabra, y nos enfermamos. Nos hemos enojado contigo o con alguna persona de la que esperábamos ayuda. Mas hoy proclamamos que tú eres nuestro proveedor. ¡Tú eres el Señor de nuestra economía! Declaramos que de tu abundancia recibimos; de tus riquezas en gloria nosotros recibimos. Toma tu lugar en nuestras vidas, Señor. No vamos a especular de dónde vas a sacar, porque tú tienes recursos inagotables para tus hijos. Quita nuestros temores y nuestras ansiedades Padre, y bendícenos, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: