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INTRODUCCIÓN
Un presidente norteamericano declaró que el poder de los Estados Unidos no reside en la ley, ni en la razón, ni en el cristianismo. El poder de los Estados Unidos no reside en la razón ni en la fe sino en la fuerza. Hay gente que está tratando de dominar el planeta y está convencida de que esto funciona así; que la ley no la impone la razón, que no son los que piensan mejor sino que la imponen los más fuertes. El que tiene poder, tiene la justicia en sus manos y es el que impone la ley. ¡Esto es la ley del más fuerte!
Yo digo que el más fuerte es Dios y Él dicta la ley, no Estados Unidos. ¡No es Trump! ¡No es Putin! El que tiene el poder establece la justicia y la justicia de Dios está basada en su poder.
Hoy quiero hablarte del poder que emana de la palabra de la cruz. La ley del más fuerte señala que la gallina que duerme encima de las otras gana y satanás se cree que es el más fuerte por lo que ha tratado de instaurar ese concepto para dominar al mundo y considera que Cristo es débil ya que lo han destrozado en la cruz del calvario y que los cristianos somos, como dicen los satanistas, “borregos de la manada”. Y enseñan dentro de sus artes ocultas que al enemigo no hay que ponerle la otra mejilla sino que hay que romperle la cara; enseñan que al enemigo hay que destruirlo y hay que demostrarle quién es el que manda y quién tiene el poder. Yo estoy de acuerdo con eso. Lo único que Dios se ha reservado el derecho de ser el juez y de ejercer la soberanía y el poder.
Estamos viviendo un tiempo de maldad y de injusticia, y nos preguntamos qué pasa, por qué Dios no hace algo y nos ayuda. Hoy Dios te va a enseñar un misterio. El Señor ha determinado que es necesario que se manifieste en su máxima potencia el poder del mal para luego vencer y demostrar que Él es el más fuerte. Tengo una noticia para ti y es que dentro de nosotros hay una bomba atómica. Hay dentro de nosotros un poder latente y extraordinario. Cuando hablo de nosotros me refiero a los que creemos en Jesucristo quien murió en la cruz del calvario. Hay un poder extraordinario que se mueve a nuestro favor y dentro de nosotros; ese es el mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos.
Dice Efesios 1: 16 y 17: “No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él…” El apóstol Pablo oraba para que los creyentes de Éfeso sean investidos de gloria, de sabiduría y revelación; pide que Dios alumbre los ojos del entendimiento de los efesios, y continúa diciendo: “…alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1: 18 al 20).
¡Ese poder está dentro de ti! Eso si es que has creído. Es como que somos una semilla que tiene adentro todo el potencial de explotar y producir un árbol mil veces más grande que la semilla. Quiero hablarte acerca de ese poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos. ¡Ese es el poder que opera en nosotros!
EL PODER DEL IMPERIO EGIPCIO
Yo me puse a meditar en el poder del hombre, en las cosas que ha logrado con ese poder. ¿Conoces la soberbia del hombre? Está el poder del padre que llega borracho y dice: “En esta casa mando yo. Vos sos mi hijo y me tenes que respetar y obedecer”. En la antigüedad se levantaron muchos hombres poderosos que lograron terribles hazañas como el imperio egipcio el cual dominó en la tierra durante tres mil años. Tres mil años de dominio en el cual ningún país, nación o rey podían levantar cabeza porque las diferentes sucesiones de familias del faraón aplastaban a cualquiera. Egipto imponía la ley y su religión. Egipto estaba orgulloso de sus divinidades y ha sido tan fuerte la eminencia del poder de las artes y de las ciencias ocultas de ese imperio, que hasta el día de hoy hay quienes estudian esas ciencias y veneran a los dioses de los egipcios. Ellos adoraban al dios sol, el mismo faraón era venerado como un dios. Han logrado hacer cosas extraordinarias como las pirámides, las efigies, etc. El imperio egipcio subyugó al pueblo hebreo entre otros, durante cuatrocientos treinta años.
En las tumbas de los faraones les ponían agua, armas, y comida porque creían en la reencarnación. Después de cuatro mil años los arqueólogos han entrado a las tumbas y han hallado los sarcófagos de los faraones que no han resucitado y en el lugar también estaban las semillas que les habían puesto para que cuando despertaran pudieran comer. ¡No han comido ni una sola semilla! En Egipto se pueden ver esas grandes construcciones, piedras sin vida que dan fe que esos personajes fueron grandes. Pero Romanos 9:17 dice: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra”.
Muchos se preguntan: Si Dios es bueno, ¿por qué permite que las personas buenas sean asesinadas y los malos sean elevados? Tú no conoces ni entiendes los caminos de Dios, pero hoy aprenderás que mientras más alto se encumbre el hombre más poderoso de la tierra y aunque sean más fuertes los poderes de sus ciencias ocultas y hagan milagros en el nombre de sus dioses o de sí mismos, todo eso demostrará que Dios es más grande porque ellos caerán delante del Señor.
Dios eligió a Moisés, un tartamudo, y le dijo: “Vas a ir a faraón y le dirás: Deja a mi pueblo ir al desierto a adorarme”. Imagínate a faraón con todo su poder, sus caballos y sus carros, y con sus magos que usaban artes de magia. El imperio más poderoso de la tierra. Y Dios dice: “Yo lo voy a confrontar por medio de un tartamudo”. Ni Moisés creía lo que Dios le estaba ordenando, entonces le dice: “¿Quién? ¿Yo?” Al final le dijo: “Dios, ¿por qué no elegís al que tienes que elegir?” Como queriéndole hacer ver que Dios estaba equivocado y se excusaba de que él era tardo de palabras: “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éxodo 3: 10 al 12). ¡Nuestro Dios no es cualquier dios!
Dios no mandó un gran ejército a Egipto. ¡Lo destruyó con diez plagas! Le invade la casa a faraón de langostas, de ranas, hace que el agua de río se transforme en sangre, etc. Mas dice la Biblia que faraón se endurecía cada vez más y a Dios eso le gustaba porque el Señor le iba a mostrar quién era Él.
¿Tú confías en Dios? No importa la magnitud del poder que te quiere doblegar, sea un problema económico, una enfermedad, trabajos de brujería que te hayan hecho o cualquier poder de maldad que se haya levantado contra ti. ¡No importa porque tu confianza está puesta en tu Dios y no hay poder más grande que el poder de tu Dios! El Señor dijo de faraón: “Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra”. Dios ha permitido en toda la historia de la humanidad que se levantaran hombres con mucho poder, bien malvados pero a todos esos les dijo: “Yo te voy a juzgar. Voy a mostrar en ti mi poder. Yo soy el único Dios y no conozco otro más poderoso que yo”.
EL PODER DEL IMPERIO ROMANO
Por otro lado encontramos al imperio romano que ejerció su gran poder en el mundo por más de quinientos años. Augusto César era venerado y adorado como un dios. La gente se saludaba levantando la mano derecha y diciendo: “César es dios”. Pero cuando los cristianos conocieron el poder de la resurrección, cuando vieron el poder de Jesús obrando en sus vidas no aceptaban que el César tuviera más señorío que Jesús así que alzaban la mano al saludar y declaraban: “Jesucristo es el Señor”. El César era el señor del imperio romano pero nuestro Dios es el Señor del universo.
¿Confías en que el poder de Dios está a tu disposición? Pablo dijo a los efesios: “No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos…” ¡Ese es el mismo poder que opera en nosotros! Vendrá el tiempo en que se manifestará la gloria y el poder de los hijos de Dios.
Hay una escultura en Roma que recuerda la caída del pueblo judío bajo el poder del general Tito, hijo de Vespasiano, el César que gobernaba en Roma. Y los romanos, se llevaban algún trofeo de la nación que destruían para mostrar cómo habían caído. La Menoráh, un candelabro de siete fuegos que estaba en el templo de Jerusalén, encendido de día y de noche delante de Dios, fue robada por los romanos quienes la llevaron a Roma para exhibirla como un trofeo. La destrucción que hicieron fue muy grande; Roma se propuso que nunca más la tierra de Israel sería habitada; el imperio romano se propuso destruir Israel y dispersar al pueblo de Dios a tal punto que desapareciera y de hecho los hebreos se fueron de Israel y esa nación desapareció del mapa por dos mil años. Pero el pueblo judío ha sido guardado por el poder de Dios. Preguntale al emperador de Roma dónde está él y dónde el imperio romano: mas Dios prometió levantar a su pueblo, declaró que lo iba a traer de todas las naciones donde estaban dispersos y los iba a establecer en su tierra y nunca más serían conmovidos.
EL PODER DESTRUCTIVO DEL HOMBRE
Hemos visto en las noticias que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para asustar al mundo hizo estallar una bomba en Afganistán diciendo que esa es la madre de todas las bombas. Como advirtiendo: “¡Ojo Rusia! ¡Cuidado Corea del Norte porque tenemos una bomba poderosa!” Y esa bomba se llama Moab. Una sola de ellas vale dieciséis millones de dólares y Trump está tratando de demostrar el poder que tiene Estados Unidos. Pero Rusia no se quedó atrás y salió a declarar que ellos tienen al padre de todas las bombas. Ahora, el poder del hombre es destructivo. Es fácil matar, pero, ¿es fácil dar vida? El mal demuestra su fuerza y su poder en su capacidad de destruir. Trump ha declarado que la bomba madre destruye todo a su paso a un kilómetro y medio a la redonda en donde caiga. Quieren infundir miedo, pero Dios te dice que no temas al hombre ni a lo que éste pueda hacer.
Dijo Jesús: “No temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10: 28). ¡No temas porque es más importante lo que no se ve que lo que se ve! Cuando el hombre quiere demostrar su fuerza y desplegar su poder, arroja bombas y saca fotos de su hazaña. Mas el poder que operó en Jesús destruyó la muerte. En Oseas 13:14 dice Dios: “Oh muerte, yo seré tu muerte”. Yo haré nulo tu poder y le voy a demostrar a la humanidad que tengo poder sobre la muerte. Jesús declaró: “Porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10: 17 y 18). Jesús prometió darle vida a todos aquellos que crean en Él. ¡El poder de Dios es más grande!
EL PODER DE LA CRUZ
Leemos en 1ª Corintios 1:18: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. No le llama la atención a mucha gente el mensaje de la resurrección o no les importa. En Uruguay están tratando de establecer el día de la laicidad. La laicidad es dios para los gobernantes de la nación y debe ser impuesta porque es el poder del pueblo. Porque el gobierno no es de Dios; el gobierno, según esgrimen ellos con toda soberbia, es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. No obstante, Romanos 1:18 declara: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. El poder más grande manifiesto en la tierra no es la madre de todas las bombas, no fue la destrucción de la bomba de Hiroshima y Nagasaki, tampoco fueron los ejércitos de Egipto o de los romanos. El Poder más grande mostrado en el mundo ocurrió hace dos mil años en la cruz del calvario. ¡Esa bomba explotó y aún se siguen esparciendo sus ondas! ¡Sus ondas poderosas de vida están levantando muertos! ¡Esa bomba está dando vida a los muertos!
Hay un misterio en 2ª Corintios 13:3: “Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros. Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros”.
Era necesario que Cristo muriera bajo el poder de inicuos porque era lo más grande que podía hacer el hombre contra Dios y contra su hijo. Se levantó el hombre en su soberbia y crucificó a Cristo; y Dios hizo débil a Jesús, en apariencia de debilidad porque debajo de esa debilidad y dentro de ella, el poder de Dios estaba latente, como hoy está latente su presencia y su poder en cada creyente. ¡Sólo sobre los que creen! Era necesario que Cristo fuese humillado al más alto grado de humillación, debilidad y muerte; a tal punto que en la cruz del calvario llegó al límite de la debilidad y en un momento dijo: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Se me acabó la sangre, se me terminaron las fuerzas, no puedo hacer ya nada Dios mío, pero estoy en tus manos. Y Dios toma el elemento más vergonzante y de máximo dolor y vergüenza que representa el poder de la justicia romana. Nadie podía condenar a un reo a una muerte de cruz sino sólo el poder del imperio romano, por más que los religiosos de la época se confabularon para crucificar a Jesús y lo llevaron como un reo ante Pilato, y le dijeron al gobernador romano: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!”
Ahí escondida, estaba esa semilla que debía caer en tierra y morir para luego mostrar su gloria; hasta ese punto llegó Jesucristo. Y era necesario que esto ocurriera para que tú y yo tuviésemos una referencia del poder de Dios, porque no existe ninguna historia en el mundo de alguien que haya dicho: “Yo tengo poder sobre la muerte”. Sólo el anticristo hará algo parecido pero no será como con Jesús sino como un acto de magia ya que dice en Apocalipsis que sufrirá una herida de muerte, pero esa herida será sanada y el mundo se va a admirar. De Cristo no, pero del anticristo sí. Y el Padre dijo: “Yo les he enviado a mi Hijo Unigénito para que crean en él y lo han rechazado. Por eso les enviaré un poder engañoso para que crean la mentira a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.
¡Dichoso quien cree en Jesús y no en otro dios! Dichoso quien puede saborear el día de la muerte, diciendo: “Voy a cerrar los ojos en esta tierra pero los abriré en el cielo en la presencia de Jesús”. Leemos en Filipenses 3:20 y 21: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
La Biblia afirma que en las manos de Jesucristo, quien resucitó de esa tumba de debilidad, en sus manos están sujetas todas las cosas arriba en el cielo y debajo de la tierra. También afirma la Biblia que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Tú te sientes débil y sientes que te faltan palabras; tú titubeas y sientes vergüenza. Tú tienes temores y timidez, a veces te escondes porque reconoces tu debilidad, pero Dios quiere que sepas cuál es el poder que te guarda en la más grande de tus debilidades.
Estoy cansado de escuchar a los cristianos decir: “Esto me puede. Hay algo que no me deja ir a la iglesia”. ¿Cuál es el poder que opera en ti? El mal que no quieres hacer lo haces; te propones que no lo vas a hacer pero igual lo haces. Has intentado una y mil veces pero yo te digo que no intentes más, cree en el poder de Jesucristo. ¡Decídete abrazarte al cuello de Jesús y no soltarte! ¡Hay poder en Él! Poder contra la maldición, contra la debilidad, contra el mal y la enfermedad.
EL PODER DE DIOS EN LA VIDA DE DIEGO
Dios permitió que Diego se arrastrara a niveles muy bajos y profundos para que él pudiera experimentar el poder de Jesucristo. Diego no puede decir que salió porque se lo propuso sino que asegura que Cristo salió a su encuentro y él nos cuenta su testimonio:
“Mi testimonio no se trata principalmente de la droga sino de una forma de vida que yo había elegido, porque estaba confundido y errado. A los doce años fui abusado y eso marcó mi vida o determinó mi forma de vivir. Ese abuso fue causado por un hombre, una persona de mi mismo sexo y en mi mente estaba asociado que yo jamás iba a poder estar con una mujer. Había perdido como hombre la dignidad. Cuando me propuse hacer una vida amorosa pensé que como un hombre había abusado de mi, yo debía estar con hombres ya que a una mujer nunca la podría hacer feliz. Me enamoré y la persona de la que estaba enamorado comenzó a violentarme y ahí empezó mi calvario, entonces comencé a sumergirme en las drogas. Esa persona luego desaparece de mi vida, había tenido un accidente, y yo llegué a enloquecerme buscando una salida. Viajé a la ciudad de Buenos Aires, Argentina a trabajar. Yo trabajaba en el transformismo; me fui con mucho dinero como para vivir tres años allá cómodamente y lo gasté en dos semanas. Alquilé hoteles, autos; alquilé mujeres y hombres. Llegué a pedirle a gente que tenía VIH que tuviera sexo conmigo sin cuidarme porque yo pretendía que me contagiara así me moría. También me drogaba.
Un día vuelvo a Uruguay porque terminé en la calle y mi papá me manda un mail diciéndome: “Te voy a mandar los últimos dólares de la vida pero olvídate que tenes un padre”. ¡Eso fue un golpe duro! Cuando fui a cobrar ese dinero no sabía si volverme a Uruguay o ir a una boca a buscar droga pero decidí volverme y mi mamá que me recibió me dijo: “Hijo no te puedo tener en casa”. ¡Otro golpe! Y agregó: “¡Eres un monstruo!” Nos enteramos que en la ciudad de Rocha, había unos líderes de hogares Beraca que nos visitaron y me invitaron a un campamento. Mi madre me dijo que irían a buscarme pero que tuviera cuidado porque eran cristianos. Yo estaba feliz por ir al campamento y pensé que allí habría muchos chicos. Entonces los líderes me dicen que Dios me iba a hacer libre de la adicción y de la homosexualidad. “¿Cómo?” dije yo. “Yo voy a dejar de drogarme por mi voluntad pero la homosexualidad no me la quita nadie. Yo estoy orgulloso. Yo soy así. ¿Qué pasa con lo que yo siento?” Y mi madre me dio un ultimátum: “El campamento o la calle”.
Asistí al campamento y lo que recuerdo bien fue que yo estaba caminando por el campo y el pastor Félix que estaba caminando por ahí me llamó y me dijo: “Te amo”. ¡Y me abrazó! Yo decía: “¿Quién es este? ¡Ni siquiera me conoce y me dice que me ama! Aparte, ¿no están en contra de la homosexualidad? ¡Y viene un hombre y me abraza!” Pero eso era lo que estaba contradiciendo el golpe que yo había recibido de mi padre. Y Dios empezó a obrar. En una prédica escucho la voz audible del Señor que me dice: “Diego, vos elegiste la homosexualidad porque pensabas que así iba a ser tu vida porque fuiste abusado, pero yo te digo que tengo grandes cosas para tu vida; tengo una esposa para vos e hijos. Vas a pastorear”. ¡Hoy lo creo! En ese tiempo yo dudaba. ¿Cómo sería pastor si odié toda mi vida a los cristianos? ¿Cómo me voy a casar si nunca estuve con una mujer? Es más, me arrebataron mi dignidad y comencé a relacionarme con hombres. ¿Cómo voy a predicar el evangelio si estuve en un movimiento gay y casi presidí un movimiento del LGTB? Si yo luché contra los pastores evangélicos porque no podía ni verlos. Yo pensaba que Dios no se acordaba de mí porque él odiaba a los homosexuales. Pero Dios obró en mi vida, conocí su amor. Hace dos años y medio que vivo en un hogar Beraca.
Comenzamos hace un tiempo a contar acerca de mi cambio y a mostrar mis fotos y te digo que no fue fácil. Yo sabía lo que se iba a venir pero no imaginé que sería muy duro. Me llamaron de movimientos gay para decirme que era un hipócrita. Me dijeron que me transformé en homofóbico y en un neonazi. Hace poco me amenazaron de muerte. Yo grabé un video en el que les decía a mis amigos de movimientos gay que yo estaba compartiendo mi testimonio del poder de Dios y una de las cosas que dije fue que tener la gloria y el poder de Dios en tu vida es una decisión y no una obligación.
Te digo que vienen opresiones y el enemigo te ataca con lo que más te duele porque tenía amigos que son gay. Pero entendí que Dios me quería usar, entonces hablo acerca de cómo Jesús me levantó con su poder y me sacó de la basura. Hoy estoy liderando a otros chicos, soy ministro de alabanza. Antes tocaba para el mundo, me vestía de mujer, me subía a las tarimas y bailaba en los caños. Pero hoy alabo a Dios tocando el teclado y hablo acerca de su amor. Estoy en el equipo de pro mujer con quienes salimos a predicar a los homosexuales, a los travestis y prostitutas. Un travesti que echaba a las chicas que les predicaban accedió a hablar conmigo, él estaba enojado con ellas porque oraban por él y no tenía ningún cliente en la noche. El hombre creía que lo maldecían con sus rezos y no hacía ni un peso. Yo le conté que antes me hacía llamar Valentina y se reía porque no me creía. Resulta que terminamos orando por él, le pedí su número de celular, lo derivamos a una célula familiar, ahora quiere asistir a la iglesia. ¡Eso lo hizo el poder de Dios! En otra oportunidad les hablé a dos travestis y uno de ellos me dijo que quería conocer al Dios que me rescató y me pidieron que orara por ellos, entonces los entregamos a Cristo. ¡Vienen luchas pero yo decidí levantar la bandera de Cristo y voy a predicar de su amor! Vendrán muchas tormentas pero he decidido decirle que no al diablo y si Dios me dijo que se puede, es porque se puede”.
Cada vez que Diego predica del evangelio, aparece el diablo para recordarle que no es digno, pero hay otro poder que le recuerda que Cristo le ha hecho digno porque la sangre de Cristo lo ha limpiado de todo pecado. Él me contó que lo llaman y le dicen: “Dale, a vos todavía te gusta los hombres”. Así lo meten en angustia y en luchas pero él sigue contando lo que Cristo hizo en su vida. Cristo se propuso demostrarle al mundo que Él tiene poder y puede transformar la peor circunstancia en una bendición. Todo lo que tú necesitas es creer en el poder de la sangre de Jesús. La Biblia dice que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado y nos libra de toda maldad. Tus amigos, tus parientes y las circunstancias te hacen sentir débil, pero Cristo te dice: “Yo te libro del mal. No hagas fuerza por librarte tú solo. Ven a mí porque tengo poder para levantarte aún de la misma muerte. De la muerte yo te voy a levantar. El poder que yo hago operar en medio de tu debilidad es el poder que me levantó de entre los muertos”.
¿Qué podrá hacerte daño? ¿Quién podrá maldecirte si Dios te bendice? ¿Quién te herirá con burla si Cristo te dignifica? ¿Quién podrá acusarte de los pecados que has cometido si la sangre de Cristo te limpia y borra tus pecados al punto de que Él ya no se acuerda más? Leemos en Efesios 5:2: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. Hay algo que emana de la cruz y es el amor. La cruz pasó de ser un elemento de tortura, de maldición, de vergüenza, dolor y cautividad; la cruz que era un elemento que provocaba horror el sólo pensar en ella, se transformó en un símbolo de amor. Todo lo que Jesús tocó lo transformó. Tocó un pesebre y lo transformó, tocó un ciego y lo hizo ver, tocó un paralítico y éste se levantó. ¡Todo lo transformó! Cristo transformó mi vida. El Señor me ha tocado a mí y a muchos que hoy creen en Él. Al haber sido tocados por Dios, nuestra existencia vana que no tenía sentido fue transformada en una vida que valía la pena ser vivida.
EL PODER DEL AMOR DE DIOS
Hoy honramos el amor que emana de la cruz. Efesios nos dice que debemos andar en amor como Cristo y relaciona el hecho de que el Señor nos amó al hecho de que se entregó a sí mismo por nosotros y esa entrega fue una ofrenda y no sólo eso sino que fue un sacrificio a Dios en olor fragante.
Es extraordinario que Dios el Padre entregara a su Hijo Unigénito engendrado en el vientre de María y que la muerte de su Hijo subiera delante de su presencia como un sacrificio de olor grato. Debo aclarar que hay sacrificios que no valen la pena. Hay cosas por la que es estúpido sacrificarse; hay cosas por las que no vale la pena jugarse la vida. Sin embargo hay personas que dan la vida por alguna causa que no tiene sentido ni hace el bien; o por alguna causa vana. Y así lo han hecho muchas personas a lo largo de toda la historia de la humanidad. Hay muchas entregas que no son un sacrificio agradable delante de Dios sino que son un sacrificio horrendo como hacen algunos que por amor a Alá asesinan gente. O esos que se inmolan y se hacen estallar a sí mismos matando muchas personas. Desgraciadamente por una causa que no tiene mérito con la promesa de que por haber hecho eso, en el cielo van a tener muchas mujeres con senos voluptuosos.
El pasaje de Efesios que te he compartido liga el hecho de que Jesús da su vida, que nos mostró su amor y se entregó a sí mismo por nosotros en un sacrificio que valía la pena. ¡Vaya que valía la pena si nos salvó a ti y a mí! La primera conclusión importante de esto es que, toda causa que no tiene raíz en el amor es una causa que no sirve. Por lo tanto toda causa que tiene origen en el amor es una causa de Dios y es poderosa; es un sacrificio vivo de olor grato a Dios. El amor produce sacrificio en nosotros.
Hay causas por las cuales no valen la pena entregarse, sufrir o morir y son aquellas que no están fundadas en el amor. Entonces no estamos tristes porque Cristo fue crucificado en la cruz del calvario sino que nos sentimos felices porque lo hizo por amor. El Señor tenía un propósito y una visión, y además estaba mostrando el poder del amor. El poder del amor cambia las cosas y produce una fuerza y una explosión tan grande, más que la madre de todas las bombas. Es una bomba que explotó hace dos mil años atrás en la cruz del calvario y su onda expansiva ha llegado a nuestros tiempos y continúa generación tras generación y alcanza nación tras nación. ¡No han podido frenar la onda expansiva de la bomba del amor! La gente endiosa a otros; ponen arriba de un caballo de bronce en una plaza a esos héroes que han matado gente. A esos de les da honra y gloria, también se le hacen canciones y oraciones a ídolos de bronces que están inmóviles mientras la plaza aguante y no la destruya una bomba madre. Pero nuestro héroe está vivo por los siglos de los siglos. No lo vemos en ninguna plaza, en ninguna escultura. Los curas tienen estatua, la diosa del mar la tiene, más Cristo no tiene estatua porque Él está vivo.
Juan 15:13 dice: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. ¿Cuál es la mayor expresión de amor? El Señor dice que no hay un amor más grande que este; la medida más grande del amor se mide cuando alguien da su vida por sus amigos. Tal vez tangas otra filosofía o pensamiento pero dice la Biblia que si yo tuviese toda la fe de tal modo que trasladase los montes al mar y no tengo amor, de nada me sirve. Que si yo tuviese profecía pero no tengo amor, de nada sirve. Se pueden hacer muchas cosas pero si no hay amor de nada sirve. Yo puedo dar mi cuerpo para ser quemado o aceptar explotarme así como lo hacen los musulmanes, pero no si tengo amor, de nada sirve, ya que no se le puede medir el amor a una actuación de esta clase, donde uno se mata a sí mismo por una causa que no es la de Cristo y no es la causa del amor. Inmolarme a mí mismo para hacer estallar a los que odio no es amor. Si estás buscando una buena causa déjate llenar por el amor que emana de una cruz. Jesús oró en la cruz y dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Antes de ir a la cruz Jesús les anticipó a sus discípulos tomando de una copa de vino, que formaba parte de la ceremonia de Pesaj o de Pascua. Todos los judíos saben muy bien que la sangre del cordero en Egipto y a través de los siglos, era la señal de Dios para perdón de los pecados y para que la muerte sea quitada de las personas. Por eso debía morir un animal que oficiaba de sustituto de la persona. Moría un animal inocente y debía ser perfecto y sin mancha; no se podía escoger cualquier animal y aún había que prepararlo o purgarlo cuatro días antes para la muerte. El sustituto de un pecador debía ser inocente, limpio y puro. Y Dios aceptaba provisoriamente la muerte de ese animal en lugar del pecador. Pero Jesús levantó la copa y declaró: “Esta es la copa del nuevo pacto en mi sangre que por vosotros es derramada”. Jesús hizo suya la responsabilidad del cordero, de morir una vez y para siempre por todos los pecados de todas las personas en toda la historia de la humanidad. Eso fue un acto de amor. Tú puedes dar la vida pero si no es por amor, entonces la diste vanamente. El verdadero amor es el que emana de la cruz de Jesús y Él dijo que ese amor era el máximo. Tú puedes ayudar a alguien, puedes invitarlo a dormir a tu casa y eso muestra tu amor y son distintas medidas de amor lo que uno hace por los demás; pero la máxima es morir por los amigos. Jesús les dijo a sus discípulos: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15: 15).
CONCLUSIÓN
¡El Señor quiere ser tu amigo! La Biblia dice que amigo hay más unido que un hermano. También lo dijo Martín Fierro que seguramente lo sacó de la Biblia. Tú puedes hacer grandes sacrificios y tener una gran pasión por alguna causa al punto de entregarte por completo a ella. Tú puedes sufrir padecimientos por una causa pero eso no significa que proviene del amor. La verdadera causa es la del amor y la verdadera muestra de amor es dar la vida. Jesús quiere que le des tu vida. Muchos dicen: “Ya le di mi vida a Cristo”. Pero resulta que no se la ha entregado nada.
¿Has pensado seriamente si le has dado tu vida a Cristo? El que quiere seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Quien reconozca realmente el amor de Jesús no tiene otra que amar a Jesús y dar su vida por Él. Te pido que medites qué significa dar la vida por Cristo. Significa no retener nada, significa estar dispuesto a perder todo. ¡La causa de Cristo es la causa más valiosa que hay bajo el cielo! Hay causas por las que no vale la pena morir y son las que no están fundadas en el amor. Reconoce el profundo amor de Jesús por ti. Yo observo personas que dicen haber recibido a Cristo en su corazón pero no han recibido su amor, un amor que satisface el alma y llena la vida. Un amor que suple toda otra falta de amor.
Hay quienes desprecian el amor de Jesús y al despreciar su amor desprecian su sangre y su cuerpo lacerado en la cruz del calvario. Dicen creer en Jesús pero lloran porque su madre o su padre no les amaron, o porque alguna otra persona no les amó. Y viven con su mirada puesta en el mezquino amor de los hombres y no disfrutan del extraordinario amor de Jesús. Dios quiere que hoy reconozcas el gran amor de Jesús por ti. Y si hubieras sido la única mujer o el único hombre en el planeta esa muerte hubiera sido sólo por ti. Renuncia a sufrir por todo otro amor y recibe el amor que lo llena todo. No se trata de un reconocimiento mental sino de lo más profundo del corazón. La sangre que Jesús derramó en la cruz del calvario fue la señal más grande de amor. Él estuvo dispuesto a hacerse culpable de todas tus mentiras, falsedades e hipocresías, estuvo dispuesto a hacerse culpable de todos tus vicios. El Señor dijo: “Yo me hago cargo. Yo pago el precio”. Lo hizo para que tú no pagues el precio. Era tu sangre la que debía ser derramada, era tu muerte pero esa muerte sería condenación para ti, mas Jesús decidió ofrecer su cuerpo y su sangre por ti. ¡No importa si no te aman! Tú tienes que vivir bajo el poder asombroso del amor de Jesús. Nunca más llorarás por falta de amor porque el Señor te llenará de tal manera que ya no extrañarás otros amores, y valorarás el amor de Dios como el máximo amor de tu vida.
Si alguien cumplió con los requisitos del amor fue Jesús, quien inspiró al apóstol Pablo para escribirle a los corintios. 1ª de Corintios 13 dice así: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido…” ¡Jesús cumplió con ese requisito! El mundo criticó tanta sangre derramada por Jesús, pero no reprocha la sangre de miles de personas derramada en muchas partes del mundo.
Continúa diciendo 1° Corintios 13: “…El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.
Donde había alguien que necesitaba amor, ahí estaba Jesús. El amor es eterno. Y aunque Jesús haya muerto en la cruz del calvario cargando con el pecado de toda la humanidad, el amor lo sostuvo aún en la muerte y en la condenación que Él sufrió porque el amor no muere, no deja de ser. ¡Nunca digas que ya no tienes amor! El amor es eterno, por eso es que Dios detesta el divorcio porque cuando Él une a un hombre y a una mujer pretende que ellos queden unidos por su amor. Si no te han amado, si te ha faltado amor, yo hoy te profetizo que se termina sobre ti la falta de amor porque el amor de Jesús llenará tu vida.
Dile a Dios: “Señor, asumo que me has amado y tuviste dispuesto a dar por mi mucho más de lo que yo estoy dispuesto a dar por ti. Mi amor por ti es mezquino. A veces ni me interesa tu amor porque espero el amor de alguien que me falló. Yo quiero renunciar a mi egoísmo Señor, y dejarte que llenes mi corazón con tu presencia poderosa”.
“Señor Jesús, reconocemos tu gran amor, reconocemos que derramaste tu sangre en una cruz y entendemos que fue la expresión más pura de amor. ¡Establece tu reino y tu poder en nuestras vidas y en nuestros corazones! Perdona nuestros pecados, Padre. Reconocemos que por tu gran amor tenemos vida y vida eterna; tenemos la vida triunfante de Cristo en la resurrección. La vida de Cristo está en nosotros, el poder y el amor de Cristo está en nosotros. Te damos gracias Dios, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: