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Dice la palabra de Dios que el justo por la fe vivirá. Las circunstancias que están fuera de ti, lo que te han dicho, lo que han maquinado contra ti, esas cosas, no son las responsables de la clase de vida que estás viviendo. Nada ni nadie que está fuera de ti son responsables de ello, sino que tú vives, conforme a tu fe. Muchos les echan la culpa a sus padres, a algún familiar, a la suegra, al gobierno o a quien sea por la clase de vida que tienen, pero yo te digo que estás viviendo conforme a la fe que tienes.
Muchos dicen, “no he tenido suerte”, o, “no he tenido oportunidades”, pero la Biblia nos enseña que todos tenemos oportunidades en la vida (Eclesiastés 9:11). Una cosa es que no hayas tenido oportunidades, y otra es que no las hayas visto. Posiblemente te casaste con el peor, pero dejaste pasar al mejor.
Tú vives conforme a tu fe, y la Biblia nos señala en varios pasajes, que el justo por su fe vivirá (Habacuc 2:4, Gálatas 3:11, Romanos 1:17, Hebreos 10:38). Estos pasajes bíblicos hacen mención a una persona justa, entonces hablan de una fe correcta y a eso la palabra de Dios le llama vida. Pero hay una fe mala y negativa. Cuando yo no creo, no confío en Dios, cuando no está puesta mi confianza ni mi esperanza en la palabra de Dios, entonces creo en cosas que se me han pegado o que me ha influenciado algún demonio, como que no saldré adelante, que nadie me va a ayudar, que la vida es dura, etc. Tú crees esas cosas, y conforme a lo que crees es como vives. Si tu fe es una porquería, así será tu vida. Pero si tu fe es la de un justo, de alguien a quien Dios considera justo, entonces el justo por la fe vivirá. Jesús declaró: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Si tú eres de esos que creen en la palabra de Dios y cree en Jesús, entonces tienes vida abundante. Tal vez me digas: “Yo creo en Jesús pero no tengo una vida abundante”. ¡Mentiroso! ¡Mentirosa! ¡Yo te digo que Jesús no miente, porque Él ha dicho que vino para que tengas vida abundante y no te ha mentido! Quizás tienes una fe de porquería, y así como tu fe, es tu vida. ¡Perdóname que sea tan duro, pero le creo más a Jesús que ti! Y no hago mal con esto, porque yo te traigo palabra de Dios y es para que la creas.
Hay una palabra que me ha bendecido desde niño; yo escuchaba a mi mamá hablar y cantar acerca de esto; ella siempre recitaba pasajes de la Biblia como: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. ¡Toda la vida la escuché y toda mi vida lo repetí! Y cuando estuve en tribulación me acerqué a Dios y Él quitó la opresión y la angustia. ¡Yo he creído y el Señor me ha dado victoria! ¡El justo por su fe vivirá!
No es tan importante lo que haces; más importante es lo que crees. Es mi deseo, que lo que hagas, sea el fruto de una fe genuina, la fe verdadera, la fe de Dios. ¡Tú necesitas fe para tomarte de esta palabra que te doy hoy!
En el Salmo 121, el salmista escribió una poesía. Los salmos son el himnario de la Biblia; todo lo que está escrito en este libro, los israelitas lo cantaban, y el Salmo 121 está clasificado como gradual; se llamaba así porque se cantaba mientras caminaban hacia Jerusalén. En Israel se celebraban tres fiestas anuales a las que debían asistir los israelitas; si bien podían faltar a dos de ellas, debían no obstante, participar de una fiesta. Cuando se celebraban estas fiestas llegaban israelitas de todas partes a Jerusalén, aun los que estaban radicados en otras naciones, porque allí estaba el templo, y ese era el lugar de adoración. En el templo se presentaban los sacrificios, los cuales no se podían ofrecer en ninguna otra parte. Los judíos llegaban allí en busca de perdón y de paz, entonces volvían con gozo a sus tierras.
Jerusalén está ubicada sobre una colina y el templo había sido edificado sobre el Monte de Sión, entonces se veía aún de lejos, por lo que era común hablar de “subir a Jerusalén”. Mientras los israelitas iban subiendo, iban cantando, y uno de los himnos que cantaban se encuentra en el Salmo 121: “1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?”
En los montes se edificaban altares, allí se invocaban y se adoraban a los dioses, ofreciéndoles sacrificios. Así que había muchos montes y altares en la región. Es por eso que en el Salmo 121:1 el salmista canta: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?” Pero para quien cree en Dios, ya no hay más monte para mirar sino aquel donde está Dios: “Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. La mirada se enfoca ya, no en cualquier monte sino en el único, donde está la casa del Señor, el Monte de Sión. Dios no es Dios de las montañas, ni de los valles, ni de los mares. Has visto que hay dioses de todas clases: Está el dios de la guerra, de los camioneros, hay para todas las cosas, pero aquí se habla del Dios que creó los cielos y la tierra. ¡Identifícalo bien! ¡Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra!
Continuamos leyendo en el Salmos 121:2: “No dará tu pie al resbaladero”. Las personas que se aferran a Dios, quienes creen en su palabra, por más fuertes que sean los vientos y escabrosas las pendientes, no resbalarán, y su palabra no miente al declarar que no dará tu pie al resbaladero.
En nuestra iglesia hemos instaurado un nuevo ministerio a través del cual les predicamos el evangelio a las prostitutas. En una de las salidas, se encontraron con una mujer que era creyente evangélica, ha servido a Dios, pero su esposo la engañó, aun siendo él también cristiano. La mujer se enojó con Dios y con la iglesia, y ahora anda prostituyéndose por ahí. Dice que es cristiana bautizada, pero se alejó de Dios muy enojada y resbaló. Había llegado a un bar que estaba cerrado y se quedó ahí afuera; entonces las chicas que estaban en la tarea de predicar, dijeron: “¡Esta es nuestra!” Allí le hablaron del evangelio, oraron por la mujer y el asunto es que Dios está obrando para rescatarla. ¡Qué feliz me siento con esas personas que están saliendo a predicar el evangelio a las prostitutas! Uno de mis versículos preferidos se encuentra en Mateo 21:31: “Los publicanos y las prostitutas van delante de vosotros al reino de los cielos”. ¡Ya son muchas las prostitutas que han hecho una oración de entrega a Jesús! ¡Bendigo al Señor por esto! Ya hay una que está viviendo en uno de nuestros hogares Beraca.
“No dará tu pie al resbaladero”. Quizás dices: “Yo tengo miedo que me suceda esto o lo otro”. ¡No temas, ten fe en Jesús! ¡El justo por su fe vivirá! ¡Aunque venga el mal contra ti, Dios te guardará! ¡Él te cuidará! El salmista, en el Salmos 121 utiliza seis veces el verbo “guardar”. Cuando decimos que Dios es quien te guarda, significa que te esconde, te cuida y te libra. El enemigo te anda buscando la vuelta pero el Señor te anda escondiendo. Si crees esta palabra, di amén porque al declararlo estás diciendo que crees en esa palabra y esa palabra no sólo era para el salmista sino para ti también. ¡El justo por su fe vivirá!
Continúa diciendo el Salmo 121:2: “Ni se dormirá el que te guarda”. Yo puedo dormir tranquilo porque el Señor tiene sus ojos abiertos. Muchos tienen miedo de morir mientras duermen. Cuando tú duermes te desconectas del mundo y de todo. ¡Esto es un misterio! Que te duermas y no te olvides de respirar o que el corazón siga funcionando, ¿no es un misterio esto? Pues Dios guarda a los que creen en Él. ¡No se dormirá el que te guarda!
Seguimos leyendo el versículo 4: “He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel”. No sólo que no se duerme, sino que no se adormece. Adormecer viene de dormir. Me sucede de estar contándole un cuento a mi nieta, ella está atenta y yo me estoy adormeciendo, entonces ella me pega y me dice: “¡Abu!” Y ahí arranco de nuevo con el cuento. Pero termino durmiéndome y ella queda jugando en mi cama… por ahí me dice: “Petate abu”. ¡Y me despierta! Yo sé lo que es adormecerse ya que he hecho el servicio militar en Argentina. Nuestros superiores nos enviaban a algún lugar de guardia y nos decían: “El soldado es el guardia, o sea, es el que guarda. Es el primero que ve al enemigo y el primero que anuncia que está cerca. Así que debe ser el soldado más despierto del campamento”. ¡Y me pusieron a mí de guardia! Nos amonestaban diciéndonos: “El soldado no se puede dormir. Si lo hace, al calabozo”. Entonces, me dejaron ahí a las tres de la mañana, con mi fusil, de guardia. Yo apoyaba el fusil en el piso delante de mí y lo sostenía con mis manos, miraba hacia todos lados, y entonces, cerraba por un momento mis ojos. Me tenía que mantener firme porque me podían ver cabecear, ya que había uno que inspeccionaba a toda hora si es que los que estaban de guardia permanecían despiertos o se dormían. Yo tenía que posicionarme y hacerles pensar que estaba despierto, entonces cabeceaba y me decía: “No me puedo dormir”. ¡Yo sé lo que es estar adormecido! Señala la Biblia que Dios no se adormece ni se duerme, está lúcido con sus ojos abiertos sobre ti. ¡Si crees esto, se cumple sobre tu vida! Dios no cumple su palabra a quien no le cree. ¡Quien le cree a su palabra tiene lo que ésta dice! Hay quienes creen que Dios se ha descuidado, que les ha abandonado, yo te digo que si eso es lo que crees, eso es lo que vives. “Yo creo que Dios me abandonó”. ¡Pues tendrás abandono de parte de Dios! “Yo creo que el Señor está conmigo”. ¡Entonces el Señor está conmigo!
Si te aferras a creer en lo que la palabra de Dios dice, ésta tiene poder para cumplir sobre tu vida, matrimonio y familia, lo que la palabra de Dios declara. Si Jesús dijo que ha venido para darte vida y para dártela en abundancia, si lo crees, entonces tienes vida abundante pero si lo niegas, no tienes esa vida abundante. ¡Hoy es el día para creer!
“5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche” (Salmos 121:5 y 6). Aquí aparece por tercera vez el verbo “guardar”. El salmista emplea una imagen muy entendible y muy conocida en Israel. En esa nación hay unos desiertos terribles, con cincuenta grados de temperatura, cuarenta y cinco a la sombra. ¡Qué calor! ¡Y una aridez terrible! Cuando estuvimos allá, nos transportaban en un ómnibus con aire acondicionado y tomábamos mucho líquido porque al bajarnos en esos lugares de intenso calor nos atacaba la sed. Buscando sombra, por ahí encontrábamos algún arbolito con ramas sin hojas y disfrutamos del panorama desde allí, atentos a lo que nos explicaba el guía turístico, pero debajo del arbolito. Esta porción de la Biblia toma una imagen muy conocida de Israel, al decir: “Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día…” Significa: los problemas de la vida no te fatigarán. ¡Mira que tenemos problemas! Yo he contado que estoy atravesando por circunstancias adversas, pero estoy viviendo plenamente esta bendición que Dios me ha prometido; Él es mi sombra y el sol no me fatigará de día ni la luna de noche.
Al hijito de uno de nuestros pastores, de un año y medio de edad, le han hecho varios estudios, y llegaron a la conclusión de que tiene una enfermedad rara que les sucede a una cada no sé cuántas personas, es como un reuma que ataca a los niños. Tanto el pastor Gabriel como su esposa me dijeron que no están afligidos y no van a creer que su hijito quedará postrado; y nosotros, automáticamente, cuando recibimos la noticia de su enfermedad, decretamos: “¡Este niño será libre de esta maldición porque creemos en la sanidad divina!” ¡Debiera estar destrozado, cansado y fatigado pero nada de eso, porque Jehová es mi sombra a mi mano derecha, el sol no me fatigará de día ni la luna de noche! ¡Ningún problema podrá conmigo porque el Señor está por mí!
El pastor Robert que está a cargo de nuestro anexo de Misión Vida para las Naciones en Salto, de un tiempo a esta parte padece de una disminución gradual de su visión, de tal manera que para poder predicar le tienen que leer la Biblia. Tampoco puede manejar. Yo, que he estado con él, veo que tiene una pasión por lo que hace, jamás me ha hablado de su problema sino de asuntos que acontecen en algún otro anexo. Es un hombre de oración, lo veo más firme que nunca, tiene un matrimonio muy unido y está muy bendecido. ¡Porque no hay problema que pueda contra nosotros! Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
He dicho y lo vuelvo a reiterar, que la iglesia tiene todo el poder de Dios a su disposición; dijo Jesús: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. La iglesia tiene toda la gloria y la unción de Dios; la iglesia tiene el amor de Jesús. Todo lo que necesitamos, Dios lo ha previsto y lo ha provisto. Yo puedo dar muchos más ejemplos de creyentes que están firmes, y parece mentira ya que les ha tocado atravesar circunstancias adversas, pero están firmes porque Dios es su guardador. Una hermana se me acercó llorando por un problema matrimonial muy complicado, y me dijo que este mensaje fue para ella y que la palabra había venido con nombre y apellido. Yo le dije: “Mujer, aquí hay una sola cosa que esperar, tú no estás destinada a fracasar, la única cosa que esperamos ver es el fracaso de satanás contra tu matrimonio y tu familia”. ¡Gloria a Dios! ¡El poder, la unción y la gloria están! ¡Dios va a encender la iglesia y ésta será una lumbrera en el mundo! ¡El Señor te va a usar si lo puedes creer y te ofreces voluntariamente a Él!
Recientemente, en una de las reuniones, cuando llamé a la gente que estaba enferma, para orar por ellas, se me acerca una mujer y me declara que tiene un cáncer terminal. Yo le impuse las manos y dije: “Demonio de cáncer, espíritu inmundo de maldición y de muerte te echo fuera de esta mujer”. El demonio dio un alarido y la mujer cayó al suelo. ¡El cáncer es un demonio! ¡Hay demonios detrás de esa enfermedad! Prepárate para indignarte y enojarte contra los demonios de cáncer y con bronca dale duro, en el nombre de Jesús.
Otra mujer me dijo que tenía un bulto en su seno; le pregunté si consultó a un médico y me respondió: “No, porque yo sé quién es mi doctor”. Quiero decirte que a veces vivimos engañados, creemos que tenemos fe, pero no tenemos. ¡Para hacer lo que hace esta mujer hay que tener fe!
Yo puedo estar horas contándote de los problemas que enfrentamos y que también superamos; una vez que los hemos vencido miramos hacia atrás y declaramos que no hemos sido nosotros sino Dios obrando en cada circunstancia. ¡Qué hubiera sido de mí si el Señor no hubiera estado conmigo! ¡Yo he visto su mano en cada problema! ¡Jehová es mi guardador!
Vendrán los problemas a probar tu fe y si te caes a pedazos, queda claro que no tienes fe, pero si resistes y vences, esa fe será más grande y más purificada. ¡Yo creo en Dios!
Hasta el versículo seis del Salmo 121, hablamos de enfrentar problemas naturales, pero el versículo siete declara: “Jehová te guardará de todo mal”. Aquí está haciendo mención de los problemas invisibles. Tú ves los conflictos que tienes en tu matrimonio o familia, pero no te das cuenta que hay demonios pululando alrededor de esos conflictos. Tú no sabes qué clase de demonios son pero Dios los conoce muy bien y te dice: “Yo soy tu guardador”. ¡Tu problema no radica en tu matrimonio, no es tu cónyuge ni ningún otro familiar! ¡Nuestra guerra no es contra sangre y carne, sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes! ¡Esos son nuestros enemigos invisibles! Mas Dios te guardará de todo mal. ¡Te guarda de aquellas cosas que no ves ni entiendes! Claro, si es que crees. El justo por su fe vivirá.
Vendrán problemas para que quede claro que tu fe es genuina. El creyente que tiene una fe verdadera no se siente derrotado. Como dijo alguien por ahí: “Nunca me caigo, siempre me estoy levantando”.
En mi muro de Facebook puse la siguiente frase: “Nunca digas no puedo más, nunca digas esto me supera. Di con fe, todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Si Él es mi guardador, yo puedo enfrentar lo que mi mente me dice que no puedo. Si el Señor es mi guardador puedo enfrentar aquello que siento que no puedo afrontar, porque si tengo fe lo voy a afrontar a pesar de lo que sienta o piense. Algunas personas no saben siquiera que le han hecho un trabajo de hechicería por medio de la umbanda, de la quimbanda o de batuque, etc. Yo te digo que aunque tú no sepas, Dios sabe si tienes fe en su palabra y en Él. ¡Ningún trabajo de brujería o hechicería vencerá a un cristiano! ¡El cristiano ha nacido para vencer! ¡Es victorioso!
“7Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma” (Salmos 121:7). ¿Cómo haces para guardar tu alma? ¡Nadie sabe más que Dios acerca de tu alma! Guardar tu alma significa que te librará de los pensamientos confusos que tienes en tu cabeza; te guardará de las estructuras mentales de pensamientos e ideas que te metió el mundo, porque la mente es parte del alma. El Señor te librará de los sentimientos que no sirven y pondrá el afecto natural, los sentimientos que Él ha creado para que habiten en ti, porque éstos también son parte del alma. Cuando la Biblia dice que Dios guardará tu alma, significa que te guardará de tus pensamientos y de tus sentimientos, pero también guardará tus fuerzas, tu voluntad. Aun cuando te sientas débil serás fuerte; porque no eres fuerte porque lo sientes, sino por la fe. Siempre digo que aun, una abuelita que está a punto de morir en la cama de un hospital, puede abrir su boca y echar fuera al diablo, y ella, así de moribunda como está, es más fuerte que satanás. ¡Dios no cuenta con tus fuerzas, Él cuenta con tu fe! Recuerda que el justo por su fe vivirá. ¡Yo te doy esta palabra para que la creas! Me gozo al decir que gente de Argentina, Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, Panamá, Perú, España, Ecuador, Uruguay, y de otras naciones a donde llegue este mensaje, serán bendecidas en esta misma hora, porque pondrán su fe en esta palabra que Dios les ha mandado. ¡Poderoso es Dios para bendecirte donde quiera que estés!
“8Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Salmos 121:8). ¡La protección de Dios es por la eternidad! Él no sólo te va a guardar de los problemas naturales que estás enfrentando, de los problemas espirituales, de esos enemigos invisibles que te atacan, sino que Dios te guardará más allá de la muerte. Siempre digo que cuando yo me muera no quiero que lloren sino que hagan una fiesta alabando a Dios porque cerraré mis ojos acá en la tierra pero estaré allá arriba mirando todo y feliz. No me lleven flores a mi entierro porque yo ya no estaré aquí sino en el cielo. ¡Jehová es mi guardador desde ahora y para siempre! O sea que cuando yo muero, vivo. ¡El justo por su fe vivirá más allá de su muerte!
El que inspiró el Salmo 121 para que fuese escrito, cantado y leído, Él está en medio de ti. Si te sientes afligido o afligida porque estás enfrentando crisis, dolor, angustia o soledad, entrégale a Jesús tu aflicción y tu impotencia. ¡Él vendrá en tu socorro y te guardará!
ANEXOS: